Si acaso gobernaras a tu pueblo,
No has de olvidar que todo poder viene de Arriba,
Y que lo ejerces por delegación,
Como instrumento simple de la Bondad Primera.
El gobernante que lo ignora u olvida
Se parece a un ladrón en sacrilegio
Que se va con el oro de una iglesia.
No te muestres al pueblo demasiado
Ni en el poder te agites como un hombre de circo.
Imita, si gobiernas, a ese Motor Primero
Que hace girar al cosmos
Y es invisible y a la vez inmóvil.
Y has de saber que un pueblo se levanta tan solo
Cuando traza la Cruz en su esfera durable.
La Cruz tiene dos líneas: ¿cómo las traza un pueblo?
Con la marcha fogosa de sus héroes abajo
(tal es la horizontal)
Y la levitación de los santos arriba
(tal es la vertical de una cruz bien lograda).
Por la mañana, cuando te levantes,
Piensa en ese nuevo día;
Y no te olvides que al salir el sol
Entrarás en un campo de batalla…
Ángeles y demonios pelean en los hombres:
El bien y el mal se cruzan invisibles aceros.
Y has de andar con el ojo del alma bien alerta,
Si pretendes estar en el costado limpio de la batalla.
No olvides jamás en la defensa
O enunciación o elogio
De la Verdad, el Bien y en la Hermosura…
No lo traiciones aunque te flagelen…
Vence la cobardía de los ojos oblicuos,
Y la Patria futura dará el Santo y el Héroe
Que han de trazar las líneas de la Cruz.
LEOPOLDO MARECHAL
(Revista Cabildo contratapa, Buenos Aires, Año X, nº 101, junio de 1986).
“Un país sin jefe, un país sin poeta, un país que se divierte, un país que no se respeta, un país corajudo y bravo para jugar a la ruleta”. LEONARDO CASTELLANI.
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