viernes, 5 de marzo de 2010

*Fisonomía de Wladimiro Solovief por Rodolfo Martínez Espinosa (Córdoba, Argentina)*

WLADIMIRO SERGIEVITCH SOLOVIEF nació en Moscú el 16 de enero de 1853. Se le considera con justicia como el más grande pensador ruso, dice MARIAN ZDZIECHOWSKI.

Ateo a los trece años, convertido a los dieciocho, después de tres años de luchas interiores que lo hacen semejante a SAN AGUSTÍN, saludado como profeta al sostener su tesis de filosofía en 1874, excluido muy pronto de la enseñanza por una coalición de intereses oficiales y nacionalistas –el gobierno, la Iglesia ortodoxa y los eslavófilas - SOLOVIEF despertó magna expectativa desde su primer contacto con la opinión rusa; sus compatriotas reconocieron en él la más pura representación del genio de su raza.

Su vida ofrece signos de una autentica elección divina. Colocado bajo el patrocinio del santo que introdujo a Rusia en la comunión católica, a él tocó dar otro gran testimonio de la plena verdad de Cristo entre los eslavos, en tiempos que, según comprendió, confinan con las postrimerías del mundo.

Conjugaba en su persona las facultades más asombrabas diversas. Asceta, redujo desde la adolescencia el hombre animal al servicio del hombre espiritual, de tal manera que siempre le acompañó unánime consenso de santidad. Pero su mortificación no fue simple ejercicio plotiniano, (PLOTINO) “despojo de lo sensible”. Verdaderamente el espíritu de CRISTO tuvo en él; espíritu de mansedumbre y de piedad, de fortaleza, de ciencia, de justicia y de paz.

“SOLOVIEF ANIMA CANDIDA, PIA AC VERE SANCTA EST”, escribía en 1886 Monseñor STROSSMAYER al cardenal VANNUTELLI. Antes que sus excepcionales dotes de maestro, fue su persona moral lo que ejerció sobre los universitarios de Petersburgo y Moscú. “Los estudiantes – dice el profesor SICORSKYse sentían subyugados por ese cuerpo espiritualizado, por ese cuerpo de pureza”. “La sensación de su inmensa bondad – escribe TAVERNIER que le conoció – penetraba los corazones”. Dotado de prodigiosa potencia espiritual, emprendió con igual fruto el estudio de las ciencias intelectual y el de la filosofía, a la que muy luego se consagró exclusivamente. Era, al par, conversador delicioso, igualmente accesible en el trato de la amistad o de la familia. Necesitado de afectos como BLOY , con quien presenta más de un punto de contacto en su persona en su persona y su misión, inclinado como éste a la melancolía, vivió lacerado en su alma por los obstáculos que el mundo oponía al reinado de Cristo: la soberbia y la división de las inteligencias, el espíritu del canibalismo, como él decía, predominante en las relaciones humanas, privadas y sociales, el desprecio y olvido de los mandatos formales del Redentor, cuya suprema oración por la Unidad era cada vez menos escuchada.

“Filósofo y poeta, rudito y artista, historiador, filósofo y teólogo, capaz de tratar con maestría indiscutible los más diversos temas y de darles unidad con gran pericia, jerarquizándoles bajo la idea dominante del reino de Dios en el mundo, SOLOVIEF era tan eminente por el corazón como por la inteligencia”.

Como amó verdaderamente a Dios, hasta la filosofía cooperó en el progresivo ascenso de su alma a la Verdad integral. En él, la razón fue de nuevo sometida a la servidumbre vivificante de la contemplación. Y por esto, como en muchas otras de sus obras, fue ignorado por quienes mejor debían haberlo comprendido. Aun hace poco BERDIAEFF se irritaba – según testimonio de ZDZIECHOWSKI – por la expresión de racionalidad acabada que dio a las más elevadas concepciones metafísicas, “rebajando la mística y racionalizando lo que está por sobre la razón”. (1) Esto no obstante, BERDIAEFF se muestra penetrado de ideas muy caras a SOLOVIEF en una obra de 1930: Filosofía del espíritu libre. Problemática y apología del cristianismo, (noticia en “Rev. Des Science. Philosoph et Théologiques”, abril de 1930), particularmente en su concepción de la Sophia, del papel de la libertad humana y del profetismo en la preparación del Segundo Advenimiento al cual se representa como la “cristificación del cosmos”). Esto demuestra cuán inmensamente superior fue SOLOVIEF a su época y a su medio-

Él comprendió, simplemente, que la transfiguración suprema de las cosas debía ser preparada, tanto por la libre expansión de la obra de la Iglesia y por la ordenación cristiana de la vida individual, política y social, como por un progresar de la ciencia de la ciencia humana bajo la luz de Cristo “en Quien habita toda la plenitud de la divina corporalmente”. Cristo, decía “no es sólo un hecho del pasado, sino ante todo el principio del porvenir, del movimiento libre y del progreso verdadero”. “La teología del Hombre-Dios no ha de ser superada de la filosofía y de la ciencia de los hombres”. “No tratéis – decía dirigiéndose proféticamente a la Iglesia ortodoxo – a la manera e los monofisitas, de suprimir la verdad humana, la razón filosófica, los hechos de la ciencia natural e histórica; no exageréis su importancia pero no rechacéis deliberadamente la certidumbre de su testimonio en nombre del dogma cristiano, porque sería ese un sacrificio desrazonable que la Razón encarnada no os exige y que Ella no ha de aceptar”.

La libre colaboración entre el saber humano – científico y filosófico – y la teología debía constituir esa organización ideal de la inteligencia que SOLOVIEF designó con el nombre de “libre Teosofía”, y de la cual es ejemplar vivo su propia obra especulativa.

La noción de “libertad”, por lo demás, especifica para SOLOVIEF el concurso del hombre en el plan divino. Es una traducción sistemática del “SERVIRE LIBERALITER DEO” de SAN AGUSTÍN. La “libre teosofía” se complementa, en el orden de la actividad humana universal, con la “libre Teurgia”, cuya anticipación remota aparece en la facultad creadora del artista, y en el orden social y político con la “libre Teocracia”, en la cual la Iglesia y la sociedad reconocen el ideal de la Humanidad divinizada como objetivo supremo de su común acción, según el modelo de CRISTO, el HOMBRE-DIOS, que es Sacerdote, Rey y Profeta.

Mediante este verdadero proceso transcendental la vida colectiva sería renovada, haciendo posible “la síntesis absoluta del Infinito y lo finito, la encarnación definitiva de la Sabiduría divina”.
(1) Para una exposición metódica de la doctrina teosófica y teúrgica de SOLOVIEF remitimos al lector a la valiosa nota del Sr. NIMIO DE ANQUÍN: Solovief y el conocimiento, aparecida en el Boletín Bibliográfico de la Universidad de Córdoba, número de junio de 1930. La doctrina teocrática está desarrollada en los capítulos VIII a XI de este libro. Puede consultarse, también VLADIMIR SOLOFIEF, por Mons. M. D´HERBIGNY, Beauchesne, París, 1911, donde se analizan “Los principios filosóficos de una ciencia integral” y “Crítica de los principios exclusivos”, que contienen la suma del pensamiento de SOLOVIEF sobre estos puntos.

Debe advertirse, de paso, que “teosofía”, “teurgia”, son nombres tomados del vocabulario plotiniano y que el primero encierra una concepción absolutamente distinta de la muy abusiva con que la usan los continuadores de la BLAVATSKY y ha venido a ser casi la última conocida. Para SOLOVIEF, “teosofía” es realmente ciencia de lo divino y más aún, de lo divino según CRISTO).

El pensamiento del filósofo ruso parece determinado desde muy temprano en su orientación final por la meditación sobre la Encarnación del Verbo, según resulta de “LOS PRINCIPIOS filosóficos de una ciencia integral”, escrito a los 24 años y de las “Lecciones sobre el teandrismo”, leídas en 1880. CLARAMENTE SE ADVIERTE QUE LA IDEA DE LA UNIÓN DE LO DIVINO Y LO HUMANO, REALIZADA PERSONALMENTE EN JESUCRISTO, HA ILUMINADO TODA LA DIALÉCTICA INTERNA DE SU ESPÍRITU. Y es menester reconocer que nadie hasta él desarrolló en forma tan completa, explanó de tal manera las virtualidades contenidas en esa Realidad fundamental de la historia humana, ni llegó a tal síntesis intelectual de las posibilidades que ella abre al género humano.

Puesto que Dios ha habitado entre nosotros en la Persona sacrosanta de JESUCRISTO, verdadero DIOS y verdadero HOMBRE, y puesto que la obra de este Ser único, al venir a nuestro mundo, fue restablecer para la humanidad el estado de justicia original, como segundo ADÁN, resulta de ello que lo humano es capaz de lo divino y, además, que el hombre individual no tiene razón sino vinculado estrechamente a esa otra realidad múltiple y sin embargo una es la familia humana. “En el fondo no hay que un ser humano”. SOLOVIEF utiliza con soberana libertad metafísica, la noción, conocida por ciertas tradiciones, de HOMBRE UNIVERSAL cuya caída acarrea la de toda su especie y cuya reunión, realizada místicamente en NUESTRO SEÑOR, se verificará plenamente, corporativamente, en la Jerusalén celeste, de la que todo justo es piedra viva.

“La verdad está en la existencia absoluta de todos en la unidad, en la solidaridad universal que, existencia eternamente en DIOS, fue perdida por el Hombre natural y reconquistada en principio por el Hombre espiritual, CRISTO. Se trata, pues, de continuar con la acción humana la obra unificadora del HOMBRE-DIOS, disputando el mundo al principio contrario del egoísmo y de la división. Después de haber reconocido la solidaridad universal (la uni-totalidad) como verdad, después de haberla practicado como justicia, la humanidad regenerada podrá sentirla como esencia interior propia y gozar de ella completamente en espíritu de libertad y de amor”.

Noción fundamental conexa es también la de “unidad”. Unidad increada y perfecta en Dios, “unidad del todo, plenitud o talidad absoluta del ser” que es la “Hochmah” o “Sofía”, Sabiduría esencial de Dios; y unidad creada en el “Principio”, “Raeshith”, que es también la Sofía, pero como potencia unificante del ser caótico del mundo, la cual, debe realizarse al final como “Malkuth”, Reino de Dios. De esta unidad segunda es prototipo el Hombre, ser universal “en idea como imagen de Dios, capaz de abrazar en una unidad ideal, mediante de su razón, todo cuanto existe” y que debe “hacerse efectivamente semejante a Dios realizando activamente en la plenitud de la creación”. (RUYYBROECK desarrolla en el “Ornamento de las bodas espirituales”, parecida doctrina sobre la “imagen” revestida por el Hombre en la creación y la “semejanza” que debe conquistar y que reside, potencialmente, en sus facultades superiores).

El éxodo de las criaturas y su vuelta a Dios constituye la materia del tercer libro de esta obra que publicamos. El P. D´HERBIGNY lo califica de “algo extraño y desconcertante”. Sorprende al canon del “gusto occidental, más severo”. “misticismo social, la audacia de las parábolas y la continua trama del simbolismo”. Con perdón del ilustre eslavista, no creemos que la “medida” occidental no tenga nada que recibir de las profundidades del Espíritu que conduce a la Iglesia. Por el contrario, el occidental deberá despojarse de esa suficiencia “clásica” que llevaba por ejemplo, a un buen sacerdote a criticar a los Salmos por “demasiados judíos” y al P. ALLO a “defender” al autor del Apocalipsis por la decoración que introduce en el Cielo, entre cuyos elementos el más singular parece “la presencia de una ciudad”. Esta “Ciudad”, construidas con piedras vivas (PS. CXXI, 3 I Pet. II, 5, II Cor. VI, 16 Hebr. III, 6 y Apoc. XXI, 3 sqg), que es al mismo tiempo una Desposada, y cuyas edificación debe construir la más ardiente expectativa y deseo de las almas, será también símbolo algo arbitrario, muestra de “misticismo social discutible?

“Rusia y la Iglesia Universal” ENCIERRA LA SUMA DE LAS AMBICIONES ESPIRITUALES DE SOLOVIEF en la última época de su vida; establecer, para sus hermanos ortodoxos, la necesidad de la unión con la Iglesia romana, única que posee la plenitud de las promesas, el depósito de la fe y la garantía de la inhabilidad; justificar el plan de la Sabiduría divina mostrando los caminos de la unión de todos los hombres bajo el Reinado de CRISTO y preparando así el cumpliendo de la voluntad del Redentor en su Oración pontifical: “UT ONMES UNUM SINT, SICUT TU PATER IN ME ET EGO IN TE, UP IPSI IN NOBIS UNUM SINT, UR CREDAT MUNDUS QUIA TU ME MISISTI”. CRISTO, EL HOMBRE-DIOS, vino a cumplir lo que el HOMBRE SÓLO NO PUDO: “POR ÉL TODO EL MUNDO EXTRADIVINO DEBE CONVERTIRSE EN UN SOLO CUERPO VIVO, ENCARNACIÓN TOTAL DE LA SABIDURÍA DIVINA”.

El Plan primitivo de la obra debió realizarse en los tres volúmenes de “La Historia y el porvenir de la Teocracia”. Sólo uno fue publicado y no en Rusia, donde la censura lo impidió, sino en Agram, de Croacia. El segundo volumen quedó inédito. SOLOVIEF quería, ante todo, dirigirse a sus hermanos de raza, convencido de que su misión era iluminar al alma eslava para que ésta volviera al gremio de la CATOLICIDAD. El fracaso de todos sus intentos lo indujo a aceptar una invitación de LEROY-BEAULIEU para exponer, en francés, sus concepciones sobre la religión y la Iglesia, obra que debió llevar el título que publicaremos traducido. (Revista ARX, nº 1, Instituto Santo Tomás de Aquino, Córdoba, Argentina, ¡AÑO 1933!, páginas 133-144; esto, en latín que decía: “EN ARX ALMA CRUCIS: EN FABRICA SANCTA SALUTIS”).

Creemos que las ideas que SOLOVIEF desarrolla en su segunda y tercera partes de este volumen son de valor realmente UNIVERSAL y, especialmente, las muy originales de “El principio trinitario y su aplicación social”. D´HERBIGNY considera digno de atención que el escritor ruso hablara de la misión sobrenatural de SANTA JUANA DE ARCO tantos años antes de su beatificación. Hoy juzgaría admirable que el espíritu de profecía haya proferido por boca del mismo, con acabada precisión, la doctrina metafísica y teológica de la Realeza universal de Cristo (CRISTO REY), que la Iglesia proclamó en 1925, y que, al hablar de la sociedad cristiana considerada como nación sacerdotal y real (Cf. I Petri, II, 5 y 9), dejara la más penetrante anticipación del pensamiento pontificio relativo a la “acción católica”.
En SOLOVIEF brilla un modelo precipuo de filósofo. Si en la Iglesia ha de darse otra síntesis doctrinal como la que realizó SANTO TOMÁS DE AQUINO, sólo un espíritu como el de aquel gran eslavo podrá ejecutarla que sea capaz de reconciliar en sí, bajo la luz del Verbo encarnado, las antinomias del pensamiento. La inteligencia se satisface cada vez menos con la forma puramente racional de la especulación. No que el modo racional del pensamiento no sea plenamente válido en su esfera propia, sino del hombre tiene en sí posibilidades de conocimientos que trascienden de muchas maneras a la “razón razonante”. (Bien entendido que tales modos de conocimiento creemos ser en absoluto ajenos a las diversas formas del intuicionismo condenadas por la Iglesia como la comprendida en el ontologismo rosminiano, o las de BERGSON y LEROY. Nos atenemos, sobre el particular, a las disposiciones de la Constitución Dogmática de la Fe católica del Concilio Vaticano (I).

Una más exacta estimación del contenido de diversas tradiciones, para las cuales la inteligencia comienza propiamente más allá del modo discursivo de pensar, atestigua la legitimidad de la universal tendencia humana a aprehender las realidades que se ocultan tras el espectáculo del mundo corpóreo. Y la misma vida mística dentro del catolicismo enseña que si el espíritu del hombre es “CAPAX DEI”, como sujeto receptor en que el poder divino consuma a veces la unión suprema, con mayor motivo será más apto, bajo ciertas condiciones, para percibir las realidades INVISIBLES del orden natural. No debe olvidarse que el alma en su parte superior, en su “APEX”, o MENS”, según la expresión de SAN AGUSTÍN y SANTO TOMÁS, es como un ojo orientado hacia las cosas INVISIBLES, supremo grado del ser corpóreo, mediante el cual nos vinculamos al grado ínfimo del mundo de los puros espíritus.
DE MAISTRE esperaba ya en 1809 la aparición del hombre de genio en quien se hallara reunidas la religión y la ciencia (la filosofía. TEOLOGÍA) en su natural afinidad y él mismo dio ejemplo del provecho con que puede intentarse la “la ilustración” de las verdades reveladas mediante la utilización discreta de la tradición teosófica (final de la nota 1, pág. 137). Por su parte BLOY, bajo ciertos aspectos heredero intelectual del gran saboyano, invirtiendo con su arte sobrehumano la imagen del mundo hizo patente el reverso misterioso de las cosas y ejercicio el “libre profetismo” dentro de la Iglesia. Con él sentimos conducidos al dintel de una época de sobrenaturales convulsiones en la cual parece destinado a cumplirse el “nihil oppertum quod non revelabitur” del Evangelio. Pero lo que en DE MAISTRE fue interrumpida experiencia iluminista y en BLOY (LEÓN) intuición grandiosa del misterio cristiano, en SOLOVIEF es incoación consciente y activa del organismo del hombre glorificado. Ninguna necedad en ello sino firme ejercicio de fe en la inmutable palabra del Señor.

La ardua cuestión de los vínculos entre la espiritualidad católica y las doctrinas de tipo esotérico parece resuelta en la obra y en la persona de SOLOVIEF (Tal relación no supone en nosotros equivalencia ni proporcionalidad alguna. El orden de la gracia es inconmensurable a todo a otro. La conocida frase de PASCAL expresa una verdad invariablemente enseñada por la Iglesia desde SAN PABLO, I Cor. XIII, 1-3). Es lícito pensar que la enseñanza de las antiguas escuelas iniciáticas no fuera vana especulación de la inteligencia. Bastaría la innumerable legión de pretendidos ocultismos de toda harina que la historia conoce hasta nuestros días para afirmar que esas imitaciones denuncian la existencia de un imitado. Linaje de ciencia que se funda en el simbolismo universal, (“ESTE MUNDO, decía DE MAISTRE traduciendo el griego de Hebr. XI, es, ES UN SISTEMA DE COSAS INVISIBLES MANIFESTADAS VISIBLEMENTE”), en la noción del hombre microcosmos, en la subsistencia, aunque en modo oculto a consecuencia de la Caída, de la primitiva facultad creadora de ADÁN, en cierta metafísica de los números y de la palabra, en los misterios de la escritura sagrada. En cambio, la economía del cristianismo establece el previo desdén de toda ciencia humana, la humildad perfecta, la exinanición del yo, la entrega completa a Aquel que es esencialmente CAMINO, VERDAD y VIDA y en QUIÉN están todos los tesoros de la ciencia y la sabiduría eternas; ella se integra sin apelar a ningún otro saber que la locura de la CRUZ. “NON ENIM JUDICAVI ME SCIRE ALIQUID INTER VOS NISI IESUM CHTISTUM CRIXIFIXUM», dice el Apóstol. LA CRUZ hizo fútil la sapiencia entera del mundo: «VIDETE – previene en otro lugar SAN PABLONE QUIS VOS DECIPIANT PER PHILOSOSOPHIAM ET INANEM FALLACIAM, “SECUMDUM TRADITIONEM HOMINUM, SECUNDUM ELEMENTA MUNDI” ET NON SECUNDUM CHRISTUM, QUIA IN IPSO INHABITAT OMNIS PLENITUDO DIVINITATIS CORPORALITER”.

En toda evidencia, como lo afirma CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, que SAN PABLO no ignoró las enseñanzas impartidas vía de iniciación en su época: esenismo, misterios de ELEUSIS, acaso las primeras formas de la gnosis, aún en el pitagorismo. Sus alusiones son, por lo demás, bien claras. El juzgo a toda la filosofía, a todo teletés o mistagogía, como nulo ante la revelación de JESUCRISTO, ANTE EL GRAN MISTERIO DE MISERICORDIA DE LA REDENCIÓN UNIVERSAL, de eso que se llama el PLEROMA DE CRISTO, misterio que a la Iglesia tocaba notificar aún “a los Principados y Potestades de los Cielos”. La voz de los apósteles, en efecto, hacen callar a las pitias y a la luz del Evangelio empalidecen las lámparas de las teleturgias en todo el orbe conocido. Es que había comenzado la instauración de las cosas en Cristo, Verbo encarnado. Recapitulación espiritual de lo creado, anacefaleosis misteriosa, que la fórmula evangélica denomina “la salvación del mundo”.

Mas en este momento de la historia que contempla la apostasía del Occidente, que asiste a la “pérdida de la Fe por los Gentiles”, un hecho parece inminente: la confluencia de la tradición puramente espiritual de la Iglesia con la sabiduría secreta de que muchas tradiciones, cristianas o no, se pretenden depositarias y que todas ellas convienen en atribuir primeramente al padre del género humano y luego a los patriarcas y que, por las horribles prevaricaciones a que dio lugar, se convirtió luego en filosofía oculta. Esta “sabiduría” comprende dos aspectos: un Arte o ciencia operativa, que aplica los principios de aquella al dominio de lo contingente y a un método espiritual ordenado a la obtención de estados superiores del alma, objetivo que es el principal. Es común a las iniciaciones pretenderse superiores al cristianismo. Tal fusión no sería sin precedente, porque ya MOISÉS, en testimonio del Protomártir, fue consumado en la ciencia arcana de los antiguos al mismo tiempo que el profeta del Señor y conocedor del Mesías. Acaso de la misma manera, ahora que más debemos repetir con SAN PEDRO: “omnium autem finis appropinquavit”, haya de disponer el Señor para sus misteriosos designios que dentro de la Iglesia SE MUESTREN UNIDAS LA VIDA DE LA GRACIA CON LA CIENCIA DE LOS FUNDAMENTOS DEL SER, porque, al fin, sólo hay una Sabiduría perfecta que todo saber contiene y ésta procede del único DIOS, padre de las lumbres, creador de la naturaleza y de la gracia.

ROGER BACON quiso poner las ciencias ocultas al servicio de CRISTO y de su Iglesia, considerando que el Anticristo DEBÍA PREPARAR SU REINO POR ESTE MISMO MEDIO, e intentó obtener la ayuda del pontífice en favor de su proyecto. Ver: L´expérience phisique chez R. BACON, por RAUL CARTON, J. Vrin, 1924.

SOLOVIEF, en la última de sus Tres conversaciones, incluye “Una breve narración del Anticristo”, en la que hace figurar el personaje en cierto mago APOLONIO que ayuda con sus conocimientos en ciencias secretas.

Sea como fuere la obra de SOLOVIEF enseña lo que contiene de estrecho y limitado la tradición racionalista de la filosofía y nosotros pensamos que el contacto con su viviente personalidad puede ser saludable por más de un concepto.

RODOLFO MARTÍNEZ ESPINOSA

Córdoba - Argentina

*Edit.: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 290. INSTITUTO EMERITA URBANUS, Córdoba de la Nueva Andalucía, 18 de agosto del Año del Señor de 2009. Festividad de SAN AGAPITO, Mártir. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! gspp.*

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