Este
trabajo de investigación, se programó en 1979, terminándose el 21 de marzo de
1980, como un homenaje filial, en la festividad del Santo Abad, que celebra la Iglesia Universal ,
al cumplirse el MD aniversario del glorioso natalicio del Patriarca de los
Monjes de Occidente, a quien veneramos como el PEDAGOGO DE OCCIDENTE.
Editó:
Lic. Gabriel Pautasso
+ A LA MEMORIA DE
JUAN CARLOS SÁNCHEZ, editor de la página Política y Desarrollo y Diario7 de
Santa Fe de la Vera Cruz.
8/3/2010.
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En cuanto a la proyección pedagógica de la figura de SAN BENITO, debemos afirmar que ha ejercido una influencia decisiva, constante y universal sobre el origen y desarrollo de la cultura monástica del medioevo occidental, conteniendo potenciados en sus textos capitales de tradición benedictina, los dos componentes esenciales de esa cultura: 1) Gramática y 2) Escatología.
La tradición monástica de
Tales son la vida de SAN BENITO en el libro II de los Diálogos de SAN GREGORIO, y
Con respeto a la influencia perdurable de SAN BENITO en las orientaciones pedagógicas y culturales, desde el principio de
Ese texto es aquél en que, en el Prólogo al Libro II de los Diálogos, narra SAN GREGORIO, cómo abandonó el joven BENITO Roma y la escuela, para llevar una vida consagrada a DIOS.
Dice SAN GREGORIO:
“Nacido en la región de Nursia, de buena familia, fue enviado a Roma a cursar los estudios de las ciencias liberales. Pero viendo que muchos se dejaban arrastrar en el sentido por la pendiente de los vicios, retiró el pie, que casi había puesto en el umbral del mundo, por temor a que si llegaba a conseguir un poco de su ciencia, fuese después a caer también él en el fatal precipicio. Despreciando, pues, los estudios literarios, abandonó la casa y los bienes de su padre, y deseando agradar solo a DIOS, BUSCÓ EL HÁBITO DE
De este relato, se sacan las siguientes conclusiones:
Para comenzar, una conversión de SAN BENITO, que no es menos importante que la de SAN AGUSTÍN DE HIPONA. Análogamente como San Agustín, comenzó SAN BENITO por realizar estudios y después renunció a ello.
En cuanto al contenido curricular de esos estudios, llamados por San Gregorio “los estudios de las ciencias liberales” o también “estudios literarios”, consisten en lo que entonces se enseñaba a los “hombres literarios”, o, como dice San Gregorio, los “liberalia studia”; ESA EXPRESIÓN DESIGNABA PARA LOS JÓVENES ROMANOS DE LA ÉPOCA, la gramática, la retórica, el derecho.
“Comprobamos así, que la vida escolar se perpetuó en Roma hasta mediados del siglo VI: siempre existieron en ella, remunerados por Estado, profesores de gramática, retórica, derecho y medicina; conocemos inclusive el nombre de uno de los últimos titulares de la cátedra de elocuencia inaugurada antaño por QUINTALIANO: un tal FELIX, quien se menciona en el año 543 como autor de la recensión del texto de MARCIANO CAPELLA. Siempre enseñan en salas dispuestas alrededor del foro de Emperador TRAJANO, que también sirven de escenario para las recitaciones públicas, ya que las costumbres literarias de
Probablemente estudió
En efecto, LA ACTIVIDAD INTELECTUAL no fue labor exclusiva ni tan sólo finalidad principal de la vida monástica. La misión esencial del monje era, como dice la regla de SAN BENITO, el SERVICIO DE DIOS (OPUS DEI),
Todo el resto de la vida de SAN BENITO ESTARÁ ORIENTADA A
Así pues, encontramos en potencia, en la vida de SAN BENITO, los estudios experimentados, no rechazados ni despreciados o negados, pero sí renunciados, superados en vista del último fin, la instauración del reino de
P
En cuanto a
Se deben distinguir en
De allí se concluye que una de las principales ocupaciones del monje es
Es necesario, por consiguiente, en el monasterio, poseer libros, saber leerlos, saber escribirlos, aprender a hacerlo si se ignora.
SAN BENITO supone la existencia de una biblioteca bastante bien provista, ya que cada uno de sus monjes debe recibir, en Cuaresma, un Codex; todos son invitados, al final de
En virtud de que para poseer libros, es necesario saber escribirlos, normalmente se considera que todos los monjes, salvo excepción, saber escribir.
El abad y el monje cillero deben anotar lo que dan y lo que reciben; se conservan en los archivos documentos escritos.
Se supone que al menos algunos saben confeccionar libros, es decir, copiarlos, encuadernarlos, decorarlos incluso.
Es necesario hacer libros, en primer lugar, para el monasterio. Se recibían libros en donación, pero, por lo general. Se copiaban en el monasterio mismo. También se confirma el hecho de que se copiaban igualmente para el exterior libros que se vendían. De la misma manera, supone SAN BENITO que los monjes no son iletrados ya que sólo algunos se consideraban incapaces de leer y estudiar, pero la totalidad de los monjes, para poder hacer esas lecturas públicas y privadas que
Ahora bien, no puede suponerse que el siglo VI entrarán en el monasterio sabiendo las primeras letras; SAN BENITO prescribe “qué se leerá” (legatur ei)
Leer puede, por consiguiente, tener el sentido de “comentar”, es decir, se leerá
Pero como hay niños que son ofrecidos el monasterio para quedarse en calidad de monjes, que deberán, por lo tanto, saber leer y escribir un día, debe haber para ellos una escuela, y por lo tanto, también libros y la biblioteca deberá estar compuesta por
Además, las tablillas y estiletos de que se trata el Capítulo LV de
Por consiguiente, si es preciso saber leer, es, ante todo, con el objeto de poder dedicarse a
Pa
El hecho que expresan explicará uno de los temas más características de la literatura monástica medieval, esto es, el aspecto de la reminiscencia.
A propósito de la lectura, se impone una afirmación fundamental: en
Se dedica uno a una verdadera lectura acústica -legere significa al propia tiempo audite -.
No se comprende sino lo que se oye, tal como se dice todavía, “entender el latín” (de intendere, “oir” que se conserva sobre todo en francés, “entendre”) por “comprenderlo”.
Sin a dudas a dudas, la lectura silenciosa o en voz baja, no es desconocida, se la designa con expresiones tales como: “tacite legere” o “legere sibi” en SAN BENITO y el “legere in silentio” de SAN AGUSTÍN, en contra posición con la “clara lectio”.
Pero es lo más corriente que, cuando legere y lectio se emplean sin especificación, hacen referencia a una actividad que como la escritura y el canto, ocupan totalmente tanto el cuerpo como el espíritu.
A ciertos enfermos que tenían necesidad de moverse, recetaban los médicos de
El hecho de que se escribiera a veces en voz alta, dictándose a sí mismo o a un amanuense el texto que se redactaba, explica un buen número de “variantes acústicas” de los manuscritos del Medioevo. (Leclerq, J.: op. Cit. 26).
Son bien conocidas los testimonios de
Tal como lo afirma JACQUES LECLERQ:
“Así, cuando recomienda SAN BENITO, que, en el tiempo que los monjes ‘reposan en el silencio sobre su lecho’, el que quiera leer que lo haga de manera que no moleste a los demás, considera la lectura un peligro para el silencio. Cuando PEDRO EL VENERABLE estaba acatarraba, no sólo no podía tomar la palabra en público sino que no podía hacer ya su lectio; y NICOLÁS DE CLERVAUX constataba que, tras una sangría; no tenía ya fuerzas bastante para leer. Es, pues, seguro que la gesticulación laringeo-bucal no está disociada del trabajo de los ojos; éste se acompañaba espontáneamente de un movimiento de los labios y la lectio divina se hacía así necesariamente una lectura activa”. (Leclerq, J.: op. Cit., 27).
En cuanto a la significación y trascendencia de la meditatio, este término es importante, ya que la práctica que encierra determinará en gran parte la interpretación y hermenéutica del monasticismo aplicada a
Las palabras “meditari” y “meditatio” tienen una significación consistente en una gran riqueza conceptual. En la tradición monástica conservan a la vez los sentidos profanos que tenían en la lengua clásica y los sentidos sacros que tomaron de
Por consiguiente, se aplica el vocablo a los ejercicios corporales y deportivos, a los de la vida militar, al campo escolar, al de Retórica, de la poesía, de
Ejercitarse así en una cosa, pensándola, es fijarla en la memoria, es aprenderla. Todos estos matices se encuentran en el lenguaje de los cristianos, pero entre ellos se emplea, por lo ordinario, la palabra a propósito de un texto –la realidad que designa se ejerce sobre un texto– y ese texto es el texto por excelencia, el que se denomina, por antonomasia,
Es a través de las antiguas versiones de
Traduce, por lo general, la palabra hebrea haga, que quiere decir, fundamentalmente, aprenderse de memoria
Es pronunciar las palabras sagradas, para grabárselas en la memoria, por medio de un murmullo interior básicamente espiritual. Por lo tanto, lectura acústica, ejercicio de la memoria y reflexión a que aquella antecede. (Leclerq J.: op. Cit. p. 23).
Decíamos ayer… este trabajo de investigación, se programó en 1979, terminándose el 21 de marzo de 1980, como un homenaje filial, en la festividad del Santo Abad, que celebra
Decimos hoy… ¡SANCTE BENEDICTUS LAUS TIBI!
DIARIO
PAMPERO
INSTITUTO
EREMITA URBANUS, Córdoba de la Nueva Andalucía , 4 de diciembre del Año del Señor
de 2008.
Sopla
el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA !
¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA!*
GRATIAS AGAMUS DOMINO DEO NOSTRO!
**REACTULIZADO
MES DE MARZO de 2010* a MAYO DE 2012**
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