Conclusiones histórico-críticas del P. Fray José María Liqueno en la ciudad de Córdoba a principios del siglo XX (1877-1926)
Para emitir un juicio equilibrado sobre toda la obra del Padre JOSÉ MARÍA LIQUEÑO, es necesario recordar la época en la cual se formó, pensó, enseñó y escribió. Debe ser situada toda su obra entre los años 1900, más o menos, y 1926, que es de su muerte (26 de abril); pero lo más importante de su obra escrita se produce entre el año 12 y el 18.
Su adhesión al tomismo lo sitúa de lleno en el movimiento teológico y filosófico neoescolástico de principios con raíces en el siglo anterior, s. XIX; por otro lado, tanto la fecha de sus escritos como su contenido doctrinal, hacen de él, quizá, el primer restaurador de la filosofía en nuestro país. Ya se sabe que algunos otros – como JACINTO RÍOS, FERNANDO FALORNI, MAMERTO ESQUIÚ, NEMESIO GONZÁLEZ – habían comenzando consciente y críticamente aquella restauración; pero LIQUENO es el único que produce una obra sistemática en ese sentido. Después de él, por ejemplo en LUIS GUILLERMO MARTÍNEZ VILLADA, no hay tampoco una obra sistemática; la docencia de MARTÍNEZ VILLADA apenas comienza en 1918 y alcanza mayor influencia al fundar la revista ARX en 1924, dos años antes de la muerte del Padre LIQUENO. Luego, ha sido el Padre LIQUENO el verdadero iniciador de la restauración sistemática del tomismo en Córdoba, con el antecedente de NEMESIO GONZÁLEZ y JACINTO RÍOS principalmente.
Se debe notar en la obra de LIQUENO un esfuerzo por conciliar siempre la restauración de la filosofía tomista con la doctrina franciscana. Esto es explicable no sólo por haber sido franciscano, sino porque frecuentemente olvidamos que el florecimiento de la filosofía tomista fue acompañado por un avance nuevo del pensamiento buenaventuriano y escotista. Las obras completas de SAN BUENAVENTURA, en edición crítica, terminan de aparecer en 1902 y la gran edición de WADDING de DUNS ESCOTO concluye a fines del siglo XIX, en 1895. Es decir, a comienzos del siglo se asiste a un renacimiento de toda la filosofía católica en general, aunque fue el tomismo la corriente de mayor fuerza en todo sentido. El P. LIQUENO representa bien en nuestro medio cordobés esa situación.
Por un lado, la escuela de Milán del P. ANTONIO GEMELLI influye profundamente en él; pero, por otro, es el Cardenal MERCIER y la escuela de Lovaina, Bélgica de una influencia determinante. Por detrás de ellos, aparecen todos los escolásticos de fines de siglo que penetraron fuertemente en el XX (BILLOT, GONZÁLEZ, TAPPARELLI, LIBERATORE, CATHREIN, etc.) que conducen a LIQUENO – y esto es importante – al estudio directo de la fuente principal: las obras mismas de SANTO TOMÁS.
¿Cómo se explica entonces el silencio total respecto de la obra filosófica de LIQUENO? Es verdad que no le podemos atribuir una gran influencia posterior; pero ya he dicho en diversas ocasiones que el juicio sobre una obra debe tener presente, ante todo, su valor intrínseco. Y éste existe. Por otra parte, una explicación que me parece muy probable respecto del silencio sobre la obra filosófica de LIQUENO, es la humildad personal del franciscano. Además, es un hecho que era muy respetado y considerado en cuanto historiador, pero no en cuanto filósofo. Es también un hecho que quedará quizá sin explicación que los profesores y personajes importantes del medio no pararon su atención en este aspecto de su vid; en algunos fue, ignorancia, en otros, falta de comprensión de la misión del P. LIQUENO como restaurador; y en otros, quizá el desprecio que nace del orgullo vacuo. LIQUENO pensó y escribió, enseño y difundió en lo posible su pensamiento, con regularidad; en ese sentido – si aceptara por hipótesis la errónea tesis que habla de “fundadores” de la filosofía iberoamericana en este siglo – LIQUENO sería, con justos títulos, un “fundador”. Claro que no lo fue: en cierto sentido, EL P. LIQUENO SE SENTÍA – Y ERA – UN CONTINUADOR DE LA MEJOR TRADICIÓN FRANCISCANA DE CÓRDOBA.
El Socialismo argentino
Para el P. LIQUENO, que tiene en cuenta algunas afirmaciones de ESTANISLAO ZEBALLOS, el “ideal de humanidad” (o en mejor lenguaje filosófico el concepto de persona humana) no es separable de la nacionalidad lo cual muestra “la necesidad de la constitución de las patrias”; de ahí que “el ideal socialista de la supresión de las nacionalidades bajo unas mismas normas, queda destruido en el marco de estos principios que brotan del seno de la constitución psicológica humana y se realizan en todas civilizaciones”. De modo que el internacionalismo es consustancial al socialismo y nada más contrario a él que el nacionalismo; “los obreros no tienen patria”, ha proclamado ENGELS y, con él, los socialistas argentinos, particularmente JUAN B. JUSTO (“La Vanguardia, 10.6.1909) para quien la patria produce “un misticismo que embrutece y aplasta” y nuestra bandera solamente sirve “para sugestionar y arrastrar inconscientes”. Estas afirmaciones son coherentes con las tesis de MARX hasta el punto que LIQUENO se hace eco de las noticias de que el partido socialista habían sido excluidos quienes aun sentían el “argentinismo”. Por las mismas razones “el partido socialista es enemigo del ejército”, de la religión, de la propiedad. Por consiguiente: “no hay un socialismo argentino diverso y opuesto al socialismo científico internacional”. En verdad, “no es más que el socialismo internacional, transplantado a nuestro suelo”. Estas afirmaciones del P. LIQUENO se fundamentan en la lectura de Teoría y práctica de la historia de JUAN B. JUSTO y en El culto de la vida de AUGUSTO BUNGE. Ambas obras de los fundadores del socialismo argentino son expresamente tenidas en cuenta en LA CUESTIÓN SOCIAL de Fray JOSÉ MARÍA LIQUENO.
(De la obra en tres tomos, de ALBERTO CATURELLI, “Historia de la filosofía en Córdoba” 1610-1983”, tomo III. Pag. 88 y sgtes, CONICET, Córdoba, 1993).
Editó Gabriel Pautasso
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DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 271
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