jueves, 26 de marzo de 2009

El positivismo y Stuart Mill


“Todo hombre necesita de algo superior a él en donde apoyarse, a causa de la indigencia que en sí mismo siente, para poder equilibrarse y salvarse; y eso superior, llámese como se quiera, es lo que llamamos Dios”. (Santo Tomás: Summa Theol., I, II, cuest. 85, art. 1º).

Por Leonardo Castellani

Desde MAINE DE BIRÁN a BERGSON reina en Europa el positivismo indisturbado por los grandes panteísmos postkantismos (FICHTE, SCHELLING y HEGEL) demasiado difíciles, por los ensayistas románticos ingleses, y por el tibio tiranismo de los “eclécticos” franceses, LAROMIGUIÉRE, COUSIN, ROGER COLLARD. El positivismo halló su forma y su nombre en Francia, aunque su raíz es el empirismo inglés, y su difusión por Europa y su nombre (donde fue una especie de rápido sarampión desde la guerra de los boers gasta la guerra del 14) se deba quizá a SPENCER y fascinación mítica que sobre ella ejerció la Inglaterra de la Reina VICTORIA; unida a la claridad y decisión del pensamiento francés.
Hoy día uno se pregunta cómo pudo alguien tener a SPENCER por filósofo y leerlo. Un terrible signo de que España estaba (¡ay!) en plena decadencia es que hacia 1905 se tradujeron apresuradamente y se difundieron por la península las plúmbeas obras del maquinistas inglés, ya enterrado en Europa.
Llámese positivismo en general a toda filosofía que rechaza la metafísica; después de lo cual continúa llamándose filosofía, no se sabe por qué: es, como dijo el latino, “felix non phylosophandi philosophia” la filosofía del no filosofar. A la metafísica la llamaron los antiguos “filosophia primera” y en rigor todo lo que hay de filosófico es metafísica, siendo como su médula y su meta. Uno puede dejar la metafísica, y quedarse con la filosofía: los cuales tampoco llegaron a Rectores de Universidad, como AUGUSTO COMPTE y SPENCER que aspiraron a ello inútilmente.
Desde el principio conviene poner loa y el reparo general que merece el positivismo. La loa es que contribuyó a limpiar el campo cultural del abrojo de la metafísica fácil y el vicio del “conceptualismo” y la “ideología”, dirigiendo la atención sobre los hechos, y fomentando la observación, la estadística y el experimento, así como la creación de las ciencias particulares y espíritu científico; incluso en la filosofía.

El reparo es que el principio general de exclusión que arboló contra la metafísica es no solo falso sino contradictorio, y por tanto es una ficción. Es un principio metafísico, en el momento que pretende ser absoluto, es decir, simplemente “principio”. Es gracioso ver a SPENCER determinando todos los Primeros Principios de todas las ciencias morales, cuando su filosofía debería negar que existan primeros principios, e incluso ciencias morales. De hecho, los “principios” que él establece para Filosofía (por ejemplo), a saber:
1) indestructibilidad de la Materia
2) permanencia de la Energía
3) continuidad del Movimiento
4) constancia de relaciones entre Fuerzas.
No son “principios” metafísicos, es decir, necesarios, sino inducciones investidas del valor de Postulados pertenecientes a la física de aquel tiempo, en la formula mucho más clara de “nada se crea, nada se pierde” de LAVOISIER ; postulados hoy día discutidos, corregidos y aun negados por la moderna revolución einsteniana-atómica.
La “EVOLUCIÓN” es una mera hipótesis biológica elevada chacabanamente a ley general por simple abstracción o simbolización. En cuanto a lo Incognoscible, objeto a la vez de la religión y la ciencia (Dios) es una afirmación metafísica, como lo observó CARO y reconoció ARDIGÓ.
Es curioso pues cómo el positivismo se refuta a sí mismo en su marcha (como el movimiento se demuestra andando, la metafísica filosofando) con el mismo chistoso dilema con que (dicen) ARISTÓTELES refutaba a los “positivistas” de su tiempo: es decir, a los sofistas que sostenían con gran copia de razones que “no hay que filosofar”.

“O hay que filosofar o no hay que filosofar
Pero si no hay que filosofar, hay que filosofar (para demostrar eso).
Luego de cualquier modo hay que filosofar”.


Fuera de esta metafísica negativa o polémica, hay en el positivismo una implícita metafísica positiva, como su dijéramos “una metafísica no filosofada”: porque toda doctrina, aunque sea política o metodológica, lleva en su fondo una visión A o X del hombre y del mundo, lo que llaman hoy una Cosmovisión; puesto que no es posible pensar filosóficamente lo particular sin pensar en lo universal, que es el primer objeto de nuestro intelecto abstractivo. Esta metafísica focal está constituida en el positivismo del siglo XIX por la idea del PROGRESO, ya sea considera como una ley ineluctable de la “evolución” como en SPENCER; ya como una resultante histórica feliz alcanzada definitivamente de hecho, STUAR MILL … “en la Era del Progreso en que han entrado hace poco las agrupaciones más civilizadas de la especie humana”, The Liberty, prólogo, * I. ; ya como un ideal próximo por alcanzar con un ensamblaje político y moral de ingeniería humana, como en SAINT SIMÓN y COMPTE.
Esta idea estaba disuelta en el ambiente, procedente del optimismo católico, trasposición laica del dogma de la providencia, ebullida por la euforia resultante del extraordinario y asombroso progreso de la ciencia y técnica (es decir, de la “tecnología”) y el aumento deslumbrador de inventos, facilidades, riquezas y comodidades que ella produjo de golpe. En los jefes esta idea se encarnó en “sistemas” ; en la tropa produjo la eclosión del cientificismo, del pacifismo y de toda clase de utopías políticas y sociales. Allá en su rincón gruñía sordamente SCHOPENHAURER, escuchado por nadie.

La guerra de 1914 con los derrumbes que acarreo, y más tarde la filosofía de ENRQUE BERGSON, y de SPENCER, puso fin a esta ebriedad. De modo que hoy día CHERTERTON (en “Avowals and Deniels”: XXVII. On the science of Sociology) puede titear a la Sociología diciendo que quizá es posible encontrar en un bosque perdido, en una choza de ramas y cubierto de harapos, algún astrólogo o algún alquimista que su familia ha rehusado internar en el manicomio y ha dejado allí entregado a su inofensivo “hobby”; pero no sería posible encontrar un “sociólogo”, en el sentido de COMPTE.

Se engaña CHESTERTON: los que hay en el BRASIL y en la ARGENTINA; y no precisamente en los bosques. En cuanto a las utópicas sociales, no serán ya el “falansterismo” y el “sansimonnismo” pero se han prolongado y tomado cuerpo, incluso político, en el socialismo y constituye el mayor peligro del mundo occidental. KARLOS MARX tomó la noción de “plus valia” de STUART MILL; su “dialéctica histórica” depende de COMPTE; y su mesianismo de la “gran aurora” o dictadura edénica del proletariado es no más un futurismo judaico que representa la encarnación actual del mito del Progreso Ineludible.
El progreso es bueno como ideal; pero es malo como idea; cosa que ellos dejaron por hacer, como que la poseían implícita a manera de dogma, heredada de gente que había leído metafísica y aún teología, como VICO, CONDORCET, y BAYLE.
Progresar significa “ir adelante”, lo cual de suyo es bueno; pero no tiene sentido si no sabe dónde; y es peligroso si se va por mal camino a un término vago, imaginario o simplemente imposible. La idea de progreso, en los que ponen su felicidad en esta vida (convencidos de que no hay otra) se carga de elementos místicos que la convierten en virulenta o netamente explosiva. La aspiración a la felicidad es natural al hombre y tiene una fuerza infinita. Si la felicidad ha de estar en esta vida, y sobre todo si consiste en el placer y en el “confort”, resulta que muy pocos están contentos con lo que tienen – tengan lo que tengan,; de donde fatalmente resulta un tremendo afán por “apresurar el progreso”; porque realmente pocos hombres son capaces de labrar con esfuerzo y sacrificio una felicidad que han de gozar si acaso sus tataranietos. Pero apresurar febrilmente el progreso comporta el riesgo (hoy día realizado, hélas!) de destruir una enormidad de progreso; - y aun de personas humanas que esos gérmenes gestaban.
El progreso del huevo es el pollo; pero querer sacar muchos pollos antes de tiempo o con medios inapropiados, ocasiona verdaderas hecatombes de huevos, y aún de gallinas – y aún de gallinas – como le pasó a un amigo mío que quiso criar pollos con incubadora atómica… - y también a nuestro encantador siglo XX.
La mítica y beatífica del Progreso con mayúscula, esa “era definitiva en que han entrado ya las naciones núbiles” que decía VÍCTOR HUGO, incubaba al ir enardeciéndose los basiliscos del capitalismo, la superproducción, las crisis económicas, la lucha de clases, el imperialismo, las guerras, y al final las mundiales – las arbitrariedades, el odio endémico, las tiranías – y con ello un estado de mal comprensión, hostilidad, pasión, confusión, desorden y perplejidad en el género humano como no se ha visto en la historia entera; y que ya se vuelve insoportable. En cuanto las destrucciones de gérmenes de felicidad (materiales y morales) operados por estado apocalíptico de la progresiva e ilustrada “edad tercera” de COMPTE, es superfluo que me detenga en ellos, pues “no se puede hablar llorando”, dice el DANTE.

El progreso está hecho para ser aspiración y no inspiración. Todos los grandes progresos de la humanidad no han sido hechos por “progresar” ni en provecho del “devenir” sino por una imagen actual, a veces tan frágiles como la gloria, o una mujer; o “pensando en los niños”, como sostenía CHARLES PÉGUY en su Elogio de la Esperanza. No se progresa bien pensando mucho en el progreso, como no se digiere bien pensando en la digestión. Cuando se entra en la catedral de Sevilla (cuenta el Arzobispo de Salta, Sevilla argentina) se queda uno asombrado de la magnitud del ámbito, y se exclama: “Pero estos hombres estaban LOCOS? Hicieron una catedral como para 200.000 habitantes cuando Sevilla tenía 40.000 habitantes”. Pero hasta ahora SEVILLA tiene 200.000 habitantes…Revisando los planos de la Catedral se encuentra el motivo de aquellos hombres realmente progresistas: “Hagamos un Iglesia tan grande que la posteridad nos tenga por LOCOS” – dice el anteproyecto… LA GLORIA de hacer una andaluzada.
La falsa idea positivista del Progreso está formada por un elemento religioso y un elemento empírico, es decir, de dos extremos que se han se han escapado del control medio de la razón; lo cual es lógico en un positivista. No queréis ninguna metafísica, pues no la tendréis…verdadera; pero la tendréis falsa. “Metaphysicare necesse est”. Nacida del empirismo tendrá que apoyarse en la religión; y de hecho todos los jefes positivistas emprendieron reformas de la religión o se metieron con ella, ya para declararla abolida, ya para fundar otra nueva. Un hombre que es un puro hombre de ciencia, un gran físico-matemático, ALEXANDER, escribe en nuestros días un libro que se llama “Space, Time ad… Deity”, a la manera que NEWTON escribió un Comentario del APOCALIPSIS. Pero COMPTE fue mucho más lejos, pues escribió un RITUAL.

Por último, las escuelas que ordenan los actos humanos a otra cosa:
Al placer (hedonismo: Aristipo, Epicuro);
A lo útil (utilitarismo: Bentham, Stuart Mill);
Al Estado (Hegel y “sociologistas” modernos;
A la Humanidad (Augusto Compte);
Al PROGRESO (Spencer);
A la Simpatía (escuela escocesa);
A la Compasión (Schopenhauer);
A la producción del Superhombre (Nietzsche);
La escuela de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino sostiene que toda la vida moral depende de la tendencia al sumo Bien del hombre o a la Felicidad; y que el objeto en el cual consiste esta felicidad es Dios; - DIOS, a quien debemos amar, no para nosotros, sino por Él mismo; como que es nuestro fin “último”, es decir, querido por sí mismo y no por otra cosa.
Las utopías sociales del positivismo permanecen y permanecerán; porque el positivismo procede del empirismo, que es eterno en la filosofía o en las tentaciones de la filosofía. El empirismo, que reduce toda la ciencia a la observación y la experiencia, es la metódica del sensismo, que reduce todo el conocimiento a la sensación.. El sensismo es eterno en filosofía. Porque es la solución fácil del problema del conocimiento. Por eso había ya en el tiempo de ARISTÓTELES positivistas como arriba vimos. La metafísica es difícil. Y para mejor es inútil. Y por eso mismo es amada del hombre, eterno amante no correspondido.
Continuaremos con STUART MILL.

Reseña: de la Revista del Instituto de Humanidades de SALTA. Consejo de Dirección: ROBERTO DESIMONE S.D.B., JUAN ANTONIO URRESTARAZU PIZARRO, AGUSTÍN PÉREZ ALSINA. Año V, Enero- Julio de 1952 (57 años), nº 13/14. El Padre CASTELLANI revistaba como catedrático.

Reprobación de un artículo del Pbro Dr. LEONARDO CASTELLANI. Sometimiento del autor. Página 102 de este número de la Revista. Conste.

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
Diario Pampero Cordubensis nº 175
Instituto Eremita Urbanus

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