lunes, 8 de diciembre de 2008

San Benito, pedagogo de occidente (II)


La vida intelectual en la época de San Benito

El marco histórico en el que se desarrolla la vida y la obra de SAN BENITO DE NURSIA tiene relación directa con la caída del Imperio Romano año 476 con capital en Roma (a.u.c. 749), la vieja ciudad de los césares y convertida en sede de la cátedra de PEDRO, por la Iglesia Católica. (Cfr. Francisco Elías de Tejada, “La teoría del saber en la Edad Oscura”, en “Tratado de Filosofía del Derecho”, t. I, publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 1974, cap. 9, p. 92 y sig.).

En efecto, SAN BENITO debe situarse entre los dos autores de los siglos tenebrosos del Occidente que siguen a la caída del Imperio de Roma, porque parece conveniente establecer la línea de continuidad que permita salvar el espacio que corre desde la muerte de SAN AGUSTÍN de Hipona (353 a 354 al 430) hasta el apogeo de la Escolástica en el siglo XIII. (José Lacarra y de Miguel, “Historia de la Edad Media”, Montaner y Simón, 1960, p. 281).

Pareció como si la caída del Imperio de Occidente fuera a cortar el proceso de integración cultural que estaba llevando a cabo la Iglesia Católica. Súbitamente colocada Roma en los confines del Imperio ahora en capital en Constantinopla, en el siglo VI los restos itálicos y occidentales europeos dependen del Imperio bizantino. La cultura es caótica mezcla donde mal se juntan factores germánicos con memorias imperiales, bajo el dominio cultural de los emperadores del Oriente. (José M. Lacarra, op. cit. p. 272 – 306).

Ya en los estertores del siglo V, la Retórica tiene preeminencia sobre las otras ciencias con hegemonía insoslayable, trayendo la consiguiente decadencia de los estudios filosóficos. ( Alois Demp, “La concepción del mundo en la Edad Media, Gredos, Madrid, 1958, p. 66-67).

Es precisamente un retórico númida que enseña en Roma desde el año 430, MARCIANO CAPELLA, quien en su “Satycorum sive Dive Nuptii Mercuri et philologiae et de Septem artibus liberalibus libri IX” compone un libro alternando prosa con verso, en el cual, la última de las alegorías, de acuerdo al estilo antiguo, define la suma de los conocimientos, como si el autor se erigiese en testamentaria de la sabiduría de un mundo que acaba.(Guillermo Fraile OP, “Historia de la Filosofía”, t. II, BAC (Biblioteca de Autores Cristianos), Madrid, p. 66).
Para MARCIANO CAPELLA, la Filosofía es el amor a la razón, versión antigua de la Filosofía Clásica, mientras que la elocuencia queda encarnada en el interlocutor MERCURIO. Amos se casan y en ceremonia nupcial se hallan presentes siete doncellas, que para este fin son conducidas por APOLO al palacio de JUPITER. Para que el matrimonio pueda efectuarse, un consejo de dioses elevan la Filología a condición divina, lo que le permite conocer de boca de JUNO los secretos de un Olimpo nuevo, en donde habitan los grandes filósofos de la Antigüedad en compañía de los dioses. (Leopold Genicot, “El Espíritu de la Edad Media”, Edit. Noguer, Barcelona, 3ª edición, 1963, p. ).

Las siete artes liberales, encarnada cada una en simbólicas doncellas, son el obsequio recibido por la novia.

La Gramática es una anciana, según ella, descendiente del dios egipcio OSIRIS, esposo de ISIS, vestida ahora con traje romano, aunque recuerda haber vivido largos tiempos en el Ática, que lleva, en una cajita de marfil, un cuchillo y una lima, para corregir las faltas contra el idioma.

La Retórica es una hermosa joven exuberante, alta y bella, cubierta por una túnica, donde están bordados todos los hermosos giros del lenguaje.

La Dialéctica es seca, demacrada el semblante, armada con una serpiente y un anzuelo. (Enrique Bagué, “Pequeña historia de la humanidad”, Aymá Edit. Barcelona, 1953, p. 89/92).

“La escuela junto a un monasterio o a l sombra de la iglesia catedral era el primer eslabón - expresa certeramente ENRIQUE BAGUÉ - DE LA CARRERA DEL CLÉRIGO, que para los silos medievales equivale a decir del intelectual u hombre de letras. El joven aspirante a la vida monástica o clerical era introducido inmediatamente en el estudio de la Gramática latina, para penetrar después en los derroteros de la Retórica y adentrarse finalmente por la intrincada selva de la Lógica, hasta dejar cursadas las tres disciplinas que formaban el TRIVIO en el programa de las escuelas medievales”.

Seguidamente ENRIQUE BAGUÉ añade: “Un a vez superadas las pruebas que constituían el puente obligado para pasar a las disciplinas del CUADRAVIUM, el escolar se debatía durante otra serie de cursos con los obstáculos y dificultades que le planteaban las cuatro disciplinas de este segundo grupo de estudios: la Aritmética, la Geometría, la Música y la Astronomía. Finalmente, esta penosa ascensión a la montaña del saber culminaba en la cumbre de la Teología, o ciencia del conocimiento de DIOS, cima y compendio de todos los conocimientos”.

Son las tres estampas de las primeras artes a estudiar, las que constituyen el Trivium, cuyos conocimientos se completan por los que aportan las otras cuatro doncellas agrupadas en el Quadravium, representantes de la Aritmética, de la Geometría, de la Astronomía y de la Música.
Tal la descripción, más pedagógica que doctrinal, de los saberes a medias técnicos y científicos a medias, pobre de contenidos en comparación con las construcciones precedentes; pero que en sufrida coyuntura de la caída del Imperio, va a servir de sistema de enseñanza durante muchos años. (Gonzague de Reynold: “La formación de Europa”: Cristianismo y Edad Media. Trad. José M. de Azales, Madrid, Pegaso, 1975, p. 306).

Comentadas en el siglo IX por REMIGIO DE AUXERRE, tallados en piedra en las fachadas de las catedrales de León y Chartres, pintadas por BOTICELLI, en los frescos de la villa LEMME, conservados en el LOUVRE, a través de la recepción, son casi un lugar común de la escasa especialización de los conocimientos medievales.

Conclusión: índice de la Época de SAN BENITO. El hundimiento político del Imperio pudo ir por cierto acompañado de lo que ha sido llamado la fuerza moral del cristianismo, pero también de la pérdida de valoración del saber y la ciencia como elemento importante para la existencia humana.

La pérdida del manejo de la lengua GRIEGA es índice del des-conocimiento cultural, del aniquilamiento de los saberes, de las ciencias y de la filosofía.

Hoy, aquí y ahora, nadie sabe GRIEGO, solo una ínfima elite. En nuestro sistema de enseñanza, primero sacaron el griego, después el latín, y más tarde será el castellano, pero se implantará la barbarie global. ¡Que vergüenza, Argentina, un país greco-latino-hispano castellano, promueve la barbarie global en inglés!

Se renuncia a que la razón logre conocimientos ciertos y seguros, sea filosóficamente acerca del ser, sea cinéticamente sobre parcelas de la realidad de la realidad circundante; basta y sobra con los conocimientos revelados.

El registro de las artes liberales compilada por MARCIANO CAPELLA no tiene nada en común con la ENCICLIOS PAIDEIA de la educación helénica, prolongada en los días dorados del siglo de AUGUSTO. (Etienne Gilson, “La Filosofía de la Edad Media, Ed. Gredos, Madrid, 1958, t. I, p. 218-223).

Es que es parte de la mentalidad cristiana utilizar el saber antiguo al servicio de los fines trascendentes de la Iglesia; y pues, entonces las existencias comunes no requerían satisfacciones filosóficas, la filosofía quedó apartada por entero. (Fraile, Guillermo, OP, op. Cit., t. I, cap. I, p. 53 y ss.).

Es el año 474, dos años antes de la caída del Imperio y seis antes del nacimiento de SAN BENITO, CLAUDIANO MAMERTO es el último conocedor de la lengua griega en las Galias (Francia).

BOECIO fracasa en salvar la cultura griega en Italia, por él aprendida en sus años juveniles, durante los diez y ocho (18) que estudió en Atenas; ni en la misma Hispania, donde el contacto con griegos y judíos era más frecuente por la presencia diaria de gentes en posesión de ambas lenguas culturales, los escritores patrísticos ponen en menor interés en utilizarlas. (Gilson, E., op. Cit., p. 172).

A mediados del siglo IV, apenas si la palabra ALETHEIA proporciona el título para el poema en torno al Génesis escrito por MARIUS VICTOR. (Francisco Elías de Tejada: op. Cit. p. 93).

El abismo entre Oriente y Occidente es manifiesto y sin duda, contribuyó al olvido de la filosofía, madre de todos lo conocimientos.

Debió ser la caída de Roma, cabeza del Impero, considerado por eterno, que aniquiló las esperanzas culturales. La crisis política abrió el desprecio por los saberes y las ciencias, pues la caída de Roma, terminaba con ella una concepción entera de la vida.

La clasificación de MARCIANO CAPELLA, con la eliminación de los saberes filosóficos, es una teoría de las ciencias centrada en la supremacía casi exclusiva de los conocimientos técnicos.

No de otro modo, los cargos de la administración políticas de los reinos romano-germánicos, herederos del Imperio Romano, se confieren a los seguidores y tecnócratas de aquel entonces, formados para el mundo político-militar en las escuelas de palacio, fundadas por GODO TEODORICO en Milán, previstas como seminarios establecidos en la “Domus Ecclesiae” en el Concilio de Toledo, cabeza de Hispania, del año 527, existentes en las cortes merovingias y centro del gobierno en sistema instituido por CARLOMAGNO tres siglos más tarde. (año 800).

Conclusión: parece ser signo de las épocas de CRISIS (guerra y revolución), EL MENOSPRECIO DE LA FILOSOFÍA, ALIADO AL PREDOMINIO DE LA TÉCNICA. (González Álvarez, Ángel: “Manuel de Historia de la Filosofía”, Ed. Gredos, Madrid, 1964, p. 147).

El abandono de la filosofía trajo consecuentemente el abandono de los estudios de los estudios teológicos. CLAUDIANO MAMERTO, FALLECIDO EN EL AÑO 474, todavía es llamado por SIDONIO APOLINAR “PERITISSIMUS CHRISTIANORUM PHILOSOPHUS”. (Francisco Elías de Tejada, op. Cit. 94).

Pero en la siguiente generación, SAN CESÁREO DE ARLES (año 543) compara en su sermón 99 las artes liberales con las plagas de Egipto, condenando a los filósofos como envenenadores de almas.

Es la reacción de SAN BENITO DE NURSIA cuando de joven, sus padres le envían a estudiar a Roma y abandona los estudios, asustado del peligro que pudieran traerle para el alma.

En los siglos VI y VII apenas si tienen una consciente visión de la teoría del saber y la ciencia cristiano, moldeada sobre los conocimientos clásicos, pero sin prescindir de ellos, tres nombres representativos: AMICIO MANLIO TORCUATOR SEVERINO BOECIO, romano, nacido a la entrada de las fuerzas bárbaras-germánicas y muerto en el año 523; el calabrés CASIADORO, venido al mundo en las mismas circunstancia histórica, pero muerto en el año 580; y el Arzobispo SAN ISIDORO DE SEVILLA (cerca 560-636). Por su mayor proximidad y relación con SAN BENITO, abordaremos de los dos primeros. (Francisco Elías de Tejada, op. Cit. 94)).

BOECIO no rechaza el saber antiguo; lleva en una mano la cruz y la otra la filosofía. Evocando el DE DOCTRINA CHRISTIANA de SAN AGUSTÍN, señala la utilidad de las artes para el conocimiento profundo de las ciencias sagradas. Continúa la actitud de SAN CLEMENTE DE ALEJANDRÍA en aceptar la filosofía como un bloqueo al servicio de las verdades dogmáticas. (Etienne Gilson: op. Cit. 107-172).

En la distinción entre ciencias y filosofía, prolonga de la diferenciación platónica de que las ciencias son la aplicación de la razón sobre las artes técnicas, siendo, en cambio, l filosofía saber omni-comprensivo de verdades absolutas. Coloca las ciencias debajo de la universalidad de la Filosofía y las separa en dos grandes grupos: las teorías o especulativas y las prácticas o referidas a la acción.

Las teoréticas pueden ser: la Teología o estudio de las realidades inteligibles, según su vocabulario, que son las realidades inteligibles, según su vocabulario, que son las realidades incorpóreas de Dios y de la almas; mas Matemáticas, en cuatro grados del Quadrivium, la Física y el “Ars Rationalis” o Lógica.

De donde puede inferirse que, para BOECIO, la Filosofía o “Sapientia” tiene por encima al dogma al que se sujeta, pero por debajo de la Teología, que es operación racional acerca de Dios y las almas.

Más inclinado a Aristóteles es la teoría del saber de CASIADORO. Sigue a MARCIANO CAPELLA en la descripción de la Siete Artes Liberales, las siete concebidas que consideran en su DE ARTIBUS AC DISCIPLINIA LIBERALI UM. (Etienne Gilson: Op. Cit., p. 187-188 y también J. Leclerq, op- cit., 31 a 35).

La Filosofía está puesta sobre las Artes, en cuanto modo especial de conocer en dos sentidos: primero, porque abarca e integra todas ellas; segundo, porque concluye en instrumento para la salvación, ya que por la Filosofía el cristiano no sube a la asimilación de Dios. (E. Gilson: op. Cit. p. 174).

La Teología era en los siglos VI y VII una ciencia, la ciencia del ser divino, mientras que la Filosofía era gnoseológicamente la ciencia del ser como ser, el supremo de los saberes y camino para llegar íntegramente el hombre a Dios. (Francisco Elías de Tejada, op. Cit., 98).

La Règle de saint Benoit est une règle de vie valable pour tous les temps. Dans les premiers siècles, elle a forgé d´infatigables pionniers qui ont transformé l´Europpe ; dans les périodes de paix, elle s´est épanouie sereinement ; dans les siècles de décadence, implantée sur des terres arides, elle a tenu malgre los calamités et donné naissance à de nouvelles fondations en s´adaptant à toutes les circonstances et à tous les climants de l´univers ; elle produit partout la prière, apporte lies bénédictions du ciel et par le travail, féconde la terre pour qu´elle donne ses fruits les plus précieux et les plus savoureaux.
Ora et Labora, n´ets-ce paz la divise qui convient à notre époque où l´homme croit qu´il suffit de produire des biens de consommatoin pour supprimer le malheur des tems? Sanmoi, vous ne pouvez rien, nous a dit Notre-Seigneur dans son Évangelie.
«DIEU EST AMOUR », nº 18-19 Saint Benoit. Conclusion, p. 63. janv.-fev.80. « Quinziene centenaire de la naissance de Saint Benoit » 480-1980 años.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus


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