Alcibíades es uno de los personajes atrayentes de la historia universal. Son pocos los que podían resistir su encanto y pocos, también, los que dejarían de condenar su moralidad.
ALCIBÍADES es el niño mimado de toda Atenas. PLATÓN lo recuerda diciendo que no había alguien más bello en la ciudad. Era, además, un seductor, ingenioso, de radiante humor. En “El banquete” su presencia es descrita en términos que ilustran su carácter: “ALCIBÍADES , que estaba muy borracho…(llegó atrasado)…junto con la flautista que le sostenía…y coronado por una espesa corona de hiedra y de violetas y con un gran número de cintas sobre la cabeza”. Era noble ya que descendía de dos familias más aristocráticas de toda Grecia. Su vida de joven estuvo marcada por la influencia y la relación directa con dos de los genios universales que produjo esta civilización: PERICLES y SÓCRATES. PERICLES, su tío, sería su tutor a partir de la muerte de su padre y SÓCRATES fue su maestro. Por si lo anterior no bastare, el personaje era rico; tan rico como casi para alcanzar a cubrir su vida fastuosa y pródiga. Era inteligente como el que más. Y valiente.
En la vida pública era un político; y en su vida privada, un disoluto. Su arrogancia lo conducía a la falta de respeto y abuso sobre los demás. Era vanidoso y no trmía el escándalo. En materias de dinero, solía confundir dineros públicos con privados y, como dice uno de sus biógrafos, era dado a los “juegos de manos financieros; el joven elegante no siempre se comportaba con elegancia”. No obstante coqueteos homosexuales, característicos de la época, tenía pasión por las mujeres. Amaba las carreras de cuadrigas (el deporte más popular de la época), las fiestas y el vino.
¡He aquí el personaje!
ROMILLY nos dice que ha escrito sobre este hombre que murió hace 25 siglos para iluminar nuestra vida presente y, más concertantemente, los problemas de la democracia moderna. Sostiene que ALCIBÍADES planteó ya en el siglo V antes de Cristo un problema que sigue siendo vigente, el del POLÍTICO “que antepone la ambición personal al interés común”. En ese sentido, la figura y los actos de este personaje, cautivante y repulsivo a la vez, nos recuerdan a cada paso la democracia que vivimos. Nos ilumina sobre este desencanto de la política que es estos días de finales del siglo XX y comienzo de siglo XXI recorre el mundo entero. “De esto se trata: de la AMBICIÓN PERSONAL, del INDIVIDUALISMO, del ANSIA DE PODER…DE LA AMBICIÓN INDIVIDUALISTA EN UNA DEMOCRACIA EN CRISIS”.
EL PODER
ALCIBÍADES desde muy joven tenía – por su inteligencia, su belleza, sus ancestros, su riqueza – primacía sobre los demás. Pero hombres de esas condiciones, atraídos por la política, son el objeto de fuerzas, según PLATÓN las describe en “La República”, que los impulsan a la corrupción. Desde luego los que quieren servirse de ellos en su propio provecho y “que se postrarán ante él para abrumarle con súplicas y le prodigarán de antemano su adulación con vistas a su poder futuro”. En el caso de ALCIBÍADES, son sus propios dones los que lo llevan a un camino fácil que es el de su perdición: “La belleza, la riqueza, la fuerza del cuerpo, los parentescos que deciden en el gobierno de la ciudad”. Con estos dones, ALCIBÍADES, todo es más fácil, es el sentimiento de SÓCRATES. Pero el gobierno del Estado requiere mucho más. Los asuntos de Estado exigen una formación estricta y, “por tanto – has de prepararte no a ejercer el mando y el poder a tu antojo…sino a procurar la JUSTICIA y la SABIDURÍA”. Acertado consejo a los que aspiraban al poder hace 25 siglos y a los que lo cortejan hoy. Pero en la política de la ambición lo que importa es la técnica del manejo, la conservación y el acrecentamiento del propio poder. ALCIBÍADES escucha al maestro pero como quien oye llover.
Lo que ALCIBÍADES quiere es el éxito rápido. Contraviniendo el consejo, “ALCIBÍADES no se ejercitó en la justicia sino que se lanzó a la política”. No tiene tiempo que perder, él debe aspirar desde el inicio a las más grandes empresas. Debe eclipsar a PERICLES y a todos sus predecesores. Las palabras claves no son las recomendadas por SÓCRATES, esto es, JUSTICIA y SABIDURÍA, sino AUDACIA y DECISIÓN. La política de la ambición no es reflexiva ni se detiene en el estudio de los VALORES, ni del más alto sentido del poder. Ella adora la acción; es incluso, cada día, LA ACCIÓN POR LA ACCIÓN.
Pero si SÓCRATES, su maestro, desde su visión de intelectual, postulaba una política fundada en la JUSTICIA y la SABIDURÍA, PERICLES, su tutor, desde la experiencia de estadista, reclamaba una política de MODERACIÓN. De más esta decir que ALCIBÍADES no siguió ni una ni la otra.
ALCIBÍADES es el prototipo del demagogo surgido de la democracia ATENIENSE, según lo sustenta STAN M. POPESCU - . Si CLEÓN representó al hombre violento, vulgar, cruel, y resentido social por excelencia, ALCIBÍADES reúne en su personalidad un mosaico de debilidades, defectos, irracionalidades, virtudes, cualidades y excentricidades que podrían constituir muy bien la quinta esencia del politiquero inescrupuloso inmoral, amoral, paranoico y carente de dignidad y de honor. PLUTARCO lo describe con gracia, según POPESCU en su Autopsia de la Democracia – Estudio de la Anti-religión, Editorial Euthymia, Buenos Aires, p. 74 y sgtes., “más estando por su índole sujeto a muchas y grandes pasiones, las que más sobresalían eran la soberbia y la ambición de ser siempre el primero, como lo convencen sus hechos pueriles de que hay memoria…siendo muchacho, abandonó su casa, y se fue a vivir a la de DEMOCRATES, uno de sus amantes…mató a uno de sus criados…la mayor parte de ellos no admiraban ni halagaban otra cosa que lo bello de su figura…Había ocasiones, no obstante, en que, cediendo a los aduladores que le lisonjeaban con placeres, se le deslizaba a SÓCRATES, y como fugitivo tenía que cazarle; pues sólo respecto de él se avergonzaba, y él sólo le tenía algún temor, no dándosele nada de los demás… era muy inclinado a los deleites… era innoble e inalterable a los dicterios y a las sátiras, por un abandono de su opinión, que siendo en realidad desvergüenza y tontería, algunos le graduaban de intrepidez y fortaleza; y éste era quien se valía el pueblo cuando quería desacreditar y calumniar a los que estaban en la altura…”.
ALCIBÍADES, pederasta, afeminado, estafador, ateo, y concupiscente, estaba muy lejos del ARETÉ y muy lejos de la KALOKAGATHIA e inclusive el DEMOS con todos sus miembros de la ASAMBLEA que parecían “disgustados todos con sus costumbres en el terreno privado” como lo expresa TUCÍDIDES. Es muy probable que al DEMOS ateniense le simpatizaba y admiraba en ALCIBÍADES “lo que a todos ellos les hubiera ser: ricos, hermosos, superiores y dominantes. Los atenienses debían hablar de él a fin de que no lo olvidaran, y debían sacudir la cabeza ante sus extravagancias, a fin de que no pensaran cosas peores de él. ALCIBÍADES incitaba el afán de hablar y la manía de novedades de la gente baja, a la vez que se mofaba de ella. PERO ESTA GENTE LE ERA NECESARIA.
Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 275
Instituto Eremita Urbanus
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