Son unos 60 sacerdotes en ejercicio y otros que dejaron los hábitos y formaron familia. Tienen una visión crítica sobre cómo la estructura eclesiástica aborda el celibato, la ayuda a los pobres y la relación con el poder. Es una experiencia inédita en el país.
Por Juan Carlos Carranza
En la foto: P. Quito Mariani
Se presentan como pasajeros de una variopinta experiencia inédita en el país, dispuestos a desafiar el pensamiento dominante de la autoridad eclesiástica en temas tan urticantes como el celibato, la ayuda a los pobres y la relación con el poder.
Son curas y ex curas casados de la Iglesia Católica que desde diciembre pasado se reúnen los últimos viernes de cada mes en La Cripta, el templo de Villa Belgrano desde el cual no hace mucho José Guillermo "Quito" Mariani argumentaba sobre el absurdo de mantener el celibato sacerdotal.
Son alrededor de 60 sacerdotes en ejercicio y ex sacerdotes que abandonaron los hábitos para formar familia. El movimiento convocante fue el Grupo Obispo Angelelli, que logró "repatriar" a ex curas tercermundistas, ex curas desencantados con la autoridad o que sintieron el vacío de la Iglesia Católica cuando decidieron alejarse del ministerio.
El viernes pasado, La Voz del Interior fue invitada a participar de una reunión, matizada con una mesa de salames y vinos.
El anfitrión.
Víctor Acha (69), el párroco de La Cripta y anfitrión de la velada, cuenta que nunca imaginó semejante convocatoria. "Cuando se nos ocurrió esto en el Grupo Angelelli, no nos imaginamos la respuesta y menos la necesidad de reunirse en forma periódica. Aquí opinamos y disentimos pero coincidimos en algo muy claro: no queremos una Iglesia con el estilo actual, creemos que otra es posible. Y lo será con curas, con laicos, con casados, solteros, separados, con gente que ejerce el ministerio sin imposiciones secundarias, sin la imposición del celibato. Lo importante no es sólo mirar hacia adentro de la Iglesia, sino mirar la realidad del mundo desde un espacio donde se dice que el pluralismo es válido, que la diversidad es necesaria y que al pensamiento único hay que abolirlo", señala.
Esta reflexión inmediatamente remite a las últimas intervenciones públicas de la Iglesia Católica.
Adrián Vitali (41), ex cura, casado con dos hijos, arroja la primera piedra. "El obispo de San Isidro y presidente de la comisión de Pastoral Social, Jorge Casaretto, advirtió que la pobreza creció cerca del 40 por ciento en el país. Así como le requerimos a la Nación que cambie el Indec porque no representa la realidad y no es confiable, sería saludable que la Iglesia especifique cuál es el método científico de medición de la pobreza que utilizó. ¿Por qué tenemos que hacer un acto de fe y creerle a la Iglesia sobre las cifras que dio? No podemos planificar algo serio si siempre estamos hablando de sensaciones y de percepciones". Y agrega: "Las Cáritas que funcionan en las parroquias lo hacen comúnmente dos veces por semana, dos o tres horas, con gente voluntaria, en su mayoría de edad avanzada. Se dedican a la asistencia de los pobres con ropa usada y algo de alimentos que las comunidades traen. Me parece que esto no puede ser un instrumento de medición de la pobreza o para construir una propuesta de inclusión social en serio".
Experiencias.
La reunión se anima y todos aceptan contar su experiencia. Erio Vaudagna (80), un ex cura tercermundista y venerado por el grupo, cuenta por qué dejó el sacerdocio: "Pese a dejar los hábitos sigo siendo cristiano, con profunda fe. Me fui porque no encontraba en la Iglesia Católica el espacio adecuado para vivir una plena libertad cristiana, un cristianismo auténtico, libre de las imposiciones de la estructura eclesiástica. Cuando me llamaron a participar de estas reuniones me sentí de nuevo integrado a lo que puede ser la Iglesia del mañana. Aquí se puede pensar libremente nuestra fe, se puede aportar, discutir, disentir y todos nos respetamos", expresa.
Horacio Fábregas (44) es otro ex cura, pero al que no le interesa demasiado cambiar las cosas dentro de la Iglesia. "Tenemos distintos puntos de vista y ése es el comienzo. ¿Si vamos a llegar a algo? No lo sé. Hay quienes les gustaría cambiar la Iglesia, a otros no nos interesa cambiar nada. Rescato el hecho de que venimos a un lugar a sentirnos bien, a encontrarnos con pares que tuvieron una experiencia parecida y a hacer catarsis".
Nicolás Alessio (52), cura de la parroquia de San Cayetano, completa la última exposición. "Nos une una historia común, el haber pasado por un seminario, el estar comprometidos con la institución o tener la vocación sacerdotal. Eso nos da la matriz común, que marcó hondamente nuestras vidas, más allá del camino que cada uno tomó. Estamos a la búsqueda todavía de una caracterización del grupo, sobre cómo podemos avanzar más. Todos compartimos, desde distintos lugares, una clara opción por la vida, por la vida de los pobres, por la vida digna, por la Justicia. A esos valores, propios de una vocación, no hemos renunciado y los seguimos sosteniendo con mucha fuerza".
El celibato.
Guillermo Mariani (82) también aporta lo suyo, siempre desde un lugar que despierta la polémica. "Desde 1968 que vengo pidiendo la abolición del celibato. Tengo un gran respeto por los que dejaron el sacerdocio, respeto su sinceridad. Un poco en broma y un poco en serio, cuando los sacerdotes se van digo que se van los mejores, los más normales y nosotros nos seguimos quedando. Cuando se presentó la posibilidad de reunirnos, los que ejercen con los que no, me pareció una cosa muy buena. Primero, para recuperar la riqueza personal de los sacerdotes que dejaron, porque además de la riqueza de la experiencia tienen la experiencia de la pareja".
En ese marco, Mariani hace su apuesta. "Desafío a esta postergación que ha hecho la Iglesia con los sacerdotes que dejaron el ministerio. Hay que devolverles toda su dignidad y sintiéndolos no como un peso sino como una carga de riqueza para nosotros".
Juan Carlos Ortiz (65), ex salesiano, cura de Valle Hermoso, sostiene que la Iglesia saca a los sacerdotes de su lugar natural... "porque estamos consagrados. ¿A quien? Cuando te planteás las cosas con el realismo de la vida cotidiana, te das cuenta de que estás regando fuera de la maceta", dice.
Contacto Para conectarse con este grupo de sacerdotes:
beto_b_y@yahoo.com.ar
adrianvitali@hotmail.com
“SIN COMENTARIOS…”
Colaboró para Diario Pampero Cordubensis: SRA. FABIELA V. DE MENEGHINI
Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
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En la foto: P. Quito Mariani
Se presentan como pasajeros de una variopinta experiencia inédita en el país, dispuestos a desafiar el pensamiento dominante de la autoridad eclesiástica en temas tan urticantes como el celibato, la ayuda a los pobres y la relación con el poder.
Son curas y ex curas casados de la Iglesia Católica que desde diciembre pasado se reúnen los últimos viernes de cada mes en La Cripta, el templo de Villa Belgrano desde el cual no hace mucho José Guillermo "Quito" Mariani argumentaba sobre el absurdo de mantener el celibato sacerdotal.
Son alrededor de 60 sacerdotes en ejercicio y ex sacerdotes que abandonaron los hábitos para formar familia. El movimiento convocante fue el Grupo Obispo Angelelli, que logró "repatriar" a ex curas tercermundistas, ex curas desencantados con la autoridad o que sintieron el vacío de la Iglesia Católica cuando decidieron alejarse del ministerio.
El viernes pasado, La Voz del Interior fue invitada a participar de una reunión, matizada con una mesa de salames y vinos.
El anfitrión.
Víctor Acha (69), el párroco de La Cripta y anfitrión de la velada, cuenta que nunca imaginó semejante convocatoria. "Cuando se nos ocurrió esto en el Grupo Angelelli, no nos imaginamos la respuesta y menos la necesidad de reunirse en forma periódica. Aquí opinamos y disentimos pero coincidimos en algo muy claro: no queremos una Iglesia con el estilo actual, creemos que otra es posible. Y lo será con curas, con laicos, con casados, solteros, separados, con gente que ejerce el ministerio sin imposiciones secundarias, sin la imposición del celibato. Lo importante no es sólo mirar hacia adentro de la Iglesia, sino mirar la realidad del mundo desde un espacio donde se dice que el pluralismo es válido, que la diversidad es necesaria y que al pensamiento único hay que abolirlo", señala.
Esta reflexión inmediatamente remite a las últimas intervenciones públicas de la Iglesia Católica.
Adrián Vitali (41), ex cura, casado con dos hijos, arroja la primera piedra. "El obispo de San Isidro y presidente de la comisión de Pastoral Social, Jorge Casaretto, advirtió que la pobreza creció cerca del 40 por ciento en el país. Así como le requerimos a la Nación que cambie el Indec porque no representa la realidad y no es confiable, sería saludable que la Iglesia especifique cuál es el método científico de medición de la pobreza que utilizó. ¿Por qué tenemos que hacer un acto de fe y creerle a la Iglesia sobre las cifras que dio? No podemos planificar algo serio si siempre estamos hablando de sensaciones y de percepciones". Y agrega: "Las Cáritas que funcionan en las parroquias lo hacen comúnmente dos veces por semana, dos o tres horas, con gente voluntaria, en su mayoría de edad avanzada. Se dedican a la asistencia de los pobres con ropa usada y algo de alimentos que las comunidades traen. Me parece que esto no puede ser un instrumento de medición de la pobreza o para construir una propuesta de inclusión social en serio".
Experiencias.
La reunión se anima y todos aceptan contar su experiencia. Erio Vaudagna (80), un ex cura tercermundista y venerado por el grupo, cuenta por qué dejó el sacerdocio: "Pese a dejar los hábitos sigo siendo cristiano, con profunda fe. Me fui porque no encontraba en la Iglesia Católica el espacio adecuado para vivir una plena libertad cristiana, un cristianismo auténtico, libre de las imposiciones de la estructura eclesiástica. Cuando me llamaron a participar de estas reuniones me sentí de nuevo integrado a lo que puede ser la Iglesia del mañana. Aquí se puede pensar libremente nuestra fe, se puede aportar, discutir, disentir y todos nos respetamos", expresa.
Horacio Fábregas (44) es otro ex cura, pero al que no le interesa demasiado cambiar las cosas dentro de la Iglesia. "Tenemos distintos puntos de vista y ése es el comienzo. ¿Si vamos a llegar a algo? No lo sé. Hay quienes les gustaría cambiar la Iglesia, a otros no nos interesa cambiar nada. Rescato el hecho de que venimos a un lugar a sentirnos bien, a encontrarnos con pares que tuvieron una experiencia parecida y a hacer catarsis".
Nicolás Alessio (52), cura de la parroquia de San Cayetano, completa la última exposición. "Nos une una historia común, el haber pasado por un seminario, el estar comprometidos con la institución o tener la vocación sacerdotal. Eso nos da la matriz común, que marcó hondamente nuestras vidas, más allá del camino que cada uno tomó. Estamos a la búsqueda todavía de una caracterización del grupo, sobre cómo podemos avanzar más. Todos compartimos, desde distintos lugares, una clara opción por la vida, por la vida de los pobres, por la vida digna, por la Justicia. A esos valores, propios de una vocación, no hemos renunciado y los seguimos sosteniendo con mucha fuerza".
El celibato.
Guillermo Mariani (82) también aporta lo suyo, siempre desde un lugar que despierta la polémica. "Desde 1968 que vengo pidiendo la abolición del celibato. Tengo un gran respeto por los que dejaron el sacerdocio, respeto su sinceridad. Un poco en broma y un poco en serio, cuando los sacerdotes se van digo que se van los mejores, los más normales y nosotros nos seguimos quedando. Cuando se presentó la posibilidad de reunirnos, los que ejercen con los que no, me pareció una cosa muy buena. Primero, para recuperar la riqueza personal de los sacerdotes que dejaron, porque además de la riqueza de la experiencia tienen la experiencia de la pareja".
En ese marco, Mariani hace su apuesta. "Desafío a esta postergación que ha hecho la Iglesia con los sacerdotes que dejaron el ministerio. Hay que devolverles toda su dignidad y sintiéndolos no como un peso sino como una carga de riqueza para nosotros".
Juan Carlos Ortiz (65), ex salesiano, cura de Valle Hermoso, sostiene que la Iglesia saca a los sacerdotes de su lugar natural... "porque estamos consagrados. ¿A quien? Cuando te planteás las cosas con el realismo de la vida cotidiana, te das cuenta de que estás regando fuera de la maceta", dice.
Contacto Para conectarse con este grupo de sacerdotes:
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Editó Gabriel Pautasso
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