domingo, 15 de abril de 2012

*LA MASONERÍA en la REFORMA LITÚRGICA*


*¿Sugerencias concretas o mentalidad difusa? Controversias en torno a la presunta correspondencia entre jefes masónicos y prelados vaticanos. P.24-33. Informe. Liturgia.
*UNA BABEL BUSCADA*. A pesar del deseo del Concilio, el latín tardo sólo cinco años en desaparecer de la Iglesia. ¿Cómo fue posible? Una investigación exclusiva.

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

*Revista de Buenos Aires “Esquiú”. 26.7 al 1.8.92, nº 1682. Año XXXIII. Del 26 de julio al 1º de agosto de 1992. pág. 24-33. Director General: OSCAR REYNALDO ALONSO. 


Por *ANDREA TORNIELLI*


*Sigue siendo la lengua oficial de la Iglesia Católica, o al menos durante dieciocho años. Posteriormente, en sólo cinco años ha desaparecido definitivamente de la liturgia y del breviario de los sacerdotes. El final del latín, según muchos una desgracia, y en opinión de otros una necesaria puesta al día para favorecer la participación del pueblo en las celebraciones, no fue sancionada por el Concilio Ecuménico Vaticano II. La desaparición total de los libros litúrgicos de la lengua de los antiguos romanos se ha dado silenciosamente a menudo contra la voluntad de PABLO VI, quien había establecido que debía continuar al lado de las otras lenguas en el misal. A continuación ofrecemos la historia de la reforma y los protagonistas de aquellos años que marcaron profundamente la vida de la Iglesia.

*LA VOLUNTAD DE JUAN XXIII*

“La lengua latina, a la que en verdad podemos definir católica... es el vínculo más adecuado a través del cual la edad presente de la Iglesia se une admirablemente a las edades precedentes y a las futuras... JUAN XXIII había querido rodear con la máxima solemnidad la firma de la Constitución apostólica VETERUM SAPIENTIA. El 22 de febrero de 1962, ante la presencia de cuarenta cardenales, firmó en el altar de la Confesión, sobre la tumba de San Pedro, el documento para la salvaguardia del latín como lengua “inmutable” y “universal” de la Iglesia y de la liturgia católica. En texto, promulgado siete meses antes de la apertura del Concilio, se olvido enseguida. Una indicación precisa de la cual los obispos de todo el mundo habían decidido no separarse. En el número 36 de la Constitución sobre liturgia SACROSANCTUM CONCILIUM se lee: “Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derechos particulares” y algo más adelante, en el número 54: “Procúrase...que los fieles sean capaces también de recitar o cantar juntos, incluso en lengua latina, las partes del Ordinario de la Misa que les corresponde”. La misma actitud se mantiene en lo concerniente a la liturgia de las Horas: “De acuerdo con la tradición secular del rito latino, en el Oficio divino se ha de conservar para los para los clérigos la lengua latina” (n.101). “El Concilio no podía poner en discusión el principio del mantenimiento de la lengua latina en los ritos en los ritos que toman su nombre de ella”, escribía en 1964 RINALDI FALSINI en el comentario a la Constitución conciliar. “Actualmente un abandono íntegro del latín, dada la vastedad del patrimonio litúrgico, parece impensable e irrealizable”. El liturgista observa algo más algo más adelante que la lucha contra el uso de la lengua latina en la misa comenzó con los protestantes.
El latín, pues, también en las intenciones del Vaticano II, sigue siendo formalmente la lengua oficial de la Iglesia Católica. El 3 de septiembre de 1978, JUAN PABLO I, durante la misa solemne con la que inauguraba su brevísimo pontificado, celebró la primera parte de su homilía en la lengua de CICERÓN. “Hemos querido comenzar esta homilía nuestra en latín”, explicó instantes después ALBINO LUCIANI, “porque, como es sabido, es la lengua oficial de la Iglesia, cuya universalidad y unidad expresa palmaria y eficazmente”.
Y sin embargo, apenas cinco años después del Concilio, el latín desaparecía de hecho de los libros litúrgicos para dejar enteramente su puesto a las lenguas nacionales. Una desaparición repentina, aparentemente no deseada por los padres conciliares, quienes habían votado casi unánimemente (2147 favorables, 4 contrarios) un documento sobre la liturgia que preveía el mantenimiento del latín, concediendo a la lengua vulgar sólo algunas posibilidades “especialmente en las lecturas y moniciones, en algunos oraciones y cantos...” La preocupación de JUAN XXIII y del Concilio estaba clara: la inmutabilidad de la lengua garantizaba la solidez de la doctrina expresa. ¿Cómo se ha llegado a “deslatinizar” totalmente el misal, en primer lugar, y posteriormente el breviario de los sacerdotes?

¿MISIÓN SECRETA?


“Querido BUAN, te comunicamos el encargo que el Consejo de los Cofrades estableció para ti de acuerdo con el Gran Maestro y los Príncipes Asistentes al Solio y te obligamos: ... a difundir la des-cristianización mediante la confusión de los ritos y de las lenguas y enfrentar entre sí a los sacerdotes, obispos y cardenales. La BABEL lingüística y ritual será nuestra victoria, tal como la unidad lingüística y de rito ha sido la fuerza de la Iglesia... Todo debe suceder en un decenio” (14 de julio de 1964).

“Gran Maestro Incomparable... los grados de la desacralización avanzan velozmente. En efecto, ha salido otra Instrucción cuya puesta en práctica comenzó el 29 de junio pasado. Ya podemos cantar victoria puesto que: las lenguas nacionales reinan en toda la liturgia, incluidas sus partes esenciales... Existe una libertad de elección total de los distintos formularios hasta llegar a la creatividad individual y al... ¡caos! ... En fin, con dicho documento creo haber sembrado el principio del máximo libertinaje, según nuestras disposiciones. He luchado ásperamente y debí recurrir a todo a todo tipo de argucias para que el Papa lo aprobará, en contra de mis enemigos de la Congregación para los Ritos. Para nuestra suerte, encontramos rápidamente apoyo en los amigos y cofrades de la UNIVERSA LAUS, que son fieles. Le agradezco la suma enviada. A la espera de verle cuanto antes, reciba un fuerte abrazo. Su cofrade BUAN(2 de julio de 1967).

Se trata del texto de dos cartas: la primera al parecer fue enviada a monseñor ANNIBALE BUGNINI (cuyo nombre en código es BUAN) por el Gran Maestro de la masonería; la segunda, enviada por el prelado liturgista al jefe de la Logia, constituye a pocos años de distancia, una especie de respuesta, en la que el afiliado comunica haber cumplido la misión se le encargó la misión con mucha antelación a lo requerido. Estos documentos – gravemente infamantes para el interesado, que siempre desmentirá haber tenido con las sectas masónicas - , ¿son verdaderos o falsos? Es imposible establecerlo, dado que se trata de cartas escritas a máquina y fotocopiadas por un fantasmagórico “infiltrado”, que las pasó posteriormente, al parecer, a algunos obispos y cardenales amigos, entre ellos al arzobispo de Génova, GIUSEPPE SIRI y al prefecto de la Signatura apostólica, DINO STAFFA. Si damos crédito a las cartas citadas, habría existido un verdadero “proyecto” de erosión de la doctrina y de la liturgia católica desde adentro. Pero podría también tratarse de documentos falsos, puestos hábilmente en circulación por alguien interesado en crear “facciones” rivales dentro de la Curia: el texto de las misivas es, efectivamente, demasiado burdo e inmediato. De todos modos los resultados conseguidos por las reformas de BUGNINI concuerdan plenamente con la intención que en ellas se declara.

*LITURGIAS EXTRANJERAS*


En la inmediata posguerra, el padre ANNIBALE BUGNINI era el Secretario de la Comisión Litúrgica, creada por PÍO XII, que estableció la reforma de los ritos de Semana Santa. Pero su espíritu reformista en el terreno litúrgico venía de antiguo. En 1944 le pidió a monseñor ARRIGO PINTONELLO que le tradujera algunos textos sobre la renovación litúrgica escritos por autores alemanes católicos y protestantes. El episodio, confirmado a 30 días por el arzobispo PINTOBELLO, significa quizás que la reforma llevada a cabo bajo la dirección del Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia (del que fue secretario BUGNINI y sobre el que ejercía una indudable autoridad) tenía raíces meditadas y preparadas desde hacía tiempo.
La historia de aquellos años está minuciosamente descripta en el poderoso volumen escrito por BUGNINI (“La riforma liturgica”. 1948-1975), una autodefensa publicada póstumamente con la que el obispo, “exiliado” por PABLO VI en Irán, ilustra su actuación y precisa que todas las decisiones relativas a los grandes cambios litúrgicos fueron tomadas por el Papa en persona. “Yo fui un fiel ejecutor de la voluntad de PABLO VI y del Concilio”.

(Preguntamos: ¿El iconoclasta BUGNINI y la masonería universal… y el novus ordo missae de PABLO VI siguen vigentes…? Los fieles engañados tantos años, de 1969 a la fecha, 2011…)


DIARIO PAMPERO Cordubensis
INSTITUTO EREMITA URBANUS
Córdoba de la Nueva Andalucía
SOPLA EL PAMPERO. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Gratias agamus Domino Deo nostro!
gspp. *


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