No se trata de dar aquí otra historia de la filosofía medieval sino más bien de una historia de la sensibilidad medieval y en un cuadro de las adquisiciones perdurables que le debemos y de los valores aún aprovechables que encontremos en ella.
Editó:
Lic. Gabriel Pautasso
+ A LA MEMORIA DE JUAN CARLOS SÁNCHEZ, editor de Política y Desarrollo-
*“Confía a ALCUINO la Escuela del palacio, transformada en un centro de alta cultura, y es eso lo que justifica, con la obra de RABANO MAURO, la designación del primer Renacimiento que se da a la época carolingia. Es cierto que, a mediados del siglo IX, los nietos y sucesores de CARLOMAGNO estarán lo suficientemente penetrados de la diferencia entre el latín y el romance como para hacer redactar por un clérigo en el año 842, en esta lengua nueva, el juramento de LUIS el GERMÁNICO ante las tropas de su hermano CARLOS el CALVO”.*
GUSTAVE COHEN
Introducción
No se trata de dar aquí otra historia de la filosofía medieval sino más bien de una historia de la sensibilidad medieval y en un cuadro de las adquisiciones perdurables que le debemos y de los valores aún aprovechables que encontremos en ella.
Ahora bien, esta pretensión, nacida del entusiasmo con que fueron estudiadas las letras antiguas y del culto casi supersticioso de que fueron objeto el pensamiento y la civilización grecorromanos en el siglo XVI, no se justifica apenas en cuanto concierne a la latinidad.
Es verdad que el helenismo, en sus brillantes manifestaciones: epopeya, teatro, poesía lírica, arquitectura, escultura, no ha tenido aparentemente, en la génesis y en la evolución del pensamiento medieval, el papel decisivo que hubiera podido esperarse; pero si no lo ha ejercido de una manera directa, lo ha hecho de manera directa, lo ha hecho de manera indirecta por intermedio de los latinos y de los árabes que se habían penetrado previamente de él. Todos saben, por otra parte, en qué medida
ARISTÓTELES y su filosofía han dominado nuestras universidades del siglo XIII, que el recibido a través de traducciones latinas hechas por judíos sobre versiones árabes.
Sin embargo, no es lo mismo cuando se trata de la latinidad. La Edad Media ha vivido de ella, en ella, sobre ella. Se puede decir que sin ella no existiría, y esto es verdad no solamente para
FRANCIA sino también para todos los países Europa occidental.
HABLANDO DE LOS ANTIGUOS, ESCRIBIRÁ BERNARDO DE CHARTES: “SOMOS ENANOS MONTADOS SOBRE LAS ESPALDAS DE LOS GIGANTES”, lo que quiere decir que, gracias a ellos, podemos ver más lejos, pero sin ellos no tendríamos ninguna perspectiva sobre el mundo.
Más aún, no es excesivo decir que la latinidad continúa a través de toda la Edad Media, no solamente como espíritu sino también como lengua, porque el
LATÍN es el modo de expresión casi único de la Iglesia y del tribunal, de la teología, de la filosofía, de la ciencia, de la medicina, del derecho y de la historia: de las más importantes actividades, pues, del hombre que obra, que piensa y que siente. Las conquistas de nuestra lengua vulgar en esos dominios han sido extremadamente lentas.
La Edad Media, toda la Edad Media – pues a este respecto no puede hacerse una discriminación ni de siglos ni de medios siglos – está dominada por la fe cristiana y esto es verdad tanto para el más humilde como para el más sabio. Así como el hombre del siglo XIX o del XX, aún cuando sea creyente, está dominado por la idea de la ley científica y por el principio de causalidad, lo que implica una creencia en un orden natural, el hombre de la Edad Media parte del dato de la fe y ejercita su pensamiento y su actividad partiendo de ese dato y dentro de su dato.
La palabra decisiva estaba pronunciada por
SAN ANSELMO de LAÓN, desde el siglo
XI: CREDO UT INTELLIGAM, CREDO PARA ENTENDER. “NISI CREDIDERITIS, NON INTELLIGETIS”, había leído ya en
ISAÍAS. Si no creéis, no comprenderéis.
El dogma, todo el dogma, tal como se había constituido poco a poco a lo largo de los primeros siglos de la Iglesia – en el cuadro de la Iglesia y de sus jerarquías seculares y regulares: clero y órdenes monásticas – constituida un armazón completo, sobre la cual podía apoyarse la sociedad feudal y en la cual el pensamiento, aún el más fogoso y el más independiente como el de un
ABELARDO en el siglo XII, el de un
SANTO TOMÁS en el siglo XIII, podía manifestarse y evolución.
Se incurriría en error si se imaginara un dogal, una coraza o unas cadenas; la adhesión, si bien es cierto que resulta del nacimiento, de la educación y de la tradición, es sin embargo plena, libre confiada y entera. Por lo demás no hay pensamiento que pueda extenderse si no es bajo la sombra protectora de un sociedad organizada. Ahora bien, en una sociedad que todavía no lo está y que no ha encontrado su equilibrio, la Iglesia, a pesar de la Querella de las Investiduras y la lucha del Sacerdocio y el Imperio, conoce una estructura tan sólida que aun hoy, a través de las tempestades que se han abatido sobre ella, ha subsistido sin cambio radical, tal como nuestras grandes
CATEDRALES en la plaza pública.
La abadía
SOBRE TODO, las escuelas capitulares, o bien, desde los comienzos del siglo XIII, las universidades, ofrecen a aquellos a quienes atraen el ejercicio del pensamiento especulativo y la investigación del saber, un asilo calmo, al abrigo de las necesidades materiales que las trabarían, y de las guerras, que los turbarían, el necesario refugio de paz. Se ha dicho, aunque nunca se lo repetirá suficientemente, lo que han hecho los grandes monasterios de Occidente por la conservación de la literatura antigua, que habría podido sin embargo dejar parecer en cuanto constituía un mensaje del espíritu pagano. Una filosofía fundada por la Revelación y que reconocía como maestro e inspirador a un filósofo,
ARISTÓLETES, que había estado excluido de ella; una cultura fundada sobre la fe y que reconoce como maestros y educadores a escritores que han estado privados de ella:
TAL ES LA GRAN PARADOJA DE LA CULTURA MEDIEVAL.
GUSTAVE COHEN
EL GRAN SIGLO: EL XIII
LA ROSA, LA PROSA y la CATEDRAL
Si contempla con una mirada de conjunto la primera mitad del siglo o se intenta comprenderla por un acto de reflexión – cosa indispensable para encontrar en ella una dominante – nuestra vista es atraída siempre por la plaza pública, la ciudad, y la catedral.
El desarrollo de las comunas favorece el de la industria o, inversamente, el desenvolvimiento de la industria orienta hacia la ciudad el aflujo de las poblaciones y de las riquezas; de ellas, las primeras ordenarán y las segundas permitirán la erección de las prodigiosas catedrales cuya presencia en plena campaña no se explicaría.
Sin embargo, las ricas aldeas imitan a las ciudades, y muchas localidades de la isla de Francia tienen catedrales en miniatura, tan elegantes como
NUESTRA SEÑORA DE PARÍS, pero más bañadas en claridad.
MANTES o NESLE-LA-VALLÉE por ejemplo, testimonian un esfuerzo proporcionado, una preocupación artística, un fervor de fe, que recurren a los mismos equipos para responder a las mismas necesidades.
Pero, evidentemente, están reservados a las grandes ciudades mercantiles, a
BOURGES en el opulento Berry; a
CHARTES en la rica Beauce, a
REIMS en Champagne, a
LAON en Picardie, a
RUAN en Normadie, las más prodigiosas construcciones y los más admirables resultados.
Lo que es necesario imaginar para todo ese medio siglo no es acabado frecuentemente compuesto que provoca hoy nuestra admiración, sino la construcción a cielo abierto, los andamios, el arco que se levanta poco a poco y cuyo avance va a contemplar cada día una muchedumbre ávida. Cada año la obra se muestra más bella, más completa, más poderosa, y deja aparecer la sublime majestad del plan primitivo. La exaltación existe en el pueblo tanto como en el que dirige la obra, aunque la literatura no nos conserve el eco, y se complace en identificar las estatuas que, cada vez en mayor número y cada vez más bellas, adornan los pórticos, las entreventanas y las bóvedas, o en ver a los maestros vidrieros engastar en plomo los fragmentos ricamente coloreados que proporcionarán a los más humildes iglesias un vasto misal abierto y ricamente iluminado en el que el pueblo leerá la historia de la ascensión de Dios, de la caída del hombre o del martirio de los santos.
Jamás ha sido más intensa la participación de la catedral en la vida común, en lo que ella tiene de más íntimo y más espiritual. La catedral la crea más íntimo y de más espiritual. La catedral la crea por la posibilidad de la congregación de los fieles de los fieles y la favorece por la instrucción visible y la exaltación del esfuerzo cumplido con el dinero de todos y las ofrendas individuales. La catedral participa en el nacimiento por el bautismo, en el matrimonio por el altar y durante la semana por el servicio dominical y el ángelus cotidiano. Es el armazón visible de la vida interior y social, y no hay fiesta corporativa que, por un instante al menos, no la tome por escenario.
Si la catedral se sirve sobre todo de la vista por el ímpetu de las líneas, por el estrellado de los inmensos rosetones y el tornasolado de los vitrales, no olvida el oído, gracias a la ejecución mediante órganos portátiles, de los motetes a varias voces de un
PERROTIN EL GRANDE, maestro de la capilla en Nuestra Señora de París, que atrae a su alrededor a los aprendices de músicos de toda Europa; y el drama religioso, si tiene tendencia por su considerable desarrollo y el empleo de la lengua vulgar a salir de la nave, está siempre representado en ella por la supervivencia del drama litúrgico.
Sin embargo, es fuera de la iglesia donde el teatro encontrará sus propios caminos, que podemos adivinar solamente a través del montaje ya complicado y los doce decorados yuxtapuestos del fragmento que se conserva de la RESURRECIÓN anglo-normanda, que no ha podido representarse sino en la plaza pública, sin duda delante del pórtico de la iglesia.
LA BUSCA DEL SANTO GRAAL
Ese fervor y esa fecundidad religiosa de la primera mitad del siglo XIII no se manifiesta solamente en la lenta erección de grandes catedrales, en la música de los motetes y en el desarrollo aún tímido del teatro religioso. Se traduce también en la literatura, y no únicamente por esas obras de edificación que no han faltado jamás en ninguna época de nuestra historia sino también por una progresiva influencia de la religión sobre el relato romanesco, en particular en el
LANCELOT en prosa. No es sin duda un hecho desprovisto de significación que
CRISTIAN DE TROYES, muerto antes de 1191, haya encontrado en este siglo continuadores tan celosos como
GERBERTO DE MONTREUIL, MANESIER, y el seudo-
WAUCHIER DE DENAIN,; pero sobre todo es interesante señalar el papel de la religión y del espíritu cisterciense en la
LANCELOT EN PROSA. Escrito aproximadamente entre 1220 y 1230, comienza con una Histoire du Saint-Graal en la que se cuenta el origen del vaso sagrado en el que
JOSÉ DE ARIMATEA recogió la sangre del crucificado y que debía quedar en las manos del más puro para servicio de la humanidad sufriente. Se cierra con esa
MORT D´ARTHUR que es el crepúsculo de los héroes de la Mesa Redonda, en el que se ve cómo el rey muerto se une a su hermana
MORGANA en el reino de las hadas en Avalon – lo que significa que la tradición céltica está cerrada – y a su mujer
GINEBRA tomar el estado religioso lo mismo que su amante
LANCELOT.
Pero es sobre todo la penúltima parte, la
QUESTE DU SAINT GRAAL, la que se presente como una especie de epopeya mística; su héroe es
GALAAD, el santo caballero, hijo de
LANCELOT, y más puro aún que
PERCEVAL, que encarna además de las virtudes militares y caballeras una fe que llega hasta el éxtasis y la comunión directa con
DIOS sin intercesión del oficiante. A decir verdad, él mismo es sacerdote, ordenado por la gracia nacida de la contemplación del
GRAAL, de la que sólo él es digno; y bien se ve que, como ocurre frecuentemente, la intervención de la Iglesia se encuentra aquí sobrepasada por la mística que ella ha inspirado.
LA UNIVERSIDAD DE PARÍS
En relación con la construcción de las catedrales en la primera mitad del siglo XIII, la constitución de las universidades y en particular la de las diversas facultades de la Universidad de París es el otro gran hecho de importancia siempre actual que conviene destacar.
Ya desde 1219 existe esa Universitas magistrorum et scholarium, esa unión de maestros y estudiantes que es so origen y su base. La Iglesia la favoreció con sus privilegios porque esperaba encontrar en ella un apoyo contra las usurpaciones del poder real y monopolizar en su provecho, guiándolo y vigilándolo, ese apetito de saber que se extendía entre la juventud y era el signo de una época ardiente. La difusión progresiva del texto de los escritos de
ARISTÓTELES proporcionado por las traducciones árabes retransmitidas en
LATÍN por judíos de
ESPAÑA y del sur de Francia, así como el conocimiento de la filosofía de
AVERROES (hacia 1126-1118) y de
MAIMÓNIDES (1135-1204), dio a la filosofía un impulso y una actividad incomparables. Pero
ARISTÓTELES no entraña solamente la explicación del mundo supra-terrestre y el mundo de las ideas, sino también la observación de la naturaleza y de la vida. Paralelamente se desenvuelven la Medicina por el estudio de las traducciones de
HIPÓCRATES y de
GALENO, el Derecho por el estudio del Digesto, las Institutas y aún más todavía por el de sus glosas.
Así tienden a constituirse las facultades que luego heredamos nosotros; la de
ARTES, es decir, de
LETRAS y
CIENCIAS, con el
TRIVIUM (Gramática, Retórica y Dialéctica) y el
QUADRIVIUM (Aritmética, Geometría, Astronomía y Música); la de ambos derechos, esto es, el Civil y el Canónico; la de Medicina, y sobre todo, la de Teología que está por sobre todas las otras. (Véase Le mouvement intellectuel, moral et littéraire, de
GUSTAVE COHEN, la Histoire du moyen âge, publiée sous la direction de
G. GLOTZ, t. VIII, Paris, Presses Universitaires de France, 1933, págs. 280-283).
Esta formación de grandes centros científicos, y de otros como los de
MONTPELLIER y
TOULOUSE en el sur de Francia, así como el desenvolvimiento de la Filosofía que por esa circunstancia será llamada
ESCOLÁSTICA, son una importancia capital. Es la expresión de una actividad sentimental. Como la prosa, testimonia la difusión del saber en capas sociales más amplias, pero sus efectos no se advertirán sobre la literatura sino en la segunda mitad del siglo XIII.
LA ALEGORÍA DE LA ROSA
No es seguro que deba atribuirse a la Escuela el uso que hace
GUILLAUME DE LORRINS de la alegoría en la primera parte del
ROMAN DE LA ROSE, concebido hacia 1230 y ejecutado, aunque sin llevarlo a su término, hacia 1236. Sin duda la alegoría, el uso de la abstracción personificada, proviene de la Escuela, en la que se estudia la
PSICOMAQUIA o combate de los vicios y las virtudes de
PRUDENCIO y las
BODAS DE MERCURIO y
DE LA CIENCIA de
MARCIANO CAPELLA; pero solamente un verdadero poeta podía insuflarle la vida a esas abstracciones hasta el punto de que el lector tenga la ilusión de hallarse frente a personajes reales y no haga distinción entre el Amante que narra, el Secretario que lo escucha,
AMOR que le arroja sus flechas,
DEDUIT o
PLACER que conduce su carole o danza, la rosa que defiende al gran villano
DANGIER o al
PUDOR de la joven,
BEL ACCUEIL, que es su inclinación hacia el Amante, Celos que la guarda,
PIEDAD y tantos otros, pues todos y todas parecen dotados de un cuerpo y de un alma. Sin embargo, la elección de ese género por el autor y el favor de que gozará entre los lectores, no son posibles sino en este siglo de
SANTO TOMÁS DE AQUINO y de la
FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA, que desenvuelve del mismo modo los símbolos de la fe en la escultura de las catedrales.
COLOFÓN
Aún tratándose de una visión sumaria de esa época, sería simplificar demasiado no ver traducida en sus movimientos sino la esplendida unidad de la fe. La fe levanta su espada por entonces para combatir.
A COMIENZOS DEL SIGLO XIII, LOS CÁTAROS O ALBIGENSES SE AGITAN AÚN EN EL SUR DE FRANCIA EN SUS ÚLTIMAS CONVULSIONES; AMAURY Y LOS AMAURICIANOS SE HACEN CONDENAR EN PARÍS; LOS VALDENSES SE AGITAN EN LA ZONA DE LYON Y HASTA EL MISMO ARISTOTELISMO EN SU ESTADO PURO NO PUEDE SIN LUCHA EN LA UNIVERSIDAD DE PARÍS. Hay una fermentación intensa que se continuará a mediados del siglo a través de la lucha de
GUILLAUME DE SAINT-AMOUR, canciller (“dueño de las candelas”) de la Universidad, contra la invasión de las órdenes mendicantes, y terminará finalmente con su triunfo mediante la enseñanza de
SAN BUENAVENTURA entre los franciscanos y de
SANTO TOMÁS DE AQUINO entre los dominicos o jacobinos de la calle
SAINT JACQUES. (Es conocido el valor que ha alcanzado actualmente (1963) en
NEOTOMISMO por las enseñanzas de
DE WULFE en Lovaina, de
ÉTIENNE GILSON en Estrasburgo y París, y del que yo ha llamado el Doctor Mirabilis, el admirable doctor
JACQUES MARITAIN, en Francia y en los Estados Unidos).
Por el momento quien reina es todavía el maestro
ALBERTO EL GRANDE, cuyo nombre seguirá siendo durante largo tiempo un abanderado para los alquimistas. Es necesario no olvidar el trabajo subterráneo de esos investigadores que se rodean de misterio y continúan sus experiencias químicas sobre la piedra filosofal o de oro líquido, a pesar de las amenazas de la autoridad. Sin duda la temen, pero perseveran y en todos los sentidos puede decirse de ellos que juegan con el fuego.
El triunfo de la fe no debe hacernos olvidar a los enemigos que debe combatir y de los que más tarde se servirá, asimilándose el resultado de sus investigaciones.
*EDITO: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO Cordubensis. INSTITUTO EMERITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, 7 de marzo del Año del Señor de 2010. Fiesta de SANTO TOMÁS DE AQUINO. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRITA! GRATIAS AGAMUS DOMINO DEL NOSTRO! gspp.
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