sábado, 18 de octubre de 2008

Catorce siglos de unidad católica (año 589-2008: 1420 años)

ESPAÑA, UNA ,GRANDE, LIBRE
Ilustración: La conversión de Recaredo I

En 2008/9 se cumplen mil cuatrocientos veinte años de la conversión del Rey RECAREDO I (586-601) con su pueblo, acontecimiento que se proclamó en el III CONCILIO DE TOLEDO (589) Allí, con la unión y la unidad de los visigodos dominadores – quienes abjuraron de la herejía arriana – con los hispano-romanos dominados – ya evangelizados – se funda ESPAÑA.

En Toledo, con solemnidad, recibió el bautismo el Rey RECAREDO y tras él todos nobles visigodos de su corte. El Catolicismo pasaba a ser la Religión oficial y única de toda ESPAÑA: ESTO ERA EL AÑO QUINIENTOS OCHENTA Y NUEVE. Se debe aprender esta fecha, porque desde entonces, es decir, desde hace catorce siglos y veinte años, no ha dejado nunca de ser la fe de Cristo, las Religión de España. Aquel día, como si adivinaran toda la gloria que a España aguardaba en la defensa y propagación de aquella de aquella Fe, repicaron alegremente las campanas de Toledo y los obispos cantaron gracias a Dios por haber hecho de todos españoles “un sólo rebaño con un solo Pastor”.
Todo esto, unido a las súplicas del obispo SAN LEANDRO , que no ha dejado de predicarle la verdadera Religión, movió al REY RECAREDO a hacerse católico.
Toda esta ceremonia ocurría en el llamado tercer Concilio de Toledo: porque en Toledo, de tiempo en tiempo, se reunían los obispos y los nobles y personas principales, a la vista del pueblo, para decidir sobre los asuntos más graves y esto es lo que se llaman los Concilios de Toledo.
Estas reuniones trataban al principio casi nada más que de de asuntos religiosos; pero luego, a partir de la conversión del Rey RECAREDO, empezaron, cada vez más, a ocuparse de todos los asuntos del gobierno de España. Es natural que así fuera, pues los obispos y sacerdotes era la gente más culta que quedaba en medio del atraso generalizado que había traído al mundo europeo la caída de ROMA y la invasión de los germanos. El resto de la gente, incluso las clases altas, por lo general, no sabían leer ni escribir: y sólo los sacerdotes y clérigos conservaban bibliotecas en Toledo y Sevilla.
A partir de este III Concilio, es donde se declaró el Catolicismo Religión de España, se reunieron en Toledo, en el tiempo de los “godos” (visigodos, parientes de los ostrogodos) quince concilios y a ellos se debe que la organización de España se mejorase bastante. Dieron buenas leyes, que hicieron más suaves las costumbres y menos frecuentes las luchas interiores. Moderaron los tributos y impuestos, las contribuciones; dieron reglas para que la justicia se hiciera con más rectitud.
Además, los hombres de la Iglesia, obispos y sacerdotes, como los únicos hombres de la época, son los que salvaron los restos que quedaban de la cultura de Roma. Esta tarea la cumplió el gran ISIDORO, que fue arzobispo de Sevilla, a la muerte de SAN LEANDRO. Fue el hombre más sabio de su época y escribió una cantidad enorme de libros de donde trató de conservar todo cuanto se sabía en aquel tiempo y cuanto quedaba de la antigua y gran sabiduría y los romanos. Si SAN ISIDORO no hubiera escrito sus libros, muchas cosas se hubieran perdido y olvidado para siempre. Sus libros son como un puente colocado sobre este torrente destructor que fue la invasión que fue la invasión de los germanos (bárbaros) Si el no hubiera hecho ese puente, muchas cosas se hubieran quedado al otro lado sin llegar a nuestros días. Por eso durante seis siglos, hasta la de época, de SANTO TOMÁS DE AQUINO, fueron los libros de SAN ISIDORO, la base y el fundamento de la sabiduría de toda Europa, así en los asuntos religiosos como en todos los demás. Durante todos esos siglos, los alemanes y los franceses aprendían en esos libros, escritos en Sevilla, todo lo principal de la doctrina de Cristo y de la ciencia de los de los hombres antiguos.

Esa gran influencia del elemento humano de la Iglesia, como única culta, tuvo también una gran ventaja y fue que unió un sola mano las dos cosas que formaban la sabiduría de entones y que son esas dos que hemos afirmado: la doctrina de Cristo, por una parte, y por otra las ciencia de los antiguos griegos y romanos. La unión de estas dos vertientes es lo que había de formar y definir la civilización europea entre la Antigüedad y los tiempos medievales. Y esa unión y mezcla no estaba aún bien hecha, porque los romanos se habían convertido al Cristianismo poco antes de llegar los bárbaros germanos y no había habido aún de poner bien de acuerdo la nueva Fe con lo aprovechable de la antigua sabiduría. Este acuerdo y mezcla lo hicieron, en muchas partes, sobre todo, los obispos españoles con SAN ISIDORO DE SEVILLA a la cabeza. Ellos le dieron a España lo que todavía le faltaba para ser una Paria verdaderamente “UNA”: un modo único de pensar y de sentir: cristiano de fondo, con todo lo aprovechable de los godos (germanos) y de los romanos.
Desde entonces fue España ya “una”, por dentro y por fuera. Así lo comprendía SAN ISIDORO DE SEVILLA cuando la dirigía los primeros poemas que se han echado a España como propia, única e inconfundible:

¡Ay, madre España querida,
En el mundo tan nombrada,
De las tierras la mejor,
La más fuerte y más gallarda,
Donde nace el oro fino,
El plomo, el hierro y la plata;
Abundante de venados,
De caballos celebrada,
Rica de vino y de seda,
De aceite, bien alumbrada.


(JOSÉ MARÍA PEMÁN, “La historia de España contada con sencillez”, Est. Cerón y librería Cervantes, Cádiz, 1938, 222 páginas). ¡En plena CRUZADA DE LIBERACIÓN: 1938!

“Porque lo que queremos es que España vuelva a su “sitio”: al sitio que la Historia le señala. Y EL SITIO ESE: “ARRIBA”. Es decir, cerca del espíritu, del ideal, de la fe… Cerca, sobre todo, de Dios…”(pág. 222). Dirá JOSÉ MARÍA PEMÁN.
Lo de llamarla “madre de pueblos” y decirla que envía su luz a “Oriente y Occidente”, parece casi exagerado para aquel momento en que España estaba metida dentro sus fronteras y apenas acababa de hacerse a sí misma. Casi parecen esas palabras profecía e inspiración de Dios, como si el entusiasmado el gran Santo de Sevilla por aquel gran suceso de la conversión de RECAREDO I, adivinara la futura grandeza de América y sus grandes empresas para propagar la Fe católica (¡antes lo que se decía con una palabra: Fe, ahora, lo tenemos hacer con dos: Fe católica…!) ¡O tempora, o mores! por todos los pueblos. Al ver nacer ante sus ojos la “España una”, el gran arzobispo adivinaba, como en sueños, la “España grande”.

Los godos de RECAREDO I a DON RODRIGO.

Pero todavía antes de llegar a esa futura grandeza, tuvo España que luchar fuertemente por su unidad. Todo el trabajo de los reyes godos (germanos) que reinaron después RECARDO I, VA ENCAMINADO A LO MISMO: a procurar todos que España siguiera unida.
Para esto se ven obligados a luchar con numerosos enemigos: en primer lugar, con el partido arriano (de Arrió, primer heresiarca), que no quería aceptar la nueva religión católica, desde el primer Concilio Ecuménico de Nicea del Gran Constantino, en el 325, y continuamente hacia esfuerzos para volver a implantar la antigua herejía. También lucharon con los griegos bizantinos que todavía por el Sur de España y que fueron, al fin, definitivamente barridos.

El segundo enemigo son los Judíos.

El otro enemigo de la unidad de España que preocupó también a los reyes sucesores de RECAREDO I eran los judíos. Había en España gran cantidad de judíos y gozaban de gran preponderancia, ocupando muchas veces los cargos públicos. Como los judíos no tienen patria propia, a pesar de Israel, pero veremos después este hecho muy difícil de interpretar por los Sagrados Cánones, y andan errantes por el mundo, en dónde quieran que abundan forman entre ellos como una nación encima de la otra en que están. Se entienden entre sí, se ponen de acuerdo en secreto y trabajan y trabajan en los cargos y altos puestos que alcanzan, en beneficios propio y de su raza, a pesar de ellos dicen que no hay razas, pero no de la nación que les da esos puestos y cargos. Esto llegó a alarmar a los reyes godos, que veía, con miedo, la gran cantidad de judíos que había en España y el poder extendido que tenían.
Había, sobre todo en España un peligro o revolución permanente como decía, TROZTKY, (LEÓN BRONSTEIN), otro judío genial como u creación: el Ejército Rojo; que preocupaba a los reyes. Este peligro eran los moros o árabes, pueblo guerrero y conquistador que se había apoderado, hacía poco tiempo desde África, el norte. El Norte de África está demasiado cerca del sur de España: sólo separado de él por el estrecho de las Columnas de Hércules, entre Europa y África. Era peligroso tener tan cerca unos vecinos tan inquietos, conquistadores, guerreros y poderosos como eran los árabes, que venían desde muy lejos, la ÁRABIA ¿féliz?, ganando tierras. Y este peligro aumentaba el recelo y desconfianza que los reyes godos tenían de los muchos judíos que andaban por España visigoda, pues sabían que, en el fondo, por el gran odio que tenían a todo lo CRISTIANO, los judíos eran buenos amigos de los árabes y podían convertirse en aliados suyos para ayudarles, un día, a pasar el Estrecho de las Columnas de Hércules.
Esas razones son las que movieron al Rey SISEBUTO a dar una ley a lo estilo romano echando de España a los judíos que no se bautizarán. Se ha acusado extremamente a este rey godo de fanatismo, intolerancia, e intransigencia católica, por haber dado esa ley contra los judíos. PERO LA VERDD HISTÓRICA ES LA DIO NO POR MOTIVOS RELIGIOSOS, SINO POLÍTICOS. Echó a los judíos no por la religión: los echo como echaríamos de nuestra casa a un huésped que los echó como echaríamos a un huésped que supiéramos que era más amigo del vecino que de no de nosotros mismos; sobre todo, si supiéramos que ese vecino tenía la intención de asaltar nuestra casa. ¿Quién nos dice que ese huésped no va ayudar, un día, secretamente, a su amigo el vecino, contra nosotros?... Y LA PRUEBA de que fue esto el motivo de echar a los judíos y no por su religión, está en que la Iglesia Católica no tomó parte para nada en esa decisión del REY SISEBUTO y, por contrario, SAN ISIDORO DE SEVILLA, que vivía todavía, protestó de la ley y la consideró poco conveniente.
En efecto, la ley de SISEBUTO, lejos de dar el resuelto deseado, puso peor la cuestión. Pues los judíos que obedecieron la ley, se fueron precisamente al Norte de Marruecos, con los moros: y los demás se hicieron cristianos “nuevos” de nombre y recibieron sin creer en él; continuando, por dentro, tan judíos como antes- Esto lo ha visto CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ, insigne historiador y polígrafo español en una de sus obras, “España, un enigma histórico”. Allí donde emigraron los judíos y los “marranos”, unos y otros fueron, naturalmente, terribles enemigos del pueblo que los había odiado. El día que se examinen al por menor los daños que en todas las actividades a su alcance – desde el espionaje a la financiación de empresas militares – hicieron a España en momentos dramáticos y decisivos de su historia moderna, y se registe su persistencia en la violenta hostilidad hacia lo hispánico a través de los siglos – algo sabemos ya sobre tales daños y sobre tal hostilidad, pero es tema que merece un libro -, se comprenderá con qué razón he hablado de cuentas saldadas. Nuestras persecuciones ´- dice SANCHEZ-ALBORNOZ – a los hebreos y a sus hijos los conversos de una parte y, de otra, su explotación por ellos del pueblo español durante el medioevo, su sombrío legado a España al salir de ella y sus sañas después de su expulsión, equilibran la balanza.
Lo que se consiguió, pues, fue que hubiera ahora judíos a un lado y otro del Estrecho, y que la comunicación entre los judíos de España y los moros fuera más fácil y continua. Desde entonces empezó a existir en España una verdadera organización de espionaje al servicio de los futuros invasores árabes. El peligro había aumentado, lejos de disminuir Esto lo ha visto extremadamente profundo en su obra WILLIANS THOMAS WALSH.

El tercer enemigo: Las elecciones y los partidos.

Del mismo deseo de buscar y asegurar la unión de toda España, nace también otro de los esfuerzos políticos que ocupó a varios de los sucesores de RECAREDO I: el esfuerzo por hacer que la Monarquía se convirtiera en hereditaria, o sea, que a la muerte de un rey siguiera en el trono, siempre, su hijo mayor y no, como ahora venía ocurriendo el pariente que se eligiera por votos. Esto ocasionaba continuamente luchas, bandos y partidos políticos, por los muchos que querían ser elegidos. Un romance viejo, de los que cantaban los españoles hace cinco siglos, contaba este pasado, con estado de cosas, con estas palabras:
“En el tiempo de los godos – que en Castilla rey no había, cada cual quiere ser rey – aunque le cueste la vida…”

El cuarto enemigo: la división de razas

Todavía quedaba en España un gran motivo des- unión que preocupaba a los sucederos de RECAREDO I . En España vivían dos razas o pueblos distintos: por un lado, los godos; por otro, los españoles-romanos. Esta división se señalaba mucho porque tenían unos y otros leyes distintas y les estaba prohibido casarse entre sí. Varios reyes se ocuparon de este problema: levantaron esta prohibición, y uno de ellos, RECESVINTO, hizo ley nueva, distinta de la que de unos y la de otros, que es la que se llama Fuero Juzgo: considerando en su época como el mejor que había en el mundo.

La España goda se derrumba

Ni los mismos moros se dieron cuenta en el primer momento que aquella victoria iba a tener una importancia tan decisiva e iba a ser el principio del dominio casi total de España durante ocho siglos del año 711 a 1492, que iban a conservar muchos siglos. Los moros habían entrado en España, en poco número, y en realidad no con el proyecto de conquistarla toda, sino de ayudar a aquellos godos descontentos y en beneficio conseguir algunas: por el Sur de España.
La descripción real y viva que hace un cronista moro, de cómo, ya de noche, después de la gran batalla de Guadalupe, se vio galopar sólo, por el campo, dando tristes relinchos, el caballo blanco de DON RODRIGO, con su espléndida montura de seda de oro, bordada de rubíes moros, se asombraban de la riqueza de aquella silla de montar que el Rey godo llevaba a la guerra. Y esa era la catástrofe. La España goda no moría por ningún milagro extraño, ni por ningún milagro extraño, ni por ningún milagro extraño, ni por ningún cuento de bellas Florindas: MORÍA POR EL ORO Y LAS PIEDRAS PRECIOSAS DE LA MONTURA DEL REY; POR EL LUJO, POR EL VICIO, POR EL ESCÁNDALO. LAS GRANDES CATÁSTROFES DE LA HISTORIA SON SIEMPRE CASTIGOS QUE DIOS ENVÍA A LOS PUEBLOS POR SUS GRANDES PECADOS, según JOSÉ MARÍA PENÁN.

RECAREDO I era “Liberal por naturaleza, piadoso casi siempre, severo cuando la necesidad lo exigía, esforzado guerrero, gobernante inteligente, acabó y perfeccionó RECAREDO la obra de su padre LEOVILGIDO, haciendo del pueblo godo la nación más poderosa y temida de esta parte de Europa. Su oportuna conversión al catolicismo reputada como su mayor acto político, dio la unidad religiosa a España, unidad que, al que terminar las diferencias que existían entre dominados, proporcionó una de las épocas más florecientes de la monarquía visigótica”. (A. de Cárcer, España histórica).

SAN ISIDORO DE SEVILLA DIJO DE RECADERO QUE ERA “AMABLE, DULCE Y BONDAD EGREGIA”.

Pero, como después de la batalla de Guadalupe (AÑO 718), no todos se rindieron al moro, a pesar de los consejos del arzobispo OPPAS, sino que un núcleo irreductible, con el REY PELAYO a la cabeza, empezó la RECONQUISTA, triunfando en Covadonga, esperamos que hoy también irreductiblemente fieles a la Misa de siempre, a CRISTO REY, a MARÍA REINA, diseminados en todos los países de habla española inicien de nuevo la Reconquista. Que 2009 nos encuentre unidos en la Verdad, cimentados en la Caridad, para que, con el auxilio de la Mediadora de todas las Gracias, de la Omnipotencia suplicante, se logre el restablecimiento de la UNIDAD CATÓLICA.

¡MARTIR SAN HERMENEGILDO, ROGAD POR NOSOTROS! ¡MARTIR SAN HERMENEGILDO, DEVOLVED LA UNIDAD CATÓLICA A LAS ESPAÑAS!

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus


VOLVER a la portada de IEU

No hay comentarios: