viernes, 27 de febrero de 2009

Martin Heidegger, por la puerta de la sacristía


En la fotografía, Martin Heidegger contempla un antiguo armorial de los Condes de Messkirch, su patria chica. Nótese la complacencia con la que se asoma a los viejos documentos del Archivo aristocrático.

NOTAS SOBRE HEIDEGGER Y EL CRISTIANISMO

NOTA PRELIMINAR: Gracias a la oportuna reflexión de un amigo lector, Terzio (sobre la disposición o indisposición de Heidegger a rezar), hemos pensado que era conveniente abordar un tema como éste, aunque sabiendo de antemano que nada definitivo podremos decir sobre el particular. Preferimos omitir datos biográficos de Heidegger que no sirvan a la tarea que nos proponemos aquí. Se pueden consultar buenas biografías, como la de Hugo Ott. No obstante, bueno será recordar que Heidegger era hijo del sacristán católico de San Martín de Messkirch. Pretendió ser jesuita, pero se vio rechazado por cierta tara física. Todo hace pensar que, perdiendo la fe católica, estuvo muy próximo al protestantismo y no dejó de explorar en las religiones de Extremo Oriente. Sin embargo, ¿murió católico?

Según el testimonio de un pastor protestante, en otoño de 1933, en un discurso, pronunciado por Martin Heidegger a los representantes del estudiantado alemán, el filósofo alemán se dirigió contra el cristianismo, según el testigo: “contra el cristianismo, contra la teología cristiana, contra la interpretación cristiana de la existencia, de la realidad. Según Heidegger, si se quería atacar al cristianismo no bastaba con enfrentarse al sgundo artículo de esta doctrina (el que dice que Jesús es Cristo), sino que había que empezar por rechazar el primer artículo, el de que un dios ha creado y conservado el mundo y el ente es sólo un producto fabricado por una especie de artesano […] es en ese artículo donde, según él, se escondía el fundamento de un concepto negativo del mundo, que lo desprecia y lo niega.”

Si el mundo no es creación de un Dios, ¿qué será para Heidegger el mundo? Heidegger nos responde: la “cuaternidad” de tierra y cielo, divinos y mortales. Creo, sinceramente, que esta "cuaternidad" encuentra su expresión plástica en el Tetramorfos cristiano, donde la representación figurada de los Evangelistas sigue el mismo esquema de cielo, tierra, ángel y hombre-mortal. No obstante, en Heidegger esta "cuaternidad" es rezago de los poemas de Hölderlin.

La tierra –nos dice Heidegger- es “la que porta construyendo, la que fructifica alimentando, protegiendo aguas y roquedos, vegetales y animales”. El cielo “es la marcha del sol, el curso de la luna, el fulgor de los astros, las estaciones del año, la luz y el crepúsculo del día, la oscuridad y claridad de la noche, la bondad y la inclemencia del tiempo, el paso de las nubes y la profundidad azul del éter". Los divinos “son los mensajeros de la deidad, los que dan señales de ella. Es del imperar oculto de la deidad de donde aparece el dios en su esencia, que lo sustrae a toda comparación con lo asistente”. Los mortales “son los hombres. Están llamados a ser mortales porque pueden morir. A morir se lo llama: estar capacitado para la muerte en cuanto muerte”.

Este pensamiento de la cuaternidad no nos lo presenta Heidegger como una innovación Heidegger, con las novedades sólo pueden encandilarse los modernos y los estúpidos (palabras sinónimas las más de las veces). La prueba de todo pensamiento fuerte está, precisamente, en recordarnos viejas verdades, no en descubrirnos nada. Veamos un noble testimonio que podemos citar como antecedente del mundo como “cuaternidad”, asentado por Heidegger:
“Dicen los sabios, Calicles, que al cielo, a la tierra, a los dioses y a los hombres los gobiernan la convivencia, la amistad, el buen orden, la moderación y la justicia, y por esta razón, amigo, llaman a este conjunto “cosmo” y no desorden y desenfreno” (Gorgias, Platón).

El recelo de Heidegger ante el cristianismo puede deberse a muchas razones, pero creemos que la lectura de Nietzsche es decisiva. No obstante, la posición del filósofo ante el fenómeno cristiano es bastante ambigua. Una anécdota que cita Max Müller puede valernos como prueba de esto:

Cuando Heidegger entraba en una capilla o en una iglesia su actitud siempre era de un respetuoso silencio. Max Müller le preguntó un buen día: “si su actitud no tenía algo de inconsecuente, ya que había rechazado los dogmas de la Iglesia”. Heidegger le respondió: “Hay que pensar históricamente. Y en un lugar donde se ha rogado tanto, lo divino se hace presente de manera muy particular”.

Murió el 26 de mayo de 1976 en Friburgo, pero quiso ser enterrado en el cementerio de la parroquia de la que su padre fue sacristán, San Martín de Messkirch. Fue inhumado en el suelo de sus antepasados, con un sepelio católico, aunque en su tumba no hay una cruz, sino una estrella.

Bernhard Welte, sacerdote católico, teólogo y amigo de Heidegger pronunció unas palabras en memoria del difunto:
Heidegger quiso “cargar con su parte de la angustia de esta época alejada de Dios y mostrarle el camino a la época y al mundo como un camino que lleva hacia allí”.

El camino de Heidegger pudo ser algo errático, es cierto: pero, como bien apuntó Albert Krautheimer, el cura vecino de Bietingen, buen amigo de Heidegger: “los miembros de la Iglesia celebrarían que Martin atravesara el umbral principal de la iglesia de San Martín de Messkirch con hábito de penitente, pero hace mucho tiempo que ya entró en la iglesia, por la puerta de la sacristía, como cuando niño, como cuando era el hijo de aquel sencillo sacristán”.

Pese a todas las objeciones que puedan hacérsele al filósofo de la Selva Negra, mi admiración por su obra y por su personalidad no quiere dejar esto aquí y así, tan desabrido. A título personal, para mí constituiría un gran motivo de alegría que Martin Heidegger se arrepintiera a tiempo de sus pecados, suplicara el perdón de Dios y Heidegger esté en gloria, siendo alumbrado por luz perpetua.


Fuente http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
Instituto Eremita Urbanus

VOLVER a la portada de IEU Blog

No hay comentarios: