*¿Sugerencias
concretas o mentalidad difusa? Controversias en torno a la presunta
correspondencia entre jefes masónicos y prelados vaticanos. P.24-33. Informe.
Liturgia.
*UNA
BABEL BUSCADA*. A pesar del deseo del Concilio, el latín tardo sólo cinco años
en desaparecer de la Iglesia. ¿Cómo fue posible? Una investigación exclusiva.
Editó:
Lic. Gabriel Pautasso
*Revista de Buenos Aires “Esquiú”. 26.7 al
1.8.92, nº 1682. Año XXXIII. Del 26 de julio al 1º de agosto de 1992. pág.
24-33. Director General: OSCAR REYNALDO ALONSO.
Por *ANDREA
TORNIELLI*
*Sigue siendo la lengua oficial de la Iglesia
Católica, o al menos durante dieciocho años. Posteriormente, en sólo cinco años
ha desaparecido definitivamente de la liturgia y del breviario de los
sacerdotes. El final del latín, según muchos una desgracia, y en opinión de
otros una necesaria puesta al día para favorecer la participación del pueblo en
las celebraciones, no fue sancionada por el Concilio Ecuménico Vaticano II. La
desaparición total de los libros litúrgicos de la lengua de los antiguos
romanos se ha dado silenciosamente a menudo contra la voluntad de PABLO VI,
quien había establecido que debía continuar al lado de las otras lenguas en el
misal. A continuación ofrecemos la historia de la reforma y los protagonistas
de aquellos años que marcaron profundamente la vida de la Iglesia.
*LA
VOLUNTAD DE JUAN XXIII*
“La lengua latina, a la que en verdad podemos
definir católica... es el vínculo más adecuado a través del cual la edad
presente de la Iglesia
se une admirablemente a las edades precedentes y a las futuras... JUAN XXIII había querido rodear con la
máxima solemnidad la firma de la Constitución apostólica VETERUM SAPIENTIA. El 22 de febrero de 1962, ante la presencia de
cuarenta cardenales, firmó en el altar de la Confesión , sobre la
tumba de San Pedro, el documento para la salvaguardia del latín como lengua
“inmutable” y “universal” de la
Iglesia y de la liturgia católica. En texto, promulgado siete
meses antes de la apertura del Concilio, se olvido enseguida. Una indicación
precisa de la cual los obispos de todo el mundo habían decidido no separarse.
En el número 36 de la Constitución sobre liturgia SACROSANCTUM CONCILIUM se lee: “Se
conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derechos
particulares” y algo más adelante, en el número 54: “Procúrase...que los fieles sean capaces también de recitar o cantar
juntos, incluso en lengua latina, las partes del Ordinario de la Misa que les corresponde”.
La misma actitud se mantiene en lo concerniente a la liturgia de las Horas: “De acuerdo con la tradición secular del
rito latino, en el Oficio divino se ha de conservar para los para los clérigos
la lengua latina” (n.101). “El
Concilio no podía poner en discusión el principio del mantenimiento de la
lengua latina en los ritos en los ritos que toman su nombre de ella”,
escribía en 1964 RINALDI FALSINI en
el comentario a la
Constitución conciliar. “Actualmente
un abandono íntegro del latín, dada la vastedad del patrimonio litúrgico,
parece impensable e irrealizable”. El liturgista observa algo más algo más
adelante que la lucha contra el uso de la lengua latina en la misa comenzó con
los protestantes.
El latín, pues, también en las intenciones del
Vaticano II, sigue siendo formalmente la lengua oficial de la Iglesia Católica.
El 3 de septiembre de 1978, JUAN PABLO I,
durante la misa solemne con la que inauguraba su brevísimo pontificado, celebró
la primera parte de su homilía en la lengua de CICERÓN. “Hemos querido
comenzar esta homilía nuestra en latín”, explicó instantes después ALBINO LUCIANI, “porque, como es sabido, es la lengua oficial de la Iglesia, cuya
universalidad y unidad expresa palmaria y eficazmente”.
Y sin embargo, apenas cinco años después del
Concilio, el latín desaparecía de hecho de los libros litúrgicos para dejar
enteramente su puesto a las lenguas nacionales. Una desaparición repentina,
aparentemente no deseada por los padres conciliares, quienes habían votado casi
unánimemente (2147 favorables, 4 contrarios) un documento sobre la liturgia que
preveía el mantenimiento del latín, concediendo a la lengua vulgar sólo algunas
posibilidades “especialmente en las
lecturas y moniciones, en algunos oraciones y cantos...” La preocupación de
JUAN XXIII y del Concilio estaba
clara: la inmutabilidad de la lengua garantizaba la solidez de la doctrina
expresa. ¿Cómo se ha llegado a “deslatinizar” totalmente el misal, en primer
lugar, y posteriormente el breviario de los sacerdotes?
¿MISIÓN
SECRETA?
“Querido
BUAN, te comunicamos el encargo que
el Consejo de los Cofrades estableció para ti de acuerdo con el Gran Maestro y
los Príncipes Asistentes al Solio y te obligamos: ... a difundir la
des-cristianización mediante la confusión de los ritos y de las lenguas y
enfrentar entre sí a los sacerdotes, obispos y cardenales. La BABEL lingüística y ritual será nuestra
victoria, tal como la unidad lingüística y de rito ha sido la fuerza de la
Iglesia... Todo debe suceder en un decenio” (14 de
julio de 1964).
“Gran
Maestro Incomparable... los grados de la desacralización avanzan velozmente. En
efecto, ha salido otra Instrucción cuya puesta en práctica comenzó el 29 de
junio pasado. Ya podemos cantar victoria puesto que: las lenguas nacionales
reinan en toda la liturgia, incluidas sus partes esenciales... Existe una
libertad de elección total de los distintos formularios hasta llegar a la creatividad
individual y al... ¡caos! ... En fin, con dicho documento creo haber sembrado
el principio del máximo libertinaje, según nuestras disposiciones. He luchado
ásperamente y debí recurrir a todo a todo tipo de argucias para que el Papa lo
aprobará, en contra de mis enemigos de la Congregación para los Ritos. Para
nuestra suerte, encontramos rápidamente apoyo en los amigos y cofrades de la UNIVERSA LAUS, que son fieles. Le
agradezco la suma enviada. A la espera de verle cuanto antes, reciba un fuerte
abrazo. Su cofrade BUAN” (2 de julio de 1967).
Se trata del texto de dos cartas: la primera
al parecer fue enviada a monseñor ANNIBALE
BUGNINI (cuyo nombre en código es BUAN)
por el Gran Maestro de la masonería; la segunda, enviada por el prelado
liturgista al jefe de la Logia ,
constituye a pocos años de distancia, una especie de respuesta, en la que el
afiliado comunica haber cumplido la misión se le encargó la misión con mucha
antelación a lo requerido. Estos documentos – gravemente infamantes para el
interesado, que siempre desmentirá haber tenido con las sectas masónicas - ,
¿son verdaderos o falsos? Es imposible establecerlo, dado que se trata de
cartas escritas a máquina y fotocopiadas por un fantasmagórico “infiltrado”,
que las pasó posteriormente, al parecer, a algunos obispos y cardenales amigos,
entre ellos al arzobispo de Génova, GIUSEPPE
SIRI y al prefecto de la
Signatura apostólica, DINO
STAFFA. Si damos crédito a las cartas citadas, habría existido un verdadero
“proyecto” de erosión de la doctrina y de la liturgia católica desde adentro.
Pero podría también tratarse de documentos falsos, puestos hábilmente en
circulación por alguien interesado en crear “facciones” rivales dentro de la Curia : el texto de las
misivas es, efectivamente, demasiado burdo e inmediato. De todos modos los
resultados conseguidos por las reformas de BUGNINI
concuerdan plenamente con la intención que en ellas se declara.
*LITURGIAS
EXTRANJERAS*
En la inmediata posguerra, el padre ANNIBALE BUGNINI era el Secretario de
la Comisión Litúrgica, creada por PÍO
XII, que estableció la reforma de los ritos de Semana Santa. Pero su
espíritu reformista en el terreno litúrgico venía de antiguo. En 1944 le pidió
a monseñor ARRIGO PINTONELLO que le
tradujera algunos textos sobre la renovación litúrgica escritos por autores
alemanes católicos y protestantes. El episodio, confirmado a 30 días por el
arzobispo PINTOBELLO, significa
quizás que la reforma llevada a cabo bajo la dirección del Consilium ad
exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia (del que fue secretario BUGNINI y sobre el que ejercía una
indudable autoridad) tenía raíces meditadas y preparadas desde hacía tiempo.
La historia de aquellos años está
minuciosamente descripta en el poderoso volumen escrito por BUGNINI (“La riforma liturgica”.
1948-1975), una autodefensa publicada póstumamente con la que el obispo,
“exiliado” por PABLO VI en Irán,
ilustra su actuación y precisa que todas las decisiones relativas a los grandes
cambios litúrgicos fueron tomadas por el Papa en persona. “Yo fui un fiel ejecutor de la voluntad de PABLO VI y del Concilio”.
(Preguntamos: ¿El iconoclasta BUGNINI y la masonería
universal… y el novus ordo missae de PABLO VI siguen vigentes…? Los fieles
engañados tantos años, de 1969
a la fecha, 2011…)
*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO
PAMPERO Cordubensis
INSTITUTO
EREMITA URBANUS
Córdoba
de la Nueva Andalucía
SOPLA
EL PAMPERO. ¡VIVA LA PATRIA !
¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Gratias
agamus Domino Deo nostro!
gspp. *
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