La cuestión de la existencia histórica y e la posibilidad misma de la Filosofía cristiana ha sido extraordinariamente ventilada en estos últimos, tanto dentro como fuera de los muros de la Filosofía tradicional de la Iglesia.
Por Mons Octavio Nicolás Derisi
En el año 1929 E. BREHIR escribía en su Histoire de la Philosophìe: Durante los cinco primeros de nuestra era no hay filosofía cristiana propiamente dicha que implique una tabla de valores intelectuales enteramente original y diferente de los Pensadores del Paganismo. Y concluía con estas rotundas palabras: “Esperamos
demostrar que el pensamiento filosófico no ha sido fuertemente influenciado por el advenimiento del cristianismo y, para resumir nuestro pensamiento en una palabra: que no hay Filosofía Cristiana” (T. 1, L´Antiquité et le Moyen age, p. 494, París, F. Alcan, 1927).
La concienzuda y penetrante obra de E. GILSON: L´esprit de la Philosophie Médiévale (compendio de las lecturas filosóficas habidas en la Universidad de D´Aberdeen, los años 1931 y 1932) puede considerarse como la mejor respuesta, en un terreno histórico, a la falsa afirmación de BREHIER.
Los preciosos tomos d GILSON van a eso, a desvanecer el prejuicio establecido a priori de que no ha podido existir una filosofía existir un filosofía cristiana; sosteniendo la posibilidad, primero (Cap. I y II), y la existencia, después (lo restante de la obra), de una filosofía que históricamente, vale decir, en el terreno de lo concreto, de los hechos, se ha inspirado y ha recibido positivo influjo del conjunto de las verdades contenidas en el depósito de la Revelación cristiana.
La publicación de GILSON, sin embargo, no puso fin al debate. El 21 e marzo La Sociedad Francesa de Filosofía dedicada una de las sesiones al estudio del discutido problema. Esta sesión provocó una abundante literatura al mismo al mismo tema. Una serie interminable de artículos y numerosas monografías de muy variados quilates y tonos siguieron ventilando el asunto, enfocándolo desde los más diversos aspectos, hasta que Sociedad Tomista lo retornó en su doble sesión anual (matutina y vespertina) el 11 de septiembre de 1933. Lo más representativo del tomismo estuvo presente allí presente (GILSON, MANDONNET, SERTILANGES, NOEL, CHENU, FESTUGIERE, FEULIMG, MASNOVO, FORET, JOLIVET, PEIDO, BRUNO DE SOLGES, etc.) algunos que no pudieron asistir (MARITAIN, ROLAND-GOSSELIN, etc.). hicieron llegar sus puntos de vista al seno de la Sociedad, por medio de sus comunicaciones escritas. La reunión tomista indudablemente contribuyó en no poco a precisar los diversos aspectos del problema, a deslindar algunos de sus puntos e hizo vislumbrar a ratos la posible concordia en una visión superior de posiciones a primera vista antagónicas; pero no ha logrado la unanimidad en la cuestión nominal ni ha podido llegar a un acuerdo a un acuerdo sobre toda la compleja cuestión, ni se ha agotada, por consiguiente, el debate. Las últimas discusiones de la asamblea, así como las posteriores publicaciones (aun de los asistentes a dicha reunión) lo ponen de manifiesto.
Si bien después del libro – al parecer decisivo – de GILSON, el debate pareció haberse concentrado, dentro del núcleo de los autores escolástico al menos, especialmente al aspecto especulativo de la cuestión, a la cuestión de jure, de si es posible o no una filosofía constituida bajo el positivo influjo de la verdad revelada; sin embargo, la discusión fue llevada nuevamente al terreno histórico, y aun dentro de la Sociedad Tomista se advirtieron discrepancias entre los más genuinos representantes de la historia de la Filosofía medioeval: P. MANDONNET y E. GILSON. Y es que los dos aspectos del problema, el histórico y el doctrinal, se entrelazan y mezclan de tal modo, que la solución de uno de ellos repercute necesariamente en la del otro. La cuestión histórica entraña la solución del problema doctrinal: no se puede esclarecer, en efecto, el hecho de la existencia histórica de una filosofía cristiana, si no es mediante la constatación de los caracteres específicos que la determinan; y viceversa, si bajo la faz doctrinaria se resuelve el pleito el pleito en el sentido de la imposibilidad de una tal filosofía, es evidente que ella no ha podido existir, y, consiguientemente, los elementos constitutivos de la así llamada Filosofía cristiana habrían de resolverse, en última instancia, o en simple filosofía.
El aspecto histórico es, pues, inseparable del aspecto doctrinal, así como una solución adecuada del problema doctrinal reclama la consulta de la historia, sin negar la posibilidad absoluta, en este segundo caso, de una solución puramente especulativa con prescindencia de la historia.
Después de tanta discusión, el debate comenzó a declinar más y más. Desacordes en la expresión verbal de Filosofía cristiana, a través de la nube levantaba por el encuentro de tantos pareceres desde tan diversos puntos de vista, parece que la mayor parte de los filósofos tomistas y los de mayor significación, sino todos, están concordes, substancialmente al menos, en la cuestión de fondo encerrada en esa expresión. La discusión ha contribuido a precisar las ideas, y, deslindados los aspectos impertinentes a la cuestión, ha hecho penetrar en los puntos de vista de los distintos sectores y puntualizar las fases que presenta el problema; de modo que se llega a vislumbrar y casi a ver con suficiente claridad la solución definitiva que está, si no en la formula verbal, al menos en la ideas y en el espíritu de todos los neotomistas.
Exponer los aspectos de este vasto problema (cuya solución arrastra consigo tantas consecuencias, así para la filosofía como para la teología y para nuestra misma fe) reduciéndolo con presión, por medio del análisis, a los elementos que lo integran, intentando a la vez por medio de la síntesis, llegar a una solución satisfactoria(al menos en lo referente a la cuestión fundamental, sin renunciar, sin embargo, a dar nuestra opinión personal sobre los algunos aspectos controvertidos): tal es el fon do de estas páginas.
Reseña de OCTAVIO NICOLAS DERISI, “Concepto de la filosofía cristiana”, 2ª edición, Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires, 1943 – 2008.
Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus
VOLVER a la portada de IEU
Por Mons Octavio Nicolás Derisi
En el año 1929 E. BREHIR escribía en su Histoire de la Philosophìe: Durante los cinco primeros de nuestra era no hay filosofía cristiana propiamente dicha que implique una tabla de valores intelectuales enteramente original y diferente de los Pensadores del Paganismo. Y concluía con estas rotundas palabras: “Esperamos
demostrar que el pensamiento filosófico no ha sido fuertemente influenciado por el advenimiento del cristianismo y, para resumir nuestro pensamiento en una palabra: que no hay Filosofía Cristiana” (T. 1, L´Antiquité et le Moyen age, p. 494, París, F. Alcan, 1927).
La concienzuda y penetrante obra de E. GILSON: L´esprit de la Philosophie Médiévale (compendio de las lecturas filosóficas habidas en la Universidad de D´Aberdeen, los años 1931 y 1932) puede considerarse como la mejor respuesta, en un terreno histórico, a la falsa afirmación de BREHIER.
Los preciosos tomos d GILSON van a eso, a desvanecer el prejuicio establecido a priori de que no ha podido existir una filosofía existir un filosofía cristiana; sosteniendo la posibilidad, primero (Cap. I y II), y la existencia, después (lo restante de la obra), de una filosofía que históricamente, vale decir, en el terreno de lo concreto, de los hechos, se ha inspirado y ha recibido positivo influjo del conjunto de las verdades contenidas en el depósito de la Revelación cristiana.
La publicación de GILSON, sin embargo, no puso fin al debate. El 21 e marzo La Sociedad Francesa de Filosofía dedicada una de las sesiones al estudio del discutido problema. Esta sesión provocó una abundante literatura al mismo al mismo tema. Una serie interminable de artículos y numerosas monografías de muy variados quilates y tonos siguieron ventilando el asunto, enfocándolo desde los más diversos aspectos, hasta que Sociedad Tomista lo retornó en su doble sesión anual (matutina y vespertina) el 11 de septiembre de 1933. Lo más representativo del tomismo estuvo presente allí presente (GILSON, MANDONNET, SERTILANGES, NOEL, CHENU, FESTUGIERE, FEULIMG, MASNOVO, FORET, JOLIVET, PEIDO, BRUNO DE SOLGES, etc.) algunos que no pudieron asistir (MARITAIN, ROLAND-GOSSELIN, etc.). hicieron llegar sus puntos de vista al seno de la Sociedad, por medio de sus comunicaciones escritas. La reunión tomista indudablemente contribuyó en no poco a precisar los diversos aspectos del problema, a deslindar algunos de sus puntos e hizo vislumbrar a ratos la posible concordia en una visión superior de posiciones a primera vista antagónicas; pero no ha logrado la unanimidad en la cuestión nominal ni ha podido llegar a un acuerdo a un acuerdo sobre toda la compleja cuestión, ni se ha agotada, por consiguiente, el debate. Las últimas discusiones de la asamblea, así como las posteriores publicaciones (aun de los asistentes a dicha reunión) lo ponen de manifiesto.
Si bien después del libro – al parecer decisivo – de GILSON, el debate pareció haberse concentrado, dentro del núcleo de los autores escolástico al menos, especialmente al aspecto especulativo de la cuestión, a la cuestión de jure, de si es posible o no una filosofía constituida bajo el positivo influjo de la verdad revelada; sin embargo, la discusión fue llevada nuevamente al terreno histórico, y aun dentro de la Sociedad Tomista se advirtieron discrepancias entre los más genuinos representantes de la historia de la Filosofía medioeval: P. MANDONNET y E. GILSON. Y es que los dos aspectos del problema, el histórico y el doctrinal, se entrelazan y mezclan de tal modo, que la solución de uno de ellos repercute necesariamente en la del otro. La cuestión histórica entraña la solución del problema doctrinal: no se puede esclarecer, en efecto, el hecho de la existencia histórica de una filosofía cristiana, si no es mediante la constatación de los caracteres específicos que la determinan; y viceversa, si bajo la faz doctrinaria se resuelve el pleito el pleito en el sentido de la imposibilidad de una tal filosofía, es evidente que ella no ha podido existir, y, consiguientemente, los elementos constitutivos de la así llamada Filosofía cristiana habrían de resolverse, en última instancia, o en simple filosofía.
El aspecto histórico es, pues, inseparable del aspecto doctrinal, así como una solución adecuada del problema doctrinal reclama la consulta de la historia, sin negar la posibilidad absoluta, en este segundo caso, de una solución puramente especulativa con prescindencia de la historia.
Después de tanta discusión, el debate comenzó a declinar más y más. Desacordes en la expresión verbal de Filosofía cristiana, a través de la nube levantaba por el encuentro de tantos pareceres desde tan diversos puntos de vista, parece que la mayor parte de los filósofos tomistas y los de mayor significación, sino todos, están concordes, substancialmente al menos, en la cuestión de fondo encerrada en esa expresión. La discusión ha contribuido a precisar las ideas, y, deslindados los aspectos impertinentes a la cuestión, ha hecho penetrar en los puntos de vista de los distintos sectores y puntualizar las fases que presenta el problema; de modo que se llega a vislumbrar y casi a ver con suficiente claridad la solución definitiva que está, si no en la formula verbal, al menos en la ideas y en el espíritu de todos los neotomistas.
Exponer los aspectos de este vasto problema (cuya solución arrastra consigo tantas consecuencias, así para la filosofía como para la teología y para nuestra misma fe) reduciéndolo con presión, por medio del análisis, a los elementos que lo integran, intentando a la vez por medio de la síntesis, llegar a una solución satisfactoria(al menos en lo referente a la cuestión fundamental, sin renunciar, sin embargo, a dar nuestra opinión personal sobre los algunos aspectos controvertidos): tal es el fon do de estas páginas.
Reseña de OCTAVIO NICOLAS DERISI, “Concepto de la filosofía cristiana”, 2ª edición, Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires, 1943 – 2008.
Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus
VOLVER a la portada de IEU
No hay comentarios:
Publicar un comentario