miércoles, 16 de marzo de 2011

I. *EL PENSAMIENTO EDUCATIVO DE JOHN LOCKE*

Creo – y no he callar mi opinión aun a riesgo de escandalizar a muchos y de incurrir en la excomunión mayor de todos – que LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS HISPANOS fue tardía.

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

*“DE ÉSTOS y DE LOS LARGOS ERRORES DEL CAMINO,
EN QUE DIERON NUESTROS ERRANTES PREDECEDORES,
COMO LOS ANTIGUOS HEBREOS, MUCHOS AÑOS EXTRAVIADOS, EN DESIERTOS MÁS PEQUEÑOS
BACON, CUAL MOISÉS, NOS SACÓ AL FIN,
AL CRUZAR EL ESTÉRIL DESIERTO.
LLEGÓ AL BORDE MISMO DE LA BIENAVENTURADA TIERRA DE PROMISIÓN, Y, DESDE EL PINÁCULO DE SU LEVANTADO INGENIO,
LA VIÓ EL MISMO y LA SEÑALÓ A NOSOTROS”.*

*COWLEY, “Oda a la Royal Society” en CHRISTOPHER DAWSON, “La Crisis de la Educación Occidental”, Emecé, Buenos Aires, 1963, p. 59*.

Ubicación Doctrinaria

Siglo XVII- El Humanismo Pedagógico en Francia e Inglaterra
El Realismo Humanístico de MIGUEL DE MONTAIGNE.
Problemas y maestros del Realismo Pedagógico.

  1. Factores histórico-culturales que favorecen su aparición.
  2. El “nuevo instrumento” de FRANCIS BEACON al servicio de las técnicas pedagógicas.
  3. La aportación cartesiana.
  4. Modalidades del Realismo Pedagógico.

II. JOHN LOCKE  o la Educación como disciplina formal.
      El adiestramiento de las facultades del alma.
      Una educación basada en la razón.
      Las buenas maneras del Gentleman moderno.
      La educación física como escuela del carácter y la moralidad.


II. EL DESENLACE TRÁGICO

*LA VIDA COTIDIANA DE LOS MARRANOS DE ESPAÑA EN LOS SIGLOS XIII y XIV visto por CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ*

“Reconozco la magnitud del aporte de los judíos españoles a la cultura universal: en ESPAÑA nacieron figuras de la talla de IBN GABIROL, IBN PAQUDA, YEHUDA ha-LEVI, ABRAHAM Ibn EZRA, MAIMONIDES…y una pléyade de ilustres hombres de letras y de ciencia. Todos deben ser inscritos en los cuadros de la tradición cultural hispano-árabe y sólo muy limitadamente marcaron la impronta de su propia estirpe temperamental en las formas islámicas de pensamiento y de creación literaria y científica; pero ello no empecé para que sea justo reconocer la importancia de su contribución a la vida espiritual de EUROPA”

C. S-A, t.II, p. 164

“ Si en este mundo afliges al hombre bueno
Le multiplicarás luego las bondades pías.
Si en este mundo le obligas a llorar
Se reirá muy mucho en la otra vida”.

IBN NAGRELLA t. II, p. 169.

“Durante su niñez anda según su instinto
Y cuando principia el espíritu de concupiscencia a turbarlo se afana en reunir riquezas y bienes, y emigra de su país,
Para embarcarse en los bajeles y para atravesar los desiertos,
Se expone asimismo junto a los cubiles de los leones y se aventura entre los reptiles.
Y cuando cree que ya es mucha su ganancia y que su mano ha logrado fortuna
En paz le atrapa el expoliador; sus ojos abre y nada quedó”.

SELOMO IBN GABIROL, t. II, p. 170

(Dios:)
Madre sin hijos, aniquilada, ¿por qué lloras?
¿Acaso tu corazón desespera de lo que tanto has esperado?
(Israel:)
El plazo de mi redención se difiere y mis tinieblas se dilatan.
(Dios:)
Espera, oh afligida, aun un poco,
Pues enviaré mi ángel para preparar mi camino.
Y sobre la montaña de Sión ungiré mi Rey;  
Ciertamente vendrá un mensajero para enderezar tus vías.
DECID A SIÓN: EL SEÑOR REINA,
¡CIERTAMENTE TU REY HA DE VENIR A TI!
(Israel:)
Oh Dios mío, cuánto habré de esperar en vano.
Y ¿hasta cuándo el destierro de este pueblo durará,
Y a los hijos de RAQUEL, como ovejas, trasquilarán?
Pero yo, a pesar de todo, siempre habré de esperar,
(Dios:)
Espera, oh afligida, al Redentor y Perdonador,
Pues no para siempre te he de abandonar.
Dentro de poco, tú serás para mí y Yo para ti.
DECID A SION…
SOLOMO IBN GABIROL, t. II, p. 172-173.

A TI DIEGO ARIAS, PUTO,
QUE ERES Y FUISTE JUDÍO,
CONTIGO MI NO ME DISPUTO
QUE TIENES GRAN PODERIO.
“QUE FUE RABINO EN SU LEY,
Y CREYÓ EN DIOS VERDADERO.

HERNÁN DALVARES

*Límites de la contribución judaica a la forja de lo español.
*Cristianos y judíos. Imposible convivencia armónica.
*Usura judía.
*Aportación hebraica al pensamiento y a las letras españolas.
*LA SOMBRÍA HERENCIA JUDAICA.

*EL DESENLACE TRÁGICO*   

En el siglo XIII los hebreos siguieron imponiendo con rigidez sus ritos ortodoxos a través de lo que pudiéramos llamar, con palabras de la entonces imprevisible Inquisición, el brazo secular de las autoridades cristianas. En el Libro de los fueros de Castilla, 220, se castiga con penas pecuniarias diversas a los judíos que quebrantasen sus fiestas religiosas: se amenaza con multas que oscilan entre doce y treinta sueldos a quien en sábado o día santo llevase armas de hierro, hiriese a otro, llamase a alguien a declarar, se sentara “en astil, en pared o en otro lugar e touyere las piernas colgadas”, cabalgare o dejara “ropa colgada de fuera su casa”. Y el Fuero Real, IV.2.1 prohíbe que ningún judío sea osado de leer libros ningunos que fablen en su ley y que sean contra ella es deshacerla, ni de los tener ascondidos; e si alguno los tuviere o los fallere, quemelos a la puerta de la sinagoga concejeramente”. Tenemos además noticias del lanzamiento de excomuniones por los jueces de los judíos castellanos en el mismo siglo XIII.

Y ALFONSO X hubo de decretar en las Partidas, VII.24.6, muy graves penas contra los judíos que apedreasen, hirieren, matasen, o deshonrasen a quien de entre ellos deseara hacerse cristiano o llegare a bautizarse.

La aljama hebrea de BARCELONA en 1305 se opuso a que los menores de veinticinco años estudiaran la filosofía de los griegos, para evitar que abandonaran luego la fe mosaica. Y a fines del siglo XIV la comunidad judía de TUDELA ordenó el castigo de los transgresores de la ley religiosa.  

Por lo arraigada de esa intransigencia religiosa entre los hebreos españoles no pueden sorprender las injurias y atropellos de los conversos contra los que no habían apostatado y de éstos contra aquéllos.

ENRIQUE III se dirigió así a las justicias de BURGOS a raíz de los sucesos del verano de 1391: “Sepades que los judíos de la juderia de la dicha cibdat enbiaron me faser saber que cuando fueron robados,  por pavor de la muerte desampararon sus casas e acogieronse a las casas de los buenos de vos otros que agora biven y en vuestra guarda e non osan entrar a morar a sus casas en dicha juderia por reçelo que algunos judios que agora se tornaron cristianos les persiguen e les fasen muchos males”. Y es sabido que otros muchos CONVERSOS ESPAÑOLES persiguieron e hicieron mucho mal a los hebreos fieles a la ley mosaica: Un hijo de don PABLO DE SANTA MARÍA cuidó de la ejecución en España  de los duros decretos de BENEDICTO XIII contra los judíos; y no olvidemos los palos que el converso ALVAR GÓMEZ DE CIBDAT-REAL mandó dar a los hebreos que habían pujados las rentas de la iglesia de TOLEDO en su villa de MAQUEDA.
VENDRELL ha comprobado que en Aragón, a la inversa, muchos neófitos tuvieron que sufrir la oposición familiar y a veces la del mismo pueblo judío. FERNANDO I hubo de escribir a JACOBO de SANTÁNGEL, en abril de 1414, amonestándolo porque se había enemistado con su hijo el maestro ALFONSO de SANTÁNGEL que acababa de convertirse al cristianismo. Bautizado también BERENGUER de CABRA, después de la “Disputa de Tortosa”, durante su ausencia de Catalayud, un grupo de judíos y judías asaltaron su casa y la desvalijaron llevándose cuanto quisieron; y en agosto del mismo 1414 tuvo una cuestión con los familiares que le retenían sus bienes. ASTRUCH Ben AFÍA también fue robado por sus hermanos de raza después de su bautismo. Al llegar a Barbastro de vuelta de Tortosa el converso PEDRO DE SANTÁGEL hubo de reclamar contra parejas vejaciones. Y LA PUGNA ENTRE JUDÍOS Y “MARRANOS” prosiguió con violencia: el judío aragonés SALOMÓN BONAFED aguzó sus dardos poéticos contra los hebreos tornadizos. Y el rabino hispano-judío ABRAHAM Ben SALOMÓN no sólo apostrofó con ira a los “magnates, príncipes y jueves” que apostaron en 1492; refiere cómo algunos hebreos epicúreos y traidores organizaron la persecución de sus hermanos portugueses – y de los judíos castellanos – y de los judíos castellanos refugiados en Portugal – bajo el reinado de don MANUEL el AFORTUNADO.

Y la vista de esta larga serie de sucesos, que cabría multiplicar a capricho, no es difícil adivinar cuál habría sido la conducta de los judíos hispanos contra los enemigos de su fe, si en lugar de ser exilados tolerados en España hubiesen dispuesto de los resortes del poder. No es lícito por tanto anatematizar a las masas populares españoles porque no sintieran en el siglo XV como sentimos hoy una minoría de hombres en la tierra. Y lo es tanto menos, porque fueron azuzadas desde siempre por los mismos hebreos que habían ido apostando en la Península al correr de los siglos. Recordemos la controversia celebrada en Barcelona en 1263 por el converso PAU CRISTIÁ contra el rabino MOSÉ ben NAHMAN; el ataque polémico del maestro ALFONSO de VALLODOLID, antes de su conversión ABNER de BURGOS, contra el racionalismo religioso de los intelectuales judíos; la gran “Disputa de de Tortosa” de 1412, presidida por el papa LUNA, en el cual JERÓNIMO de SANTA FÉ, antes de su bautismo JOSUÉ ha- LORQUI, enfrentó con violencia dialéctica a los más famosos rabinos de Aragón; el HABRAEO MASTIC (=EL AZOTE de los HEBREOS) escrito por el mismo JERÓNIMO de SANTA FE con un cruel propósito exterminador de sus hermanos de raza; el durísimo y sombrio Scrutinium Scriturarum de SALOMÓN ha-LEVÍ – mudado en PABLO DE SANTA MARÍA -, formidable alegato contra los judíos hispanos; el ZELUS CHRISTI contra judaeos del converso aragonés PEDRO DE LA CABALLERÍA; el Fortalitium Fidei, terrible ariete antijudaico de FRAY ALONSO DE ESPINA, también de origen hebreo…y cabría ampliar esta lista con textos de menor importancia.

En el porvenir de los judíos españoles mucho más que estos ataques de sus hermanos traidores influyó una idea muy pronto concebida por algunos otros conversos auténticamente celosos de la fe cristiana o muy celosos de fingir tal celo; idea que fue aceptada por los cristianos y por los mismos reyes. Se atribuyó el persistente fervor de los cristianos nuevos por su viejo credo y por sus viejos ritos, a la presencia junto a ellos de los judíos fieles a la fe mosaica; por el contagio que su ejemplo provocaba en los MARRANOS. Esa idea iba a tener muy sombrías proyecciones históricas.

Es posible, como quiere VALERIEU MARCU, que la propia voluntad de los conversos mejor intencionados fuera impotente para imponer a su espíritu la sincera adhesión al cristianismo, por el violento contraste de las tradiciones dogmáticas y rituales de su estirpe con los ritos y dogmas cristianos; contraste que alzaba en sus almas una invencible repugnancia a las doctrinas y a las ceremonias de la religión a cuya práctica les forzaba su apostasía. En todo caso SALOMÓN ben VERGA declara en “La Vara de JUDÁ” que los tornadizos llegaron a profesar la tradicional fe de sus mayores con más fervor que antes de su bautismo. Ese fervor y esa fidelidad, más que del contagio de los hebreos apóstatas con los no bautizados, parecen fruto de su íntimo avergonzado remordimiento por la  mudanza religiosa a que su cobardía o su interés los habían inducido; e inevitable resultado de la consecuente hostilidad hacia el credo que habían aceptado para conservar su vida, su posición o su  riqueza. Pero la fantasía triunfa a veces de la realidad. No podía adivinar esas íntimas y subconscientes reacciones de los “MARRANOS” ni los cristianos viejos ni los conversos sinceramente fieles a su nuevo credo. Fueron éstos los primeros en pensar que el contagio de judíos y judaizantes perjudicaba en verdad la auténtica cristianización de los últimos. Algunos de los que fingieran un falso celo cristiano adherían a tal idea: parte por cubrir su doblez o acallar su congoja – no puedo dudar de que algunos se sentirían torturados por una lacerante duda interior; parte por una mezcla de vergüenza y de rencor. De vergüenza ante quienes habían  tenido el valor de permanecer firmes en su fe. Y de rencor hacia quienes execraban su APOSTASÍA y al mismo tiempo constituían para ellos nobles ejemplos de rectitud moral que se alzaban acusadores ante su flaqueza o su interés. Uno y otros CONVERSOS propusieron y defendieron con pasión las medidas que les parecieron más a propósito para apartar a los HEBREOS APÓSTATAS de los ortodoxos. Y los CRISTIANOS VIEJOS, sañudamente hostiles a los judíos desde siempre, por causas que quedan registradas, aceptaron complacidos y esperanzados las indicaciones de los TORNADIZOS y las dieron fuerza de ley.

Comenzaron por creer los cristianos nuevos, celosos de su nueva fe, que el encierro de los judíos en barrios especiales (¡country? For ever ghetto) y la prohibición de que comunicaran con los cristianos por razones de amistad, servicio, profesión o trabajo, al apartarlos de los apóstatas facilitarían la catequización de éstos. Esa creencia engendró el brutal ESTATUTO de 1412. Se legisló en él sobre la habitación, indumento, y atuendo de los judíos; se les prohibió mantener cualquier género de relaciones amistosas o afectivas con los cristianos; se les vedó el ejercicio de toda clase de profesiones, oficios, menesteres, tareas, servicios fuera de sus propios círculos judaicos; se les negó autorización para tener cualquier clase de servidores o empleados no hebreos y se les privó del derecho a concluir ninguna clase de CONTRATOS, incluso los de pura índole laboral, con quienes no fueran, como ellos, judíos. Fue dictado durante la menor edad de JUAN II por su madre la reina regente CATALINA de LANCÁSTER, una inglesa extraña a la tradicional política de la realeza castellana favorable a los judíos. Era a la sazón canciller del reino el entonces obispo DON PABLO DE SANTA MARÍA, antes de su conversión rabino burgalés, SALOMÓN ha-LEVI. No puede atribuírsele con seguridad la paternidad del bárbaro Edicto, pero por su cargo y su influencia en la corte no puede eximírsele de responsabilidad en aquella monstruosa disposición contra sus hermanos de raza. Si DON PABLO no fue su autor como muchos han creído – MILLAS entre ellos – y creen aún que lo fue – AMÉRICO CASTRO juzga el EDICTO obra de un CONVERSO por su dominio del ambiente íntimo de las JUDERÍAS -, no es dudoso que el canciller habría podido impedir su publicación o mitigar sus rigores.

BENEDICTO XIII, el papa LUNA, reforzó los crueles preceptos del EDICTO – decretó la recogida de los libros sagrados de los judíos españoles – en una bula que destila odio; y gran amigo de los SANTA MARÍA, encargó de la ejecución de sus preceptos a uno de los HIJOS de DON PABLO.

El encierro de los judíos en las JUDARÍAS y la prohibición de que ejercieran sus habituales profesiones, oficios y tareas y de que comunicaran con los cristianos, si no alegró a muchos CONVERSOS, no pudo entristecerles demasiado; tales PRECEPTOS apartaban de su camino la posible competencia de sus hermanos de ESTIRPE y les dejaba el paso franco para su fácil enriquecimiento. Atenuó la violencia del ESTATUTO DON ÁLVARO DE LUNA en 1443: los judíos fueron autorizados a ejercer algunos oficios para provecho de los cristianos y a servirse de éstos en otros para su propio provecho. Y el privado de JUAN II gozó de la enemiga de los CONVERSOS.

Corrieron los años, el apartamiento de hebreos y “marranos” no produjo los frutos esperados. La gran mayoría de los tornadizos siguieron practicando la religión mosaica en la intimidad de sus hogares y a veces sin rebozo. Nadie conocía mejor que los CONVERSOS de sinceros sentimientos cristianos la doblez de los otros. Y de entre ellos surgió la idea de que era preciso INQUIRIR la hipocresía y pertinacia de quienes públicamente profesaban la fe de CRISTO y en privado se burlaban de ella.  Ese descubrimiento y su condigno castigo, pensaron, podría servir para atajar el mal y para conseguir su remedio. AMADOR de los RÍOS había ya señalado la responsabilidad de los conversos, especialmente la de FRAY ALONSO de la ESPINA, en el surgir y en el corporizarse de la idea inquisitorial. AMÉRICO CASTRO ha insistido con mucha erudición y agudeza en la misma tesis – luego me ocuparé de ella al estudiar el legado de los hebreos a ESPAÑA. Y hoy no cabe dudar de que la INQUISICIÓN fue una satánica invención hispano-hebraica; se debería a los CONVERSOS la idea misma de su establecimiento; el turbio denunciar de sospechosos tendría hundidas sus raíces en las repugnantes denuncias de los malsines judíos, y los españoles habrían redondeado la obra – añado yo – guiados por su agudo sentido jurídico. Parece tener CASTRO razón al señalar la estirpe hebraica del gran inquisidor TORQUEMADA.

La persecución de los judíos y de los judaizantes – es justo confesarlo – fue grata al pueblo. Vino a satisfacer sus viejas y sus nuevas sañas; su secular odio contra los hebreos que le habían explotado y su nuevo odio contra los CRISTIANOS NUEVOS que exigían explotándole y humillándole y que, dueños de muchos de los resortes de la máquina estatal, se mostraban, con él, mucho más altaneros que sus antepasados los judíos de los siglos XI al XV. Pero no sé si puede achacarse a esa saña popular la cruel responsabilidad del cruel desenlace de la historia hispano-judía. Durante el medio siglo que precedió a la EXPULSIÓN no se atenúan los ecos de la tradicional hostilidad de las masas contra los judíos y atruena el rumor de su nueva enemiga contra los conversos. Eran éstos quienes suscitaban sus cóleras sangrientas; y fueron las proyecciones del problema, insoluble, de la “herética pravedad” de los “marranos” los que crearon el clima propicio para el trágico final. ¡Triste suerte la de los modestos trabajadores de las juderías españolas! La minoría oligárquica de hebreos que había trepado por las escalas de la fortuna, había ganado para ellos el odio del pueblo: POR LA AVARICIA, SU RIQUEZA, SU LUJO, SU ORGULLO y SU PODER. Esa MINORÍA los había traicionado, se había hecho bautizar y los había combatido, a las veces con las ásperas palabras y con no menos ásperos hechos. Y era ella, ahora, la que por su hipócrita DOBLEZ RELIGIOSA atraía el rayo sobre toda la nación. Porque fue en verdad la angustia encolerizada de la baja clerecía y gentes fanatizadas por ella, ante la falsía y las burlas de los CONVERSOS, la que empujó la triste historia de los judíos españoles hacia su terrible desenlace.

LA INQUISICIÓN descubrió la hondura de la flaqueza judaizante de los marranos; unos 20.000 conversos se acogieron en Castilla al EDICTO de GRACIA de 1481 reconciliándose con la Iglesia; de tres mil pasaron los que recibieron la penitencia del sambenito y cuatro mil fueron quemados.

Se centuplicó la fuerza de la idea que hacía pender la definitiva catequesis de los CONVERSOS de su total apartamiento de los hebreos fieles al credo mosaico. Y aquella propuesta de destierro que recibió ya ALFONSO XI del futuro Maestre de ÁLCANTARA, GONZALO MARTÍN, y que apuntaron a ENRIQUE II los procuradores de las cortes de 1371, lanzada ahora y sostenida con odio estrepitoso por el CLERO – tampoco tenemos derecho a asombrarnos de que no fueron tolerantes en el siglo XV los tan ingenuos como ignorantes clérigos hispanos – alcanzó a la postre el asentimiento de los reyes.

Llegó así el terrible y espantoso desenlace final de la tragedia: el destierro. Ha sido siempre y sigue siendo brutal y cruel el desarraigo de un hombre o de una comunidad de hombres de su solar nativo. No son discutibles la crueldad y la brutalidad de la expulsión de los hebreos de España; como no lo son la barbarie y la monstruosidad de los otros forzados exilios de los judíos de INGLATERRA  y FRANCIA en la Edad Media, y más aun, dada la altura de los tiempos, las muchas persecuciones padecidas por los hebreos en diversos países en fechas mucho más cercanos a nosotros, y en ALEMANIA en nuestros mismos días. Pero tampoco es discutible el horror que inspira al hombre normal el final sangriento de toda tragedia real o fingida, y ese error no basta a detener las leyes fatales del juego trágico, ni en la vida de los hombres, ni en las creaciones de su genio. Así debemos enfrentar la bárbara, cruel, brutal y horrenda culminación del sombrío drama que había ido trazando el destino – en torno a las relaciones de judíos y cristianos.   

Cualquiera que sea el horror que nos inspire debemos enfocarlo históricamente como inevitable. No había otra posibilidad de cortar el nudo trágico que había venido apretándose durante cuatro siglos. Era imposible la prolongación indefinida de aquella pugna feroz. Inglaterra y Francia no habían hallado otra la solución a una fricción incomparablemente menos violenta; y durante el señorío de los ANJOU, los napolitanos habían puesto un final no más suave al mismo enfrentamiento. De no haberse decretado la expulsión se habría llegado a la matanza. La marea de la saña popular había alcanzado una fuerza incontenible. Los judíos podían comprar la tolerancia de los reyes, pero no podían apaciguar la furia del pueblo contra ellos. ¿No podían? Habrían podido, sí, pero dejando de ser ellos y los CONVERSOS como eran, y eso era…imposible. Los reyes resistieron el odio del pueblo y – digámoslo de nuevo –de algunos CONVERSOS vehementemente hostiles a sus hermanos de raza, mientras creyeron  que la EXPULSIÓN podía perjudicar los intereses, de sus reinos. Cedieron cuando en su conciencia no hallaron un pretexto para enfrentar las oleadas de la saña popular.
Las necesidades imperiosas de la reconquista habían determinado la exaltación de los judíos hispanos a la posición preeminencia que ocuparon durante siglos. La RECONQUISTA los salvó también muchas veces. El temor de los reyes a que emigrasen a tierras de moros aquellos de sus súbditos que acumulaban rápidamente grandes riquezas, de las que podían ellos disponer, a su albedrío, cuando les viniera en gana, los movió con frecuencia a ceder a los deseos de los judíos. Recordemos que FERNANDO III expuso al Papa claramente su temor a que los hebreos volvieran a tierras islámicas, al solicitar de él la necesaria autorización para no imponerles los signos exteriores que se negaban a llevar. FERNANDO III cedió en verdad a un auténtico chantaje; los judíos de CASTILLA acababan de huir de las crueles persecuciones de los islámicos ALMOHADES y no habrían vuelto a meterse en la boca del lobo. Pero sus apremios financieros sugirieron al rey el temor de perder las posibilidades de explotación fiscal de las ALJAMAS y ese temor le inclinó a CONTEMPORIZAR.
Se engañaron porque esa acumulación de riquezas se hacía a costa de la RIQUEZA NACIONAL.  Queda dicho y probado que los judíos no creaban riqueza, la secaban. No aventuraban sus caudales sino en préstamos fiscales o usurarios e en el comercio al menudeo. No crearon ninguna industria, no financiaron la formación de una marina nacional, ni siquiera se arriesgaron de ordinario en el comercio marítimo, siempre expuesto a imprevisibles pérdidas. Hacían sus fortunas como USUREROS, como verdaderos o como publicanos. Y los reyes al favorecerlos, por temor a que se trasladaran a tierras de MOROS, en verdad ayudaban a esquilmar el potencial de la riqueza de sus reinos, haciendo difícil su indispensable industrialización y el alto vuelo de sus empresas mercantiles. Y lo que no era menos grave, al contribuir a monopolizar en manos de judíos el negocio del dinero, le estigmatizaron como pecado nefando, indigno de cristianos, y apartaron a sus súbditos de las prácticas bancarias, creando en ellos un complejo difícil de vencer; la mejor prueba de tal realidad estriba en que fuera de ESPAÑA, en NANTES (Fr.), por ejemplo, donde no podían ser avergonzados por consagrados a torpes negocios judaicos, los castellanos, según MATHOREZ, se dedicaron al CAMBIO y a la BANCA después de EXPULSADOS los judíos de BRETAÑA. Y los reyes, al presentar las turbias empresas usurarias y fiscales como caminos seguros de fácil y rápido enriquecimiento, ofrecieron a los peninsulares menos escrupulosos y de mayor audacia modelos pocos dignos de ser seguidos y los apartaron de las mejoras rutas para el desarrollo de la vida económica nacional. Entre estas desviaciones figuró la plaga que para esta supuso la devoción de los españoles por los llamados “censos al quitar”.  

Creo por todo ello – y no he callar mi opinión aun a riesgo de escandalizar a muchos y de incurrir en la excomunión mayor de todos – que LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS HISPANOS fue tardía. Realizada un siglo y medio antes de 1492, habría cambiado la psiquis de los españoles y la faz económica de ESPAÑA. El giro decisivo de la historia de Inglaterra COINCIDIÓ con la expulsión de los hebreos: forzó a los ingleses a reemplazarlos en sus empresas económicos y, al liberarse de su terrible ventosa, favoreció el libre y creciente despliegue de su RIQUEZA INDUSTRIAL y MERCANTIL. Y no lo digo yo (CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ, en ESPAÑA, UN ENIGMA HISTÓRICO, cap. Lo judaico en la forja de lo hispano), lo afirma TREVELYAN. De no haber sido expulsados de la Península cuando lo fueron al sur y al norte del Canal de la Mancha, habrían, además, vuelto a España cuando lo hubieran deseado, porque no se habrían suscitado contra ellos los tremendos rencores de los últimos de su vida entre nosotros.

Sí; la inevitable EXPULSIÓN de los judíos fue tardía, pero en verdad no pudo realizarse antes. Porque sólo entonces, unidas  ARAGÓN y CASTILLA, desapareció el peligro de que los expulsados de uno de los dos reinos huyeran al otro y acrecentarán su población y su potencial tributario. Porque sólo entonces, con la terminación de la RECONQUISTA, dejaron los reyes de temer que su idea a tierra de MOROS fortificara la fuerza económica y por ende la resistencia de sus enemigos. Y porque sólo entonces, con la terminación de la reconquista, dejaron los reyes de temer que su ida a tierra de moros fortificara la fuerza económica y por ende la resistencia de sus enemigos. Y porque sólo entonces llegó al trono una REINA que educada entre el PUEBLO, en medio de los labriegos de la tierra de ARÉVALO, y por el pueblo ayudada con fervor para asegurar su realeza vacilante, no sólo participa de la exaltada e ingenua sensibilidad religiosa de las masas y de los sentimientos populares, sino que se sentía obligada a defenderlos.  Nunca los hubiera expulsado motu propio DON FERNANDO EL CATÓLICO, nieto de judíos por su madre DOÑA JUANA ENRÍQUEZ, como CASTRO ha recordado, y heredero de la política tradicional de la doble serie de monarcas de ARAGÓN y de CASTILLA, a la par favorecedores y explotadores de los hebreos. Como sus antecesores, utilizó a los judíos en calidad de agentes fiscales y de agentes diplomáticos oficiosos, obtuvo de ellos cuantiosas sumas para la guerra de GRANADA y los protegió contra los desafueros de sus súbditos cristianos. En 1481 se dirigió con acritud al prior de la SEO de ZARAGOZA por su violento proceder contra quienes calificó de “cofres nuestros e de nuestro patrimonio”: CONTRA LOS JUDÍOS. Fue ISABEL, que encarnaba y servia el sentir de las masas, la que primero decidió el establecimiento de la INQUISICIÓN  contra los falsos conversos y luego movió al rey a aceptar la idea de la EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS. Éstos lo sabían muy bien y sobre ella descargaron sus odios los cronistas y los escritores hebreos, tanto los que permanecieron firmas en su fe como los que apostataron. ABRAHAM ben SALOMÓN escribe, por ejemplo: “Se encendió la ira de Dios contra su pueblo y lo expulsó de las ciudades de su maldita mujer, la perversa ISABEL”.

La expulsión fue bárbara y cruel y, por lo tardía, inoperante. Coincido con la más insospechada coyuntura histórica que jamás se ha presentado a un pueblo; y ese sincronismo lastró terriblemente el despliegue del potencial psíquico y económico de ESPAÑA en el instante decisivo de su historia.

Véase *CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ, España, un enigma histórico. Tomo II, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1962, 793 p. (p. 249-259)*.

DIARIO PAMPERO Cordubensis e INSTITUTO EREMITA URBANUS, al quince de julio del Año del Señor de 2010. Fiesta SAN ENRIQUE II EL PIADOSO, EMPERADOR y CONFESOR, patrono de los  Oblatos seglares benedictinos, quienes, viviendo en medio del mundo, quieren llevar una vida  verdaderamente cristiana.
SOPLA EL PAMPERO. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA!
Gratias agamus Domino Deo Nostro! gspp.

SANCTA MARÍA IN ARA COELI!

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