jueves, 19 de febrero de 2009

Redescubrir la herencia


Elegido por Dios, en un principio, para la magnífica misión de traer al Salvador a los hombres, el pueblo judío fue la esperanza y el honor de humildad de la humanidad durante los dos mil años que antecedieron la venida de JESUCRISTO.

Guardada la herencia de las promesas divinas, daba testimonio del verdadero Dios en medio de la idolatría pagana, conservaba en el mundo la fe, la verdad, el culto puro y sustancial del Padre que está en el cielo y la esperanza del Salvador del mundo. Los judíos han sido verdaderamente “el pueblo de Duis” hasta la venida de N.S.C. ; al nacer de la raza de ABRAHAM, JESUCRISTO la coronó y consagró con su propia santidad.
Pero el Calvario separó en dos al pueblo elegido: por un lado, los discípulos, apóstoles y los primeros cristianos, que reconocieron en JESÚS CRUCIFICADO al Mesías que venía a cumplir La Ley y los Profetas. Adhiriendo plenamente a su mensaje, a su espíritu y a su cuerpo místico, la Iglesia; por otro, aquellos sobre cuya cabeza ha caído, según su deseo, la sangre del Justo, lo cual les valió una maldición que durará mientras persista en su rebeldía.
Los judíos infieles se convirtieron en instrumentos de Satanás en su lucha contra la Iglesia y contra la Madre de Dios. En Evangelio según San Juan, c. 8 v. 24 y 41-44 se lee que JESÚS dijo a los judíos: “Si no creéis que soy el Mesías, moriréis en vuestro pecado (…) Si fueseis hijos de Abraham: No somos hijos de fornicación; tenemos un solo Padre, que es Dios. JESUS les dijo: Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, ya que he salido de Dios y vengo de Él (…) El padre del cual vosotros habéis salido es el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre”.
MONSEÑOR DELASSUS señala que “el deicidio ha abierto un abismo entre el antiguo tiempo y el nuevo, abismo que la misericordia divina cerrará el día que su justicia haya terminado su obra”.

Hace dos mil años que aquellos se repudiaron la ley de Moisés para adherir al Talmud se dedican a obstaculizar la obra redentora. Estuvieron detrás de todas las rebeliones del espíritu humano contra DIOS, contra su Ungido – al que no quisieron reconocer -, contra su Iglesia, considerada como “usurpadora”.
Protegiéndose de ellos y recordando al mismo tiempo el horror del deicidio, la Iglesia nunca ha cesado de buscarlos por caridad a fin de traerlos al redil, a la fuente de la gracia, al Calvario, donde se derramó la sangre redentora. Esta caridad condujo a que la Iglesia incluso los convertidos han confirmado frecuentemente la caridad de la Iglesia a su respecto. (Ver en particular la pequeña obra de de TEODORO DE RATISBONA, “El problema judío”, París. Edit. Dentu, 1856, 31 p. Disponible en interned en http://www.gallica.bnf.fr/ .
Con todo, los artífices de la inequidad se dejaron toca poco por esta mansedumbre de los pontífices romanos. En cada siglo redoblaron sus asaltos contra la Iglesia y la sociedad católica. JOSUÉ JEHOUDA, autor de “El Antisemitismo, Espejo del mundo” escribe a propósito a propósito de la era moderna y contemporánea. Tal:
JOSUÉ JEHOUDA, “El Antiseminitismo, Espejo del Mundo”, prefacio de JACQUES SOUSTELLE, Ginebra, ed. Synthésis, 1954, 319 p. JEHOUDA aspira a ser el continuador de ELÍAS BENAMOZEGH, rabino de Livorno. Sus otras obras son de máximo interés: La Tierra Prometida, París, Rieder, 1925, 122 p.; Las Cinco Etapas del Judaísmo Emancipado, Ginebra edit. Synthesis, 1946, 132 p. (Extracto de la revista judía de Ginebra, 1936´1937); La vocación de Israel, París, Zeluck, 1947, 240 p.; El Monoteísmo, doctrina de la unidad,Ginebra, edit. Synthese, 1952, 175 p., instituto para el estudio del monoteísmo, Cahiers (I.E.M), VOL. 1, marzo de 1952; Sionismo y mesianismo, Ginebra, Syntthesis, 1954 319 p. Cahiers (I.E.M) vol 2, octubre de 1954; Israel y la cristiandad. La lección de la Historia, Ginebra, Sy
nthesis, 1956, 263 p. ; Israel y el mundo (síntesis del pensamiento), París, edit. Científico, s. d. ; El Marxismo frente al Cristianismo, Ginebra, Synthesis, 1962, 71 p. José Jehouda también prologó la obra de ELÍAS BENEMOZEGH, Moral Judía y Moral Cristina, Edición revisada y corregida, Baconnière, 1946.

Escribe J. J.: El mundo judaico intento tres veces purificar la conciencia cristiana de las miasmas del odio; se hicieron tres brechas en la vetusta fortaleza del obscurantismo cristiano, se cumplieron tres etapas en la obra de destrucción del catolicismo dogmático.
El Renacimiento, la Reforma y la Revolución constituyen tres tentativas del pensamiento cristiano, a fin de ponerlo en sintonía con el desarrollo progresivo de la razón y la ciencia. JOSUÉ JEHOUDA, El Antisemitismo, Espejo del Mundo, p. 161-162. Citado en el folleto de LEÓN DE PONCINS, “El problema judío ante el Concilio”, p. 27. Este panfleto se distribuyó a todos los padres conciliares en 1965 antes de la cuarta sesión.
El autor precisa que “a pesar de estas tres tentativas de purificar el antisemitismo del dogma cristiano, la teología aún no suprimido su menosprecio al respecto.”. Es por eso que “en el curso del siglo XIX se operaron otras dos tentativas más para sanear la mentalidad del mundo cristiano: una por MARX y otra por NIESTZCHE.
El pensador judío deplora el fracaso parcial de estos dos últimos intentos. La fortaleza del catolicismo le permite RESISTIR. Será necesario esperar hasta después de la Segunda Guerra Mundial 1939-1945 para lanzar el asalto más sutil y más destructivo contra la Iglesia Católica romana: CAMBIAR LA TEOLOGÍA CATÓLICA a través de los mismos hombres de la Iglesia.
“Una revolución de capa y tiara”, iniciada por los carbonarios del siglo XIX, continuada por los modernistas en el siglo XX y que triunfa en el Concilio Vaticano II.

Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero Cordubensis nº 197
Instituto Eremita Urbanus

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