“Nos inclinamos a creer que lo mejor, lo más bello y lo más amable se encuentra no en el porvenir, sino en la eternidad, y que también se encontraba en el pasado, porque el pasado miraba a la eternidad y suscitaba lo eterno”.
Nicolás Berdiaeff
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
*LA CATEDRAL *
Puede ser ortodoxa y llamarse NUESTRA SEÑORA DE KIEV o NUESTRA SEÑORA DE KAZAN, bajo un grupo de cápsulas de cobre sostenidas por linternas semejantes a los vasitos de vidrio de una lámpara de mezquita; puede ser bizantina y llamarse SANTA SOFÍA DE CONSTANTINOPLA o SAN MARCOS DE VENECIA, que corona una fastuosa nube de esferas. Es a menudo románica y presenta el gran cofre unido y feudal de las catedrales de SALERMO o de AMALFI, con sus naves apacibles formadas de hileras de columnas antiguas, cubiertas por un techo de armadura, y precedidas de un pórtico descansando sobre leones; o bien puede ofrecer, a guisa de frontón, un triángulo festoneado por arquerías toscanas, y formar entre su baptisterio y su campanil aéreo, junto a un Camposanto, el paisaje sobrenatural y el grupo de monumentos divinos que flotan, como un espejismo de nácar y de ópalo, sobre los Campos Elíseos de la pradera de PISA.
Pero siempre, en este grave concilio, hay un grupo, un coro que se destaca con los caracteres de una raza homogénea; es la gran familia de Occidente que, además de ITALIA, abarca casi toda la antigua EUROPA, y lo que en otro tiempo fue el IMPERIO del Vicario de Cristo.
De SEVILLA a UPSALA, de las praderas de VIENA a la roca de EDIMBURGO, del EBRO y del GUADALQUIVIR al RHIN y al DANUBIO, casi todo lo que hay más allá de los ALPES, al Oeste y al Norte del curso del RÓDANO, pertenece a esa familia; ha cubierto de monumentos la inmensa llanura de los PAÍSES BAJOS y de la GERMANIA , el archipiélago escandinavo, las Islas Británicas, España, Portugal, las Baleares, colonizado el fondo del Mediterráneo hasta las lejanas islas de Rodas y de Chipre.
Si se levantara este mapa obtendríase una imagen bastante semejante a la que ofrecen ciertas fotografías de cometas o de nebulosas; veríanse vedijas, regueros de humo más o menos denso en los bordes, con un grupo de puntos más compactos que son la cabeza o núcleo del sistema. Este centro se colocaría sobre el mapa en alguna parte el SOMME y el OISE, en la región media y septentrional de la cuenca parisién, allí donde varios ríos, entre PICARDÍA, la CHAMPAÑA y la NORMANDINA , dibujan los contornos del pequeño territorio que lleva el nombre de ISLA de FRANCIA.
Allí está la cuna de esa familia tan noble y tan fecunda, la familia de las CATEDRALES, y la residencia de las más bellas. Desde allí irradia sobre el mundo, durante cuatrocientos años, la arquitectura GÓTICA. (¿Es necesario advertir que ésta no es obra de un sabio, ni de un erudito, sino simplemente de un hombre que ha estudiado un poco, visto y mirado lo más posible, y que ama aquello de que habla? No hay que decir que debo mucho a todo el mundo, en particular a las obras clásicas de DIDRON, de VIOLET-LE-DUC, del P. CAHIER, de ANTHIME SAINT-PAUL, de QUICHERAT, de AUGUSTO CHOISY, de JUAN VIREY, de LASTEYRIE, de ENLART, de BRUTAILS, de miss O´REILLY Y, SOBRE TODO, DE MIS MAESTROS JOSÉ BÉDIER y EMILIO MÂLE. He utilizado también las opiniones más recientes de los señores MARCEL AUBERT y POL ABRAHAM sobre el origen y la función de la bóveda ojival. Los cito y les doy las gracias una vez por todas. Este pequeño volumen no está hecho para dispensar de sus escritos, sino para enviar a ellos al lector. Excusad, pues, las faltas del autor – LUIS GILLET -).
GÓTICO es un término mal hecho, una palabra italiana del Renacimiento, una palabra injuriosa que quiere decir TUDESCO, BÁRBARO. ITALIA ha permanecido casi refractaria al gótico. Jamás lo ha amado ni comprendido. Los verdaderos monumentos de este estilo son allí raros, y casi todos obra de importación. En cuanto al origen de este arte ya desde hace mucho tiempo no hay duda para nadie; en la Edad Media , los mismos alemanes le llamaban el “sistema francés”. Sigue siendo el término de que se sirve FILIBERTO DE L´ORME cuando, por oposición a la manera “moderna”, es decir, imitada o renovado de los antiguos, la nombra, no sin estimarla, la “vieja manera” o la “vieja moda francesa”.
Hoy, después de dos siglos de prejuicios, hemos vuelto a una opinión más justa. Rindamos este homenaje al romanticismo.
Esos maestros nos han devuelto nuestros títulos. En lo sucesivo sabremos que la catedral GÓTICA es la FRANCIA misma, y la FRANCIA MÁS BELLA. Ocupa en nuestra historia el mismo lugar que ocupa todavía en el PAISAJE. Ha llegado a ser, y no solamente para nosotros, la forma de la ESPIRITUALIDAD ; quien dice catedral al punto piensa, en esa forma a la par la más FRANCESA de todas y la más universal, en esa figura única, múltiple y maravillosa, en esa silueta de naves y de torres que durante tan largo tiempo ha sido el signo de la Cristiandad.
Para nosotros, franceses, sigue siempre recordándonos NOTRE-DAME. Está ahí hace tiempo que nos sentimos habituados por cotidiana costumbre a esa presencia maternal. Y no es solamente la costumbre, ni lo que hay de tierno y exclusivo en el espíritu de campanario, como quien no conoce nada más bello que su madre o que su pueblo; sabemos nosotros hoy, y lo sabemos por experiencia, después de muchos viajes y comparaciones, que ese es el tipo más completo de CATEDRAL; que es, por decirlo así, la catedral “en sí”, que ninguna otra se aproxima a ella por la originalidad de las formas y la riqueza inagotable de las significaciones.
Esa catedral del tiempo de SAN LUIS es aún lo más bello que FRANCIA ha hecho y una de las cosas más bellas salidas de la mano del hombre. Es el tesoro de nuestros más profundas pensamientos, el lugar de nuestras veneraciones. En ella nuestros padres depositaron todos sus secretos y todo el sentido de nuestros destinos, todas las ideas que se hacían de la tierra y del cielo.
Reconocemos aún en ella nuestra verdadera religión y la más alta imagen que podemos hacernos de nosotros mismos. Es el gran testigo de toda nuestra historia, el juez de los siglos rápidos que pasan a sus pies. De una vez para SIEMPRE hemos tomado en ella la MEDIDA DEL HOMBRE. Nada nos satisface que no pueda llenar esas cúpulas, dilatadas por los hombres de antaño hasta la altura de su anhelo hacia el infinito.
FAMILIAR y sublime, maciza y delicada en sus innumerables esculturas por la sombra y el sol, en su capa color de tiempo, ahí está, como un gigante de piedra, en actitud heroica, tal como la vio JUANA DE ARCO y como la conocieron PASCAL y BOSSUET. Su ábside ha recibido la luz de millares de mañanas, y sus pórticos el adiós de millares de ocasos; en torno a esa Parca se tejen nuestros días.
Visitadora tranquila, su sombra, como una bendición, circula suavemente sobre todos techos domésticos, y deja allí, como un vuelo de palomas sobre las tejas, el sonido de las campanas del ANGELUS. Por sobre el cerco de los muros puntiagudos de las ciudades y de los azules humos de los hogares cuenta a lo lejos sus parroquias, los pueblos de alrededor, como un pastor cuenta sus ovejas. Vigila los pequeños en las campiñas repartidos en el llano, que dicen misa en las campiñas, como una madre atenta cuida de que los niños, antes de dormirse, recen sus oraciones.
Según lo ha hecho con nuestros padres, nos acompaña desde la cuna al sepulcro. Nos es imposible dar un paso que escape a sus miradas. Todas las distintas itinerarias siguen partiendo de NOTRE-DAME. No dejamos su sombra sino para entrar en la de otra, como si, al abandonarnos, nos confiase a las manos de una hermana. De etapa en etapa, sobre todas nuestras rutas, las catedrales se relevan y se encomiendan al viajero: piedras miliares de la Europa cristiana, mojones del camino de la ETERNIDAD.
De este modo el PEREGRINO puede marchar con confianza, emprender ese viaje, esa “VÍA” como decía JOINVILLE, esa vía láctea de las catedrales: por CHARTES, por VENDÔME y SAN MARTÍN de TOURS hasta el lejano SANTIAGO de GALECYA, o por LE MANS, BAYEUX, COUTANCES, hasta el glorioso MONTE DE SAINT MIGUEL, o bien por SENS, AUXERRE, VÉZELAY, hasta LYÓN y desde allí hasta ROMA y hasta BARI, desde donde se hace a la vela para la TIERRA SANTA ; o, en fin, por SENLIS y SOISSONS hasta REIMS, la ciudad de los REYES; en todas la direcciones nos invitan LAS CATEDRALES. Por todas partes caminamos sobre una tierra de SANTIDAD.
Y por rica que sea vista de cerca, en su prodigioso detalle y en la abundancia y emoción de sus esculturas, en el lujo de su símbolos, obra maestra compuestas de cien obras maestras, y tan grandiosa que al parecer en medio del Dédalo de una ciudad, súbita, al volver de una esquina, semeja una alta roca escarpada, es acaso de lejos desde donde resulta más bella, pequeña forma resumida al estado de SIGNO y de RÚBRICA en el PAISAJE.
Quizá es entonces, simplificada, purificada, delicado joyel que prende como los pliegues de una falda todas las líneas del horizonte y las une con la región móvil de las nubes, cuando su papel y su importancia nos conmueven; entonces percibimos ese acorde que forma con la creación y con nuestra sensibilidad. No es ya entonces más que promesa y presentimiento: grano de ámbar que perfuma el espacio y lo puebla de un pensamiento, que hace de él algo espiritual y de la misma esencia de nuestra alma.
Acaso bajo esta forma, que exalta mejor que ninguna nuestras potencias de sentimiento, nos imaginamos la felicidad; entonces comprendemos cómo el hombre HONRA y ENNOBLECE la TIERRA. Nada vale lo que esas aproximaciones, esos avances por donde se hace reconocer desde lejos una figura conocida: UNA SILUETA, un perfil, una imagen de miniatura que se invita allá lejos y al punto se colma de todo el recuerdo, como una simiente que, al igual que el humilde grano de mostaza de que habla el Evangelio, se desarrolla instantáneamente, por una especie de milagro, y se trasmutara de repente, en un abrir y cerrar de ojos, en cedro cargado de siglos. Así, CHARTES nunca es más bello que cuando sus flechas brotan semejantes a las dos espigas más altas de un mar de mieses; BEAUVAIS, cuando desde lo alto de las colonias de NOAILLES se ve flotar su alto despojo, como un cisne herido, en medio de un circo de bosques y colonias; LAON cuando, en pie sobre su pedestal, eleva en el umbral de los llanos de la CHAMPAÑA su silueta más heráldica que la de TOLEDO, y AMIENS cuando sus dos torres se dibujan en el cuadro, firmado por COROT, del valle de la CELLE , viviendo de MOREUIL.
He conocido a un santo sacerdote, hijo de CHARTES y arcipreste de NUESTRA SEÑORA. Era un hombre de gran distinción, al que sus amigos prometían un obispado. Sus méritos le hacían digno de ello. Pero si se le hablaba de esto se contentaba con sonreír, abarcando su catedral con un gesto de ternura:
“CUANDO SE ES CURA DE ESO!...”
Cuando se es hijo de “eso”, hijo de los padres que han hecho “eso”, siempre queda algo. Nada mediocre puede bastar. Mientras los monumentos estén ahí no se olvida tan fácilmente que EUROPA es el pueblo de la CRUZADA y de la CATEDRAL.
El Medioevo poseía una orgánica imagen del mundo que venía determinada por el geocentrismo de sus contemplaciones. La visión cósmica medieval contenía una seguridad dimanante de la inconmovilidad del dogma, y así toda la cultura del Medioevo se nos presenta como resultante de una capacidad creativa que segrega sus obras en estado de paz interior, como una operación de hombres que tienen sólidamente afirmados los cimientos de su mundo espiritual.
Cierto que la cultura medieval no es, en verdad, la única cultura cristiana posible, pero sí es un momento ejemplar de la cultura cristiana. Cuando nuestro viejo Occidente tiene la obligación de elaborar otra nueva, ello no significa que deba ni pueda restaurar la medieval en su concreta entidad de fenómeno alumbrado en un punto del tiempo, pero sí implica la necesidad de una básica vivencia cristiana, de una nueva hegemonía de los valores religiosos en la intimidad del hombre moderno. Logrado esto, lo demás se dará por añadidura.
De esta deificación del arte provino y custodió el espíritu cristiano medieval a sus artistas, como también impidió su anulación, impidiendo el rebajamiento que el artista semita-judío sufre con una religión que le veda la escultura por considerarla como una usurpación de la creatividad inherente sólo a Dios. El artista cristiano sabía con el corazón que su propia capacidad de creación era un usufructo y conocía la parábola de los talentos, con lo cual se convertía en meritorio aparcero del mismo Dios, con cuya obra no entraba en competencia, sino en dócil y humilde colaboración. “SERVIRE LIBERALITER DEO”: esta expresión de SAN AGUSTÍN PARECE QUE ESTUVIERA ACUÑADA PARA SERVIR DE LEMA AL ARTE DE LA EDAD MEDIA.
Addenda (Agregado)
*DE LOGIA y de los ALBAÑILES (MASONES)*
Tenemos pocas pruebas que sugieran que la LOGIA de los albañiles (MASONES) de la EDAD MEDIA tuviera alguno de los significados esotéricos que se atribuyen a las LOGIAS de la moderna francmasonería especulativa. La LOGIA era un obrador y un refugio, y podía ser un edificio permanente – en el cual había un suelo de yeso para establecer los detalles de la obra- , así como una oficina de dibujo provista de mesas o tableros de dibujo de alguna clase. Administrativamente, la logia también era un tribunal y el grupo de hombres que se reunía en ella, bajo la autoridad del Maestro Albañil, mantenía la disciplina y aplicaba las normas del oficio de albañil. Se las conoce a través de los manuscritos que se han conservado de los siglos XIV y XV, que establecen una historia tradicional del oficio de albañil, así como la serie de reglas conocidas como Artículos y Puntos de Albañilería. Tiene interés el hecho de que la historia tradicional, que contiene afirmaciones míticas de que la historia tradicional – tales como la situación de los primeros orígenes del oficio en época del Antiguo Testamento -, así como la atribución de la geometría a EUCLIDES, pueda remontarse, por lo que respecta a algunos de sus elementos, al primero cuarto del siglo XII. Es lo que podía esperarse partiendo del supuesto de que el inicio del sistema de organización arquitectónica fue, de hecho, la introducción de elementos góticos en la Europa occidental.
Además de la referencia a EUCLIDES y la ecuación de la geometría con el oficio de ALBAÑIÑ (MASÓN), los manuscritos afirman que el auge del oficio se debió a “los hijos de los grandes señores libremente concebidos”, y prohíben que un maestro tome un aprendiz nacido en cautiverio. Aun al margen de ciertas concesiones a la exageración, no cabe duda que los albañiles medievales disfrutaban de una situación relevamiento elevada y que tendían hacia la creación de una profesión arquitectónica, cuyos miembros eran considerados como individuos que ejercían un arte liberal, más bien que un oficio básico. Su elevada situación se percibe también en la iconografía medieval de Dios Padre como CREADOR, dibujando el UNIVERSO CON UN COMPÁS: EL CONCEPTO DE “GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO” se remonta, por tanto, mucho más allá de la moderna expresión de la idea. (Cfr. La Baja Edad Media. El florecimiento de la Europa Medieval. “El arte del albañil, p. 81, 84, 118-133. Desarrollo de la arquitectura por JOHN HERVEY. Editorial Labor, 2ª edición, Barcelona).
El estudio de una cultura artística requiere que sus origines se fijen en el espacio y en el tiempo. Nos interesa primordialmente la EUROPA occidental, desde ISLANDIA e IRLANDIA hasta POLONIA y HUNGRÍA, desde NORUEGA hasta PORTUGAL e ITALIA; la suma total de los países cuya religión era el cristianismo occidental y debían fidelidad a ROMA. En cuanto al tiempo, la época en conjunto se sitúa entre la caída del Imperio de Occidente, en el siglo V, y la deliberada recreación, en el siglo XV, de ARTES Y TÉCNICAS neo-romanas basadas en los TEXTOS que se conservaban y en el estudio de vestigios arquitectónicos y técnicos. De este período total de un millar de años, debemos estudiar la segunda mitad, pues entre los siglos V y X se extiende la ALTA EDAD MEDIA, época oscura de regresión y salvajismo. Pese a su barbarie, entre primeros siglos alumbraron misteriosos atisbos de un ARTE sumamente imaginativo y alentaron aspiraciones a un futuro nivel de plenitud artística.
Ese mundo de color que daba vida y brillo a la arquitectura medieval, ha desaparecido para siempre; es un hecho fácil de olvidar. Las doradas estatuas y celosías, las pintadas bóvedas, así como los vidrios de colores y las ricas vestiduras, todo contribuía a un efecto conscientemente planeado. Por ejemplo, Miniatura de las Tres Riches Heures, de JEAN COLOMBE, para CARLOS I de SABOYA; la misa de Navidad en la capilla de CARLOS, en CHAMBÉRY. En la inicial, la NATIVIDAD , y en la decoración floral, pastores adorando.
En fin, Albañiles de mediados del siglo XIII, trabajando en la abadía de ST. ALBANS. Dos hombres hacen girar una polea que levantan un cesto con los materiales hasta la parte superior de la pared; otros dos, con hachas dobles, labran un capitel foliado y un bloque de sillar. De pie sobre la pared que están construyendo (no hay andamiaje), un hombre comprueba la horizontalidad con una plomada, mientras que otro coloca un bloqueo de piedra. La escalera, con un solo madero vertical: que se conservan, los peldaños son largas clavijas que pasan a través de orificios. El inmenso trabajo de construir una catedral, disponiendo sólo de los medios mecánicos más simples, resulta difícil de concebir, y apenas lo sugieren las iluminaciones de la época. La miniatura de abajo es obra de JUAN FOUQUET. Su tema es la construcción del templo de SALOMÓN, pero el artista lo imagina como el gran pórtico de una catedral. En primer término unos trabajadores mezclan cemento, traen agua, cortan muesca en la superficie de un bloque de piedra y esculpen molduras en otros. La parte terminada se dora, y la recién construida aún esta blanca.
Las máquinas elevadoras consistían en grúas unidas a grandes ruedas que se hacían funcionar como un cabrestante o como una noria. Miniatura de un Antiguo Testamento francés del siglo XIII, con una especie de cabrestante, albañiles que sube el cemento por una escalera.
EL GRAN VIAJERO que con tanto cariño recorrió las CATEDRALES DE FRANCIA, AUGUSTE RODIN, nos ha dejado sobre las mismas, algunas reflexiones certeras con las que queremos cerrarla:
“Las catedrales son Francia. Mientras las contempla, siendo a nuestros antepasados ascender y descender dentro de mí, como en otra escala de JACOB”.
“Siento la savia gótica pasar por mis venas como los jugos de la tierra pasan por las plantas”.
“¿Suponen ustedes que cuando les asombra la majestad druídica de las grandes catedrales, surgidas a la distancia, es por causas naturales y fortuitas, por ejemplo por su aislamiento en la campiña? Se engañan. El ALMA DEL ARTE GÓTICO está en esa declinación voluptuosa de las sombras y las luces, que da ritmo al edificio todo y lo obliga a vivir. Hay allí una ciencia hoy perdida, un ardor reflexivo, medido, paciente y fuerte, que nuestro siglo, ávido y agitado, es incapaz de comprender. Es menester volver a vivir en el pasado, remontar a los principios, para recobrar la fuerza. El gusto ha reinado, en otro tiempo, en nuestro país: ¡HAY QUE VOLVER A SER FRANCESES! La iniciación en la belleza gótica es la iniciación en la VERDAD de nuestra raza, de nuestro cielo, de nuestros paisajes.
“Soy uno de los últimos testigos de un arte que muere. El amor que lo inspiró está agotado. Las maravillas del pasado se deslizan hacia la nada; nada las reemplaza y pronto estaremos en la noche”.
“Antes de desaparecer yo mismo, quiero pagarles mi deuda de gratitud, yo que les debo tanta felicidad. Quiero celebrar esas piedras tan tiernamente convertidas en obras maestras por humildes y sabios artesanos; esas molduras admirablemente modeladas como labios de mujer; esas moradas de bellas sombras, donde la dulzura dormita en medio de la fuerza; esas nervaduras finas y potentes que se elevan hacia la bóveda y se inclinan al encuentro de una flor; esos rosetones de vitrales cuya pompa ha sido tomada del sol poniente o del alba”.
Y como enseña el R. P. ALBERTO SAÉNZ “Mientras los doctores construían la catedral intelectual que debía abrigar a toda la cristiandad – escribe E. MÂLE -, se elevaban nuestras catedrales de piedra, que fueron como la imagen visible de la otra. Fueron, a su manera, SUMAS, ESPEJOS, IMÁGINES DEL MUNDO. Fueron la expresión más perfecta que hubo jamás de la ideas de una época. Todas las doctrinas encontraron allí su forma plástica.
*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
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