jueves, 21 de agosto de 2008

20 de Agosto: Festividad de SAN BERNARDO DE CLARAVAL, abad y doctor

Con muy buen acuerdo celebra la Iglesia a SAN BERNADO precisamente en esta Octava de la Asunción. Es el DOCTOR MELIFLUO, cuyo principal timbre de gloria consiste en haber cantado con indecible ternura y ardentísima piedad las grandezas de MARÍA en sus oraciones, en sus obras y sermones.

Nacido en 1091, en Borgoña de noble familia, supo ala edad de 22 años ganarse para CRISTO a 30 gentiles hombres que con él abrazaron la vida monacal en el Císter. Con eso, la Orden Cisterciense, rama desprendida del viejo tronco benedictino, tomó un nuevo vigor, pudiendo pronto extender sus brotes por toda Europa. En el célebre monasterio que poco después fundara SAN BERNARDO en el “valle de Ajeno” a la ribera izquierda del Elba, y de que fue el primer ABAD, vertía a diario sobre la comunidad de 700 monjes (¿…?) los tesoros de sabiduría y celestial doctrina.
Monje austero, gran orador cristiano y sabio doctor, fue la antorcha de que habla el Evangelio, pues él alumbró al mundo en el SIGLO XII, y le imprimió aquel carácter cristiano que tanto distingue el siglo de SAN BERNARDO.
El Papa EUGENIO III, por él formado en la vida monástica, le pide y recibe sus consejos; en el Concilio de ETAMPES acaba con el cisma que turbaba al clero y al pueblo de Roma. A BERNARDO consultan a porfía Papas y Obispos, reyes y grandes del reino como a un oráculo. En el Concilio de LAON, BERNARDO aplasta con férrea lógica al célebre doctor ABELARDO y desenmascara con vigorosa elocuencia los errores de ARNALDO DE BRESCIA y de PEDRO DE BRIUS (Evangelio). Él también combatió al Islamismo, predicando la segunda Cruzada en VEZELAY, y removiendo a Europa entera con los arranque de su elocuencia.
AL MORIR BERNARDO, DEJA FUNDADOS NO MENOS DE 160 MONASTERIOS (¿…?); DEJABA, ASIMISMO, NUMEROSOS ESCRITOS HENCHIDOS DE UNCIÓN Y DOCTRINA CRISTIANA.

Melifluo Doctor, modelo de la vida activa de MARTA y de la contemplativa de MARÍA., acuérdate de todos nosotros ante DIOS, a quien ves cara a cara, y ante su bendita Madre a quien contemplas ensalzada y coronada. Acuérdate especialmente de tantos hijos e hijas espirituales que profesan la misma Regla Benedictina que tú profesaste, y se empeñan en copiar sus rasgos mediante la oración, el trabajo y la mortificación, de que son vivo y continuo ejemplo en medio de una sociedad sensual y materializada, que no ve en la cruz, ni el Divino Crucificado, sino una locura y un loco.

SAN BERNARDO o LA PLENITUD DEL MEDIOEVO

A SANTA MARÍA,
REINA DE LA CRISTIANDAD y
MADRE DE LA ORDEN CISTERCIENSE.


SAN BERNARDO DE CLARAVAL es uno de las figuras más atrayentes de la Historia de la Iglesia y se encuentra entre las que mayor bibliografía han suscitado. Como decía DOM JEAN LECLERCQ, buen conocedor suyo, “no hay año que no aparezca un libro sobre él” (JEAN LECLERQ (O.S.B.), San Bernardo, monje y profeta, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1990, p. 13). Es a la vez un monje contemplativo, retirado del mundo y que alcanza grandes alturas místicas, y el árbitro de la Europa de su tiempo, porque se le requiere continuamente para los grandes asuntos políticos y eclesiásticos. Por ello resulta muchas veces sorprendente, como lo es su carácter, y hasta polémico, pues cuenta con íntimo amigos y con enemigos viscerales, y con el paso de los siglos tendrá también viscerales, y detractores. Pero, en cualquier caso, de acuerdo con el mencionado DOM LECLERCQ y otros autores, ante él nadie es capaz de quedar realmente indiferente. Incluso la sabiduría popular se ha hecho eco de su trascendencia y le ha dejado un espacio en el refranero y otras alusiones a su austeridad, con dichos como “El potaje de SAN BERNARDO, que el diablo sin grasa lo ha dejado”, o “La salsa de SAN BERNARDO, buena gana de comer”.

Según se aprecia, es un hombre de su tiempo y hay que entenderlo en su época, como a todos los personajes de la Historia, pero ofrece una proyección intemporal que le confiere plena actualidad. Su vida y su obra se deben enmarcar en el seno de lo que se entiende como “Cristiandad medieval”, aquella civilización cristiana que se desarrolló en Europa como resultado de la herencia del mundo clásico, del cristianismo y del aporte germánico, y que se fracturó bruscamente en el siglo XVI, con la aparición del protestantismo, si bien las raíces de esta quiebra hay que encontrarlas bastante antes, concretamente en la crisis del siglo XIV y en todos los cambios que en esta centuria se produjeron. SAN BERNARDO vive en la plenitud del Medioevo cristiano, en lo que los historiadores conocen como “Plena Edad Media”, que se desarrolla en los siglos XI y sobre todo XII y llega a su máximo apogeo en el XIII. Pero él, que participa de esa época y de sus valores, contribuye también enormemente a configurarla, y de esa labor se desprende además toda una herencia que llega hasta nuestros días y que permanecerá siempre en el catolicismo y, en general, en la civilización occidental, tanto si ésta se aparta de sus raíces cristianas como si vuelve a ellas.

No hemos querido trazar una biografía cronológicamente desarrollada del abad de Claraval, sino que hemos realizado más bien un estudio, en parte a modo de ensayo, fijándonos en cinco aspectos que hemos considerado fundamentales para comprender a nuestro SANTO: EL MONJE, EL MÍSTICO, EL REFORMADOR DE COSTUMBRES, LA DEFENSA DE LA CRISTIANDAD y su RELACIÓN CON LA FILOSOFÍA.

En el primer aspecto nos centramos en la figura de SAN BERNARDO como hombre y como monje, porque a partir de ahí se le podrá entender universalmente. Su destaca personalidad y su condición de de hijo espiritual de SAN BENITO DE NURSIA, que participa de la reforma cisterciense y la impulsa, son las bases sobre las que se sustenta toda su labor y su obra escrita. Como monje precisamente, cultivara su vida interior y alcanzará grandes alturas, será uno de los más grandes místicos de la Iglesia Católica y se convertirá en un auténtico teólogo, con una doctrina que se ha convertido en patrimonio común de toda la Iglesia, y no sólo del monacato cisterciense y benedictino en general.

Pero esa intensa vida espiritual, unida a su impresionante personalidad, es lo que los hombres de su tiempo estimarán profundamente, y por ello le harán salir de su querida abadía en numerosas ocasiones, para ocuparse de los asuntos más candentes de la época. Será un gran predicador y un notable escritor que conmoverá corazones y tratará de construir una Cristiandad más pura y que haga verdadero honor a ese nombre. Buscará la paz interna de los discípulos de CRISTO y no templará al proclamar la necesidad de una defensa común frente a los peligros externos que la amenazan, concretamente el ISLAM. Pero, además de su defensa de la Cristiandad no sólo se orientará hacia fuera, sino que también se le buscará para oponerse a los elementos disgregadores que pueden provocar su ruptura desde dentro, y por eso combatirá las doctrinas de grandes filósofos y teólogos del momento, como PEDRO ABELARDO y GILBERTO PORRETANO, que incurren en la herejía y contienen factores tremendamente disolventes de los valores de la civilización católica. No obstante, ello no quita que la propia doctrina bernardiana ofrezca importantes aspectos filosóficos, como su planteamiento del problema de la libertad.

Esperamos poder contribuir a un mejor conocimiento y valoración de la persona, el ejemplo y la doctrina del SANTO abad de CLARAVAL.

Hermoso tema: la disciplina y la mystica de SAN BERNARDO, que por el latín que intento dimensionar, penetra en la raíz del monte Purgatorio, donde comienza la anábasis que América reclama, regenera y reasume en el hoy concreto, sublime o desconcertado (Carlos A. Disandro, El latín mystico Siglo XII, San Bernardo de Clairvaux. Editorial Hosteria Volante, La Plata, 1990).


Instituto Eremita Urbanus
Editado por Diario Pampero Cordubensis Nº 15. Córdoba, 20 de agosto de Penthecostés de 2008.


VOLVER a la portada del Instituto Eremita Urbanus

No hay comentarios: