"El Papa del Ghetto" es la historia escrita por Gertrudis Von Le Fort. En ella, además de una riqueza espiritual extraordinaria, vas a encontrar una de las mejores novelas que ha producido la literatura contemporánea.
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
Ficha: GERTRUDIS VON LE FORT: "EL PAPA DEL GHETTO", Editorial Difusión, Colección La Vid, Santiago de Chile, 1942. 325 pp. ¡Un tesoro literario! Género: Novela histórica. Base bibliográfica.
1. INTRODUCCIÓN
He aquí una historia romana. ¿De cuál Roma? La vemos desarrollarse en los albores de la Edad Media, cuando ya las columnas imperiales, caídas sobre la yerba, desde entonces tantos años antes, han grabado una huella profunda en el suelo de las colinas. El ambiente nos retrotrae visiones de aquellas pinturas ingenuas en apariencia, anteriores a las primeras perspectivas del GIOTTO, tan elementales. Pero ni podríamos decir que es sólo una historia de aquella Roma, sino de la Roma de siempre. Por cierto que ilusión visual y pictórica viene a confirmar la permanencia en el tiempo; pues casi más que a las pinturas primitivas, nos llevan a las calles que aquí recorremos a las profundas visiones modernas – de un GIORGIO de CHIRICO. Y esto es lo de menos, porque la luz que arde en esta historia, y que se consume cirios y antorchas, es una luz que se ha ceñido a ROMA desde el primer día de su historia; por lo menos, de su historia como centro de la cristiandad.
Los dos poderes definidos por el Fundador de la Iglesia, cuando le presentaron la moneda con la efigie del César, aparecen en esta obra como en advenir de la historia, más separadas que juntos. Solamente en intervalos de armonía se dan el brazo para caminar de consuno y avanzar en su solo y total destino. Pero el poder de ROMA, de la ROMA Inmutable de catolicismo, subsiste por encima de estas separaciones o acercamientos, Subsiste no sólo por la alegría triunfal de las armonías entre el brazo secular y el eclesiástico, sino más aún, por el sufrimiento y el desgarre que sufre este último, en su aspecto de relación divina, cuando el otro le abandona. Entonces es cuando la CRUZ se alza sobre la ciudad, sobre esta ROMA a la que sus habitantes llaman, a lo largo de la crónica, "LA CIUDAD DE ORO". Oro que trajo TITO desde Jerusalén, oro que la multitud quiere ver llenando sus escarcelas, oro que fluye por las ventanas de los grandes palacios en luz amarilla, pero que no vale nada frente al resplandor (a veces velado por la dureza de la prueba) que vierte la cruz de Cristo sobre la ambición de los hombres.
Una parte de ese oro que perturba la vida de la ciudad – y la de todos los hombres – fue traída desde Jerusalén saqueada. Y allá, en el barrio judío, en el GHETTO, al otro lado del Tíber, vive muchedumbre de hombres y mujeres que siente la cercanía de ese tesoro, y que espera el día de la restitución, o de la "justicia". Estos judíos de la Roma medieval, como los de después, buscan sin descanso la justicia. Es innegable que el sentido de la justicia está en ellos profundamente arraigado (junto con el otro, pues quisieran que su ciudad fuera la ciudad justa, además de la ciudad "de oro"). En torno a esta doble sed corre la vida de los protagonistas judíos de esta obra. La ambición fría, mesurada, compartida con la protección a la Iglesia, de un PETRUS LEONIS, y el hambre de rehabilitación, de "justa" venganza que corroe la vida de MYRIAM, su esposa en abandono, corren parejas y van juntas de lo que a primera vista se antoja. Esta ambición de justicia sola y aislada tiene su grandeza, pero es incompleta y, a la postre, vacía e inútil. La muerte llega a sellar su anhelo. Lo que les hace falta a estos judíos – y a los que como ellos sienten – es el Amor. Por eso, su relativa grandeza está embozada en una miseria inconfundible. El Amor es la Cruz, y los judíos huyen despavoridos ante ella. Ahí está la sima vacía de sus vidas. Y solamente ese amor, al atravesar como una espada el pecho de la joven TROFEA, judía también, realiza por medio del dolor las tinieblas de su camino.
"YA NO HABRÁ MÁS INOCENTES ASESINADOS", exclama el Cardenal PIER LEONE cuando piensa que será elegido Papa. (JUSTICIA, es lo que quiere, y nada más). Por eso se pierde, porque el Amor no ha entrado en sus venas animadas con la sangre de ISRAEL. Siendo seminarista, dijo un día a uno de sus maestros: "SI YO FUERA UN SACERDOTE DE CRISTO COMO VOS, PADRE MÍO, QUISIERA LUCHAR PARA ABOLIR LA INJUSTICIA DE LA TIERRA (avant lettre, ¡justicialista!). Y EL PADRE LE RESPONDIÓ: "TEN CUIDADO CON NO ABOLIR TAMBIÉN LA CRUZ".
Grandeza y miseria de la vida de un hombre y de muchos hombres. Miseria de lo "humanitario", por alto que sea su pedestal.
Grandeza y miseria. ¿Acaso la creación y propagación de las teorías sociales en busca de la "justicia" no han sido, después, obra principal de judíos (y tienen su grandeza); y sin embargo, están condenadas al fracaso mientras les falta a los hombres que las siguen el amor a la CRUZ?...Se nos ocurre relacionar con el aire de este relato de GERTRUDIS VON LE FORT, con su inmenso contenido espiritual y humano, esta realidad histórica. Mejor dicho, esta verdad humana, terrible, desconcertante.
Pues ¿cuál es en realidad el sitio de la justicia? Oigámoslo decir al Padre Santo, cuando dialoga con el joven PIER LEONI: "HIJO MÍO: LA JUSTICIA NO EXISTE SINO EN EL INFIERNO: EN EL CIELO ESTÁ LA GRACIA, Y EN LA TIERRA LA CRUZ". Y a estas palabras sucede la espantosa exclamación que brota de los labios del futuro cardenal, del futuro ANACLETO II: "¡LA CRUZ DE CRISTO POR TODA RECOMPENSA!".
Este es el drama de los hombres, de los judíos y de los que no lo son; pues triste es oír vituperios contra los primeros, en boca de quienes tienen centuplicados sus defectos sin llevar sangre israelita. Solo con el Amor se puede llegar a soportar la injusticia, solamente con el Amor se puede aceptar la grandeza de la CRUZ, que asusta a los que no aman la VERDAD. ¡Y hay tan poco amor en nuestras "ciudades de oro"! ¡Tan poca luz que no sea la de los doblones amarillos, que harto difícil darse cuenta de que la mayor recompensa, el precio más alto, el que no se quiere abandonar cuando se le conoce, cuando se le ha recibido como pago – a veces excesivo – es ese que el joven PIER LEONE (y todos PIER LEONE que en el mundo son y han sido) rechazan por temor! Es natural que eso suceda (natural de nuestra naturaleza dislocada, torcida en su crecer por el oro de la SOBERBIA y la AVARICIA). Ya llegarás a esa página en que el cardenal obispo PETRUS de PORTUS, junto al Papa HONORIO moribundo, pide en su alma protección frente al MUNDO que se lanza en contra de la CRUZ. Y su pensamiento dolorido resume la lucha permanente: "ESTAMOS EN ESTE MUNDO DONDE TODO NO ES SINO REBELIÓN Y VIOLENCIA: ORGULLO Y VIOLENCIA; DINERO Y VIOLENCIA; ODIO Y VIOLENCIA…".
Y LA TRISTEZA ES PASO PARA EL GOZO
Es el amanecer de la edad media, lo que vivimos en esta historia. ¡Qué noches debían de ser aquellas! Difícilmente podemos imaginarnos hoy, con los ojos acostumbrados a nuestras luces "físicas", lo que sería una noche de tempestad en aquellas calles romanas, cuando el viento y la lluvia apagaban todas las antorchas. Negror de aquellas paredes de los palacios antiguos, tiniebla de las ruinas paganas en las colinas; los mármoles viejos azotados por los torrentes de la tormenta y al fondo de las iglesias, parpadeando, los anchos cirios trémulos ante el altar.
Noche en los corazones y en los ojos; amarga noche que retorna al mundo con lóbrega frecuencia. ¿De qué nos sirven hoy todas las luces artificiales y destellantes? ¿No estamos en una noche parecida a la noche de Roma? Sobre las columnas de mármol amarillento, tendidas, desordenadas, restos de una civilización que algunos, como los FRANGIPANI de la historia, se empeñan en resucitar de su agonía, los árboles se ponen a temblar sin que el menor soplo de viento. Temblor aterrorizado. Y algunas veces se oyen los cascos de los jinetes del ANTICRISTO – así los llamaba el pueblo – golpear contra las piedras de las calzadas. ¿Estamos hoy tan lejos de esa noche? ¿Creeremos los cantos de optimismo que nos rodean, cuando son sólo voces de los caminantes para quitarse el miedo?
Sobre este mundo y aquél – que son el mismo mundo -, sobre aquel GHETTO de la otra banda del TÍBER y sobre los palacios de SEPTEMSOLIA, lo mismo que sobre los barrios míseros y las avenidas burguesas de nuestros días, la noche de los tiempos no se desvanece con la luz amarilla que despiden los doblones y las onzas, ni con la que vierten las ventanas de los palacios en fiesta, ni con la que encienden en busca de la justicia sola y desmedrada las casas humildes llenas de falsas predicaciones. La única luz que desvanece estas tinieblas es la que despide esa CRUZ que puso sobre ROMA, en un tiempo de honda calamidad, EL PAPA DEL GHETTO. Pues no vino esa luz verdadera de la prosperidad que todos reclamaban, sino del dolor que produjo la soberbia de quien quiso abolir la injusticia. Y así, del mayor dolor y de la turbación más honda, salió la más alta verdad de salvación.
La historia del PAPA DEL GHETTO y de sus días romanos, es la historia de siempre. Hasta el día en que suceda el reinado que no tendrá fin.
PASA, LECTOR, DEL PAPA DEL GHETTO Y DE SUS DÍAS ROMANOS, ES LA HISTORIA ESCRITA POR GERTRUDIS VON LE FORT. EN ELLAS, ADEMÁS DE UNA RIQUEZA ESPIRITUAL EXTRAORDINARIA, VAS A ENCONTRAR UNA DE LAS MEJORES NOVELAS QUE HA PRODUCIDO LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA. J. M. S.
2. ESTA ES NUESTRA CONCLUSIÓN
Ha comenzado el día que llaman en ROMA el Viernes Santo del GRAN CISMA, o dicho de otro modo, el día en que el PAPA ANACLETO desgarró la unidad de la Santa Iglesia, que es entre nosotros el amor de Cristo, y en cierto modo, lo clavó en la cruz. Al día siguiente, sus caballeros dorados han obligado a nuestro Santo Padre a emprender la fuga; y así es cómo, al amanecer gris de este día, la nueva unidad de nuestra Santa Iglesia de la Cristiandad ha resurgido misteriosamente de las tinieblas de su tumba, la CIUDAD DE ROMA, allá, en la gran Iglesia de Cristiandad, semejante a un bello cirio pascual. Llamamos a este día el Sábado Santo del gran cisma. Inmediatamente, con el cirio de esta nueva unidad, ha sido lentamente encendida toda la cristiandad, principalmente en tierras de Francia, donde ha sido el Santo Abad BERNARDO DE CLARAVAL quien se ha apoderado de su fuego; luego en país alemán, donde fueron abrasadas por este amor las tropas del Duque CONRADO DE SUABIA y las del rey LOTARIO, que luchaban frente a frente. Así, por toda la tierra ha habido conversiones y reconciliaciones. A continuación, se han levantado con impulso unánime, el santo de Francia y el Rey de Alemania, y han partido para ROMA, trayendo al PAPA INOCENCIO, ambos precedidos por la espada consagrada del emperador de la Cristiandad. (El pueblo entero de ROMA les recibió jubiloso). También ha sido llamado el día de su llegada a cabo, gracias el Espíritu de Amor, lo que la mujer SUSA nos había anunciado diciendo que seríamos salvados todos a la vez por esta gran calamidad. Por esta razón no maldecimos del PAPA ANACLETO, sino que, cuando hablamos de él, pronunciamos siempre las palabras sagradas de la liturgia: "O FELIX CULPA".
Base bibliográfica:
1. CARDENAL HERGENRÖTHER, "Compendio de historia de la Iglesia", Tomo II, Traducción Francisco Díaz Carmona, Madrid, Editorial de San Francisco de Sales. P. 31 a 36.
2. Historia de la Iglesia Católica, II, Edad Media (800-1303) La cristiandad en el mundo europeo y feudal. Por RICARDO GARCÍA-VILLOSLADA (+) Reimpresión, B. A. C. Madrid, 2009. p. 424-429.
DIARIO PAMPERO Cordubensis
INSTITUTO EREMITA URBANUS
Córdoba de la Nueva Andalucía, 24 del mes de mayo del año del Señor de 2011. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMERICANO! Gspp.
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