sábado, 28 de febrero de 2009

Los Templarios y la masonería


“De nuestra vida no véis más que la corteza de encima, pero no véis los grandes impulsos del interior”. - (Regla de la Orden del Templo).

Después de la toma de Jerusalén por los cruzados (1099), nueve caballeros franceses al mando de HUGUES DE PAYEN que acampaban en el monte Moriah, cerca de las ruinas del Templo de Salomón, decidieron fundar una orden de caballería – uniendo lo monástico con lo caballeresco – con el propósito de cuidar a los pobres y enfermos y amparar a los peregrinos que iban al Santo Sepulcro. Así nació la Orden de los Hermanos Pobres del Templo de Jerusalén sirviendo de modelo a todas las órdenes de caballería religiosas que posteriormente se establecieron.
La Orden tuvo como patrono a San Juan Evangelista y en San Bernardo a un decidido protector. En 1128 el Concilio de Troyes les concedió sus estatutos oficiales.
Ya entonces se manifestaba en es “Militia Templi Salomonis” o “Frates Templi Salomonis” extrañas contradicciones. Exentos de tasas e impuestos, podían, en cambio, cobrarlos. Como monjes debían abstenerse de toda gula pero como soldados “se les prohibía la inmoderada abstinencia”. La expresión “beber como un Templario” llegó a hacerse proverbial.
Los reglamentos le asignaban excepcionales privilegios y según un autor: “La soberanía de la Orden del Templo ya estaba en germen en sus estatutos”. No estaban subordinados sino al Papa – en teoría y en “análoga situación se encontraban los laicos asimilados” que eran amparados por la Orden a cambio de la cesión de sus bienes.
Llegó a tal grado el poder de estos caballeros de capa blanca, que se convirtieron en un Estado dentro del Estado , de cada reino de Europa. Su casa principal, el Temple de París llegó a convertirse en una especie de Ministerio de Finanzas del reino de Francia y en una verdadera bolsa internacional donde establecieron muchas de nuestras actuales operaciones de banco.
“La Orden de los Templarios – dice el historiador PRUTZ – que era una potencia militar y una acaudalada propietaria con la cual nadie podía competir, vino a ser de esta suerte también una gran potencia financiera”.
Con respecto a su gran poderío político financiero todos los investigadores parecen estar de acuerdo. Pero de cosas mucho más graves se acusó a la Orden: desviación de la ortodoxia, herejía, apostasía.

No hay que olvidar que en el momento de fundarse la Orden, el enemigo con el cual debía combatir – el Islam – se encontraba en todo apogeo histórico cultural. Los rudos cruzados cubiertos de hierro y montando pesados percherones, debieron causar en los cultos árabes, el mismo efecto de los bárbaros germánicos cuando invadieron el Imperio Romano. Las sucesivas derrotas de los cruzados hicieron flaquear en muchos la fe crística. Herejías que se creían superadas reaparecieron no solamente en Tierra Santa sino en Europa y especialmente donde más poderío y riquezas inmuebles tenían los Caballeros del Templo: el mediodía de Francia (Sur).
Los templarios se relacionaron con los judíos “cabalistas” y con sectas islámicas como la de los “Asesinos”, verdadera orden de caballería “iniciática”, fundada por el jeque EL DJEBEL, HASSAN SABAH, el misterioso “Viejo de la Montaña”. Y si bien es cierto que profesaban un fervoroso culto a la Virgen, éste llegó a tal extremo que una regla de la ORDEN, estipulada: “Nuestra estuvo en el principio de nuestra religión, y en ella y en Su Honor, si place a Dios residiría el fin de nuestra religión”. ¿Nuestra Señora o… ISIS?
Se llegó a decir, incluso, que “apostataron” de Cristo; que suprimieron de la misa las “palabras sacramentales”; que sus miembros mantenían entre sí impúdicas relaciones y que el “verdadero Dios”, el que dispensa a los hombres dicha y prosperidad era venerado en la forma de una “cabeza”. Cabeza de oro que contenía en su interior la calavera de una niña.
ELIPHAS LÉVY, cabalista del siglo XIX va más lejos y llega hasta dibujar un ídolo (el famoso Baphomet andrógino), verdadero demonio que se supone adraban los Templarios.
Todo esto se comentaba no solamente entre las gentes del pueblo sino que adoraban los Templarios.
El historiador PRUTZ nos dice que la ruina de los Templarios fue consecuencia de causas políticas, no eclesiásticas.
Pero si bien es cierto que el rey Felipe el hermoso, nieto de San Luis, tenía sobrados motivos para querer destruirlos, quizás esto no hubiera sido posible si el Papado romano no hubiera de su nefasta desviación de la ortodoxia. Y esto se comprobó positivamente durante el Concilio que al efecto se celebró en Viena. El 6 de abril de 1312, CLEMENTE V daba lectura a la Bula VOX IN EXCELSO que abolía en toda la Cristiandad la Orden de los Caballeros del TEMPLO. Su último gran Maestro JACOBO DE MOLAY fue quemado vivo en el 18 de de 1314. Al menos siguiente – 20 de abril – moría el Papa. El 29 de noviembre, FELIPE EL HERMOSO. ¡Extrañas coincidencias! La tumba de CLEMENTE V (BERTRAND DE GOTH) fue profana y destruida. Su estatua que se hallaba en el pórtico de la catedral de Burdeos apareció un día con su mano derecho cortada, como se hacía en la época con los parricidas.
Muchos niegan los terribles cargos que se le hicieron a los Templarios, incluso la Masonería. Ésta, que siglos después se jactaría de Heber contribuido a la ruina de los jesuitas (en algunos aspectos verdaderos Templarios), sigue sosteniendo su inocencia.
¿Existió algún vínculo entre los hermanos tres puntos y los Caballeros del Templo? Parece que estos se infiltraron en las cofradías de albañiles (masones), que durante la Edad Media guardaban celosamente los secretos del oficio para transmitirlos únicamente a los iniciados. Los Templarios habrían sido los que dieron a esa corporación el carácter esotérico cabalista.
Leemos en el Manual de la Masonería de Andrés Cassard, Edición de 1861: “No dudamos…que los Templarios fueron iniciados desde el momento mismo de su institución, y más creemos, que es a ellos a quienes Europa es deudora de la Masonería” (pág. 16). Y según la misma obra, cuando de confiere el grado 31 (Gran Inspector-Inquisidor-Comendador) se pregunta al candidato: “¿Quiénes son? R.: Felipe el Hermoso y Clemente V”.
Y aunque se parezca increíble – según el mismo texto masónico – “La Orden de los Templarios se ha conservado sin embargo en Francia y tenido una sucesión no interrumpida d Grandes Maestros desde Jacobo de Molay, que, antes de morir designó a T. M. LARMINUIS por su sucesor” (nota pág. 16).
¡Cabalistas, gnósticos, maniqueos, asesinos, templarios. Masones, jesuitas! Todos estos “iniciados” tienen algo de misteriosos, algo oculto. Huyen de la luz, de la verdadera Luz. Su misión es preparar la venida del señor de este mundo…¡El Anticristo! Para ello deben destruir de cualquier manera, el único y “verdadero” obstáculo, la Iglesia Católica, Teándrica y Trinitarista, que instauró sobre la roca de Pedro ¡Aquel que dijo: YO SOY LA LUZ DEL MUNDO! Ttl

Editó Gabriel Pautasso
gabrielspautasso@yahoo.com.ar
Diario Pampero Cordubensis nº 210. Instituto Eremita Urbanus


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