El nombre MIGUEL significa en hebreo: ¿QUIÉN COMO DIOS? y nos recuerda el combate librado en el cielo por el Arcángel de Dios, que mereció la presidencia de la milicia celeste contra el dragón infernal. SAN MIGUEL es el encarnado de libertar (no liberar, como dicen algunos) a los que hemos caído por el pecado en poder de Satanás. Asimismo los Ángeles Custodios están bajo la su dependencia.
SAN MIGUEL venció el orgullo de Lucifer y puede alcanzarnos la humildad. Él es quien preside el culto de adoración que al Altísimo tributamos, cuando ofrece a Dios las oraciones de los Santos, representadas por el incienso, cuyo humo se eleva al cielo. Cuando un cristiano deja este mundo, se le al abanderado SAN MIGUEL le procure entrada en el cielo. A menudo se le representa también con la balanza en donde se pesan las almas al presentarse ante el divino tribunal.
¡Oh príncipe gloriosísimo de la celestial milicia! Fuiste en otro tiempo protector de la Sinagoga y hoy de la Iglesia, heredera de sus privilegios y promesas, te considera también como patrono. Mira por esta nutrida milicia que libra recios combates por conseguir el cielo y promover la gloria de Dios, izando el mismo lema y estandarte que tú. A diario te invoca repetidas veces en la Misa y en los divinos Oficios. Mira por ella y por cada uno de los miembros que tenemos la dicha de integrarla, y en el día de la cuenta, cuando pongas nuestras almas en la balanza inexorable de la divina justicia, no se hallen faltas de peso. El 29 de septiembre está desde muy antiguo consagrado a todos los Ángeles; por el año 530 lo eligió también BONIFACIO II para dedicar a SAN MIGUEL una iglesia en el gran circo (Coliseo) de Roma. La Misa compuesta con tal ocasión es la Domingo XVIII después de Pentecostés, la cual contiene alusiones a la consagración de una iglesia.
El día 15 de septiembre, al recordar y venerar la Iglesia los Siete Dolores de la Virgen María nuestra Madre, se le aplica el canto de Alabanzas, que se oyó en Israel al proclamar a JUDIT honra a la nueva JUDIT, que corta la cabeza al gran príncipe de los Asirios, el demonio infernal, y que desde los orígenes de la humanidad aparece como la mortal enemiga de la serpiente, que acabará por aplastarla con su inmaculada planta.
Finalizando con la Oración del fin de la Misa:
SAN MIGUEL ARCÁNGEL, defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Reprímale, Dios, pedimos suplicantes; y tú, príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. AMÉN.
Ahora, una sonrisa: …Ecumenismo angélico…
SAN MIGUEL ÁRCANGEL convocó un concilio ecuménico. Los espíritus celestiales se dieron cita desde todo el mundo angélico y desde los cuatro vientos: los máximos representantes de los Serafines, Querubines y, naturalmente, también aquellos demás coros, como nueve. Lo sorprendentemente nuevo en esa supermoderna convección angélica era que, por primera vez, se curso invitación a peritos conciliares de otras comunidades religiosas, esto es, concretamente: del conjunto de las miríadas del reino angélico compuesta cada una por individuos, hay una sola comunidad religiosa, los así llamados luciferianos, grupo de seres inmateriales en cantidad nada despreciable, que tienen una postura un poco discrepante respecto a la Divinidad. Aún cuando reconocen sin ambages al hombre de Nazareth como un gran profeta, incluso como Hijo d Dios, persisten con todo en su propio criterio frente a él.
Tras largos y en ocasiones intensos debates, se alcanzó finalmente el siguiente consenso:
1. Los luciferianos tienen igual naturaleza que los micaelianos, o sea, son tan ángeles como éstos.
2. En consecuencia, se pudo presentar la Convención a los Derechos Angélicos, aprobada por aplastante mayoría, cristalizándose en una Carta Magna o Magna Carta:
a. La dignidad de los ángeles es intangible.
b. Ningún ángel debe ser discriminado en razón de su coro, plumaje, culto o religión. Se garantiza las más completa libertad de religión y pensamiento o conciencia.
c. Todo espíritu celeste tiene derecho a manifestar libremente y al autónomo desenvolvimiento de su personalidad angélica.
d. Todo ángel tiene derecho a vivir donde le plazca, esto es, puede instalarse en cualquiera lugar del espacio inmaterial. La globalización del así llamado infierno queda suprimida.
e. Se funda la OAU (Organización de los Ángeles Unidos) integrada por representantes de todos los ángeles. Su cometido es velar por el cumplimiento de los acuerdos.
Las decisiones del concilio, aunque no tuvieron una aceptación irrestricta, encontraron la más amplia aplicación y fueron ampliamente celebradas en el uni-mundo de los inmateriales. Al fin, se terminó con el terror, con la esclavización y la permanente violación de la dignidad y los derechos humanos de los ángeles. Nunca se ponderará suficientemente la trascendencia de las decisiones a favor de establecer la paz en el mundo angélico. Los pequeños grupos marginales que se creyeron en el deber de no suscribir los acuerdos fueron anatematizados como un ala del fundamentalismo.
Pasado un cierto tiempo, SAN MIGUEL ARCÁNGEL pudo tomar contacto por primera vez con el máximo representante de los “hermanos separados” e incluso visitarlo en su santuario. Lucifer – tal es su nombre – le agradeció efusivamente sus empeños en orden a la política y al desarrollo, al progreso de paz y a diario, comprometiendo hacer de su parte cuanto esté a su alcance para continuar en la senda de los avances recientemente logrados, un logro in aeternum. SAN MIGUEL ARCÁNGEL hizo un conmovedor pedido de perdón y abogó para que la presencia de cien ángeles armados con sus lanzas como los Inmortales de Darío, no viniera a enrarecer las buenas relaciones entabladas.
A causa de problemas hermenéuticos todavía no es posible realizar un acto conjunto de culto concelebrado pero se ha creado una comisión integrada de habilísimos Querubines (coro angélico de los iluminados) para abrir una brecha en este sentido. Aún así, SAN MIGUEL ARCÁNGEL invita a Lucifer a un encuentro ecuménico en que cada grupo, en radical fidelidad a su propia traditio omnilateral , rogará a su dios por la paz en el mundo angélico, Lucifer o Lux aceptó la invitación, confirmando que ambas comunidades religiosas, no obstante sus diferencias, tienen el mismo dios, aunque naturalmente solicitó que le sea permitido instalar – como SAN MIGUEL ARCÁNGEL hace con la cruz – sus propias insignias, esto es, la pata del macho cabrío y la cola del demonio…¡perdón! La cola del hermano separado.
¡Cuándo se alcanzarán definitivamente los objetivos ecuménicos? Eso es algo que no se puede preverse, no obstante, contar con los Serafines – como todos saben – con una poderosísima inteligencia. ¡Además, las huellas de los anatematizaciones lanzadas desde la creación de los ángeles no pueden borrarse de un plumazo! Sin embargo, hubo consenso en no descuidar el pequeño mundo de los hombres. Aquello de que son capaces un Papa y un rabino jefe, a Fortiori también debe ser posible a un SAN MIGUEL ARCÁNGEL y a un Lucifer…
Diario Pampero nº 78 Cordubensis
Instituto Eremita Urbanus
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¿El Papa, es Papa?
Hace 2 meses
1 comentario:
lo felicito por su pagina. Siga adelante. Dios y Su Santa Madre lo protejan y bendigan.
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