Irlanda se aleja del Vaticano cabalista; cerrará su
embajada por clero pederasta.
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
Irlanda se
retira de la vati-cueva de sátiros
El
más católico de los estados se ha convertido en uno de los que peores
relaciones tiene con el Vaticano.
El Gobierno
de Dublín ha cerrado su embajada ante la Santa Sede como un gesto de
protesta por los escándalos de abusos de niños por sacerdotes. Y
la decisión ha sido aceptada sin escándalo ni debate alguno.
La Iglesia vive horas muy bajas en Irlanda.
Aunque un 87% de la población se declara católica, la asistencia a misa ha
caído en picado, los jóvenes no quieren ser curas o monjas y los ingresos de
las parroquias han disminuido alrededor de un 15%. El gobierno irlandés exige a
las órdenes religiosas (o en su defecto al Vaticano) el pago de la mitad de los
1.360 millones de euros establecidos como indemnizaciones a las víctimas de los
abusos, y propone que se traspase al Estado la propiedad de conventos,
colegios, asilos y tierras.
El taoiseach (primer
ministro) Enda Kenny ha sido
lo más diplomático posible y presentado la medida como parte del programa de
recorte de gastos, junto con el cierre también de las embajadas en Irán y Timor
Oriental. Pero tras la justificación oficial se esconde el drástico deterioro
de las relaciones entre Irlanda y el Vaticano desde la publicación de los
informes sobre las violaciones y abusos sistemáticos de menores en colegios e
internados del país, y la “conspiración de silencio” decretada por Roma para intentar
que el escándalo no saliera a la superficie.
El informe Ryan, publicado en el 2009, mostró en toda su crudeza los
horrores sufridos por niños y niñas irlandeses a manos de monjas, sacerdotes y
personal seglar a lo largo de más de seis decenios, y describió con todo lujo
de detalles (con frecuencia mediante testimonios de las propias víctimas) un
catálogo de agresiones físicas y verbales, y todo tipo de tropelías realizadas
sobre la base del miedo y el abuso de la autoridad. Seis meses después, los resultados
de una segunda investigación oficial revelaron la connivencia entre la
jerarquía eclesiástica y las autoridades del Estado –incluidas la policía y la
fiscalía– para erigir un muro de silencio que protegiera a los curas
pederastas.
Centrado en
las alegaciones de abusos sexuales presentadas contra 46 sacerdotes de la
archidiócesis de Dublín entre 1975 y 2004 (una pequeña muestra del país), el
informe concluyó que “la
Iglesia antepuso la defensa de su propia reputación a la protección de niños
vulnerables que estaban a su cuidado, y al castigo de los responsables de las
agresiones aun conociendo sus identidades”,
encubriendo de manera sistemática las denuncias con la connivencia del
establishment político irlandés, caracterizado a lo largo de los años por un
servilismo atávico al poder religioso.
Enda Kenny
acusó en julio al Vaticano de “narcisismo” por su responsabilidad en el
encubrimiento de los abusos. Desde entonces las relaciones se han deteriorado
inevitablemente, con la retirada primero del embajador de Dublín ante la Santa
Sede, seguida de la llamada a Roma con carácter indefinido del nuncio de su
Santidad en Dublín. La posición de la Iglesia es que si bien es evidente que
hubo sacerdotes que a nivel individual cometieron actos injustificables, las
denuncias de una conspiración para ocultarlos están infundadas.
La embajada
que Irlanda acaba de cerrar es una preciosa mansión del siglo XVII (Villa
Spada), situada en uno de los barrios más elegantes de Roma, que en 1849 fue el
cuartel general de Garibaldi y durante la Segunda Guerra Mundial el hogar de la
familia Agnelli, que controla Fiat. El Gobierno irlandés la compró en 1946 por
150.000 dólares, y espera ganar varios millones de euros con su venta.
Desde la
retirada hace unos meses del embajador, se trataba prácticamente de una casa
fantasma ocupada únicamente por la encargada de negocios Helena Keleher, que va
a ser la gran perjudicada con la decisión, ya que su oficina será clausurada o
trasladada y tendrá que cambiar una de las direcciones más selectas del mundo
por un piso normal y corriente en Roma o Dublín. Pero así es la vida de un
diplomático… Tan sólo el mantenimiento de Villa Spada costaba a los
contribuyentes irlandeses un millón de euros al año, que según el primer
ministro “no se pueden justificar en el actual clima de crisis económica, sobre
todo teniendo en cuenta que se trata de una misión que no genera beneficio
alguno a la hora de fomentar inversiones”.
*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO CORDUBENSIS. INSTITUTO EMERITA UBANUS,
Córdoba de la Nueva Andalucía
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