lunes, 10 de enero de 2011

*2.000 años de ANTAGONISMO*

He aquí un extracto del texto de la declaración sobre los judíos votada por los Padres Conciliares el 20 de noviembre de 1964.

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

“Dado que el patrimonio espiritual común a los cristianos y a los judíos continúa siendo muy importante, el Concilio quiere estimular y recomendar un conocimiento y una estima mutuos entre ellos, los cuales nacerán especialmente a través de estudios bíblicos y teológicos, así como de los diálogos fraternales. Además, el Concilio, recordando ese patrimonio común, condena severamente las ofensas infligidas por doquier por los hombres. Lamenta y condena el odio y las persecuciones perpetradas contra los judíos, sea en el pasado, sea en la época actual. *

“Perdónanos por la maldición que falsamente imputamos al nombre  de judío. Perdónanos por haberte crucificado por segunda vez en la carne de éstos. PORQUE NO SABÍAMOS LO QUE HACÍAMOS…”.

*El Papa JUAN XXIII (citado por el periódico católico de Londres Catholic Herald el 14 de mayo de 1965 y en el número de verano del mismo año en The Jews and Ourselves.*

El antagonismo irreductible que opone desde hace dos mil años el Judaísmo al Cristianismo forma la trama esencial de la subversión revolucionaria moderna.
El advenimiento de CRISTO fue para los judíos, y sobre todo para sus dirigentes, una catástrofe nacional. Hasta entonces, ellos, y sólo ellos, habían sido los hijos de la Alianza; habían sido sus sumos sacerdotes y sus beneficiarios.
Los poderosos imperios que les rodeaban ignoraban o despreciaban aquel pequeño y oscuro pueblo al que consideraban uno de los más pobres en cultura y en civilización
En su libro Génesis del antisemitismo, JULES ISAAC nos muestra la opinión de los griegos y de los romanos acerca de ISRAEL.
Llegó una época en que: 
“El mundo griego prestó más atención a Israel, hasta entonces considerado como insignificante…Pueblo singular, incomprensible, desprovisto de todo lo que a los ojos de los griegos daba a la vida sentido, luz y belleza; sin civilización visible, sin obras de arte; fanáticamente piadoso, pero con una fe sin claridad, sin dioses concretos y convertidos en adorables por el cincel del escultor. Y ESE PUEBLO DE NADA SE LAS DA DE TODO; PLANTA CARA A LA RADIANTE HÉLADE Y SE ATREVE A DARLE LECCIONES, PROCLAMÁNDOSE MAESTRO EN ORAR, ELEGIDO DE LA DIVINIDAD. ASOMBROSA INCONGRUENCIA, EXASPERANTE LOCURA…El anti-judaísmo que nació en ciertos medios griegos fue, ante todo, eso: una respuesta a unas pretensiones consideras intolerables y ultrajantes, un reflejo de amor propio lastimado, agravado por el DESPRECIO, la IGNORANCIA y la INCOMPRENSIÓN. Aquel anti-judaísmo se propagó rápidamente en toda la extensión del mundo más o menos helenizado; pero, originalmente, esencialmente, no es más que uno de los aspectos del violento ANTAGONISMO que acaba de surgir en Palestina, envenenarse, y estallar después en nuevos conflictos sangrientos donde cada uno de los adversarios programizaría (de progrom) a más y mejor, donde ajusticiadores y ajusticiados serían ora los unos, ora los otros, según la ley del más fuerte. Guerras de exterminio mutuo, ha dicho el P. LAGRANDE”. (Página 70).

*Para relacionar DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 208 “DEL MITO DE LA SUSTITUCIÓN A LA RELIGIÓN NOÁQUIDA” por MICHEL LAURIGAN, 24 de febrero de 2009.
La misma actitud por parte de los romanos:

“Encontraban inaudito que el orden romano, la paz romana, la religión imperial que era el símbolo, fuesen negados, sacudidos por una especie de orientales agitados, descuidados, supersticiosos.
Augebat iras – escribe TÁCITO – quod soli Judaei non cessissent. Las cóleras redoblaban, PORQUE  los judíos se obstinaban en la lucha. Los muy estúpidos. LA SANTA IRA LLAMEA EN TÁCITO…” (Páginas 120-121).

Pero los judíos no concedían la menor importancia a lo que pudieron pensar o decir los paganos; no se sentían alcanzados, puesto que aquellos procedían de fuera; aquella no afectaba ni a la cohesión interna de ISRAEL, ni a su orgullo inconmensurable, ni a su orgullo inquebrantable, ni a su inquebrantable confianza en un futuro imperial:

“El pequeño pueblo de ISRAEL, tal como aparece en las concepciones de los profetas, se convierte en el ombligo del mundo: todos los acontecimientos favorables o desfavorables, son suscitados por JEHOVÁ, su dios, y todos se relacionan con ISRAEL, que es el centro del mundo y el centro de la historia; nada existe, ha existido o existirá que no esté en función de sus destinos. Esta visión del misticismo profético conduce a un verdadero imperialismo religioso. Según los profetas, por la gracia JEHOVÁ, su dios, ISRAEL está llamado a gobernar el mundo; cuando el pueblo de los servidores de JEHOVÁ se conformará a las exigencias divinas, llegarán los tiempos en que ISRAEL reinará sobre toda la tierra”.
(G. BATAULT, El problema judío, pp. 69-70).

(Véase, de PINCHAS LAPIDE, Los tres últimos Papas y los judíos, traducción de JESÚS PARDO DE SANTAYANA, Taurus Ediciones,  Madrid, 1969, 380 p.)
 Pero bruscamente surge entre ellos un profeta – hombre o Dios, hijo también de la raza real de DAVID, hijo también de la Alianza, heredero de la Promesa. Se declara enviado del más allá por Dios, su Padre, para completar y realizar la promesa de la Alianza. “No he venido a destruir la Ley, sino a cumplirla” (MATEO, V-17). Y como prueba de su misión realiza una serie de prodigios inauditos; las subyugadas multitudes le siguen.
Pero – he aquí la extrema gravedad de su misión – interpreta la Promesa en un sentido completamente nuevo, completamente distinto, que sacude y destruye todo el orgulloso edificio judaico, espiritualizándolo y universalizándolo.  
La realización de la Promesa pasaba del plano material al plano espiritual; desbordaba el marco nacional, no estaba ya reservada a los judíos, únicos beneficiarios, sino que se extendía al mundo.

“La idea de una patria celestial, común a todos los hombres, venía a sustituir a la Jerusalén de los judíos: no se trataba ya de la expansión de una raza ni del triunfo de una nación establecida; el pueblo elegido era reducido a la categoría de un pueblo cualquiera entre los pueblos. Esto no podían consentirlo ni el orgullo ni el nacionalismo religioso de los judíos, era contrario a la Ley y a los Profetas, contrario a las promesas del mesianismo. Tenían que llegar los tiempos de la sumisión de los reinos a ISRAEL”.
(G. BATAULT: ob. cit., p. 91).

Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos no podían tolerar semejante blasfemia, semejante atentado a su privilegiada posición; para librarse de aquel peligroso agitador le entregaron a los romanos y lo hicieron condenar a muerte.  
Pero CRISTO resucita y su predicación se extiende como un rastro de polvo a través del mundo antiguo. Los judíos denuncian a sus discípulos a las autoridades romanas como rebeldes al emperador: ROMA les persigue, les entrega a las fieras, les descuartiza, les crucifica; sin embargo, la marea sube sin cesar y alcanza las altas esferas del poder imperial, y súbitamente el mundo oscila del lado de la Iglesia de CRISTO.

28 de octubre del año 312, batalla del puente MILVIUS, a las puertas de ROMA. CONSTANTINO contra MAJENCIO. CONSTANTINO vencedor, MAJENCIO ahogado (se supone) en las aguas del TIBER.
Ha bastado una batalla para cambiar la faz del mundo, su faz religiosa…
La victoria de CONSTANTINO ha sido considerada justamente como el punto de partida de una nueva era, la del Imperio cristiano. Es cierto que su resultado inmediato pareció ser la instauración de la libertad y de la igualdad de los cultos (año 313)… A PARTIR DE AQUEL MOMENTO, CONSTANTINO, por motivos que no han sido completamente aclarados, CONSTANTINO vencedor asocia su destino al de la Iglesia de CRISTO, y ésta tiene ganada la partida: ha conquistado y conserva el favor imperial, ocupa un lugar privilegiado en el Estado, se encamina hacia una situación más elevada, más peligrosa también, la de Iglesia estrechamente unida al Estado, la de Iglesia de Estado. Enorme y sorprendente resolución, deplorada por unos, exaltada por otros, una de las más importantes de la Historia, de la cual el reinado de CONSTANTINO no es más que el preludio, y que continúa y se completa con el siglo, el extraordinario y caótico siglo IV. Pero la suerte inaudita de la Iglesia debía provocar el infortunio de la Sinagoga: para ésta, el siglo IV es una época fatal, que conduce a un futuro de angustia, de duelo y de catástrofes”.
(JULES ISAAC: Génesis del antisemitismo, p. 155-156).

“Cuando, por uno de los más sorprendentes cambios de situación que conoce la Historia, la Iglesia cristiana, del rango de perseguida se eleva (o se rebaja) al rango de Iglesia victoriosa y muy pronto oficial, hace de ello unos mil seiscientos años, en tiempos de CONSTANTINO EMPERADOR, entre los años 312 y 337, el judaísmo experimenta asimismo un cambio de situación, pero a la inversa. Habiéndose beneficiado hasta entonces de un estatuto privilegiado en el Imperio, se vio en poco tiempo humillado, vilipendiado, despreciado. A PARTIR DE AQUEL MOMENTO, mediante la estrecha colaboración de la Iglesia y del Estado (cristiano), empezó a elaborarse un sistema de exclusiones, de prohibiciones, de vejaciones, el cual, sometido a innumerables vicisitudes, alcanzó su apogeo en la época en que la propia Iglesia – la Iglesia romana – ocupó de hecho el poder, en la gran CRISTIANDAD del siglo XIII”.

(veáse de MARCEL SIMÓN –  ANDRÉ BENOIT, El judaísmo  y el cristianismo antiguo. De ANTÍOCO a CONSTANTINO. Editorial Labor. Nueva Clío. La historia y sus problemas. Barcelona, 1972. Cap. VIII, La “conversión” de CONSTANTINO. p. 234.).  

Los judíos no han aceptado nunca aquella derrota, no la aceptarán nunca; la ruptura es total, definitiva. De una y otra parte, el enfrentamiento es ya irreductible: “Si el judío tiene razón, la CRISTIANDAD no es más que una ilusión.
“Si el cristiano tiene razón, el judío es, en la mejor de las hipótesis, un anacronismo, la imagen de los que ya no deberían existir”.

“El cristianismo, para el judío, es la renuncia al monopolio, la renuncia a una interpretación nacionalista, por no decir racista, de la “elección”; es la apertura a la confraternización humana y, al mismo tiempo, un gran “amén” a Dios, a todo lo que Dios decide, y la aceptación del sufrimiento y de la muerte, la renuncia al orgullo del Ego, a su interés, a su desconfianza”.  
“Ningún otro pueblo, que yo sepa, ha sido sometido por el cristianismo a una prueba tan difícil.
Ya que para ningún otro pueblo el paso al cristianismo ha significado, a plazo más o menos largo, su desaparición como pueblo. En ningún otro pueblo, las tradiciones religiosas, que debía abandonar por la fe de CRISTO, estaban tan íntimamente ligadas a todas las manifestaciones de la Ciudad.
“En los otros pueblos del Imperio romano, la religión era en realidad una “superestructura”, un adorno. Podía ser cambiado sin derribar el edificio. Para el judío, la religión era la infraestructura, la razón de ser, la base. Los apóstoles le invitaron a abandonarlo todo, ya que el cielo estaba allí, las puertas del más allá abiertas de par en par. El judío dijo: no, no es cierto, no puede ser cierto que Dios me pida eso. Que me lo demuestran. 
“Así llegamos al otro motivo o pretexto) justificativo del “no” del judío a Cristo. Este no correspondía a la idea – verdadera o falsa – que el judío tenía del Mesías. Y de la salvación”.
(F. FEJTÖ: Dios y su pueblo, p. 34-190 y 192). 

“Al pretender ser el verdadero ISRAEL – ISRAEL según el espíritu, y no según la carne “despreciable” -, la teología cristiana cree haber reemplazado definitivamente a ISRAEL. Lo malo es que ISRAEL no ha desaparecido, no quiere desaparecer”.  
(JOSUÉ JÉHOUDA: El antisemitismo, espejo del mundo, p. 50).

La divergencia irremediable se refiere a JESÚS.

“Suponiendo que haya existido históricamente, para el judío no fue Dios ni Hijo de Dios”.

“El cristianismo se preocupa esencialmente de la salvación individual del hombre. El judaísmo sólo piensa en la salvación de la Casa de Israel, la única que puede permitir la salvación de las setenta naciones del universo. Tal ha sido durante siglos el objetivo de los talmudistas y de los cabalistas. Esa perspectiva explica la promulgación de tan numerosos mandamientos. Tienen un objetivo fundamental: mantener una comunidad de la cual depende la salvación del mundo. Únicamente el rito permite integrar el judío a su comunidad”.
(RABI: Anatomía del judaísmo francés, p. 203-204).  

“El paso mediante el cual la fe cristiana conquistó su independencia debía conducirla rápidamente fatalmente, a una guerra sin cuartel contra el ISRAEL “según la carne”: puesto que la nueva Iglesia se proclamaba el verdadero Israel de Dios y el único ISRAEL “según el espíritu”: pero, ¿nos damos cuenta de la gravedad de semejante reivindicación? Equivalía a algo peor que a difamar al pueblo judío: equivalía a tratar de desposeerle del resplandor de la vida, del fuego sagrado, y puede decirse que de su propia alma; y además – pues tales son los estrechos lazos, las conexiones de lo espiritual y lo temporal -, de su lugar al sol, de su estatuto privilegiado en e Impero”.
(JULES ISAAC, GÉNESIS DEL ANTISEMITISMO del ANTISEMITISMO, P. 150).
La marcha ascendente del cristianismo duró quince siglos. En todo el período medieval el Judaísmo está completamente dominado, reducido a la impotencia: aprovechándose de la tolerancia de las autoridades, y de la protección de los Papas, tenía que limitarse a sobrevivir, acechando la posibilidad de resquebrar por dentro el monolítico bloque cristiano. El Judaísmo considera a aquella época como un sombrío período de oscurantismo y de barbarie, ya que ISRAEL sólo juzga al mundo en relación a sí mismo: él es la sal de la tierra, la medida de todas las cosas. Sobrevive, tascando el freno y concentrando su odio.
Luego, el RENACIMIENTO y la REFORMA provocan una ruptura en la unidad de la fe. El judío se aprovecha de la brecha abierta para infiltrarse, y en adelante apoyará con todas sus fuerzas los movimientos que debilitarán  y resquebrajarán el edificio de la cristiandad: se encuentra detrás de todas las herejías, de todas las revoluciones, el Renacimiento, la Reforma, la Revolución de 1789, el Marxismo.
Durante todo aquel período, nos dice DARMESTER,

“El judío había sido el paladín de la Razón contra el espíritu mítico; en él pudo encontrar refugio el pensamiento durante la noche intelectual de la Edad Media. Provocado por la Iglesia, que quiere persuadirle después de haber tratado inútilmente de convertirle por la fuerza, la va minando con la ironía y la sagacidad de sus controversias, buscando siempre los puntos vulnerables de su doctrina. Para descubrirlos, tiene a su servicio, además de la inteligencia de los libros sagrados, la temible intuición del oprimido.  Es el doctor de la incredulidad; todos los sublevados del espíritu acuden a él, en la sombra o a cielo abierto. Trabaja en el inmenso taller de la blasfemia del gran emperador FEDERICO y de los príncipes de Suabia y de Aragón; él es quien forja todo el arsenal asesino de razonamiento y de ironía que legará a los escépticos del Renacimiento, a los libertinos del gran siglo, y tal sarcasmo de VOLTAIRE no es más que el resonante eco de una palabra murmurada, seis siglos antes, en la sombra del ghetto, y aún antes (en los contra-Evangelios de los siglos I y II), en la época de CELSO y ORÍGENES en la propia cuna de la religión de CRISTO”.
(Citado por A. SPIRE: Algunos judíos y medio-judíos, Grasset, París, 1928, p. 233).

BERNARD LAZARE, por su parte, nos muestra la acción anti-cristiana judía en el siglo XVIII:

“En todo el terrible anti-cristianismo del siglo XVIII, convendrá examinar cuál fue la aportación, no diré del espíritu judío. No hay que olvidar que en el siglo XVII los sabios, los eruditos como WAGENSEIL, como BARTOLOCCI, como BUXTORF, sacaron del olvido antiguos libros de polémica hebraica, los que atacaban la trinidad, la encarnación, todos los dogmas y todos los símbolos, con la asperezada judaica y la sutileza que poseyeron aquellos incomparables lógicos que formó el TALMUD. No sólo publicaron los tratados dogmáticos y críticos, los NIZZACHON y los CHIZUK EMUNA, sino que tradujeron también los libelos blasfematorios, las vidas de JESÚS tales como la TOLEDOT JESCHU, y el siglo XVII sobre JESÚS y la VIRGEN REPITIÓ las fábulas y las leyendas irrespetuosas de los fariseos del siglos II sobre JESÚS y sobre la VIRGEN, que vuelven a encontrarse en VOLTAIRE y PARNY, y cuya ironía racionalista, agria y positiva, revive en HEINE, en BOERME y DISRAELI, del mismo modo que la potencia del razonamiento de los doctores revive en CARLOS MARX, y la fogosidad libertaria de los sublevados hebraicos en el entusiasta FERNANDO LASALLE”.
(BERNARD LAZARE: El antisemitismo, Tomo II, p. 193-194).
(En trabajos Gabriel, Elías Benamozegh en su libro “ISRAEL y la Humanidad – Estudio sobre el problema de la religión universal y su solución (1884). No publicado.

Nos referimos ahora a JOSUÉ JÉHOUDA:

“El Renacimiento, la Reforma y la Revolución han sido las tres tentativas de reforma de la mentalidad cristiana”.

Con el fin de poner la fe al nivel de ciencia y de la razón:

“A medida que el dogmatismo teológico pierde su imperio opresor sobre las conciencias, los judíos respiran con un poco más libertad…Las tres brechas abiertas en la vetusta fortaleza del oscurantismo cristiano se extienden sobre unos cinco siglos, en el curso de los cuales los judíos eran considerados aún como los parias de la historia…
“Si bien los judíos estaban entonces al margen de toda actividad intelectual y social de los pueblos cristianos, su pensamiento no dejó de desempeñar, a su pesar de todos los ostracismos, un papel preponderante, aunque encubierto, y marca indirectamente con su huella lo misma el Renacimiento que la Reforma y la Revolucióny no es por casualidad que aquellas tentativas fueran inspiradas por el estudio asiduo de las fuentes judías en una época en que los judíos eran víctimas aún de la auspicia y del desprecio”.  
(JOSÚE JÉHOUDA: “El antisemitismo, espejo del mundo, p. 161-162). 

JÉHOUDA nos demuestra con ejemplos concretos el papel desempeñado por judíos o por hebraizantes tales como PICO de la MIRANDOLA y JEAN REUCHLIN en aquella transformación de la cristiandad.
PICO de la MIRANDOLA, muerto en Florencia en 1494, fue un hebraizante que se consagró al estudio de la CÁBALA bajo la dirección de maestros judíos tales como JÉHUDA ABRAVANEL:

“En la principesca mansión de PICO de la MIRANDOLA, en Florencia, se reunían los sabios judíos…El descubrimiento de la Cábala judía, que dio a conocer a algunos preclaros cristianos, contribuyó mucho más que el retorno a las fuentes griegas a la extraordinaria eclosión espiritual llamado Renacimiento. Medio siglo más tarde, la rehabilitación del Talmud conducirá a la Reforma…PICO de la MIRANDOLA había comprendido que el indispensable saneamiento de la dogmática cristiana sólo podía ser realizado mediante el profundo estudio de la Cábala auténticamente judía…”
(JOSÉ JÉHOUDA: Ob. cit., p. 164).

“Con la Reforma, que estalló en Alemania cincuenta años después del final del Renacimiento, la universalidad de la Iglesia queda destruida. Empieza una nueva era. El Renacimiento no había conseguido sanear la dogmática cristiana; la Reforma acaba por  embrollar todavía más “Cómo vencer su dualismo básico, procedente de un doble origen contradictorio: JERUSALÉN y ATENAS, de las cuales ROMA asumió la sucesión”. Desde luego, es notorio que la reforma fue llevada a cabo por LUTERO (1483-1546), CALVINO (1509-1564) y ZWINGLIO (1484-1531), pero lo que suele ignorarse es que antes, JUAN REUCHLIN (1455-1522), discípulo de PICO DE LA MIRANDOLO, había removido la conciencia cristiana al sostener ya en 1494 “que no había superior a la sabiduría hebraica”. Y cuando en 1509 un judío renegado, JOSEPH PFEFFERKORN, obtuvo después de varias tentativas anteriores la condena definitiva del TALMUD – ese compendio colectivo que resume mil años de sabiduría judía -,JEAN REUCHLIN no retrocedió ante ninguna amenaza ni temió exponerse a todos los peligros para defender ante el Emperador y el Papa la valía extraordinaria del TALMUD, cuyo verdadero sentido había penetrado.  
“Con el retorno a las fuentes antiguas, REUCHLIN preconizó también el retorno a las fuentes judías. Finalmente, le gano la partida al converso PFEFFERKORN, el cual pedía a voces la destrucción del TALMUD. “El nuevo espíritu que iba a revolucionar a toda Europa – escribe el historiador GRAETZ – se manifestó a propósito de los judíos y del Talmud”. Sin embargo, la REFORMA, que dio a conocer la BIBLIA en su texto de superficie, se mostró todavía más incapaz que el Renacimiento de purificar al cristianismo de su antisemitismo congénito. No sin asombro, se encuentran tantos antisemitas entre los protestantes como entre los católicos. La Reforma, habiendo desembocado en un callejón sin salida intelectual, adoptó el fidelismo como principio, excluyendo toda posibilidad de razonar su fe…”
“También la Reforma experimentó la atracción irresistible del “milagro griego” que dualiza el pensamiento separándolo de la fe, y adoptó sin darse cuenta el LAICISMO pagano que preparó el terreno al ATEÍSMO, el cual aparece por primera vez en la historia de los pueblos cristianos con la Revolución francesa. La actitud claramente anti-religiosa  de la Revolución francesa se prolongó a través del COMUNISMO ruso y contribuyo poderosamente a descristianizar al mundo cristiano…
La tercera tentativa para modificar la posición cristiana se llevó a cabo, después del fracaso de la unificación de la cristiandad por medio de la Reforma, bajo el impulso de la Revolución francesa”.
La Revolución francesa y, más tarde, la Revolución rusa, si bien liberan al judío en los terrenos social y político experimentan hacia la religión monoteísta de ISRAEL el mismo desdén manifestado por la teología cristiana…”.

(Véase de HILLAIRE BELLOC, Figuras de la Reforma, Editorial Difusión Chilena, Traducción Mario Góngora del Campo, Santiago de Chile, 1944, 278 p.)

“El Laicismo, urgido de la Revolución, confiere al judío su dignidad de hombre, pero la teología cristiana no ha renunciado aún a su desdén espiritual en lo que a él respecta. De ahí procede la actitud  ambivalente del mundo moderno en lo que respecta al judío, y los sucesivos estallidos del antisemitismo…”

“El antisemitismo, esa fiebre aftosa de la cristiandad, se muestra rebelde incluso después de las tres tentativas de depuración del dogmatismo cristiano. Sin embargo, y a pesar de todas las depuraciones sucesivas, la Cristiandad permanece apegada a su mitificado dogmatismo que engendra, inevitablemente: el ANTISEMITISMO. La afirmación de que el cristianismo ofrece la última fase del desarrollo espiritual del Judaísmo debe ser reconsiderada en interés mismo de la Cristiandad y, en consecuencia, de la civilización occidental…”

“El que profundiza en el sentido de la historia universal, para obtener una visión de conjunto, descubre que desde la antigüedad hasta nuestros días dos corrientes opuestas se disputan la historia penetrándola y moldeándola sin cesar: la corriente mesianista y la corriente antisemita, bajo los nombres más diversos…”
“Pero el sentido de la historia permanece idéntico en todas las épocas: es una lucha sorda o abierta entre las fuerzas que se aferran a los intereses creados, obstinándose en mantener lo que subsiste en detrimento de los que debe venir”.
“Ya que mesianismo y antisemitismo constituyen los dos polos opuestos de la humanidad en marcha. El antisemitismo es el polo negativo del mesianismo…”
(JOSUÉ JÉHOUDA: Ob. cit., p. 164-169-170-172-173-174-186).

(Véase de DIARIO PAMPERO CORDUBENSIS nº 208 “DEL MITO DE LA SUSTITUCIÓN A LA RELIGIÓN NOÁQUIDA” por MICHEL LAURIGAN,  editado y publicado por POLÍTICA y DESARROLLO dirigido por  D. JUAN CARLOS SÁNCHEZ  el 24 de febrero de 2009).

Actualmente,  el ataque cobra nuevo vigor bajo la égida del ECUMENISMO y los judíos llevan la guerra al interior mismo de la Iglesia. Con el apoyo de los progresistas, atacan la doctrina tradicional de la Iglesia en lo que respecta al JUDAÍSMO. Es la batalla del Concilio Vaticano 1962…
Se nos dice que un acuerdo es posible y deseable. Deseable, desde luego; pero, ¿posible? Para los judíos talmudistas, el acuerdo no es más que el abandono puro y simple por parte del Cristianismo de todo lo que constituye la esencia de su doctrina y el retorno íntegro al Judaísmo, el cual no cede en nada, no abandona ninguna de sus posiciones, mantiene su absoluta intransigencia.
Todos los pensadores judíos, rabinos y dirigentes del JUDAÍSMO, se muestran unánimes en ese punto.
Veamos lo que ANDRE SPIRE nos dice de DARMESTETER:  

“Al margen de toda confesión, por encima de todo dogma, ha permanecido fiel al espíritu de las Escrituras. Por añadidura, mediante un original giro del pensamiento en el judaísmo y, conduciendo a la Iglesia a la Sinagoga, reconcilia a la madre y la hija en una Jerusalén ideal. Pero es la hija, como es lógico, la que reconoce sus fallos y confiesa sus errores”.
(A.    SPIRE: Ob. cit., p. 225).

OIGAMOS ahora a JOSUÉ JÉHOUDA:

“Un profeta moderno exclamó un día: “Vergüenza y maldición sobre vosotros, pueblos cristianos, si continuáis empeñados en ahogar la tradición monoteísta de ISRAEL. Ya que sin la renovación del monoteísmo mesiánico, no existe salvación para vosotros y para el mudo”.
(JOSUÉ JÉHOUDA: El antisemitismo, espejo del mundo, p. 349).


Oigamos también a RABI:

“No es la cruz lo que colmará el cisma entre el pueblo judío y el conjunto de las naciones, como cree LOVSKY. Lo único que lo hará posible será la adhesión del mundo a la idea judía de filiación común. No hay otra moral para el hombre, no otros fines para la historia”.
(RABI; Anatomía del judaísmo francés, p. 186.

Sobre esta cuestión damos a continuación un breve resumen de la importante introducción que ELIE BENAMOZEGH, uno de los pensadores más eminentes del Judaísmo, apodado “el  PLATÓN del Judaísmo italiano”, consagra a su obra ISRAEL y la HUMANIDAD, porque resume de un modo perfecto el pensamiento judío.
(Repetimos: tenemos su obra, pero no publicada en Trabajos Gabriel).

Después de haber comprobado la crisis religiosa en el mundo, ELIE BENAMOZEGH opina que lo único de resolverla es llegar a una unidad religiosa, y busca las condiciones en las cuales podría llegarse a un acuerdo.
Para este rabino, ferviente cabalista, la religión del futuro no puede ser el racionalismo, el cual, simple producto de la mente humana, no se apega más que a las cosas inteligibles y mudables. En efecto, la religión, acto de adoración y culto de lo Absoluto, sobrepasa nuestros sentidos y nuestras facultades e implica una verdad basada en la Revelación.
Únicamente las religiones surgidas de la Biblia y de la Tradición, el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo, poseen aquella condición.
Pero, entre ellas, el Judaísmo ocupa una situación preeminente. Primogénito de los hijos de Dios, guardián del mesianismo, la función sacerdotal en la gran familia de las naciones pertenece de derecho a ISRAEL, ya que en la antigüedad el primogénito:

“era el sacerdote de la familia, encargado de hacer cumplir las órdenes del padre y de reemplazarle en su ausencia. Era el que administraba las cosas sagradas, el que oficiaba, enseñaba, bendecía. En reconocimiento a sus servicios, recibía una doble parte de la herencia paterna y la consagración o imposición de manos…Tal era la concepción judía del mundo. En el cielo un solo Dios, padre común de todos los hombres, y en la tierra una familia de pueblos, entre los cuales ISRAEL es el primogénito encargado de enseñar y de administrador la verdadera religión de la humanidad, de la cual es sacerdote”.
(ELIE BENAMOZEGH: Ob. cit., p, 40).

El Judaísmo, pues, tiene que convertirse en la religión del género humano, y el concepto judío del mundo debe imponerse sobre todos los demás.  
El Cristianismo, surgido del hebraísmo, a pesar de su venerable y antigua tradición tiene que remontarse a la tradición más antigua y más auténticamente divina que lo ha formado. Debido al exceso de sus sectas, a sus errores y a sus discordias, a la oscuridad de sus dogmas, no responde de ya a las aspiraciones de los tiempos modernos. Para subsistir, debe reformar sus partes defectuosas aceptando el ideal que el Judaísmo se ha formado del hombre y de la sociedad, y volver a la fe primitiva en Dios y en la revelación. Últimamente en esas condiciones conservará su carácter de mesianismo. Podrá unir sus esfuerzos a los del Judaísmo con vistas a asegurar el futuro religioso de la humanidad y continuará siendo la religión de los gentiles:

“La reconciliación soñada por los primitivos cristianos como una condición de parousie, o advenimiento FINAL DE JESÚS, el retorno de los judíos al seno de la Iglesia, sin el cual las diversas comuniones cristianas están de acuerdo en reconocer que permanece incompleta la obra de la redención, ese retorno, afirmamos nosotros, no se efectuará en realidad como lo esperado, sino del único modo provechoso para el género humano; será la reunión del hebraísmo y de las religiones que han surgido de él, y…”el retorno del corazón de los hijos a sus padres”.
(ELIE BENAMOZEGH: Ob. cit., p. 48).   
Una magnífica respuesta a esos furiosos anatemas la encontramos precisamente en un escritor judío, el DOCTOR A. ROUDINESCO. Veamos lo que dice sintéticamente en si libro Le Malheur d´Israel:  

“Se ha llamado milagro judío a la supervivencia hasta nuestros días de esa pequeña comunidad, a pesar de las persecuciones y de sufrimientos inauditos. Esa supervivencia no es un milagro: en el mejor de los casos es una desgracia. El verdadero milagro judío es la conquista espiritual de la humanidad por el cristianismo. La misión del pueblo ha terminado desde hace mucho tiempo. Aquéllos, de entre los judíos, que esperan perfeccionar algún día el cristianismo por medio de un mesianismo renovado, ignoran las leyes esenciales de la evolución de la humanidad”.
(Dr. A. ROUDINESCO, El Malheur d´Israel, p. 197-198).  

(Véase: LEÓN de PONCINS, El Judaísmo y la Cristiandad, México, 1965, 249 p.).

 El nº 46 (otoño 2003 de Le Sel de la Terre, publicación de los dominicos de Avrillé Francia, trae un interesante estudio de la pluma de MICHEL LAURIGAN, cuya actualidad no pasa desapercibida. El autor pasa revista a una serie de acontecimientos, conferencias, declaraciones, escritos, oficios, gestos, etc., reveladores del cambio de actitudes de la Iglesia frente al mundo judío, pero más de los hechos, trata de escrutar y documentar los principios en que se apoyan que, una vez confesados, echan luz sobre el futuro que se avecina. En el mismo, contiene una recensión “DEL MITO DE LA SUSTITUCIÓN A LA RELIGIÓN NOÁQUIDA” a cargo del R. P. PABLO E. SUÁREZ de Martínez, Argentina. Pertenece a  la FSSPX, revista IESUS CHRISTUS, Año XV, nº 91 – Enero/febrero de 2004.
Nosotros, hemos repetido el DIARIO PAMPERO  Cordubensis nº 208, de 24 de febrero de 2009. 
Pero sólo hay una forma en que el Judaísmo podría demostrar con pruebas evidentes, que realmente, que realmente está inspirado en deseo de conciliación, de acercamiento y de paz; ésta consistiría en que aceptara tomar inmediatamente las siguientes medidas:

I.                   Disolución real y eficaz de la Masonería en todo el mundo y supresión de su accionar anti-cristiana. Sobre todo a través del “triángulo de las Bermudas” del socialismo del Siglo XXI, desde Cuba y Venezuela, hasta Bolivia y Nicaragua.
II.                Disolución real y eficaz de los partidos comunistas, socialistas marxistas y de control masónico, que han venido luchando por minar las Instituciones cristianas y llevar abierta o hipócritamente a las naciones cristianas a la dictadura socialista del comunismo judaico.
III.             Celebración inmediata de elecciones libres y inobjetables en Rusia, China roja comunista, en Cuba y demás Estados cristianos tiranizados cruelmente por el comunismo judaico como en China donde habitan millones de cristianos oprimidos, Reforma inmediata en las Constituciones de tales Estados, restableciendo las libertades, entre ellas la religiosa, suprimiendo la propaganda atea y materialista con que los judíos envenenan las conciencias de los jóvenes de familias cristianas.
IV.             Si los judíos, con la ejecución sincera y real de estas medidas previas, demostraran que realmente desean un acercamiento amistoso con la Santa Iglesia y con la Cristiandad en general, nosotros seríamos los primeros en desear que se negociara un acercamiento y en felicitarnos por tan importante paso dado en beneficio de la paz mundial, que demostraría que al fin el corazón de los hebreos ha empezado a ablandarse como un presagio de su futura conversión a la religión de nuestro divino Salvador. Pero si por lo contrario, empiezan con sus engaños a asegurar que el comunismo no es cosa judía, que hay judíos comunistas y otros anti-comunistas, que no dirigían ni controlan la Masonería y que no pueden hacer nada para impedir que esas sectas sigan atacando a la Santa Iglesia; si dicen que nada pueden por quitar el yugo judaico comunista a los pueblos y naciones cristianas y a las Iglesias cristianas trituradas y perseguidas por él, entonces se verá claramente qué es lo que persigue en realidad la Sinagoga con el supuesto acercamiento, con la pretendida tregua y con el respectivo pacto que normaría relaciones de cristianos y judíos; y quedaría en claro que lo único que persigan con esa mendaz propuesta, es maniatar a los cristianos para que se abstengan de atacar al dragón en la cabeza (el JUDAÍSMO), mientras sus garras (comunismo, masonería, partidos socialistas, sectas, etc.), siguen su labor destructora contra la Santa Iglesia, la Cristiandad y el Mundo Libre. 
GRATIAS AGAMUS DOMINO DEO NOSTRO!

DIARIO PAMPERO Cordubensis – INSTITUTO EMERITA URBANUS
Córdoba de la Nueva Andalucía,
En la memoria de  D. JUAN CARLOS SÁNCHEZ de PyD de Santa Fe de la Veracruz.
Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! gspp.

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