Por Alberto Boixados
La importancia del tema en su triple relación cultural, política y trascendente nos conduce al estudio que GRACIELA MATURO ha efectuado en un libro “Claves simbólicas de García Márquez”, Buenos Aires, Editorial Fernando García Cambeiro, 1972, en cuya contratapa podemos leer: “La autora ha descifrado los criptogramas y los símbolos que éstos (los mitos) encubren, de diversa extradición tradicional – hebraica, helénica, cabalística, alquímica, cristiana -, mostrando la coherencia interna del mensaje que (de acuerdo con su interpretación) se reitera en cada novel de GARCÍA MÁRQUEZ: la afirmación de Cristo en el hombre y en la historia. Ello le permite asimilar al autor de Cien años de soledad a la conciencia de liberación integral que día a día se impone en América Latina.
El párrafo anterior ciñe cabalmente la labor desarrollada por GRACIELA MATURO con respecto a los escritos de GARCÍA MÁRQUEZ, a los que accede luego de un meduloso e introductorio estudio acerca del mito.
No es fácil describir los pasos de la autora en la investigación de las facetas que presenta el conocimiento mítico – simbólico en su relación con la historia, la vida, la literatura y el mundo trascendente.
Su estudio es serio y confiesa, en la p. 13, su “posición objetiva o arcaica y su conexión frente a los textos, ya que el objetivo de la crítica es llegar a un conocimiento íntimo de la realidad criticada”.
En el libro queda bien explicado lo que significa la conciencia mítica o arcaica y su conexión con los sistemas míticos y el surrealismo – una verdadera apertura de tipo naturalista hacia el plano religioso -; las características del pensamiento analógico, esotérico y ocultista. Explicita cómo la tradición mítica pervive en Occidente a través e la actividad de sectas iniciáticas y versiones crípticas del arte y de la literatura. GRACIELA MATURO se refiere también a las correlaciones de los sistemas simbólicas tales como el hermetismo, la alquimia, los saberes de los templarios, cátaros y rosacruces, la cábala judaica y el sincretismo místico cristiano. Con EDOUARD SHURÉ define, en la página 32: “la gnosis o la mística natural de todos los tiempos es el arte de encontrar a Dios en uno mismo desarrollando las profundidades ocultas, las facultades latentes de la conciencia”.
Al hablar de la tradición miticosimbólica muestra como ELIPHAS LEVI dio el nombre de ocultismo al esoterismo, ya que las sectas esotéricas en las sociedades modernas estaban marginadas. “Esas sectas secretas”, dice en la p. 45, “poseían técnicas de iniciación (tres etapas): purificación, iluminación e reintegración simbólica en los privilegios que el hombre poseía antes de la caída”. Y en la página 46 agrega: “Los historiadores del ocultismo se refieren a la gnosis como un vasto movimiento que se desarrolla – en los primeros siglos cristianos – por grupos y organizaciones secretas y se vincula con el aspecto histérico del cristianismo. Cátaros, templarios, alquimistas, cabalistas, masones, rosacruces han concurrido con artistas, filósofos y poetas en la preservación de gnosticismo antiguo”.
“Desde el romanticismo, algunos poetas desdeñan la tradición y vuelven a suscitar “a partir de sí mismos” la experiencia profunda de la realidad, haciendo de la poesía medio de conocimiento y autorrevelación, que lleva al grado máximo con los surrealistas ubicados próximos a ciertas vías iniciáticas, cerca de la gnosis y del catolicismo esotérico”, como lo dice en la p. 54.
Menciona la autora en la página 72, citando a JUAN LARREA (*) y a CARPENTIER, el realismo mágico y el surrealismo con características más vastas en América que en Europa, potenciando una nueva concepción del realismo.
(*) JUAN LARREA, en un trabajo nuestro, “Indios e indigenismo según JAIME DELGADO”, analizamos el perfil y la trayectoria de JUAN LARREA, su itinerario en Córdoba con su Instituto Nuevo Mundo y el Centro de Estudios e Investigación CÉSAR VALLEJO, cenáculo universitario en donde adoctrinaban MARÍA MARGARITA ANDRÉS DE VARELA y MARÍA LUISA CRESTA DE LEGUIZAMÓN y muchos más. Dos tomos de CESAR VALLEJO en la U.N.C. lo prueban).
Debemos tomar muy buena nota de las concomitancias de esa ajustadísima síntesis, por entre las coordenadas que ubican el contenido se desplaza la labor interpretativa de la autora, inspirada fundamente en la obra de GARCÍA MÁRQUEZ. El contenido de la síntesis mencionada no es exhaustivo – no puede serlo - , pero es innegable que marca un rumbo de captación e interpretación del hombre, Dios y el universo.
Todos los sistemas simbólicos tan bien explicitados por GRACIELA MATURO en su libro, sellan la situación mítica, histórica, política, cultural y religiosa de Colombia, así como la filiación espiritual de GARCÍA MÁRQUEZ, que no puede desgajarse de aquel contexto. Su personalidad, apunta en la página 65, “asume vigorosamente la historia de su pueblo”. Por analogía la realidad colombiana es trasmutada al ámbito de Latinoamérica.
Se ayuda GRACIELA MATURO para describir la violenta realidad social de Colombia, entre otros testimonios, con el suministrado por el cura guerrillero CAMILO TORRES RESTREPO, como se ve en la página 66. Los testimonios para definir ese trasfondo de innegables realidad cobran singular importancia, pues una misma realidad puede padecer distintas interpretaciones para explicar causas y consecuencias.
Ahora bien, los antecedentes objetivos que la autora anota acerca de la nación colombiana en lo que va del siglo XX; su breve síntesis del itinerario y actitud de sus principales narradores: JORGE ISAACS (“MARÍA”); JOSÉ EUSTAQUIO RIVERA (“LA VORÁGINE”) y otros, hasta llegar a GARCÍA MÁRQUEZ, en la p. 70; y la apreciación de su innegable vigor poético. Pensamos que como DOSTOYEWSKY, pero con significación totalmente distinta, cada novela, más que una narración, es un gran poema: “Totalidad compleja erigida en función de determinado sentido”, dice en p. 71.
Advertimos también como la autora de Claves simbólicas de GARCÍA MÁRQUEZ acierta en la enumeración y veracidad de las vías de contacto de este escritor con el esoterismo y ocultismo. Además de la transmisión familiar del caudal mítico folklórico de completa raíz hispanoindígena, están – acota en p. 73 – “las lecturas, sobre las cuales informa reiteradamente GARCÍA MÁRQUEZ: “libros gnósticos y herméticos, la Biblia, RABELAIS, tratados sobre alquimia, HERMANN EL TULLIDO, y los difusores modernos del hermetismo; entre ellos BORGES”. “.
En el análisis crítico de La hojarasca, La mala hora, Ek Coronel no tiene quien le escriba y Cien años de soledad, deja sentado la comentarista la unidad interna de todos los libros analizados, y surge con nitidez la presencia de los antecedentes esotéricos mencionados.
Nos vemos a estudiar Cien años de soledad, por ser la obra más conocida y la cúspide de la actividad del autor.
El mito siempre necesitó ser narrado; de allí que al ser asumido en la novela, retoma la tradición que hizo y hace egregia a la narrativa. Narrativa que sólo adquiere grandeza por una significación múltiple que penetra el alma del hombre, la historia y el mundo invisible; fraguando todo, en sistemas simbólicos que adquieren presencia y permanencia a través de la poesía.
Este es el esquema de toda gran narrativa: TOLSTOI y DOSTOYEWSKY son grandes a pesar de sostener actitudes radicalmente divergentes, pues ambos poseían la más escalofriante inquietud metafísica que pueda conmover un gran espíritu. “La religión de Cristo – asevera TOLSTOI – pero del dogma y del misticismo; una religión práctica que no promete la bienaventuranza futura, sino la felicidad en la tierra”.
Y, efectivamente desde ese momento consagra su vida a la realización de esa nueva religión, esfuerzo que en 1905 le hace ver con simpatía la doctrina marxista.
Totalmente distinta es la visión de DOSTOYEWSKY, monolítica a través a toda su novelística.
Las obras de TOLSTOI y DOSTOYEWSKY son ejemplos cardinales del problema de la fe en la literatura. No solamente se lee a TOLSTOI y a DOSTOYEWSKY: “Se cree en ellos”, dice GEORG STEINER. (Tolstoi o Dostoyewsky, México, Editorial Era, 1968. Para comprender la profunda correlación que hay entre los órdenes teológico, cultural, y político, remitimos al lector al apéndice XIII, donde recientes noticias periodísticas de Nueva York – ver La Nación, Buenos Aires, 28 de enero de 1979 – y Córdoba – ver Los Principios, 17 de marzo de 1978 - testimonian y prueban de modo irrefutable y sostenido; en este caso, con referencia a TOLSTOI y DOSTOYEWSKY).
TOLSTOI vio los destinos de los hombres históricamente y en la corriente del tiempo; DOSTOYEWSKY los vio contemporáneamente, en el secreto y dramático deslizamiento de sus almas.
DOSTOYEWSKY, preeminentemente hombre de Dios; TOLSTOI, uno de sus secretos adversarios.
El cristianismo en ambos no deja dudas acerca de sus contornos, aun en el momento en el que TOLSTOI – en u ansiosa búsqueda - se vuelca a un cristianismo nuevo, con ingrediente de filosofía rousseauneana.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, CARLOS FUENTES, JULIO CORTAZAR, MARIO VARGAS LLOSA. ¿SON FRANCOTIRADORES o CONSTITUYEN OCULTO EJÉRCITO REGULAR”
¿QUÉ OCURRE CON LA LITURGIA DE MODA ACTUALMEMTE EN LA IGLESIA CATÓLICA?
En “Cien años de soledad”, el autor nos traslada a un mundo de mágica realidad que atrae y resulta difícil abandonar, donde alguno de sus personajes aún cree que es posible rescatar aquella comunidad elegida por el infortunio; y a otros (son sus palabras) “se les cristaliza el alma con la nostalgia de los sueños perdidos, porque la voracidad del olvido iba carcomiendo sin piedad los recuerdos”.
En esa atmósfera de realidad mágica y profunda, suenan campañas irreverentes, cuyos sonidos no pierden el embeleso: “Si se lo creyeron a las Sagradas Escrituras, por qué no a mí”.
Con fino humor pone en ridículo al mundo clerical y la Sede Romana, destruyendo implícitamente todo lo que eso simboliza.
Si nos atenemos al texto mismo de “Cien años de soledad”, vemos que la intención de GARCÍA MÁRQUEZ está mucho más allá de la simple burla o befa de quien no cree. Se sitúa en la rebeldía profunda del que, capacitado para ver la luz, voluntariamente se ciega porque quiere que prevalezca una visión exclusivamente suya. Hay una intención manifiesta de “crear” un “orden nuevo” parodiando conscientemente el esquema bíblico. Se habla de una fundación (Macondo), de un culpa, en marchar hacia lo desconocido, un diluvio… todo ello con insinuaciones soeces y blasfemas que degradan la “calidad literaria” que GARCÍA MÁRQUEZ preconiza. Sólo a título de ejemplo mencionaremos a “Remedios, la bella” que “no era un ser de este mundo”, porque “ya desde el vientre de su madre estaba a salvo de cualquier contagio. (Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, p. 172. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967).
Esta “inocencia” se manifiesta en la actuación: “Lo asombroso de su instinto simplificador era que, mientras más se desembarazaba de la moda buscando la comodidad y mientras más pasaba por encima de los convencionalismos en obediencia a la espontaneidad, más perturbadora resultaba por belleza increíble”.
Los “convencionalismos” que menciona aquí el novelista no son sino normas elementales de moral, y su larga descripción de situaciones es intranscribible. Pretende presentar un “ser puro” suscitando las más bajas pasionales. La sátira no termina allí: REMEDIOS la bella es “llevada en cuerpo y alma a los cielos”. (B. cit., p. 205).
En este mismo contexto se refiere al carnaval como una “tradición católica”, con lo que el pecado se convierte en un mero juego de palabras, inventado vaya saber por quién.
Pero el ataque más directo a la Iglesia y a la Fe se refleja en FERNANDO DEL CARPIO, ridículo personaje que aparece como encarnación de unos valores “cristianos” completamente falseados: “FERNANDA NO RENUNCIÓ A LA VOLUNTAD DE IMPONER LOS HÁBTOS DE SUS MAYORES… La costumbre se impuso, así como la de rezar el rosario antes de la cena, y llamó tanto la atención de los vecinos, que muy pronto circuló el rumor de que los BUENDÍA no se sentaban a la mesa como los otros mortales, sino que habían convertido el acto de comer en una misa mayor. Hasta las supersticiones de URSULA, surgidas más bien de la inspiración momentánea que de la tradición, entraron en conflicto con las que FERNANDA heredó de sus padres, y que estaban perfectamente definidas y catalogadas para cada ocasión”. (Ob. cit., p. 183).
En el “mundo mágico” iniciado en MACONDO, no existe la Redención porque GARCÍA MÁRQUEZ la niega, consecuente con su visión materialista y cíclica de la historia: “Ya esto lo sé de memoria, gritaba URSULA. Es como si el tiempo diera vueltas en redondo y hubiéramos vuelto al principio”. (Ob. cit., p. 169). En este “círculo”, absolutamente opuesto a la concepción cristiana del tiempo, no hay ningún sitio ni finalidad, por lo tanto, lo destruye: “MACONDO era un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la cólera del huracán bíblico”. (Ob., cit., p. 350).
La única felicidad posible para el hombre ser el desenfreno en la “liberación plena” de AMARANTA URSULA y AURELIANO BABILONIA. En este contexto, su elogio del vicio resulta lógico y lo define come “madurez de criterio”. (Ob. cit., 235).
Nada queda en pie. Ni siquiera el mundo literario: “no se le había ocurrido pensar hasta entonces que la literatura fuera el mejor juguete que se había inventado para burlarse de la gente”. (Ob. cit., p. 327). Así en una tierra sin valores ni esperanza “LO ÚNICI EFICAZ ES LA VIOLENCIA”. (Ob. cit., p. 90).
Mezcla los campos de vigencia de las leyes naturales y las del espíritu; confunde, en disimulada combinación, el Bien y el Mal; y nos envuelve en un aura que pueda obnubilar la capacidad de razonamiento, porque ha conquistado nuestra admiración estética, a través de poesía vital y patético humor.
En el “Otoño del patriarca” la audacia del escritor llega a límites más sutiles. Su novela encierra un indescifrable poder de conversión de signo negativo, en los campos político y religioso.
No deja el mínimo resquicio por el que pueda entrar el sentido de la dignidad en los cuadros del Ejército, esquemáticamente erigido en eje a cuyo alrededor giran las degradaciones de todo tipo. Destruye sin piedad todo lo noble que pueda tener el ejercicio de las armas.
Si el lector es un creyente frío, cuyo esquema religioso es sólo racional o meramente sentimental y acepta el juego en el que GARCÍA MÁRQUEZ lo cerca, corre el riesgo de quedar despojado de sus escasas vivencias. ¿Cuál es el juego que el novelista realiza y cuáles son las vías de aceptación de su juego?
En “Cien años de soledad”, la subrepticia burla del clero y de la jerarquía eclesiástica se realiza con argumentos de moral ingenua, pueriles, haciendo brillar en artística amalgama la verdad y la falsedad, resultando una realidad convincente para una gran cantidad de lectores. En cambio, en el “Otoño del patriarca”, la burla y la ironía cruel llegan a degradar satánicamente la totalidad del mundo sobrenatural, con un ingenio y un humor, ante la cual, si no reacciones inmediatamente. Hemos perdido la partida, puesto que una claudicación interior sobrevive inadvertidamente, aupada en expresiones artísticas que con frecuencia alcanzan la genialidad y consiguen que nuestro sentido estético las reverencie. Si esa admiración por las formas artísticas, no conlleva una reflexión que nos alerte sobre el peligro de destrucción de nuestras más caras convincentes, estaremos en el camino de signo negativo. Nuestros vestigios religiosos se irán diluyendo en el río del esteticismo y del escepticismo; y nuestros enfoques políticos pasarán por otros cristales.
Creemos que GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ , quien a través de un ingente esfuerzo artístico – desde 1968 a 1975 – dedicó sus energías a escribir “El otoño del patriarca”, puede contribuir a aumentar las conversiones de tipo negativo: políticas y religiosas, aquí y ahora; sin que los conversos lleguen a estar conscientes de su cambio.
Hasta acá no agotamos la visión crítica de sus libros, cuyo análisis literario, desde el punto de vista técnico podría insumirnos muchas hojas. Pretendemos solamente dar una visión totalizadora de su obra, y lo hacemos un tanto simbólicamente, ya que se cuentan por miles los escritos que marchan por el mismo derrotero y ejercen una influencia vasta y difícil de calibrar en el orden político. Podríamos afirmar que casi la totalidad de la literatura hispanoamericana – hoy tan de moda en Europa y el mundo entero y sobre todo angloamérica – está rebosante de intenciones políticas, las más de las veces con planteos superficiales, pero convincentes, en virtud del vigoroso vehiculo que las engarza.
No es ese el caso de GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, cuyos planteos no son tan superficiales como parecen.
Las manifestaciones de PABLO PICASSO sobre el mundo del arte son complementadas también por las confesiones de GARCÍA MÁRQUEZ. (Miguel Fernández Brasso, La soledad de Gabriel García Márquez, p. 94 – capítulo “El deber revolucionario del escritor” -. Edición Planeta.
¡CUÁNTOS GRANDES POETAS HAN ENCONTRADO EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA…EN DISTINTOS ITINERARIOS QUE LLEVAN EL MISMO DESTINO!
Podemos mencionar, entre otros a PAUL CLAUDEL, cuyo poema “La anunciación hecha a María” es una excelsa muestra de su piedad.
Sería larguísimo citar nombres, pero creo que MICHEL DE SAINT PIERRE con Esos curas que sufren, La Santa Cólera y otros escritos, no puede omitirse por el valor literario que encierra un contenido no siempre del todo transparente.
FRANÇOIS MAURIAC; MARCEL DE LA BIGNE DE VILLENEUVE con Satán en la ciudad ; Humanismo y Teología de W. JAEGER; Memorias del Cardenal MINDZENTY; Sobre el amor humano, Lo que Dios ha unido de GUSTAVE THIBON; La vida oculta de PETER VAN DEER MERR DE WALCHEREN; El primer amor del mundo de FULTON SHEEN; Diálogo del hombre y Dios de JACQUES LECLERQ; Historia de un alma, de SANTA TERESITA; las obras de los grandes místicos…Cántico del alma y Subida del Carmelo, de SAN JUAN DE LA CRUZ…
En la Argentina hay una vasta literatura religiosa, que con gran sentido estético inspira piedad y devoción. Basta mencionar la gran producción del R. P. LEONARDO CASTELLANI, patrono de nuestro Diario Pampero e Instituto Emerita Urbanus en Córdoba de la Nueva Andalucía a partir de 2007, quien con humor que difícilmente pueda ser sobrepasado habla de las cosas de Dios con conocimiento, y por lo mismo, frecuentemente alcanza características proféticas. Al mezclar el mundo visible con el invisible torna accesible a cualquiera las más altas verdades de la Fe.
En cada país de Occidente hay paladines de la Fe como HILAIRE BELLOC; G. K. CHESTERTON, JOHN SENIOR…del tipo del PADRE CASTELLANI, y no podemos nombrar a todos en esta página, aunque han tenido gran influencia en nuestros prohombres espirituales y nade sabe hasta qué punto desde el más allá, pueden influir en el futuro del mundo y en el de toda la América Hispana.*
Y, no me olvido de nuestro inspirador y numen espiritual, ALBERTO BOIXADOS, nuestro profesor. Nació en Córdoba, Argentina, el 18 de julio de 1920. Estudió en la Universidad Nacional de Córdoba, letras, derecho y ciencias sociales. Ejerció la docencia universitaria en las Cátedras de Introducción a la Literatura y Literatura Universal y como profesor en el Colegio Nacional de Monserrat. Alternó su labor de catedrático con la de escritor, y de periodista. Es vastamente conocido por sus ensayos y por la novela Siembra de Silencio, desde 1979. Su libro Arte y Subversión fue editado en Argentina, en vario países de Europa y EE. UU. Su primer libro fue Primavera Sagrada y Literatura y poder, Cartas de Viaje, España entre Europa e Hispanoamérica, su último libro fue La IV revolución mundial a más de La revolución y el Arte moderno.
Dedicó su vida, a la juventud y a los maestros de la Patria.
Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 216
Instituto Eremita Urbanus
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