Cartas desconocidas de Ratzinger a Lefebvre. Dolan
“bendecirá” al mormón Romney. Juan Pablo I prefería autores prohibidos por la Iglesia. Apple distribuirá en forma e-book el magisterio
herético de Benedicto XVI. San Bernardo, patrono de la defensa
contra usurpadores del Papado. Pedro Rizo: «Testamento de un futuro beato: Pablo VI». Harán filme de la
vida de Marcial Maciel Degollado-Guízar, protegido de la Logia Vaticana. Las condenas papales durante siglos y las
recientes bendiciones antipapales.
Dos cartas desconocidas de Ratzinger a Lefebvre y
la comunión dada por el francés a mujeres sin velo
En
esta nota se dan a conocer las cartas (ocultadas por la FSSPX) que sirvieron de
pre acuerdo entre Marcel Lefebvre y Joseph Ratzinger, durante las tratativas
que llevaron al acuerdo de 1988, llamado también Los Protocolos de Ecône, y que
sirvieron más tarde como base para el casi acuerdo de 2012 con Bernard Fellay.
Como
rememora el autor, resulta evidente la contradictoria y farisaica conducta de
un Marcel Lefebvre acomodaticio y lleno de indefiniciones lo cual permite
discernir, a lo menos, que se trata de un hombre que lo que menos puede
presumir es “la defensa de la Tradición”.
(Vídeo
donde aparece Lefebvre en una visita a Chile en 1977 y da la comunión a mujeres
sin velo)
(La nota
siguiente fue publicada por Luis Fernando Pérez Bustamante en su blog Cor ad, cor
loquitur)
En
1982 y 1983, el Card. Ratzinger envía a Mons. Lefebvre dos cartas oficiales en
el marco de las negociaciones entre la Santa Sede y la FSSPX. Las envía en el
nombre del Papa, y a pesar de su gran importancia creo que son poco conocidas.
El Sr. Obispo, Mons. Fernando Arêas Rifan, en su obra recientemente traducida
al español, Tradición y Magisterio Vivo de la Iglesia, las publica
íntegras (el libro se puede adquirir solicitándolo a fundacion@gratisdate.org).
La primera carta, la de 1982, que ahora público, la copia Mons. Rifan del libro
del P. Denis Marchal, Mons. Lefebvre, vingt ans de combat pour le sacerdoce
et la foi, 1967-1987 (París, NEL 1988, pgs. 128-130).
Algunas
fechas importantes en las relaciones de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y
la Santa Sede nos ayudarán a situar estas cartas:
-1965,
Mons. Lefebvre firma todos los documentos del Concilio Vaticano II.
-1970, funda la FSSPX, disconforme con la situación de la Iglesia. -1974, declara en Écône su rechazo a “la Iglesia conciliar”.
-1975, rechaza el Novus Ordo de la Misa, y consiguientemente la FSSPX, aprobada por el Obispo local por cinco años, es suprimida con la conformidad de la Santa Sede; Mons. Lefebvre considera nula la suspensión.
-1976, es suspendido a divinis.
-1982 y 1983, dos Cartas del Card. Ratzinger a Mons. Lefebvre, ofreciéndole las condiciones precisas para la plena reintegración de la FSSPX a la unidad de la Iglesia, son rechazadas. (Éstas son las que ahora publico).
-1988, ordenación cismática de cuatro Obispos.
-2007, Motu proprio Summorum Pontificum.
-2009, levantamiento de la excomunión de los cuatro Obispos lefebvrianos.
-2011 y 2012, nuevas conversaciones de la FSSPX con la Santa Sede, en las que la Congregación de la Fe ofrece un “Preámbulo doctrinal” en el que se fijan ciertas exigencias necesarias para la plena reintegración de la Fraternidad en la Iglesia. Después de numerosas vicisitudes, el Superior General de la Fraternidad no las acepta. La Santa Sede comunica que “la posición por él expresada no es suficiente para superar los problemas doctrinales que están en la base de la fractura entre la Santa Sede y dicha Fraternidad” (16-03-2012). Y Mons. Fellay, en la homilía del día de los santos Pedro y Pablo, declara finalmente: “han habido idas y venidas, intercambio, negociaciones, ofertas; sin embargo, estamos en el punto de partida, condición en la que ya habíamos dicho que no podíamos ni aceptar ni firmar […] Es claro que nada bueno aportaremos a la Iglesia si no permanecemos fieles a la herencia de nuestro Arzobispo“, Mons. Marcel Lefebvre (29-06-2012).
-1970, funda la FSSPX, disconforme con la situación de la Iglesia. -1974, declara en Écône su rechazo a “la Iglesia conciliar”.
-1975, rechaza el Novus Ordo de la Misa, y consiguientemente la FSSPX, aprobada por el Obispo local por cinco años, es suprimida con la conformidad de la Santa Sede; Mons. Lefebvre considera nula la suspensión.
-1976, es suspendido a divinis.
-1982 y 1983, dos Cartas del Card. Ratzinger a Mons. Lefebvre, ofreciéndole las condiciones precisas para la plena reintegración de la FSSPX a la unidad de la Iglesia, son rechazadas. (Éstas son las que ahora publico).
-1988, ordenación cismática de cuatro Obispos.
-2007, Motu proprio Summorum Pontificum.
-2009, levantamiento de la excomunión de los cuatro Obispos lefebvrianos.
-2011 y 2012, nuevas conversaciones de la FSSPX con la Santa Sede, en las que la Congregación de la Fe ofrece un “Preámbulo doctrinal” en el que se fijan ciertas exigencias necesarias para la plena reintegración de la Fraternidad en la Iglesia. Después de numerosas vicisitudes, el Superior General de la Fraternidad no las acepta. La Santa Sede comunica que “la posición por él expresada no es suficiente para superar los problemas doctrinales que están en la base de la fractura entre la Santa Sede y dicha Fraternidad” (16-03-2012). Y Mons. Fellay, en la homilía del día de los santos Pedro y Pablo, declara finalmente: “han habido idas y venidas, intercambio, negociaciones, ofertas; sin embargo, estamos en el punto de partida, condición en la que ya habíamos dicho que no podíamos ni aceptar ni firmar […] Es claro que nada bueno aportaremos a la Iglesia si no permanecemos fieles a la herencia de nuestro Arzobispo“, Mons. Marcel Lefebvre (29-06-2012).
Nada
se ha sabido oficialmente del contenido del “Preámbulo doctrinal” ofrecido-exigido
por la Santa Sede a la FSSPX; pero es muy posible que las condiciones sine
qua non exigidas a Mons. Fellay en 2011 y rechazadas por él en 2012 sean
más o menos las mismas que la Santa Sede ofreció-exigió a Mons. Lefebvre en
1982-1983, y que ahora público.
La
Carta del 23 diciembre 1982
“Excelencia:
Después de un largo período de consultas, de reflexión y de oración, me encuentro actualmente en disposición de presentarle propuestas concretas para la regularización de su situación y la de los miembros de la Fraternidad San Pío X. Quiero precisar inmediatamente que estas propuestas han sido aprobadas por el Soberano Pontífice y que él me ha ordenado que se las comunique a usted.
Después de un largo período de consultas, de reflexión y de oración, me encuentro actualmente en disposición de presentarle propuestas concretas para la regularización de su situación y la de los miembros de la Fraternidad San Pío X. Quiero precisar inmediatamente que estas propuestas han sido aprobadas por el Soberano Pontífice y que él me ha ordenado que se las comunique a usted.
1) El Santo Padre nombrará lo antes posible un Visitador Apostólico para
la Fraternidad San Pío X si usted acepta firmar una declaración con la forma
siguiente:
1. Ego Marcellus Lefebvre, declaro me religioso animi obsequio adhærere
doctrinæ Concilii Vaticani II integræ, videlicet doctrinæ «quatenus
intelligitur sub sanctæ Traditionis lumine et quatenus ad constans Ecclesiæ
ipsius magisterium refertur» (cf. Joannes Paulus II, Allocutio ad Sacrum
Collegium, 5 nov. 1979, AAS LXXI [1979/15] p. 1452).
Hoc religiosum obsequium rationem habet illius qualificationis theologicæ singulorum documentorum, quæ ab ipso Concilio statuta est (Notificatio data in 123ª Congr. Generali, 16 nov. 1964).
Hoc religiosum obsequium rationem habet illius qualificationis theologicæ singulorum documentorum, quæ ab ipso Concilio statuta est (Notificatio data in 123ª Congr. Generali, 16 nov. 1964).
2. Ego, Marcellus Lefebvre, agnosco Missale Romanum a Summo Pontifice
Paulo VI pro Ecclesia universali instau-ratum a legitima summa auctoritate
Sanctæ Sedis, cui ius legislationis liturgicæ in Ecclesia competit, promulgatum
proindeque in se legitimum et catholicum esse. Qua de causa nec negavi nec negabo missas fideliter
secundum novum ordinem celebratas validas esse itemque eas hæreticas seu
blasphemas esse nullo modo insinuare velim nec eas a catholicis vitandas esse
affirmare intendo.
Traducción:
1. Yo, Marcel Lefebvre, declaro que me adhiero con religioso respeto a la totalidad de la doctrina del Concilio Vaticano II, es decir, de la doctrina «en la medida en que la misma se entiende a la luz de la santa Tradición y sobre la base del constante Magisterio de la Iglesia misma» (cf. Juan Pablo II, Discurso al Sacro Colegio, 5 de noviembre de 1979, AAS LXXI [1979/15], pg. 1452).
Esta sumisión religiosa tiene en cuenta la calificación teológica de cada uno de los documentos, establecida por el propio Concilio (Notificación realizada en la 123ª Congregación General, el 16 de noviembre de 1964).
1. Yo, Marcel Lefebvre, declaro que me adhiero con religioso respeto a la totalidad de la doctrina del Concilio Vaticano II, es decir, de la doctrina «en la medida en que la misma se entiende a la luz de la santa Tradición y sobre la base del constante Magisterio de la Iglesia misma» (cf. Juan Pablo II, Discurso al Sacro Colegio, 5 de noviembre de 1979, AAS LXXI [1979/15], pg. 1452).
Esta sumisión religiosa tiene en cuenta la calificación teológica de cada uno de los documentos, establecida por el propio Concilio (Notificación realizada en la 123ª Congregación General, el 16 de noviembre de 1964).
2. Yo, Marcel Lefebvre,
reconozco que el Misal Romano establecido por el Soberano Pontífice Pablo VI
para la Iglesia universal ha sido promulgado por la legítima autoridad de la
Santa Sede, a la que corresponde el derecho de legislar en materia litúrgica en
la Iglesia y, en virtud de ese mismo hecho, es legítimo y católico. Por esta
razón, no he negado ni negaré que las misas celebradas fielmente según el nuevo
Ordo son válidas y no querría insinuar de ningún modo que sean heréticas o
blasfemas, ni tengo la intención de afirmar que deban ser evitadas por los
católicos.
Estos dos párrafos han sido cuidadosamente estudiados por la Sede
Apostólica y no son susceptibles de modificación. En cambio, usted podría
añadir, a título personal, un suplemento, cuyo contenido podría ser el
siguiente:
In conscientia obligatum me sentio addere, applicationem concretam
renovationis liturgicæ graves ponere quæstiones, quæ supremæ etiam auctoritatis
sollicitam curam provocare debent. Quare novam revisionem librorum liturgicorum
pro futuro ab hac ipsa auctoritate desidero.
Traducción:
Me siento obligado en conciencia a añadir que la aplicación concreta de la reforma litúrgica plantea graves cuestiones, las cuales deben provocar una diligente solicitud por parte de la autoridad suprema. Por ello, deseo que dicha autoridad realice en el futuro una nueva revisión de los libros litúrgicos.
Me siento obligado en conciencia a añadir que la aplicación concreta de la reforma litúrgica plantea graves cuestiones, las cuales deben provocar una diligente solicitud por parte de la autoridad suprema. Por ello, deseo que dicha autoridad realice en el futuro una nueva revisión de los libros litúrgicos.
Si lo desea, puede modificar este último párrafo, sujeto naturalmente a
que su formulación sea aceptada por el Santo Padre.
2) Si usted declara que está dispuesto a suscribir la declaración
anteriormente citada, será posible fijar la fecha de la audiencia que le
concederá el Santo Padre y que podría marcar el comienzo de la Visita
Apostólica.
3) La suspensión a divinis que usted ha sufrido no depende de los
problemas relativos a la aceptación del Concilio Vaticano II y de la reforma
litúrgica (es decir, de los dos puntos tratados en la declaración prevista),
sino del hecho de que usted ha realizado ordenaciones a pesar de la prohibición
de la Santa Sede. Esta suspensión se levantará, por lo tanto, cuando haya
declarado su intención de no volver a llevar a cabo ordenaciones sin la
autorización de la Santa Sede. Lógicamente, por lo demás, la cuestión debería
resolverse al terminar la Visita Apostólica.
4) La situación de los sacerdotes que usted ha ordenado desde junio de
1976 se regulará caso por caso, si aceptan firmar personalmente una declaración
con el mismo contenido que la suya.
Finalmente, debo añadir que, en lo relativo a la autorización de celebrar
la Santa Misa según el Ordo Missæ anterior al de Pablo VI, el Santo Padre ha
decidido que la cuestión se resolverá para la Iglesia universal y, por lo
tanto, independientemente de su caso particular.
Exhortación, buenos deseos y
fórmula final de saludo.
Entre 1982-1983 y 2011-2012
han pasado treinta años. Todo hace pensar que las posiciones doctrinales y
prácticas de la FSSPX en relación con la Iglesia católica no han variado en
absoluto. Sigue hoy Mons. Fellay considerando inaceptable lo que Mons. Lefebvre
rechazó en 1982. Y las numerosas y fuertes razones argüidas por el Card.
Ratzinger en su larga y persuasiva carta de 1983 a Mons. Lefebvre, que
publicaré próximamente, continúan siendo rechazadas por la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X.
II CARTA; la defensa de la Nueva Misa de Montini
y del Vaticano II
Una segunda carta del Sr. Cardenal Prefecto de la Congregación de la Fe,
dirigida a Mons. Lefebvre, también poco conocida, es publicada por Mons. Rifan
en su libro Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia, tomándola de la
revista Fideliter (45, mayo-junio 1985, pgs. 6-20). En ella el cardenal
Ratzinger eran rechazadas las ofertas-exigencias de la primera carta, hechas en
el nombre del Papa, vuelve a argumentar en defensa de la Liturgia renovada y del
Concilio Vaticano II, y advierte
del peligro de que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X incurra en cisma si
decidiera consagrar un obispo.
La carta del 20 de julio de 1983
«Excelencia, el Santo Padre ha meditado cuidadosamente ante Dios su
carta del día 5 del pasado mes de abril, a la luz de su responsabilidad como
Pastor Supremo de la Iglesia. Después de hacerlo, me ha encargado que responda
en su nombre, deber que cumplo con la presente carta.
Sobre la Liturgia renovada
I.–No le sorprenderá leer que el Soberano Pontífice se ha sentido
decepcionado y entristecido por el brusco rechazo con el que usted responde a
su generosa oferta de abrirle el camino de la reconciliación.
En efecto, lanza usted de nuevo acusaciones contra los Libros litúrgicos
de la Iglesia, con una severidad que sorprende después de las conversaciones
que hemos tenido. ¿Cómo puede denominar a los textos del nuevo misal «misa
ecuménica»? Sabe usted muy bien que ese misal contiene el venerable Canon
Romano, que las demás Plegarias eucarísticas hablan de una manera muy clara del
Sacrificio y que la mayoría de los textos provienen de antiguas tradiciones
litúrgicas.
Para no citar más que un ejemplo, usted sabe que, después de la ofrenda
del pan y del vino, este nuevo misal nos hace decir, como el anterior:
«sic fiat sacrificium nostrum in conspectu tuo
hodie… Orate, fratres, ut meum ac vestrum sacrificium…»
Usted sabe, asimismo, que, para la interpretación del misal, lo esencial
no es lo que digan los autores privados, sino únicamente los documentos
oficiales de la Santa Sede. Las afirmaciones del P. Boyer (sic, parece
referirse a Bouyer) y de Mons. Bugnini a las que usted hace alusión no son
más que opiniones privadas.
En cambio, me gustaría recordarle la definición auténtica de la intención
y del significado del misal, propuesta en el proemio de la Institución General,
en particular en el artículo 2, así como las razones e ideas determinantes de
la reforma, expuestas en los artículos 6 a 9.
Según estos textos oficiales, nunca se ha buscado una reducción de los
elementos católicos de la Misa, sino al contrario una presencia más rica de la
tradición de los Padres. En eso se sigue fielmente la norma de San Pío V, según
las posibilidades de un mayor conocimiento de las tradiciones litúrgicas.
Con el consentimiento del Santo Padre, le puedo decir de nuevo que no se
excluye a priori cualquier crítica de los libros litúrgicos y que incluso es
posible manifestar el deseo de una nueva revisión, de la misma forma que el
movimiento litúrgico anterior al concilio pudo desear y preparar la reforma.
Pero todo eso a condición de que la crítica no impida ni destruya la obediencia
y no ponga en discusión la legitimidad de la liturgia de la Iglesia.
Por lo tanto, le pido con insistencia y en nombre del Santo Padre que
examine de nuevo sus afirmaciones con toda humildad ante el Señor y teniendo en
cuenta su responsabilidad como obispo, y que revise las afirmaciones
irreconciliables con la obediencia debida al Sucesor de San Pedro.
No es admisible que hable usted de una «misa
equívoca, ambigua, cuya doctrina católica ha sido difuminada», ni que declare
su intención de «apartar a los sacerdotes y a los fieles del uso de este nuevo
Ordo Missæ».
Realizaría usted una verdadera contribución a la pureza de la fe en la
Iglesia si se limitase a recordar a los sacerdotes y a los fieles que hay que
renunciar a la arbitrariedad, que hay que ajustarse cuidadosamente a los libros
litúrgicos de la Iglesia y que hay que interpretar y llevar a cabo la liturgia
según la tradición de la fe católica y de acuerdo con las intenciones de los
Papas. De hecho, ahora mismo, desgraciadamente, a lo único a lo que anima usted
es a la desobediencia.
Sobre el Concilio Vaticano II
II.–Después de las conversaciones que hemos tenido, creía personalmente
que ya no había obstáculos con respecto al punto I, es decir, a la aceptación del Concilio Vaticano
interpretado a la luz de la Tradición católica y teniendo en cuenta las
declaraciones del propio concilio sobre los grados de obligación de sus textos.
También
el Santo Padre está sorprendido de que su aceptación del concilio interpretado
según la Tradición siga siendo ambigua, ya que usted afirma inmediatamente que
la Tradición no es compatible con la Declaración sobre la Libertad Religiosa.
En el tercer párrafo de sus sugerencias, habla usted de «afirmaciones o
expresiones del concilio que son contrarias al Magisterio de la Iglesia». Al
decir eso,priva de cualquier alcance a su aceptación anterior y, al enumerar
tres textos conciliares incompatibles según usted con el Magisterio, añadiendo
además un «etc.», hace que su postura sea aún más radical.
En esto, al igual que con respecto a las cuestiones litúrgicas, hay que
señalar que –en función de los diversos grados de autoridad de los textos
conciliares– no se excluye la crítica de algunas de sus expresiones, realizada
según las reglas generales de adhesión al Magisterio. Puede incluso expresar el
deseo de que se produzca una declaración o un desarrollo explicativo sobre un
punto u otro.
No puede usted afirmar, sin embargo, la incompatibilidad de los textos
conciliares, que son textos magisteriales, con el Magisterio y la Tradición.
Puede decir que, personalmente, no ve esa compatibilidad y pedir, por lo tanto,
a la Sede Apostólica que la explique. En cambio, si, por el contrario, usted
afirma la imposibilidad de dicha explicación, se opone profundamente a la
estructura fundamental de la fe católica, a la obediencia y humildad de la fe
eclesial que afirma profesar cuando, al final de su carta, recuerda la fe que
le fue enseñada a lo largo de su infancia y en la Ciudad Eterna.
Sobre este punto, resulta también válido un comentario realizado
anteriormente sobre la liturgia: los autores privados, incluso si fueron
peritos del concilio (como el P. Congar o el P. Murray, que usted cita) no son
la autoridad encargada de la interpretación. Sólo es auténtica y autoritativa
la interpretación dada por el Magisterio, el cual es de esa forma el intérprete
de sus propios textos, ya que los textos conciliares no son los escritos de un
experto u otro ni de quienes hayan contribuido a su desarrollo, sino documentos
del Magisterio.
El peligro del cisma
III.–Antes de concluir, debo aún añadir una cosa: el Santo Padre no
desconfía ni de su fe ni de su piedad. Él sabe que, en la Fraternidad de San
Pío X, usted insiste en que se reconozca su propia legitimidad y que se ha
separado de los miembros de la Fraternidad que se negaban a seguirle en esta
actitud. También sabe que usted se niega a dar el paso que constituiría verdaderamente
el comienzo de un cisma, es decir, la consagración de un obispo, y reconoce
que, en este punto decisivo, usted se mantiene en obediencia al Sucesor de San
Pedro. A todo esto se debe la generosa paciencia con la cual el Soberano
Pontífice sigue buscando el camino de la reconciliación. Sin embargo, su carta
del 5 de abril muestra también que obedece con reservas, las cuales afectan a
la sustancia misma de esa obediencia y abren la puerta a una separación.
Una vez más, en nombre del Papa Juan Pablo II, le ruego con cordialidad,
pero también con insistencia, que reflexione ante el Señor sobre todo lo que
acabo de escribirle. No se exige que renuncie usted a la totalidad de sus
críticas al concilio y a la reforma litúrgica. Sin embargo, en virtud de su
responsabilidad en la Iglesia, el Soberano Pontífice debe insistir en que ponga
en práctica esa obediencia concreta e indispensable cuyo contenido se formuló
en mi carta del 23 de diciembre de 1982. Si alguna expresión le causa
dificultades insuperables, puede plantear esas dificultades: las palabras en sí
mismas no son un absoluto, pero su contenido es indispensable.
El Santo Padre me ha encargado expresamente que le indique que puede
usted contar con sus plegarias por sus intenciones. También puede contar con
las mías. Un saludo respetuoso en el Señor».
III PARTE: lefebvrianos, falsos guardianes de la
Tradición
Tras dar a conocer las dos cartas del Cardenal Ratzinger, hoy Papa
Benedicto XVI, a Mons. Marcel Lefebvre, creo oportuno dar mi opinión sobre la
situación actual. La Fraternidad lleva cuarenta años rechazando la autoridad y
los argumentos de la Santa Sede, empeñada en reintegrarla en la unidad de la
Iglesia. Estos argumentos se mantienen siempre iguales, porque exponen siempre
la misma verdad católica. Ya fueron formulados desde el principio del
lefebvrismo por una carta del Papa Pablo VI a Mons. Lefebvre (11 octubre 1976).
Las negritas en las citas siempre serán mías:
«Nada de lo decretado en ese Concilio, como en
las reformas [litúrgicas] que Nos hemos decidido llevar a cabo, se opone a lo
que la Tradición Bi milenaria de la Iglesia considera fundamental e inmutable.
De todo esto somos Nosotros garantes, en virtud, no de nuestra cualidades
personales, sino por la tarea que el Señor nos ha confiado como sucesor
legítimo de Pedro y de la asistencia especial que nos ha prometido, como a
Pedro: “He rogado por ti con el fin de que tu fe no desfallezca” (Lc 22,32).
Con Nosotros es garante de esto el episcopado universal. Nuevamente, usted no
puede distinguir lo que es pastoral de lo que es dogmático para aceptar algunos
textos del concilio y rechazar otros».
La carta del Card. Ratzinger a Mons. Lefebvre (28 julio 1987), tratando
de evitar la ordenación cismática de Obispos para la Fraternidad, reitera los
mismos argumentos:
«Divinamente instituida, la Iglesia tiene la
promesa de asistencia de Cristo hasta el final de los tiempos. El romper su
unidad con un acto de plena desobediencia de su parte causaría incalculable
daño y destruiría el futuro mismo de su trabajo debido a que fuera de la unidad
con Pedro no se puede tener futuro sino solo la ruina de todo lo que desea y
aspira…Dándole su interpretación personal a los textos del Magisterio estaría
usted cayendo en el mismo liberalismo que pretende combatir. De hecho es a
Pedro quien el Señor le ha confiado el gobierno de Su Iglesia; por lo tanto es
el Papa el principal artesano de su unidad. Asegurado en la promesa de Cristo,
el Papa nunca será capaz de oponerse a la Santa Tradición ni al magisterio auténtico.
Excelencia, ¿considera mis palabras severas? Me gustaría expresarme de otra
manera pero la gravedad del asunto no me permite otra elección».
Aunque en 1988, tras muchas negociaciones, se mostró Mons. Lefebvre
dispuesto a firmar un Protocolo que le ofrecía-exigía la Santa Sede, al día
siguiente se retractó. Y vino el horror de las ordenaciones episcopales
cismáticas el 30 de junio de 1988.
La carta apostólica-motu proprio Ecclesia
Dei de Juan Pablo II (2 julio 1988) responde a ellas con las
argumentaciones de la fe tantas veces alegadas:
«Ese acto [30-VI-1988 ] ha sido en sí mismo una
desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia
para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la
cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa
desobediencia –que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano–
constituye un acto cismático (can. 751)…
«La raíz de este acto cismático se puede
individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición. Imperfecta,
porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición… que
va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo… Pero es
sobre todo contradictoria una noción de Tradición que se oponga al Magisterio
universal de la Iglesia, el cual corresponde al Obispo de Roma y al Colegio de
los Obispos. Nadie puede permanecer fiel a la Tradición si rompe los lazos y
vínculos con aquél a quien el mismo Cristo, en la persona del Apóstol Pedro,
confió el ministerio de la unidad en su Iglesia (cf. Mt 16,18; Lc 10,16;
Vaticano I, cp.3, Dz 3060)».
«El éxito que ha tenido recientemente el
movimiento promovido por Mons. Lefebvre puede y debe ser para todos los fieles
un motivo de reflexión sincera y profunda sobre su fidelidad a la Tradición de
la Iglesia, propuesta auténticamente por el Magisterio eclesiástico, ordinario
o extraordinario, especialmente en los Concilios Ecuménicos, desde Nicea hasta
el Vaticano II. De esta meditación todos debemos sacar un nuevo y eficaz
convencimiento de la necesidad de ampliar y aumentar esa fidelidad, rechazando
totalmente interpretaciones erróneas y aplicaciones arbitrarias y abusivas en
materia doctrinal, litúrgica y disciplinar».
Desarrolla aquí el Papa, en este sentido, una exhortación especial a los
Obispos y a los teólogos.
«En las presentes circunstancias deseo sobre
todo dirigir una llamada a la vez solemne y ferviente, paterna y fraterna, a
todos los que hasta ahora han estado vinculados de diversos modos con las
actividades del arzobispo Lefebvre, para que cumplan el grave deber de
permanecer unidos al Vicario de Cristo en la unidad de la Iglesia Católica y
dejen de sostener de cualquier forma que sea esa reprobable forma de actuar.
Todos debe saber que la adhesión formal al cisma constituye una grave ofensa a
Dios y lleva consigo la excomunión debidamente establecida por la ley de la
Iglesia (can. 1364)».
¿Cómo estamos ahora? Pues al parecer, los lefebvrianos rechazan el
“Preámbulo” que últimamente les ofreció-exigió la Iglesia con buen ánimo. A
falta de confirmación oficial, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X no está dispuesta
a firmar el Preámbulo doctrinal. Esa conclusión se deriva de las declaraciones
de Mons. Fellay de 29 de junio de este año: “estamos en el punto de partida,
condición en la que ya habíamos dicho que no podíamos ni aceptar ni firmar […]
Es claro que nada bueno aportaremos a la Iglesia si no permanecemos fieles a la
herencia de nuestro Arzobispo“, Mons. Marcel Lefebvre.
Todo indica que la reintegración de los lefebvrianos en la unidad de la
Iglesia es mucho más deseada y procurada por la Iglesia que por ellos mismos.
Es de temer que éstos, manteniéndose “fieles a la herencia de Mons. Lefebvre“,
fijos en sus erróneas tesis, sigan en la situación actual otros cuarenta años.
Y esto se debe en buena parte a que no reconocen la terrible realidad cismática
de su situación. Por eso están dispuestos a continuar en ella cuarenta años o
cuatro siglos. Declaran, con piadosas consideraciones, que están dispuestos a
esperar en su penosa (¡y floreciente!) situación todo el tiempo que la
Providencia de Dios estime conveniente. En cuarenta años no han cedido ni un
punto de las posiciones de su Fundador: “estamos en el punto de partida“;
o lo que es lo mismo, “con todas estas conversaciones no hemos adelantado
nada hacia la unión“. Tienen vocaciones y la Fraternidad continúa
creciendo. Siguen cumpliendo, a su entender, la altísima misión que Dios les ha
asignado dentro de la Iglesia. Y no se sienten, al parecer, con mala
conciencia, siguiendo también en esto el ejemplo de su Fundador. Pues bien, ese
es exactamente el mismo planteamiento que se hace desde multitud de grupos
heréticos y sectarios. Todos los que salen de la Iglesia tienen la conciencia
muy tranquila y creen estar haciendo la voluntad divina.
Recordemos que, desde el principio, los lefebvrianos han vivido su situación
convencidos de que es la Iglesia la que se halla en condición irregular por su
desviación liberal y modernista. Ellos son “testigos de la verdad”
católica, y aunque sería deseable la unión, que exige la conversión de Roma,
ellos aceptan que su anómala situación eclesial se prolongue todo el tiempo que
Dios disponga. Recapitulo de nuevo sus actos:
+En 1975, cuando la Autoridad apostólica suprime la FSSPX, Mons.
Lefebvre niega la validez canónica de tal suspensión, alegando que va contra
derecho.
+En 1976, cuando es sancionado con la “suspensio a divinis”
reacciona Lefebvre del mismo modo, negando su validez. Un mes después, 29 de
agosto, proclama esta convicción suya a los cuatro vientos, celebrando en el
palacio de los deportes de Lille una Misa multitudinaria ante periodistas y
cadenas de radio y televisión. Debe, pues, quedar claro a la Iglesia y al mundo
que todas las condenas que de la Iglesia reciben Lefebvre y la FSSPX son
absolutamente inválidas, son nulas. “Es esta Roma liberal la que nos ha
condenado. Pero condenando así la Tradición, la Verdad. Nosotros hemos
rechazado esta condenación porque la consideramos nula e inspirada por el
espíritu modernista. Lo que hacemos nosotros y continuamos haciendo es trabajar
para el mantenimiento de la Tradición. Nos hemos hallado así en una situación
de aparente desobediencia legal, pero nosotros hemos continuado ordenando
sacerdotes, dando sacerdotes a los fieles para la salvación de sus almas”
(Fideliter n. 55,1987).
+En 1988, cuando ordena sacrílegamente cuatro Obispos, contra la ley
canónica y contra los ruegos y mandatos expresos del Papa, quedan excomulgados
por el propio hecho los Obispos ordenando y los cuatro ordenados. Pero ni
Lefebvre ni los cuatro Obispos lefebvrianos se creyeron nunca realmente
excomulgados. Podemos comprobarlo cuando la excomunión fue levantada por
Benedicto XVI, acto que los lefebvrianos celebraron como una gran victoria.
Mons. Fellay escribe a sus fieles: “la excomunión de los obispos consagrados
por S. E. Mons. Marcel Lefebvre el 30 de junio de 1988, que había sido
declarada por la Sagrada Congregación de los Obispos por un decreto del 1 de
julio de 1988, y que nosotros siempre rechazamos, ha sido retirada por otro
decreto de la misma Congregación, fechado el 21 de enero de 2009 por mandato
del Papa Benedicto XVI“.
+Como el mismo Benedicto XVI afirmó al explicar el levantamiento de las
excomuniones, “la Fraternidad no tiene ningún estado canónico en la Iglesia,
y sus ministros, no obstante hayan sido liberados de la sanción eclesiástica,
no ejercen legítimamente ministerio alguno en la Iglesia” (10-3-2009). Pero
ellos siguen celebrando ordenaciones, misas y otros sacramentos con toda paz de
conciencia, convencidos de que pueden y deben ejercer sus ministerios para el
bien de la Iglesia.
¿En qué Iglesia creen los lefebvrianos?
Es realmente peculiar que quienes se presentan a sí mismos como
católicos y fieles guardianes de la Tradición, demuestren por sus hechos no ser
ni una cosa ni la otra. Como escribió el P. José María Iraburu en su post “La
Fraternidad de San Pío X y la Iglesia indefectible”: “Tengamos
en la fe clara convicción de que no existe otra Iglesia que la Iglesia actual y
visible, presidida por este Papa y por estos Obispos sucesores de los
Apóstoles. El que no cree en esta Iglesia no cree en ninguna, porque no existe
otra… No hay más Iglesia que ésta que se ve, se oye y se puede tocar. Adherirse
fielmente a «la Roma eterna» o a «la Iglesia de los Apóstoles» es unirse a un
ectoplasma, a un ideal, a un sueño: y eso no da la salvación, sino la
perdición. Ésta es la verdadera y pura Tradición. Credo Ecclesiam. Extra
Ecclesiam nulla salus“.
Dado que Mons. Marcel Lefebvre quiso que el Papa San Pío X diera nombre
a su Fraternidad, y dado que los actuales responsables de la misma aseguran
querer ser fieles a su fundador, es de todo punto oportuno recordar lo que dijo
aquel Papa santo:
“No permitáis que vosotros mismos seáis
engañados por las taimadas declaraciones de aquellos que persistentemente
claman que desean estar con la Iglesia, amar a la Iglesia, luchar para que la
gente no salga de ella… sino juzgarlo por sus obras. Si ellos desprecian a los
pastores de la Iglesia e incluso el Papa, si intentan por todos los medios
evadir su autoridad para eludir sus directivas y juicios… entonces, ¿de qué
Iglesia hablan esos hombres? Ciertamente no de la establecida sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, con Jesucristo mismo como la piedra
angular” (Ef 2,20)
San Pío X, discurso del 10 de mayo de 1909
Mons. Lefebvre ya no puede retractarse de las barbaridades que dijo
contra Roma y contra la Iglesia, que en no pocos ejemplos bien podrían ser
calificadas de sedevacantistas. Murió fuera de la comunión eclesial, como
tantos otros cismáticos y herejes a lo largo de la historia. Solo Dios sabe si
ha logrado alcanzar la salvación o si está comprobando por sí mismo la verdad
de que fuera de la Iglesia no hay salvación. Eso poco importa ya. Lo que sí
importa, y mucho, es la situación espiritual de los lefebvrianos a día de hoy.
Las palabas de San Pío X van dirigidas a ellos.
Mucho me temo que el cisma lefebvriano no será superado si no es
declarado abiertamente por la autoridad eclesiástica competente, en caso de que
la FSSPX no acepte firmar lo que Roma pide que firme. Cuando la causa
formidable de la unidad de la Iglesia se confió especialmente a cardenales muy
benignos con los judíos, los protestantes, los no cristianos y los lefebvrianos
(Etchegaray, Kasper, Castrillón, etc.), las relaciones de la Iglesia con ellos
se hizo cordial, pero casi ninguno de ellos se convirtió y entró en la comunión
plena y única con la Iglesia. De hecho, la reciente llegada de anglicanos al
catolicismo ha sido más bien el fruto del marasmo de la comunión anglicana que
otra cosa. Para ganarse a los fariseos para el Evangelio podría Cristo haber acentuado
una captatio benevolentiæ, declarando los grandes valores vigentes en el
fariseísmo -que los había-, y silenciando sus enormes errores. Por el
contrario, Jesús optó por llamarles a conversión con fortísimas palabras: raza
de víboras, sepulcros blanqueados, llenos de orgullo e hipocresía, capaces de
tragarse un camello y de colar un mosquito, ni entran en el Reino ni dejan
entrar, etc. El resultado fue que algunos fariseos y sacerdotes creyeron en el
evangelio. Los que no se hacen como niños, y se dejan enseñar y mandar por la
Iglesia, Madre y Maestra, no pueden entrar en el Reino.
En el difícil proceso por el que pasó la Fraternidad de San Pío X en
este último año, pareció un tiempo que Mons. Fellay se separaba de la actitud
cerrada manifestada por los otros tres obispos, y que éstos estaban dispuestos
a desvincularse de él si aceptaba firmar lo que Roma exigía. Pero en el
Capítulo General que en julio celebró la FSSPX, se recuperó la unidad en torno
a la tumba de Mons. Lefebvre, según las mismas declaraciones de Mons. Fellay.
Todos ellos, en forma unánime, quieren mantenerse fieles a “la herencia de
Mons. Lefebvre“, y consiguientemente se niegan a firmar algo muy parecido a
lo que su Fundador se negó a firmar –como se vio, por ejemplo, en 1982 y en 1988–.
Hablando claro, la FSSPX no puede llegar a un acuerdo con Roma sin traicionar
las enseñanzas y los ejemplos dados por Mons. Lefebvre.
Pero es más importante la salvación de sus almas que la fidelidad a
quien quiso ser el responsable del último cisma abierto de la Iglesia Católica,
Apostólica y Romana. Es por ello que recibiríamos con gran alegría un cambio de
postura que llevara a firmar el preámbulo doctrinal. Aun hay tiempo. Ellos
verán lo que hacen. Nosotros nos quedamos rezando por su conversión y por su
salvación.
***
El presidente de los obispos estadounidenses y arzobispo de Nueva York,
el cardenal Timothy Dolan, volará la próxima semana a Tampa, Florida, para
bendecir la Convención nacional republicana en la que se consagrará
oficialmente el mormón Mitt Romney como candidato conservador para desafiar a
Barack Obama en las próximas elecciones de noviembre.
Se trata de un gesto, subrayó el portavoz del purpurado, Joseph
Zwilling, que no debe ser interpretado como un “apoyo” oficial para el
candidato republicano. “Es un sacerdote que irá allí a rezar”, explicó. También
añadió que Dolan habría también aceptado una invitación (que no ha llegado
todavía) por parte de la Convención demócrata.
Pero el mensaje simbólico será muy fuerte, de cualquier manera, sobre en
el contexto de la durísima campaña que han llevado a cabo los obispos
americanos (con Dolan en la vanguardia) en contra de la reforma sanitaria de
Obama. Una reforma que, aunque se base justamente en la reforma del candidato
mormón cuando era gobernador de Massachusetts, Romney prometió que habría
eliminado de llegar a ser presidente.
La presencia de Dolan, que no pronunciará ningún discurso, en la
Convención republicana también tiene otro significado: refuerza las
credenciales católicas del socio elegido por Romney para la contienda por la
Casa Blanca, el diputado de Wisconsin Paul Ryan.
Ryan es católico y no esconde su fe, pero los obispos estadounidenses y
muchos católicos le han criticado duramente por su pasión por la escritora Ayn
Rand (un ícono del individualismo y del liberalismo cuya filosofía es
profundamente anti-católica y anti-religiosa).
Los drásticos recortes a los programas para los más pobres y necesitados
que llevó a cabo Ryan en 2012 (y que fueron aprobados por Cámara, de mayoría
republicana, pero que quedaron varados en el Senado, de mayoría demócrata)
fueron condenados sin medias tintas por la Conferencia Episcopal del país: el
balance, indicaban en abril los obispos, “no corresponde a los criterios
morales” fundamentales y los recortes que propuso Ryan fueron definidos como
“injustificados y erróneos”.
Ryan también ha sido un católico “disidente” (ni más ni menos que las
monjas “rebeldes” que ha puesto bajo observación el Vaticano y que organizaron
un “tour” de protesta por el país en contra de los recortes del republicano).
Fueron tan duras las críticas que su obispo, monseñor Robert Morlino, de
Madison, tuvo que pronunciarse personalmente para defender su reputación
“injustamente atacada”.
Dolan hizo lo mismo. Y ahora está preparando su equipaje para volar a
Florida y bendecir la asamblea que impulsará a la mancuerna Romney-Ryan en su
carrera hacia la Casa Blanca.
***
Marx, Lenin, Freud, Darwin, Nietzche y otros
anticristianos entre sus autores favoritos
Luciani: “Algún obispo se ha asustado: hay
cuatro mil musulmanes en Roma, ¿tienen el derecho a construir una mezquita? No
hay nada que decir: hay que dejar que lo hagan”
Se refería al Vaticano II con un “lenguaje
deportivo”, comparándolo con un “partido extraordinario” donde juegan “más de
dos mil obispos” y “el árbitro es el papa”
Entrevista a Marco Roncalli, biógrafo de Juan
Pablo I (parte 1)
ROMA, jueves 23 agosto 2012 (ZENIT.org) -. A pocos días del 34 aniversario de la elección
del papa Juan Pablo I (26 de agosto), ofrecemos a nuestros lectores la
entrevista hecha por nuestro colaborador Renzo Allegri a Marco Roncalli, autor
de la primera biografía completa y crítica del “Papa de la sonrisa”, publicada
con motivo del primer centenario de su nacimiento (17 de octubre).
Por Renzo Allegri*
Albino Luciani pertenecía a una familia pobre de Canale d’Agordo,
en la provincia de Belluno, al pie de la cadena montañosa de los Dolomitas en
Italia. Desde que era un niño, e incluso como sacerdote y como obispo, siempre
fue una persona tímida y reservada. Nadie podría haber imaginado que a los 66
años se convertiría en papa. Un papa que tuvo un destino desconcertante:
permanecer en el trono de San Pedro solo por 33 días, al morir de improviso.
A Marco Roncalli le pedimos que nos hablara sobre el papa Luciani y,
especialmente, que nos compartiese sobre las cosas nuevas e inéditas que
encontró en estos cinco años de investigación. “Cuando empecé a trabajar en este proyecto”, dice Roncalli, “me encontré frente a un evento único: un
papa que reinó solo 33 días, un tiempo muy corto para haber sido capaz de hacer
cosas importantes, pero que había dejado en los creyentes una fascinación
extraordinaria. Su actividad como pontífice no justificaba aquel encanto, por
lo tanto, era necesario buscar la causa en otro lugar: en la vida de Albino
Luciani antes de la elección como pontífice…
¿Qué se sabe de Albino Luciani como niño?
–Marco Roncalli: Desde niño tuvo
que enfrentarse a situaciones difíciles de la vida, que dejaron profundas
cicatrices en el alma. Se crió prácticamente sin un padre. Ya en 1913, cuando
Albino tenía un año de edad, su padre estaba en Argentina. Volvió por la guerra
de 1915-1918, y luego se marchó. Fue su madre la que hizo crecer y educó al
niño, transmitiéndole los valores cristianos. “Mi madre fue mi primera maestra
de catecismo”, recordaba Luciani. Los años de la guerra fueron particularmente
difíciles en esa zona del Véneto. Su hermano Eduardo, recuerda: “Había sólo
hierba y las raíces de las plantas para hervir… De vez en cuando un pedazo de
pan hecho de salvado y del aserrín de los árboles”.
¿Qué tipo de escuela había seguido?
–Marco Roncalli: La elemental de
su país natal, y luego entró en el seminario. Le encantaba leer y el párroco y
los demás sacerdotes le ayudaban prestándole libros. Se conserva una oración
que escribió en el cuarto grado, y es relevante porque revela su estilo claro y
concreto, que lo caracterizará después como adulto: “Señor, tú que lo sabes
todo y que todo los puedes, ayúdame a vivir. Yo soy aún un niño, no tengo
estudios, soy pobre, pero quiero conocerte. Ahora no sé verdaderamente quién
eres y no sé si te quiero, me gusta el Padre Nuestro, me gusta mucho el Ave
María, oro por los difuntos y por mis seres queridos. Ayúdame a entender. Soy
tu Albino. Amén”.
¿Cuándo decidió ser sacerdote?
–Marco Roncalli: A los 11 años
entró en el seminario de Feltre. Como obispo escribirá: “Cuando nos llamamos
entre nosotros, los hombres, la llamada es muy clara… Cuando Dios llama, es
diferente; no hay nada escrito, ni fuerte ni evidente: una voz baja, un
susurro, un “pianísimo” que toca el alma”.
En la práctica, vivió siempre lejos del mundo real
–Marco Roncalli: Pero siempre
atento a lo que sucedía en el mundo real. Albino Luciani era una esponja. Escuchaba,
pensaba, elaboraba. Y sobre todo leía. No solo libros de carácter religioso,
sino sobre todo libros de literatura, que no siempre estaban disponibles en el
seminario y que tampoco eran bien vistos. A través de los años, especialmente
en la escuela secundaria, leyó libros de Molière, Verne, Twain, Dickens,
Dovstoievskij, Tolstoi, Camus, Péguy, Pascal, Erasmo, Chesterton, Goethe,
Petrarca, Papini, Freud, Darwin, Nietzsche, Marx, Lenin, y así sucesivamente.
¿Y después del seminario?
–Marco Roncalli: Fue ordenado
sacerdote a los 23 años. Durante dos años trabajó como asistente del párroco en
la parroquia, desarrollando “aquel apostolado sencillo entre la gente que me
gustaba mucho”. Y luego volvió otra vez al seminario, como profesor y como
vicerrector. Diez años más de seminario, desde 1937 hasta 1947. Fueron los años
de la Segunda Guerra Mundial. Años difíciles, dramáticos, especialmente para
Italia. Consiguió, en aquellos años, obtener un título ‘summa cum laude’, en teología en la Universidad Gregoriana de
Roma. Pero sobre todo, estudiaba los acontecimientos que sucedían en el mundo,
la vida de los hombres que estaban fuera del seminario, para los que estaba
preparando a los guías espirituales del futuro.
Y después obispo…
–Marco Roncalli: La estima de sus
superiores era grande y fue nombrado provicario de la diócesis, después vicario
general y, en el 1958, obispo de Vittorio Veneto. Tomó como lema de su escudo
episcopal la palabra Humilitas,
explicando: “Yo soy el simple y pobre polvo; sobre este polvo el Señor ha
escrito la dignidad episcopal de la ilustre diócesis de Vittorio Veneto”. Nunca
tuvo una gran consideración por sí mismo. Escribió: “Algunos obispos se parecen
a las águilas, que vuelan con documentos magisteriales a alto nivel; yo
pertenezco a la categoría de esas pobres avecillas, que en la última rama del
árbol eclesial, trinan.”
En 1962 se inició el Concilio Vaticano II. Luciani era ya obispo, ¿cómo
lo vivió?
–Marco Roncalli: Con gran
entusiasmo. No sabemos de su intervención directa, pero siempre estuvo presente
en todas las sesiones y miraba aquel evento con asombro. Se refería a él con un
lenguaje deportivo, comparándolo con un “partido extraordinario” donde juegan
“más de dos mil obispos” y “el árbitro es el papa”. De sus escritos se lee: “El
Concilio me ha obligado a volverme un estudiante de nuevo y a convertirme
también mentalmente.” Después del Concilio, su pastoral tuvo una oleada de
iniciativas nuevas, fuertes, que muchos juzgaron, incluso, como
revolucionarias.
¿Por qué?
–Marco Roncalli: Luciani resultó
ser un verdadero pastor, que se niega a ser encasillado en los estereotipos
habituales de “conservador” o “progresista”. Sin embargo, era firme en cuanto a
la doctrina y los principios, pero lleno de compasión por la fragilidad humana,
cercano a los problemas reales de las familias. Incluso entonces estaba
creciendo en nuestro país la presencia de los inmigrantes que pertenecían a
distintas religiones. Y él miraba con el corazón de un padre, incluso a esas
personas. Escribió así: “Algún obispo se ha asustado: hay cuatro mil musulmanes
en Roma, ¿tienen el derecho a construir una mezquita? No hay nada que decir:
hay que dejar que lo hagan”. Comprensivo, disponible, abierto, pero también
inamovible en cuanto al rigor doctrinal y la disciplina. Siempre reiteró sobre
la incompatibilidad entre el cristianismo y el marxismo. Ha condenado los
abusos de los que amenazaban con convertir el Concilio en un “arma para
desobedecer, una excusa para legitimar todas las ‘extravagancias’ que pasan por
la cabeza.”
(Trad.: JAVV)
* Renzo Allegri es un periodista italiano, escritor
y crítico de música. Estudió periodismo en la Escuela Superior de Ciencias
Sociales de la Universidad Católica. Ha publicado 53 libros hasta el momento,
todos de éxito. Algunos de los cuales han sido publicados en francés, alemán,
italiano, japonés, español, portugués, rumano, eslovaco, polaco, chino y ruso.
Entre estos, fue un éxito extraordinario el título “El Papa de Fátima”, de la
editorial Mondadori.
***
Con la alianza de Apple, la
Logia Vaticana se ufana de promover el magisterio herético de Ben Ratzinger en todos
los dispositivos de nuevas tecnologías distribuidos por la mundialista compañía
del logotipo esotérico que representa el pecado original.
Benedicto XVI es uno de los teólogos católicos más leídos del mundo. Sus
libros han sido traducidos en decenas de idiomas y varios de ellos se han
convertido en best sellers. Ahora su pensamiento desembarcará en la
última frontera tecnológica -los teléfonos inteligentes y las tabletas- gracias
a una alianza editorial entre la Librería Editorial Vaticana y el coloso de la
informática Apple.
“Es una decisión deliberada y estratégica, antes o después iba a ser
necesario trabajar en el formato electrónico. Lo hicimos aliándonos con la
Apple que nos ha ayudado en la producción de las catequesis ilustradas del
Santo Padre”, dijo a Vatican Insider don Giuseppe Costa, director de la
editorial vaticana.
Desde hace dos meses una serie de catequesis del Papa, ilustradas con
grandes obras de la historia del arte, puede ser adquirida a través de la
tienda virtual iTunes. A disposición se encuentra el volumen El hombre en
oración y próximamente se agregará la serie La oración en el Nuevo
testamento, que ya salió a la venta en formato impreso.
La Librería Editorial Vaticana es propietaria en exclusiva de todos los
derechos de autor sobre los libros de los Papas. El actual, Joseph Ratzinger,
es particularmente prolífico. Su catálogo supera las cien obras, sin contar las
recopilaciones de sus intervenciones públicas, discursos o mensajes. Por eso
tiene en la producción literaria del pontífice un banco de pruebas ideal para
evaluar el segmento de los e-book. Según Costa, es todavía prematuro trazar un
balance sobre los resultados de esta primera iniciativa, aunque anticipó que la
editorial continuará desarrollando proyectos en el mundo virtual.
Las catequesis ya desarrolladas han captado la atención del sector,
porque no se trata de libros electrónicos propiamente dichos. En realidad son
productos multimedia de alta tecnología: “El efecto iconográfico y gráfico de
esta iniciativa es muy fuerte, es muy apreciado porque estas catequesis son
libros bellísimos que atraviesan toda la historia del arte”, explicó el
sacerdote.
Pero no todos los e-book de la Librería Editrice Vaticana tendrán esa
calidad, por una cuestión de coste-beneficio. Por ahora existen veinte
publicaciones electrónicas adicionales que se insertaron en el circuito de un
consorcio católico, en espera de resultados. “En torno al diseño entran los
problemas empresariales. Debemos estudiar la diferencia entre coste y
beneficio, nosotros no somos una fundación y por ello debemos sobrevivir desde
el punto de vista editorial y comercial. De todas maneras seguimos adelante
tranquilos”, ponderó don Costa.
Tras la alianza con Apple, el coloso de la venta de libros por
internet,Amazon, alzó la mano y mostró su interés en los textos papales. El
camino de la Editorial Vaticana en el mundo de los e-book es pues irreversible.
***
El “gusto por la moda” es una
característica de Benedicto XVI, su singularidad ha llamado la atención a
miles, especialmente por el uso de los zapatos rojos marca Prada en
lugar de las sandalias episcopales tradicionales.
La moda, de hecho es un
invento antiguo para esclavizar a los individuos en una espiral de vanidad,
soberbia, lujuria y envidia.
Es inevitable asociar a Prada
con la famosa película The Devil Wears Prada (El Diablo viste de Prada)
dirigida por el cabalista David Frankel, basada en la novela homónima de la
cabalista Lauren Weisberger.
Finalmente, lo que resalta es
el interés de la Neo Iglesia en la moda y su gusto por promover a los monstruos
de las casas de moda como Parada, Versace y Armani.
La cabeza visible de la Iglesia Católica debe
cumplir con numerosas obligaciones en su día a día; recepciones, eucaristías, y
demás actos oficiales en los que Benedicto XVI debe permanecer horas y horas de
pie, por eso la comodidad es una de sus máximas y no nos extraña que para
cuidar su calzado haya elegido a una de las mejores firmas: la italiana Prada.
De esta forma, el Sumo Pontífice siempre acude a
sus viajes con unos zapatos rojos creados por esta gran casa de la moda
italiana. Comodidad y estilo que presentan a un Papa cargado de glamour y
elegancia en cada uno de sus actos.
Sin importar el escándalo, Domenico Mogavero
decidió promover al sensualoide Giorgio Armani, con sus etilos de ornatos
feminiodes como el que aparece en la gráfica.
Pero Benedicto XVI no es el único miembro de la
Iglesia Católica que aporta un toque de distinción a sus looks. Este domingo,
el obispo Domenico Mogavero oficiará una misa vestido con un paramento de
Armani. Esta decisión ha causado un gran revuelo y ha originado numerosas
críticas que acusan a los miembros de la Iglesia Católica de no predicar con el
ejemplo.
Es por ello que Domenico Mogavero se ha visto
obligado a aclarar la situación y ha comentado que su traje no lo había
comprado él sino que se trataba de un regalo que recibió en 2011 por parte del
diseñador italiano.
“No lo he elegido por moda, sino como un gesto
de reconocimiento a un creador que ama Pantelleria (la ciudad en donde se
oficiará la misa) y para poner el gusto de la belleza al servicio del culto y
de Dios”, explicó Mogavero a la prensa local.
El Clooney del Vaticano igualmente es modelo
para Versace
Desde que el 2007 Donatella Versace inspirara su colección para hombre
en la figura de George Gaenswein, (compuesta por chaquetas con alzacuellos,
trajes oscuros y austeros con el cuello blanco, hablándose incluso de un “Clergyman-style”),
este señor suscita bastante curiosidad en ciertos sectores del público,
creyentes o no.
***
Insigne representante de una noble familia de santos, pocos cristianos
han tenido tan grande repercusión en la Iglesia, en la santa devoción mariana,
en la reforma moral de las órdenes monásticas, el fervor de los pueblos, en la
defensa del Papado y en la política de todo el orbe cristiano. Fue un gran
intercesor de portentosos milagros, habilísimo apologista enemigo de los herejes,
gran organizador y general que expandió por occidente los benedictinos blancos,
la regla cisterciense. Fue el gran predicador de la Santa Cruzada, el autor del
amoroso título mariano Notre Dame, fundador de las órdenes de caballería
cristiana.
Pero hoy en día, a pocos santos se les ha tratado de ignorar y ocultar
tanto como al humilde San Bernardo; la razón, su valiente y exitosa defensa del
Papado en contra de la Sinagoga de Satanás, contra la infiltración de los
hebreos en la Santa Iglesia.
En ciertas épocas la Providencia hace surgir
hombres providenciales que marcan todo su siglo, como San Bernardo, el Doctor
Melifluo, cantor de la Virgen, gran predicador de cruzadas, extirpador de
cismas y herejías, pacificador eximio y uno de los mayores místicos de la
Iglesia.
En una familia privilegiada, de gran fortuna y poder, nació Bernardo en
1090. Su mayor riqueza, sin embargo, era una arraigada fe católica. Su padre,
el venerable Tecelín Barba Morena, gran señor y caballero, era bueno y
piadoso, y su madre, la beata Alicia, hija del Conde de Montbar, sería venerada
como bienaventurada por la Iglesia en Francia. Cuando nació Bernardo, el
tercero de siete hijos, además de ofrecerlo a Dios, como hizo con toda su
prole, ella lo consagró al servicio de la Iglesia.
Además de buena apariencia física, tenía Bernardo una inteligencia viva
y penetrante, elegancia en su dicción, suavidad de carácter, rectitud natural
de alma, bondad de corazón, una conversación atrayente y llena de encanto. Una
modestia y una propensión al recogimiento lo hacían parecer tímido.
Radicalidad en la práctica de la pureza
Con tantas cualidades naturales y una posición social envidiable, al
crecer podría fácilmente ser desviado hacia el mundanismo. Pero Bernardo probó
que la alta condición social, si es vivida con Fe, puede ayudar a la práctica
de la virtud.
A los 19 años era alto, bien proporcionado, con profundos ojos azules
que iluminaban un rostro varonil, encuadrado por una rubia cabellera. Su porte
era al mismo tiempo noble y modesto.
Un día, en una recepción social, la figura de una joven lo atrajo y lo
perturbó. Inmediatamente, para apartar aquella visión que fue casi obsesiva, se
lanzó en un estanque de agua fría y allí permaneció hasta que lo sacaron. Hizo
entonces el propósito de consagrarse totalmente a Dios.
Entrada a la Abadía de Cister
En el año 1098 San Roberto, San Alberico y San Esteban Harding fundaron,
en un valle llamado Cister, una rama reformada de la famosa abadía benedictina
de Cluny, ya entonces en decadencia. La severidad de su regla fue apartando a
los candidatos, mientras que los primeros monjes iban muriendo. San Esteban
Harding, sucesor de San Alberico, dudaba si debería modificar la estricta
observancia de la abadía cuando un día treinta nobles caballeros aparecieron y
pidieron entrar en la Orden. Eran Bernardo con sus hermanos, un tío y sus nobles
compañeros de caballería, la flor del ducado de Borgoña.
Era tan intenso el don de persuasión que poseía ese hombre lleno de amor
de Dios que, al predicar, las mujeres ocultaban a sus maridos y las madres
escondían a sus hijos, por miedo que lo siguiesen tal y como fue con su hermano
mayor Guy, quien se alejó de su esposa Isabel de Forez y su hija pequeña para
“alcanzar a Cristo”. Igualmente sucedió a su hermana Humbelina de Fontaines,
quien luego de su matrimonio con Guy de Marcy, obtuvo de éste el amoroso
sacrificio y le permitió convertirse en monja, al lado de su cuñada Isabel. Al
final todos ellos alcanzaron a Cristo y con sus hermanos Gerardo, Bartolomé,
Andrés y Nivardo, todos fueron beatificados.
Comunicación continua con Dios
Bernardo se entregó a la práctica de la regla como monje consumado.
Puesto que en los caminos de la virtud hay varias vías para alcanzar la
santidad, Bernardo se empeñó con total radicalidad en aquella para la cual se
sentía llamado por Dios.
Dominó de tal manera sus sentidos, que comía sin sentir el sabor, oía
sin oír. Dominó el paladar a tal punto, que una vez bebió sin percibir un vaso
de aceite en vez de agua. Formó para sí un claustro interior en el cual vivía
tan recogido que, después de dos años, no sabía si el techo de la abadía era
abovedado o liso, y si había ventanas en la capilla. Su comunicación con Dios
era continua, de forma tal que mientras trabajaba no perdía su recogimiento
interior.
Fundador de Claraval, atrae las almas a Dios
Dos años después de su entrada en el Cister, es enviado por San Esteban
como superior de un grupo de monjes para fundar la abadía de Claraval. Bernardo
tenía apenas 25 años.
La nueva abadía quedaba en un lugar inculto y agreste. De ahí el nombre
de Valle del ajenjo. No obstante San Bernardo lo transformó en Valle Claro o
Claraval, difundiendo su fama por toda Europa. En aquella época la fama de los
hombres corría por su santidad y heroísmo, no por su vileza y corrupción.
Bernardo había alcanzado un grado supremo de amor a Dios y de unión con
la voluntad divina, pero le faltaba aún comprender la debilidad de sus
subordinados. Tenía escrúpulos de dirigirlos por la palabra, creyendo que Dios
les hablaría en lo profundo del alma mucho mejor que él. Estaba con esa
tentación, cuando un día se le apareció un niño envuelto en una luz divina. Con
gran autoridad, le ordenó que dijera todo cuanto le viniese al pensamiento,
porque sería el propio Espíritu Santo que hablaría por su boca. Al mismo
tiempo, Bernardo recibió la gracia especial de comprender las debilidades de
los otros y de acomodarse al espíritu de cada uno, para ayudarlos y vencer sus
miserias.
Imán de vocaciones
El modo como Bernardo atraía vocaciones para Claraval era milagroso; por
ejemplo, cuando todo un grupo de nobles –que por curiosidad quisieron
conocerlo– entraron de novicios. Actuaba como si fuese un poderoso imán para
atraer almas a Dios.
Enrique de Francia, hermano del Rey Luis VII, fue a Claraval a tratar de
un asunto importante con San Bernardo. Cuando iba a salir, pidió ver a todos
los monjes, a fin de recomendarse a sus oraciones. Bernardo le dijo que muy
pronto experimentaría la eficacia de esas oraciones. El mismo día Enrique se
sintió tocado por la gracia al punto que, olvidando que era sucesor al Trono,
quiso quedarse en Claraval. Con el tiempo fue Obispo de Beauvais y después
Arzobispo de Reims.
Claraval creció tanto que, habitualmente, allí había de 600 a 700
monjes. Pese a ello, cada uno mantenía su aislamiento interior y silencio, como
si estuviesen solos. Jamás un monje estaba inactivo, todos tenían un trabajo
manual que hacer, cuando no se dedicaban a la oración en el coro o en sus
celdas.
Con el tiempo y con el número crecientede vocaciones, Bernardo pudo
fundar 160 casas de su Orden, no sólo en Francia sino también en otros países
de Europa.
Extirpador de cismas
La misión pública de San Bernardo casi no tuvo similar en la Historia.
Fue, por ejemplo, llamado a combatir el cisma del antipapa Anacleto II.
Recorrió toda Europa, conquistando rey y reinos para la causa justa. Fue el
alma de los Concilios de Letrán, de Troyes y de Reims, convocados por el Papa
para tratar asuntos de la Iglesia.
La prédica de San Bernardo era en general acompañada por un gran número
de milagros. Liberaba a posesos del demonio, restituía la vista a ciegos, los
paralíticos caminaban, los mudos hablaban, los sordos oían.
Prácticamente no podía transitar sin ser seguido por una multitud de
enfermos y de sanos que lo querían tocar. Para protegerse, se veía obligado a
hablar a la multitud desde una ventana.
Por todos lados el santo era llamado “el padre de los fieles, Columna de la Iglesia, apoyo de la Santa Sede y Ángel tutelar del pueblo de Dios”.
Por todos lados el santo era llamado “el padre de los fieles, Columna de la Iglesia, apoyo de la Santa Sede y Ángel tutelar del pueblo de Dios”.
Aniquilador de herejías y predicador de la II
Cruzada
Bernardo fue el protector de la Fe contra las herejías de Pedro Abelardo
y Arnaldo de Brescia, que querían renovar los antiguos errores de Arrio,
Nestorio y Pelagio. Combatió también los errores de Gilberto de la Porée,
Obispo de Poitiers.
Pero la principal herejía que el santo combatió fue la de un monje
apóstata llamado Enrique, que en el Languedoc llevaba a cabo una guerra cruel
contra la Iglesia, atacando los Sacramentos y los sacerdotes fieles.
El santo abad fue también llamado a predicar la II Cruzada, lo que hizo
con la fuerza de su elocuencia y el poder de los milagros. Cuenta su secretario
que en Alemania curó, en un solo día, nueve ciegos, diez sordos o mudos, diez
paralíticos. En Mayence, la multitud que lo rodeó fue tan grande, que el Rey
Conrado debió tomarlo en sus brazos para sacarlo de la iglesia.
La defensa de la Iglesia y el Papado contra la
infiltración judía
Inocencio
II y Rogerio de Sicilia
El Abad de Claraval se esforzó asimismo en la reforma de la Iglesia por
medio de su acción e influencia, pero uno de los aspectos que más llama la
atención en este sentido es la misión y el combate en 1130-1138, en pro de su
unidad, frente al “Cisma de Anacleto”.
A la muerte de HONORIO II en 1130, se produjo una doble elección para sucederle:
GREGORIO PAPARESCHI, quien tomó el nombre de INOCENCIO, y PEDRO DE LEONE, de
una rica familia de origen judío, que pasó a llamarse ANACLETO II. Con la
división del Colegio Cardenalicio se produjo también la del pueblo romano,
siempre muy inmiscuido (por el intervencionismo de sus familias principales) en
las elecciones y la política pontificia.
A San Bernardo no le importó que el hebreo Pierleoni (Anacleto II)
hubiese sido electo por la mayoría de los cardenales, ni que el usurpador
estuviese sentado en la Sede Romana; tampoco le importó que el asustado
Inocencio II se desterrara y escondiera en Francia.
Para resolver el problema, el rey LUIS VI de Francia, “el Gordo”, llevo
a cabo una reunión de un concilio en Étampes, donde la figura clave fue SAN
BERNARDO, quien se decantó por los derechos del primero. A PARTIR DE AHÍ, se
empeñó en obtener para él los apoyos del propio monarca francés, de ENRIQUE I
de Inglaterra y del emperador LOTARIO, realizando numerosos viajes por Francia,
Alemania e Italia, donde estuvo tres veces y consiguió que Pisa y Génova en
1133, y Milán en 1135, se adhiriesen igualmente.
El Doctor MELIFLUO en 1137 trató de ganarse además a ROGERIO II de
Sicilia, hacia quien antes había tenido muchas reticencias por su
enfrentamiento con varias ciudades italianas y con el emperador y el papa. Su
labor en este tiempo consistió, por lo tanto, en viajes, entrevistas,
predicaciones y cartas a diversos personalidades de la Iglesia y de la
política, todo culminó con éxito, pues la muerte de VÍCTOR IV en 1138, elegido
sucesor del recién fallido ANACLETO II, cerró definitivamente el asunto.
San Bernardo de Claraval, defensor del Papado,
rogad por nosotros
Unidad en la Fe
***
No es serio hacer avalista de esto al Espíritu
Santo, como si por privilegio de la FIFA los goles que le metan al Real Madrid
jamás suban al marcador. Con esta falsificación de la fe se traspasan al
Espíritu Santo compromisos que exceden su prometida asistencia, y se otorga al
papa una infalibilidad imposible… pero, desde luego, instrumentable.
Nuevamente , Pedro Rizo
defensor ex officio de la fraternidad lefebvriana nos brinda una prueba
más de que conoce a fondo la infiltración en la logia vaticana, pero a la vez
venera a sus usurpadores como papas y sólo los critica a través del sarcasmo.
Ya previamente había eliminado
de súbito un post donde evaluaba la sede vacante, mejor dicho usurpada u
ocupada por el enemigo de Cristo, pero en su vaivén lefebvriano contemporiza y
sucumbe a la contemporización con los enemigos de la Iglesia.
Se reaviva en el aniversario de su muerte el testamento del Papa Pablo
VI, reproducido en este portal. Un texto que nos enciende de piedad y deseo de
imitación para esa hora final que a todos nos está señalada desde que nacimos.
Saber del testamento de Pablo VI nos invita a repetir nuestros mejores deseos
para la acogida del Padre, el abrazo con el Hijo y la comunión con el Espíritu
Santo. Desde que el Buen Ladrón alcanzó de Cristo el Paraíso en sus últimos
minutos de cruz no otra cosa podemos desear en nuestro adiós que su amor final
para nuestro doloroso arrepentimiento y sincera humillación.
Este testamento de Pablo VI, que inspira tantas alabanzas, y hasta a olvidarnos
del legado que nos dejó, también nos recuerda el portento de su antecesor y
camarada, Juan XXIII cuyo cadáver jamás lo fue pues que quedó incorrupto. Así
lo aseguraron los expertos embalsamadores de la momia de Lenín venidos de
Moscú, noticia que fue y las hemerotecas confirman. Un Papa incorrupto y un
testamento son realmente edificantes para homenaje de esos dos artífices del
Concilio Vaticano II, el más determinante hito de la Historia de la Iglesia,
incluyendo en el adjetivo la encarnación del Verbo, su muerte y resurrección.
(¿No es ahora que gracias a esos papas Buda o Bafumet merecen igual
consideración que Nuestro Señor Jesucristo…? ¿No es “el Dios de Jesús” el mismo
que el de Mahoma, según Juan Pablo II en Marruecos? ¿No se descubren ahora, desde
su concilio, tantas virtudes que imitar de Lutero…?)
Por tan generosas innovaciones se nos proponen los nombres de estos
papas como sobradamente dignos de ser ya canonizados para que, según sus
particulares fundamentos, quede atado y santificado el rico fruto pastoral
del que la historia nos está preparando su veredicto.
Y, consecuentes con ello, hemos de tener por no dignos de igual memoria,
o que no alcanzaron sus méritos, a una reina como Isabel I, de Castilla,
evangelizadora de cien pueblos por cada uno que Lutero le quitó a la Iglesia.
Ni lo merecen, por remitirnos al siglo, el Papa Pío XII, los cardenales Siri y
Midszenty o el arzobispo Casimiro Morcillo… Obvio es que de escaso relieve para
estos nuevos tiempos.
Por este derrape por la incoherencia, por esta huida de lo fundamental,
muchos católicos como inconsciente clavo ardiente al que agarrarse hacen del
papa un ídolo mediático, lo idealizan como si fuera el Aga khan al que pesar en
oro. Más Dios mismo de este mundo que comprometido Vicario. Así se nos propone
que lo entendamos aunque implique olvidar su identidad de representante de
Cristo (cuya divinidad debe proclamar frente a sus seculares enemigos); no
viendo en él al administrador que gerencia – “ata y desata” – para su señor la
hacienda que le fue confiada (nuestra redención por su cruz); y tampoco al
mayordomo que usa para su amo las llaves con las que no sólo abre el cielo sino
que, también, guarda de ladrones la casa terrestre.
A tal absurdo llega esta idolatría que sus enfermos se violentan a sólo
ver bienes donde la historia los niega, y a no ver los males que se muestran en
sus escombros.
No es serio hacer avalista de esto al Espíritu Santo, como si por
privilegio de la FIFA los goles que le metan al Real Madrid jamás suban al
marcador. Con esta falsificación de la fe se traspasan al Espíritu Santo compromisos
que exceden su prometida asistencia, y se otorga al papa una infalibilidad
imposible… pero, desde luego, instrumentable.
En la definición dogmática, la asistencia prometida señala limitaciones
como, por ejemplo, en la advertencia de que «[...] no fue prometido a los
sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya manifestaran
una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y
fielmente expusieran la revelación transmitida por los Apóstoles, o depósito de
la fe.» (cfr. Dz 1836.)
Porque para el fiel más párvulo es claro como el agua que cuando Pedro
negó a Jesús, fue Pedro quien le negaba y no el Espíritu Santo. Que cuando
Judas le vendió al Sanedrín, no fue inspirado por el Espíritu Santo sino por su
personal frustración política. Que en el incidente de Antioquía, no fue el
Espíritu Santo el que rechazó a los gentiles sino San Pedro en su propia
debilidad.
Así fue, sin secuestro de teologías, las cuales muchas veces sólo son
cuñas “doctorales” del corporativismo de un clero que pierde Gracia por todos
lados. Lo seguro es que del Espíritu Santo procedieron las lágrimas de
contrición en San Pedro; o que por él le llegaría a Judas el remordimiento que
luego malogró suicidándose. Y, sin discusión, sí que fue el Espíritu Santo el
que inspiró a la Iglesia, en la persona de San Pablo, la reprensión a San Pedro
afeándole que sometiera el conocimiento de Cristo a las exigencias judías de la
previa circuncisión. (Hch 15, 1; Ga 2, 11-14)
Una intervención, aquella de San Pablo, verdaderamente trascendente pues
que fijó en los cristianos su total independencia de imaginados hermanos
mayores y desmontó la primacía del Antiguo Testamento. Primacía que ahora se
vuelve a promover, no en el sentido de dar marco a la aparición de Jesús sino
para diluirle. Importante intervención la de San Pablo que, salvo mejor
opinión, patenta prioridades doctrinales y disciplinares colocando en sus
justos límites la infalibilidad de San Pedro y sucesores, como arriba subraya
la referencia magisterial.
Parece que la beatificación de Pablo VI se quiere lograr contra viento y
marea. Ya beatificado Juan XXIII, nada más queda él para laurear al Concilio
Vaticano II. Y es urgente seguir el proceso. Porque al santificar a los papas
conciliares se canonizará también esas cabezas de dragón que son las mentiras
nominadas Liberalismo (masónico), Democratismo (igualitario), Antropocentrismo
(revolucionario), y sus secuelas de materialismo histórico, progresismo y
comunismo impulsados ya en la clandestinidad por sus egregios convocantes.
Faltos de razones más consistentes, se acude al sentimentalista
argumento de que el papa Montini fue un santo Hamlet (como le llamaba Juan
XXIII) “que sufrió mucho”. Chocante tesis que reivindicaría méritos para
el mismo Belcebú, criatura en eterno tormento.
Pero lo que de la biografía de Pablo VI nos queda, en verdad a los
fieles que nos tocó en suerte vivir su tiempo, es que aun si dijéramos que
quiso hacer el bien pese a que “por humana debilidad involuntariamente hiciera
algún mal”, lo paradójico de su reinado, quizás lo preternatural es que el bien
lo hizo muy mal y el mal lo hizo bastante bien.
Viendo la película “Las sandalias del pescador” descubres que no es una
obra de arte. Ritmo lento, una interpretación de oficio, tema muy adornado con
la pompa eclesial… Mas la mezcla de ficción con documentales acaba por
interesarnos. En particular cuando el papa de Morris West va a ser coronado.
No nos damos cuenta de lo importante que es este momento. Lo es en un
rey, o en su proclamación, y lo es mucho más en un pontífice. Según he visto,
la solemnidad de prestar juramento se registra ya desde la elección del papa
San Agatón, del año 678, aunque su origen se afirma más antiguo, quizás en el
mismo comienzo de la era constantiniana. Parece que todos los papas lo
hicieron, inclusive Pablo VI.
¿Qué intención tenía este juramento que Juan Pablo II fue el primero en
rechazar? Pues sin duda ninguna el de asegurar una actitud de respeto a las
tradiciones de los Apóstoles. Vea mi lector el texto y juzgue por sí mismo:
«Yo prometo
No cambiar nada de la Tradición recibida, y en nada de ella —tal como la
he hallado guardada antes que yo por mis predecesores gratos a Dios —
inmiscuirme, ni alterarla, ni permitirle innovación alguna.
Juro, al contrario, con afecto ardiente, como su estudiante y sucesor
fiel de verdad, salvaguardar reverentemente el bien transmitido (recibido), con
toda mi fuerza y máximo esfuerzo (compromiso). Juro expurgar todo lo que está
en contradicción con el orden canónico, si apareciere tal, y guardar los
Sagrados Cánones y Decretos de nuestros Papas como si fueran la ordenanza
divina del Cielo, porque estoy consciente de Ti, cuyo lugar tomo por la Gracia
de Dios, cuyo Vicariato poseo con Tu sostén, sujeto a severísima rendición de
cuentas ante Tu Divino Tribunal acerca de todo lo que confesare. Juro a Dios
Todopoderoso y Jesucristo Salvador que mantendré todo lo que ha sido revelado
por Cristo y Sus Sucesores y todo lo que los primeros concilios y mis
predecesores han definido y declarado. Mantendré, sin sacrificio de la misma,
la disciplina y el rito de la Iglesia.
Pondré fuera de la Iglesia a quienquiera que osare ir contra este
juramento, ya sea algún otro, o yo. Si yo emprendiere actuar en cosa alguna de
sentido contrario, o permitiere que así se ejecutare, Tú no serás
misericordioso conmigo en el terrible Día de la Justicia Divina. En
consecuencia, sin exclusión, sometemos a severísima excomunión a quienquiera —
ya sea Nos, u otro — que osare emprender novedad alguna en contradicción con la
constituida Tradición evangélica y la pureza de la Fe Ortodoxa y Religión
Cristiana, o procurare cambiar cosa alguna con esfuerzos opuestos, o conviniere
con aquellos que emprendieren tal blasfema aventura.»
Fuente archivo: LIBER DIURNUS ROMANORUM PONTIFICUM.
Primera observación.- Es su ley y principal mandato guardar la Tradición
y la doctrina excathedra de los papas predecesores.
Segunda.- La necesidad de este juramento supone que los papas pueden
fallar. Más aun, que pueden estar muy lejos de la fe católica, o mediatizados
por compromisos contrarios al bien de la Iglesia. Por eso, ahora lo
comprendemos, en las letanías menores de Pascua de los antiguos misales se
incluía esta rogativa: «Que te dignes mantener en tu santa religión al Soberano
Pontífice y a todas las órdenes de la jerarquía eclesiástica, te rogamos nos
oigas.» (Misal completo para los fieles, Vicente Molina, S.J., Edit.
Hispania S.A. Valencia, 1947).
En flagrante abuso de autoridad, mejor digamos de poder, el progresismo triunfante
ha prescindido de juramento tan antiguo. Y no sólo éste de la coronación de un
pontífice sino, también, el antimodernista con el que San Pío X fortaleció las
conciencias de todos los sacerdotes. Ambos todavía ofrecidos por los papas Juan
XXIII y Pablo VI. Una vez que el juramento, por la fuerza de otro papa, el ya
citado Juan Pablo II, se consideró prescindible, el primer efecto ha sido la
vulneración de sus objetivos. Y como no hay efecto sin causa, uno se pregunta:
¿Con qué propósito eliminó Juan Pablo II este juramento al inicio de su
pontificado?
(Adaptación de mi artículo en MD, de julio de 2009).
***
Hasta
después de su muerte, no se sabe que Marcial Maciel Degollado-Guízar haya
pedido perdón por sus crímenes.
Su
doble vida fue casi secreta. Y bajo secreto se lleva al cine. El cura pederasta
Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y Regnum Christi, logró
pasar por lo que no era. Pero poco antes de su muerte emergieron como un géiser
las mentiras y patrañas que mantuvo bajo tierra durante décadas. Ahora el
secreto se impone sobre el rodaje de la película que reconstruirá la oscura y
pecaminosa vida del infausto personaje, un pedófilo rijoso que despachaba con
papas, cardenales y banqueros, falso célibe con varias mujeres y al menos media
docena de hijos de los que también abusó, adicto al demerol y la morfina y
plagiador del libro de cabecera de sus legionarios. ¡Secreto, se rueda!, debió
gritar Luis Urquiza, director de ‘Obediencia perfecta’, al dar el primer golpe
de claqueta de la película que narra una vida disoluta que se quiso barnizar de
santidad.
Aparte
del título, poco se sabe del reparto, el guión y la localizaciones de la
película que se rueda desde hace dos semanas en algún lugar de México sobre el
influyente y falaz cura mexicano Marcial Maciel Degollado, nacido en Michoacán
en Marzo de 1920 y muerto en Florida en enero de 2008, con 87 años. Maciel fue
el fundador de la Legión de Cristo, empeñada hoy en borrarlo de su historia y
presente en una veintena de países en los que mantiene colegios, universidades,
un batallón de seminaristas, casi un millar de sacerdotes y 70.000 seguidores.
El
descenso a los infiernos de Maciel comenzó una década antes de su muerte.
Antiguos alumnos y estudiantes de sus centros comenzaron en 1997 a denunciar
que habían sido víctimas de abusos sexuales del sacerdote, en los que incurría
desde los años cuarenta y que fueron encubiertos. Se sabría luego que convivió
con al menos dos mujeres con las que tuvo seis hijos de los que también abusó.
Que predicando la austeridad vivía en la opulencia y que fue un mago de las
finanzas en su propio beneficio. Impuso el voto de silencio a sus legiones
cristianas para protegerse y llegó a ser acusado de envenenar a su tío abuelo,
el obispo de Veracruz, Rafael Guízar, que avaló su ¿piadosa? carrera.
Cómplices
«Es
importante llevar la historia de Maciel al cine. La católica sociedad mexicana
es consciente de una problemática que hoy es evidente en todo el mundo; una
tragedia espantosa y que no sólo golpea a miles de niños y niñas que fueron
abusados, sino también a la credibilidad de la institución», ha dicho el excura
Alberto Athié, asesor en la realización de ‘Obediencia perfecta’ y coautor del
libro ‘La voluntad de no saber’, que aborda la protección y la complicidad de
la jerarquía católica con Maciel.
«No
es el caso de un único individuo; otros, aprovechando su investidura,
cometieron abusos o los encubrieron y esto queda claro en la película» anticipa
Athié, que renunció a la sotana en 2000 para pasar a ser una de las principales
voces de denuncia de los abusos de sacerdotes pederastas.
El
excura sostiene que el Vaticano, y en concreto el hoy pontífice Benedicto XVI,
supo siempre de los abusos sexuales cometidos por Maciel. Asegura el
exsacerdote que ‘Obediencia perfecta’ denuncia la protección que altos jerarcas
católicos en México y en el Vaticano ofrecieron a Maciel, quien fue una
presencia constante al lado de Juan Pablo II en tres de sus viajes a México y
que aspiraba a la canonización. La jerarquía vaticana echó tierra sobre el
asunto cuando emergieron las denuncias. Tras años de desmentidos, la Iglesia
inició una investigación que en 2004 obligó a Maciel a abandonar la dirección
de la orden. En 2006, cuando se acumulaban las evidencias en su contra, fue
despojado de su ministerio sacerdotal y conminado a retirarse y a «llevar una
vida de oración y penitencia».
Reconocen los abusos
Habría
que esperar hasta 2010 para que los propios Legionarios de Cristo reconocieran
que su fundador cometió reiterados abusos sexuales y fue padre de hijos con al
menos dos mujeres. En mayo de aquel año se ordenaba la retirada de las imágenes
del otrora venerado fundador de la cristiana legión y de toda referencia a
Maciel en el seno de la organización. Luis Urquiza, productor de larga
trayectoria, se pone por primera vez detrás de la cámara con esta cinta que
recorrerá la vida de Maciel desde su juventud, recrea la fundación de los
Legionarios de Cristo y su vida adulta y su vejez, cuando se conocieron sus
abusos sexuales.
Con
apoyo público del Fondo para la Producción Cinematográfica, se sabe que a
través de anuncios en la prensa mexicana se reclutó a niños de entre 10 y 15
años que actúan como extras y que, según la producción, «desconocen la delicada
historia y la trama de la que sí tienen noticia sus padres».
Hugo
Valdemar, portavoz de la archidiócesis de México, ha lamentado que «se insista
en mostrar la miseria en vez del esplendor» y ha expresado su confianza en que
la película «mantenga un respeto mínimo por los valores del catolicismo».
Negándose a opinar sobre el filme, Valdemar recuerda que «la Iglesia no aplaude
este tipo de obras». «Es una historia muy vergonzosa para nosotros, pero hay
plena libertad de expresión en esta sociedad».
CRONOLOGÍA
1977: Antiguos Legionarios de
Cristo denuncian los abusos sexuales de Maciel en medios mexicanos.
1998: La abogada austriaca
Martha Wegan entrega al Vaticano un informe sobre el fundador de los
legionarios.
1999: El entonces cardenal
Joseph Ratzinger, actual Papa, conoce las denuncias.
2006: La Congregación para la
Doctrina de la Fe, de la que Ratzinger era prefecto, archiva el caso.
2008: Muere Maciel.
2009: Se desvela que Maciel
podría ser el padre de seis hijos, en México y España. Álvaro Corcuera, rector
de los legionarios, reconoce y condena los delitos del fundador.
2010: El secretario general de
la orden pide perdón a las víctimas. Los hijos de Maciel denuncian que también
sufrieron abusos y acusan a la Legión de Cristo de bloquear su herencia.
***
«Juan
Pablo II quien la visitó en 1986, fue el primer sucesor de San Pedro que entró en
una sinagoga.»: Romereports
En
pleno centro de Roma, junto al Tíber, está la Gran Sinagoga, en el corazón
del barrio judío. Fue construida en el año 1904, aunque obviamente la
presencia judía en la Ciudad Eterna se remonta a muchos siglos antes.
Los judíos comenzaron a llegar a Roma en el siglo II antes de Cristo. Aquí se estableció la comunidad judía más antigua de Occidente.
Los judíos comenzaron a llegar a Roma en el siglo II antes de Cristo. Aquí se estableció la comunidad judía más antigua de Occidente.
Riccardo
Di Segni es su actual rabino jefe. Explica que la comunidad judía se ha
desarrollado siempre en torno a este “guetto”.
RICCARDO
DI SEGNI
Rabino Jefe de Roma
Rabino Jefe de Roma
“Hasta 1870 la zona estaba bajo el dominio papal. No estaban autorizados a vivir en otro lugar de Roma, sólo en este barrio”.
El
templo está abierto a todos los visitantes. Desde dentro, pueden ver su
espectacular cúpula, con un diseño único en la ciudad. También hay un
valioso museo con manuscritos y ornamentos.
La
historia de esta sinagoga incluye dos capítulos particulares porque es la única
del mundo que ha recibido la visita de dos Papas.
Benedicto
XVI estuvo aquí en enero de 2010 como prueba de buenas relaciones entre ambas
religiones.
Le allanó el camino Juan Pablo II quien la visitó en 1986. Fue el primer
sucesor de San Pedro que entró en una sinagoga.
RICCARDO DI
SEGNI, Rabino Jefe de Roma
“La
primera visita fue una revolución. Y cambió el enfoque de muchos católicos
hacia los judíos. Mostró el comienzo de una nueva era de respeto mutuo y
amistad”.
Tras
la persecución de judíos durante la II Guerra Mundial, la comunidad judía se
redujo enormemente. Sin embargo, ahora cuenta con unas 15.000 personas. Muchos
de ellos emigraron aquí desde Libia en 1967 tras la Guerra de los Seis Días.
Hoy
en día, todavía se reúnen en este precioso templo que fue construido hace un
siglo y que ha visto tantos cambios durante su historia.
MAGISTERIO PAPAL Y OTRAS
ENSEÑANZAS SOBRE LOS HEBREOS CABALISTAS A TRAVÉS DE LOS SIGLOS
Las bulas y cartas papales
están todas en el BullariumRomanum.
Las actas de los Concilios
están editadas en: MANSI, J.P. -Sacrorum conciliorum nova et amplissima
collectio, 53 vols, Graz. 1960-61
San Gregorio Magno escribió
una carta a Recaredo en la que le felicita por no haber aceptado un soborno
de 30.000 sueldos de los judíos de Toledo, que pretendían manipular al
rey para que ejerciese presión en el Concilio a fin de que no se
promulgasen leyes de protección frente al peligro judío.
También proclamó:
“Si
nosotros por nuestra fe venimos a ser hijos de Abraham, los judíos, por su
perfidia, han dejado de serlo”.
(Sermones dominicales de los Santos Padres, Papa San Gregorio Magno).
(Sermones dominicales de los Santos Padres, Papa San Gregorio Magno).
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), Doctor de la Iglesia por ANTONOMASIA y figura
señera de la Tradición Católica, consultado por la duquesa de Brabante sobre si
era conveniente que en su provincia los judíos fueran obligados a llevar una
señal distintiva para diferenciarse de los cristianos, contesta:
“Fácil es a esto la respuesta, y ella de acuerdo a lo establecido en el
Concilio general (Cuarto de Letrán, año 1215, c. 68), que los judíos de
ambos sexos en todo territorio de cristianos en todo tiempo deben distinguirse
en su vestido de los otros pueblos. Esto les es mandado a ellos en su ley, es a
saber, que en los cuatro ángulos de sus mantos haya orlas por las que se
distingan de los demás.”
El Doctor Angélico, comprendiendo la necesidad de encadenar a la bestia
hebrea para que no siguiera haciendo daño, sostuvo doctrinalmente que:
1- “Los judíos deben portar el signo distintivo según el estatuto del Concilio General [IV de Letrán]…Los judíos no pueden lícitamente retener lo adquirido por usura, estando obligados a restituir a quienes hayan extorsionado… Los judíos por razón de sus culpas están en perpetua servidumbre, los señores pueden por lo tanto, tomarles sus cosas, dejándoles lo indispensable para la vida…” ( Tomás de Aquino, Opera Omnia. EdiciónPasisills, 1880. Tábula 1 a-o, tomo XXXIII, p. 534.)
2-“A los judíos NO se les debería permitir quedarse con lo obtenido por medio de la usura; lo mejor sería que se les obligara a trabajar para ganarse la vida, en vez de no hacer otra cosa que hacerse más avaros.”(“Regimiento de príncipes”)
3- “Pues (los judíos) veían en Él todas las
señales que los profetas dijeron que iba a haber [...] pues veían con evidencia
las señales de la Divinidad de Él, mas por odio y envidia hacia Cristo,
las tergiversaban; y no quisieron confiar en las palabras de Éste, con las
cuales se confesaba Hijo de Dios” (cfr. Summa Theologica, 3 p., qu. 47, art.
5).
¿Qué valor debemos otorgarle a estas enseñanzas
de Santo Tomás de Aquino?
Dejando al margen que fue proclamado Doctor de
la Iglesia por San Pío V y que su obra Summa Theologica fue una de las obras
clave oficialmente utilizadas por la Iglesia durante el Concilio de Trento,
hay que decir que en la encíclica Aeterni Patris, 1879, el papa Beato León XIII
proclamaba que la filosofía de santo Tomás sea labase de la enseñanza en TODAS
las escuelas, proclamándole ‘patrón de las universidades y centros de estudio’
en 1880. También se le considera “Padre de todos los escolásticos”.
El Papa San
Pío X, en la encíclica Pascendi, proclama solemnemente:
“Es importante notar que, al prescribir que se siga la filosofía escolástica, Nos referimos a la que enseñó Santo Tomás de Aquino: todo lo que Nuestro Predecesor decretó acerca de la misma, queremos que siga en vigor y, por si fuera necesario, lo repetimos y lo confirmamos, y mandamos que se observe estrictamente por todos. “(Pascendi)
“Es importante notar que, al prescribir que se siga la filosofía escolástica, Nos referimos a la que enseñó Santo Tomás de Aquino: todo lo que Nuestro Predecesor decretó acerca de la misma, queremos que siga en vigor y, por si fuera necesario, lo repetimos y lo confirmamos, y mandamos que se observe estrictamente por todos. “(Pascendi)
El papa Pío XII, en la encíclica Humani generis, 1950, enseña que la
filosofía tomista es la guía más segura para la doctrina católica y condena
TODA desviación de ella.
Concilio de
Elvira (306): Prohíbe a los cristianos comer con judíos.
El Concilio de Agde, celebrado en el año de 506 bajo los
auspicios de San Cesáreo, Primado de la Provincia de Arlés, estableció
lo siguiente:
Canon XXXIV. “Cómo se han de
recibir los judíos que desean convertirse. Los judíos cuya perfidia los vuelve
frecuentemente al vómito, si quisieren convertirse a la Ley católica, estarán
ocho meses de catecúmenos y si se conoce que vienen con fe pura, pasado este
tiempo, sean bautizados…”
Concilio III de Orleans (538): Prohibido a los judíos emplear criados cristianos
o tener siervos cristianos. Prohibido a los judíos mostrarse en público en
Semana Santa.
Concilio de Clermont (535): Prohibido a los judíos tener un oficio público.
El Concilio de Mâcon (581) adoptó varias resoluciones asignando a los judíos
una posición de inferioridad en la sociedad. Se les prohibía ser jueces,
recolectores de impuestos, por recelo de que apareciera sujeta a ellos la
población cristiana
Concilio Trulano (692): Prohibido patrocinar a doctores judíos. En el
Concilio Trulano del año de 692, considerado como un suplemento de los
Concilios Ecuménicos V y VI, se dice que la herejía del hebreo Nestorio renovaba
la impiedad judía, cuando en su canon I, expresa:
“Reconocemos
al mismo tiempo, la doctrina proclamada en Éfeso por los doscientos divinos
Padres persiguiendo la inepta división de Nestorio, como segregada de la suerte
divina, puesto que declaraba que Jesucristo era hombre separadamente, renovando
la impiedad judaica”.
Y después, en su Canon XI, establece la pena de deposición para los
clérigos que se relacionen íntimamente con los judíos.
Y no es que la Santa Iglesia se apartara con esto de la caridad
cristiana, que ha patrocinado siempre, ya que entre las obras de misericordia
existe la nobilísima constumbre de visitar a los enfermos; sino que,
conocedores los prelados de este santo Concilio del hecho, universalmente
comprobado, de que los hebreos aprovechan siempre hasta las generosas obras de
la cristiana caridad para adquirir influencia sobre los cristianos con miras a
socavar nuestra Santa Religión, vieron de urgente necesidad prohibir todo
aquello que pudiera tender lazos de peligrosa amistad entre cristianos y
judíos; misma que pusiera a los primeros en peligro de caer en las garras de
esos viejos lobos.
> Concilio de Narbona: Prohibido vivir en casas de judíos.
Concilio de Gerona (1078): Obligatorio para los judíos pagar tasas para
mantener la Iglesia.
Concilio III de Letrán (1179, Canon 26): Los judíos no pueden ser testigos ni demandantes en juicios contra
cristianos. Prohibido a los judíos retener la herencia de descendientes que han
abrazado el Cristianismo.
Concilio IV de Letrán (1215. Canon 68): Este importantísimo concilio
contra cátaros y albigenses, donde se definen por primera vez de manera
evidente dogmas como Extra Ecclesiam nulla salus, el dogma de la
Transubstanciación o la existencia del Infierno, trata específicamente el tema
de los judíos, cuerpo místico del Anticristo y testigos perennes del triunfo de
Cristo sobre las tinieblas, estableciendo que estos “malditos de Dios” deberán
llevar una marca distintiva en sus ropas.
Concilio de Oxford (1222): Prohibición de construir
nuevas sinagogas.
Concilio de Viena (1267): Prohibido a los cristianos
acudir a ceremonias judías.
Prohibido a los judíos disputar con cristianos del pueblo sobre los
dogmas de la religión católica. Los judíos son obligados a usar sombreros con
dos puntas llamados pileteum cornutum (medida efectiva
psicológicamente para instruir al pueblo en la escritura. Cf. Jn. 8, 44).
Concilio de Breslau (1267): Obligatorios los guetos
para los judíos.
Concilio de Mainz (1310): Seguir considerándose judío o tener alguna práctica
o apego a lo judío tras convertirse es herejía.
Concilio de Basilea (1434. Sesión XIX): Prohibido a
los judíos actuar como agentes en la conclusión de contratos, especialmente
matrimoniales.
Prohibido a los judíos obtener títulos académicos.
Prohibido a los judíos obtener títulos académicos.
Quizá los concilios más
importantes para la defensa contra los judíos, considerados Malditos de Dios ya
en la escritura, sean los Concilios Toledanos, pues siempre se les ha
otorgado a estos concilios, dentro de los concilios locales, un particular valor
dogmático, pero no se puede dejar de mencionar en importancia el IV Concilio de
Letrán, que además fue Concilio General.
El Concilio IV Toledano, por ejemplo, tan autorizado en doctrina
eclesiástica, declara la excomunión para quienes apoyen a los judíos.
Este Concilio también define a los judíos como “Cuerpo del Anticristo” y como
“Ministros del Anticristo”.
La ley XXIII del Canon IX del XII Concilio de Toledo ordena
terminantemente: “…y que ninguno (sacerdote) ampare a ningún judío, ni
razone con él aunque persevere en su error y en su ley”.
Al aprobar el Concilio Toledano esta ley, en ese mismo canon declaró que
era pecado mortal ya no sólo el hecho de ayudar a los judíos, sino el
de que el obispo, sacerdote o religioso fuera negligente en el cumplimiento de
sus obligaciones en la lucha contra el judaísmo, sancionando ese pecado
mortal con la excomunión del obispo culpable.
No hay que olvidar, además, la gran autoridad que la Santa Iglesia ha
concedido siempre a los citados Concilios toledanos, en lo que respecta a la definición
de la doctrina eclesiástica y en cuanto a las medidas tomadas en contra de
los judíos por el Concilio XII; su vigor, como doctrina, de la Santa Iglesia,
es mayor en vista de que reunido en el año de 683 un nuevo concilio de Toledo,
el número XIII, no sólo confirmó en su Canon IX las leyes aprobadas en el
Sínodo anterior, sino que ordenó que tuvieran vigor y solidez eternamente,
dándoles con ello el carácter perenne de Doctrina de la Iglesia. Al efecto, el
citado Canon IX del Concilio XIII de Toledo, dice:
“De la confirmación del
Concilio XII, celebrado en el año primero del gloriosísimo rey Ervigio. Aunque
las actas sinodales del Concilio Toledano XII, celebrado el año primero de
nuestro príncipe glorioso Ervigio, fueron dispuestas y arregladas por el fallo
unánime de nuestro consentimiento en esta ciudad real, sin embargo ahora
reproducido este apoyo de nuestra firme decisión, decretamos que semejantes
actas como se escribieron u ordenaron, tengan vigor y solidez eternamente”
Veamos algunos ejemplos más de concilios toledanos:
“…Cualquier obispo, presbítero, o seglar, que en adelante les prestare
apoyo… bien sea por dádivas bien por favor, se considerará como verdaderamente
profano y sacrílego, privándole de la comunión de la Iglesia Católica, y
reputándole como extraño al Reino de
Dios, pues es digno que se separe del cuerpo de Cristo el que se
hace patrono de los enemigos del Señor” (Concilio IV de Toledo, Canon LVIII.)
“…y que ninguno ampare a ningún judío, ni razone
con él aunque persevere en su error y en su ley”. (Concilio XII de Toledo,
Canon IX, ley XXIII)
“…que no merezcan jamás ser perdonados y que
sufran lo que merecen, ya sea pena de muerte o bien otra que sea menor, (pero)
sin ninguna palabra falla y sin ninguna piedad de ninguna índole”
(Concilio XII de Toledo, Canon IX, ley XXVII)
“De la confirmación del Concilio XII, celebrado en el año primero del
gloriosísimo rey Ervigio. Aunque las actas sinodales del Concilio Toledano XII,
celebrado el año primero de nuestro príncipe glorioso Ervigio, fueron
dispuestas y arregladas por el fallo unánime de nuestro consentimiento en esta
ciudad real, sin embargo ahora reproducido este apoyo de nuestra firme
decisión, decretamos que semejantes actas como se escribieron u ordenaron,
tengan vigor y solidez eternamente”
(CONCILIO XIII DE TOLEDO, Canon IX)
Canon I. “De la perfidia de los judíos.- Aunque en condenación de la
perfidia de los judíos, hay infinitas sentencias de los Padres antiguos y
brillan además muchas leyes nuevas; sin embargo como según el vaticinio
profético relativo a su obstinación, el pecado de Judá está escrito con pluma
de hierro y sobre uña de diamante, más duros que una piedra en su ceguera y
terquedad. Es, por lo tanto, muy conveniente que el muro de su infidelidad debe
ser combatido más estrechamente con las máquinas de la Iglesia Católica,
de modo que, o lleguen a corregirse en contra de su voluntad, o sean
destruidos de manera que perezcan para siempre por juicio del Señor” (Concilio
Toledano XVI)
SI A ALGUNO LE QUEDAN DUDAS SOBRE CUÁL ES LA DOCTRINA CATÓLICA ENSEÑADA
POR EL MAGISTERIO DE SIEMPRE SOBRE LOS PÉRFIDOS ASESINOS DEL SEÑOR, PUEDE
DELEITARSE LEYENDO UNAS CUANTAS BULAS, COMO LAS SIGUIENTES:
Honorio III:
-Sicut judaeis non debet esse licentia Nov. 7, 1217
-Ad nostram noveritis audientiam 29 de Abril, 1221
Gregorio IX:
-Sufficere debuerat perfidiae judaeorum perfidia 5 de marzo, 1233
Inocencio IV:
-Impia judaeorum perfidia 9 de mayo, 1244
Clemente IV:
-Turbato corde 26 de julio, 1267
Gregorio X:
-Turbato corde 1 de marzo, 1274
Nicolás III:
-Vineam Sorec 4 de Agosto, 1278
Nicolás IV:
-Turbato corde Sept. 5, 1288
Juan XXII:
-Ex Parte Vestra 12 de Agosto, 1317
-Cum sit absurdum 19 de junio, 1320
Urbano V:
-Sicuti judaeis non debet 7 de junio, 1365
Martin V:
-Sedes apostolica 3 de junio, 1425
Eugenio IV:
-Dudum ad nostram audientiam 4 de agosto, 1442
Calixto III:
-Si ad reprimendos 28 de mayo, 1456
Pablo III:
-Cupientes judaeos 21 de marzo, 1542
-Illius, qui pro dominici Feb. 19, 1543
Julio III:
-Pastoris aeterni vices 31 de agosto, 1554
Pablo IV:
-Cum nimis absurdum
Dudum postquam 23 de marzo, 1556
Pío IV:
-Cum inter ceteras 26 de enero, 1562
-Dudum e felicis recordationis Feb. 27, 1562
San Pío V:
-Romanus Pontifex 19 de abril, 1566
-Sacrosanctae catholicae ecclesiae Nov. 29, 1566
-Cum nos nuper 19 de enero, 1567
-Hebraeorum gens Feb. 26, 1569
Gregorio XIII:
-Vices Ejus nos 1 Sept, 1577
-Antiqua judaeorum improbitas 1 de julio, 1581
-Sancta Mater Ecclesiae 1 de sepiembre, 1584
Sixto V:
-Christiana pietas Oct. 22, 1586
Clemente VIII:
-Cum saepe accidere Feb. 28, 1592
-Caeca et obdurata Feb. 25, 1593
-Cum Haebraeorum malitia Feb. 28, 1593
Pablo V:
-Apostolicae servitutis 31 de julio, 1610
-Exponi nobis nuper fecistis 7 de agosto, 1610
Urbano VIII:
-Sedes apostolica 22 de abril, 1625
-Injuncti nobis 20 de Agosto, 1626
-Cum sicut acceptimus Oct. 18, 1635
-Cum allias piae 17 de marzo, 1636
Alejandro VII:
-Verbi aeterni 1 de diciembre, 1657
-Ad ea per quae Nov. 15, 1658
-Ad apostolicae dignitatis 23 de mayo, 1662
-Illius, qui illuminat 6 de Marzo, 1663
Alejandro VIII:
-Animarum saluti 30 de marzo, 1690
Inocencio XII:
-Ad radicitus submovendum 31 de agosto, 1692
Clemente XI:
-Propagandae per universum 11 de marzo, 1704
-Essendoci stato rappresentato 21 de enero, 1705
-Salvatoris nostri vices 2 de enero, 1712
Inocencio XIII:
-Ex injuncto nobis 18 de enero, 1724
Benedicto XIII:
-Nuper, pro parte dilectorum 8 de enero, 1726
-Emanavit nuper 14 de febrero, 1727
-Alias emanarunt 21 de marzo, 1729
Benedicto XIV:
-Postremomens Feb. 28, 1747
-Apostolici Ministerii munus 16 sept, 1747
-Singulari Nobis consoldtioni Feb. 9, 1749
-Elapso proxime Anno 20 feb, 1751
-A quo primum, 14 de junio, 1751
-Probe te meminisse 15 de diciembre, 1751
-Beatus Andreas Feb. 22, 1755
Dejando al margen un concilio
tan importante el Concilio de Jerusalem, que fue el primer concilio que hubo y
en él se condena a la primera de todas las herejías: los llamados judaizantes o
‘judeocristianos’, y dejando al margen otros concilios como el de Florencia,
donde se define que no se puede salvar quien adopte cosas judías como honrar el
sábado o circuncidarse, hemos citado una lista de unos cuantos papas con sus
respectivos documentos contra los judíos y algunos ejemplos de concilios contra
los judíos y sus simpatizantes o protectores. Veamos ahora algunos ejemplos concretos
que afiancen lo dicho (aunque debería estar ya suficientemente claro). Algunos
de los documentos que voy a citar ni siquiera aparecen en las bulas citadas,
sino que se trata de otros documentos que inciden en lo mismo contra los
pérfidos judíos, lo cual demuestra que el tema es de extrema importancia para
cualquier católico:
El gran papa Alejandro III, en su decretal “Ad haec”, prohiberelaciones
entre judíos y cristianos. Por ejemplo dice textualmente:
“Nuestros modos de vida y los
de los judíos son extremadamente diferentes, y los judíos pervertirán
fácilmente las almas de las gentes sencillas a su superstición e incredulidad
si tales gentes están viviendo en continua e íntima conversación con ellos”.
El papa Inocencio II,
en el fragor de la terrible lucha, escribía al emperador Lotario diciéndole:
“La Iglesia, con divina
inspiración, te ha escogido y elegido a ti en calidad de legislador como a un
segundo Justiniano, y como a un segundo Constantino para combatir la herética
impiedad de los judíos”.
El ilustre papa Inocencio
III, en su decretal Etsi Iudaeos(1198-1216.), dice cosas tan ciertas
como la siguiente:
“Cuando (los judíos) son admitidos así por piedad en relaciones
familiares con los cristianos, ellos compensan a sus benefactores, como dice el
proverbio, como la rata escondida en el saco, o la serpiente en el pecho, o
el tizón ardiente en el regazo de uno“.
Inocencio IV, en su importantísima Bula “Impia
Judaeorum Perfidia”, decía textualmente lo siguiente:
“La impía perfidia de los judíos, de cuyos corazones por la inmensidad
de sus crímenes, nuestro Redentor no arrancó el velo, sino que los dejó
permanecer todavía en ceguedad cual conviene, no parando mientes en que por
sola misericordia, la compasión cristiana los recibe y tolera pacientemente su
convivencia; cometen tales enormidades que causan estupor a quienes las oyen, y
horror a quienes son relatadas”.
Considerando dicho Papa que el Talmud y otros libros clandestinos de los
hebreos, los incitaban a cometer toda clase de maldades, ordena en la misma
Bula que sean quemados públicamente, “Para confusión de la perfidia de los
judíos”
Gregorio IX en el siglo
XIII, en la lucha que entabló el judaísmo en defensa de la Cristiandad,
promulgó el 5 de marzo de 1233 su famosa Bula “Sufficere debuerat”.
Enrique II fue denunciado ante
Gregorio XI como si fuese un judío, el resultado de esta
denuncia fue la bula del 28 de Octubre de 1375 que censuraba la protección
por él dispensada a los hebreos, le ordenaba poner en marcha las leyes de
segregación y le recomendaba prestar su apoyo al converso Juan de Valladolid,
activo perseguidor de sus hermanos de raza.
Gregorio XIII en su bula del 1 de julio de 1581 dice:
“La impía perversidad de los judíos, con la que siempre hicieron frente
a la Divina Bondad, tanto o más execrable prevalece en sus descendientes”
Nicolás IV fulminó contra los judíos su famosísima Bula “Turbato
Corde“, en que, siguiendo a sus predecesores, enardecía a los inquisidores,
clérigos y autoridades seglares, que procedieran contra ellos con ahínco y
también contra los que los defendieran, los favorecieran o protegieran. Esta
bula fue una de las bases más firmes de la Santa Iglesia medieval en su lucha
contra la quinta columna judías introducida en la Cristiandad.
Nicolás V: Confirma los documentos magisteriales anteriores sobre la
necesidad de controlar a los judíos de diversas formas, como el guetto y un
distintivo especial en la ropa.
San Juan Capistrano Hebraeonomastix (azote de los judíos), fue empleado como embajador
en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas y con muy buenos resultados. Fue quien salvó la Cristiandad de la invasión
de los turcos . Tres veces le ofrecieron los
Sumos Pontífices nombrarlo obispo de importantes ciudades, pero prefirió seguir
siendo humilde predicador, pobre y sin títulos honoríficos.Tales
pontífices fueron Martín V [Chieti], EugenioIV[Aquila], Nicolás V y Calixto III le confiaron misiones delicadas: como la detracción de los Fraticelli, la lucha en
Moravia contra la herejía hussita (obra del judío Jean Huss), las negociaciones
para la incorporación de los griegos a la Iglesia Romana, la vigilancia de los
judíos, la contención del cisma de Basilea, etc.etc ..
Martín V, que ascendió al
trono pontifical influenciado por las intrigas de los judíos, al hacerse éstos
aparecer como víctimas de los cristianos [ya que la actitud de los judíos ha
sido siempre 'ir de víctimas'], empezó observando una política de tolerancia
desastrosa para la Cristiandad, por lo que pronto dicho Sumo Pontífice se
vio obligado a rectificar.
Su famosa Bula “Sedes Apostólica”
nos da una idea de la forma en que los judíos correspondieron a la protección
que durante algún tiempo les dispensó dicho Papa. La referida bula, después de
mencionar su equivocada política benévola hacia los israelitas, dice:
“Sin
embargo, vino hace poco a nuestro conocimiento por relatos dignos de fe, no sin
grave turbación de nuestro ánimo, que algunos judíos de ambos sexos que moran
en Cafasse y Cannas y en otras ciudades de regiones de ultramar y en tierras y
lugares sujetos a la jurisdicción de los cristianos, no satisfechos con su
obstinación y para encubrimiento del fraude y la malicia, no llevan ninguna
señal especial en su vestido, por lo cual se les pueda conocer como judíos. Y
no temiendo aparentar ser cristianos, ante muchísimos cristianos de ambos sexos
de las ciudades, territorios y lugares mencionados, que por lo mismo no los
pueden identificar, cometen en consecuencia diversas cosas nefandas y
crímenes: entre otros, cuya sola enumeración es horrenda, los crímenes de
los Zachi, los Rossi, los Alani, Mingrelli y Anogusi, que bautizados según el
rito griego y bajo profesión del nombre cristiano compran las personas de
ambos sexos, que pueden, y después de compradas a su vez las venden
despiadadamente a los sarracenos y otros infieles, enemigos ferocísimos y
eternos del nombre cristiano, por un precio aún diez veces mayor que el precio
de compra; convirtiéndolas con toda exactitud en mercancías, llevan a dichas
personas a los territorios sarracenos o infieles”(Papa Martín V, Sedes Apostólica,
año 1425)
Sixto IV en 1478 su bula Facit
nos pietas aprobó el juicio sobre San Simón de Trento, víctima de uno de los
numerosos asesinatos rituales realizados por los judíos.
Pablo III se refiere
claramente a la perfidia hebraica en su Bula “Illis Vices” del 12 de octubre de
1535. Fue quien firmó (confirmándolo más tarde Benedicto XIII) los “Estatutos
para la Limpieza de Sangre”.
Su Santidad el Papa Paulo IV,
en su célebre Bula “Cum Nimis Absurdum” del 12 de julio de 1555, dice:
“Siendo demasiado absurdo e
inconveniente que los judíos, a quienes su propia culpa sujeta a perpetua
esclavitud, so pretexto de que la piedad de los cristianos, aguanta y tolera su
convivencia, pagan a los cristianos con enorme ingratitud, ya que a las gracias
recibidas, devuelven afrentas y procuran trocar en dominación, la servidumbre
que les deben”.
Pasa luego a ordenar la santa bula que los
judíos deben llevar el distintivo ordenado y deben habitar en aljamas
(guettos).
San Pío V, ese santísimo papa a quien debemos que la Santa Misa fuera codificada
PARA SIEMPRE, que tanto amó el Santísimo Rosario,
en el primer año de su pontificado, alarmado por la acción subversiva
de los hebreos, manifestó de forma enérgica su
convicción de que era preciso obligar a los judíos a llevar una señal visible
que les distinguiera de los cristianos, para que éstos pudieran cuidarse de sus
ponzoñosas prédicas.
Al efecto, en Bula de fecha 19
de abril de 1566, confirmaba lo ordenado por bulas de Papas anteriores y por
los santos concilios, mandando que todos los judíos debían llevar
identificación, los varones un birrete y las mujeres una simple señal.
Además, como los judíos de los
Estados Pontificios, por medio de fraudes y usuras, se estuvieran adueñando de
la propiedad raíz, este Papa canonizado y santo, se vio obligado a promulgar la
bula “Cum nos nuper” el 19 de enero del año 1567, segundo de su pontificado,
confirmando las de Papas anteriores, al prohibir a los israelitas
adquirir bienes raíces, obligándolos a venderlos en un plazo perentorio, so
pena de que al desobedecer a este respecto una vez más las bulas papales, se
les confiscaran dichos bienes raíces.
Este gran papa, entre otros
muchos documentos de gran valía y virtud, el 26 de febrero de 1569 promulgó la
fulminante Bula “Hebraorum Gens“, expulsando a los judíos de los
Estados Pontificios.
“El pueblo judío […] llegado
el tiempo de la plenitud, ingrato y pérfido, condenó indignamente a su Redentor
a ser muerto con muerte ignominiosa […] omitiendo las numerosas modalidades de
usura con las que por todas partes, los hebreos consumieron los haberes de los
cristianos necesitados, juzgamos como muy evidente ser ellos encubridores y aun
cómplices de ladrones y asaltantes que tratan de traspasar a otro las cosas
robadas y malversadas u ocultarlas hasta el presente, no sólo las de uso
profano, mas también las del culto divino. Y muchos con el pretexto de tratar
asuntos propios de su oficio, ambicionando las casas de mujeres honestas, las
pierden con muy vergonzosos halagos; y lo que es más pernicioso de todo, dados
a sortilegios y encantamientos mágicos, supersticiones y maleficios, inducen a
muchos incautos y enfermos a los engaños de Satanás, jactándose de predecir el
futuro, tesoros y cosas escondidas… Por último tenemos bien conocida e indagada
la forma tan indigna en que esta execrable raza, usa el nombre de Cristo, y a
qué grado sea dañosa a quienes, habrán de ser juzgados con dicho nombre y cuya
vida pues está amenazada con los engaños de ellos.”
Veamos lo que dice en una encíclica Su Santidad BENEDICTO
XIV:
“Los judíos se ocupan de asuntos comerciales, amasan enormes sumas de
dinero de estas actividades, y proceden sistemáticamente a despojar a los
cristianos de sus bienes y posesiones por medio de sus exacciones usurarias.
Aunque al mismo tiempo ellos piden prestadas sumas de los cristianos a un nivel
de interés inmoderadamente alto, para el pago de las cuales sus sinagogas
sirven de garantía, no obstante sus razones para actuar así son fácilmente
visibles. Primero de todo, obtienen dinero de los cristianos que usan en el
comercio, haciendo así suficiente provecho para pagar el interés convenido, y
al mismo tiempo incrementan su propio poder. En segundo lugar, ganan tantos
protectores de sus sinagogas y de sus personas como acreedores tienen.” (Carta
encíclica a Quo Primum, 1751)
DIARIO PAMPERO
Cordubensis
INSTITUTO EREMITA
URBANUS
Córdoba del Tucumán
de 24 de agosto del Año del Señor de 2012- Fiesta de SAN BARTOLOMÉ, Apóstol. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA
PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA libre, justa y soberana!
Asunto: ACUERDO agradecido a FORO CATÓLICO BLOG. Gspp*
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