Según Fray Alberto García Vieyra O. P.
Hemos leído en una revista porteña “Familia Cristiana”, marzo de 1975, una exposición que insinúa sobre el régimen matrimonial vigente en China comunista. Una exposición que insinúa comentarios benévolos para el lector. Nosotros, que la hemos leído, haremos otros comentarios. No se puede consentir en el concubinato legalizado impuesto por el partido. Primero, la revista compara la situación de la mujer antes de la revolución y después. Naturalmente, la situación de la mujer antes de la revolución lleva las de perder. La señora LI HUA antes analfabeta, ahora pasando dos meses por la universidad de Pekín, trabaja en una fábrica que produce hornos de control automática. Después aparece otra afortunada señora diciendo: “Creía que la libertad se adquiría asumiendo el control familiar; estaba equivocada”.
Estas dos señoras, meramente posibles, aparecen inclinando la exposición a favor de la China Roja comunista y del régimen de MAO. En el matrimonio cristiano el control de la vida familiar pertenece a la mujer; ella es la reina del hogar, la que siempre está al lado de sus hijos, viéndoles crecer. Desaparecida la mujer del centro de la vida hogareña, el “control” de la familia pasa al Estado. “En los países comunistas – dice un jurista argentino -, el derecho familiar no pertenece al derecho privado sino a la esfera del derecho del Estado”.
La intervención del Estado es absoluta, y no deja nada en el matrimonio a la iniciativa de los cónyuges. En 1958, el Estado saca a la mujer de su casa para el trabajo colectivo. Hacíanse reuniones rn los pueblos, en que las casas manifestaban sus problemas. Después se hacía un análisis de grupo, que ayudaba a las jóvenes a “insertarse en la nueva realidad”. Fue la época llamada del “gran salto adelante”. Los jóvenes no se inician en la vida matrimonial orientados por sus padres o familiares, sino POR …EL SECRETARIO DEL PARTIDO COMUNISTA.
“Matrimonio y familia – puntualiza el articulista –no son ya realidades que pertenecen a la esfera privada. Los chicos y chicas son educados desde niños según las necesidades de la sociedad comunista y de la estructurada comunitaria”. Seguimos transcribiendo: “La preparación al encuentro con el otro sexo tiene lugar a través de un continuo filtro ideológico”.
En el régimen comunista todo está tecnificado. Es el domino del mundo sin Dios. Tecnificada la sociedad, tecnificado el hombre, sin libertad, sin iniciativa personal ninguna, tecnificado y vuelto una empresa del Estado, reglamentada hasta la vida conyugal; todo está medido y sujeto a los funcionarios del Estado.
En la China de MAO no hay ceremonias matrimoniales: “Basta con informar al Comité revolucionario o el soviet del barrio o de la comuna rural, la cual si no hay para oponerse, pide a la administración del distrito que registre el matrimonio”. La Comuna les da ollas, platos y, a menudo, la cama, dice el articulista.
Todo corre por cuenta del Estado. AÚN EL NÚMERO DE HIJOS ESTÁ ESTABLECIDO: no tener más de dos hijos. Quien tiene más, está sujeto a sanciones económicas y represalias, que lo AFECTAN hondamente, pues el Estado es dueño de todo, y toda la vida del hombre depende del Estado. Se distribuyen anticonceptivos, y EL ABORTO ES UNA OPERACIÓN LEGAL.
Hacemos notar que la mencionada revista “Familia Cristiana”, expone la situación de la mujer y el matrimonio en China, como noticia indiferente, es decir, sin formular ningún juicio adverso acerca de los procedimientos marxistas. Eso resulta inexplicable en una publicación que lleva el nombre de…cristiana.
Alberto García Vieyra, O. P.
(Revista ROMA, año IX, nº 40, Buenos Aires, agosto de 1975, páginas, 22.24, director Andrés de Asboth).
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