En las historias de la Natividad pintadas por los primitivos se echa de ver el admirable eterno esquema de la vida universal tal y como aparece al ojo cristiano.
Por Giovanni Papini
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
En lo alto, en el cielo, sobre la cabaña, los ángeles anunciadores; en el centro el NIÑO; a su alrededor los dos Esposos, los dos animales, los tres pastores y los tres reyes. Es decir, por encima de todos los espíritus puros descendidos del Paraíso; en el centro un DIOS que se ha hecho hombre, o sea el emperador de los espíritus puro que ha venido a encarcelarse en la carne humana; y cerca de él los hermanos inferiores, los animales que existieron antes que el hombre, y los representantes del género humano escogidos en los dos extremos de la ciudad terrena: los pobres pastores que son los monarcas de la grey, y los ricos monarcas, que son los pastores de los pueblos.
Aquí no tenemos tan sólo una bella composición pictórica y poética, que empina las fantasías y suaviza los corazones, sino casi una representación de la misteriosa flor del mundo, que tiene sus raíces en el establo bovino y su inmaterial corola en el firmamento.
La escena de la Natividad no es una anécdota para uso de piadosas imaginaciones, sino el símbolo vivo de la eterna alianza entre lo bajo y lo alto, entre la tierra y el cielo, entre los brutos y el hombre, entre el hombre y todos hombres, entre los hombres y Dios. Es, en suma, la representación corpórea y visible de esa unidad ideal e invisible que ha de ligar en los siglos y en la eternidad a todos los seres vivientes, desde el corderito recién nacido al Rey del reino de los cielos. Si no se ve y no se entiende esta ecuménica fraternidad luminosamente representada por el espectáculo del pesebre, la fiesta del nacimiento redentor transfórmase, al final, en simple ocasión de convites parentales y en juego de niños.
No por casualidad ha querido asociar la leyenda cristiana, a la Natividad con los animales más ligados al hombre, el asno, el buey del establo, los corderos de los pastores. Los animales, todos los animales, fueron confiados por el Creador al primer hombre para que les diese un nombre y una ley. La primera investidura de ADÁN fue la de señor del reino animal. Cuando fue expulsado del paraíso terrenal, como consecuencia de su pecado, también las inocentes criaturas a él sometida viéronse complicadas en la condena. El demonio habíase encarnado en una de ellas, en la serpiente, y se acabó también para ellas la dichosa vida de perfección. ADÁN, y con él toda la especie humana, tiene, pues, una obligación hacia sus hermanos subalternos sacrificados. Y SAN PABLO afirma en una de sus epístolas que hasta la naturaleza toda, espera de los hijos del hombre, que son también hijos de Dios, su redención, y gime, añade el Apóstol, cual mujer presa de los dolores del parto. El hombre que no escucha este gemido y no siente su infinita responsabilidad hacia todas las criaturas vivas, no es aún plenamente cristiano. Él tiene que salvarse a sí mismo para que pueda verificarse también la salvación de toda la creación. Y los redimidos, es decir, los cristianos verdaderos y puros, reintegrados a la primera inocencia, han dado el ejemplo. De todos es conocida la confidente familiaridad de las fieras de los desiertos y de las selvas con los antiguos santos: los mismos leones hiciéronse siervos de los anacoretas. Y el cántico de las criaturas de SAN FRANCISCO no fue capricho de poeta, sino nuevo descubrimiento consciente de nuestra coligación con la naturaleza toda, digna de aquel que hablaba a los pájaros del aire y se hacía amigo y maestro del lobo.
Al lado de los animales he aquí que se manifiesta la segunda persona de la Trinidad, el mismo Dios en figura humana. El hombre esta coligado, hacía abajo, con los animales, mas está unido, hacia arriba, con la Divinidad. El hombre, considerado en sí, no es nada, un poco de barro destinado a la muerte, pero considerado en relación con Dios es el ser más alto y privilegiado de la creación, el ser destinado a transformarse en mediador entre la materia y el espíritu, entre la naturaleza y su Hacedor, entre el tiempo y la eternidad, entre los gusanos y los ángeles, entre las criaturas y el Creador. El hombre fue modelado por las mismas manos de Dios, en un solemne momento de la historia universal, volvió a aparecer sobre la tierra a imagen y semejanza del hombre. El cual, por lo tanto, no únicamente una máquina perfecta y perecedera, sino un actor principal en el drama en el universo, un instrumento de redención para sí y para los demás, y, en cierto sentido, el colaborador del Hijo de Dios. Es materia, mas está destinado a llegar a ser espíritu puro; es mortal, mas está destinado a la vida eterna; es débil, pero puede, con la fe, redimir a los más débiles que él; es pecador, pero digno de que el más sublime Inocente se sacrifique por él en la Cruz; está hecho de lodo encarnado, pero está llamado a gozar para siempre en la rosa celestial que vio la alta fantasía de DANTE.
Esta altura de predestinación del hombre, esta dignidad natural y sobrenatural del hombre, está representada precisamente por el misterio de la NATIVIDAD, por ese instante único en que Dios se hace hombre para que el hombre pueda nuevamente reunirse con Dios. Pero esta reunión no podrá verificarse sin antes convertirse en realidad sobre la tierra aquella unidad de los seres vivientes, y en particular modo de todos los hombres entre ellos, tal y como está simbolizada, con pocas figuras, en la agrupación nocturna del NACIMIENTO. El pueblo pobre está representado por los que cuidan de los animales; los grandes de la tierra por los MAGOS, que son al mismo tiempo reyes y sabios es decir, maestros y conductores de rebaños, pastores de naciones están reunidos alrededor de aquella poca paja sobre que yace CRISTO, para significar la unidad necesaria, la mística solidaridad de todas las criaturas en torno al Creador. Si los hombres no se aman entre ellos, si los pequeños no obedecen, no respetan, no siguen a los fuertes y a los sabios, si los ricos y los dominantes no sirven, no iluminan, no aman, no protegen a los pequeños, no puede haber paz sobre la tierra, no puede haber paz entre el universo y el Autor del universo. Manaderos y soberanos arrodillados juntos ante yacija de ÁQUEL que es pastor de los hombres y rey del mundo, quieren significar la unidad del género humano en Dios, aquél increíble pacto estipulado entre la gruta de BELÉN y el trono del ETERNO, el canto y el mensaje de las criaturas perfectas. Los ángeles representan a los habitantes del paraíso celestial, como los animales a los antiguos habitantes el paraíso terrenal. Unos y otros aparecieron antes que el hombre, mas éste está llamado, según las Escrituras, a juzgar a los ángeles y a señorear sobre los animales. Estos recuerdan al hombre la felicidad de la patria perdida, aquéllos enseñan al hombre la felicidad de la patria futura.
La sagrada representación de la NATIVIDAD está hecha e interpretada de ese modo, cada personaje está en su sitio, y no falta nadie; su verdadero sentido está ya claro. Nos toca a nosotros, ahora, tenerlo presente en la mente, guardarlo en el corazón y tomar parte, después de diecinueve siglos y medio, en la dulcísima fiesta de la unidad universal.
*EL MENSAJE DE GIOVANNI PAPINI*
*EL AUTOR, AL LECTOR *
*Y he aquí una escuadra de faroleros y recuadradotes del espíritu, dedicados con ahínco a fabricar religiones para el uso y consumo de los irreligionarios. Durante todo el ochocientos las hornearon de a pares y de media docena a la vez. La religión de la Verdad, del Espíritu, del Proletariado, del Héroe, da la Humanidad, de la Patria, del Imperio, de la Razón, de la Belleza, de la Naturaleza, de la Solidaridad, de la Antigüedad, de la Energía, de la Paz, del Dolor, de la Piedad, del Yo, de lo Futuro y así sucesivamente. Algunos no eran más que meros remedos de Cristianismo decapitado y deshuesado, de Cristianismo sin DIOS; las más eran políticas o filosofías que intentaban cambiarse en místicas. Pero pocos eran los fieles y débil el entusiasmo. Aquellas abstracciones heladas, aunque sostenidas, a veces, por intereses sociales o por pasiones literarias, no llegaban los corazones de donde se había querido arrancar a JESÚS.
*Se tentó, entonces, compaginar facsímiles de religiones que tuvieran, más y mejor que las otras, lo que los hombres buscan en la religión. Los Francmasones, los Espiritistas, los Teósofos, los Ocultitas, los Científicos creyeron haber encontrado el sucedáneo infalible del Cristianismo. Pero estas ollas podridas de supersticiones mohosas y de cabalística cariada, de simbólica simiesca y de humanitarismo acedo, estos remiendos mal zurcidos de budismo de exportación y de Cristianismo falsificado, si contentaron a algunos millares de mujeres pasadas de moda, de bípedos pollinos, de condensadores del vacío, pare usted de contar.
*Mientras, entre un presbítero tudesco y una cátedra suiza, se venía preparando el último ANTICRISTO. Éste, bajando de los Alpes hacia Oriente, dijo: JESÚS ha mortificado a los hombres; el pecado es bello, la violencia es bella, es bello todo lo que dice sí a la Vida. Y ZARATHUSTRA, después de haber arrojado al Mediterráneo los textos griegos de Leipzig y las obras de MAQUIAVELO, comenzó a picotear, con el donaire que puede tener un tudesco nacido de un pastor protestante y bajado recién de la cátedra helvética, a los pies de la estatua de DIONISIO. Pero por más que sus cantos resultaron dulces al oído, nunca logró explicar que esta adorable vida a la cual se debía sacrificar una parte del hombre cual es la necesidad de vencer en sí mismo la bestia; ni nos supo decir la manera como el CRISTO vivo de los Evangelios se contrapone a la vida, él que la quiere más elevada y feliz. Y el pobre ANTICRISTO sifilítico, próximo a la locura, firmó su última carta: EL CRUCIFICADO.
*El cual libro está escrito – perdón por la referencia: Historia de Cristo – por un florentino, es decir, por un salido de aquella nación que, sola entre todas, eligió a CRISTO por propio rey. La primera idea la tuvo JERÓNIMO SAVANAROLA, en 1495, pero no pudo realizarla. Fue renovada en el apremio de las amenazas de sitio en 1527, y aprobada por gran mayoría. Encima de la puerta mayor del PALACIO VIEJO, que se abre entre el DAVID de BUONAROTTI y el HÉRCULES de BANDINELLI, se empotró una lápida con la siguiente inscripción:
JESÚS CHRISTUS REX FLORENTINI
POPULI P. DECRETO ELECTUS (XVII)
ESTA INSCRIPCIÓN, AUNQUE ALTERADA POR COSME (DE LOS MÉDICIS), AÚN EXISTE; ESE DECRETO NUNCA FUE FORMALMENTE DEROGADO O RENEGADO; Y EL ESCRITOR DE ESTE LIBRO SE SIENTE ORGULLOSO AL PROCLAMARSE AUN HOY, DESPUÉS DE CUATROCIENTOS AÑOS DE USURPACIONES, SÚBDITO Y SOLDADO DE CRISTO REY.
*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO Cordubensis. INSTITUTO EMERITA URBANUS, Córdoba de La Nueva Andalucía, Iº Domingo de Adviento del Año del Señor de 2010. “La grande experiencia llega a su fin. Los hombres, apartándose del Evangelio, han encontrado la desolación y la muerte. Más de una promesa y más de una amenaza se ha cumplido. Ya no nos queda a nosotros, desheredados, sino la esperanza de tu vuelta. Si no vienes a despertar a los dormidos acurrucados en el cieno pestilente de nuestro infierno, es señal evidente de que el castigo te parece harto breve y ligero para lo que merece nuestra traición, y que no quieres cambiar el orden de tus leyes. ¡ HAGASÉ, SEÑOR, TU VOLUNTAD AHORA Y SIEMPRE, EN EL CIELO Y EN LA TIERRA”.
Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA!
Gratias agamus Domino Deo nostro! Gspp.
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