*Poeta Sublime, pero también pornógrafo por encargo, Guillaume Apollinaire es uno de los escritores más seductores que Francia ha dado a la literatura.
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
En EL HERESIARCA, APOLLINAIRE exhibe su humor insolente e iconoclasta, pero también una sensibilidad extrema y un profundo conocimiento de los recovecos del alma humana, creando una obra singular por la que pulula una galería (bestias sagradas) extraordinaria de personajes que van desde el mismísimo Judío Errante al camaleónico Honoré Subrac, desaparecido en circunstancias misteriosas, pasando por el último gran hereje, el padre BENEDETTO ORFEI, teólogo y gastrónomo, sin olvidar los portentosas aventuras del barón D´ORMESAN, capaz de reencarnarse en Mesías y asombrar al mundo con su genio*.
Una mañana, al abrir el periódico mis ojos tropezaron con la siguiente noticia, fechada en Colonia:
“Las comunidades israelitas de la orilla derecho del Rhin, entre Ehrenbreitstein y Beuel, se encuentran sumidas en gran agitación. Al parecer, una de ellas, Dollendorf, acoge en su seno al Mesías, que ha manifestado su poder realizando un considerable número de milagros.
“El escándalo que se ha producido en torno a este caso no deja de preocupar a las autoridades provinciales, las cuales, han adoptado una serie de medidas para reprimir los desórdenes.
En las altas esferas nadie pone en duda que este MESÍAS, cuyo supuesto nombre es ALDAVID, sea un impostor. El doctor Frohmann, el prestigioso etnólogo danés se encuentra en estos momentos en la universidad de Bonn, se ha trasladado por curiosidad a Dollendorf, y afirma que ALDAVID no es judío, como pretende, sino más bien un francés originario de Saboya, donde el pueblo alóbroge se conserva en un estado bastante puro. En cualquier caso, las autoridades hubieran expulsado gustosas a ALDAVID de haber sido posible; sin embargo, el hombre a quien los judíos renanos llaman ahora el “Salvador de Israel”, desaparece como por encanto cuanto le place. Por lo general, se le puede encontrar ante la sinagoga de Dollendorf, predicando la reconstrucción del reino de JUDÁ en términos violentos y apasionados que recuerdan la fiera elocuencia de EZEQUIEL. Pasa allí tres o cuatro horas a día, y por la noche desaparece, sin que haya sido posible averiguar qué ha sido de él. Por otra parte, se desconoce su domicilio y el lugar donde come. Se espera desenmascarar a este falso profeta en breve y, así, evitar que sus golpes de efecto continúen burlando a las autoridades y a los judíos renanos. Estos últimos, conscientes de su error, serán los primeros en exigir verse libres de un aventurado cuyas palabras engañosas, al otorgarle una arrogancia lamentable respeto al resto de la población, podrían muy bien provocar un brote de antisemitismo. Y, en este caso, la gente sensata ni siquiera podría llorar a las víctimas. Cabe agregar que ALDAVID habla perfectamente alemán, parece estar al corriente de las costumbres de los judíos y conoce asimismo su jerga”.
Al otro día se produjo un intercambio de despachos diplomáticos entre los gobiernos interesados, que desembocó en el arresto de los principales BANQUEROS judíos de las naciones afectadas.
La medida se imponía. En efecto, si la predicación de ALDAVID tenía por resultado, como se suponía, provocar el éxodo de los judíos hacia Palestina, también se podía dar por seguro el éxodo de los CAPITALES de todos los países hacia el mismo destino, y era preciso evitar los DESASTRES FINANCIEROS que hubiera ocasionado tal acontecimiento. Por otra parte, no faltaban motivos para pensar que este Mesías, cuya ubicuidad parecía tan indiscutible como el resto de los milagros que se le atribuían, podía muy bien alimentar por medios sobrenaturales el presupuesto del nuevo reino de JUDÁ cuando fuera necesario. Sí pues, los banqueros judíos, si bien rodeados de grandes atenciones, fueron encerrados en prisión, lo que no dejó de provocar un considerable número de desastres financieros: PÁNICO EN LAS BOLSAS, QUIEBRAS, SUICIDIOS…
Al mismo tiempo, la ubicuidad de ALDAVID se manifestaba en Francia: en Nimes, en Avignon, en Burdeos, en Sancerre…Y EL Viernes Santo, aquel a quien ISRAEL aclamaba como la “ESTRELLA QUE DEBÍA SURGIR DE JACOB”, y al que los cristianos llamaban ANTICRISTO, apareció hacia las tres del mediodía en París, delante de la SINAGOGA de la calle de la Victoria.
Todo el mundo esperaba aquel acontecimiento, y hacía muchos días ya que los judíos más devotos de París se congregaban en la sinagoga, en la calle de la Victoria, e incluso en las calles próximas. Las ventanas de los inmuebles cercanos a la sinagoga habían sido alquiladas a precio de oro a los israelitas que querían al Mesías.
Cuando apareció, se produjo un clamor inmenso. Se le oía desde lo alto de Montmartre y desde la plaza de Estrella. En aquel momento yo estaba en los bulevares y me precipité con todos hacia la calzada de Antin, pero me resultó imposible llegar más allá del cruce con la calle Lafayette, donde un cordón de agentes y guardias a caballo impedían el paso.
Hasta la noche no me enteré, a través de los diarios, del acontecimiento imprevisto que se había producido durante aquella aparición.
Desde que se prodigaba en países que no eran de lengua alemana. ALDAVID hablaba menos. Sus nuevas apariciones continuaban durando el mismo tiempo que las primeras, pero callaba con frecuencia para orar en voz baja y, a continuación, reanudar su predicación en la lengua del pueblo entre el que se encontraba. Y aquel don lenguas, que convertía su vida en un Pentecostés cotidiano, no resultaba menos sorprendente que su don de ubicuidad y de la facultad que le permitía desaparecer a voluntad.
Durante uno de los instantes en los que el Mesías callaba, mientras parecía rezar en voz baja ante los judíos postergados y silenciados, se oyó una potente voz procedente de una de las ventanas situadas frente a la sinagoga. Al levantar la cabeza, los asistentes vieron un monje con el semblante tranquilo y resuelto. Con la mano izquierda extendida, presentaba a ALDAVID un crucifijo, mientras con la derecha agitaba hiposo, cuyas gotas de agua bendita alcanzaron al hombre prodigioso. Al mismo tiempo, el monje pronunciaba la fórmula católica del exorcismo, pero el efecto fue nulo. ALDAVID ni siquiera levantó los ojos hacia el exorcista, el cual, cayendo de rodillas y dirigiendo su mirada al cielo, besó el cruciforme y permaneció largo tiempo rezando, cara a cara con el aquel del que el demonio LEGIÓN no había salido y el al que, si era el ANTICRISTO, un exorcismo no había podido interrumpir en su oración, de tan convencido como parecía.
La escena causó un efecto impresionante, y aquel triunfo desdeñoso hizo que los judíos que la habían presenciado evitaran mostrarse injuriosos o burlones con el monje. Sus ojos ardientes contemplaban al Mesías, sus corazones estaban exultantes, y todos, mujeres, niños y ancianos, cogidos de la mano y formando apretadas filas, comenzaron a bailar como antaño hiciera DAVID ante el arca, entonando el “HOSANNA” Y CANTANDO HIMNOS DE ALEGRÍA.
El Sábado SANTO ALDAVID apareció de nuevo en la calle de la Victoria y en las demás ciudades donde se había presentado. Informaron de su presencia en varias ciudades importantes de América, en Australia, en Túnez, en Argelia, en Constantinopla, en Salónica y en la ciudad santa de Jerusalén. También se señalaba la actividad del elevado número de judíos que se apresuraban a partir hacia Palestina. En todas partes reinaba una intensa emoción. Los espíritus más escépticos se rendían a la evidencia, confesando que ALDAVID ERA EFECTIVAMENTE EL MESÍAS QUE LOS PROFETAS HABÍAN PROMETIDO A LOS JUDÍOS. Los católicos esperaban con ansiedad que ROMA se pronunciara sobre estos acontecimientos, pero el VATICANO parecía ignorar lo que pasaba. Ni siquiera el PAPA hizo alusión en la MISECORDIAM, la encíclica relativa al armamento que publicó en aquella época, al MESÍAS que se manifestaba todos los días, tanto en ROMA como en otros lugares…
EL DÍA DE PASCUA me encontraba sentado ante el escritorio, leyendo con atención los telegramas que relataban los acontecimientos de la víspera, las palabras de ALDAVID y el éxodo de las comunidades judías, cuyos miembros más pobres partían en grupos a pie hacia PALESTINA. De repente, al oír pronunciar mi nombre en voz alta, levanté la cabeza y vi ante mí al mismísimo BARÓN D´ORMESAN.
No me atreví a decir nada y, finalmente, el barón rompió el silencio. Sí – declaro -, yo soy ALDAVID, el Mesías de las profecías, el próximo rey de JUDÁ. Me está volviendo loco – proteste -. Explíqueme cómo ha podido realizar los prodigios que mantienen en suspenso la atención del universo. Puesto que mi intención era convertirme en rey, desde la condición de simple barón que disfruto, no podía confiar en conseguirlo sino fundando de nuevo el reino de JUDÁ, cuya reconstrucción los judíos esperaban desde hace tanto tiempo.
No le creo en posesión de las cualidades que requiere el fundador de un imperio, y todavía menos de las de un monarca. Su vida criminal le condena y su imaginación le llevará un día a conducir a su pueblo a la ruina. Como hombre de ciencia y persona hábil en las artes merece, pese a sus crímenes, la indulgencia y quizás incluso la admiración de las gentes instruidas y sensatas. Pero no tiene ningún derecho a ser rey; sería insensato de acceder a un trono del que es indigno. Mucha gente pobre, convencida de que es usted un personaje sagrado que construirá de nuevo el Templo de JERUSALÉN, ESTÁ RECORRIENDO EL CAMINO A PIE. ¡RENUNCIE A SEGUIR PROCLAMÁNDOSE POR MÁS TIEMPO EL MESÍAS QUE NO ES, O LO DENUNCIARÉ!
De pronto, un creciente murmullo me hizo salir de mi ensimismamiento. “Otra hazaña de ALDAVID – pensé -. Debe estar anunciando su coronación. ¿Es posible que lo haya matado y continúe teniendo junto a mí el cuerpo de mi amigo DORMESAN?
Abrí la ventana para enterarme del nuevo milagro realizado por el prodigioso taumaturgo y vi una nube de vendedores ambulantes de diario que, a pesar de las órdenes de la policía de no anunciar informaciones, pregonaban corriendo apresuradamente.
“LA MUERTE DEL MESÍAS, Curiosos detalles acerca de su repentino fin”.
La sangre se me helo en las venas y caí desvanecido.
Los judíos celebraron por doquier funerales impotentes. Apenas podían creer que hubiera muerto y afirmaban que resucitaría. Sin embargo, esperaron en vano aquel acontecimiento, y la reconstrucción del reino de JUDÁ quedó pospuesto para otro momento.
*EDITO: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO Cordubensis. INSTITUTO EREMITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, a ocho de septiembre del Año del Señor de 2011. Fiesta de la NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA y de Nª Sª de MONTSERRAT. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Archivos: “El Heresiarca por GUILLAUME APOLLINAIRE”. Gspp.*
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