*“Tú, que aumentas el dolor, aumenta la paciencia”. Papa SAN PÍO V*
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
*FIESTA DEL 5 DE MAYO DE
SAN PÍO V, PAPA*
*“Volvíose después a su tesoro, y, con
aspecto radiante, le dijo: “Id con DIOS. No es ésta hora de negocios, sino de
dar gracias a JESUCRISTO, pues nuestra
escuadra acaba de vencer”. El Santo Padre conmemoró la victoria
designado el 7 de octubre como fiesta del Santo Rosario, y añadiendo “AYUDA A
LOS CRISTIANOS” a los títulos de Nuestra Señora, en la letanía de Loreto. (Don
Francisco de REINOSO, el cura judío a quien PÍO trato de nombrar deán de
Toledo, es el que refirió esta anécdota, según Cabrera (II, 117), que la obtuvo
de Fuenmayor). En W. T. WALSH, “Felipe II” . p. 576, *
“SAN PÍO V, comandante en jefe de la Cristiandad”
PÍO, nacido en Bosco, Lombardía, ingresó a los 14 años en la Orden
Dominicana. Mientras fue Obispo, Cardenal y Papa, dio pruebas de los talentos
que DIOS le confiara, según el Evangelio. Su pontificado, aunque breve, fue uno
de los más gloriosos del siglo XVI. El protestantismo había proclamado la
Reforma, y el ISLAMISMO amenazaba arrollar al Occidente, tierra nuestra. Para
conjurar los males que pesaban sobre la Cristiandad, SAN PÍO V hizo que se observasen fielmente los decretos del
CONCILIO DE TRENTO, publicó una nueva edición del MISAL y el BREVIARIO, y
obtuvo, por públicas y universales ROGATIVAS, la insigne victoria de LEPANTO,
en 1571. Las armas cristianas, y sobre todo las ESPAÑOLAS, derrotaron el
poderío de los TURCOS; y con este motivo instituyó la festividad de NUESTRA SEÑORA DE LAS VICTORIAS,
que más tarde se llamó FESTIVIDAD DEL SANTÍSIMO ROSARIO.
Murió
el 1º de mayo de 1572, rezando el himno del Tiempo Pascual.
*EL 7
DE ENERO DE 1566-1572* el fervoroso dominico MIGUEL GHISLIERI, apodado “Cardenal de Alejandría”, es
coronado Papa con el nombre de PÍO V
; había nacido en ALESSANDRÍA, ITALIA, en el seno de una familia hidalga pobre
formada por PABLO GHISLIERI y DOMINICANA AUGERIA. Durante su
niñez había sido pastor y profesado a los diecisiete años, edad a que ingresó
en el convento de VIGEVANO. De él diría SOLIMÁN
EL MAGNÍFICO: “MÁS TEMO A LAS
ORACIONES DE ESE PAPA, QUE A LAS TROPAS DEL EMPERADOR”.
Por
eso, SAN PÍO V, comandante en jefe de
la Cristiandad.
*Referencia:
DIARIO PAMPERO Cordubensis, nº 66
LA BATALLA DE LEPANTO. 7 DE OCTUBRE DE 1571. 2008-2011* SANTÍSIMA VIRGEN DEL
MILAGRO. NUESTRA SEÑORA DE LA VICTORIA.
***
*
BATALLA DE LEPANTO. 7 DE OCTUBRE DE 1571 – 2009/2010 – 440 AÑOS. *
*“Ea,
soldados valerosos – gritó – tenéis el tiempo que deseasteis; lo que me tocaba,
cumplí; humillad la soberbia del enemigo, alcanzad gloria en tan religiosa
pelea, viviendo y muriendo siempre vencedores, pues iréis al cielo” (DON JUAN
DE AUSTRIA, arenga).*
*Sumario: Guerra contra los Turcos: Lepanto, 1571. Los Turcos, dueños de las
costas septentrionales de África, se apoderaron de Túnez, (1569) y de la isla
de Chipre (1570-1571). FELIPE II, ante
el peligro que estas conquistas representaban para el mundo cristiano, consiguió
formar contra ellos la llamada Liga Santa,
en la que entraron España, el Sacro Imperio, el Papa PÍO V y Venecia.
Era Sultán de Turquía, SELIM II
(1566-1574).
La
escuadra cristiana, mandaba por DON JUAN
DE AUSTRIA (hermano de FELIPE II), se componía de 264 naves con 79.000
marineros y combatientes.
Las
flotas cristiana y turca – ésta al mando ALÍ
BAJÁ – se enfrentaron en
la entrada del golfo entre la Grecia
continental y la península de Morea (Peloponeso). En el terrible combate que
entre ambas se trabó, por el entusiasmo
de Don JUAN DE AUSTRIA y la destreza de don Álvaro de Bazán, la victoria se decidió a favor de las armas
cristinas (7 de octubre de 1571). En esta memorable batalla recibió una
herida en el pecho y otra en el brazo izquierdo Miguel de Cervantes Saavedra (“el manco de Lepanto”), entonces
oscuro soldado; gracias a su valor, los turcos no consiguieron en la Marquesa.
La
muerte del Papa PÍO V (1572) y las ambiciones de Venecia, que firmó por
separado una humillante paz con los turcos, hicieron que no se sacara todo el
provecho que se esperaba de esta resonante victoria. No obstante, el Occidente se salvó para siempre del poder
amenazador de los turcos. Como recuerdo espiritual de este triunfo, la
Iglesia estableció la Fiesta del Rosario.
Entre
tanto, JUAN DE AUSTRIA había satisfecho y ampliamente rebasado las
esperanzas puestas en él. No quiso decidirse por la carrera eclesiástica, sino
por la militar (el padre, (CARLOS V, Carlos de Gante) reprimió sus
deseos cediendo al amor por el hijo, y
lo dejó que eligiera libremente). Lucho contra los piratas en el Mediterráneo;
a la edad de 21 sofocó la rebelión de los moriscos. Más, ¡qué eran aquellas
esperanzas comparadas con las que en secreto albergaba él! Su gran día fue el 7
de octubre de 1571 en Lepanto. La flota de ALÍ BAJÁ, hacia la cual había
tenido la audacia de dirigir sus velas, estaba a la vista; don JUAN iza
la bandera verde, insignia de combate. En trescientas naves ondeaba la media
luna, y también en forma de media luna dispuso su flota el almirante turco. El
poderío cristiano es apenas menor; la balanza está equilibrada; es el verdadero
Dios quien tiene que decidir.
En voz
alta reza el joven almirante ante un crucifijo. Los brazos del crucificado
mantienen rígido el cuerpo caído; de las rodillas heridas mana sangre, mas la
cabeza envuelta en el sueño de la muerte, es conciliadora y dulce. De la ondulante media luna de la flota
enemiga, de la cual brillan los mil relámpagos de las armas preparadas, suena
el primer cañonazo. En medio de la ensordecedora algarabía de los turcos que se
aproximan remando, resuenan las trompetas.
Bajo el
alto arco del mediodía, meridional, chocan los abigarrados monstruosos
flotantes. No se quiere hundir, sino abordar y conquistar. Los jadeantes
remeros que se afanan en los angostos bancos, son esclavos cristianos. Los
buques se abordan por la quilla, por el timón, por los costados. Hasta las
naves capitanas se clavan en los costados los puentes de abordaje de hierro; en
torno a ellos es donde más furiosa es la lucha. Los hombres de DON JUAN
avanzan por dos veces hasta el mástil de la galera de ALÍ; otras tantas
veces tienen que retroceder. Caen las flechas cual granizo; partes del buque se
resquebrajan; el mar se llena de muertos y de hombres que se ahogan. Entonces
un tiro de arcabuz atrapa a ALÍ; los cristianos clavan de nuevo
audazmente sus puentes, y esta vez capturan la nave del almirante muerto.
Aunque se clave la cabeza de ALÍ en una lanza para aterrorizar a los enemigos
y enardecer a los amigos, la lucha dura hasta el atardecer; luego las naves
turcas emprenden la retirada.
Es una
victoria sin precedentes; ninguna comparable se había visto antes ni había de
verse después. Se hundieron cien naves turcas y se capturaron ciento treinta.
Cuarenta mil infieles murieron por su fe. Más de siete mil cristianos
perecieron en la contienda; más de veinte mil llevan en el cuerpo el veneno de
los dardos turcos, al cual acabarán por sucumbir. Toda la acumulada abundancia de la gloria se
derrama sobre DON JUAN. Todavía no ha cumplido los veinticinco años;
¿Cómo se desarrollará esta curva que tan pronto, apenas iniciada, voló ya hasta
el zenit?
FELIPE,
el príncipe más poderoso de la Liga, el enemigo
hereditario de la media luna, recibe la noticia de su máxima victoria mientras
oye misa en El Escorial. El mensajero habla en voz baja, para no perturbar el
acto sagrado; el Rey lo escucha sin
inmutarse. Luego pronuncia una frase, una idea, que a nadie está destinada,
una reflexión única que el silencioso se
hace a sí mismo: “MUCHO HA AVENTURADO DON JUAN”. Aun ahora, tras haber
ganado la victoria, con los trofeos a la vista, medita el peligro a que se expuso el intrépido ataque de DON JUAN,
tan opuesto a su propia estrategia y a la de sus generales. La marcha de todas
las batallas es insegura; azarosos son también los máximos triunfos del mundo.
Apenas el filo de una navaja separa la victoria de la derrota; ambas son
igualmente posibles, igualmente cercanas. Sólo en Dios hay seguridad, sólo la
intención justifica. Tras haber celebrado la misa sin el menor incidente, el
Rey ruega al abad que haga cantar un Tedéum.
(Reinhold
Scheneider, “FELIPE II o RELIGION y PODER”, ediciones Peuser, Buenos
Aires, 1953, pp. 78 a
80)
*DESARROLLO
DE LA BATALLA DE LEPANTO*
Hacia
las dos de la mañana del domingo 7 de octubre de 1571, un viento fresco y firme
saltó del poniente y rizó el mar Jónico, despejando el cielo y barriendo la
niebla. DON JUAN, recostado e insomne en la cámara de su Real, se dio cuenta de que estaba en
medio de un inmenso lago, alumbrado por la luz de la luna. Dio la orden, y los
grandes áncoras se levantaron; se desplegaron las velas; los látigos crujieron
sobre las espaldas tendidas de los esclavos de las galeras; y los pesados
cascos empezaron a hendir el agua trémula, como para alcanzar el amanecer en la
costa de Albania. Cuando apareció el sol radiante, sobre el golfo de Lepanto,
el vigío de DORIA, en la vanguardia, apercibió un escuadrón del enemigo,
a doce millas de distancia, que regresaba de una descubierta en Santa Maura. La
bandera de señal apareció en el mástil de la nave real, en la que DORIA
vigilaba.
“AQUÍ
VENCEREMOS o MORIREMOS”, gritó DON JUAN, exultante; y ordenó que se
desplegara la bandera verde, que era la señal convenida para que todos se
pusieran en orden de batalla. Los múltiples filas de remos galeazas venecianas
se hundieran en el mar, impulsando a las pesadas embarcaciones a las posiciones
designadas: dos delante de cada cuerpo de naves, a una milla de distancia.
El
veneciano BARBADIGO, con sesenta y cuatro galeras, se extendió, tan
cerradamente como pudo, hacia la costa de Aetolia, para evitar un movimiento
envolvente del enemigo turco por el
Norte. DON JUAN mandaba el centro, formado por sesenta y tres galeras,
con COLONNA y VENIERO a ambos lados de él, y REQUESÉNS detrás. El
escuadrón de DORIA, de sesenta naves, formaba el ala derecha, hacia alta mar, en el lugar más peligroso. Treinta
y cinco naves quedaban a retaguardia, a las órdenes del marqués de SANTA
CRUZ, con instrucciones de prestar ayuda si fuese necesario. Así formadas,
la gran escuadra avanzó por el golfo de Patras, como un gran arco extendiendo
por legua y medio del mar, alineándose gradualmente según iba apareciendo el
enemigo.
Los
Turcos, que tenían en total 286 galeras (pues HASCEN BEY acaba de llegar con 22 naves de Trípoli,
Libia, norte de África), contra 208 de los cristianos, estaban decididos a
luchar, y comenzaban a preparar los puentes para entrar en acción. MOHAMED
SIROCO se opuso a BARBARIGO, con 55 galeras. ALÍ PASHA y PERTEW,
con otras 96, hizo frente al grupo de DON JUAN. ALUCH ALÍ, con 73, estaba del lado de alta mar, dando la
cara a JUAN ANDREA DORIA. Tenían también un escuadrón de reserva en
retaguardia. El viento soplaba hacia el Este, empujando a los turcos, con sus
velas hinchadas, mientras que los cristianos tenían que hacer uso de los remos;
pero al caer la tarde, el aire casi por completo amainó. Pasaron cuatro horas
más, preparándose las dos armadas para luchar.
DORIA, entre tanto, fue en una nave ligera a consultar con DON JUAN y
los otros jefes. Según una versión, se opuso al principio a dar la batalla a un
enemigo que tenía sobre ellos preponderancia manifiesta en buques pesados.
Pedía, por lo menos, un consejo de guerra. Pero DON JUAN exclamó: “es
hora de luchar y no de hablar”; y así se acordó. Según CABRERA, DORIA
no sólo dio las últimas
disposiciones para la batalla, sino que fue el que sugirió que el generalísmo (DEN
JUAN) ordenara que cortaran los espolones
de las proas de sus buques. Eran espolones puntiagudos, de catorce pie de
largo, que al impulso de los cien remeros se hundían en el costado de la nave
enemiga, causándole graves daños. Más era evidente que al pelear en un espacio
pequeño, juntos casi los navíos, no servían para nada. Sin ellos, DON JUAN
podría colocar sus cañones más bajos de la línea de flotación. Se decidió
hacerlo así, y, uno tras otro, los espolones fueron cayendo, haciendo salpicar
las aguas en calma.
El
joven almirante, con armadura dorada, fue en el barco rápido, de nave en nave,
llevando un crucifijo de hierro, que mostraba a los que iban a luchar. “Ea,
soldados valerosos – gritó – tenéis el tiempo que deseasteis; lo que me tocaba,
cumplí; humillad la soberbia del enemigo, alcanzad gloria en tan religiosa
pelea, viviendo y muriendo siempre vencedores, pues iréis al cielo”.
La
presencia de su gallarda figura juvenil y el sonido de su voz fresca produjeron
un efecto sorprendente. Un grito inmenso le contestó en cada barco. Y una larga
aclamación atravesó el mar rutilante, cuando el estandarte de la Liga del Papa
(SAN PÍO V), con la imagen de Cristo Crucificado,
iluminado por el sol, se alzó en la galera insignia, en la Real, junto a la bandera azul de NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE.
En el mástil delantero de su capitana DON JUAN había colgado un
crucifijo, lo único que pudo salvar cuando un incendio destruyó su casa en
Alcalá.
Al
avanzar los turcos, describiendo una gran media luna, DON JUAN se
arrodilló en la proa, y con altas voces pidió a Dios su bendición para las
armas cristianas, mientras sacerdotes y frailes, en toda la escuadra mostraban
los crucifijos ante los marineros y los soldados de rodillos. El sol estaba en
su punto más alto. El agua cristalina, casi sin olas, era un espejo trémulo
donde se copiaban los colores vivos de miles de estandartes, pendones, banderas
y gonfalones y los reflejos brillantes y fríos del oro y las plata de las
armaduras; todo ello cambiando, como un maravilloso calidoscopio, entre el mar
azul y el cielo deslumbrador Un silencio solemne, como el que se siente antes
de la Consagración, en la Misa, se extendió por toda la armada. Los turcos
respondieron con sus usuales coros de guerra, alaridos y gemidos, y con el
golpear de las cimitarras. Los cristianos, en silencio, aguardaban.
Y en
aquel instante el viento, que hasta entonces había favorecido a los turcos,
saltó al poniente, y las galeras cristianas fueron empujadas hacia el enemigo. ALÍ
PASHA, en el centro de la escuadra mahometana, abrió la batalla con un
cañonazo. DON JUAN contestó con otro. Cuando los remos turcos empezaron
a batir las aguas, las seis galeazas venecianas abrieron sobre ellos el fuego
de sus 264 cañones. No fueron sus disparos tan mortíferos como se creía, pero
lograron romper la línea enemiga. El ala derecha de los turcos se esforzaba por
ganar el mar libre, entre los venecianos y la costa aetoliana. Cinco de sus
naves rodearon la galera de BARBARIGO, y los arqueros moros lanzaron
sobre ella una nube de flechas envenenadas, que preferían, por su mortal
eficacia, a las armas de fuego. Los barcos se abordaron, y comenzó la lucha
cuerpo a cuerpo. El gran BARBARIGO luchó como un león, hasta que,
habiendo apartado el escudo de su cara para dar un orden, una flecha se le
clavo en un ojo.
El ala
derecha cristiana es la que tuvo que sostener el ataque más recio de los
turcos. DORIA era temido y respetado por los musulmanes. Ocupaba,
además, el lugar más peligroso, donde sólo contaban la estrategia y la ciencia
marinera.
DORIA, aunque por el número de enemigos, luchó de un modo magnífico. En diez
de sus buques murieron casi todos los soldados en la primera hora de lucha. En
efecto, así que ALÍ PASHA las santas banderas flotando en la galera de DON
JUAN, se lanzó recto hacia ella. Pero DON JUAN tenía muchas pérdidas
y sólo dos naves de reserva. Luchando valerosamente, rodeados de unos pocos
caballeros españoles, fue herido en un pie. Su situación era muy crítica,
cuando SANTA CRUZ, después de salvar a los venecianos, vino en su ayuda
y envío a bordo 200 hombres de refresco. Enardecidos por el esfuerzo, los
españoles se lanzaron sobre ALÍ y sus genízaros que los rechazaron hasta
su propio barco. El viejo VENIERO, con sus setenta años, luchó espada en
mano a la cabeza de sus hombres. Cervantes se levantó con fiebre de su lecho,
para combatir y para perder en la lucha su mano izquierda. El joven ALEJANDRO
DE PARMA entró sólo en una galera turca, y lo pudo contar.
El
momento crítico y el final todavía dudoso, cuando ALÍ PASHA, el Magnífico, defendiendo su nave del último empuje cristiano, cayó
derribado por la bala de un arcabuz español. Su cuerpo fue arrastrado hasta los
pies de DON JUAN. Un soldado español se abalanzó, triunfante, sobre él,
y le cortó la cabeza. Otra, tal vez más probable, cuenta que el príncipe clavó en
la punta de una larga pica y la alzó para que todos la viesen. Gritos
frenéticos de victoria salieron de los cristianos de la Real, a la vez que arrojaban al mar a los descorazonados turcos y
que izaban el estandarte de Cristo Crucificado en el palo mayor de la Sultana. Los cristianos contaron allí
sus pérdidas, que eran bien pequeñas, y su botín, que era riquísimo. Habían
perdido 8.000 hombres, de ellos 2.500 españoles, 800 de las tropas del Papa y
5.200 venecianos. Los turcos perdieron 224 navíos; 130 capturados y más de 90
hundidos o incendiados; por lo menos, 25.000 de sus hombres perecieron; y más
de 10.000 cristianos, cautivos de los infieles, fueron liberados. CABRERA da
cifras más elevadas: 30.000 turcos degollados y 10.000 prisioneros y 15.000
cristianos liberados; 175 galeras fueron capturadas, de las cuales 30 fueron
hundidas y otras conducidas hasta la costa y hundidas. PÍO V se volvió
después a su tesorero, y, con su aspecto radiante, le dijo: “Id con Dios. No es
ésta hora de negocios, sino de dar gracias a Jesucristo, pues nuestra escuadra
acaba de vencer”. Y apresuradamente se dirigió, a postrarse en acción de
gracias. Cuando salió, todo el mundo pudo notar su paso juvenil y su aire
alegre.
Las
primeras noticias de la batalla, a través de los agentes humanos, llegaron a
Roma, desde Venecia, la noche del 21 de
octubre, dos semanas justas del suceso. SAN PÍO V fue en procesión a San
Pedro, cantando el Te Deum Laudamus. El
Padre conmemoró la victoria designando el 7 DE OCTUBRE (DE 1571) COMO FIESTA
DEL SANTO ROSARIO, y añadiendo “AYUDA DE LOS CRISTIANOS” A LOS TÍTULOS
DE NUESTRA SEÑORA, EN LA LETANIA DE LORETO.
(Véase
del historiador del siglo XX WILLIAM THOMAS WALSH “FELIPE II”, traducción
del inglés por BELÉN MARAÑÓN MOYA, 5ª
edición, Espasa-Calpe, Madrid, 1958, cáp. XXV: La batalla de Lepanto, págs.
565-580, resumidos).
Edit.:
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar Diario Pampero nº 66 Cordubensis Instituto
Eremita Urbanus, Córdoba, 29de septiembre de Penthecostés del Año del Señor de
2009, Fiesta de los Arcángeles MIGUEL, GABRIEL y RAFAEL. Sopla el Pampero. ¡VIVA
LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA!. gspp.
***
*JUAN
DE AUSTRIA: REINHOLD SCHENEIDER, “FELIPE II o RELIGIÓN y PODER. Buenos Aires,
Ediciones Peuser, 1953. p. 208.*
DON
JUAN: 25 AÑOS, EN LEPANTO DERROTÓ A LOS TURCOS…
*SAN
PÍO V: COMANDANTE EN JEFE DE LA CRISTIANDAD…
ATRIBUIDO
a BARTOLOMEO PASSAROTTI. FELIPE II, de W.T.W. p. 577.*
ERA en los primeros días
del año 1566, el cardenal MIGUEL GHISLIERI fue elegido
sucesor de PÍO. A muchos lo
único que les importaban era la virtud del candidato.
Hombre
sobrio, de salud precaria y enemigo de banquetes. Cuando le anunciaron el
acuerdo, reflexionó unos instantes, y aceptó, pronunciando estas palabras: MI
CONTENTO SU.” Él tomaba el
nombre de PÍO V.
Hijo de
un labrador de BOSCO, un pueblecito del MILANESADO, había entrado, niño
todavía, en la Orden de Santo Domingo. Pronto se dio a conocer como religioso austero
y como severo moralista. Nombrado inquisidor, puso al servicio de la fe toda la
energía de su voluntad inflexible y enamorada de la ortodoxia. Vigilaba las
mercancías que llegaban por vía de los Alpes, decomisaba los libros heréticos,
vigilaba a los predicadores famosos tipo HELDER CÁMARA, procesaba a los obispos
y encarcelaba a los magnates o multimillonarios. Es más de una ocasión estuvo a
punto de morir como SAN PEDRO DE
VERONA, pero ninguna amenaza podía acobardarlo.
Era
un cardenal austero, parco de palabras, y más amante de su blanca túnica
dominicana que de los reflejos de la púrpura. Vivía modestamente; un fraile
de su convento le hacía compañía, barría él mismo su habitación, y, aunque
zurdo, tenía suma habilidad para hacer con ramos de palmera las escobas que
usaba.
Su
programa de gobierno papal se lo exponía a FELIPE
II, Rey de España el día
siguiente de su elección: DESTRUIR LAS HEREJÍAS, TERMINAR CON LOS
MOVIMIENTOS CISMÁTICOS, ESTABLECER LA CONCORDIA Y LA UNIDAD EN EL PUEBLO
CRISTIANO, REDUCIR A LOS REBELDES Y PURIFICAR LAS COSTUMBRES.
*“El que sobre
mí la carga de las almas de todo el mundo, me tiene en un espanto continuo,
pues es terrible tener que dar cuenta de todos los que por incuria o
negligencia mía lleguen a PERDERSE. *
HAY UNA PALABRA QUE RESUME TODA LA VIDA DE PÍO V, ES
LA PALABRA REFORMA. Empezó
por reformar la corte pontificia, despojándola de todo aire mundano y haciendo
de ella casi un convento. Todos los que rodeaban debían reunirse a ciertas
horas para oír la lectura espiritual, para asistir a la meditación diaria
y para otras prácticas piadosas. Por primera vez, hacía más de DOS SIGLOS, EL
NEPOTISMO HABÍA DESAPARECIDO DEL VATICANO. La vida del Papa tenía maravillados
a los embajadores. Se levantaba dos horas antes del amanecer, y después de
haber estado parte de ellas en ORACIÓN y dicho su OFICIO, dice MISA al amanecer
con gran DEVOCIÓN y todo el resto del día y hasta cuatro horas de noche gasta
en dar AUDIENCIAS y hacer CONSISTORIOS, CONGREGACIONES o SIGNATURAS, sin tomar
un credo para su recreación; y ser viejo y mal sano, AYUNA con grandísimo
RIGOR, sin comer CARNE ni huevos ni LECHE ni otro REGALO ninguno, sino sólo un
poco de PESCADO y HIERBAS; y trae la camisa de lana como la traía cuando era
fraile.
Ninguna
dificultad era capaz de apartarle de lo que él comprendía que era su deber.
Persiguió implacablemente a los jugadores, cerró tabernas y casas sospechosas,
desterró a los astrólogos y hechiceros, y purgó la campiña romana de
malhechores.
De cuando
en cuanto se presentaban algunos frailes alejados del camino de salvación y les
proponían las VERDADES DE FE y les exhortaba a CAMBIAR de vida. El aspecto de
ROMA se había transformado.
El
gobierno de la Cristiandad, la gran preocupación de PÍO V fue la
implantación del CONCILIO DE TRENTO.
Las ideas madres que informan su correspondencia son la REFORMA DEL CLERO, la
organización de los SEMINARIOS, la RESIDENCIA DE LOS OBISPOS, la OBSERVACIÓN de
los religiosos y la ENSEÑANZA DE LA DOCTRINA CRISTIANA EN LAS PARROQUIAS. A su
nombre van unidas la REFORMA DEL BREVIARIO y del MISAL, y la promulgación del
CATECISMO DEL CONCILIO DE TRENTO, destinado, sobre todo, A LOS SACERDOTES. EN SUS RELACIONES DIPLOMÁTICAS, PUEDE
DECIRSE QUE SU ÚNICO PRINCIPIO ERA LA DEFENSA DE LA FE Y DE LA JUSTICIA.
Su gran
obra de POLÍTICA EUROPEA fue la unión de VENECIA y ESPAÑA para detener el
avance de los TURCOS, que estaban a punto de apoderarse de ITALIA. La SANTA
LIGA fue obra PERSONAL de PÍO V,
de su imparcialidad, de su constancia admirable en suavizar roces y deshacer
susceptibilidades. DIOS quiso premiar su celo con el día glorioso de LEPANTO el
7 de octubre de 1571-2010: hace 541 años.
Este
fue el momento culminante de aquel gran PONTIFICADO. SEIS AÑOS DE LABOR FECUNDA
e INCESANTE, PROSEGUIDA CON INDOMABLE ENERGÍA.
Pero el
cuerpo no correspondía a la fortaleza del espíritu. Había llegado la hora, sus
últimos días darían más fulgor a los rayos de su santidad. Nadie ya dudaba de
la misma, y ROMA y la Iglesia, que comentaban con edificación sobre las virtudes
del Pontífice, se maravillaban con los milagros que DIOS les consagraba.
CURACIONES, CONVERSIONES, PROFECIAS, EFICACIDAD SOBRENATURAL DEL AGNUS DEI,
bendecidos por él, anuncio de la victoria de LEPANTO, episodio del CRUCIFIJO
ENVENENADO…que afluencia de pruebas, y qué brillo. La liturgia domínica insertó
en el oficio de Maitines este último milagro.
PÍO V manifestaba una
gran devoción al MISTERIO DE LA CRUZ. Sobre el crucifijo colocado en la
cabecera de su cama hizo grabar la palabra de Apóstol: “MUY LEJOS DE GLORIFICARME, SINO ES EN LA CRUZ DEL SALVADOR”,
el Papa pasaba largas horas arrodillado delante del mismo y sobre él apoyaba
las manos, o lo besaba afectuosamente.
Un día
en que se disponía como de costumbre a besar los pies del CRISTO, cuando acercaba
sus labios, los pies se alejan, saliendo fuera de su lugar habitual sobre el
leño. Asustado, desconsolado, gritó. Al oírlo sus servidores corrieron para
socorrerlo. Fueron testigos del prodigio.
Mientras
que la conciencia del SANTO PADRE se alarma pensando que había merecido este
castigo de DIOS, por alguna deficiencia de su conducta, sus familiares, más
clarividentes o más desconfiados, sospecharon un intento criminal. Pasaron
sobre la CRUZ una miga de pan, se la dieron a comer a un perro el que se murió
instantáneamente.
Aquella
enfermedad que PÍO había
sufrido siendo cardenal, volvía ahora con nueva virulencia y él, sin tomar
precaución ninguna. Se decía al morir: “DIOS
HA QUERIDO DAR A SU SANTIDAD EL PURGATORIO DE ESTA VIDA, porque ha
tenido trabajosísima muerte. Ha sido gran pérdida la de su persona, así para lo
que toca a toda Cristiandad, como para los intereses particulares de ESPAÑA”.
*Decía
muchas veces a DIOS: “TÚ, QUE AUMENTAS
EL DOLOR, AUMENTA LA PACIENCIA”.*
*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO
PAMPERO Cordubensis
INSTITUTO
EREMITA URBANUS
Córdoba
de la Nueva Andalucía del Tucumán, a cinco de mayo del Señor de 2012. Fiesta de
SAN PÍO V, Papa y Confesor. Murió el
1º de mayo de 1572, dejando el prestigio de uno de los mayores Papas que han
gobernado la Iglesia. Entre SAN PÍO V y SAN PÍO X, siglo XVI al XXI, no hubo
PAPAS SANTOS, hasta hoy. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA
HISPANOAMÉRICA! “Y ORDENÓ QUE SE CELEBRARA UNA MISA, EL DÍA SIGUIENTE, POR LAS
ALMAS DE LOS QUE HABÍAN CAÍDO EN LEPANTO”.
Gspp.*
No hay comentarios:
Publicar un comentario