sábado, 21 de julio de 2012

Reflexiones del P.Castellani


ÚLTIMO DOMINGO, 24º DESPUÉS DE PENTHECOSTÉS

Por el Padre Leonardo Castellani
Ciérrase el Ciclo litúrgico con semana del año eclesiástico, y con él, la historia del mundo, que se nos ha sido recordando desde sus comienzos (en el Adviento), hasta su fin postrero (en el Domingo 24º después de Pent.).
Por eso ha querido la Iglesia que este día se lea en su Breviario el libro de profeta MIQUEAS (contemporáneo de OSEAS) con el comentario de SAN BASILIO en que se nos habla del Juicio final, sirviendo de comentario al Evangelio.
“El Señor, dice MIQUEAS, saldrá de su lugar; las montañas quedarán consumidas debajo de Él, y los valles se agrietarán y se fundirán como cera junto a la llama, como las aguas que se precipitan por la pendiente. Todo eso por causa del crimen de JACOB y de los pecados de la casa de Israel.
Pero junto a estas amenazas vienen las promesas de salvación. “Yo te juntaré a todo JACOB, y reuniré lo que aún queda de Israel y los pondré como a rebaño en el aprisco”. Los Asirios han destruido a Samaría y los Caldeos a Jerusalén; pero el Mesías restaurará esas ruinas, y ese mesías nos dice MIQUEAS que ha de nacer en Belén, y que su reino, el de la Jerusalén celestial, no tendrá fin.
Los profetas NAHUM, HABACUC, SOFONÍAS, AGGEO, ZACARÍAS, y MALAQUÍAS, cuyos escritos se leen también por ahora, confirman lo que dice MIQUEAS. Jesús mismo empieza por evocar en por EVANGELIO, la profecía de DANIEL, que anuncia la ruina total y definitiva del Templo de Jerusalén y la Nación Judía por las armas romanas. Esa “abominable desolación que el Templo santo reinó” por entonces, fue justo castigo de la infidelidad y obstinación de ISRAEL en no querer admitir a Cristo (Ev.).
El vaticinio de DANIEL y de JESÚS se cumplió al pie de la letra unos años después de la Ascensión de CRISTO, y la desolación fue tal, que de haber durado algo más, ni un solo Judío hubiera quedado vivo. Mas Dios quiso abreviar aquellos aciagos días del asedio para salvar a los que, al ver tamaño escarmiento, habían de convertirse.
Algo de esto sucederá también al fin del mundo, de que la ruina de Jerusalén era figura. “Tunc, entonces”, o sea, cuando CRISTO vuelva, serán todavía mayores los satánicos prodigios, entre ellos el Anticristo, para hacerse pasar por Cristo. Ese hombre maldito de pecado llegará hasta sentarse en el Templo santo, para que se le adore como Dios.
Al fin de todo vendrá Jesús. Pero no humilde y manso como la vez primera y en un rinconcillo del mundo; antes vendrá “con poderío y majestad”, y el Hijo del Hombre aparecerá con la rapidez de un relámpago. Entonces le saldrán a esperar los Elegidos con las ansias que el águila manifiesta cuando cae sobre su presa. Su advenimiento se anunciará con cataclismos de cielos, de may y tierra. Todas las gentes estarán despavoridas y con los ojos desencajados, y se lamentarán antes de morir muertos y antes del juicio sentenciados, cuando vean en el Cielo a Cristo a quien no quisieron reconocer ni servir como a su Dios y Señor, y que ahora viene a juzgar a los vivos y los muertos y al mundo por el fuego (v. Libera me).
No hay tan pensamiento tan poderoso como éste para apartarnos del pecado. Claro lo dice SAN BASILIO en la homilía de hoy: “Cuando el deseo de pecar te ande salteando, quisiera que te acordases del tremendo y el terrible tribunal de Cristo…ante el cual uno por uno iremos dando de nuestra vida. Inmediatamente, los que hubieron perpetrado muchos males durante su vida, veránse rodeados de ángeles terribles y feísimos que los precipitarán en el abismo sin fondo, en donde arde envuelto de espesas tinieblas un fuego sin llama, y gusanos venenosos devoran sin cesar sus carnes, causándoles con sus mordeduras inaguantables dolores; y por fin, el oprobio y eterna confusión, que es el peor de todos los suplicios. Temed estas cosas y traspasados de este temor, servíos de su memoria como de freno contra la concupiscencia y el pecado”.
Por eso mismo nos exhorta la Epístola a portarnos de una manera digna de nuestro Dios y a dar frutos de toda clase de buenas obras… dando gracias a nuestro Padre celestial por habernos hecho capaces de tener parte en la herencia de los Santos desde ahora en espíritu, pero desde el día del Juicio Final en cuerpo y alma, merced a la Sangre redentora de su Hijo queridísimo.
En medio de las angustias de nuestros postreros momentos precursores de nuestra muerte, desde el fondo del abismo de nuestra poquedad y miseria clamaremos Al Señor (Of.) para que, en su misericordia, nos procure los remedios poderosos de los últimos sacramentos (Or.); y nuestro buen Dios, que abriga para sus fieles sentimientos de paz y no de ira (Int.), y que tiene prometido despachar plegarias hechas con fe (Com.), nos oirá, librándonos de las terrenales concupiscencias (Sec.), PONIENDO FIN A NUESTRO CAUTIVERIO (Int.) e introduciéndonos en el cielo juntos de JESÚS TRIUNFANTE, el cual obrará entonces la consumación de las cosas y entregará a su Padre el reino con tantos trabajos por Él conquistado, como homenaje perfecto de Él y de sus místicos miembros.
Aquel día será el de la verdadera Pascua, el verdadero paso del destierro a la Tierra de promisión, a la Patria de la Jerusalén celestial, en aquel inmenso “Templo en que todos cantaremos: “¡Gloria!” Y Dios será todo en todos.
En ese venturoso, por medio de nuestro Pontífice JESÚS, rendiremos un culto eterno a la SANTÍSIMA TRINIDAD, diciendo: ¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo! Como en el principio, y ahora y siempre, y en los siglos de los siglos. Amén.

DICE JESÚS:
CIERTAMENTE VENGO EN BREVE.
DIGA EL ALMA CRISTIANA:
AMÉN.
¡VEN SEÑOR JESÚS”
(Apoc., 22, 20).


DOMINGO VIGESIMOCUARTO y ÚLTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.
Por LEONARDO CASTELLANI

…y finalmente nunca jamás ha visto al mundo, desde que empezó hasta hoy, una cosa semejante a ésta que el Papa BENEDICTO XV llamó en 1919 “la guerra establecida como institución permanente de toda la humanidad”. Las dos guerras “Mundiales”, incomparables por su extensión y ferocidad, y los Estados de “preguerra” y “posguerra” y “Guerra Fría” y “rearme” y la gran perra, que ellas han creado, son un fenómeno espectacularmente nuevo en el mundo, que responde enteramente a las palabras de la profecía del Maestro: “Veréis guerra y rumores de guerra, sediciones y revoluciones, intranquilidad política, bandos que se levantan unos contra otros, y naciones contra naciones… Todavía no es el fin, pero eso es el principio de los dolores”. ¿Y cuál es el fin? El fin será el monstruoso Reinado universal del Gran Perverso y la persecución despiadada a todo el que crea de veras en Dios; en la cual persecución a la vez interna y externa parecerá naufragar la Iglesia de Dios en forma definitiva. De esta “Gran Tribulación” hemos hecho un cuadro imaginario en nuestra novela Su Majestad Dulcinea.

Otras muchas señales menores, que parecen cumplirse ya, se podrían mencionar: pero no tengo lugar y además es un poco lugar y además es un poco peligrosa para mí. Baste decir que aparentemente la “herramienta” del Anticristo, como notó DONOSO CORTÉS, ya está creada. Hace un siglo justo, el gran poeta francés BAUDELAIRE, escribía en su Diario “Mon coeur mis a nu” acerca del gobierno dictatorial de NAPOLEON III – que fue “una tiranía templada por la corrupción” -, que “la gloria de NAPOLEÓN III habrá sido probar que un Cualquiera puede, apoderándose del Telégrafo y de la Imprenta, tiranizar a una gran nación”, - cosa que los argentinos sabemos ahora sin necesidad de acudir a BAUDELAIRE.

Pues bien, desde entonces acá, los medios técnicos se proponen tiranizar a una gran nación, y aun a todo el mundo, por medio del temor y la mentira, han crecido al décuplo o al céntuplo. El Anticristo no tiene actualmente más trabajo que el de nacer – si es que no ha no ha nacido ya, como apuntó SAN PÍO X en su primera encíclica. El mundo está ablandado y caldeado para recibirlo por la predicación de los “falsos profetas”, contra los cuales tan insistente nos precave Cristo; y que son otra de las señales: “pseudoprofetas a bandadas”.
El odio, y no el amor, reina en el mundo. Eso también está predicho en un versículo que no es nada claro en la Vulgata, pero se entiende bien en el texto griego. “Y porque sobreabundará la iniquidad, se refriera la caridad en muchos” – dice la traducción de SAN JERÓNIMO; que yo creo que no es de SAN JERÓNIMO sino de POMPONIO o de BRIXIANO; pues creo cierta la noticia actual de que SAN JERÓNIMO no tradujo, sino solamente corrigió la Vulgata. El versículo traducido así resulta una perogrullada, por no decir “una pavada”: el segundo miembro de la frase es un “anticlímax”, en vez de ser un “clímax”, como pedía la lógica. Para explicarme rápido, diré que es como yo dijera: “Como había una temperatura de 45 grados, no había muchos que dijesen que hacía frío…” (No había nadie). O bien otro ejemplo. “El que asesina a su madre, no se puede decir que tenga una virtud perfecta…” (Ninguna virtud tiene). Y así, si el mundo está inundado de injusticia, estúpido es decir que a causa de eso “se enfriará la caridad”. No habrá caridad desde hace mucho, ni fría ni caliente. La caridad es más que la justicia.
Pero el texto griego dice otra cosa, que es inteligente y lógica. Se puede traducir así: “Habrá tantas injusticias que se hará casi imposible la convivencia; y eso es instructivo y luminoso, porque efectivamente el efecto más terrible de la injusticia es envenenar la convivencia. A la palabra griega “ágape” le dieron poco a poco los cristianos el significado de “caridad” en el sentido tan especial del cristianismo; pero originalmente “ágape” significa “concordia, apego, amistad”; ese mínimum necesario para poder vivir mal que bien al lado de otros; “conllevarse” como dicen en España; o esa la convivencia.
Que la convivencia entre los humanos se está destruyendo hoy más y más y a toda prisa ¿quién no lo ve? Y QUE LA CAUSA DE ESA MALEVOLLENCIA QUE INVADE DE MÁS EN MÁS AL GÉNERO HUMANO SEA LA INJUSTICIA ¿quién lo duda? Las injusticias amontonadas y no reparadas, que dejan su efecto venenoso en el ánimo de que las sufre...y también del que las hace. “Qué hablará muy mal de ustedes –Aquel que los ha ofendido – dice MARTÍN FERRO; y la “la injusticia no reparada –es una cosa inmortal”, dice el hijo de MARTÍN FIERRO.

No he escrito todo esto para desconsolar a la gente, sino porque creo que es verdad; y Cristo nos mandó no nos desconsoláramos por eso, al contrario: “Cuando véais que todo esto sucede, levantad las cabezas y alegráos, porque vuestra salvación está cerca”. ¿Para qué ha sido creado este mundo, y para qué ha caminado, y ha tropezado y ha pasado por tantas peloteras y despelotes sino para LLEGAR un día? Estos impíos de hoy día que dicen que el mundo no se acabará nunca, o bien durará todavía 18.000 millones de años, se parecen a esos viajeros que se empiezan a entristecer cuando el tren está por llegar. Y puede que ellos tengan sus motivos para entristecerse; pero el cristiano no los tiene. Este mundo debe ser salvado; no solamente las almas individuales, sino también los cuerpos, y la naturaleza, y los astros – todo debe ser limpiado definitivamente de los efectos del Pecado -; que no son otros que el Dolor y la Muerte. Y para llegar a eso, bien vale la pena pasar por una gran Angostura.

Yo no sé cuando será el fin del mundo; pero esos incrédulos que lo niegan o postergan arbitrariamente, saben mucho menos que yo. ¿Verán los jóvenes de hoy la Argentina del año 2.000? No lo sabemos. ¿Verán los chicos escueleros a la Argentina con 100 millones de habitantes, de los cuales 90 millones en Buenos Aires? No lo hacemos. ¿Verá el bebe que ha nacido hoy – y varios han nacido seguros – el mundo convertido en un vergel y un paraíso por obra de la Ciencia Moderna? – Ciertamente que no. Si lo ven convertido en un vergel, será después de destruido por la ciencia por la ciencia moderna, y refaccionado por el poder del Creador, y la segunda venida del VERBO ENCARNADO; ahora no ya a padecer y morir, sino a juzgar y a resucitar.

Lo mismo puede que vean y no es improbable, es a Cristo viniendo sobre las nubes del cielo para “fulminar a la Bestia con un aliento de su boca”,y, ordenar la resurrección de todos nosotros los viejos tíos abuelos – si es que no lo vemos también , porque nadie sabe nada, y los sucesos de hoy día parecen correr ya, como dijo día parecen correr ya, como dijo el italiano, “precipitevolíssimevolmente”.

LEONARDO CASTELLANI comte-pomi, TH. D. “El Evangelio de Jesucristo”, Ediciones Theoría, 3ª edición, Buenos Aires, 1963, pág. 379-383.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus


VOLVER a la portada de IEU

No hay comentarios: