*El escrito sobre TOMÁS MORO que entregamos a continuación apareció en la colección “The Well and the Shallows” en 1935 y es una joya de sorprendente inteligencia, una advertencia profética que parece escrita precisamente en la segunda mitad del siglo XX*.
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
La mayoría de la gente debería comprender la afirmación de que la inteligencia de TOMÁS MORO era como un diamante que un tirano lanzó en una zanja en vista de que no pudo tallarlo. Esta no es más qué una metáfora, pero en ocasiones una metáfora puede ser poliédrica como un diamante. Lo que espantó al tirano fue la claridad de aquella inteligencia. Ese intelecto era el opuesto exacto de un cristal deslucido que contenga sólo sueños o espejismos opacos referidos al pasado. El rey y el alto magistrado fueron compañeros además de contemporáneos. Desde muchos puntos de vista, los dos eran hombres renacentistas. Pero, en muchos aspectos, el que resultó más católico era al menos medieval de los dos. Es decir, existía un fuerte elemento de aquel anticuado residuo de medievalismo decadente en los TUDOR, que los verdaderos reformadores del Renacimiento consideraban como el factor corruptor del período en que vivían.
*La inteligencia de MORO era como un diamante que podía cortar el vidrio, y cortando cosas que parecían muy transparentes descubría que allí había algunas menos sólidas y menos poliédricas*
La inteligencia de MORO consistía en la claridad; la mentalidad del rey ENRIQUE, en cambio, pese a que el monarca no era ignorante ni protestante, estaba sin embargo imbuida de un conservadurismo poco claro. Como muchos otros anglo-católicos dignos de mención, tenía la inclinación de un anticuario. TOMÁS MORO era más racional y éste el motivo por el cual su religión no se restringía a algo estrictamente local, y por ende no era meramente observante. La inteligencia de MORO era como un diamante que podía cortar el vidrio y cortando cosas que parecían muy transparentes descubría que allí había algunas menos sólidas y menos poliédricas. En lo que respecta a las herejías de cierto relieve, parecen ser muy claras: como el CALVINISMO entonces y el COMUNISMO hoy. Parecen incluso a veces corresponder a verdades y en ocasiones son verdaderas, en el sentido limitado en el cual una verdad no es la Verdad. Son simultáneamente más frágiles que el diamante. En lo que concierne a la herejía, no se trata simplemente de una mentira, como lo recordaba el propio TOMÁS MORO: “Nunca ha habido un hereje que dijera sólo mentiras”. La herejía es aquella verdad que resta importancia a todas las otras verdades. La inteligencia de TOMÁS MORO estaba llena de luz, como una casa hecha de vitrales, pero con vitrales que miran en todas las direcciones y desde todos los lados. Podemos decir que tal como una joya tiene muchas facetas, del mismo modo en este HOMBRE se distinguían muchos aspectos, ninguno de los cuales era una máscara.
De lo anterior podemos deducir que en vida había tantos elementos que resulta difícil abordarlos en un escrito sin realizar una selección en el ámbito de una historia tan compleja como la de él. Mi tentativa podría fracasar y yo podría pasar por alto aquellos componentes más sublimes, esa santidad que trascendía a la beatitud. También es posible que me ocupe exclusivamente de esos juegos sin pretensión que los grandes humoristas nos ofrecen para alegrarnos el diario vivir. Al respecto, cabe señalar que quizás el juego más significativo de TOMÁS MORO sea aquel libro titulado UTOPÍA. Los utopistas del siglo XIX imitaron esa obra pero sin llegar a comprender su lado lúdico. No obstante, entre el conjunto tan vasto de argumentos y facetas, algunas muy diversas, me decidí a tratar sólo dos aspectos: Uno se refiere principalmente a su muerte, el otro a su vida. Podríamos decir asimismo que uno de ellos se relaciona con su vida pública mientras que el otro con su vida privada. Uno concita toda la admiración posible; el otro puede parecer, en comparación, un sentimentalismo casi cómico. Pero uno da precisamente en el clavo en lo relativo a los debates actuales referidos al Estado, al tiempo que el otro alude a la familia.
TOMÁS MORO murió como un traidor por haber desconfiado de la monarquía absoluta, vale decir de aquella monarquía que se considera el absoluto. Estaba dispuesto y convencido a respetarla como a una realidad relativa, no absoluta. La herejía que se propagaba en el período que a él le tocó vivir se llamaba monarquía por derecho divino. En esta modalidad se la considera hoy como una superstición superada. Pero está volviendo a manifestarse como una nueva forma de superstición: la DICTADURA por DERECHO DIVINO. Sin embargo, la mayoría de las personas la considera todavía como algo viejo, y casi todos piensan que es mucho más antigua de lo que en realidad es. Una de las principales dificultades que enfrentamos hoy consiste en que para la gente, esta idea no nació en la Edad Media o en la Antigüedad. La gente sabe que los controles constitucionales que reglamentan su relación con el rey han aumentado desde hace unos dos siglos hasta nuestros días (Siglos XX-XXI). No se da cuenta de que podrían subsistir también otros tipos de controles. Y con el cambio de escenario, dichos controles no son fáciles de describir o imaginar. Pero es un hecho que para la mayoría de los hombres de la Edad Media el rey gobernaba sub Deo et legge, vale decir “sometido a Dios y a la ley”, y además inserto en un ambiente que lo obligaba a reinar “sujeto a aquellas reglas morales propias de todas las instituciones”. Los monarcas eran excomulgados, depuestos, asesinatos, tratados de todas las maneras concebibles e inconcebibles. Pero nadie pensaba que el Estado en su totalidad debía sucumbir con el soberano, o que sólo éste detentaba la autoridad máxima. El Estado no contaba con un poder tan absoluto sobre los individuos, aunque podía mandarlos a la hoguera con la misma facilidad que hoy puedo mandarlos a veces a la escuela primaria. Había un lugar en el cual uno podía refugiarse, el que en general era considerado sagrado. En suma, aunque en modalidades que podrían parecernos extravagantes y oscuras, había una posibilidad de evasión hacia lo alto. Había límites al César y existía la LIBERTAD con DIOS.
*VIDA PÚBLICA y VIDA PRIVADA *
El más alto magisterio de la Iglesia ha proclamado que este héroe fue un santo y un mártir, en el sentido propio y tradicional del término. Y es oportuno recordar que pertenece, por una razón muy especial, a aquella categoría de primeros mártires de la Iglesia cuya sangre, derramada como resultado de las persecuciones de los paganos, se transforma en la “semilla” (Mt 13, 23). La mayoría de ellos murieron porque se negaron a colocar la fidelidad a la autoridad civil en el mismo plano de una idolatría religiosa. La mayor parte de ellos no murieron tanto por haber venerado a MERCURIO, VENUS o cualquier otro personaje legendario que probablemente nunca existió, o bien a MOLOC o PRIAPO, que ojala no hayan existido nunca. La mayoría murió porque se negaron a venerar a una persona que gozaba de existencia real, persona que estaban dispuestos a obedecer, pero no a venerar.
El martirio más común está relacionado con la cuestión de ofrendar incienso a la estatua del divino AUGUSTO, imagen sacra del emperador. No es que se tratara de un demonio que había que destruir: era simplemente un DÉSPOTA que no podía ser tenido por una divinidad. Este es un caso que se asemeja muchísimo al problema concreto de TOMÁS MORO, y que se parece aun más a la veneración con que hoy se trata al Estado. Y es una constante en el pensamiento católico el que los creyentes mueran en medio de tormentos no tanto porque sus enemigos “decían sólo mentiras”, sino porque se negaban a venerar irracionalmente a alguien a quien preferían respetar racionalmente. Para nosotros el problema del progreso siempre es el problema de la justa medida, y no sencillamente moverse en dirección. Todas nuestras dudas sobre los progresos de la modernidad, sobre el socialismo de la generación pasada o sobre el fascismo de esta generación no derivan de que pongamos en tela de juicio la voluntad de hacer justicia económica o de imponer orden al país, lo mismo que TOMÁS MORO no cuestionaba el derecho hereditario de los reyes. Lo que él refutaba era el derecho divino de los soberanos.
El fue por lo tanto en el sentido más profundo del término un DEFENSOR DE LA LIBERTAD EN SU VIDA PÚBLICA y aun más en su muerte pública. En su vida privada encarnó una verdad que no cultiva en nuestros días: LA VERDAD QUE ENSEÑA QUE EL LUGAR DE LA LIBERTAD ES LA CASA. Las novelas modernas, los diarios, los dramas de tesis se han confabulado para esconder bajo un enorme montón de inmundicia este hecho tan simple. Sin embargo, es algo que se puede demostrar sin dificultad. La vida pública debe ser en cambio un poco más reglamentada que la privada: una persona no puede moverse en el tránsito del centro de LONDRES como si estuviera en el jardín de su casa. Donde haya tránsito existirá una reglamentación. Y esto vale también, sobre todo, donde se puede encontrar lo que hemos de llamar un tránsito ilícito: me refiero a los programas de esterilización que llevan a cabo los gobiernos actuales, que mañana podrían desembocar en un infanticidio organizado. Los que creen que el Estado siempre está del lado de la verdad no tendrán inconvenientes para aprobar estas políticas. Si los individuos pueden tener la confianza en que podrán proteger su LIBERTAD, deben defender su libertad, deben defender su vida familiar. Siempre será mejor para un adaptarse al clima familiar que el campo de concentración. Siempre encontraremos más monotonía en una fábrica que en una familia. En toda familia sana que se respete, suele influir en las reglas un aspecto que no debilitará a las leyes establecidas. Nos referimos a esa realidad que hallamos SENTIDO DEL HUMOR.
Así, TOMÁS MORO es muy importante también como humorista, como representante de esa fase particular del HUMANISMO. Aparte de su vida pública, que fue tan trágica y magnifica, había una vida privada que era una comedia continua. TOMAS MORO ERA, COMO CUENTA CHRISTOPHER HOLLIS en un brillante ensayo, un “brillante bromista incorregible”. Todos sabemos, naturalmente, que la comedia y la tragedia se tocan en SHAKESPEARE en aquel escenario de tablas en que se representaban sus dramas. Llegado el terrible momento TOMÁS MORO se dio de la gran ridiculez del cuerpo humano, que le pareció un fierro viejo al que nos sentimos apegados, y se preguntó con mucha seriedad si su barba había cometido traición y, mientras lo hacían subir la escalera del cadalso, dijo: “Aseguraos de que suba con seguridad, de BAJAR ME ENCARGARÉ YO”.
Pero nunca bajaría por aquella escalera. Había concluido sus descensos, y lo que él era se desvaneció ante los ojos de los hombres, como había ocurrido con su MAESTRO, que al haber sido llevado a lo alto atrajo a ÉL A TODAS LAS GENTES. Y la oscuridad lo circundó y se elevó hasta las nubes. Hasta que, mucho tiempo después, LA SABIDURÍA QUE LOGRÓ DESCIFRAR AQUELLOS SIGNOS LO VIÓ IZARSE MUY POR ENCIMA DE NUESTRO FIRMAMENTO, COMO UNA ESTRELLA QUE REGRESA, E INSTITUYÓ SU MORADA EN LOS CIELOS.
*Es esta una publicación en Italia por la Editorial Gribaudi de una colección de escritos polémicos de GILBERT K. CHESTERTON (1874-1936), que cuenta con una introducción del Cardenal GIACOMO BIFFI, arzobispo de Florencia.* (Dgo 19 de febrero -1935-1995-, E3. Diario El Mercurio de Santiago de Chile).
*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis e INSTITUTO EREMITA URBANUS Nº 404 –
Córdoba de la Nueva Andalucía , a veinte y cinco de marzo del Año del Señor de 2011. Fiesta de la Anunciación de la Santísima Virgen María, Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA ! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Sancte María ora pro nobis! gspp. *
No hay comentarios:
Publicar un comentario