sábado, 4 de octubre de 2008

La mortificación cristiana

Tus progresos en la virtud, dice el autor de la Imitación de Cristo, serán proporcionados a la violencia que sabrás hacerte.

Por el Cardenal Désiré Mercier

1. Soporta los DEFECTOS DEL PRÓJIMO: faltas de educación, de espíritu y de carácter. Soporta todo lo que en él desagrada: su modo de andar, su actitud, su tono de voz, su acento y todos lo demás.
2. Sopórtalo todo en todos y sopórtalo hasta el fin y cristianamente. No te dejes llevar por esas IMPACIENCIAS tan orgullosas que hacen decir: ¿QUÉ PUEDE HACER DE TAL O CUAL? ¿EN QUÉ ME CONCIERNE LO QUE DICE? ¿PARA QUÉ NECESITO EL AFECTO, LA BENEVOLENCIA O LA CORTESÍA DE UNA CRIATURA CUALQUIERA, Y DE ÉSTA EN PARTICULAR? Nada vale menos según Dios que estos desprendimientos altaneros y estas indiferencias despectivas; mejor sería, realmente, una impaciencia.
3. ¿Te sientes tentado de ENOJO? Por el amor a Jesús, sé manso. ¿De vengarte? Devuelve bien por el mal. Dicen que el secreto de llegar al corazón de SANTA TERESA, era hacerle algún mal. ¿De mostrar a alguien MALA CARA? Sonríale con bondad. ¿De evitar su encuentro? Búscalo por virtud. ¿De hablar más de él? Habla bien. ¿De hablarle con dureza? Háblale dulce y cordialmente. 4. Ama hacer el ELOGIO de tus hermanos, sobre todo de aquellos a quienes tu envidia se dirige más naturalmente.
5. No digas AGUDEZAS en detrimento de la caridad.
6. Si alguien se permite en tu presencia PALABRAS POCO CONVENIENTES; o mantiene conversaciones propias para dañar la reputación del prójimo, a veces podrás reprender con dulzura al que habla, pero con más frecuencia será mejor apartar hábilmente la conservación, o manifestar con un gesto de descontento o de inatención querida que lo que está diciendo le desagrada.
7. Cuando te cueste HACER UN FAVOR, ofrécete a hacerlo. Tendrá doble mérito.
8. Ten horror de presentarte ante ti mismo o ante los demás como una VÍCTIMA. Lejos de exagerar tus cargas, esfuérzate en encontrarlas ligeras o livianas. Lo son en realidad mucho más frecuente de lo que parece, y lo serían siempre si tuvieses un poco más de virtud.

CONCLUSIÓN:
En general, aprende a negar a la naturaleza lo que le pide sin necesidad. Tienes que hacerle dar lo que ella niega sin razón. Tus progresos en la virtud, dice el autor de la Imitación de Cristo, serán proporcionados a la violencia que sabrás hacerte.
Decía el santo Obispo de Ginebra: “Hay que morir para que Dios viva en nosotros: porque es imposible llegar a la unión del alma con Dios por otro camino que no sea la MORTIFICACIÓN. Estas palabras: ¡Hay que morir! SON DURAS, pero serán seguidas de una gran dulzura, porque no se muere a sí mismo sino para unirse a Dios por esta muerte”.

Quiera Dios que podamos aplicarnos con pleno derecho las siguientes palabras de SAN PABLO:
“En las todas cosas sufrimos tribulación… Traemos siempre en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste también en nuestros cuerpos” (2 Cor. 4. 10). AMEN.

Ediciones “Voz en el Desierto”. México, 1999.
Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero nº 103

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