La acción de la francmasonería se desarrolló con gran rapidez, a lo largo del siglo XIX, en la mayoría de las antiguas colonias hispano – portuguesas. Teniendo en cuenta las circunstancias de la época y del lugar, el catolicismo fue objeto de los ataques de un liberalismo, intelectual y político.
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
“Por la mañana, cuanto te levantes,
Piensa en ese nuevo día;
Y no te olvides que al salir el sol
Entrarás en el campo de batalla
ÁNGELES Y DEMONIOS pelean en los hombres:
El bien y el mal se cruzan invisibles aceros
Y has de andar con el ojo del alma bien alerta
Si pretendes en el costado limpio de la batalla.
Y LA PATRIA FUTURA DARÁ EL SANTO Y EL HÉROE
QUE HAN DE TRAZAR LAS LÍNEAS DE LA CRUZ”.
*Leopoldo Marechal *
(Diario Pampero nº 36 Revolver Basura)
*LA MASONERÍA EN AMÉRICA HISPÁNICA*
La acción de la francmasonería se desarrolló con gran rapidez, a lo largo del siglo XIX, en la mayoría de las antiguas colonias hispano – portuguesas. Teniendo en cuenta las circunstancias de la época y del lugar, el catolicismo fue objeto de los ataques de un liberalismo, intelectual y político a la vez a la vez, gran parte de cuyo arrojo lo obtenía en las logias que se nutrían con el espíritu latino de Europa.
Contra las constituciones, generalmente favorables al catolicismo, que los Estados se habían otorgado en el momento de su emancipación durante el siglo XIX, las logias reclamaron la igualdad cultural, la nacionalización de los bienes de la Iglesia, la disolución de las Órdenes religiosas, etc. Animaron las campañas del laicismo agresivo, campañas que aumentaron las dificultades propias de las grandes guerras civiles y extranjeras de las que algunos de estos vastos territorios han sido teatro. Las doctrinas “absolutistas” que triunfaron en el Concilio del Vaticano, hicieron creer aún más la hostilidad de los liberales y de los masones de América Hispánica contra la Iglesia, sus creencias, sus creencias, sus fundaciones, sus fieles. En Brasil, Perú, Venezuela (bajo GUZMÁN BLANCO), Colombia y Argentina, la lucha alcanzo con frecuencia un carácter de gran brutalidad.
La violencia de esta campaña anticlerical alcanza su máximo grado en Méjico. Interrumpidas por el trágico intermedio del Emperador MAXIMILIANO y suavizadas más tarde bajo la larga presidencia de PORFIRIO DÍAZ, las tradiciones rabiosamente masónicas de un JÚAREZ han encontrado numerosos émulos. Pronto MÉJICO nos ofrece el ejemplo de un país en que el LAICISMO escolar, la confiscación de los bienes eclesiásticos y la separación de la Iglesia y el Estado estaban incorporados a la ley constitucional. Durante la primera mitad del siglo XIX prosiguen estos procedimientos amparados por una política en la que el espíritu revolucionario y comunista ha fortalecido el anticlericalismo masónico del presidente CALLES y de algún otro.
Es preciso decir que en algunos de estos Estados, la obra de los liberales se vio facilitada por la extrema decadencia del clero, las pretensiones del clericalismo y los sensibles abusos de toda clase.
En BRASIL, gran número de sacerdotes y de laicos afectos a la Iglesia se habían inscrito en las logias. En 1873, dos obispos reformadores en el buen sentido, VITAL DE OLIVEIRA y ANTONIO MACEDO COSTA, decidieron acabar con tal costumbre, dando origen a un difícil conflicto entre ellos y el Gobierno, que tomó a su vez severas medidas.
La francmasonería, en el curso de su tenaz lucha, tuvo que enfrentarse con frecuencia con partidos católicos muy decididos, tal como ocurrió en los pequeños Estados de América Central, donde se disputaron vigorosamente el poder. En América del Sur, nada más característicos a este respecto, que el caso de GARCÍA MORENO, presidente de la República del Ecuador de 1861 a 1865 y de 1870 a 1875. Su ensayo de teocracia autoritario, cuyos extremismos iban acompañados por felices realizaciones sociales, no podía por menos que irritar, en sí mismo y por el ejemplo que daba a los Estados vecinos, a los mantenedores del liberalismo anti-clerical y de las logias. Desde entonces podía considerarse como condenado. Cuando fue asesinado, el libelista MONTALVO dijo que era “su pluma – y no el asesino – quien había matado al que él llamaba “EL TIRANO”. ¡Su pluma no era suficiente!
Posteriormente, el ECUADOR debía conocer, al igual que los demás Estado de América Hispánica, las reformas irreligiosas de las hasta entonces había podido librarse.
La francmasonería es, en efecto, tenaz. Si la estudiamos podremos darnos cuenta que ella, en cualquier época y en cualquier lugar, cede momentáneamente ante los acontecimientos desfavorables, pero jamás renuncia a los objetivos que previamente se ha trazado.
La francmasonería se nos ha mostrado – especialmente en el momento de su evolución – bajo el doble aspecto de “secta racionalista” y de “fuerza política” que caracteriza gran parte de su obra. Parece que por sí sola se basta para enmendar la distinción, impugnable a menudo, establecida por uno de sus miembros entre las sociedades iniciadoras. El “profano”, sobre todo si observa con atención los acontecimientos del último siglo, yerra al no ver como ritualista o “filosófica”.
Su política procede, en todos los órdenes, de doctrinas que ella misma se ha atribuido históricamente: protestante, ocultistas y positivistas. Con variantes notables, que dependen de distintas causas, pero sobre todo de la misma diversidad de sus doctrinas, ha tolerado o sostenido ciertos regímenes y combatido a otros, según sus tendencias correspondieran o no a la línea general de sus aspiraciones “democráticas”.
Es la Iglesia católica la que ha sido – y sigue siendo – el blanco de sus ataques más vigorosos y constantes. La francmasonería, sobre todo en los países latinos, se ha colocado frente a ella como frente a un enemigo al que hay eliminar por todos los medios y en todo; en su dogma, en su moral, en su jefe, en sus instituciones, en su historia, en su influencia y en su “clientela”. En lo que se muestra, pese a sus ambiciones ideológicas, más apta para llevar a cabo una destructiva que para reconstruir “el templo de salomón” y para matar e HIRAM que para resucitarlo.
Vemos claramente que, en efecto, bajo el pretexto de liberarlo, mutila al hombre al arrancarle su creencia en algo divino y sobrenatural. Los temas “racionales” que a cambio le ofrece, han probado con harta frecuencia su insuficiencia filosófica y su mediocridad vital para que la masonería pueda convertirse en esa “religión de religiones” que ella se vanagloria de traer al mundo…
*LA INDEPENDENCIA DE LAS AMÉRICAS*
Ya dimos por segura la destrucción del Imperio, con motivo de la insurrección de RIEGO en la ciudad de CADIZ. Efectivamente. En el “trienio” 1820-1823 se van cayendo una a una todas las hojas de la rosa imperial española.
Al general BALLESTEROS, que había capitulado como traidor ante los insurrectos, se le nombra capitán general. Y BALLESTEROS era de la Secta, aunque desleal.
Los diputados liberales de las colonias daban sus votos al Gobierno español, a condición de que no se hiciera nada contra la insurrección americana triunfante. (Igual que hacía la ESQUERRA). Muchos de ellos fueron más tarde ministros de sus repúblicas. El diputado MORENO GUERRA, americano, presidió el primer movimiento separatista de CADIZ. Las Cortes nombran una comisión para resolver el conflicto colonial por cualquier medio, sin excluir la independencia. Todos los que votaron el acuerdo, y los mismos ejecutores, eran, sin excepción, MASONES.
ITÚRBIDE proclama la independencia de MÉJICO. El virrey APODACA intentó perseguirle, pero los Cortes le depusieron. Nombran en su lugar a O´DONOJÚ, que en 1820 se había sublevado para no embarcar. Al llegar a Méjico capitula ante ITÚRBIDE, reconociendo la independencia en el “Tratado de IGUALA”. ITÚRBIDE y O´DONOJÚ eran también masones.
Exactamente igual ocurre en el resto del colosal Imperio.
Cae en septiembre de 1823 la Constitución, y con ella el Gobierno y las Cortes masónicas. Sólo le quedan a ESPAÑA CUBA y PUERTO RICO. En un rincón se batía un puñado de españoles que, desamparados y sin ayuda, fueron vencidos por la traición masónica: en LIMA, oficiales masones, sobornados por BOLIVAR, destituyen al virrey don JOAQUÍN DE LA PEZUELA, y ponen en su puesto al traidor JOSÉ DE LA SERNA. Éste licencia a los batallones leales, quedando solamente los que mandan, oficiales cuya obediencia ciega la habían puesto al servicio de la secta. Surge en seguida la derrota de AYACUCHO – 9 de diciembre de 1824 -; derrota que ellos mismos organizaron. El dictado infamante de “los ayacuchos” les seguirá manchando de cieno toda su vida.
Esto no importa para que después escalen las más altas cumbres del Estado: “Ayacuchos” son ESPARTERO y MAROTO.
¡TODOS ELLOS SON MASONES! ¡ASÍ LO HABÍA DECRETADO EL SUPREMO CONSEJO DE CHARLESTON, sede máxima de la Masonería universal! ¡Y así lo cumplieron los súbditos masones son cédulas de ESPAÑA!
Qué éste y no otro era el verdadero fin que encubría el lema de LIBERTAD. Y NOS QUEDAMOS YA SIN IMPERIO POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.
*UNA DÉCADA FERNANDINA*
FERNANDO VII vuelve a adquirir todo su poder absoluto. El poder absoluto es la idea obsesionante de este Rey, que ha pesado sobre España como una tremenda y terrible calamidad pública.
Empieza a ejercerlo con una represión contra del “trienio” anterior; se salvan los principales culpables, como siempre, y caen en las redes los pescaditos revolucionarios de ínfima categoría. RIEGO, entre ellos, que, como tantos figurones, no fue más que un muñeco en manos de la Masonería que manejó a su antojo la ambición y la fatuidad de este pobre hombre. Murió renegando del liberalismo – que jamás habían entendido -, causa de su triste fin.
*MINISTERIO SÁEZ *
En los primeros momentos se encarga este Ministerio del Poder, y emprende una labor a fondo de limpieza. Dos meses escasos le dura la confianza regia. Sus componentes eran capaces de seguir una política, pero no de doblegarse a los caprichos del Rey. Por tanto, si a estos hombres, que tenían detrás la inmensa mayoría de la nación, se les puede filiar como “realistas”, no les cuadra, sin embargo, el adjetivo de “absolutistas”.
Veamos, porque es curioso, de dónde extrae el Rey los ministros absolutistas de la década, y además su procedencia y su significación política:
TADEO CALOMARDES es liberal y absolutista en 1814, liberal en 1820 y responsable de la política de los años comprendidos en 1823 a 1830.
El CONDE de OFALIA, ferviente constitucionalista en 1820, es empleado en las Cortes masónicas durante el “trienio” y liberal hasta 1823.
CEA BERMÚDEZ - ¡tiene una calle en Madrid – es liberal en 1812 y embajador del trienio.
El duque del Infantado, liberal y afrancesado en 1808, es constitucional del 1812 al 20.
Los Ministerios de este tiempo se hallan guarnecidos de antiguas y acreditados masones.
FERNANDO VII, al igual que a su vuelta del destierro, da el Gobierno a los únicos hombres capaces de todas sus bajezas, traiciones y caprichos.
Y estos hombres los encuentra solamente en el campo liberal y en las logias masónicas. Y así vemos, no con asombro, que en este período se persigue tan ferozmente como durante el trienio a los realistas puros. Y no les van en zaga los ministros del FERNANDO el absoluto a los de FERNANDO el constitucional.
Alguno nos pudiera objetar que también cayeron masones en este tiempo. Ciertamente que cayeron; pero sólo los masones impacientes, incapaces de esperar los frutos de la nueva táctica. Como hoy, en plena república 1931-1936, caen también los anarquistas impacientes.
*CONSPIRACIONES LIBERALES y GUERRA CIVIL DE LOS “MALCONTENTOS”*.
Por falta de espacio no podemos reseñar este período calamitoso en que España se fue hundiendo poco a poco.
Basta echar una ojeada a cualquier historia para darse una cabal idea.
Los “malcontentos”, como luego se popularizó este nombre, eran los que habían luchado a pecho descubierto contra el “trienio” masónico, y que luego se vieron chasqueados, como todos, por las intrigas de FERNANDO VII.
Sólo podemos afirmar que la represión fue tan enorme como la de MINA. Se fusiló a innumerables hombres que durante la guerra de la Independencia y durante el “trienio” famoso se jugaron la vida por el “DESEADO”. ¡Así pagaba el “narizotas” los sacrificios de sus súbditos! En tanto, seguía triunfante la táctica masónica; con plenos poderes y ancho campo. De esta manera se mataron infinidad de españoles sin piedad.
¡Así caía a pedazos el edificio del Estado y venía al suelo el prestigio de una nación invencible y poderosa!
*UNA GRAN JUGADA MASÓNICA*
Y llegamos al final de la pesadilla del reinado de FERNANDO VII.
LA MASONERÍA no había triunfado de una manera oficial, puesto que su representación auténtica e indudable no ocupaba el Gobierno en los últimos años de aquel monarca.
No obstante, las logias como entidades superiores o, mejor dicho, como un superestado, habían triunfado plenamente, logrando abatir el Imperio.
ESPAÑA quedó convertida en una nación de última categoría. INGLATERRA, la protectora y protegida de la MASONERÍA, fue dueña sin inquietudes del Estrecho de GIBRALTAR, piedra angular de su Imperio, que sucede al español en auge y poderío. Con la primera etapa del plan masónico se consiguen los objetivos principales de carácter internacional.
No obstante, hay que tener cuidado con el pueblo español, que tiene esencias de grandezas bien guardadas. Hay que asegurar dentro de ESPAÑA el germen de la DISCORDIA, de la GUERRA y de la DIVISIÓN.
Es necesario lograrlo a todo trance, cueste lo que cueste, y la Masonería ve en la próxima muerte de FERNANDO VII un riesgo peligroso, porque FERNANDO VII había sido un Rey integralmente divisor.
Cuando era derrotado uno de los bandos en pugna y desaparecía la división, él era quien de nuevo la engendraba. Y de esta manera, consciente unas veces, inconsciente otras, servía magníficamente a la táctica masónica.
Derrotados los masones como fuerza política, sólo quedaban sus restos vergonzantes adheridos al PODER, y ello a costa de todas las bajezas y humillaciones que les imponía el AMO.
El advenimiento al trono del infante DON CARLOS, heredero legítimo, tenía un significado catastrófico para el plan masónico. Los ministros absolutistas tendrían que ser arrojados del mando, quedando de esa manera la Masonería implacablemente. Y la Monarquía, respalda por un partido único, de probado heroísmo – capaz luego por si sólo de sostener tres guerras -, enraizado profundamente en la Tradición nacional, había de inaugurar una política bajo el signo de la UNIDAD HEROICA y ETERNA DE LA HISPANIDAD.
La política floreciente que hoy campea en Roma (el Fascismo) y en Alemania (nacionalsocialismo) florecería en ESPAÑA, superaba, porque llevaría de cortejo el perfume divino de la CATOLICIDAD, ROSA DEL MUNDO, FRAGANCIA DE LA TIERRA y ALIENTO DE DIOS.
Y aquello no podía suceder. Había que cortar la FLOR DE TAN BELLA OPORTUNIDAD HISTÓRICA.
*OCULTISMO y RACIONALISMO*
Dentro de la masonería y durante el siglo XVIII hubo muchas corrientes, siendo una de las principales el ocultismo, de variable
Calidad y al que dieron y fama, además de los jefes del martinismo y otros personajes, los encantadores, los curanderos y los magos: MESMER, CAGLIOSTRO, jefes también de obediencias. Siendo esta corriente antirracionalista en muchos aspectos, llegó el colmo, con la Orden de los philalèthes, de colocarse a la misma altura “del mismo clan de los filósofos”. Pero no tuvo, por lo tanto, nada en común con la fe católica, a no ser a causa de algunos de sus miembros.
Señalemos las sucesivas posesiones de JOSEPH de MAISTRE, en cuanto a católico, con respecto a la francmasonería. En el primer período de su vida, en el cual perteneció a la masonería, aparece como una especie de filósofo gnóstico, muy aficionado a descubrir, más allá de las afirmaciones públicas y universales del dogma, los misterios reservados a la inteligencia de algunos y “el sentido oculto de la Escritura bajo el sentido literal”. Esta mística iba acompañada de experiencias turbios con vistas al más allá. No lo hace creer así un fragmento de las SOIRÉES de SAINT-PÉTERSBOURG. Parece ser que JOSEPH de MAISTRE guardó de ello un recuerdo lleno de angustia.
Todos los iluminados que conoció, “sobre todo en Francia”, eran masones. Jamás juzgo las malas intenciones de estos martinistas. Para él son cristianos “exaltados” que, al iniciarse al esoterismo, pensaban “elevarse gradualmente hasta los conocimientos sublimes tales como lo poseían los primeros cristianos, que eran verdaderos iniciados.
MAISTRE (véase especialmente su memoria presentada al duque de BRUNSWICK en 1782) creyó igualmente que la masonería podría ayudar a las religiones a unirse en torno al cristianismo. En cambio, condenó, cada vez más, y a medida que se informaba mejor, la guerra que los Iluminados de Baviera habían declarado contra la Santa Sede, el catolicismo y los reyes.
En el segundo período de su vida (después de 1800) ya no es el hombre sediento de conocimientos esotéricos que había frecuentado tanto los Iluminados del martinismo. Cierto que aún queda en él un espíritu curioso, y en San Petersburgo se muestra apesadumbrado por no poder, por razones de oportunidad, satisfacer su “máximo deseo” de ingresar en una de las “nuevas logias” establecidas allí (carta de 20 de agosto de 1810). Pero se ha convertido en el filósofo de la autoridad. El iluminismo es un sistema “mortal” “en cuanto aniquila fundamentalmente la autoridad”. Nuestro pensador quiere que esa autoridad sea muy firme dentro del Estado y aún más en la Iglesia, en la que todo debe proceder de un Papa cuya inhabilidad necesaria proclama anticipadamente.
El protestantismo, que bastante a menudo alienta al iluminismo, incluso el no alemán, explica en particular (DE MAISTRE se dio cuenta de ello más tarde) que los iluminados que él conoció sintieran tanta “aversión para autoridad y jerarquía sacerdotales”. Sin embargo, el iluminismo “puede ser útil” en los países no católicos, sobre todo porque “mantiene el sentido religioso, acostumbra el espíritu al dogma y lo sustrae a la acción destructora de la Reforma”.
Finalmente, se apoderó de su espíritu un cierto desfallecimiento: “Que hay misterios en la Biblia – afirma el Conde en las Loisées – que no deben ponerse en duda. Pero, a decir verdad, me importa poco”. Pues si bien SAN JUAN recomienda a las Escrituras”, es solamente para percatarse de que ellas testimonian a CRISTO. Por lo demás – “LAS INVESTIGACIONES INTERMINABLES DE (UN) PORVENIR QUE NO NOS PERTENECE” -, JOSEPH de MAISTRE ha perdido ya el gusto (Soirées de Saint-Pétersbourg. 11ª Conservación; Lettres et opuscules inédits du comte Joseph de Maistre, t. I y Dermanghem, Joseph de Maistre mystique, p. 35-97).
*DE ONCE MINISTROS, NUEVE MASONES*
Unos años más de luchas, de dramas, de escándalos, de tentativas frustradas, de esfuerzos mantenidos con suerte alterna – toda una vasta historia, a veces muy mediocre – y la masonería terminaría su obra de triunfo personal y desunión. La República oportunista de GAMBETTA se convierte, de escrutinio en escrutinio, en radical. La masonería, tal como observa HALÉVY, se aparta del oportunismo que “ha penetrado en las iglesias, ha abandonado las logias o bien las ignora o se burla de ellas”. El radicalismo (en FRANCIA del siglo XIX) en lo sucesivo tiene sus preferencias, de las que no hará partícipe al socialismo sino poco a poco. A fines de 1895, LEÓN BOURGEOIS ocupa la presidencia del Consejo: entre once ministros, nueve pertenecen a la masonería y de los otros dos se podría decir que merecían pertenecer a ella. En este asombroso equipo ministerial, el ministro de Cultos ostenta un nombre destinado a los más altos destinos: EMILE COMBES. Se trata del Estado masón en todo su esplendor, coronado por un presidente de la República y un presidente de la Cámara que pertenecen a la misma profesión.
¿POR QUÉ sorprendernos si la hallamos en todas partes?
“El laicismo de los hospitales es el complemento indispensable del laicismo de las escuelas”, dirá uno de los más activos militantes de las logias de la época en que la campaña contra las religiosas en los hospitales empezaba a desarrollarse. La ley del “hermano” NAQUET sobre el divorcio, supone el logro del objetivo perseguido por los esfuerzos perseverantes desplegados desde hacía tiempo por la masonería, o, por lo menos, por la mayoría de sus miembros, para asestar un duro golpe al matrimonio religioso. Por lo que respecta a las leyes sobre la enseñanza, sería superfluo determinar de dónde procede su inspiración.
Merced a su manifiesta actividad en pro de la escuela laica y por su importante brillo, la “Liga de la Enseñanza” ha venido jugando un importante papel: hizo posible que las Cámaras anticlericales y un sector importante de la opinión llegaron a un acuerdo. Su estrecha dependencia con la masonería no puede ponerse en duda en aquella época crucial. “Antes - declaró en aquel entonces el propio JEAN MA MACÉ – afirmábamos que la “Liga de la Enseñanza” no era ni una institución política ni religiosa. Hoy es preciso afirmar que la Liga es una institución masónica. Sí, lo que estamos llevando a cabo es una obra masónica… La Liga es una masonería de cara al exterior”. (Bulletin de la Ligue de L´enseignement, junio-agosto 1885, ciado en La Documentación catholique, 29 de junio de 1952). GEORGES WEILL, historiador competente y poco sospechoso de clericalismo, no vacila en escribir que: “las asambleas masónicas discutieron y prepararon muchos proyectos que luego fueron presentados en forma de textos legislativos ante las Cámaras”. Otros autores matizan más al decir que: “las resoluciones de la asamblea masónica precedían en un año a las Congreso (radical) y las del Congreso eran inmediatas al Consejo de ministros, y determinaban las decisiones de éste”.
Se sacaba partido de cualquier hecho, por insignificante que fuera. Bajo LEÓN BOURGEOIS, el embajador de Francia en el Vaticano, el conde de LEFEBVRE de BÉHAINE, visitó la Santa Sede. LEÓN XIII le habló acerca de un proyecto de ley presentado sobre las asociaciones, afirmándole que, si éste contenía disposiciones contrarias a la libertad de la Iglesia, se vería obligado a protestar públicamente. El embajador escucha, manda un telegrama y redacta un informe. Cuando éste llega a París, halla al Gobierno presa de gran febrilidad. ¿Cuáles han sido exactamente las palabras del Papa? ¿Por qué M. de BEHAINE no ha contestado a sus amenazas condicionadas? El químico BERTHELOT, ministro de Asuntos Exteriores, el presidente del Consejo y toda la Prensa anticlerical estimaron que el asunto era de suma gravedad. El embajador perdió su puesto.
Ante todo, estaba claro que la política conciliadora deseada por LEÓN XIII tropezó con la tenaz oposición de los radicales antirreligiosos. Se asombra uno al ver que uno de los periódicos que más importancia otorgaron al incidente fue una publicación italiana, la RIFORMA, órgano de CRISPI y del gran maestre de la masonería de allende los Alpes, ADRIANO LEMMI. Este asunto, que estaba destinado a obstaculizar la reunificación, puede ser que fuera más sutil de lo que en los primeros momentos había parecido. Un hombre tan documentado como CH. BENOIST percibe en él tufos masónicos. “No es imposible – escribe – que por mediación de LEMMI, EN CONTACTO CON LOS SEÑORES BOURGEOIS y BERTHELOT, LA FRANCMASONERÍA internacional y la misma Triple Alianza tuvieran que ver en ello”. (Souvenirs de Charles Benoist, I, pp. 196-199).
Se trataba, en efecto, del interés de esta última en romper, siempre que tenía ocasión de ello, los lazos de simpatía establecidos por el Papa LEÓN XIII con la Francia republicana.
DIARIO PAMPERO Cordubensis. INSTITUTO EMERITA URBANUS
Córdoba de la Nueva Andalucía
Sopla del Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡ABAJO LA MASONERÍA! VIVA HISPANOAMÉRICA! Gratias agamus DOMINO DEO nostro! gspp*
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