martes, 10 de febrero de 2009

La primera y verdadera liberación de América


La historia, instrumento de subversión

Estamos al corriente de que la historia es un instrumento subversivo. Y sobre este punto, más que sobre cualquier otro, la historia ha subvertido el espíritu de nuestros antepasados y nuestros contemporáneos. Desde el siglo XVI esta subversión reinante no cesa de proclamar: la conquista y la evangelización del Nuevo Mundo fueron abominaciones, vergüenza imborrable para los poderes civiles, militares y religiosos españoles. Fue no menos que “la destrucción de las Indias” según el título de la obra de LAS CASAS, utilizado desde los años 1550 a 1600, como “arma cínica de una guerra psicológica” contra la preponderancia española y católica.

Y los “filósofos” anticristianos del siglo XVIII no han dejado de repetir bajo las plumas de MARMONTEL o de RAYNAL: esta conquista y evangelización no fueron sino “el fanatismo asentado en montones de muertos y contemplando inmensas ruinas”. En definitiva, “la más enorme herida que jamás haya hecho al género humano la espada de sus perseguidores”. Y como nuestros actuales docentes oficiales no reciben más que el triste alimento de esos “filósofos” del siglo XVIII, tales imputaciones se perpetúan indefinidamente. MATANZA, GENOCIDIO, INTOLERANCIA, OSCURANTISMO, OPRESIÓN, ESCLAVITUD, DESCULTURIZACIÓN, RACISMO…todos los lugares comunes inagotables de la condensación al uso por las potencias dueñas hoy de la opinión se aplican desde entonces sobre las cabezas de los Reyes Católicos y sus sucesores, de los Papas y del clero español de la época.

En la época de la Revolución francesa se vio a clérigos abandonando su ministerio y abdicando de sus funciones, apostatar, n fin, para romper definitivamente con esta supuesta ignominia de la Iglesia. Uno de ellos decía haber “sabido por la historia (según los “filósofos”) que la manía de extender los principios cristianos inundó los dos hemisferios de torrentes de sangre”. Análogamente vemos en nuestros días a los intelectuales católicos predominantes alinearse sea inconscientemente, sea por vía de subversión, con las denuncias de esos “filósofos” del siglo XVIII y llenar las publicaciones “que sientan cátedra” como se dice, de tales contra-verdades.

Estas publicaciones, que no pueden por menos que contar con la adhesión de principios del lector incompetente, especialmente si es católico, afirman y repiten que los indios de América fueron, a través del sistema de la “encomienda” española, “despojados de sus tierras y de su libertad” y “reducidos a la esclavitud”. Lo que es radicalmente falso, como yo mismo he demostrado detalladamente en el capítulo III de la primera parte de mi LÈglise aun risque de l´Histoire de JEAN DUMONT.

El ejemplo de Tlaxcala

Ejemplo tanto más significativo por cuanto su pueblo era el más libre del Mexico español, dado que, en agradecimiento por su fiel alianza, el rey de España le había reconocido plena autonomía de gobierno, universal hidalguía a sus miembros y excepción de todo tributo de todo tributo que no fuera simbólico. Precisamente a Tlaxcala, liberada ya de las de las empresas aztecas, se refiere el texto, encontrado por mí allá mismo, y que, citado por primera vez, propongo a nuestra común reflexión. Un texto del mejor especialista de la primera evangelización de México, el padre francés CHAUVET:

“Se acusa al indio americano en general, y, en particular, a los indios evangelizados por franciscanos, de no poseer más que una religión puramente exterior. Y, en el fondo, de permanecer tan paganos como antes de recibir el bautismo.

“Demuestra la falsedad de tales acusaciones la abnegación con que, particularmente los tlaxcaltecas, recientemente convertidos, practican la religión cristiana. Recordemos, por ejemplo, cómo antes de celebrar la fiesta de Navidad con la representación al aire libre y con gran pompa del auto sacramental “Nuestros primeros” (en otra ocasión el auto tenía por tema la conquista de Jerusalén), se reunieron importantes limosnas. Y las emplearon integradamente en el hospital para los indígenas más pobres, fundando desde el comienzo de la cristianización de Tlaxcala. MOTOLINIA (testigo directo) escribe sobre este asunto: “No contento con lo que donaron a los pobres del hospital, fueron por los caminos en una legua a la redonda, para distribuir setenta y cinco camisas de hombre, cincuenta de mujer, muchas mantas y otros abrigos, diez corderos y un cerdo, numerosas cargas de maíz y raciones de carne y maíz”.

“Otro hecho significativo de la sinceridad de los nuevos conversos traxcaltecas era la práctica generalizada de la restitución de bienes mal adquiridos. Las restituciones que hicieron durante la cuaresma, señala un documento de 1539, se elevaron a más de doce mil, referentes a bienes adquiridos tanto en época pagana como la posterior a su bautismo. Entre ellas algunas eran de cosas pobres o de valor medio: joyas de oro o piedras preciosas y propiedades. Todo esto sucedía en Tlaxcala quince años después deque los franciscanos se establecieran allá por vez por vez primera.

“Por ninguna otra nación”.

Y todo esto sucedía también en el momento mismo en que el gobernador indio VALERIANO redactaba en nahualt y alfabeto latino “el primer texto literario azteca que jamás se había escrito: precisamente “EL RELATO DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN NUESTRA SEÑORA AL POBRE INDIO JUAN DIEGO, A QUIEN DEJÓ SU PROPIA IMAGEN”.

“DIOS HIZO ASÍ LO QUE NO HIZO POR NINGÚNA OTRA NACIÓN” AFIRMARÁ EL PAPA BENEDICTO XIV”.

La primera y verdadera liberación de América.

Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero Cordubensis nº 189 - Instituto Eremita Urbanus

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