Homenaje
al Ing. Don Rafael Bonet, Rector del Colegio Nacional de Monserrat 1922-1946.
Editó:
Lic. Gabriel Pautasso
Reza el
testamento del Doctor IGNACIO DUARTE y QUIRÓS: … “al Colegio Convictorio
que fundé en esta ciudad de Córdoba bajo el amparo y protección de la Virgen MARÍA Señora Nuestra con
títulos y vocación, de Nuestra Señora de Monserrat, etc.”
La
empresa de la fundación era una afirmación positiva de caridad, asentada
en la conciencia de un alma profundamente cristiana. DUARTE penetra y
percibe en el fondo del Credo ecuménico la más excelsa de sus manifestaciones,
consagrada en la sangre redentora de la
Cruz : la caridad. Esa divina caridad de JESUS que se
derrama aún sobre los propios corazones que lo habían inmolado y se vierte como
agua de fuente rebasada en el mundo que había escrito la página del dolor
inmenso, ¡dulce rocío transparente para los justos! Así, grande, enorme, con la
majestad de su divino ministerio, JESÚS, desde la cima donde su espíritu tocaba
el infinito crea y fundamenta el verbo de la caridad, de la caridad
cristiana, sublime hacer que tiene de lo excelso su propia esencia.
Ese
profundo sentimiento de la caridad, que es la fe misma en DUARTE,
que abarca toda su doctrina; lo concreta en la fundación de este Colegio
con generoso desprendimiento porque él ha sentido y vivido esa irradiación
trascendente y eterna del Maestro prodigándose como una bendición en su
corazón.
En DUARTE
la caridad es creación, es verbo, es un mandato de JESÚS, el “Fundador
de la Caridad ”.
Es el verbo que levanta hospitales para los enfermos, asilo para los
menesterosos, refugio para los huérfanos y los ancianos, y los levanta en
nombre del amor que identifica al protector y al socorrido sin condición de
inferioridad para ninguno.
En DUARTE
el impulso religioso se vuelve inmenso bien: su obra será el monumento vivo de
su doctrina, de su acendrado amor a Dios. Aparece ella en el momento que es
necesario mirarlo, acercarse, sentirlo y dirigirlo al hombre de estas latitudes
vírgenes ausentes de todo apoyo material y moral. Su fundación nace fuerte, muy
fuerte porque la sostiene, sobre todo, la columna moral del credo del amor que
hace del hombre la magnitud más ponderable en la infinita caridad de su
doctrina.
El
Colegio es por antonomasia de pura estirpe humanista y ese es el sentido que ha
conservado hasta nuestros días, no obstante los cambios operados en sus
distintos regímenes de vida, en su enseñanza y en sus métodos. Se ha mantenido
así, sin solución de continuidad, porque la inmanencia de su acervo espiritual
fuerte e invulnerable florecía en presencia de todas sus manifestaciones y así
anualmente ha realizado el homenaje que hoy se supera por la presencia de su
excelsa Patrona.
Las
Reglas y Constituciones que regirían la vida del estudiante, formuladas en
íntima hermandad con los principios de la religión, afirman la tradición del
Instituto.
Hoy,
damos sentido a esa tradición; hoy, desde los distintos rumbos del espacio y de
las esperanzas, vienen los hijos que se fueron a llevar la consagración de
aquellos afanes de estudiantes en el diploma, que no es un certificado más,
sino el vínculo de las unión de sus almas con el destino de estos claustros.
Interpretando
el noble sentir del Fundador, aquello que en él alcanzaba, en la exaltación de
su fe lo más puro de su pensamiento, lo más acrisolado en sus meditaciones;
aquello que era su vida misma, el culto por MARÍA que la invoca en todos sus
actos, en sus acciones, y que día a día se aduerme en la bondad de la inmensa
gracia; propuse a la autoridad Superior de la Universidad , en nota
de fecha 2 de agosto de 1940, la construcción de un templete donde sería
colocada una mayólica representando a la Virgen de Monserrat. En los fundamentos de esta
iniciativa decía: “Que ella respondía a un alto propósito de educación
espiritual. Bajo la advocación de NUESTRA SEÑORA DE MONSERRAT fue fundado el
Instituto y dos siglos y medio después, seguía bajo el patrocinio de su nombre.
El fundador en su testamento estableció un vínculo profundo entre la obra y su
ideal espiritual, que exige ahora culto propio en el Colegio. La formación
intelectual y moral de los jóvenes se logra completa en la comprensión de los
valores del espíritu y en la solidaridad y amor con la Patria en su pasado y
presente.
Inconvenientes
de todo orden impidieron que esta obra se realizara en aquella oportunidad.
Hoy, unidos autoridades, profesores, alumnos y personal administrativo, que la
han costeado, es una realidad con la
contribución y auspicio de la alta autoridad universitaria. FERNANDO
ARRANS, el poeta en el arte del fuego hizo la imagen. Su obra es perfecta,
transparentándose en ella aquello que nos dice de la delicadeza, de la bondad y
del amor. JAIME ROCA, el orfebre de la Arquitectura proyecta el templete.
La
ilustre Casa debía recibir el blasón luminoso. No un atributo más para los
cuarteles de su escodo, no algo material de grandeza perecedera. No. El hogar
del Monserrat, debía ser perfecto en su armonía física y espiritual: un
contenido lo debía llenar de sublime idealidad, de inquebrantable belleza.
Era
necesario darle el realce de una serenísima dignidad, capaz de mantener en su
acción cultural el ideal cristiano que había fundamentado la gracia en el alma
del fundador.
El
insigne DUARTE, debió pensar en un nombre que fuera a la vez, el
cumplimiento de un voto de gratitud y una inspiración para los continuadores de
su obra después de su muerte. Debió pensar acaso, en DON SIMÓN DUARTE,
su padre; tal vez en su madre, DOÑA MARÍA DE QUIRÓS. Debió de pensar, asimismo, en SAN IGNACIO
de LOYOLA, fundador de una milicia católica, tenía ya en Córdoba monumentos
preclaros de apostolado. Empero, DUARTE eligió el nombre de Nuestra
Señora de Monserrat, movido, sin duda, por una tierna devoción que le inspirara
el lego benedictino, viajero por América y divulgador de las excelsas glorias
de la Virgen
de Monserrat, allá en las montañas de Cataluña, “cuyo culto y devoción
comienzan en las últimas décadas en el Siglo IX, cuando en aquellas tardes
dichosas en que unos pastores que apacentaban sus rebaños en las vertientes de
la montaña; divisaron, cabe los picos del monte, resplandores de una luz que
inefablemente los atraía y deleitaba; allí en una amplia hornacina, hecho en la
misma roca, hallan una virgen morena que reverentes, adoran, reconociendo ser
Ella la estrella irradiadora de la luz”.
Pero,
la mente cultivada, sutil y previsora del doctor IGNACIO DUARTE y QUIRÓS
que ya en su testamento había condensado su programas en palabras que decoran
para siempre la bella estatua que hemos levantado hace hoy cuatro años, quiso
completar su pensamiento con la elección de su amada VIRGEN MORENA, como
PATRONA y TITULAR de su COLEGIO.
Puesto
que hay hombres con virtud y sin letras y hay también con letras y sin virtud
quiso el fundador que aquí se educara en virtud y letras, mas advirtió
asimismo que no es raro hallar al hombre virtuoso y letrado, pero falto de
aquella delicadeza espiritual, de aquella ternura filial o paterna o rectora
que completa al ciudadano, al maestro, al gobernante. Y esa delicadeza, sólo
podía brindarla, la figura excelsa de la Madre de Dios, arquetipo de ese prodigio de la
naturaleza que se llama la
Madre.
He
dicho la Madre. La
Madre para los escolares. Las propias madres nuestras, la de todos los días,
simbolizada en la Virgen
que ahora veneramos. Es sublime el sentido de este paralelismo: nuestras madres
dando en el alumbramiento un universo en cada ser, adquieren por la virtud de
su inmensa grandeza la supremacía de perfección divina.
La
madre es “obra maestra”. “No hay dramatismo histérico ni alharaca
romántica en los días de la madre. Su vivir cotidiano corre parejo con la de
una llanura de Sol: en ella como en el llano agrario, la siembra y la cosecha
se cumplen sin gesticulación, dentro de una sublime llaneza”.
“Vive
en desvelo y goza sólo la mitad de su noche. La llanura nutricia y la mujer no
se cansan, resiste como el junco al peso y a la podadora del dolor, y es
inefable seguirle el encantamiento en que vive su día entero, alindando su
cuarto, alisando ropas estrujadas y volviendo válido lo viejo. La madre del
hijo necio se siente tan favorecida como la madre SAN JUAN DE LA CRUZ. Testaruda santa, ojo con viga de oro,
caracol de música que oye siempre un coro que canta, por más que sólo ella lo
siente”.
Aquélla,
la elegida, nos da el Verbo de Dios, las nuestras deslumbradas de pasión por el
hijo, se repite siempre grande hora a hora hasta el fin de sus de sus días en
una inacabable consagración del amor. Ella ignora el prodigio de su sublime
grandeza. Es el hijo, su mundo viviente, la expresión de su razón de ser en la
naturaleza.
Todo es
esperanza en la madre. El hijo se agiganta en el sueño de su ternura infinita:
dulce caer el jugo perfumado de las flores en el beso dichoso. Ternura de
madre, estremecido vibrar del corazón poseído de la divina gracia.
Plegarias
en la madre, en los silencios amargos y angustiosos musitadas de rodillas en
sus altares íntimos.
MARÍA
se aposenta en el corazón de cada madre. Se vierte inefable en el hondón de las
almas y llora y sufre y anhela y ríe y canta en ellas, y deja en cada una la
poesía de su inmensa caridad.
Buscadla
en el corazón de nuestras madres. Allí está en actitud de adoración confundida
en la sangre, el pensamiento y en la acción. No es un sueño, es una palpitante
y fuerte realidad: consustanciación de MARÍA en el seno de nuestras madres
elevadas en su santuario, cabe la plenitud de su armonía con la divina forma.
Nuestras
madres son y se sienten las conductoras de sus hijos. Es intransferible e
inalienable ese derecho que aparece con impulso arrebatador cuando los dolores
de su cuerpo anuncian la grandeza de su ser de frente al infinito. La madre se
vuelve la custodia permanente sin descanso del hijo. Sus ausencias la llevan a
la incertidumbre. Es un afán en ella de no dejarlo de ver nunca.
La
madre es en el hogar, la vida, la luz de toda la familia. Ella representa el
principio místico y celeste. En ella está el sacrificio, el desinterés, la
pureza. Sin inspirar temor, la madre se llama veneración, culto, respeto. Su
presencia es la santidad del hogar: ella abre sus alas misteriosas sobre ese
pequeño trozo de tierra, ella lo protege.
El
cristianismo ha hecho un culto, el más grande después del que profesa a Dios,
de la VIRGEN MARÍA ;
la que por ser Madre de Cristo, DEBÍA A UN TIEMPO MISMO REUNIR EN SÍ TODAS LAS
BELLEZAS Y TODAS LAS TERNURAS DE TODAS LAS MADRES DEL MUNDO. “Toda pulcra es
MARÍA et macula originalis non est in te”.
El
cristianismo ha elevado a la mujer a un rango que ninguna religión antigua le
había reconocido, porque proclamando a la Virgen , madre de Dios, la hizo colaboradora de la
redención humana.
Este
título de Madre de Dios es el primero y el más grande de todos sus privilegios
y constituye su vocación. En ese privilegio hallamos la fuente primera y la
razón de todos los demás, que corresponden a esta mujer “bendita entre todas
las mujeres”.
Esta
maternidad, que a los pies de la
Cruz le fuera extendida simbólicamente hacia el apóstol JUAN,
que representa en ese supremo instante al género humano, hace de la Virgen la madre nuestra, la
de todos nosotros; pero de una manera especialísima, la de los niños.
Cuando
los niños reciben los rudimentos de la ciencia aprenden a invocarla como “Sedes
sapientiae”. Cuando vacilan en un piélago de pasiones nacientes aprenden a
invocarla como “Mater boni consilii”. Y cuando empiezan a tener sed de
belleza, aprendan a repetirla “Mater amabilis”, “Mater admirabilis”.
Cuando sienten flaquear sus fuerzas, “Turris Eburnea”, “Domus aurea”.
Cuando vacilan y pierden el rumbo, “Stella Matutina”. Y cuando se
sienten envueltos en los horrores de la tragedia del mundo “REGINA PACIS”.
Todas
ellas, expresiones dulcísimas de las almas que buscan en la caridad
salvadora de la Madre
la contribución de felicidad que ansían.
Vivirá
en los maestros que van dejando silenciosamente un poco de su vida cada día…
Estudiantes: el objeto fundamental de este, es darle personalidad vocacional al
Instituto, pues, no bastaba estar bajo la advocación de NUESTRA SEÑORA DE
MONSERRAT, había que reconocerla en acto visible como su Patrona misma. Y, si
analizamos el contenido y la orientación de su plan humanista, que es una
resultante de la experiencia de distintas etapas de la cultura cristiana,
condicionado a las necesidades de la actual sociedad, podemos afirmar que, con
este acto, se ha integrado el pensamiento central del Fundador.
Esta
ceremonia tiene un significado trascendente y moral, sobre todo en relación a
la labor que nos toca realizar en el porvenir. El camino a andar exige ahora
mayores preocupaciones. Si hemos embellecido el alma del Colegio incorporando
en su acervo íntimo la ternura en presencia; si hemos recibido con unción esa
presencia; si hemos vibrado en amor, en amor a nuestros semejantes ante esa
presencia; entonces, nuestro camino, nuestras acciones, deben responder a esas
anhelosas a la dignidad del hombre; deben responder a esas palabras que la
omnipotencia divina entregó a los labios de JESÚS en la hora de la Suprema Verdad “OS HE HECHO
A SU IMAGEN Y SEMEJANZA”.
Interpretar
su contenido, sentirlo y llevarlo presidiendo nuestras obras y nuestros
propósitos; pero llevarlo con profunda conciencia de su grandeza, porque en él
se condensa la más alta aspiración del hombre que le es dable alcanzar, es
sencillamente estar en perpetua posición de virtud
que es belleza, bien y verdad.
SEÑORA:
Hace
veintidós años, que, día a día, en mi calidad de Rector de este amado Colegio,
estampo y pronuncio con orgullo Vuestro Nombre venerado en todos los actos
oficiales del Instituto.
El
cargo que invisto me concede el altísimo honor de invocaros pública u
solemnemente en este día memorable para siempre.
Entregando
vuestra imagen augusta al diario saludo y a la tierna devoción de estos niños y
de los vendrán, sé que realizo la obra más trascendente y espiritual de mi
vida.
Si
ninguna de las palabras y de los hechos de mi gestión rectoral pudiera
sobrevivirme y todo fuera condenado al olvido, este sólo instante, por la luz
de amor y de gracia que de VOS se desprende, bastará para ennoblecer y premiar
perpetuamente mis largas fatigas. Al amparo de vuestro manto diré con el Poeta
latino: “NON OMNIS MORIAR”.
*CELESTIAL
SEÑORA:
GUIADO
DE LA MANO POR EL
DOCTOR DON IGNACIO DUARTE y QUIRÓS, y EN NOMBRE DE ESTE HISTÓRICO COLEGIO,
PROFESORES Y ALUMNOS, OS RINDO EL HOMENAJE DEL MÁS PURO e INEXTINGUIBLE AMOR,
¡SALVE MARÍA!*
*RECTOR
Ing. DON RAFAEL BONET*
(Universidad
Nacional de Córdoba. HOMENAJE al Ing. DON RAFAEL BONET. Rector del Colegio
Nacional de Monserrat 1922-1946. Dirección General de Publicaciones Córdoba
(Argentina). 1969. 108 pp. – p. 77-84 el texto).
*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO
PAMPERO Cordubensis Nº 378
INSTITUTO
EREMITA URBANUS
Córdoba
de la Nueva Andalucía ,
a 6 de agosto del Año del Señor de 2010. Fiesta de la Transfiguración de
Nuestro Señor de Jesucristo. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA ! ¡LAUS DEO
TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMERICANA! Gratias
agamus Domino Deo nostro! gspp.*
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