lunes, 2 de marzo de 2009

Judíos contra judíos - Última etapa del ciclo


Difícilmente pueden hallarse hechos más contradictorios que los registrados en el último lustro; y esto es, sin duda alguna, hablar de un lapso muy largo para el carácter vertiginoso de los acontecimientos. Pero ocurre como el orden del conocimiento, donde las premisas más incluyen los procesos más complicados y las más inesperadas inferencias.
En el caso de esta contradicción sucesiva e inquietante de hechos sobre hechos, las hipótesis más simple, la universal hipótesis que no sólo las contradicciones operadas, sino también las posibles, que se resumen de esta nota política: presenciamos la última etapa de un gran ciclo destructivo (comenzando tal vez en los aledaños del siglo XIII), por el enfrentamiento implacable de judíos contra judíos, bajo la alta conducción judeo-cabalística del mundo, que ha hecho del judeo-cristianismo el óptimo instrumento de dominio y aniquilación física de estirpes y principios culturales.
¿Cómo se explica esto? Naturalmente, esto no se explica: se ve, se intuye, se configura, se describe.
Y puesto que nos encontramos en el capítulo e la Amistad judeo-cristiana, resultará muy pedagógico comprobar con que altiva y desdeñosa ironía habla de ella JOSUÉ JÉHOUDA, el cual es uno de los jefes espirituales del judaísmo contemporáneo.

“La expresión corriente “judeo-cristiana”, SI BIEN designa el origen judío del cristianismo, ha falseado el curso mismo de la historia universal por la confusión que provoca en las mentes. Al abolir las distinciones fundamentales entre el mesianismo judío y el mesianismo cristiano, engloba a dos ideas que se oponen radicalmente. Al cargar el acento exclusivamente sobre lo “cristiano”, en detrimento de “judeo”, escamotea el mesianismo monoteísta que es una disciplina válida en todos los planos del pensamiento y lo reduce a un mesianismo únicamente confesional, preocupado como el mesianismo cristiano de la salvación del alma. La expresión “judeo-cristiano, si bien significa un origen común, es sin duda la idea más fatal que cabe imaginar. Se apoya en una “Contradictio in adjecto”, y ha falseado el curso mismo de la historia. Engloba en un mismo soplo dos ideas completamente inconcebibles, quiere demostrar que no existe diferencia entre el día y la noche, o el calor y el frío, o el negro y el blanco, provocando una confusión fatal, sobre la cual, no obstante, se trata de edificar una civilización. El cristianismo ofrece al mundo un mesianismo restringido, el cual quiere imponer como único mesianismo válido… Incluso SPINOZA, el filósofo mas alejado del monoteísmo histórico de Israel, escribe: “En cuanto a lo que dicen ciertas Iglesias, que Dios ha adoptado la naturaleza humana, confieso que su lenguaje me parece tan absurdo como el de quien afirmara que un círculo ha adoptado la naturaleza de un cuadrado.
“El exclusivismo dogmático que profesa la cristiandad debe terminar por fin… Lo que propaga el Antisemitismo es la obstinación cristiana en pretender ser el único heredero de Israel. Ese escándalo debe acabar, tarde o temprano; cuanto antes termine, antes desaparecerá el clima de falsedades en que se envuelve el antisemitismo”.

(JOSUÉ JÉHOUDA: El antisemitismo, espejo del mundo, pp. 135-136, Editiones Synthesis, Ginebra, 1958).

Escuchemos ahora a ELÍAS BENAMOZEGH, uno de los maestros del pensamiento judío contemporáneo:
“Si el cristianismo consiente en reformarse de acuerdo con el ideal hebraico será siempre la verdadera religión de los pueblos gentiles”.
“La religión del futuro debe tener su base en alguna religión positiva y tradicional, investida del misterioso prestigio de la antigüedad. Y, de todas las religiones antiguas, el Judaísmo es la única que declara poseer un ideal religioso para toda la humanidad (ya que) la obra (del cristianismo) no es más que una copia que debe ser puesta enfrente del original…Puesto que es la madre indiscutible, la religión más antigua de convertirá en la más nueva.
“Enfrente del cristianismo… con su pretendido origen divino y su infalibilidad…Para reemplazar a una autoridad que se declara infalible y que sólo se remonta al año 1 de la era cristiana o de héjira… debe buscarse otra infalibilidad mucho más serio que empieza con la historia del hombre sobre la tierra y que sólo terminará con él…”.
“La reconciliación soñada por los primeros cristianos como una condución de la Parousie, o advenimiento final de Jesús, el retorno de los judíos al seno de la Iglesia, sin el cual las diversas comuniones cristianas están de acuerdo en reconocer que la obra de la Redención permanece incompleta, ese retorno, decimos nosotros, se efectuará, no como se ha esperado, sino de la única manera seria, lógica y durable, y especialmente de la única manera provechosa para el género humano. Será la reunión del hebraísmo y de las religiones que surgieron de él, y, según las palabras del último de los Profetas, del Sello de los Videntes, como los Doctores llaman a MALAQUÍAS, “el retorno del corazón de los hijos a sus padres”. Hasta aquí el doctor rabino de Livorno, el autor de Israel y la humanidad.

Para algunas corrientes esoteristas el enfrentamiento de judío contra a judío en el vasto movimiento de emersión del judaísmo contemporáneo en el trámite previo a la destrucción de la estirpe judaica en la en la entera redondez de la tierra. Los tenidos por antisemitas, no compartimos ni de deseo de esta tesis, de todos modos profunda, aunque intraducible ni siquiera para los árabes ni iraníes.
Pues la historia, según los cenáculos, se encaminaría a una manifestación superior, supraracial de la raza blanca, en la cual el enclave judaico (no integrante de la raza blanca) sería un episodio del alertamiento antropocósmico (es decir, referido a los misteriosos nexos entre el hombre y el cosmos): pero el judío está destinado a desaparecer (como pueden haber desaparecido otras estirpes, por razones que ahora no interesan). Al mismo tiempo, tales perspectivas esotéricas incluyen a la Iglesia Católica: el fenómeno de judaización de la Iglesia, previo o concomiente al enfrentamiento de judíos con judíos, es a su vez una etapa o subetapas forzosa en la destrucción del judaísmo. La “revolución cultural” en la Iglesia Católica, programada, dirigida y azuzada por judíos, por ejemplo la del Instituto Bíblico a partir de S. S. JUAN XXIII desde 1958, sería pues el signo - para intérpretes esoteristas – de la aceleración del movimiento involutivo del judaísmo, o sea, su propia destrucción.
Para algunas corrientes místicas derivadas del cristianismo, tal coyuntura significa por el contrario una dinamización del mundo clausurado del judaísmo en vista de su conversión. Aunque los hechos parecieran desmentir tal interpretación, sabemos que esa MÍSTICA parte de un dato de la FE, y lo aplica con diversa fortuna a las épocas contradictorias y convulsionadas. Este tema enlaza a su vez con el del fin del mundo y otras colaterales (véase PAUL VULLIAUD, La Fin du Monde, París, 1952). El enfrentamiento de judíos contra judíos, extrema contradicción de su poder, sería pues el presidido de una situación contrapuesta: renacimiento de la Fe, o bien en tiempos escatológicos.

En fin para muchos escritores místicos judíos, no necesariamente cabalistas, el enfrentamiento de ludíos con judíos sería el oscuro comienzo de un nuevo juicio de Yaweh sobre su pueblo: en la cúspide de la superbia iudeorum, (la soberbía de los judíos). El dios del monte Sinaí blandirá un látigo terrible (adveniat tandem), para reducir la heredad judaica a una nueva y dolorosa diáspora. Por eso en las tendencias del judaísmo contemporánea circulan como ondas del miedo y pavor (que no arrancan precisamente de los “antisemitismos”), nacidas de la conciencia ancestral de este pueblo, enigmático y terrible; y estimuladas en esa conciencia abismal por el más ANTISEMITA, y creador de todos los antisemitismos en el seno mismo de la judeidad: YAWEH. El judío teme a su Yaweh, porque sabe por experiencia que este es un dios imperfecto si no culmina en el látigo.

Hemos mencionado tres corrientes, absolutamente dispares, y con las cuales no coincidimos en ninguna forma. Estas tres corrientes presuponen – lo subrayamos, presuponen – los tremendos enfrentamientos de judíos con judíos, incluso antes de proceder a una discriminación empírico-histórico. De manera que nada tiene de extraño establecer como hipótesis de trabajo interpretativo el enunciado que encabeza la nota. Salvo que nosotros partimos del campo empírico y subimos a una interpretación política-teológico-mística, de este sorprendente fenómeno del judaísmo.
Judíos dirigen el oriente (rusos y chinos); judíos dirigen el occidente (anglo-franco-estadounidense). ¿Por qué entonces estas tremendas luchas y tensiones raciales y políticas, sy ya vencieron a los “nazis”? QUIENQUIERA manejar datos concretos – aunque ya superados, pero que sirven de punto de partida empírico – debe leer entre otros el libro de LOUIS MARSHALKO, The Conquerors of the World, The real war criminals. Hay traducción castellana, Editorial Nuevo Orden, Buenos Aires, 1982.
El dominio total arranca desde el fin de la 1939-1945, y sobre todo desde el pontificado de S. S. JUAN XXIII. RECORDEMOS que uno de los primeros actos de JUAN XXIII fue eliminar de los textos del Viernes Santo la expresión OREMUS ET PRO PERFIDIS IUDEIS.
El judío recibe así de la Iglesia Católica romana el pleno estatuto religioso de autenticidad, no en el sentido ético que sugiere al hispanohablante moderno la palabra perfidis , sino en el sentido teológico de que la Fe cristiana y la fe (¿) judía son ÚNICA: ¿còmo podrían ser pues perfidis respecto el cristianismo?
Desde la cúspide de la FE JUDAICA, restablecida por un pontífice equívoco (JUAN XXIII). Consolidada por un contradictorio papa (PAULO VI), el judaísmo COMPLETA LA UNIFICACIÓN SINÁRQUICA DEL MUNDO, recoge las cuerdas de las diversas tensiones preexistentes, o lanza otras rapidez y eficacia.
JUDÍOS dirigen la guerra del Cercano Oriente, y otras partes del mundo, etc., inscriptas en el viejo estilo de los frentes geopolíticos; la guerra vertical de las razas en EE.UU. por ejemplo, sector de un vasto dominio del judaísmo, con el ostensible propósito de preparar la DESTRUCCIÓN DE EE.UU.; la guerra religiosa a nivel del cristianismo; la guerra socio-económica, la guerra tecnocrática, en fin, la más amplia de todas (pues incluye a todas las que preceden); la guerra psíquica en que una mínima fracción de la humanidad (digamos 30 millones a lo más) se ha apoderado de los resortes masivos de presión y propaganda , de envilecimiento, corrupción, etc.: el último obstáculo, que era la jerarquía católica-romana, ha caído bajo el empuje de una infiltración que podríamos hacer arrancar del período del Concilio Vaticano I (1870). Entre El Vaticano I y Concilio Vaticano II el judaísmo erosionó las tradiciones, la doctrina, la autoridad, la cultura, y finalmente EL CULTO. La única excepción a este tremendo pleamar de la JUDAIZACIÓN DE LA IGLESIA fue el pontificado de SAN PÍO X, cuya herencia ha sido totalmente liquidada.

Ahora las tensiones de dominio proseguirían a nivel del mismo judaísmo: el judaísmo proletariado del mundo que h sumado a su esfera psíquica de odio y de resentimiento grandes sectores de la gentilidad (la cual ha perdido por otra lado las contrapuestas tendencias de ESTIRPES y NACIONALIDADES, es decir, que carece de PODER, reclama el reparto del botín. El judaísmo oligárquico deriva esas tensiones, y tendrá que usar del látigo, la persecución y la sangre para contener, restringir y eventualmente aplastar los impulsos del proletariado judío del mundo, la más terrible y siniestra raíz satánica en la historia, porque asume y representa, en forma cabal, el principio espiritual de la estirpe judaica entera: crear el dios intramundano.
Hasta aquí se trata de una descripción esotérica, empírica – cualquiera lo puede ver, aunque viva en Jauja -, que culmina en un dato difícilmente tolerable para los especialistas en la cuestión judía o el problema judío (cristianos despistados, desviacionistas, o simplemente traidores; o judíos desinformados, instrumentados, servidores de amos implacables, o pequeños demonios de la conducción), a saber: nadie más antisemita que el propio judío, porque su conciencia religiosa-histórica está forjada por el dios antisemita: YAWEH. A partir de este dato, por encima de su controlable apreciación cotidiana, e incluso de los abundantes testimonios en una historia multisecular IGUALMENTE CONTROLABLE.

Los judíos han preparado bien las cosas.
El orgullo racial les impidió, durante más de dos mil años, introducir en su pueblo la sangre de otras razas. Si una judía se casa con un ario, la familia aria es la que se mestiza con sangre judía; y si, por excepción, un judío se casa con una aria, tal judío se pierde generalmente para su pueblo. Es inclusive “saludable – escribe E. SCHNURMANN – la depuración de la colectividad de elementos demasiados débiles para poder someter sus instintos sexuales a las exigencias de la conservación de la raza y de su cultura. Así, pues, el pueblo judío, a cada generación, lleva a cabo una tarea selectiva: se podan las ramas gangrenadas, a fin de que la médula quede más sana y capaz de durar y perpetuar el patrimonio que legó el pasado”.
El desprecio del goy mantiene en los judíos el sentimiento de su superioridad.
Las riquezas les permiten comprar las conciencias y adquirir influencia en todos los órdenes.
Las falsificaciones ocultan o transforman los escritos de los grandes hombres y sólo dejan que subsista lo que es favorable a los judíos.
La influencia corruptora obra como disolvente (solve et coagula), debilitando la resistencia de los demás pueblos.
Los esfuerzos revolucionarios persiguen, en último extremo, la destrucción de todo lo que no sea judío.
Los judíos manejan ya las palancas de comando en muchos países, y si no se hayan en todas partes en sitios visibles, es porque pueden gobernar igualmente desde las sombras. Ya DISRAELI hacía la observación de que los hombres más poderosos no son los que el público conoce (DISRAELI, Endymion, 1880, t. I, p. 329-331), que los estadistas de la mayoría de los países tienen judíos de consejeros o secretarios privados y que el mundo no está gobernada por los hombres que ven en escena sino por otros. (DISRAELI, Coningsby, 1849, p. 251-252). Lo mismo ocurría en tiempos de Jesucristo, cuando los judíos forzaron a PILATOS a crucificarlo no obstante no hallar éste en Nuestro Señor crimen alguno que mereciera la muerte. Los judíos niegan haber tenido parte alguna en la espantosa tragedia, y alegan que, como PONCIO PILATOS era quien mandaba, él dictó la sentencia condenatoria. Los judíos, por consiguiente, no son responsables de nada.

En la actualidad, los judíos ortodoxos piensan realizar sus objetivos tratando de acercarse a los cristianos, e inclusive hay almas bienaventuradas que hablan de una civilización “judeo-cristiana”…Se sabe lo que era antaño la civilización judía, se sabe igualmente lo que es la civilización cristiana; pero resulta imposible saber qué es ese ente híbrido que lleva el rótulo de “civilización judeo-cristiana”.
Esta civilización sería algo imposible y sin sentido. No pueden amalgamarse civilizaciones fundadas en principios diametralmente opuestos para convertirse en una civilización común. La civilización cristiana abrió sus puertas a los judíos, y ciento ochenta años no han logrado que se asimilaran a nuestra cultura. ¡Y algunos, sin embargo, quisieran todavía ir un poco más lejos! Nuestra pobre cultura cristiana, ya suficientemente materializada y desmoralizada por la influencia judía, aparecería reconociendo su decadencia con sólo denominarse en lo sucesivo “civilización judeo-cristiana”. Los que preconizan semejante monstruosidad se han dejado tentar por seducción de las ideas generosas pero vagas que el judío, sutil y taimado, hizo espejar delante de sus ojos. Primero exhorta a los cristianos a unirse en el plano el monoteísmo, y luego los induce a la solidaridad sobre la base de ese único principio, dejando en la trascienda los demás dogmas, en lo cual, claro, no perdería el judío nada, pues no tiene más que un dogma: la unidad de Dios. Los cristianos, por el contrario, perderían una parte de sus medios de defensa contra la influencia cada día mayor del espíritu judío, la cual fue confesada por L´Univers Israëliste del 26 de julio de 1907 en términos de insuperable claridad: “En casi todos los grandes cambios de las ideas se descubre una acción judía, sea ruidosa y visible, sea sorda y oculta. De ese modo, la historia judía se extiende a lo largo de todo el curso de la historia universal y la penetra al través de miles de poros”. (HENRI DELASSUS, La conjuration anti-chétienne (1910), t. II, pág. 687).

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
Diario Pampero Cordubensis nº 206
Instituto Eremita Urbanus

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