martes, 23 de septiembre de 2008

Reflexión: Ser sacrificado, ser fuerte, no desesperar

Todo será posible en la reconquista si no desesperamos, pues DIOS quiere que lleguemos.

Que nuestros principios católicos no se debiliten con los años, que el heroísmo no ceda su lugar a la resignación pura. La crisis de la Iglesia, que se eterniza podría desanimar hasta los mejores… y lo deploramos. Sin embargo, no es momento para bajar los brazos, ni el tono de la voz. Por el contrariado, es tiempo de redoblar la energía y el coraje criollo y sobrenatural para mantenerse firmes en fe, como sostenía SAN ATANASIO, por el asedio de los arrianos.
DIOS NUESTRO SEÑOR ES EL MAESTRO DE LA HISTORIA, y por eso ningún motivo puede hacernos perder confianza. El poder del enemigo a veces nos desanima, pero no olvidemos que DIOS nos guía.

La guerra de reconquista, como las Invasiones Inglesas de 1806-1807, no sólo es combate, es sobre todo una larga continuación, a veces agotadora, otras cansadora, de renunciamiento silencioso, de sacrificios cotidianos que se notan.
No desesperemos de llegar a nuestra verdadera patria, pues DIOS quiere que lleguemos. Que nadie desespere, pero que uno tenga demasiada confianza. Desesperarse es un mal y también es malo contar demasiado solamente consigo mismo.
No hay ejército que sin unidad de mando ni disciplina, pueda obtener la victoria, y ni siquiera subsistir. Se fundirá rápidamente y seguramente irá hacia su ruina. Nosotros somos, humildemente lo decimos, las tropas de élite de la Iglesia. En medio de todas las penas, de todas las dificultades y de todos los peligros, las persecuciones solapadas y acciones directas, siempre en la avanzada de los combates del SEÑOR, nunca debemos perder la confianza ni el ánimo.

Por esto, no nos dejen abatir por las pruebas, los peligros, las persecuciones solapadas o directas. Un soldado – y todos somos soldados de CRISTO por la Confirmación – no deben temer las pruebas porque tiene a DIOS, a la Santísima Virgen y a toda la corte celestial lista para ayudarlo a ganar la batalla.
Una vez más, no permitan que los venza la laxitud. Es necesario luchar y por encima de todo no desanimarse cuando se nos dice que el enemigo rodea la ciudad católica de DIOS, con caballeros y carros de combate. Que jamás el desánimo, la laxitud o el espíritu de confort los desanimen; pongan atención estas enérgicas palabras del Papa URBANO II, del año 1024, en la plenitud del cristiandad: “SOLDADOS DE DIOS, SAQUEN LA ESPADA Y GOLPEEN VALIENTEMENTE A LOS ENEMIGOS DE JERUSALÉN. DIOS LO QUIERE”. (DEUS VULT).

Hasta nuestro último suspiro tendremos que luchar: contra nosotros, contra todo lo que a nuestro alrededor, respira Satanás. No tenemos que deponer las armas, ni desmantelar las fortalezas, ni destruir los bastiones. Aún sólo contra todos, si luchamos por la VERDAD, no abandonaremos el combate. “EL FUEGO PIDE UNA CONDUCTA DE FUEGO”, (ANZOÁTEGUI, I. Escritos y discursos a la Falange, Ed, Santiago Ápostol, pág. 32), y cuando todo parezca perdido, será momento de iniciar el último asalto.

Diario Pampero nº 85
Instituto Eremita Urbanus


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