Como en las angustiosas horas de la Independencia argentina, el general DOMINGO FRENCH, se llegara ante tus plantas para recibir por tus filigranadas manos el espaldarazo de la gloria y para consagrar su Regimiento número 3 a tu amor sacrosanto, así me llego yo, artesano de la pluma y la palabra ante tu trono tricentenario para ofrendarte como tributo de devoción indefectible este desfile de conferencias radiotelefónicas, que no son sino exponente de tu supervivencia de Madre Divina y constatación de la profecía que el mismo Dios hiciera respecto de Ti, cuando prometiera a nuestros primeros padres que una mujer aplastaría la cabeza de Satanás.
Dijo un celebre escritor, que, los hombres tan necios que cuando sufrimos males reales nos los creamos imaginarios.
La imaginación se interna en la selva enmarañada de la enmarañada de la mezcolanza de acontecimientos de todo jaez y pronto halla efectivamente algo que le a servir de usina generadora de desdichas individuales, familiares y sociales.
Dios todo lo hizo con peso, orden, número y medida, pero el hombre se empela en destronar el orden, en subvertir valores sociales, intelectuales, morales y religiosos. Pone en lugar del elemento imperioso de la virtud y el bien las barbaridades de su corazón mal inclinado, y deja desorbitado a su espíritu que no tiene piedra de toque ni regla fija, para controlar los actos de su vida, a fin de la conciencia descanse en el justo medio de la virtud, evitando los extremos del defecto o el exceso.
Todo se discute, todo se subvierte, todo se controla, aunque está rubricado por la ciencia de siglos y por la tradición auto, y por la tradición autorizada; y de las discusiones que de ser serenas habría de brotar la luz, brota la confusión, porque donde sólo hay multitud sin criterio ilustrado y sereno, necesariamente ha de producirse un caos.
Más todavía. Empeñados ciertos varones graves en demoler todo lo subsistente, procuran sacudir la ignorancia de los auditores por medio de novedades, y acontece en efecto que, basta con una idea, un juicio u opinión se presente como novedad, para que sin mayor discusión se abrace, aunque sea nociva, y se rechace la sentencia anterior aunque sea noble y consolidada en la verdad. Se expanden las hipótesis, lo mismo que en las vidrieras las ultimas novedades de los lienzos y los modelos de zapatos.
Si a esto añadimos la inconstancia intelectual de las multitudes ilustradas febrilmente en mil materias que no pueden prenderse sino con alfileres, para salir de los apuros de examen que es muchas veces una parodia de prueba de competencia, deduciréis vosotros, estimados auditores, a donde conducirá esta confusión cuando, sin estudios profundos, se carece del criterio intelectual para poder discernir con rectitud de juicio. RICARDO LEÓN pintando a uno de estos sabihondos dice que:
Se atiborra de lectura.
Cita nombres, cita escuelas,
Parla más que un sacamuelas
Sin substancia y sin mesura,
Presumiendo de cultura
Da lo soñado por visto,
Confunde a Buda con Cristo
Dice cuanto se le antoja
Y con una paradoja
Ya se acredita de listo.
Parla de todo; de arte, de literatura, de economía social, política y doméstica; de ciencia, industria y comercio, y no solamente de religiones y religión, sino que en su atrevida ignorancia, se encara insolente con el mismo Dios.
No hay duda de que, nuestra época, que se caracteriza por los descubrimientos del orden material, ha llevado a la humanidad a un estado de ánimo tan angustioso, que, por momentos uno se pregunta si el periodismo, las letras, las artes, y la literatura en general, tienen por meta de sus esfuerzos la consolidación intelectual y moral de las masas, o sencillamente se hayan empeñados en la obra satánica de hacer de la humanidad un manicomio.
No voy a encarecer ahora la necesidad de la religión como cultura de la facultad religiosa inherente en el hombre. Todos vosotros sabéis por experiencia que si esta facultad religiosa no se desenvuelve en la verdad, se desarrolla ineludiblemente en el error. Pero quiero advertiros cómo, empeñados unos ignorantemente y otros de modo avieso, en combatir no las religiones falsas o modalidades desorientadas del culto debido a Dios, sino a la única religión verdadera, se ha llegado a tal multiplicidad de formas y a tal grado de desorientación respecto de los conceptos de la divinidad y la relación del hombre con Dios, que hemos de concluir dolosamente no poder concebirse mayor corrupción.
Si la corrupción de lo óptimo es la peor, la corrupción de sentimientos y facultad religiosa de a humanidad había de llegar a los hedores del mayor envilecimiento anímico.
Prueba de ellos son las innúmeras supersticiones en que cayo la humanidad cuando se desvió de los senderos luminosos trazados por el Creador.
Para imbuirse el hombre de la verdad religiosa no necesita dar muchos rodeos.
La experiencia nos enseña que no basta el conocimiento de Dios. Necesitamos de la robustez de su gracia para vivificar, rehabilitar y conservar la virtud. Y he aquí que Dios nos brinda ese don incomprensible pero evidentemente necesario, al cual por ser obsequio enteramente gratuito o inmerecido de nuestra parte que llamamos gracia divina.
La tendencia innata del hombre para buscar a Dios es sana, pero la modalidad, la forma el culto es deforme, fuera del único y verdadero culto universal.
Unos, se constituyeron como MAURICE BARRÉS en apóstoles de la religión del divino egoísmo, y negando toda fuerza sobrenatural y arrollando con la dulce esperanza de un mundo mejor, ambicionaron deificar por medios puramente humanos el yo personal con culto propio: otros se hicieron heraldos de la religión positivista y dogmatizaron que la única divina era el hombre empuñando las riendas de sus conquistas, sobre la materia; cantaron otros las supuestas grandezas de la religión natural y laica, y afirman con JULIO SIMÓN que la sinceridad y la libertad habrán de lograrse mediante la fe en la Providencia, en la inmortalidad, y en la práctica de la ley moral, para lo cual coadyuvará la oración del hombre. La religión del laicismo sostiene que la vida social y moral debe descartar todas las sentencias religiosas tradicionales, y la religión sexual afirma que el culto de la sensualidad es la fuente de las religiones en acción. FREUD se ha consagrado, según su biógrafo ZWEIG, al estudio de la religión inconsciente de la vida del alma (Cap. III, pág. 57).
Ante la incomprensión de los odios, en lucha sistemática atizada por los explotadores del dolor humano y los comerciantes de la mentira, queremos dar al mundo ejemplo de mutua comprensión divinamente enlazados por tu amor materno.
Aleccionados por tus glorias tricentenarias y fortalecidos por el Pan Celestial, nos podemos de pie para afianzar en el respeto a Dios el respeto al hombre amando a todos como hijos de una misma Madre.
Amaremos al igual con la seriedad de quien no se engaña apasionado por egoísmos basados en el polvo del tiempo. Y amaremos al inferior en talento, en ruquezas y en poder, recordando que puede superarnos en el esfuerzo personal de la virtud, única fuerza que granjea méritos valederos. Así, junto a tu trono, la noble igualdad será una conquista de tu amor, donde florezcan la libertad que perfecciona y la fraternidad que llena de júbilo sereno.
Seguiremos las huellas de nuestros mayores, atraídos por el suave perfume de los frutos sazonados de sus almas heroicas, y así te constituiremos en perpetuidad de eternidades, corona viviente, que rutile pregonando que QUIEN TE HALLARE, HALLARÁ LA VIDA.
VIRGILIO FILIPPO
Presidente de la Comisión Radial del II Congreso Eucarístico Nacional de Luján.
Octubre 3 del 1937.
Cátedra de la Argentinidad: JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA.
“Yo creo que está alzada la bandera. Ahora vamos a defenderla alegremente, poéticamente. Porque hay algunos que frente a la marcha de la revolución creen que para aunar voluntades conviene ofrecer las soluciones más tibias; creen que se debe ocultar en la propaganda todo lo que pueda despertar una emoción o señalar UNA ACTITUD ENÉRGICA O EXTREMA. ¡Qué equivocación! A los pueblos no los han movido nunca más que los POETAS, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!”. (O.C. p. 27).
“Llegamos los españoles a ver espectáculos como éste: a sacerdotes y a militares que sitiados por la ironía, creyeron que tanto la Religión como el Ejército eran cosas llamadas a desaparecer, reminiscencias de épocas bárbaras y se afanaban por ser tolerantes, liberales y pacifistas, como para hacerse perdonar la sotana y el uniforme. ¡La sotana y el uniforme! ¡El sentido religioso y el sentido militar! ¡Cuando lo religioso y lo militar son los dos únicos modos enteros y serios de entender la vida!”. (O.C. pág. 126).
Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus
Diario Pampero Cordubensis nº 186
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Dijo un celebre escritor, que, los hombres tan necios que cuando sufrimos males reales nos los creamos imaginarios.
La imaginación se interna en la selva enmarañada de la enmarañada de la mezcolanza de acontecimientos de todo jaez y pronto halla efectivamente algo que le a servir de usina generadora de desdichas individuales, familiares y sociales.
Dios todo lo hizo con peso, orden, número y medida, pero el hombre se empela en destronar el orden, en subvertir valores sociales, intelectuales, morales y religiosos. Pone en lugar del elemento imperioso de la virtud y el bien las barbaridades de su corazón mal inclinado, y deja desorbitado a su espíritu que no tiene piedra de toque ni regla fija, para controlar los actos de su vida, a fin de la conciencia descanse en el justo medio de la virtud, evitando los extremos del defecto o el exceso.
Todo se discute, todo se subvierte, todo se controla, aunque está rubricado por la ciencia de siglos y por la tradición auto, y por la tradición autorizada; y de las discusiones que de ser serenas habría de brotar la luz, brota la confusión, porque donde sólo hay multitud sin criterio ilustrado y sereno, necesariamente ha de producirse un caos.
Más todavía. Empeñados ciertos varones graves en demoler todo lo subsistente, procuran sacudir la ignorancia de los auditores por medio de novedades, y acontece en efecto que, basta con una idea, un juicio u opinión se presente como novedad, para que sin mayor discusión se abrace, aunque sea nociva, y se rechace la sentencia anterior aunque sea noble y consolidada en la verdad. Se expanden las hipótesis, lo mismo que en las vidrieras las ultimas novedades de los lienzos y los modelos de zapatos.
Si a esto añadimos la inconstancia intelectual de las multitudes ilustradas febrilmente en mil materias que no pueden prenderse sino con alfileres, para salir de los apuros de examen que es muchas veces una parodia de prueba de competencia, deduciréis vosotros, estimados auditores, a donde conducirá esta confusión cuando, sin estudios profundos, se carece del criterio intelectual para poder discernir con rectitud de juicio. RICARDO LEÓN pintando a uno de estos sabihondos dice que:
Se atiborra de lectura.
Cita nombres, cita escuelas,
Parla más que un sacamuelas
Sin substancia y sin mesura,
Presumiendo de cultura
Da lo soñado por visto,
Confunde a Buda con Cristo
Dice cuanto se le antoja
Y con una paradoja
Ya se acredita de listo.
Parla de todo; de arte, de literatura, de economía social, política y doméstica; de ciencia, industria y comercio, y no solamente de religiones y religión, sino que en su atrevida ignorancia, se encara insolente con el mismo Dios.
No hay duda de que, nuestra época, que se caracteriza por los descubrimientos del orden material, ha llevado a la humanidad a un estado de ánimo tan angustioso, que, por momentos uno se pregunta si el periodismo, las letras, las artes, y la literatura en general, tienen por meta de sus esfuerzos la consolidación intelectual y moral de las masas, o sencillamente se hayan empeñados en la obra satánica de hacer de la humanidad un manicomio.
No voy a encarecer ahora la necesidad de la religión como cultura de la facultad religiosa inherente en el hombre. Todos vosotros sabéis por experiencia que si esta facultad religiosa no se desenvuelve en la verdad, se desarrolla ineludiblemente en el error. Pero quiero advertiros cómo, empeñados unos ignorantemente y otros de modo avieso, en combatir no las religiones falsas o modalidades desorientadas del culto debido a Dios, sino a la única religión verdadera, se ha llegado a tal multiplicidad de formas y a tal grado de desorientación respecto de los conceptos de la divinidad y la relación del hombre con Dios, que hemos de concluir dolosamente no poder concebirse mayor corrupción.
Si la corrupción de lo óptimo es la peor, la corrupción de sentimientos y facultad religiosa de a humanidad había de llegar a los hedores del mayor envilecimiento anímico.
Prueba de ellos son las innúmeras supersticiones en que cayo la humanidad cuando se desvió de los senderos luminosos trazados por el Creador.
Para imbuirse el hombre de la verdad religiosa no necesita dar muchos rodeos.
La experiencia nos enseña que no basta el conocimiento de Dios. Necesitamos de la robustez de su gracia para vivificar, rehabilitar y conservar la virtud. Y he aquí que Dios nos brinda ese don incomprensible pero evidentemente necesario, al cual por ser obsequio enteramente gratuito o inmerecido de nuestra parte que llamamos gracia divina.
La tendencia innata del hombre para buscar a Dios es sana, pero la modalidad, la forma el culto es deforme, fuera del único y verdadero culto universal.
Unos, se constituyeron como MAURICE BARRÉS en apóstoles de la religión del divino egoísmo, y negando toda fuerza sobrenatural y arrollando con la dulce esperanza de un mundo mejor, ambicionaron deificar por medios puramente humanos el yo personal con culto propio: otros se hicieron heraldos de la religión positivista y dogmatizaron que la única divina era el hombre empuñando las riendas de sus conquistas, sobre la materia; cantaron otros las supuestas grandezas de la religión natural y laica, y afirman con JULIO SIMÓN que la sinceridad y la libertad habrán de lograrse mediante la fe en la Providencia, en la inmortalidad, y en la práctica de la ley moral, para lo cual coadyuvará la oración del hombre. La religión del laicismo sostiene que la vida social y moral debe descartar todas las sentencias religiosas tradicionales, y la religión sexual afirma que el culto de la sensualidad es la fuente de las religiones en acción. FREUD se ha consagrado, según su biógrafo ZWEIG, al estudio de la religión inconsciente de la vida del alma (Cap. III, pág. 57).
Ante la incomprensión de los odios, en lucha sistemática atizada por los explotadores del dolor humano y los comerciantes de la mentira, queremos dar al mundo ejemplo de mutua comprensión divinamente enlazados por tu amor materno.
Aleccionados por tus glorias tricentenarias y fortalecidos por el Pan Celestial, nos podemos de pie para afianzar en el respeto a Dios el respeto al hombre amando a todos como hijos de una misma Madre.
Amaremos al igual con la seriedad de quien no se engaña apasionado por egoísmos basados en el polvo del tiempo. Y amaremos al inferior en talento, en ruquezas y en poder, recordando que puede superarnos en el esfuerzo personal de la virtud, única fuerza que granjea méritos valederos. Así, junto a tu trono, la noble igualdad será una conquista de tu amor, donde florezcan la libertad que perfecciona y la fraternidad que llena de júbilo sereno.
Seguiremos las huellas de nuestros mayores, atraídos por el suave perfume de los frutos sazonados de sus almas heroicas, y así te constituiremos en perpetuidad de eternidades, corona viviente, que rutile pregonando que QUIEN TE HALLARE, HALLARÁ LA VIDA.
VIRGILIO FILIPPO
Presidente de la Comisión Radial del II Congreso Eucarístico Nacional de Luján.
Octubre 3 del 1937.
Cátedra de la Argentinidad: JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA.
“Yo creo que está alzada la bandera. Ahora vamos a defenderla alegremente, poéticamente. Porque hay algunos que frente a la marcha de la revolución creen que para aunar voluntades conviene ofrecer las soluciones más tibias; creen que se debe ocultar en la propaganda todo lo que pueda despertar una emoción o señalar UNA ACTITUD ENÉRGICA O EXTREMA. ¡Qué equivocación! A los pueblos no los han movido nunca más que los POETAS, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!”. (O.C. p. 27).
“Llegamos los españoles a ver espectáculos como éste: a sacerdotes y a militares que sitiados por la ironía, creyeron que tanto la Religión como el Ejército eran cosas llamadas a desaparecer, reminiscencias de épocas bárbaras y se afanaban por ser tolerantes, liberales y pacifistas, como para hacerse perdonar la sotana y el uniforme. ¡La sotana y el uniforme! ¡El sentido religioso y el sentido militar! ¡Cuando lo religioso y lo militar son los dos únicos modos enteros y serios de entender la vida!”. (O.C. pág. 126).
Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus
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