El año 1934 llegaba a su término. En la tarde del 9 de octubre entraba en el puerto de Buenos Aires el Conte Grande. El pasaje más ilustre era el CARDENAL EUGENIO PACELLI, que más tarde sería el Papa PÍO XII. Venía representando al Papa PÍO XI. Entre los pasajeros figuraba un humilde sacerdote, rústico en apariencia, que se proponía dar impulso a sus incipientes obras en la Argentina. Era DON ORIONE. Todo el pasaje venía en calidad de peregrinos al XXXII CONGRESO EUCARÍSTICO INTERNACIONAL, que iba a desarrollarse en los parques de Palermo, de la ciudad de Buenos Aires, del 10 al 14 de octubre de 1934. Los que hemos vivido estas jornadas no las podremos olvidar jamás. DON ORIONE lo llamaba: “Milagroso Congreso Eucarístico”. Para que ustedes tengan una idea de la majestuosidad de ese Congreso Eucarístico, les diré que 100.000 niños, todos con guardapolvo blanco, tomaron su Primera Comunión. Uno de los actos más impresionantes fue la Comunión de los hombres. La procesión partió de la Plaza del Congreso, tomó por la Avda. de Mayo rumbo a la Plaza de Mayo. La intención era que todos escucháramos misa y comulgáramos en tor a la Pirámide de Mayo. No fue posible. La Plaza de Mayo estaba repleta. La mayoría debió quedarse fuera de la Plaza.
Bien, para abreviar, de ese estupendo triunfo de Cristo y de su Iglesia, había que dejar un monumento. En esto coincidían todos. Donde hubo varias opiniones fue cuando se trataba establecer cuál había de ser ese monumento. DON ORIONE decía: “Un monumento viviente”. Y ese monumento viviente consistía en fundar una obra de cristiana caridad donde LOS POBRES más desvalidos tuvieran casa, pan, abrigo y cariño. Y ese monumento se levantó y se llamó PEQUEÑP COTTOLENGO ARGENTINO. No habían pasado tres meses de aquel inolvidable Congreso Eucarístico, cuando DON ORIONE escribía a sus amigos y benefactores del Cottolengo de Genova: “Con la aprobación y bendición del Nuncio Apostólico y del Arzobispo de Buenos Aires, he comenzado a trabajar en el Cottolengo Argentino, porque aquí también hay POBRES infelices. ¡Y hay, hay, hay, muchos! Unos son ancianos, otros niños abandonados; hay mujeres crónicas, hay mujeres enfermas. Días pasados me rogaron que aceptará en nombre de la Divina Providencia a un joven sordomudo de 26 de años, y no sé si aceptar a él, o a su única hermana, que es tuberculosa. Un caso piadosísimo”. Dice luego en la misma carta: “La mano de la Santísima Virgen va maternalmente extendiendo también aquí las tiendas de la Divina Providencia. Y ese Dios que de las piedras ha suscitado hijos de Abraham, está preparando para los nuevos tiempos, nuevas misericordias; me parece que su Sacratísimo Corazón formará de la nada un gran ejército o grande apostolado de la caridad, que colmará de amor los surcos del odio. ¡Qué bella y divina cosa es la Caridad! La Caridad es el mandamiento propio de Cristo; es la nota distintiva de sus discípulos; ella sola edifica y une en Cristo, y abraza a todas las naciones; ella sola es quien pondrá todo en su lugar y salvará al mundo”.
Jóvenes, cuando DON ORIONE escribía estas cosas yo era joven como lo son hoy ustedes. Yo también despotricaba contra las injusticias. A mí también me brotaban del interior esas ansias de hacer justicia por mis propias manos. Gracias a DON ORIONE comprendí que el Cottolengo nació a los pies del Congreso Eucarístico; que la Caridad salvará al mundo: que el SAGRADO CORAZÓN está preparando silenciosamente el gran ejército pacífico de la Caridad; que la Divina Providencia es que mantiene estas obras de misericordia; que la SANTÍSIMA VIRGEN nos cubre siempre con su amoroso manto materno. Comprendí, en fin, que solamente quien siente esa vocación, ese llamado especial de Dios, puede dedicar su vida entera a los POBRES MÁS POBRES. Pretender hablar de POBRES, de hacerlos amigos, de entretenerlos, de ayudarlos, sin hablar de DIOS, es política barata y tonta. No hagamos política. Amemos a DIOS sobe todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Padre Luis Smiriglio
De la Congregación de Don Orione
(Revista Roma, año VI, nº 27, Buenos Aires, verano 1972-1973, pagina 27-28, director: +ANDRES DE ASBOTH ).
Editó Gabriel Pautasso
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Bien, para abreviar, de ese estupendo triunfo de Cristo y de su Iglesia, había que dejar un monumento. En esto coincidían todos. Donde hubo varias opiniones fue cuando se trataba establecer cuál había de ser ese monumento. DON ORIONE decía: “Un monumento viviente”. Y ese monumento viviente consistía en fundar una obra de cristiana caridad donde LOS POBRES más desvalidos tuvieran casa, pan, abrigo y cariño. Y ese monumento se levantó y se llamó PEQUEÑP COTTOLENGO ARGENTINO. No habían pasado tres meses de aquel inolvidable Congreso Eucarístico, cuando DON ORIONE escribía a sus amigos y benefactores del Cottolengo de Genova: “Con la aprobación y bendición del Nuncio Apostólico y del Arzobispo de Buenos Aires, he comenzado a trabajar en el Cottolengo Argentino, porque aquí también hay POBRES infelices. ¡Y hay, hay, hay, muchos! Unos son ancianos, otros niños abandonados; hay mujeres crónicas, hay mujeres enfermas. Días pasados me rogaron que aceptará en nombre de la Divina Providencia a un joven sordomudo de 26 de años, y no sé si aceptar a él, o a su única hermana, que es tuberculosa. Un caso piadosísimo”. Dice luego en la misma carta: “La mano de la Santísima Virgen va maternalmente extendiendo también aquí las tiendas de la Divina Providencia. Y ese Dios que de las piedras ha suscitado hijos de Abraham, está preparando para los nuevos tiempos, nuevas misericordias; me parece que su Sacratísimo Corazón formará de la nada un gran ejército o grande apostolado de la caridad, que colmará de amor los surcos del odio. ¡Qué bella y divina cosa es la Caridad! La Caridad es el mandamiento propio de Cristo; es la nota distintiva de sus discípulos; ella sola edifica y une en Cristo, y abraza a todas las naciones; ella sola es quien pondrá todo en su lugar y salvará al mundo”.
Jóvenes, cuando DON ORIONE escribía estas cosas yo era joven como lo son hoy ustedes. Yo también despotricaba contra las injusticias. A mí también me brotaban del interior esas ansias de hacer justicia por mis propias manos. Gracias a DON ORIONE comprendí que el Cottolengo nació a los pies del Congreso Eucarístico; que la Caridad salvará al mundo: que el SAGRADO CORAZÓN está preparando silenciosamente el gran ejército pacífico de la Caridad; que la Divina Providencia es que mantiene estas obras de misericordia; que la SANTÍSIMA VIRGEN nos cubre siempre con su amoroso manto materno. Comprendí, en fin, que solamente quien siente esa vocación, ese llamado especial de Dios, puede dedicar su vida entera a los POBRES MÁS POBRES. Pretender hablar de POBRES, de hacerlos amigos, de entretenerlos, de ayudarlos, sin hablar de DIOS, es política barata y tonta. No hagamos política. Amemos a DIOS sobe todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Padre Luis Smiriglio
De la Congregación de Don Orione
(Revista Roma, año VI, nº 27, Buenos Aires, verano 1972-1973, pagina 27-28, director: +ANDRES DE ASBOTH ).
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1 comentario:
este padre Luis Smiriglio fué director de una escuela de la obra de Don Orione en el barrio de Arroyito, en Rosario? De ser asi, podría saber un poco más de la historia de este padre. Yo estudié en esta escuela y tengo una estupenda imagen de este hombre. Gracias por la atención.
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