Nobles, discretos varones
Que gobernáis a Toledo
En aquestos escalones
Desechad las ambiciones,
Codicias, amores, miedos.
Por los comunes provechos
Dejad los particulares.
Pues vos fizo DIOS pilares
De tan altísimos techos,
ESTAD FIRMES y DERECHOS.
(MANRIQUE, siglo XVI)
El 30 de octubre de 1950, TEILHARD DE CHARDIN (Siglo XX) redactaba en París la nota que transcribimos integralmente, bajo el título que él mismo le diera:
“LO FEMENINO o LA UNIDAD”
“Lo más vivo del Tangible es la Carne. Y para el hombre, la Carne es la Mujer.
“Perdido desde la niñez, al descubrimiento del Corazón de la Materia, era inevitable que me encontrara un día frente a lo Femenino. Lo curioso es que tan solo, en el caso, el encuentro haya esperado para producirse, mis treinta años de edad. Tan grande era para mi la felicidad del Impersonal y del Generalizado. Extraño atraso entonces.
“Pero, atraso fecundo, ya que, penetrando mi alma en el momento preciso en que, la vigilia de la guerra, el Sentido Cósmico y Sentido Humano estaba en tren de salir, en mí, de la niñez. La nueva energía no tenía más peligro para mí, de desviar o disipar mis fuerzas, pero, caían a plomo, sobre el mundo de mis aspiraciones espirituales, cuya enormidad, todavía un poco fría, no esperaba más que eso para fermentar y organizarse hasta el fin.
“Entonces a la historia de mi visión interior, tal como lo cuento en estas páginas, a la historia, digo, le faltaba un elemento (un atmósfera…) si no mencionara al terminar que, a partir del momento crítico en que, rechazando mucho de los viejos moldes familiares y religiosos, empecé a despertarme y a definirme verdaderamente a mí mismo, nada se desarrollo en mí sino bajo la mirada e influencia de la Mujer.
“Evidentemente no se esperará de mí, otra cosa aquí, sino el homenaje general, casi adoración subiendo de los más profundos rincones de mi ser, hacia éstas, cuyo calor y encantos, han pasado gotita a gotita, en la sangre de mis ideas más queridas.
“Pero sino pudiera en tal materia, ni precisar ni describir, al contrario lo que puedo afirmar es una doble convicción progresivamente nacida en mí, al contacto de los hechos y de las que, con una plena serenidad, e imparcialidad, que vienen con la edad, quiero testimoniar.
“En primer lugar, me parece indiscutible “en derecho tanto como de hecho” que en el hombre (aunque y si fuera entregado al servicio de una causa o de un Dios) ningún acceso es posible a la madurez y a la plenitud espiritual fuera de alguna influencia “sentimental” que viene en él a sensibilizar la inteligencia y excitar por lo menos al principio, las potencias de amar. No nomás que de luz, de oxigeno o de vitaminas, ningún hombre puede (es una evidencia cada vez más fulgurante) prescindir del FEMENINO.
“En segundo lugar, por primordial y estructural que sea, en psiquismo humano, el encuentro de los sexos que hace la plenitud, nada demuestra, mucho al contrario, que poseyéramos todavía una idea exacta del funcionamiento y de las formas óptimas de esta fundamental complementalidad.
“Entre un matrimonio polarizado socialmente en o sobre la reproducción y una perfección religiosa siempre presentada teológicamente en término de separación, una tercera vía 8no digo media, sino superior) nos falta por cierto; vía exigida por la transformación revolucionaria en nuestro pensamiento por la transformación de la noción de “espíritu”. Espíritu, lo hemos visto, no más de inmaterialización, sino de síntesis, MATERIA MATRIZ. No más huida por atrincheramiento, sino conquista por sublimación de insondables potencias espirituales, todavía adormecidas bajo la atracción mutua de los sexos: tales son, y estoy cada vez más persuadido de ello, la secreta esencia y la magnifica tarea futura de la Castidad.
“Una y otra constatación encuentra su justificación y su lugar en la perspectiva siguiente.
“Siempre insistí anteriormente en mi interpretación de la NOOGENESIS, sobre del fenómeno de la supercentración individual llevando la conciencia corposcular a doblegarse sobre sí mismo en forma de PENSAMIENTO. Y BIEN, HE AQUÍ QUE, A ESTE GRAN ACONTECIMIENTO CÓSMICO DE LA REFLEXIÓN, un complemento esencial se descubre a quien sabe ver, bajo la forma de lo que podríamos llamar “el paso de la amorización” (enamoramiento). Aún después del relámpago, de un individuo repentinamente revelado a sí mismo, el hombre elemental, quedaría completo si, por el encuentro con el otro sexo, con la atracción céntrica de persona a persona, no se inflamara.
“Entonces, antes de la aparición de una molécula reflexiva, aparece la formación de una “DIADE AFECTIVA”.
“Tan solo (es decir, a partir de esta chispa primera) toda la evolución que hemos descripto, es a saber, la gradual y grandiosa elaboración de un Neo-Cósmico, de un Ultra Humano y de un Pan Crístico. Los tres no sólo iluminados radicalmente de inteligencia pero todavía impregnados en la materia entera, como por un cemento unitivo, el universal Femenino.”. (Transcripto de la Revista “ROMA”, año I, nº 2, Buenos Aires, noviembre de 1967, pág. 79 y 80). Años: 1950-1967-2009: 59 años
DATOS ESENCIALES:
El otro amigo y maestro de HENRI DE LUBAC, padre del Vaticano II, era el Padre JESUITA PIERRE TEILHARD DE CHARDIN, quien era autor, en cambio, de un nuevo sistema filosófico-teológico panevolucionista, una especie de híbrido darwiniano-hegeliano al que consideraba nada menos que “la religión del futuro”, un “metacristianismo” destinado a destruir a la Iglesia católica por conducto de la sistemática reinterpretación de sus dogmas en clave gnóstica. (H. de Lubac, Memoria introno alle mie opere, Milán, ed. Jaca Book.; Étienne Gilson, carta del 22-1-1965 al Padre de Lubac, en Lettres de monsieur –Éttiene Gilson au père de Lubac, ed. Du cerf, 1986).
Según el sistema del Padre TEILHARD, que nacía de un entusiasmo personal suyo por la mítica teoría evolucionista darwiniana (porque de un mito se trata), la materia inorgánica evolucionó hacia la orgánica, mientras esta última alcanzó su estadio más alto con el hombre, cuya alma no era más que el fruto espontáneo de una evolución ulterior de la materia. Pero el proceso no debía pararse ahí, sino continuar inexorablemente, en la saga de ciencia-ficción ideada por TEILHARD, hasta que la humanidad alcanzara un nivel “sobrehumano”, de manera que se “cristificara” en lo que él denominaba “punto omega”, un “Cristo Cósmico” entendido en sentido panteísta.
“Yo creo que el Universo es una Evolución – sintetizaba así de CHARDIN su pensamiento - . Creo que la Evolución va hacia el Espíritu. Creo que el Espíritu termina en algo Personal. Creo que lo Personal supremo es el Cristo Universal”. (Comment Je crois (“Como yo creo”), París, Ed. Du Seuil, pág. 117).
Y además: “Lo que va dominando mi interés y mis preocupaciones interiores (…) es el esfuerzo por establecer en mí, y por difundir en derredor mío, una nueva religión (llamémosla un cristianismo mejor, si quiere usted), en la que el Dios personal cesa de ser el gran propietario “neolítico” de antaño para hacerse el alma del Mundo exigida por nuestro estadio cultural y religioso”. (Lettres á Léontine Zanta, París, ed. Desclée de Brouwer, 1965).
“No hay, en concreto, ni Materia ni Espíritu: sólo existe la Materia que se hace Espíritu. No hay en el Mundo ni Espíritu ni Materia: el “tejido del Universo” es el Espíritu-Materia. Sé muy bien que a está idea (…) se la ve como un mostruoso híbrido (…) pero sigo convencido de que las objeciones que suscita dependen del hecho de que pocos se deciden a abandonar un punto de vista antiguo para correr el albur de asumir una noción nueva”. (L´Énergie Humaine, París, Ed. Du Seuil).
Todo eso no podía dejar de desembocar en una apostasía abierta de la Fe:
“Si yo llegara a perder mi fe en Cristo más adelante como consecuencia de alguna crisis interior - había escrito ya, en efecto, el Padre TEILHARD en 1934 ., a perder mi fe en un Dios personal, mi fe en el Espíritu, me parece que continuaría creyendo en el Mundo. El Mundo (el valor, la infalibilidad y la bondad del Mundo), tal es, en último análisis, la primera, la última y la única cosa en la que yo creo.
Es por esta fe por la que vivo. Y es a dicha fe, así lo siento, a la que me abandonaré en el momento de morir, por encima de cualquier duda (…) Yo me abandonaré a la fe confusa en un Mundo único e Infalible, me lleve a donde me llave”. (Comment je crois, París, ed. Seuil, 1969).
Como para los demás neomodernistas de la nouvelle théologie, la idea del Padre TEILHARD era la de seguir anidando, como un virus mortal, en el seno de la “vieja” Iglesia católica, con un objetivo bien definido: el de vaciarla desde adentro para transformarla luego en una “superiglesia” ecuménica en el sentido más amplio del término.
Con razón el filósofo mediavelista ÉTIENNE GILSON, que había conocido en persona al Padre TEILHARD, efectuaba la siguiente denuncia: “(…) Esto me devuelve a la duda que me consume: ¿fue Teilhard de Chardin nada más que un incoherente, o fue, por el contrario, el más disimulado de los heresiarcas, el de mayor doblez, lúcidamente consciente de lo que estaba haciendo y resuelto a gangrenar la Iglesia desde dentro sin dejar de pertenecer a ésta? Naturalmente, lo que yo llamo pudrir a la Iglesia significaba para él renovarla; puede que significara proceder efectuar una reforma en comparación de la cual, como dice él mismo, resultaría superficial la que realizó la doctrina del Verbo en el siglo II de nuestra era Había un orgullo luciferino en este designio. Era el triunfo del naturalismo y del secularismo que medran en nuestro tiempo”. (Carta del 14-VIII-1967 a AUGUSTO DEL NOCE, Penseri di un uomo libero, publicada en 30 Giorni, abril de 1991. Es verdadero maestro de la filosofía política contemporánea. Ver de la revista “Gladius”, año 18, nº 50, Pascua de 2001, de Gabriel S. P. Pautasso, “Augusto del Noce, filósofo católico del siglo XX”, p. 67-83, Bs. As. ). Ciertamente se hallaba embebido de todos los modos de la “ciencia ficción”, de inmanentismo, subjetivismo y evolucionismo e materia dogmática. Resultaría interesante asimismo saber que el Padre HENRI DE LUBAC, EL “PADRE DEL VATICANO II, fue también el propagandista más empedernido y entusiasta, en el ámbito católico, del “pensamiento” de su amigo TEILHARD (debidamente filtrado).
Ahora bien, el Papa JUAN XXIII moría el 3 de junio de 1963, en pleno desarrollo del concilio. El 21 de junio de ese año se elegía como Sumo Pontífice a su amigo GIONANNI BATTISTA MONTINI (a quien RONCALLI había creado cardenal en seguida, poco después de su elevación al solio pontificio), admirador de TEILHARD DE CHARDIN de DE LUBAC y de la Nouvelle théologie en general, el cual tomó en nombre de PABLO VI.
El ala liberalmodernista del concilio podía exultar de júbilo, si ya bajo el Papa JUAN había podido gozar de mucha libertad de acción, de entonces en adelante tendría casi vía libre merced al sostén y la protección del Papa MONTINI.
Una de las primeras preocupaciones de PABLO VI fue asimismo la de hacer que se invitara - siempre de manera indirecta y transversal, se entiende – al Padre DE LUBAC a que hablara sobre TEILHARD DE CHARDIN en el Congreso Tomista Internacional de septiembre de 1963.
“Muchos granes teólogos de gran fama – escribe el Padre RENÉ LATOURELLE, S. J. - , que se hallaban ausentes al principio (porque habían incurrido en alguna censura o eran sospechosos de herejía – (…) poco a poco en el círculo de los expertos gracias a la influencia discreta de PABLO VI, que les manifestaba su favor recibiéndolos en audiencia privada, concelebrando con ellos, loando su colaboración.
Abusando de su autoridad, había comenzado a ejercer para rehabilitar, sin justificación alguna, a teólogos y exegetas condenados en el pasado por la Iglesia: era tan grande que el propio DE LUBAC no pudo recatarse de subrayar con satisfacción:
“Cuando se sabe que el Padre BOYER fue el gran adversario ROMANO de TEILHARD (¡y no menos mío!”), esta carta cobra todo un significado.
Y cuando se sabe que PÍO XII había alejado a DE LUBAC de la enseñanza, y que el Padre TEILHARD DE CHARDIN había sido reprobado por un Monitum del Santo Oficio que denunciaba la presencia en sus escritos de “ambigüedades y hasta errores graves en materia filosófica y teológica, tales que ofenden la doctrina católica”, por lo cual exhortaba a los obispos y a autoridades académicas “a defender las almas, sobre todo las de los estudiantes de los peligros ínsitos en las obras del padre TEILHARD DE CHARDIN y sus seguidores” (decreto del 30 de junio de 1962), se puede medir toda la magnitud de la traición a la Fe y a las almas que estaba realizando PABLO VI, al menos en el plano objetivo.
Otro escandaloso: la “rehabilitación”, sin retracción alguna por parte de éstos, de los Padres M. ZERWICH y S. LYONNET, exegetas jesuitas, a quienes el Santo Oficio había discapacitado otrora por sus evidentes herejías. (Francesco Spadafora, La Tradizione contro el Concilio, Roma, ed. Volpe, 1989).
Por último, también hoy mismo, antes de ayer, se levanta la misma voz del Señor JESÚS para decirles:
“SIMÓN, SIMON, Satanás os busca para acecharos como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.” (Lc 22, 31-32).
ESTAD FIRMES Y DERECHOS.
ADAN y EVA EN EL HOMENAJE A DARWIN Y TEILHARD o DARWIN Y TEILHARD EN EL HOMENAJE A ADAN y EVA.Citas citables o aparato crítico:
1) Padre Dominique Bourmaud, Cien años de modernismo. Genealogía del Concilio Vaticano II, Ediciones Fundación San Pío X, Buenos Aires, 2006. 444 pp.
Cap. 15: Teilhard de Chardin, el profeta del Cristo cósmico.
Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955).
Teilhard se mofaba de la idea de la continencia sexual, y hacia burla de las “colonias de vírgenes” y “las corrientes de continencia en el matrimonio”. La orden dada por Dios a Adán y Eva “creced y multiplicaos” ya no tenía aplicación. Ahora deberíamos usar la eugenesia para tratar de lograr el óptimo en nacimientos, no el máximo en reproducción. Porque “mañana serán dispositivos de este tipo,(medios mecánicos inventados por la ciencia) los que se emplearán para controlar la vida o la nueva biología”. Mientras tanto, según declaraba Teilhard, tenemos “el derecho absoluto de tratar todo hasta el final… incluso en materia de biología humana” (sexualidad, eutanasia, concepción in Vitro, homosexualidad). Parece algo extraordinario que los jesuitas, que tanto parecían interesarse por la idea de luchar contra la opresión sociopolítica, no se sintieron horrorizados por los espectros que tal suscitaba, sobre todo después de los experimentados hechos por
Hitler en seres humanos con el mismo propósito. Pero el celo y la euforia de la época que triunfarán las ideas de TEILHARD. (MALACHI MARTIN, p. 287, 288).
Armorización, hominización, cristogénesis, cristificación, pleromización, excentración, etc.; la letanía de palabras híbridas e indefinidas es larga. D. Bourmaud, p. 230.
Tiene la sensación de poseer, por sus estudios, sus relaciones y sus dones mismos, una especie de misión científico-religiosa in partibus infidelium. Du Lubac, la Pensée religieuse, p. 328.
Cristo es el término de la evolución incluso natural de los seres: la evolución es santa. Frénaud, p. 18.
Dios mío…, para que no sucumba a la tentación de maldecir al Universo, haz que lo adore, viéndote oculto en él. La gran palabra liberadora, Señor, la palabra que revela y opera al mismo tiempo, repítemela, Señor: “Hoc est corpus meun”. En realidad, si lo queremos, el monstruo, la sombra, el fantasma, la tormenta, eres Tú… En el fondo, no son más que las especies o las apariencias de un mismo Sacramento. Frénaud, p. 11.
Tercera naturaleza de Cristo, en un sentido verdadero, que no sería humana ni divina. Sino cósmica”. Opúsculo Le Critique, en Frénaud, p. 19.
Para convertirse en el Alfa y el Omega, Cristo debe, sin perder su dimensión humana, hacerse coextensivo a las dimensiones físicas del tiempo y del espacio. En Frénaud, ibíd.
El motor esencial de una humanización que conduce a unas ultrahumanización. La deriva cósmica se mueve en dirección de un increíble estado casi “monomolecuar”… en el cada ego está destinado a alcanzar su paroxismo en algún misterioso superego… Sólo esa integración podrá hacer que aparezca la forma del hombre futuro, en la cual el hombre habrá alcanzado plenamente el fin y la cima de su ser. En Courrier II, p. 101, texto de Teilhard explicado en el mismo sentido panteísta por RATZINGER, en La foi crétienne, hier et aujour´hiu, p. 162.
Teilhard explica que ésta desemboca en la religión sincretista, es decir, en la convergencia general de las religiones hacia un Cristo universal que, en el fondo, las satisfaga a todas. Ésta le parece ser la única conversión posible al Mundo y la única forma imaginable para una Religión del futuro. Citado por Garrigou-Lagrange, cáp. 19.
En realidad, ni su persona ni sus ideas se vieron inquietadas seriamente, ya que poderosos protectores lo cubrieron con un púdico velo. Mucho después el gran público supo que Teilhard, durante 25 años, había sido el amante platónico de la escultora Lucile Swan, protestante divorciada, según dice Mantovani en Avvenire, 14 de febrero de 1995, p. 17.
Sus obras, imbuidas de modernismo, nunca fueron condenadas durante su vida, y en 1962 un simple Monitum, que estaba lejos de tener la fuerza de una inclusión en el Índice, declara sus obras póstumas como “llena de ambigüedades, o más bien de graves errores”, que ofenden la doctrina católica”. D. B. p. 234/235.
Donde lo más presupone lo menos, donde por la Evolución algo sustancial se depura y pasa realmente del polo material al polo espiritual del Mundo. En Philippe de la Trinité, Rome et Teilhard de Chardin, p. 72-74.
En un momento dado aparecieron hombres – homo sapiens – en distintos puntos del globo. Esto supone afirmar el poligenismo que desprecia el dogma del pecado original universal, el cual exige, al contrario, la existencia de una sola pareja en los orígenes de la humanidad.
Teilhard habría sido inventado por San Agustín: ¡No me hablen de ese hombre nefasto: lo echo a perder todo al inventar lo sobrenatural”. Dietrich von Hildebrand,The Trjan horse, apéndice, p. 227. Contra la voluntad, el apéndice fue suprimido en la traducción francesa del libro (Savoir I, p. 74).
Para ser Dios, debía crear el mundo. Teilhard, Le Coeur de la matière, en Frénaud, pp. 14-15.
“NO ME DÍ CUENTA DE QUE, inevitablemente, a medida que Dios “metamorfoseaba” el mundo, desde las profundidades de la Materia hasta las cimas del Espíritu, el mundo, a su vez, debía “endomorfizar” a Dios. Bajo el efecto mismo de la operación unitiva que lo revela a nosotros, Dios “se transforma” en cierto al incorporarnos a sí”. (En Philippe de la Trinité, pág. 163). “No acepto la postura “antipanteísta” que Ud. me atribuye Al contrario, soy esencialmente panteísta de pensamiento y de temperamento; y toda mi vida la pase pregonando que existe un verdadero “panteísmo de unión”, Deus Omnia in ómnibus(un pancristismo, diría BLONDEL) frente al seudopanteísmo de disolución, Deus Omnia. Y por esto mismo no siento ninguna simpatía por el Creacionismo bíblico, salvo en la medida en que éste establezca la posibilidad de unión. Dejando eso de lado, la idea de creación bíblica me parece infantil y antropomórfica”. (Carta del 14 de enero de 1954, en Philippe de la Trinité, pág. 168). “Si consecuencia de algún trastorno interior, llegara a perder sucesivamente mi fe en Cristo, mi fe en un Dios personal, mi fe en el Espíritu, me parece que seguiría creyendo en el Mundo. El Mundo (el valor, la infalibilidad y la bondad del mundo) es, en última instancia, la primera y única cosa en que creo… Me abandono a la fe confusa en un Mundo uno e infalible, donde quiera que me conduzca”. (Comment je crois, texto fechado en 1934, citado por el Ossevatore Romano del 1º de julio de 1962, presentando el MONITUM del Santo Oficio, en Philippe de la Trinité, pág. 190).
La religión en que el hombre se autodiviniza y se adora a sí mismo es la negación del pecado original y el rechazo del Salvador. Estamos en el corazón de la herejía modernista. (Meinvielle, Julio, De la cábala al progresismo, conclusión).
Esa división de las creencias y de la cultura en dos posturas antagónicas constituye la trama de la Historia considerada en su conjunto. El primer hombre sucumbió a la misma tentación que Lucifer: querer ser como Dios. Y después del pecado original, la historia de las religiones, es un perpetúo volver a empezar. En la doctrina católica, todo se sostiene recíprocamente o todo se derrumba. La redención es correlativa al dogma del pecado original. Entre otras razones, por la fe en el Salvador del género humano.
La creencia panteísta tiene siete vidas. En esto, la Historia corrobora lo que por principio enseñaba ya la teología sobre el origen único de todas las herejías. El panteísmo repite en el hombre el pecado de Lucifer y de los ángeles, y no es nada sorprendente que todas las herejías echen en él raíces. La misma tentación del Dios inmanente, del hombre que hace más de veinte siglos.
Así pues, cuando Teilhard llega al campo de las ideas después del período modernista, sólo tiene que referirse a sus predecesores para proseguir con sus temas habituales. Quizá fue a consultar también a Madame Blavastsky y su movimiento teosófico, nacido poco después de Darwin. El teosofismo niega la existencia de un dios personal y creador de todas las cosas. Según esta teoría, Dios es idéntico y consubstancial al mundo, la materia con el espíritu. Por otro lado, distingue el Cristo singular (el Dios antropomorfo que, según ellos, es sólo u sabio como Buda) del Cristo universal. Véase Hugon, Les 24 thèses thomistes, pp. 80-86; Action familiale et scolaire, “Connaissance élémentarie du Novel Âge”, suplemento del número 94, pp. 52-53. Theilhard no oculta que ideas huelen a maniqueismo. Escribe en L´union creatrice:”(Mi concepción) sugiere que la creación no fue absolutamente gratuita, sino que representa una obra de interés casi absoluto. Todo esto redolet manicheismun… En verdad, pero, sinceramente, ¿se pueden evitar esos escollos, esas paradojas – sin caer en explicaciones puramente verbales?” (en Frénaud, p. 15).
Aunque la religión panteísta siempre existió como fenómeno oculto trasmitido por la masonería y las sectas, de ahora en adelante, aunque ya muy poderosos, del NEW AGE. Nos bastará con citar la profesión de fe de un periodista partidario de esa Nueva Era de Acuario para comprender la influencia panteísta, hegeliana, teilhardiana, y por qué no confesarlo, luciferiana, de ese movimiento:
“El universo en su totalidad es un ser espiritual, vivo y consciente, del cual nosotros formamos parte. Esa Conciencia, llámese “Dios” o como convenga, está habitada por aspectos de sí misma, es decir, por seres conscientes. El universo no es más que una sola y misma vibración, el Amor. A partir del Amor van a ser engendradas las conciencias, ya como aspectos vibratorios, ya como sombras, de fuentes luminosas. Los seres humanos se han creado a sí mismos para experimentar el amor, la inteligencia, la materia y la acción. Atravesamos una serie una serie de vidas encarnadas y desencarnadas que nos han de conducir a la fusión final con la Conciencia Única, que es la identidad subyacente de todos lo que existe en el universo, y es el origen y destinote todos los seres separados. Hay que preparar el futuro de a humanidad, el Hombre Nuevo, un ser del que aún no podemos tener idea de cómo será, como tampoco podemos sospechar en qué consistirá la originalidad de la Conciencia colectiva humana. La misión que nos incumbe a nosotros, hombres de la Nueva Era, es la de volver a conducir a un estado de conciencia a un estado de conciencia anterior a la caída a todos los seres humanos capaces de ser receptivos. Poco a poco, esa nueva conciencia se introducirá en las actividades cotidianas de los hombres de los hombres y, cada vez más, las células humanas individuales tomarán conciencia de lo que sucede. El cambio se acelerará a una velocidad exponencial. (Eric Pigani, Channel, les médiums du Novel Âge).
Aun cuando, en 1919, BLONDEL se había escandalizado de las afirmaciones exageradas de una acción demasiado naturalista y física de Cristo en el mundo, mantuvo, no obstante, una gran admiración por este amigo de sus amigos.
“Comparto también en todo (y siempre compartido) las ideas y sentimientos del padre Teilhard sobre el problema cristológico” (Blondel, 5 de diciembre de 1919, en Courrier II, p. 175).
RATZINGER lo cita elogiosamente por haber replanteado las relaciones del hombre con el CRISTO a partir de la imagen actual del mundo. No duda en mezclar el sueño de Teilhard con la cristología de San Pablo.
“A partir de ahí, la fe verá en Cristo el comienzo de un movimiento que introduce cada vez más a la humanidad dividida en el ser del hombre futuro. Verá en Cristo el movimiento hacia ese porvenir del hombre, en que éste se verá totalmente “socializado” e incorporado a lo Único. Cristo, el último hombre: el más hombre, el hombre verdadero, es aquél que es ilimitad, es aquél que es más ilimitado, el que no sólo entra en contacto con el Infinito, sino que es uno con Él: Jesucristo. En Él, el proceso de hominización llega realmente a su término” (RATZINGER, La foi chrétienne, hier et aujourd, pp. 159-163, en Courrier II, pp.100- 101).
El Papa PABLO VI manifiesta también su amistad por ese abanderado de los nuevos tiempos. En una entrevista con el Padre BOYER, uno de los adversarios más encarnizados de Teilhard, el Papa lo exhorta a rehabilitar simultáneamente a Teilhard y a DE LUBAC. BOYER, bajo la presión pontificia, se ve obligado a escribir a De Lubac, señalándole:
“la gran estima que (el Papa) siente hacia su persona y sus escritos. Al mismo tiempo, ha expresado, a pesar de algunas reservas, un juicio sobre el Papa que a usted no le habría disgustado. Mis reflexiones me han llevado a pensar, pues, que en este congreso debería haber una ponencia sobre nuestro tema que fuese favorable al pensamiento del padre Teilhard de Chardin”. (Courrier II, p.92).
El futuro JUAN PABLO II se había familiarizado con Teilhard desde hace mucho tiempo, ya que era, según los expertos, el autor más citado junto De Lubac. Como su émulo, piensa que la evolución sirve de explicación en materia religiosa, que suele llamarse historicismo del dogma. El Papa comparte su visión escatológica y la he aplicado particularmente al año 2000. Cree también en la salvación colectiva de lsa humanidad. Su admiración por Teilhard, iguala por lo menos, a la de Pablo VI. En 1981, con motivo del centenario del nacimiento de Teilhard, JUAN PABLO II envío una carta al Instituto Católico de París, que “mostraba una actitud de la Santa Sede que le era (a Teilhard) bastante favorable, y que disipada así los temores difundidos por teólogos de inusual falta de inteligencia y gran agresividad, y exaltaba la maravillosa repercusión de sus investigaciones, al mismo tiempo que el brillo de su personalidad y la riqueza de su pensamiento”. (La sapienza Della Croce, abril-junio de 1996, p. 137, en Courrier II, p. 120).
Teilhard era definido en ella como “un hombre cautivado por CRISTO en lo más profundo de su ser, solícito por honrar a la vez a la fe y a la razón. Respondiendo así, casi con anticipación, al llamamento de JUAN PABLO II”.
Teilhard de Chardin, el Profeta del Cristo CÓSMICO. El Profeta y su visión. La convergencia de la fe modernista y de la ciencia. La convergencia del modernismo y del panteísmo. Los discípulos y continuadores de Teilhard. Conclusión sobre el capítulo 15:
La teología de Teilhard se sitúa en la línea del modernismo panteísta de los SCHEIERMACHER, los LOYSY y los TYRREL. Tiene su mismo desprecio por la razón. F. Brunelli, Principi e metodi di Massoneria operativa, pp. 66-84: “La iniciación predica y enseña: ¡muerte a la razón! Sólo cuando la razón haya muerto podrá nacer el hombre nuevo de la Era futura, el verdadero iniciado. Sólo entonces podrán caer las murallas de los templos, porque el alba de una nueva humanidad despuntará en el Oriente…Todas esas disputas (religiosas) desaparecerán con el rechazo de la lógica y del principio de contradicción” (En Courrier I, p. 409).
Sacrifica los dogmas más fundamentales de la fe católica: el pecado original, Dios y el Salvador. Ofrece incienso a los mitos de la Evolución y del Hombre, y a la salvación universal por el hombre y para el hombre. Que Teilhard haya afirmado cosas contrarias a la fe es evidente para quien lo compara con los enemigos de la Iglesia, a quienes les fue muy fácil hacer suyas las grandes tesis del jesuita paleontólogo. Algunos de sus amigos no dudan en definir su obra con crudeza:
“Teilhard de Chardin cometió el pecado de Lucifer que Roma reprochó a los masones: en el fenómeno de la “humanización”, el hombre es el que se encuentra en primer plano. Cuando la conciencia alcance su apogeo, el Punto Omega, como dice Teilhard, el hombre será tal como lo deseamos nosotros, libre en su carne y en su espíritu. Así, Teilhard puso al hombre en el altar y, al adorarlo, no pudo adorar a Dios”.Jacques Mitterrand en René Valvève, Teilhard l’ apostat, p. 52, en Courrier I, p. 417. Ex Gran Maestre de una de las logias reinantes y hermano del presidente francés por el partido socialista, del petainismo al socialismo.
¿Sería Teilhard un masón que vendió su alma al diablo, animado a destruir para construir algo nuevo? No. Carecía totalmente de espíritu práctico. ¿Sirvió conscientemente a la Contraiglesia para destruir el reino de Cristo desde dentro? No es nada cierto. Pero el hecho de que hubiera actuado solo en el caso en el terreno minado de la evolución hizo que la causa de los enemigos de la Iglesia progresara más de lo que hubiese podido hacerlo con un hombre que no perteneciera a ella. Nadie había logrado nunca inyectar el veneno modernista de la ciencia “pura” y del revolucionismo religioso como lo hizo Teilhard. Hay que reconocer que su sistema llega a tiempo para favorecer los proyectos tanto masónicos como los modernistas, pues la nueva formulación teilhardiana de los dogmas cristianos es el medio para transformar la Iglesia e integrarla – o mejor dicho, desintegrarla – en una SUPERIGLESIA UNIVERSAL.
Eileen Campbell y J. H. Brennan: Nueva Era La guía de la Era de Acuario Introducción al movimiento que está transformado el mundo, Robinbook, Barcelona, 1991, p. 268:
“Referido a veces como el mayor pensador cristiano de la modernidad, el sacerdote jesuita Teilhard de Chardin combinó las carreras de filosofía, teología y paleontología. La expresión fundamental de su filosofía aparece desarrollada en su obra El fenómeno humano, un libro difícil que argumenta que la humanidad está en el umbral de un cambio de conciencia similar al que los seres humanos debieron de experimentar como entes primitivos cuando empezaron a pensar por vez primera.
De Chardin creía que la nueva conciencia sería parecida a la iluminación mística en que probablemente reuniría elementos colectivos y cósmicos que tendrían el efecto de acercar a los individuos más a Dios.
Esta teoría suponía, de hecho, un intento de reconciliar la teología católica romana con los descubrimientos con la ciencia moderna. Algunos críticos han llegado al extremo de descubrir ese intento como “la fosa final”.
¿Contra Teilhard? Sin duda, pero no sin una explicación previa.
Supongamos que se me pide un estudio contra Rousseau. Lo escribiría muy a gusto, puesto que considero su filosofía en general y su filosofía en general y su filosofía política, radicalmente falsas y que han ejercido la influencia más perniciosa. Pero, como considero a Rousseau como el mejor escritor del siglo XVIII, como su inteligencia me maravilla y su religión, por vaga que sea, me parece muy superior a la de un Voltaire, por ejemplo, y mucho más cristiana, no me causaría ninguna molestia escribir un “Elogio a Rousseau”.
Tal es mi posición, poco más o menos, en cuanto se refiere a Teilhard.
Me gusta este desperado (sic) del Cosmos, este Pascal encadenado, este Giordano Bruno fiel a su orden y a la Iglesia.
Me gusta este Salvador Rosa “muté” en Salvador Dalí por algún ciclotrón fantástico.
Me gusta este capitán Nemo de las profundidades de la complejidad-consciencia.
Me gusta el homo teilhardensis, incansable en la escala de los Primates.
Pero por el amor de Dios, y suyo, que no me disfracen este poeta en gigante de la Ciencia y del Cristianismo.
Estoy contra el teilhardismo.
Estoy contra Teilhard, padre del teilhardismo.
LA SANTA EVOLUCIÓNOr – puisque jusqu´a moi ton oeil plonde et pénètre,
C`est moi qui suis l´esprit collectif de cet être,
Partout, sous toute forme, et dans l´immensité.
Tu n´es qu´homme, ô passant ; je suis humanité.
VICTOR HUGO
Ya – puesto que hasta mí tu ojos se sumerge y penetra –
Soy yo quien es alma colectiva de este ser. Por todas partes, en todas las formas y en la inmensidad. Tú que pasas, solo eres hombre; yo soy humanidad.
“…Pero su misma naturaleza obliga a su autor a someterse a las leyes del género sopena de ser descalificado. La obra de Teilhard que nos interesa es aquella que le interesa a sí misma: el conjunto de aquellos escritos en los que, partiendo de sus conocimientos científicos, despliega su visión del mundo.
Toda la visión de Teilhard está centrada en la Evolución. Es alrededor de la Evolución “científicamente” estudiada que saca su “especie de fenomenología” para conducirla hasta el punto OMEGA donde se encontrará con el CRISTO de su religión que le dará todo el esplendor de la verdad dos veces revelada”.
(Extraído de LOUIS SALLERON, “En contra de Telhard de Chardin”, Editorial Pomaire, Buenos Aires, 1967, 74 págs. 74).
“Cuando más leo a TEILHARD, más me impresiona el carácter desesperado de su Credo humano”.
Toda la bibliografía a disposición de los lectores interesados. Conste.
Editó
Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus
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