viernes, 10 de septiembre de 2010

*ISABEL de ESPAÑA por WILLIAM THOMAS WALSH*

Estamos en el Año Pacelliano al cumplirse el 50º Aniversario de la muerte del Gran Pontífice Pío XII. (1938-1958-2008).

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

* ISABEL de ESPAÑA de W. T. W. Archivo: PÍOXII. España. ISABEL

En estos mismos días asistimos al espectáculo entre grotesco y perverso de un torpe intento de "revisar" la historia de la Cruzada Española. Todo el odio, el resentimiento y la rabia de los vencidos en 1939 se vuelcan, sin medida, pretendiendo enlodar la memoria del Caudillo y de todos los que dieron sus vidas por salvar a España para Cristo.
Pues bien, nada más oportuno que recordar un Discurso de SS Pío XII a un grupo de militares españoles, el 11 de junio de 1939, es decir, pocos meses después de la Victoria de las Armas Nacionales.
Son palabras que hoy sirven de consuelo a nuestro atribulado espíritu.
               
DISCURSO DE SU SANTIDAD PÍO XII
A JEFES, OFICIALES Y SOLDADOS ESPAÑOLES

11 de junio de 1939
 
Bienvenidos seáis, Jefes, Oficiales y soldados de la Católica España, hijos Nuestros muy amados, que habéis venido a proporcionar a vuestro Padre un inmenso consuelo. Nos consuela ver en vosotros a los defensores sufridos, esforzados y leales de la fe y de la cultura de vuestra patria, que, como os decíamos en Nuestro Mensaje-Radio, «habéis sabido sacrificaros hasta el heroísmo en defensa de los derechos inalienables de Dios y de la religión».
Al veros ante Nos cubiertos de gloria por vuestro valor cristiano, Nuestro pensamiento se dirige sobre todo a vuestros compañeros que murieron en campaña, y Nuestro corazón de Padre se conmueve ante le generosidad da tantas madres y ante las lágrimas de tantos huérfanos, a quienes la muerte ha privado de sus seres más queridos. Decidles de Nuestra parte que unan sus penas a las de la Virgen de los Dolores y las ofrezcan a Dios con cristiana resignación por la paz del mundo.
Recordamos aquellos días de amargura en que «la sombra de la patria vacilante» —patriae trepidantis imago en frase del poeta cordobés Lucano—, os hizo comprender que España, sin hogares cristianos y sin templos coronados por la cruz de Jesucristo, no sería España, aquella España grande, siempre valerosa y más que valerosa, caballeresca y más que caballeresca, cristiana. Y al resplandor de ese pensamiento quiso Dios que brotaran en vuestro corazón generoso dos grandes amores: el amor a la religión que os garantiza la eterna felicidad del alma, y el amor a la patria que os brinda el bienestar honesto de la presente vida.
Estos dos amores han sido los que encendieron en vosotros el fuego del entusiasmo, lo mantuvieron vigoroso en las horas del sacrificio y lo llevaron finalmente con valor al triunfo del ideal cristiano y a la victoria.
Recordando aquel pensamiento de S. Juan de la Cruz: «el alma que anda en amor ni cansa ni se cansa», Nuestro más vivo anhelo es, que esos mismos dos amores os alienten en la tarea de reconstruir la patria, emulando y a ser posible superando las tradiciones católicas de su glorioso pasado.
Con la firme esperanza del Apóstol S. Pablo, de que «el Dios de la paz y del amor estará con vosotros» (2Cor, 13, 2) y en prenda de abundantes gracias, hacemos que descienda sobre vosotros y sobre las personas y cosas que tenéis en el pensamiento o lleváis en el corazón, sobre el Generalísimo y sus fieles cooperadores, sobre estas Damas enfermeras, que os han asistido, sobre vuestras familias y sobre todos los fieles de la Católica España, Nuestra Bendición Apostólica.

(Córdoba, 5 de noviembre de 2008 para DIARIO PAMPERO Cordubensis Instituto Eremita Urbanus. Gesto de camaradería del Sr. ROBERTO CASTELLANO. LAUS DEO TRINITARIO.
*ISABEL de ESPAÑA por WILLIAM THOMAS WALSH*

*ISABEL y FERNANDO, Reyes Católicos por la gracia y gloria de Dios, establecen la Santa INQUISICIÓN (1480-2010: 530 años) como supremo recurso para completar la unificación de España una, grande, libre.

“QUIEN PUEDA CONOCER LA HISTORIA DE LOS JUDÍOS, COMENZARÁ QUIZÁ  A COMPRENDER LA HISTORIA DEL MUNDO”. W. T. W.

En los tiempos medievales, los judíos estuvieron a punto de edificar una nueva Jerusalén, por primera vez desde los tiempos de su dispersión desde de la Crucifixión. Si lo hubiesen conseguido – y algunas veces estuvieron muy cerca de ello, por desgracia -, hubiesen sabido, con la ayuda de los mahometanos, destruir la civilización cristiana de Europa. Su fracaso final se debió principalmente a la labor de ISABEL.
Se duda sobre la fecha de sus primeras emigraciones a la Península. Pero parece evidente que llegaron no mucho después de que SANTIAGO el MAYOR predicase por primera vez el Evangelio en Zaragoza,  en el año 42. Algunos de los que CLAUDIO expulsó de ROMA, se establecieron probablemente en España. Es seguro que se esparcieron por todo el país en los primeros años de la era cristiana, y que su multiplicación rápida fue causa de serias preocupaciones para los arrianos visigodos. Al principio no fueron perseguidos por los cristianos, pero después de descubrirse que estaban en tratos con los árabes para que éstos invadieran el reino de los godos, fueron condenados a la esclavitud por uno de los concilios de Toledo. Sin embargo, al comenzar el siglo VIII eran numerosos en todas las principales ciudades; tenían riquezas y poderío, y hasta habían logrado astutamente algunos privilegios negados a los cristianos.
Es cosa probada que tomaron parte activa en traer a España a los sarracenos el año 711. En el ejército invasor había muchos judíos africanos. Por todas partes los hebreos españoles entregaron las llaves de las ciudades a los conquistadores, y los muslimes los recompensaron dándoles el gobierno de GRANADA, SEVILLA y CÓRDOBA.
“SIN AMOR NINGUNO AL SUELO EN QUE VIVÍAN; SIN  AFECCIÓN ALGUNA DE AQUELLAS QUE ENNOBLECEN A UN PUEBLO; SIN SENTIMIENTOS DE GENEROSIDAD FINALMENTE – DICE AMADOR DE LOS RÍOS, Estudios sobre los judíos de España, p. 21 – sólo aspiraron a alimentar su codicia y a labrar la pérdida de los godos; faltándoles el tiempo para manifestar su encono y haciendo alarde de los odios que habían atesorado en tantos siglos”. Sin embargo, sería injusto achacar la culpa de la invasión árabe solamente a los judíos; ni éstos hubieran triunfado en sus intrigas, ni los invasores hubieran quizás triunfado, si la monarquía visigoda no hubiese caído, primero, en la herejía, y luego en completa decadencia. El Rey VITIZA llevaba una vida licenciosa, y publicó un edicto autorizando el matrimonio de los clérigos y llegando a negar la autoridad del Papa, en contra de las creencias del pueblo. Su sucesor DON RODRIGO, violó a la hija del conde DON JULIÁN, que por ello éste se fue al África y ayudó a los judíos a concertarse con los moros con los moros para la invasión a España. Los hijos de VITIZA, perseguidos por RODRIGO, también se unieron al enemigo. Y en el crítico momento de la batalla de Jerez de la Frontera, el Obispo don OPPAS, disgustado con Don RODRIGO, volvió sus armas a favor de los sarracenos y les dio la victoria.
En el nuevo Estado musulmán los judíos se hallaron muy estimados. 
Fue bajo los califas cuando lograron el máximo de su prosperidad. Enseñaban y estudiaban el árabe en las Universidades, descollando principalmente en astrología y medicina. Por sus relaciones con los judíos de Asia podían proporcionarles las mejores drogas y especies, y con sus riquezas, adquiridas principalmente por la usura y el tráfico de esclavos, lograron el bienestar para proseguir y difundir sus trabajos de cultura. Estudiaban la filosofía de ARISTÓTELES, que florecía entre los árabes, antes que el Estagirita fuese conocido en la Europa cristiana. Aunque la Iglesia católica debe a judíos y árabes la trasmisión del pensamiento heleno, debe decirse que el aristotelismo permaneció estéril entre islamitas y jedíos, mientras que los filósofos católicos de la Edad Media hicieron de él, punto partida para una nueva síntesis que era brillante, original y profunda. Es interesante hacer notar, para rebatir el manoseado cargo de que la Iglesia ahogó el pensamiento individual, que los grandes filósofos judíos y mahometanos eran generalmente hombres de leyes, a menudo perseguidos por los rabinos y sacerdotes israelitas. En la Europa católica, los mayores filósofos eran generalmente sacerdotes y monjes, a menudo ostentando elevados cargos en la jerarquía y muy honrados por la Iglesia católica, por ejemplo, SANTO TOMÁS DE AQUINO, que fue canonizado. La vitalidad del pensamiento de SANTO TOMÁS queda probada en el hecho de que en nuestros días ha sido reconciliado con la ciencia moderna por el CARDENAL MERCIER y otros neo-tomistas.
En Granada, los judíos llegaron a ser tan numerosos, que fue llamada la ciudad de los judíos. Pero los sarracenos les persiguieron en varias ocasiones. El 30 de diciembre de 1066 los musulmanes de GRANADA, indignados por sus expoliaciones, se sublevaron contra ellos y mataron a cuatro mil. Uno de los califas expulsó a todos los judíos de GRANADA.
La conquista gradual de la Península por los cristianos no turbó en un principio su prosperidad. Cuando SAN FERNANDO conquistó SEVILLA en 1224 dio a los judíos cuatro mezquitas para que las transformasen en sinagogas y les cedió uno de los más placenteros barrios para construir sus hogares, sin otras restricciones que la de abstenerse de hacer prosélitos entre los cristianos y de injuriar a la Religión. (Véase Jewish Enciclopedia, vol. XI). Los judíos no cumplieron ninguna de estas condiciones. Y los últimos reyes, especialmente los de creencias poco arraigadas y los necesitados de dinero, les mostraron gran favor. ALFONSO VIII hizo a uno de ellos su tesorero.
A pesar de las persecuciones, se multiplicaban y prosperaban, hasta que al final del siglo XIII eran un poder, casi un Estado dentro del Estado, que poco a poco hacía estéril la Reconquista. Solamente en Castilla pagaban un impuesto de capitación (por cabeza) de 2.561.855 maravedises de oro en 1284, (LEA: The Inquisition of SPAIN). Como cada adulto judío estaba tasado en tres maravedises de oro, debía haber entonces nada menos que 853.951 judíos varones; luego el total de la población podía estimarse en cuatro o cinco millones, sin tener en cuenta los que habitaban Aragón y otros reinos.  No hay datos exactos sobre la población total de España, pero los que se dan, por lo común, son ridículamente inferiores a lo que debía ser en realidad. En los comienzos del siglo XV la población de los reinos españoles debía ser lo menos de veinte y cinco millones de habitantes, quizás cerca de treinta millones. De ellos, probablemente un quinto o una cuarta parte, judíos: minoría numerosa que además tenía poder y riquezas superiores a su número. Eran tan poderosos, que las leyes contra la blasfemia era imposible aplicárselas. Y tan sabido era que estaban por encima de la ley, que los cátaros de León acostumbraban circuncidarse para poder enseñar libremente la herejía, por la que había de ser castigados si se decían cristianos. (LEA, The Inquisition of Spain).  
El gobierno había pasado poco a poco a manos judías. El pueblo y sus deudores les odiaban, pero los Reyes y grandes señores los protegían, aunque a veces les era conveniente reñir con ellos. Siempre que los judíos daban un préstamo, buscaban ansiosamente con qué garantizarlo, y a veces pedían una concesión política. Por ejemplo, un judío pedía al rey le cediera los impuestos de determinada ciudad o distrito; el rey, en gran necesidad de dinero, ofrecía el privilegio al mejor postor, y generalmente lo obtenía un judío. El provecho de la cesión de rentas dependía de las que los colectores pudieran extraer del pueblo extorsionándole. ENRIQUE, el hermano de ISABEL, había llevado tan lejos su política, que cedió a dos colectores de impuestos, judíos, el derecho de vida y muerte sobre los ciudadanos que explotaba.  En vano trataba la Iglesia de impedir que se diesen cargos públicos a los hebreos. Los servicios que como prestamistas rendían a los monarcas, administradores, médicos y hombres de ciencias, les hacían indispensables. El pueblo protestaba, los reyes prometían remedio, pero rara vez lo daban.
Confiados y seguros, los judíos vivían con todo el lujo ostentoso de que su temperamento oriental es capaz. No se molestaban en ocultarlo; vivían en grandes casas, vestían magníficamente y gastaban con derecho. ALFONSO V de Portugal decía al rabí IBN YACHIA: “¿Por qué no hacéis que vuestro pueblo cese en esa ostentación, que los cristianos atribuyen a los robos que hacéis a sus expensas? Pero no necesitáis responderme, sé que sólo una matanza podrá curarles de tan fatal orgullo”.  
Con el reinado de PEDRO el CRUEL, en la mitad del siglo XIV, entra una nueva fase para la historia de los judíos en Castilla. A PEDRO, que era sumamente odiado, se le tenía en el pueblo por hijo de judíos, sustituido en la cuna a la legítima heredera por la Reina MARÍA, cuyo esposo había tratado de asesinarla si no le daba un niño, y había sido denunciado al Papa URBANO I como rebelde a la Iglesia, “juguete de moros y judíos, propagandista de la infidelidad y asesino de cristianos”. Dio a los judíos el dominio total de su gobierno; ellos le dieron el dinero para sufragar los gastos de la guerra con su hermano bastardo ENRIQUE de TRASTAMARA, el abuelo de ISABEL. Los moros también reconocieron un amigo de PEDRO, y 87.000 de ellos marcharon desde GRANADA a ayudarle en 1368. Cuando ENRIQUE le dio muerte, llamándole el fin  de  p… judío, fue un mal día para los moros y los judíos. 
Como si su riqueza y ostentación no fuese causa, más pronto o más tarde, de que se repitiera su triste historia, cayó sobre los israelitas la terrible desgracia que nadie pudo predecir. Todos los hombres la sufrieron, pero los judíos más que ninguno.
La muerte negra, que mató veinticinco millones en dos años, casi la mitad de la población de Europa, fue quizás la más terrible catástrofe que ha sufrido la Cristiandad. Pero los judíos fueron la principal víctima. Porque apenas habían enterrado sus muertos, cuando el populacho, alocado de temor y rabia, hizo revivir el viejo grito: “¡MUERAN LOS JUDÍOS; LOS JUDÍOS LO HAN HECHO, LOS JUDÍOS HAN ENVENADO LAS FUENTES!”.
Por toda Europa los israelitas fueron objeto de matanzas. En vano el Papa CLEMENTE VI trató de evitarlo con súplicas y amenazas de excomunión a los fanáticos, especialmente en Alemania. Siguiendo el ejemplo, según dijo, de CALIXTO II, EUGENIO III, ALEJANDRO III, CLEMENTE III, CELESTINO III, INOCENCIO III, GREGORIO IX, NICOLÁS III, HONORIO IV y NICOLÁS IV, denunció los cuentos que atribuían el mal a los judíos como pura leyenda, haciendo notar que la PLAGA había sido también muy mortífera en tierras donde los judíos no vivían. Sin embargo, las matanzas continuaron, según LEA, The Inquisition of Spain. En Castilla los judíos lograron escapar a la persecución, hasta que archidiácono de Éjica, FERNÁN MARTÍNEZ, predicó contra ellos; en junio de 1391 había un gran alboroto en SEVILLA; el pueblo irrumpió en la judería, dio muerte a 4.000 judíos y obligó a los supervivientes a aceptar el BAUTISMO. El furor se extendió a otras ciudades. Se estima en 50.000 el número total de víctimas, lo que, probablemente, como dice LEA op. Cit., es una exageración.
Las matanzas crearon una clase de ciudadanos: los conversos o marranos, como se les llamaba burlonamente. Treinta y cinco mil se convirtieron por la elocuencia de SAN VICENTE FERRER, bautizándose 4.000 en TOLEDO en un solo día. (¡!). Lo que no lograban hacer  sus sermones y sus milagros, lo hacía el temor de aquellas atrocidades. La población judía en tiempos de ISABEL de España había descendido de cinco millones a doscientos mil.
¿Qué había sido de los otros 4.800.000? Si la muerte negra había dado fin de unos dos millones, según dice, otros dos millones y medio, más o menos, se habían vuelto cristianos nuevos. Algunas conversiones eran sinceras; pero muchas estaban motivadas por el temor de las persecuciones o por el interés. “Su conversión era, sin embargo, meramente externa, fingida; de corazón seguían adheridos lealmente a sus ancestral religión. Aunque en el exterior cristianos, secretamente guardaban todas prescripciones de la fe judía”. (Dr. MEYER KAYSERLING: Christopher Columbus and de participation of the jews in the Spanish and Portuguese discoveries).  Con la inteligencia peculiar  de su raza comprendieron que, continuando abiertamente como judíos, estarían aislados y tratados como inferiores, teniendo que pagar un impuesto de capitación, y prohibiéndoseles tener relaciones sociales ni comerciales con los cristianos profesos, que oían misa los domingos aunque privadamente hubiesen asistido a la sinagoga el Sábato – podrían obtener beneficios, seguir la carrera que su habilidad les aconsejase, y aún emparentarse con las más nobles (pero a veces escasas de dinero) familias de España.
En tiempos de ISABEL y FERNANDO, un gran número de las nobles casas de la Península tenían parentescos judíos. SANGRE LIMPIA, era distinción que muchos pretendían tener, aunque de hecho no la tuvieran. Los LUNAS, los MENDOZA, los GUZMANES, los VILLAHERMOSA, todos tenían ascendencias judías. Ciertas tradiciones judías dicen que lo fue también la abuela de DON FERNANDO; pero, como ZURITA y MARIANA (eruditos eminentes) prueban, se trata de un error. Lo indudable, sin embargo, es que los CONVERSOS por todas partes eran los amos de los negocios, los colectores de los impuestos, los dueños del gobierno y de todo lo que valía algo, como lo fueron sus abuelos los judíos. A las matanzas había sustituido un problema mucho más complicado. Porque, como CONVERSOS, los judíos eran ahora capaces de hacer aún más daño a la Cristiandad, aprovechándose de su influencia con los cristianos viejos, con los que vivían.
Hasta la Iglesia católica estaba en España dirigida y explotada por ellos, en términos que asombraban, cuando ISABEL llegó a ser Reina. Como cristianos, podían ser ahora sacerdotes y elegibles para los oficios. Los judíos conversos, ansiosos de mostrar su lealtad a su nueva religión, dedicaban uno de sus hijos a la Iglesia. Y en la Iglesia los judíos sobresalían como en otros campos, ascendiendo a la jerarquía tan rápidamente que, durante el reinado de ISABEL, un impresionante número de obispos eran de ascendencia judía. Cada iglesia, cada monasterio, cada capítulo, tenía influyentes amistades judías; y en algunas diócesis los judíos recolectaban las rentas eclesiásticas.
Atribuirles a ellos toda la corrupción que sufría la Iglesia no es justo. La disciplina eclesiástica estaba también relajadísima en países donde eran escasos los judíos; la Iglesia había tenido que atenuar los requisitos necesarios para ingresar en las filas del sacerdocio, después de la Muerte Negra y los setenta y cinco años del destierro de AVIGNON, como prisionero de los  Reyes de Francia, había paralizado su actuación, Pero, en España el mal se agravaba  y había nuevas causas de relajación e inmoralidad, de cinismo e hipocresía, en la presencia de tantos sacerdotes que no creían en las doctrinas que enseñaban.
No es difícil comprender la indignación de los católicos contra los sacerdotes que se burlaban de los sacramentos que administraban. “Nadie sabe cuántos sacerdotes había como aquel ANDRÉS GOMALZ, párroco de San Martín de Talavera, que en el juicio a que se le sometió en Toledo, en 1486, confesó que durante catorce años había sido secretamente judío, y que ni había tenido “intención” cuando decía la Misa, ni había absuelto a los penitentes que confesaban con él”. Véase en LEA: The Inquisition of Spain. 
Y HABÍA OTROS, COMO EL PRIOR DEL MONASTERIO JERÓNIMO DE TOLEDO, FRAY GARCÍA DE TAPATE, que, cuando elevaba la Sagrada Forma en la misa, solía decir: “ARRIBA, PERIQUITO, QUE TODO EL PUEBLO TE VEA”, en vez de las habituales palabras de consagración, y que volvía la espalda a sus penitentes, fingiendo que les daba la absolución.
LOS NUEVOS CRISTIANOS, por cruel ironía, eran ahora los más duros perseguidores de los pobres judíos que habían vueltos, engañados, a la ley de MOISÉS con peligro de sus vidas. Las Cortes de 1405, dirigidas por ambiciosos conversos, dieron nuevas y duras leyes contra los habitantes de las juderías. Todos los títulos de deudas de cristianos tenidos por judíos fueron declarados nulos; las deudas con ellos fueron reducidas a la mitad; debían llevar unos distintivos rojos en sus vestidos, excepto cuando viajasen. La ordenanza de la Reina CATALINA, en 1412, les prohibió afeitar o cortar en redondo el cabello, ser colectores de impuestos, médico cirujano, granjeros, cambiar de domicilio, ser boticarios, revendedores, carpinteros, sastres, barberos, constructores de obras, peleteros, llevar armas, arrendar a cristianos, comer o bañarse con ellos. “Desde los primeros tiempos – dice LEA – los mayores golpes sufridos por los judíos fueron siempre causados por sus hijos apóstatas, que sabían por experiencia cuáles eran sus puntos débiles; y en la necesidad de justificarse, los atacaban sin piedad”. Judíos y conversos habían maniobrado entre la muchedumbre en 1391. Hasta en el Consejo de Administración de la INQUISICIÓN se encontraban conversos dirigiendo sus actividades. Algunas veces los judíos se vengaban de los cristianos nuevos, acusándoles ante el Santo Oficio y logrando que se les castigara como herejes. ISABEL procedió contra estos falsos testimonios con el mayor rigor. Y, como ejemplo, por primera vez mandó mando a ocho de ellos, después de ser tostada su carne al fuego.
Los conversos eran aún más que odiados por los cristianos viejos que los mismos judíos. BERNÁLDEZ cuenta su aversión por ellos, en un famoso pasaje, que es, sin duda, reflejo de los sentimientos del pueblo en aquel tiempo:
“Los que pueden pasar sin bautizar a sus hijos, no los bautizan, y los que los bautizan los lavan en cuanto regresan a casa…Antes de la INQUISICIÓN, todos sabemos que las costumbres de la gente del pueblo eran, ni más ni menos, las de los malolientes judíos, a causa de las continuas relaciones con ellos; y así, son como ellos, GLOTONES y COMILONES, que nunca han perdido la costumbre judía de comer ajos y cebollas fritas en aceite, en vez de usar manteca o sebo, para evitar usar algo del cerdo; y el aceite, como el alimento, hace oler mal al aliento, y así, en sus casas y portales huelen ofensivamente a causa de esos guisos, y huelen los judíos a causa de su alimento y no haber sido bautizados. Y, aunque algunos se bauticen, la virtud del bautismo se destruye en ellos por su incredulidad y por judaizarse, y huelen como judíos. No comen puercos (cerdo o chancho), a menos que les obligue a hacerlos; comen carne en Cuaresma; en las vigilias de las fiestas y en los días de témporas guardan el Paso (Pascua) y el Sábado tan bien como pueden; envían aceite a las sinagogas para las lámparas, y tienen judíos para que se les prediquen secretamente en sus casas, especialmente muy secretamente a las mujeres, y tienen rabinos para matar en la forma que sus creencias prescriben a sus bestias y aves. Comen pan sin fermentar durante las fiestas judías, y viandas preparadas especialmente. Y siguen las ceremonias judaicas secretamente. 
“Así los hombres como las mujeres siempre se excusaban de recibir los sacramentos de la Santa Iglesia de su grado, salvo por fuerza de las constituciones de la Iglesia. Nunca confesaban la verdad: y acaeció a confesar con persona de esta generación cortarle un poquito de la ropa diciendo: pues nunca pecaste, y quiero que me quede vuestra ropa por reliquia para sanar los enfermos. En Sevilla fue un tiempo que se mandó que no se pesase carne el sábado en la de noche y mandáronla pesar los domingos por la mañana. No sin causa les llamó nuestro Redentor “generático o adúltera”. No creían dar a Dios galardón por virginidad y castidad. Todo su hecho era crecer e multiplicarse. En tiempo de la empinación de esta herética pravedad de los gentiles-hombres e ellos, y de los mercaderes, muchos monasterios eran violados, y muchas monjas profesas adulteradas y escarnecidas, de ellas por dávidas, de ellas por engaños de alcahuetas, no creyendo ni temiendo la descomunión; más antes lo hacían por injuriar a JESUCRISTO, y a la Iglesia. Y comúnmente, por la mayor parte eran gentes logreras, y de muchas artes y engaños, porque todos vivían de oficios holgados y en comprar y vender no tenían conciencia para con los cristianos. Nunca quisieron tomar oficios de arar ni cavar, ni andar por los campos criando ganados, ni lo enseñaron a sus hijos salvo oficios de poblados, y de estar asentados ganando de comer con poco trabajo. Muchos de ellos en estos  Reynos en poco tiempo allegaron muy grandes caudales y haciendas, porque de logros y usuras no hacían conciencia, diciendo que lo ganaban con sus enemigos, atándose al dicho que Dios mandó en la salida del pueblo de Israel, robar en Egipto. De todo lo sobre dicha fueron certificados el Rey y la Reyna estando en Sevilla” (11 BIS: (BERNÁLDEZ: Historia, cap. XLIV).  
ISABEL, la juvenil Reina, había resuelto completar la reconquista y rehabilitación de ESPAÑA, y los moros y los conversos estorbaban su camino. Y la mujer madura, que había ordenado tan serenamente la ejecución de tantos asesinos y ladrones en la judaizada ciudad de SEVILLA, era dudoso que vacilase ante el castigo de un delito que consideraba mucho peor que el asesinato y el robo: LA HEREJÍA. Para la mayor parte de la gente del siglo XX (I), la herejía denota sólo una independencia de pensamiento, una diferencia de OPINIÓN. Olvidamos que, para la mayor parte de los hombres de la EDAD MEDIA, casi siempre aparecía asociada con algún grupo cuyas actividades eran ANTI-SOCIALES. En una sociedad predominante católica, como era EUROPA en aquellos tiempos, la HEREJÍA era algo monstruoso, diabólico. Los hombres de entonces pensaban de la HEREJÍA como los de nuestra clase media de hoy hablan de los militantes anarquistas (o comunistas, etc.). Esta mujer tan caritativa como SANTA TERESA DE ÁVILA consideraba la HEREJÍA peor que cualquier otro PECADO. Comparando el alma humana con un espejo, escribía: “Cuando un alma está en pecado mortal, el espejo se nuble con un vapor espeso y muy oscuro, y así Nuestro Señor no está visible ni presente, aunque él siempre lo está en la conservación del ser, en los herejes el espejo está como roto en piezas, y esto es peor que estar oscurecido” (PAZ y MELIA: El cronista ALONSO DE PALENCIA). ISABEL estaría de acuerdo con este juicio, porque le había de parecer conclusión lógica de las premisas contenidas en las enseñanzas de Cristo, que leía en su Nuevo Testamento iluminado a mano.
Al asociar los conversos con los enemigos tradicionales, a los sensuales musulmanes les han imputado, hasta nuestros días, ciertos vicios que las comunidades cristianas han combatido siempre con severidad. Un historiador español de nuestros días, escribe: “Estas costumbres indignas, siempre existentes, tienen épocas de recrudecimiento, como en el siglo XV, por el contacto con los hombres, haciendo necesario la cédula © de la Reina Católica y el terrible castigo de la hoguera”. Un popular folleto escrito por un judío convertido, en los primeros años de la Inquisición, va más lejos, legando a decir que “LOS MARRANOS INVENTARON LA SODOMÍA”. Es imposible a los españoles cristianos ser imparciales con los conversos; solamente ven en ellos el aliado de su antiguo enemigo. Y los hechos de los conversos y de los judíos daban de cuando en cuando la razón a los prejuicios populares. Después de las matanzas de 1473, LOS CONVERSOS de Córdoba intentaron arrebatar GIBRALTAR al Rey ENRIQUE, y se creía que lo querían utilizar como base para traer hordas de moros desde el África y conquistar de nuevo a España.
Otra razón para justificar la dilación de ISABEL, es que probablemente no se sentía suficientemente fuerte para emprender la tarea antes de hacer las paces con PORTUGAL y de reunir las Cortes de TOLEDO. También puede ser que, como los  CONVERSOS estaban tan fuertemente afianzados en la Corte, hicieron cuantos esfuerzos pudieron para evitar que descargase sobre ellos el peligro que la mano de la Reina cernía sobre sus cabezas. Su mejor amiga, BEATRIZ, estaba casada con un converso. Su confesor era de ascendencia judía. Casi todos sus consejeros privados y sus secretarios tenían ascendencia judía por un lado o por otro, y a veces por los dos. El escribano de ración (d) de don FERNANDO, especie de tesorero, era el agudo letrado LUIS DE SANTÁNGEL, de una gran familia esparcida por ARAGÓN y CASTILLA. Descendía del judío rabí AZARÍAS ZINELL; su tío, PEDRO MARTÍN, había sido Obispo de Mallorca; otros miembros de la familia habían sido colectores de impuestos y trabajaban en las salinas reales. De hecho, el gobierno del Rey FERNANDO estaba en manos de los conversos. Su maestro racional, o jefe del tesoro, SANCHO DE PATERNOY, sus íntimos amigos y consejeros GUILLEN SÁNCHEZ, todos eran de la raza de ABRAHAM. Sería extraño que todos estos astutos y poderosos políticos no hicieran cuantos esfuerzos pudiesen para disuadir a los REYES CATÓLICOS de sus intenciones.

*Las imágines: de la obra de célebre historiador y polígrafo contemporáneo, DON CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ, “España, un enigma histórico”, 2 vols. Editorial Sudamericana, 2ª edición, Buenos Aires, 1962. Vale *

*COMENTARIOS SEGÚN EL EDITOR*

“Tanto monta, monta tanto, ISABEL como FERNANDO”.

LOS REYES CATÓLICOS abrigaron también el ideal de unificar las creencias religiosas de sus súbditos. Tal una de las consecuencias de la unidad espiritual. La convivencia de moros, judíos y cristianos constituía un grave peligro para la fe de estos últimos. Los moros practicaban, más o menos ocultamente, los ritos de su religión, y los judíos eran malquistos por el pueblo llano por su usura en los tratos mercantiles y por sus prácticas religiosas, opuestas a las cristianas. De dos medios se sirvieron los Reyes Católicos para lograr la UNIDAD ESPIRITUAL: el establecimiento de la Inquisición y la expulsión de los judíos.
1. LA INQUISICIÓN (DEL LATÍN, inquirere= inquirir, buscar) era un tribunal mixto – eclesiástico y civil a la vez – que tenía por objeto inquirir sobre los delitos de HEREJÍA y sobre otros que en aquel tiempo (su instauración en CASTILLA en 1480 y ARAGÓN en 1485). Los REYES CATÓLICOS nombraron un Gran Inquisidor, que tenía jurisdicción suprema sobre todos los tribunales. Y sobre otros que en aquel tiempo se consideraban como delitos comunes (parricidio, sodomía, superstición, brujería, apostasía, iluminismo, etc.). FRAY TOMÁS DE TORQUEMADA FUE ESTE PRIMER INQUISIDOR GENERAL.
En cuanto a su fundamento jurídico: en los tiempos de la Inquisición española, en todas las naciones de EUROPA se consideraba la herejía por las leyes civiles como un crimen de lesa patria. Por esto, los inquisidores sólo indagaban si el acusado había incidido en herejía. En caso afirmativo, si éste no se retractaba, lo entregaban al poder civil, quien aplicaba al reo las leyes del Reino.
El Papa SIXTO IV concedió a los Reyes Católicos una bula por la que autorizaba el establecimiento de la Inquisición en 1480. El primer tribunal estuvo en Sevilla (1480). De Castilla pasó a Aragón (1485).
En cuanto a su procedimiento, SEGUIDO por el Tribunal de la Inquisición se basaba en el de la INQUISICIÓN MEDIEVAL Y NO DIFERÍA SUSTANCIALMENTE DE LOS SISTEMAS PROCESALES DE LA ÉPOCA. La presentación voluntaria de todo hereje o suspecto confesando su culpa, acarreaba tan sólo la imposición  de ligeras penitencias. Pero la denuncias o la actuación de oficio contra algún acusado, originaba un proceso detenido y minucioso, durante el cual éste quedaba incomunicado en prisión preventiva y sin conocimiento de los nombres de los testigos y acusadores, pudiendo, no obstante,  comunicarse con el juez, defenderse con su abogado, apostar testigos de abono, etc. Sólo cuando el resultaba de las pruebas aparecía dudoso, se recurría al tormento (tortura), para obtener la confesión del acusado. Esta prueba, usual en los tribunales civiles, se aplicó según varias modalidades (cordeles, potro, garrucha) y con ciertas garantías de ejecución. Las sentencias definitivas podían ser de absolución más o menos total, reconciliación pública, previa abjuración (con penas graves, prisión perpetua, inhabilitación pública, uso del sambenito (= saco benito), si éste sobrevivía después de oír el resultado de la prueba) y de relajación al brazo secular, cuando el culpable se obstinaba en su creencia. Esta traía consigo en la hoguera – o en efigie si el procesado se hallaba en rebeldía -, conmutable por el garrote cuando abjuraba ante el patíbulo, y era ejecutado por los ministros de la justicia estatal en la forma y lugar acostumbrados, después de la celebración del correspondiente auto de fe, (véase imagen ad hoc), acto público y solemne en el que leídas las penas y se formulaban las reconciliaciones. (Cfr. Diccionario de Historia de España, Revista de Occidente, Madrid y JESÚS P. MARTÍNEZ, Historia de España. Vol. II: Edades Moderna y Contemporánea. 2ª edición. Ediciones y Publicaciones Españoles S. A. Madrid, 1963, p. 7-8).

2. EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS – 1492

Los REYES CATÓLICOS publicaron un decreto (31 de marzo de 1492) en virtud del cual se obligaba a los judíos a convertirse o salir de España, en término de tres meses. Creen algunos historiadores que salieron hasta medio millón; pero los investigadores modernos calculan unos 160.000. La mayor parte se dirigieron a Oriente (Constantinopla, Salónica, etc.), donde aún viven muchos de sus descendientes, conservando la lengua española (Sefardíes, de SEFARAT=España). 

*PARA UNA BIBLIOGRAFÍA seleccionada*

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Para finalizar:

*WILLIAM THOMAS WALSH : « ISABEL de ESPAÑA », Traducción de ALBERTO MESTAS, 2ª edición con un epílogo de M. ALMAGRO. Cultura Española. Como apéndice el testamento de la Reina y el codicilo. 658 páginas.*

*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO. INSTITUTO EMERITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, 3 de septiembre del Año del Señor de 2010. Fiesta de SAN PÍO X (JOSÉ SARTO), Papa y Confesor. Gobernó la Iglesia de 1903 a 1914. Llegó al supremo pontificado por la escala de la pobreza, de la humildad y de la heroica perseverancia en el cumplimento estricto de su deber para “la restauración de todo en Cristo”. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Gratias agamus Domino Deo Gratias! gspp

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