Una familia judeoconversa de Castilla
“Todo lo fueron al par porque todo lo ambicionaron los conversos del judaísmo”. - José Amador de los Ríos
“Lo más funesto es el gobierno del pueblo por sí mismo. Un pueblo no puede gobernarse a sí mismo, como tampoco mandarse a sí mismo un ejército. Tiene que ser gobernado, y así lo quiere, mientras posee instintos sanos”. - Oswald Spengler.
CASTILLA, comienzos de la segunda mitad del siglo XV. ¿Qué se hizo el Rey don JUAN?: polvo de las eras; ¿y los infantes de Aragón?: roció de los prados. ¿Cómo terminó el Papa LUNA?: depuesto y excomulgado; ¿y don ÁLVARO DE LUNA? : decapitado. ¿Consecuencias acaso de luchas dinásticas y ambiciones e intrigas de la levantisca nobleza en este denso y trágico período? Por supuesto que mucho de eso hubo. Pero cuando se desechan las historias convencionales y hurgamos entre los pueblos de Europa y hoy diríamos entre los entretelones esotéricos del drama, aparece la siniestra figura de la ambición y de la soberbia personificada en el… judío: ingrediente de disolución de un dios de destrucción.
La historia es maestra de la vida (magíster vitae), y aunque el drama de la humanidad es cambiante y jamás se repite, esta historia demuestra que hechos similares ocurren siempre y que el judío ha obrado en forma idéntica, en cualesquiera épocas, aún contra su misma estirpe. ¿Qué importa si son bolcheviques contra nazis, proletariados contra millonarios, pérfidos contra conversos, marranos contra infieles? Siempre fue y será…judíos contra judíos.
El espíritu de las antiguas leyes de los reinos y de los cánones de la Iglesia amparaban a judíos y conversos. El fanatismo de las masas es cierto que muchas veces se desborda, ya sea por prejuicios instintivos de raza (por la nariz se conoce y por el olor se olfatea, quién es de estirpe judaica), o por las ingentes riquezas acumuladas por la proverbial usura hebrea (judío, ave de rapiña, usurero, son sinónimos en todas las lenguas romances); ya por religión (pueblo deicida), o por los poderes y distinciones que con frecuencia ostentaban los hijos de Israel. Pero lo que muchos se niegan a reconocer es que los más fanática y desalmados antisemitas han sido y son judíos, TORQUEMADA inclusive, y el más cruel y feroz de todos, su dios: Yaweh.
Volvamos ahora a la península pirenaica y retrocedamos hasta fines del siglo XV fijando la mirada en el año 1391: observemos gran matanza de judíos en Castilla y Aragón. Más de 50.000 víctimas; conversiones en masa. Los que persisten en el mosaísmo y talmudismo, los “judíos infieles” como les apellidara el famoso converso PABLO DE SANTA MARÍA, eran perseguidos y reducidos a la impotencia por sus hermanos de raza, con el pretexto de ardoroso celo de neófitos, celo que les posibilitó asaltar todos los puestos del Estado, apoderándose de todas las dignidades y honores del reino, mezclando su sangre en las más altas jerarquías de la nobleza, haciendo descender su prosapia hasta las tribus de Judáh y de Leví, y osando,, muchos, considerarse descendientes de la casa de David y, por ende, de de la madre de Dios.
Antes de la famosa matanza de 1391, los entronques judíos con los hispanolatinos y visigodos provenían, generalmente, de amores ilícitos, salpicando de sangre semítica ilustres casas españolas; luego de aquella hecatombe o catástrofe (holocausto), la mezcla contamino todas las jerarquías sociales.
Muchas conversiones evidentemente fueron sinceras, merced a la prédica del dominico fray VICENTE FERRER (El Ángel del Apocalipsis), confesor de BENEDICTO XIII (EL PAPA LUNA). Por su predicación, es fama que el famoso rabino SELEMÓH HA-LEVÍ, que adoptó el nombre de PABLO DE SANTA MARÍA, abrazó el cristianismo. El hecho, sin embargo, es puesto en duda por JOSÉ AMADOR DE LOS RÍOS, célebre historiador de la “historia de los judios españoles”, judeohispano también. Lo cierto es que aquél doctísimo rabino, guía y lumbrera talmúdica de la grey judaica en SEFARAD (ESPAÑA), renegó de su fe, en Valladolid, no después de aquella matanza, sino precisamente un año antes, en 1390. La fecha plantea, pues, varios interrogantes. Conociendo el posterior itinerario de este feroz converso y de su familia, cabe preguntarse. ¿conocía, de alguna manera, don SELEMÓH, el inminente drama que ensangrentaría las ciudades españoles con las víctimas de su propia raza? ¿Tuvo él, acaso, alguna participación en ello? Solamente planteo el problema.
Junto con don SELEMÓH se convirtió su anciana madre, sus hermanos, que adoptaron los nombres de PEDRO SUÁREZ y ALVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA, y sus cinco hijos, GONZALO, MARÍA, ALFONSO, PEDRO y ÁLVARO. Contaba el doctísimo rabino, en 1390, cuarenta años. “Lo extraño del caso – comenta AMADOR DE LOS RÍOS – que hacía más peregrino y ruidoso el divorcio, motivado por la pertinencia de su esposa, al fin catequizada por sus lágrimas , la autoridad de su persona, la fama de su profundo saber…la acogida benévola y paternal con que lo distinguía el Romano Pontífice”. Don SALEMÓH tenía otro hermano de THOMÁS GARCÍA DE SANTO MARÍA, progenitor de la rama aragonesa de la famosa familia.
PABLO DE SANTA MARÍA abrazó, por supuesto, la carrera eclesiástica. Fue arcediano de Treviño, canónigo en la catedral hispalense, y en 1402 ocupó la silla episcopal de Cartagena. Cuatro años más tarde, ENRIQUE III lo elige como maestro de su tierno hijo don JUAN y, luego, canciller del reino y consejero de la corona. Al morir poco después el Rey “Doliente”, comenzó la lucha entre los ambiciones infantes de Aragón y su primo, el pequeño JUAN II de Castilla. Y aquí se ve la perfidia judaica de estos conversos. Don SELEMÓH (alias el Burguense), que el testamento de ENRIQUE III estaba al cuidado del príncipe hasta la edad de catorce años, fue eficaz auxiliar, junto con sus hijos y allegados, de las ambiciones pretensiones de los infantes, contra su rey y señor natural.
Siendo canciller del reino, vio aumentada su autoridad al ser investido por BENEDICTO XIII (EL PAPA LUNA), uno de sus bienhechores, como Legado a latere en toda la península. Sin embargo, al ser coronado FERNANDO DE ANTEQUERA (regente del rey y tío del joven soberano), como Rey de Aragón, dictaminó, a su pedido, contra el Pontífice, quitando a BENEDICTO XIII, a pesar del “Compromiso de Caspe” que posibilitó aquel arreglo dinástico, toda sombra de autoridad.
El rebelde Papa LUNA, último del gran cisma de Occidente, al no querer deponer su intransigente actitud, fue depuesto y excomulgado por el Concilio de Pisa y luego por el de Perpignan (Francia), muriendo en 1423 en el castillo de Peñíscola. Sin embargo, y a pesar de esta deslealtad, don SELEMÓH, ya Obispo de Burgos, y luego su hijo ALFONSO, su sucesor en la misma silla episcopal, hicieron legitimar por el Concilio de Basilea la Bula Etsi doctoribus gentiun, que aquel Pontífice había promulgado, a sus instancias, en 1415, contra los judíos españoles, y cuya ejecución en toda la península había sido encomendada por el mismo BENEDICTO XIII, y luego por MARTÍN V, a su hijo GONZALO, Obispo de Sigüenza.
Tres años antes, el todopoderoso converso había arrancado a la Reina, doña CATALINA (Gobernadora durante la minoridad de don JUAN II), una pragmática sobre el encerramiento de los judíos de Castilla y régimen de las juderías. Con imprudencia, don SELEMÓH hizo incluir a los mudéjares para no aparecer exclusivamente perseguidor de su propia estirpe. Veinte años después, ya octogenario, escribía el famosísimo Scrutinium Scripturarum, intentando demostrar las falsedades del Talmud y las verdades del Evangelio, explicando los principales misterios teológicos del Cristianismo y lanzando contra sus hermanos de raza el terrible cargo de “DEICIDAS”. “Los judíos infieles decía, además –(Scrut. Scrip. IIª parte, disert. IV, cap. X)- tenían el cetro del dominio y del gobierno”. Era, pues, necesario arrebatarles ese dominio de España, y esa era la obra de los neófitos. Neófitos iluminados, apellidada a los que combatían como él, al judaísmo.
Habíamos dicho que al morir ENRIQUE le sucedió en el trono su hijo JUAN II, que contaba con dos años de edad. El gobierno, nominalmente en manos de su tío, el regente FERNANDO DE ANTEQUERA, y de su madre, CATALINA DE LANCASTER, estaba en manos de la familia HA-LEVÍ-SANTA MARÍA. Don SELEMÓH, asentado en la silla episcopal de Burgos, constituía el verdadero poder, compartido con sus hermanos e hijos.
PEDRO SUÁREZ, el mayor de los primeros, había sido encargado del fiel cumplimiento del testamento del Doliente: ALVAR GARCÍA el segundo, era secretario de cámara, miembro del Real Consejo y, por último, cronista del reino. Su primogénito, GONZALO GARCÍA, arcediano de Briviesca y, en 1414, representante de Aragón en el Concilio de Constanza; don ALFONSO , aún muy joven, deán de Santiago de Segovia; PEDRO, guarda de la persona del Rey.
Sin embargo, el joven monarca, débil de carácter y entregado por entero a sus aficiones literarias, comenzó a delegar, tácitamente, el poder, en un triunvirato, donde se destacó muy pronto su compañero de juegos infantiles, el enérgico don ALVARO DE LUNA. Y aquí aparecen los infantes de Aragón, apoyados por el reino vecino, por la todopoderosa familia HA-LEVÍ-SANTA MARÍA. Se intentó desbaratar el triunvirato con la táctica de hacer enemistar a don ALVARO DE LUNA con JUAN FURTADO DE MENDOZA, y atacando al restante don ABRAHAM BENVENISTE, por su condición de judío. Nada se consiguió. Pero don ENRIQUE , uno de los infantes redujo en el palacio real de Tordesillas al joven Rey. Sobrevino luego la ruptura entre los hijos del conquistador de Antequera, aprovechado por don ALVARO DE LUNA para sustraer la persona del monarca de la prisión y tutela, encerrándose con él en el castillo de Montalbán. Los conversos, a cuyo frente se hallaban los HA-LEVÍ-SANTA MARÍA, intentaron poner fin a la discordia entre los infantes, único medio de contrarrestar y destruir la nube que se les levantaba en el horizonte, representada por la poderosa y creciente privanzaza del valido. Se consiguió la paz entre los príncipes rivales, solicitando el infante don JUAN para ALFONSO DE SANTA MARIA un asiento en el Real Consejo de Castilla. Don ALVARO no opuso ningún reparo, intentando, al emplearlo a su principal ayuda. Entrado ya en tan peligroso juego, colocó al primogénito GONZALO en la silla episcopal de Astorga y envió como embajador a Portugal, a su hermano, el deán SEGOVIA, por este medio lisonjear sus ambiciones y separarlos de toda participación en las revueltas interiores.
Ya nombrado Gran Condestable, el valido intentó proseguir la lucha de la reconquista, consiguiendo el triunfo de la Higueruela, que hubiera posibilitado la entrada en Granada en 1431. Pero el temor de aumentar su poder, ante el gran hecho de la conquista del último reducto árabe en España, hizo que los grandes, juguete de los conversos, se retiraran de las filas del ejército, retardando sesenta años el fin de la reconquista.
Si bien don ÁLVARO DE LUNA había colocado en puestos de suma importancia del reino, a judíos conversos, confiada las rentas del Estado, a arrendadores judíos. Trajo, además, a su lado, mereciendo su confianza, a JUAN PACHECO, descendiente no lejano junto a su hermano, PEDRO GIRÓN, del judío RUY CAPON, y asoció a la administración de las rentas reales al converso segoviano DIEGO ARIAS DÁVILA; fundadores, respectivamente, de la casa nobiliarias de Villena, Osuna y Puñonrostro.
La tibia cordialidad que siempre que había existido entre el Condestable y los conversos se quebró, definitivamente, cuando JUAN II firma, a instancias de su valido, la Pragmática de Arévalo, en 1443, por la cual tomaba bajo su amparo y protección a los judíos y moros del reino. Documento que anulaba en gran medida, la obra que, durante CINCUENTA Y TRES AÑOS, la tenaz e implacable familia HA-LEVÍ-SANTA MARÍA había realizado, legislado u ordenado, sin piedad, contra sus hermanos de raza, “los judíos infieles”.
Jurada ya la muerte del Condestable por los conversos, los HA-LEVÍ-SANTA MARÍA utilizaron todos los medios a su alcance para coronación, valiéndose de las envidias de los grandes, y de la inquina de la Reina, doña LEONOR, que jamás perdonó el ascendiente que el valido tenía sobre su real esposo. Alevosas tentativas se repitieron en Madrigal, Tordesillas y Valladolid para lograr aquel propósito. Finalmente, trasladada la corte a Burgos y domada la resistencia del monarca, don ALFONSO SANTA MARÍA, pisoteando la dignidad del trono, olvidándose de la fe jurada y haciendo escarnio de su condición sacerdotal, vio llegado el momento de consumar su venganza. Junto con RUY DÍAZ DE MENDOZA, fue encargado de prender al Condestable. “Excusábase el maestre – dice AMADOR DE LOS RÍOS –de entregarse incondicionalmente, pidiendo ciertas seguridades a RUY DÍAZ; entrometiese el Obispo a observarle que no pusiese condiciones”, respondiéndole don ÁLVARO: “OBISPO, CALLAD AGORA VO SÉ NON CUREYS DE FABLAR DONDE CABALLEROS FABLAN: CUANDO FABLAREN OTROS DE FALDAS LUENGAS, COMO LAS VUESTRAS, ENTONCES FABLAD VOS; É NON CUREYS DE MÁS ALTERCAR AQUÍ” (Crónicas de don Álvaro, tít. CXXII).
Juzgado por el Consejo Real, donde se sentaban los conversos GONZALO GARCÍA DE SANTA MARÍA, ALFONSO Y ÁLVARO SÁNCHEZ DE CARTAGENA, DIEGO GONZÁLEZ FRANCO, PEDRO GONZÁLEZ DÁVILA, FERNANDO DÍAZ DE TOLEDO, JUAN GÓMEZ DE ZAMORA; y de estirpe dudosa (¿?), ALONSO GARCÍA DE GUADALAJARA, GONZALO RUIZ DE ULLOA, ALFNSO SÁNCHEZ DE LOGROÑO Y FERMÍN GÓMEZ DE FERRARA, el Condestable fue sentenciado a ser ejecutado “por mandamiento é non por sentencia”, siendo decapitado el 22 de junio de 1453 en la plaza de Valladolid. Habiéndose confiscado todos sus bienes, la caridad pública de los “cristianos viejos” debió sufragar los gastos del entierro del hasta ayer poderoso duque de Santiesteban, Maestre de Santiago don ÁLVARO DE LUNA, Gran Condestable de Castilla, víctima de la perfidia judaica de los “conversos iluminados”.
Catedra de Argentinidad: VICENTE D. SIERRA, RODOLDO IRAZUSTA, JULIO IRAZUSTA, ERNESTO PALACIO, JOSE MARÍA ROSA, ALBERTO EZCURRA MEDRANO, LEOPOLDO LUGONES, RAMÓN DOLL, MANUEL GÁLVEZ, LEONARDO CASTELLANI, ROBERTO DE LAFERRERE, los recordamos, hoy…
EN ESTE OSCURO 2009:
“LAS VERDADERAS NACIONES SON IDEAS”. Oswald Spengler.
Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus
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“Todo lo fueron al par porque todo lo ambicionaron los conversos del judaísmo”. - José Amador de los Ríos
“Lo más funesto es el gobierno del pueblo por sí mismo. Un pueblo no puede gobernarse a sí mismo, como tampoco mandarse a sí mismo un ejército. Tiene que ser gobernado, y así lo quiere, mientras posee instintos sanos”. - Oswald Spengler.
CASTILLA, comienzos de la segunda mitad del siglo XV. ¿Qué se hizo el Rey don JUAN?: polvo de las eras; ¿y los infantes de Aragón?: roció de los prados. ¿Cómo terminó el Papa LUNA?: depuesto y excomulgado; ¿y don ÁLVARO DE LUNA? : decapitado. ¿Consecuencias acaso de luchas dinásticas y ambiciones e intrigas de la levantisca nobleza en este denso y trágico período? Por supuesto que mucho de eso hubo. Pero cuando se desechan las historias convencionales y hurgamos entre los pueblos de Europa y hoy diríamos entre los entretelones esotéricos del drama, aparece la siniestra figura de la ambición y de la soberbia personificada en el… judío: ingrediente de disolución de un dios de destrucción.
La historia es maestra de la vida (magíster vitae), y aunque el drama de la humanidad es cambiante y jamás se repite, esta historia demuestra que hechos similares ocurren siempre y que el judío ha obrado en forma idéntica, en cualesquiera épocas, aún contra su misma estirpe. ¿Qué importa si son bolcheviques contra nazis, proletariados contra millonarios, pérfidos contra conversos, marranos contra infieles? Siempre fue y será…judíos contra judíos.
El espíritu de las antiguas leyes de los reinos y de los cánones de la Iglesia amparaban a judíos y conversos. El fanatismo de las masas es cierto que muchas veces se desborda, ya sea por prejuicios instintivos de raza (por la nariz se conoce y por el olor se olfatea, quién es de estirpe judaica), o por las ingentes riquezas acumuladas por la proverbial usura hebrea (judío, ave de rapiña, usurero, son sinónimos en todas las lenguas romances); ya por religión (pueblo deicida), o por los poderes y distinciones que con frecuencia ostentaban los hijos de Israel. Pero lo que muchos se niegan a reconocer es que los más fanática y desalmados antisemitas han sido y son judíos, TORQUEMADA inclusive, y el más cruel y feroz de todos, su dios: Yaweh.
Volvamos ahora a la península pirenaica y retrocedamos hasta fines del siglo XV fijando la mirada en el año 1391: observemos gran matanza de judíos en Castilla y Aragón. Más de 50.000 víctimas; conversiones en masa. Los que persisten en el mosaísmo y talmudismo, los “judíos infieles” como les apellidara el famoso converso PABLO DE SANTA MARÍA, eran perseguidos y reducidos a la impotencia por sus hermanos de raza, con el pretexto de ardoroso celo de neófitos, celo que les posibilitó asaltar todos los puestos del Estado, apoderándose de todas las dignidades y honores del reino, mezclando su sangre en las más altas jerarquías de la nobleza, haciendo descender su prosapia hasta las tribus de Judáh y de Leví, y osando,, muchos, considerarse descendientes de la casa de David y, por ende, de de la madre de Dios.
Antes de la famosa matanza de 1391, los entronques judíos con los hispanolatinos y visigodos provenían, generalmente, de amores ilícitos, salpicando de sangre semítica ilustres casas españolas; luego de aquella hecatombe o catástrofe (holocausto), la mezcla contamino todas las jerarquías sociales.
Muchas conversiones evidentemente fueron sinceras, merced a la prédica del dominico fray VICENTE FERRER (El Ángel del Apocalipsis), confesor de BENEDICTO XIII (EL PAPA LUNA). Por su predicación, es fama que el famoso rabino SELEMÓH HA-LEVÍ, que adoptó el nombre de PABLO DE SANTA MARÍA, abrazó el cristianismo. El hecho, sin embargo, es puesto en duda por JOSÉ AMADOR DE LOS RÍOS, célebre historiador de la “historia de los judios españoles”, judeohispano también. Lo cierto es que aquél doctísimo rabino, guía y lumbrera talmúdica de la grey judaica en SEFARAD (ESPAÑA), renegó de su fe, en Valladolid, no después de aquella matanza, sino precisamente un año antes, en 1390. La fecha plantea, pues, varios interrogantes. Conociendo el posterior itinerario de este feroz converso y de su familia, cabe preguntarse. ¿conocía, de alguna manera, don SELEMÓH, el inminente drama que ensangrentaría las ciudades españoles con las víctimas de su propia raza? ¿Tuvo él, acaso, alguna participación en ello? Solamente planteo el problema.
Junto con don SELEMÓH se convirtió su anciana madre, sus hermanos, que adoptaron los nombres de PEDRO SUÁREZ y ALVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA, y sus cinco hijos, GONZALO, MARÍA, ALFONSO, PEDRO y ÁLVARO. Contaba el doctísimo rabino, en 1390, cuarenta años. “Lo extraño del caso – comenta AMADOR DE LOS RÍOS – que hacía más peregrino y ruidoso el divorcio, motivado por la pertinencia de su esposa, al fin catequizada por sus lágrimas , la autoridad de su persona, la fama de su profundo saber…la acogida benévola y paternal con que lo distinguía el Romano Pontífice”. Don SALEMÓH tenía otro hermano de THOMÁS GARCÍA DE SANTO MARÍA, progenitor de la rama aragonesa de la famosa familia.
PABLO DE SANTA MARÍA abrazó, por supuesto, la carrera eclesiástica. Fue arcediano de Treviño, canónigo en la catedral hispalense, y en 1402 ocupó la silla episcopal de Cartagena. Cuatro años más tarde, ENRIQUE III lo elige como maestro de su tierno hijo don JUAN y, luego, canciller del reino y consejero de la corona. Al morir poco después el Rey “Doliente”, comenzó la lucha entre los ambiciones infantes de Aragón y su primo, el pequeño JUAN II de Castilla. Y aquí se ve la perfidia judaica de estos conversos. Don SELEMÓH (alias el Burguense), que el testamento de ENRIQUE III estaba al cuidado del príncipe hasta la edad de catorce años, fue eficaz auxiliar, junto con sus hijos y allegados, de las ambiciones pretensiones de los infantes, contra su rey y señor natural.
Siendo canciller del reino, vio aumentada su autoridad al ser investido por BENEDICTO XIII (EL PAPA LUNA), uno de sus bienhechores, como Legado a latere en toda la península. Sin embargo, al ser coronado FERNANDO DE ANTEQUERA (regente del rey y tío del joven soberano), como Rey de Aragón, dictaminó, a su pedido, contra el Pontífice, quitando a BENEDICTO XIII, a pesar del “Compromiso de Caspe” que posibilitó aquel arreglo dinástico, toda sombra de autoridad.
El rebelde Papa LUNA, último del gran cisma de Occidente, al no querer deponer su intransigente actitud, fue depuesto y excomulgado por el Concilio de Pisa y luego por el de Perpignan (Francia), muriendo en 1423 en el castillo de Peñíscola. Sin embargo, y a pesar de esta deslealtad, don SELEMÓH, ya Obispo de Burgos, y luego su hijo ALFONSO, su sucesor en la misma silla episcopal, hicieron legitimar por el Concilio de Basilea la Bula Etsi doctoribus gentiun, que aquel Pontífice había promulgado, a sus instancias, en 1415, contra los judíos españoles, y cuya ejecución en toda la península había sido encomendada por el mismo BENEDICTO XIII, y luego por MARTÍN V, a su hijo GONZALO, Obispo de Sigüenza.
Tres años antes, el todopoderoso converso había arrancado a la Reina, doña CATALINA (Gobernadora durante la minoridad de don JUAN II), una pragmática sobre el encerramiento de los judíos de Castilla y régimen de las juderías. Con imprudencia, don SELEMÓH hizo incluir a los mudéjares para no aparecer exclusivamente perseguidor de su propia estirpe. Veinte años después, ya octogenario, escribía el famosísimo Scrutinium Scripturarum, intentando demostrar las falsedades del Talmud y las verdades del Evangelio, explicando los principales misterios teológicos del Cristianismo y lanzando contra sus hermanos de raza el terrible cargo de “DEICIDAS”. “Los judíos infieles decía, además –(Scrut. Scrip. IIª parte, disert. IV, cap. X)- tenían el cetro del dominio y del gobierno”. Era, pues, necesario arrebatarles ese dominio de España, y esa era la obra de los neófitos. Neófitos iluminados, apellidada a los que combatían como él, al judaísmo.
Habíamos dicho que al morir ENRIQUE le sucedió en el trono su hijo JUAN II, que contaba con dos años de edad. El gobierno, nominalmente en manos de su tío, el regente FERNANDO DE ANTEQUERA, y de su madre, CATALINA DE LANCASTER, estaba en manos de la familia HA-LEVÍ-SANTA MARÍA. Don SELEMÓH, asentado en la silla episcopal de Burgos, constituía el verdadero poder, compartido con sus hermanos e hijos.
PEDRO SUÁREZ, el mayor de los primeros, había sido encargado del fiel cumplimiento del testamento del Doliente: ALVAR GARCÍA el segundo, era secretario de cámara, miembro del Real Consejo y, por último, cronista del reino. Su primogénito, GONZALO GARCÍA, arcediano de Briviesca y, en 1414, representante de Aragón en el Concilio de Constanza; don ALFONSO , aún muy joven, deán de Santiago de Segovia; PEDRO, guarda de la persona del Rey.
Sin embargo, el joven monarca, débil de carácter y entregado por entero a sus aficiones literarias, comenzó a delegar, tácitamente, el poder, en un triunvirato, donde se destacó muy pronto su compañero de juegos infantiles, el enérgico don ALVARO DE LUNA. Y aquí aparecen los infantes de Aragón, apoyados por el reino vecino, por la todopoderosa familia HA-LEVÍ-SANTA MARÍA. Se intentó desbaratar el triunvirato con la táctica de hacer enemistar a don ALVARO DE LUNA con JUAN FURTADO DE MENDOZA, y atacando al restante don ABRAHAM BENVENISTE, por su condición de judío. Nada se consiguió. Pero don ENRIQUE , uno de los infantes redujo en el palacio real de Tordesillas al joven Rey. Sobrevino luego la ruptura entre los hijos del conquistador de Antequera, aprovechado por don ALVARO DE LUNA para sustraer la persona del monarca de la prisión y tutela, encerrándose con él en el castillo de Montalbán. Los conversos, a cuyo frente se hallaban los HA-LEVÍ-SANTA MARÍA, intentaron poner fin a la discordia entre los infantes, único medio de contrarrestar y destruir la nube que se les levantaba en el horizonte, representada por la poderosa y creciente privanzaza del valido. Se consiguió la paz entre los príncipes rivales, solicitando el infante don JUAN para ALFONSO DE SANTA MARIA un asiento en el Real Consejo de Castilla. Don ALVARO no opuso ningún reparo, intentando, al emplearlo a su principal ayuda. Entrado ya en tan peligroso juego, colocó al primogénito GONZALO en la silla episcopal de Astorga y envió como embajador a Portugal, a su hermano, el deán SEGOVIA, por este medio lisonjear sus ambiciones y separarlos de toda participación en las revueltas interiores.
Ya nombrado Gran Condestable, el valido intentó proseguir la lucha de la reconquista, consiguiendo el triunfo de la Higueruela, que hubiera posibilitado la entrada en Granada en 1431. Pero el temor de aumentar su poder, ante el gran hecho de la conquista del último reducto árabe en España, hizo que los grandes, juguete de los conversos, se retiraran de las filas del ejército, retardando sesenta años el fin de la reconquista.
Si bien don ÁLVARO DE LUNA había colocado en puestos de suma importancia del reino, a judíos conversos, confiada las rentas del Estado, a arrendadores judíos. Trajo, además, a su lado, mereciendo su confianza, a JUAN PACHECO, descendiente no lejano junto a su hermano, PEDRO GIRÓN, del judío RUY CAPON, y asoció a la administración de las rentas reales al converso segoviano DIEGO ARIAS DÁVILA; fundadores, respectivamente, de la casa nobiliarias de Villena, Osuna y Puñonrostro.
La tibia cordialidad que siempre que había existido entre el Condestable y los conversos se quebró, definitivamente, cuando JUAN II firma, a instancias de su valido, la Pragmática de Arévalo, en 1443, por la cual tomaba bajo su amparo y protección a los judíos y moros del reino. Documento que anulaba en gran medida, la obra que, durante CINCUENTA Y TRES AÑOS, la tenaz e implacable familia HA-LEVÍ-SANTA MARÍA había realizado, legislado u ordenado, sin piedad, contra sus hermanos de raza, “los judíos infieles”.
Jurada ya la muerte del Condestable por los conversos, los HA-LEVÍ-SANTA MARÍA utilizaron todos los medios a su alcance para coronación, valiéndose de las envidias de los grandes, y de la inquina de la Reina, doña LEONOR, que jamás perdonó el ascendiente que el valido tenía sobre su real esposo. Alevosas tentativas se repitieron en Madrigal, Tordesillas y Valladolid para lograr aquel propósito. Finalmente, trasladada la corte a Burgos y domada la resistencia del monarca, don ALFONSO SANTA MARÍA, pisoteando la dignidad del trono, olvidándose de la fe jurada y haciendo escarnio de su condición sacerdotal, vio llegado el momento de consumar su venganza. Junto con RUY DÍAZ DE MENDOZA, fue encargado de prender al Condestable. “Excusábase el maestre – dice AMADOR DE LOS RÍOS –de entregarse incondicionalmente, pidiendo ciertas seguridades a RUY DÍAZ; entrometiese el Obispo a observarle que no pusiese condiciones”, respondiéndole don ÁLVARO: “OBISPO, CALLAD AGORA VO SÉ NON CUREYS DE FABLAR DONDE CABALLEROS FABLAN: CUANDO FABLAREN OTROS DE FALDAS LUENGAS, COMO LAS VUESTRAS, ENTONCES FABLAD VOS; É NON CUREYS DE MÁS ALTERCAR AQUÍ” (Crónicas de don Álvaro, tít. CXXII).
Juzgado por el Consejo Real, donde se sentaban los conversos GONZALO GARCÍA DE SANTA MARÍA, ALFONSO Y ÁLVARO SÁNCHEZ DE CARTAGENA, DIEGO GONZÁLEZ FRANCO, PEDRO GONZÁLEZ DÁVILA, FERNANDO DÍAZ DE TOLEDO, JUAN GÓMEZ DE ZAMORA; y de estirpe dudosa (¿?), ALONSO GARCÍA DE GUADALAJARA, GONZALO RUIZ DE ULLOA, ALFNSO SÁNCHEZ DE LOGROÑO Y FERMÍN GÓMEZ DE FERRARA, el Condestable fue sentenciado a ser ejecutado “por mandamiento é non por sentencia”, siendo decapitado el 22 de junio de 1453 en la plaza de Valladolid. Habiéndose confiscado todos sus bienes, la caridad pública de los “cristianos viejos” debió sufragar los gastos del entierro del hasta ayer poderoso duque de Santiesteban, Maestre de Santiago don ÁLVARO DE LUNA, Gran Condestable de Castilla, víctima de la perfidia judaica de los “conversos iluminados”.
Catedra de Argentinidad: VICENTE D. SIERRA, RODOLDO IRAZUSTA, JULIO IRAZUSTA, ERNESTO PALACIO, JOSE MARÍA ROSA, ALBERTO EZCURRA MEDRANO, LEOPOLDO LUGONES, RAMÓN DOLL, MANUEL GÁLVEZ, LEONARDO CASTELLANI, ROBERTO DE LAFERRERE, los recordamos, hoy…
EN ESTE OSCURO 2009:
“LAS VERDADERAS NACIONES SON IDEAS”. Oswald Spengler.
Editó Gabriel Pautasso
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El Santo Niño de La Guardia (Toledo), mártir
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