domingo, 12 de abril de 2009

¡RESUCITÓ EL SEÑOR, VERDADERAMENTE!


En estos últimos días, la Iglesia estaba de luto; hoy, está alegre y canta: ALLELUIA! HAEC DIES QUAM FECIT DOMINUS, EXULTEMUS ET LAETEMUR IN EA!
Efectivamente, la Resurrección de JESUCRISTO es una fiesta solemne entre todas; es para Él el misterio más glorioso y el más consolador para nosotros.

Nuestro Señor “fue entregado por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación”. Hoy, triunfa de la muerte, vuelve a la vida, pero a una vida inmortal, y esto es para nosotros una fuente de júbilo, de satisfacción y de esperanza para la vida eterna.

¿CÓMO RESUCITO NUESTRO SEÑOR?

1) Nuestro Señor había muerto el viernes a las tres; POCO DESPUÉS, JOSÉ DE ARIMATEA, lo bajaron de la cruz, lo embalsamaron y lo sepultaron. Los príncipes de los sacerdotes pusieron guardia en el sepulcro, después de sellar la piedra. Testimonio excepcionalmente precioso que dan, sin querer, de la muerte y sepultura de Jesús, y de la imposibilidad de robar su cuerpo.
2) Ahora bien, antes de la aurora del domingo, que era el tercer día después de la muerte de Jesús, su alma, por propio poder divino, fue a reunirse a su cuerpo, comunicándole las cualidades de los cuerpos resucitados…; y Jesús glorioso e inmortal salió de la tumba, sin romper ni los sellos ni la piedra, tal como había salido del casto seno de María…
3) Entonces hubo un gran terremoto; un ángel del Señor derribó la piedra que cerraba el sepulcro y se sentó encima de ella. Su faz brillaba como el rayo y sus vestiduras eran blancas como la nieve. A su vista, los guardia, llenos de terror, quedaron como muertos… después huyeron para ir a contar a los príncipes de los sacerdotes la maravilla que acababa de suceder…Astucia de éstos, tan insensata e inútil como lo había sido sus precauciones de la víspera.
4) Visita de las santas mujeres al sepulcro… palabras del ángel… Su lenguaje y el de la Magdalena a los Apóstoles, incredulidad de éstos… Pedro y Juan van al sepulcro.
5) Apariciones de Jesús, primero a su divina Madre, a la Magdalena, a las santas mujeres, a Pedro, a los dos discípulos de Emaús, a los Apósteles, en ausencia de Tomás… el gozo y el consuelo de la Santísima Virgen.
RESURREXIT SICUT DIXIT, ALLELUIA! HOC DIES QUAM FECIT DOMINUS, EXULTEMUS ET LAETEMUR IN EA.

¿POR QUÉ RESUCITÓ NUESTRO SEÑOR?

1) Para honrar y glorificar el cuerpo de Jesús, que había sufrido tanto. Le era muy debida semejante recompensa. Anteayer, se veía humillado, despreciado, escupido, azotado, coronado de espinas, cruelmente clavado en la cruz…; después moría en el patíbulo y era sepultado apresuradamente clavado…Pero hoy, helo aquí resucitado triunfante y vencedor de la muerte; brilla como el sol, es impasible, ya no irá morirá…; veámosle sutil y ágil, penetrado en todos los lugares. Jesús en este día es glorificado delante de su Padre, de los ángeles, de las potencias del infierno, de sus discípulos, de sus enemigos… ¡HOC DIES! ¡HOY ES EL DÍA!...
2) Para excitar y confirmar nuestra fe y fortalecer nuestra esperanza: La Resurrección de Jesucristo es verdaderamente el fundamento y el triunfo de nuestra fe, porque prueba claramente la divinidad y la omnipotencia de Nuestro Señor. Un varón de Dios, por comunicación del poder divino, puede hacer milagros, incluso resucitar muertos…; pero pertenece sólo a Dios resucitarse a Sí mismo. Así había predicho en varias ocasiones su resurrección; y era incluso ésta la señal de su divinidad que había prometido a los judíos. Es también el argumento principal y el más, sólido con el que los Apósteles demostraron que Jesucristo es Dios, y convirtieron el mundo: “Si Cristo no resucitó – decía San Pablo -, luego vana es nuestra predicación y vana es también vuestra fe”. Pero si Jesucristo resucitó verdadera.

FRUTOS DE LA RESURRECCIÓN

1) La Resurrección de Jesucristo no es solamente el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza, sino además el modelo de nuestra resurrección espiritual: lo que hizo decir a TERTULIANO: “Un pecador convertido y reconciliado por la gracia debe ser un compendio de la copia de la resurrección del Salvador”.
2) Pero, ¿en que consiste esta nueva vida?... En renunciar al pecado, en morir a todos nuestros vicios y en vivir en adelante en todas las cosas según Jesucristo… Cambio de vida verdadero y completo, dice SAN PABLO: “renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas vivamos sobria, justa y religiosamente en este siglo, aguardando la bienaventuranza esperada”. A esto el mismo Apóstol, en otro lugar, llama “saborear las cosas del cielo, no las de la tierra… desnudarse del hombre viejo y vestirse del nuevo”. Dice SAN AGUSTÍN: “¿De qué nos servirá humillarnos con la penitencia, si no nos cambiamos”? Por tanto, es preciso que, muertos al pecado – santidad negativa -, vivamos la vida de Jesús, santidad positiva.
3) Esta vida santa, vida de penitencia, de mortificación, de trabajos, de amor por JESÚS, es para nosotros, como lo fue para Él. ¡Que motivo de consuelo de aliento para nosotros! ¡Qué obras maravillosas hizo realizar esta esperanza a lo mártires y a los santos!
4) Por el contrario, ¡ay de aquellos que, a pesar de la Pasión y del Resurrección de NUESTRO SEÑOR, continúan poniendo sus cuerpos al servicio del pecado! ÉSTOS RESUCITARÁN PARA LA MUERTE ETERNA. (Extraído del Archivo Homilítico, Thiriet- Pezzali, Vol. IV).


Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo-com.ar
Diario Pampero Cordubensis Nº 234
Instituto Eremita Urbanus

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