lunes, 14 de mayo de 2012

*LUCIO CORNELIO TÁCITO, un pesimista resignado p. JOSÉ CARATTI*


*HABENT SUA FATA LIBELLI*

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

Por donde la reimpresión de estos brillantes trabajos – la Gramática latina y la Cultura y Nomenclatura Latina - importa también un testimonio de homenaje que al PROFESOR CARATTI rinde post mortem el Colegio de MONSERRAT.
Por otra parte, una cálida esperanza nos alienta: la de contribuir a la conservación y acrecentamiento, a cada instante correspondiente su aporte de la tradición clásica del MONSERRAT.

*A SU EXCELENCIA EL DR. DON JERÓNIMO REMORINO, Ministro de RELACIONES EXTERIORES y CULTO, intérprete sagaz de la Orientación Diplomática Argentina.  Dic.1951.*

“UNDE DUBITARE COGOR AN LICEAT, INTER ABRUPTAM CONTUMACIAM ET DEFORME OBSEQUIUM AC PERICULIS VACUUM”.

“Me veo forzado a dudar si, entre la resistencia que compromete y el servilismo que deshonra, es lícito seguir un camino, distante a la vez de la bajeza y del peligro”. (L. C. T. Anales IV, 20).


*A LAS OBRAS HISTÓRICAS se las puede dividir en tres clases: o bien el historiador ha desempañado un papel en los acontecimientos que relata, y escribe lo que ha hecho;
o bien no ha figurado en ellos sino como testigo ocular y narra sus impresiones directas;
o bien se han realizado los acontecimientos antes que él naciera y el historiador se remonta a ellos con la imaginación hasta constituirse  en testimonio de los mismos.
ROMA poseyó escritores eminentes en estas tres condiciones.
Qué más grande actor que JULIO CÉSAR, en los acontecimientos que refiere?
Qué testigo más interesante que SALUSTIO, cuando relata la conjuración de CATILINA, que vio estallar cuando tenía 23 años?
Qué autor más impresionado por la grandeza del pasado romano, que testigo más fiel de los tiempos, en que no vivió, que TITO LIVIO?
CÉSAR cuenta lo que él ha hecho, con la modestia que es gracia común a las dos cosas más grandes de este mundo, el talento y la virtud. Las pasiones que pinta compendiadamente, no como el detalle del historiador moralista, son las pasiones nacidas del estado de guerra. Aquí el ardor de la conquista; allí el amor de la independencia; aquí la fuerza invencible de la disciplina; allí el impulso desordenado de las masas; y vuelta a vuelta las desgracias anejas a la temeridad; los efectos contrarios del arrebato y de la paciencia; los innumerables recursos que proporciona el genio militar activo y fecundo del autor. He aquí porque los Comentarios de CÉSAR son principalmente un libro para las gentes de guerra.
Las HISTORIAS de SALUSTIO son más un objeto de estudio civil. Los hechos militares son accesorios en sus relatos; lo técnico está subordinado a lo moral. La guerra no es para SALUSTIO sino el desenlace del drama que se desarrolla en el seno de ROMA, los celos de los partidos, las rivalidades personales, la sed de poder y de dinero que abrasa a la república. SALUSTIO se inspira en el mismo criterio político que había hecho de él un tribuno faccioso y un cesariano obsecuente. Pinta la degradación de la oligarquía en su Conjuración de CATILINA y en la Guerra de JUGURTA remonta a los orígenes de esa degradación. Por esto SALUSTIO es el primero, entre los latinos, que merezca el nombre de HISTORIADOR POLÍTICO.
 A TITO LIVIO lo hizo HISTORIADOR el genio mismo de la HISTORIA. ROMA, sin enemigos ya en el mundo, puesto que se había convertido en el mundo mismo, pedía un historiador y poeta no mediano para contar y cantar a un mismo tiempo la gloriosa serie de sus hazañas. Fatigada de guerras civiles, asombrada de conocer por primera vez los bienes de la PAZ y del ORDEN, bajo un gobierno que parecía desembarazarla de LIBERTADES cruentas, anhelaba volver sobre su pasado y contemplarse en sus glorias. Antes de AUGUSTO había tenido la idea de la grandeza, ya del pueblo, ya del ejército, ya del Senado. Bajo AUGUSTO tuvo la idea de una grandeza en la se resumían y se absorbían estas tres grandezas particulares: y esta idea fue la que, como una fuerza creadora, inspiró a TITO LIVIO la HISTORIA ROMANA: ESPÍRITU GENEROSO, ELEVADO, SENSIBLE,  TITO LIVIO cree en la virtud, porque es capaz de ella; conoce lo que puede un hombre bajo el impulso de la generosidad o bajo el imperio del DEBER; penetra en los grandes ciudadanos porque los ama. TITO LIVIO fue el primero de los historiadores romanos que tuvo la idea y el autor de la PATRIA.
Así se enriquece un género literario por las cualidades de los grandes escritores; el ideal del historiador se forma en ROMA con la sublime sencillez de CÉSAR, con la finura de espíritu de SALUSTIO, con el candor de TITO LIVIO; el estilo histórico se concreta en la pura y luminosa brevedad del primero, en la sabia concisión del segundo y en la abundancia “LACTEA UBERTAS” del último.
Poco más de treinta años después de la muerte de LIVIO nacerá un cuarto que dará cima a este ideal con una profundidad de penetración y una emoción de lenguaje hasta él desconocidas.
Poco más de treinta años después de la muerte de LIVIO nacerá un cuarto historiador-poeta que dará cima a este ideal con una profundidad de penetración y una emoción de lenguaje hasta en él desconocidas. Y por una de esas armonías del mundo moral de las que todas las grandes literaturas ofrecen algún ejemplo, al mismo tiempo que la reunión de los cuatro grandes ofrece un modelo incomparable de historia, hay, para cada uno de los momentos salientes, el historiador más adecuado para relatarlo. TITO LIVIO narra las fábulas del origen de ROMA y su prodigioso engrandecimiento; SALUSTIO su corrupción insensible en medio de los despojos del mundo; CÉSAR sus esfuerzos para renovarse por la guerra civil y TÁCITO SU LENTA, PERO INEXORABLE DECADENCIA.  
Acabo de nombrar al más discutido, pero también al más citado y al más importante de los historiadores romanos.

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NO SE SABE a punto fijo ni donde ni cuando nació; ni donde ni cuando murió. Si damos por cierto, lo que es apenas probable, que su nombre entero fue LUCIO CORNELIO TÁCITO, que nació en TERMI, de una familia de caballeros (homo Novus) el año 55 d. C. durante el reinado del Emperador NERÓN y que murió en ROMA después del año 117, bajo el imperio del Emperador ADRIANO, a los aspectos más interesantes de su figura enigmática, compleja y un tanto contradictoria.
Esta comprobado que estuvo en ROMA desde temprana edad; allí curso los estudios de Gramática, de Filosofía y de Retórica, ÉSTA ÚLTIMA BAJO LA DIRECCIÓN DE QUINTILIANO.
Su educación terminó a poco de iniciarse el reinado del Emperador VESPASIANO y gracias al período de paz que este supo instaurar tras el dramático año 69, pudo dar los primeros pasos y más decisivos de su brillante carrera.
Adquirió pronto fama de jurisconsulto elocuente y grave; y aunque ninguna de sus piezas oratorias pronunciadas en el FORO se ha conservado, el testimonio de PLINIO nos asegura que hablaba “con mucha elocuencia y gravedad”.
Los éxitos logrados como abogado facilitaron su carrera tanto política como social. A los 22 años casó con la hija de JULIO AGRÍCOLA, uno de los personajes más influyentes de aquella época a quien EL EMPERADOR VESPASIANO acababa de designar Gobernador de Bretaña y gracias al parentesco, obtuvo el cargo de CUESTOR.
Dos años más tarde el emperador TITO lo nombra tribuno de la Plebe, y desaparecido TITO, después de un efímero reinado, su hermano DOMICIANO lo nombra Pretor y miembro del Colegio sacerdotal de los Quidecemviri.
El año 89 se aleja de ROMA para desempeñar probablemente el cargo de “Legatus Augusti pro praetore” en la Galia Bélgica, donde adquiere aquel cabal conocimiento de las vecinas poblaciones germánicas que mostraría en un libro famoso.
Cuatro años después, en Agosto del año 93, AGRÍCOLA, su suegro, muere envenado por orden de DOMICIANO. TÁCITO regresó sin dilación a ROMA y, apreciando en toda su gravedad el peligro que se cierne también sobre él, toma la decisión de apartarse de la vida pública y hacerse olvidar. “Esto era, dice PLINIO, lo que mejor podía hacer un hombre de bien”.
Tres años dura el gobierno del terror, desde el 93 al 96. DOMICIANO, el “insidiosissimus princeps” arrastrado a la crueldad por el miedo, hace matar a SENECIO, a ARULENO RUSTICIO, al hijo de HELVIDIO y a otros miles; envía al destierro a los hombres más honorables de ROMA, a MAURICIO, a GRATILA, a FANNIA y en general a todos los filósofos.
Esto le hará decir a TÁCITO las célebres palabras: “HEMOS DADO POR CIERTO UNA GRAN PRUEBA DE PACIENCIA; Y COMO LA VIEJA EDAD VIÓ LOS EXTREMOS DE LA LIBERTAD, ASÍ NOSOTROS HEMOS VISTO LOS EXTREMOS DE LA SERVIDUMBRE; Y POR MEDIO DE LOS ESPÍAS NOS FUE QUITADO HASTA LA FACULTAD DE HABLAR y de ESCUCHAR. TAMBIÉN LA MEMORIA HUBIÉRAMOS PERDIDO, JUNTO CON LA VOZ, SI ESTUVIERA EN NUESTRO PODER OLVIDAR TANTO COMO CALLAR”.  
Más, en su calidad de ex pretor, no podía TÁCITO, estando en ROMA, eximirse de asistir a las reuniones del Senado, votar los monumentos que se decretaban al príncipe, aprobar los títulos de “Dominus ac Deus noster” nuestro señor y nuestro dios que se le dispensaban y hasta condenar con su voto a muchos ilustres inocentes.
Por  fin muere DOMICIANO el año 96, asesinado por sus mismos palaciegos (guardia pretoriana). Le sucede NERVA y con él vuelven la tranquilidad y la FELICITAS TEMPORUM: “LA FELICIDAD DE LOS TIEMPOS”, VUELVEN LOS TIEMPOS EN QUE SE PUEDE PENSAR LO QUE SE QUIERE y QUERER LO SE PIENSA”.
Al  año siguiente, como Cónsul Suffectus, es decir, suplente, TÁCITO sucede a VIRGINIO RUFO y, llegado al término de la más alta magistratura, emprende la magna labor de las HISTORIAS y de los ANALES.
La humillación sufrida en los últimos tres años del reinado de DOMICIANO provocó todo su desdén y el propósito de desahogarse, como lo hiciera CICERÓN un siglo antes, para consuelo del forzado silencio. Y se propuso en principio consignar “el recuerdo de la pasada servidumbre y el testimonio de la felicidad presente”; pero luego, con mayor sinceridad y como si temiera que no durase la “FELICITAS TEMPORUM”, se limitó a la historia de la servidumbre, ampliándola desde la muerte de AUGUSTO (ab excessu divi Augusti).
En esta tarea transcurre el resto de su vida, alternándola con constantes servicios al Príncipe.

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*La labor de TÁCITO comprende:

  • El Diálogo de los oradores, obra juvenil y de carácter puramente retórico, del año 81 d. C.
  • Las Historias en 14 libros publicadas a partir del año 106. Abarcan desde los últimos días de GALBA hasta el advenimiento  de NERVA, o sea los reinados de GALBA, OTON, VITELIO, VESPASIANO, TITO y DOMICIANO. Pero de esas historias, cuyo contenido total conocemos por anotaciones de OROSIO, no han llegado hasta nosotros más que los primeros cuatro libros y 26 capítulos del quinto; se han perdido, pues, nueve libros.
  • “AD EXCESSU DIVI AUGUSTI”, llamada, a partir del Renacimiento, ANALES y publicada a partir del año 115, abarca los reinados de TIBERIO, CALÍGULA, CLAUDIO y DOMICIO NERÓN. De los 16 libros en que se divide nos han quedado los primeros cuatro, muy poco del quinto, fragmentos del sexto y luego los que van del 11 al 16, este último mutilado.
  • TÁCITO es poco conocido, por desgracia, para los no especialistas. Sin embargo, en una obra tan de divulgación como es la Historia de la Literatura Latina de ALFRED GUDEMAN, Barcelona, 3ª edición, 1942, las palabras con que comienza el examen de este autor son: “La manifestación literaria más sobresaliente de todo el período y una de las glorias de la literatura universal, es el más grande de los historiadores romanos…” (gspp).
  • TÁCITO  se informa documentalmente para hacer su historia; así, pues, sus obras tienen un alto valor informativo para la posterioridad, para nosotros. Es, además,  sincero, pero pesimista. La originalidad de TÁCITO es genial y son admirables, sobre todo, su carácter moralizador y grandes dotes para pintar almas. (gspp).
  • A través de sus obras, la correcta interpretación de las HISTORIAS es la clave para el estudio del pensamiento político de TÁCITO, lo que le lleva, según él, a ser el mejor intérprete de la historia de su tiempo y el profeta del porvenir; pero TÁCITO, al igual que LIVIO y SALUSTIO no quiere descubrirnos claramente su pensamiento historiográfico. (gspp).
  • “No voy a negar – en HISTORIAS,  I, 1 – que mi carrera política comenzó con  VESPASIANO; TITO la impulso y DOMICIANO la hizo prosperar aún más, pero quien ha hecho profesión de lealtad incorruptible debe hablar sin amor ni odio”. (gspp)
  • Tuvo por maestros a MARCOS APRO y JULIO SECUNDO,  así como a M. FABIUS QUINTILIANUS, quien llegó a ser más célebre todavía como profesor de Elocuencia. Su obra más importancia es la famosa INSTITUCIÓN ORATORIA (Institutionis oratoriae, libro XII). Además, fue muy amigo de PLINIO EL JOVEN. Hay unas palabras de CICERÓN en unas cartas a Ático: “por lo que a nosotros se refiere, nos encontramos en una situación política lamentable, quebradiza y cambiante. Lo mismo podía haber dicho TÁCITO, aunque con una cierta diferencia cuantitativa. (gspp).
  • 1) Su actitud ante la gestión de TIBERIO y la de DOMICIANO, personajes muy discutidos, sobre todo el primero, tratados en la actualidad con más comprensión, pero que produjeron en TÁCITO una odiosa impresión y lo dejaron marcado. 2) La tradición cultural le había llevado a través de la poesía de HORACIO, VIRGILIO y PROPERCIO: para él, aquélla era una Edad de Oro político-social; lo que no veía eran las continuas guerras y asesinatos que pesaron en el ánimo de estos tres poetas, y de otros mucho ciudadanos, a la hora de  aceptar un régimen hacia el que, en un principio, no sentirían un gran entusiasmo ideológico. Actitud normal en un “hombre nuevo”.
          
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*ORATORIA (RETÓRICA) por su forma, MORAL por su fin, la Historia es para CORNELIO TÁCITO una rama de la ELOCUENCIA  y de la FILOSOFÍA, que tiene por principal objeto el estudio del HOMBRE y sus PASIONES, a fin de de asegurar a la VIRTUD, LA GLORIA y a la maldad, la ignominia.
Por medio de la sanción imborrable del elogio o de la infamia la historia puede ejercer una función moral ante la posterioridad. Aplicando este principio, TÁCITO elije su material excluyendo todos aquellos actos que no sean documento insigne del mal o de bien. (Esto en teoría, pues, como veremos, su temperamento pesimista lo lleva a ocuparse con preferencia de los primeros). HISTORIADOR SEVERO, considera los grandes acontecimientos y los grandes personajes, y rechaza lo que es fútil o grosero. Su obra no quiere estímulo a la curiosidad malsana, o colección complaciente de episodios baladíes: es historia netamente política, donde el hombre es presentado sólo como actor o como instrumento de la política.
Al emprender la tarea, declara su absoluta neutralidad cuando se queda de hombres “nec beneficio nec injuria cogniti”; y cuando esa neutralidad ya no puede conservarla, entonces hace profesión solemne de buena fe, de “incorrupta FIDES”; él será el historiador sin odio y sin amor “SINE IRA et STUDIO. Y en verdad ningún antiguo escritor fue más ajeno que TÁCITO, tanto a la voluptuosidad de servir como al ODIOadversus dominantes”, si por odio se ha de entender el espíritu maligno de represalia, que quiere sanar una herida con la “DROGA DE LA VENGANZA.
Al valorar los hechos más trágicos o más afortunados, es calmo y ponderado; a menudo se detiene en la duda, y niega más de una vez el derecho de hacerse juez de la desgracia de un hombre. Tengamos presente, de paso, que él es testigo ocular de la mayoría de los hechos que narra y de los cuales está separado por una sola generación, pues, entre el advenimiento de TIBERIO, punto de partida de los ANALES, y el nacimiento de TÁCITO median tan sólo cuarenta años.
Por mucho tiempo se ha visto en TÁCITO al juez implacable de la tiranía imperial que oprimió a ROMA con el sacrificio de las LIBERTADES PÚBLICAS; se ha visto al inquisidor de la bondad y descubre el verdadero rostro del malvado. A esta concepción románticamente republicana de un TÁCITO enemigo de los tiranos se contrapone más tarde la desconfianza de los eruditos que lo han juzgado a la luz de documentos y testimonios, laboriosa y casi rabiosamente buscados, para invalidar o contradecir sus afirmaciones. Ciertamente TÁCITO no es historiador infalible, ni impasible, y sobre todo, no siempre coherente y explícito. Él ha sido definido por MONTAIGNE como el historiador propio de un Estado turbio y enfermo. Puede ser; pero ya que lectores de todos los tiempos y países han podido sin esfuerzo reconocer en aquellas páginas reflejos y relieves de su propia vida, ello significa que la turbiedad y enfermedad son propias de todo Estado que tenga por fundamento el privilegio, y por instrumento de su poder la mentira y la violencia.
TÁCITO es un adorador de la tradición. En los historiadores romanos, en SALUSTIO, en LIVIO, como en él, obra, más o menos concientemente el sentimiento de aquel espíritu tradicional de ROMA que es como una fuerza impersonal permanente a través de los siglos, en cumplimiento y custodia de un PODER, que podrá ser abatido por el destino en un porvenir lejano, pero no por las obras individuales en el estado presente.
De allí viene esa grandeza de estatura común a los varios personajes de la historia romana; así se resuelve el conflicto entre la República que cae en medio de los estragos civiles, y el Principado que surge; entre la vida de los CÉSARES rica en miserias y crueldades, de ambiciones y acciones vulgares o malignas, y la vida del IMPERIO que hace de ROMA la benéfica dominadora del mundo. En la obra de todos los grandes historiadores latinos hay una parte en que aparecen el malhumor o su severidad de narradores o de jueces, y otra parte en la que ellos se sienten dominados por la religión de ROMA; y estas dos partes no van separadas, sino unidas y casi enlazadas y yuxtapuestas.
Para disminuir el valor histórico de TÁCITO  algunos han repetido la frase de RACINE que lo llamaba “le plus grand peintre de l´antiquité”. Reprochar a TÁCITO por ser pintor es tanto como reprocharle por ser artista. En la representación de los hechos y de los fenómenos de la vida, el arte tiene la variedad de medios técnicos, pero tiene como único resultado la recreación del hecho o de la cosa, que resurge como actualidad viva y nueva, y, no por esto, menos, verdadera. TÁCITO es pintor, como es pintor cualquiera que sepa devolver cuerpo y alma a los fantasmas de la historia, sienta y haga sentir el presente de lo pasado. UN HISTORIADOR QUE NO SEA PINTOR ES EL CUSTODIO DE UN CEMENTERIO QUE CONSERVA ESCRUPULOSAMENTE LA LISTA DE LOS ENTERRADOS.

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Sí; TÁCITO ES PESIMISTA; y no siempre el pesimismo es un peligro para el historiador. TÁCITO debe a su pesimismo la perspicacia que le impide dejarse llevar por las apariencias y le hace ver las cosas tal como son. Esta perspicacia tenía su mérito en una época en que el gobierno deseaba lo que no era, o, según la expresión del genial MOMMSEN, los nombres no correspondían ya a las cosas ni las cosas a los nombres.
TÁCITO veía claro entre estas confusiones; no tomaba en serio los rótulos de libertad cuidadosamente conservados para engañar al público.
Pero es también verdad que su pesimismo le ha prestado algún mal servicio. El deseo de leer en las almas hasta el fondo, el temor de ser engañado, le impulsan a veces a buscar en las más simples acciones  de sus personajes intenciones ocultas y sutiles y a ensombrecer más de lo justo los cuadros que presenta de la época, (BOISSIER).
El pesimismo de TÁCITO es fruto también de su concepción religiosa. Cuando escribe las HISTORIAS, aparece dominado por la creencia en un destino supremo e inmutable del cual dependen las fortunas de los hombres; y el destino es la potencia que triunfa de todo: NIL ARDUUM FATIS. Este misterio del destino (OCCULTA FATI) a veces se preanuncia por ORÁCULOS y PRODIGIOS; pero las advertencias del Cielo, en las que TÁCITO cree, no sirven sin embargo para detenerlo: QUAE FATO MANENT, QUAMVIS SIGNIFICATA, NON VITANTUR (HISTORIAS 1, 18). Luego “quae fato manent”, es decir, lo que procede del destino se cumplirá; y la voluntad de los hombres no tiene poder alguno sobre lo que debe cumplirse; ella no es un factor determinante; es, a lo sumo, un instrumento del destino misterioso.
Una vez, en los ANALES, se pregunta si también en la serie de los hechos y de las costumbres humanas no rige una ley del destino humano que alterne el bien y el mal, la buena y la mala fortuna (Anales 3, 55). Creer en el destino es creer en un supremo poder que obra irrevocablemente hacia fines preordenados: es creer en el inmutable decreto de Dios. 
Esta concepción causalista de la historia es la única que admite la investigación de las causas; porque es lícito buscar las causas que hacen posible un acontecimiento fortuito, no las causas de un hecho fatalmente predestinado. El determinismo fatalista excluye toda investigación, porque el destino comprende y encierra en sí todas las causas. La causa no implica la necesidad del hecho histórico, sino su actualidad: es decir, el historiador puede investigar y hallar las condiciones que hicieron posible un hecho, el cual podía no producirse, pero que no podía producirse, pero que no sin aquellas condiciones.  Así TÁCITO pone la causa y el azar como dos aspectos inseparables del fenómeno histórico. Es esta una concepción que induce fuertemente la acción individual a intervenir, cuando haya oportunidad, como factor de la historia; Y DE ELLA podría surgir una teoría del riesgo razonado, o sea de aquel que da relieve y valor a las acciones personales.
Ningún hombre puede crear las condiciones revolucionarias; pero cuando estas existen, un hombre o pocos hombres son necesarios para que la REVOLUCIÓN se cumpla. Uno es el que debe comenzar entre muchos; aun cuando todo esté listo y dispuesto a la acción común, hace falta el “AUDENS” que convierta la disposición de los espíritus en un hecho de la historia; y este hombre o estos hombres llegan, dice TÁCITO, “A TRAVÉS DE LOS INVISIBLES CAMINOS DE LA SUERTE”.  
La sublevación militar contra GALBA es una dramática confirmación de esta verdad. “ERA TAL, dice TÁCITO, LA DISPOSICIÓN DE LOS ESPÍRITUS (HABITUS ANIMORUM) PARA UNA EMPRESA TAN GRAVE Y CRIMINAL, QUE POCOS LA OSARON, MUCHOS LA QUISIERON, TODOS LA SOPORTARONut pessimum facimus auderent Pauli, pluses vellent, omnes patarentur” (HISTORIAS 1, 28).
Cuando habla CLAUDIO, de ese único olvidado en la Casa de TIBERIO, de quien nadie, por desprecio, se ocupaba, y a quien la suerte tenía oculto para hacer de él un Príncipe, sale con esta reflexión: “En cuanto a mí, cuanto más considero en mi espíritu los hechos más recientes o antiguos, más veo en todas nuestras cosas la burla que gobierna nuestra vida” (ANALES, 3, 18).
Luego él vaciló siempre entre estas dos opuestas e igualmente misteriosas leyes de la historia, y en un paso de los ANALES declara expresamente su duda: YO DUDO SI LAS COSAS HUMANAS SON REGULADAS POR EL DESTINO Y POR UNA INMUTABLE NECESIDAD, O SI TRANS AL AZAR”.  “Sed mihi in incerto judicium est ratone res mortalium et necesítate immutabili an forte volvantur”. (ANALES 6, 22).
Y sigue diciendo: “Los principales filósofos de la antigüedad y sus modernos discípulos profesan opuestas doctrinas. Muchos (los epicúreos) tienen firme opinión que nuestro principio, nuestro fin, que los hombres, en suma, no son para los dioses objeto de cuidado; de allí deriva que tan a menudo la virtud es desventurada y el vicio afortunado. Otros en cambio (los estoicos) vinculan los acontecimientos al destino (FATUM QUIDEM CONGRUERE REBUS PUTANT) que no depende del curso de las estrellas, sino que está en los orígenes primeros y en las de conexiones de las causas naturales; sin embargo nos dejan la elección de nuestra vida”.
TÁCITO se inclina con preferencia a la doctrina estoica, y el destino es entonces para él como para SÉNECA el decreto inmutable de Dios.  
Pero de los estoicos no admite el concepto de providencia divina. Al narrar los horrores de la GUERRA CIVIL del año 69, después de aludir a los prodigios que en la tierra y en el Cielo anunciaban las nuevas calamidades, agrega hoscamente: “Nunca más atroces estragos del pueblo romano, ni más justos signos del divino poder, mostraron al mundo que los dioses no cuidan de nuestra seguridad, sino de su venganza. Y EL CUARTO LIBRO DE LOS ANALES atribuye a la cólera de los dioses contra el Estado Romano “DEUM IRA IN REM ROMANUM” el poder que SEYANO ejerció sobre el ánimo de TIBERIO. La divinidad no es salvadora, sino castigadora”.
TÁCITO es un historiador tétrico; hurga y denuncia el mal; pero no tiene la fuerza o la voluntad de concebir o proponer el bien. Dios castiga; tan solo esto hace; luego también Dios aumenta el dolor de la vida en su obra de justicia.
SENECA había escrito algunos años antes; “El único alivio en las grandes desgracias está en sufrir lo que no puede evitarse”. Y TÁCITO dice más o menos lo mismo: “Hay que desear buenos  Emperadores y conformarse entretanto con los que se tienen”.
Sin embargo, entre la RESIGNACIÓN de SENECA y la TÁCITO hay marcada diferencia. La filosofía de SENECA es, en su mayor parte, una preparación a la MUERTE; el SUICIDIO es el remedio contra todos los males del Imperio y un antídoto contra la TIRANÍA; es desesperación más que RESIGNACIÓN. La dignidad vilipendiada no encuentra en la mente de SENECA recurso mejor que el de la muerte voluntaria; porque el más débil de los hombres le queda siquiera la libertad de morir.
TÁCITO no aplaude la muerte de esos hombres, tan cobardemente RESIGNADOS que en número de miles sucumbían voluntariamente, encerrándose en su domicilio y haciéndose una sangría suelta.
Y formula la pregunta con que inicie mi exposición: “ENTRE LA RESISTENCIA que compromete y el SERVILISMO que deshonra, no puede la cordura humana encontrar un camino exento a la vez de bajeza y de peligro?”.
Si el Principado fue para el Imperio la condición de la paz (omnen potentiam ad unum conferri pacis interfuit (HISTORIAS, 1, 1) a esta paz interior TÁCITO está dispuesto a sacrificar también la LIBERTAD.
Lo mismo repetirá NICOLO MACCHIAVELLI en las Historias Florentinas: “Entre ellos propusieron qué había para salir de tantos afanes y descansar al fin. Y CADA UNO JUZGABA QUE CONVENÍA REFUGIARSE BAJO UN PRÍNCIPE QUE LOS DEFENDIERA…para que al menos de la servidumbre naciera la paz”.
Por eso TÁCITO juzga vituperable, aún en tiempos de la tiranía, el sacrificio personal que no beneficia a nadie y prefiere la obediencia silenciosa, digna y altiva, la misma que predica SAN PABLO, que puede beneficiar a todos.
Que un sentimiento de exasperada justicia o una impaciente necesidad de LIBERTADES PÚBLICAS, o un firme y meditado propósito de innovación social pueda incitar a la ACCIÓN REVOLUCIONARIA, TÁCITO no le ve casi nunca. A los grandes hombres caídos en las persecuciones políticas prefiere exaltarlos como víctimas ANTES QUE COMO REBELDES.

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Se han formulado de TÁCITO los juicios más encontrados. Desde NAPOLEÓN que lo llama “un detractor de la humanidad” a VOLTAIRE que lo acusa de “exaltado fanático”; desde BOSSUET que lo juzga “el más grave de los historiadores” a CHEMIER que lo proclama “el terror de los tiranos”.
“son nom prononcé fait palir les tyrans”
La figura del gran historiador es y seguirá siendo muy discutida.
Pero nadie pondrá jamás en duda que la historia, bajo su pluma, se convierte en una acusación superlativa que no perdona a ningún culpable, que fulmina por igual las locuras criminales de los emperadores, las bajezas de los cortesanos, las costumbres escandalosas de los favoritos, la cobardía del Senado y la corrupción del Pueblo romano.
Hay de sobra para creer en el augurio que le dirigía el amigo dilecto, PLINIO el JOVEN: “AUGUROR, NEC ME FALLIT AUGURIUM, HISTORIAS TUAS INMORTALES FUTURAS”: PIENSO, Y SÉ QUE NO ME EQUIVOCO QUE TUS HISTORIAS, O  TÁCITO, SERÁN INMORTALES.

*Fuente: JOSÉ CARATTI, “Un pesimista resignado LUCIO CORNELIO TÁCITO. Imprenta de la Universidad, Córdoba, R. A. 1951, 26 páginas. Para la Cátedra de la Argentinidad: 1951-2011: 60 AÑOS de DIARIO PAMPERO CORDUBENSIS e INSTITUTO EREMITA URBANUS.

*Bibliografía

CARATTI, José, “Gramática Latina”, 3ª edición, Imprenta de la Universidad, Córdoba, 1931, 286 páginas.
CARATTI, José, “Cultura y Nomenclatura Latina”, Imprenta de la Universidad, Córdoba, 1956, 345 páginas.
LEO BLOCH, “Instituciones Romanas”, Editorial Labor, Trad. Dr. Guillermo Zotter, Barcelona, 1930, 228 páginas.
ELLUL, Jacques, “Historia de las instituciones de la Antigüedad”, Instituciones griegas, romanas,  bizantinas, y francas, Trad. F. Tomás y Valiente, Aguilar, P. U. F. 1970, 613 páginas.
TÁCITO, CORNELIO, “Agrícola”, “Germania”, “Diálogo sobre los oradores”, Biblioteca Clásica Gredos, Notas J. M. REQUEJO, 1ª reimpresión 1988, 226 páginas.


DIARIO PAMPERO Cordubensis e INSTITUTO EREMITA URBANUS
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gspp.*

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