Isabel nace el 22 de abril de 1451 en
el pueblo abulense de Madrigal de las Altas Torres. Será la tercera hija del rey Juan II de
Castilla, casado en segundas nupcias con doña Isabel de Portugal, la madre de
la futura Reina Católica.
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
Su infancia transcurrió en Arévalo,
donde se trasladó su madre al poco tiempo de enviudar. La estancia en Arévalo
no fue muy agradable ya que la madre pronto empieza a dar muestras de locura.
Poco sabemos de su instrucción, suponiendo que en estos años aprendería a leer
y escribir.
En 1464 el rey Enrique IV,
su hermanastro, la lleva a su corte, dotándola de rentas, mercedes y una villa
en Casarrubios del Monte.
Las relaciones entre los hermanos son
bastante estrechas y don Enrique da muestras de cariño hacia la joven infanta
al igual que a su otro hermano, don Alfonso.
La situación en la corte de Enrique no
es muy gratificante ya que los nobles desean restar aún más poder al legítimo
monarca, produciéndose un soterrado enfrentamiento entre los partidarios de una
monarquía fuerte y los que optan por un monarca manejable del que puedan
conseguir todo tipo de gracias y mercedes. En este ambiente se produce un hecho
significativo conocido como "Farsa de Avila".
Espada
Isabel "La Católica "
En el que en una grotesca ceremonia
los nobles deponen a Enrique IV y nombran rey de Castilla al príncipe Alfonso,
alegando que la heredera Juana es ilegítima al ser fruto de los amores de la
reina y el valido, Beltrán de la
Cueva , de donde viene el nombre de Beltraneja con el que la
infanta es conocida posteriormente.
Isabel estuvo al margen de todas estas
maniobras pero pronto entró en escena.
La muerte del príncipe Alfonso en 1468
provocó que sus partidarios elijieran a la joven infanta como nueva candidata a
arrebatar la corona a Enrique. El objetivo nobiliario será contar con una
persona manejable con la que realizar sus intereses personales. En este
contexto se firma el Pacto de los Toros de Guisando (1468) en el que Enrique
reconoce a su hermana Isabel como princesa de Asturias, confirmando la
ilegitimidad de su hija Juana.
Resulta curioso como Isabel, cuyas
posibilidades de reinar en Castilla eran muy escasas al nacer, se había
convertido en la sucesora al trono. Como princesa de Asturias Isabel "La Católica " debe
elegir un buen marido para casarse. Los candidatos a este matrimonio político
fueron varios: Alfonso V
de Portugal; don Pedro Girón, maestre de Calatrava, y Fernando de Aragón,
heredero de la corona vecina. La elección se consumó en Ocaña, donde Isabel
"La Católica "
eligió a Fernando de Aragón.
El matrimonio se celebró en Valladolid
el 19 de octubre de 1469, presentando el arzobispo Carrillo una bula papal
falsa ya que ambos contrayentes eran primos segundos, teniendo como antepasado
común a Juan
I de Castilla.
Pero este matrimonio significará el
enfrentamiento entre los dos hermanos ya que Enrique reacciona rápidamente y
declara ilegal el nombramiento de Isabel como princesa de Asturias,
reconociendo a Juana como su heredera legítima (Valdelozoya, 1470)
La guerra civil está servida aunque
aún queden algunos años para estallar. En un primer momento, Isabel y Fernando
apenas cuentan con aliados, retirándose a Medina de Rioseco, pero
paulatinamente va creciendo el número de sus partidarios: el País Vasco,
Borgoña, Roma y especialmente la poderosa familia Mendoza. La posición de
Isabel es cada vez más fuerte y parece que el propio Enrique se aviene a
negociar. Pero en estos momentos el monarca fallece en Madrid, en la noche del
11 al 12 de diciembre de 1474, sin hacer testamento.
Tomando como base el tratado de los
Toros de Guisando Isabel se proclama reina de Castilla en Segovia, el 13 de
diciembre.
Es una política de hechos consumados
que provocará la guerra entre Isabel y sus partidarios -que apoyan una
monarquía estable y consolidada- frente a Juana y sus aliados -curiosamente los
que anteriormente la consideraban ilegítima, pretendiendo consolidar sus
derechos feudales y relegar la monarquía a un plano meramente formal-
En enero de 1475 se firma la Concordia de Segovia
entre Isabel y Fernando donde se produce un reparto de competencias entre ambos
monarcas. Isabel es "reina y propietaria de Castilla" y su esposo
recibe el título de rey. Desde ese momento los esposos formarán un bloque
imposible de dividir y con esa firmeza pueden hacer frente al estallido de la
guerra.
La guerra civil se produce entre 1475
y 1479, convirtiéndose en guerra internacional al participar Portugal y Francia
apoyando a Juana mientras que Aragón rinde su apoyo a Isabel. La derrota
portuguesa en las cercanías de Toro (1 de marzo de 1476) y las dificultades
francesas para invadir tierras guipuzcoanas gracias a la labor de la marina
vasca inclinan la balanza a favor del bando isabelino.
Durante tres años se irán sofocando
los focos de resistencia en tierras extremeñas y andaluzas, lo que indica que
la causa isabelina no estaba tan arraigada. Los Tratados de Alcaçovas
(septiembre de 1479) ponen fin a la contienda y desde ese momento Isabel está
firmemente asentada en el trono. Ese mismo año de 1479 muere Juan II de
Aragón por lo que Fernando se convierte en rey aragonés, poniéndose en marcha
la unión dinástica de Castilla y Aragón.
Los cimientos del Estado moderno se
están colocando en la
Península Ibérica. Para robustecer el poder real se tomaron
una serie de medidas de gran calado, la mayor parte de ellas en el seno de las
Cortes: la constitución de la Santa Hermandad con fines de índole policial y
judicial (Madrigal de las Altas Torres, 1476); la reorganización del Consejo
Real, la ampliación de las competencias de los corregidores (Toledo, 1480);
regulación de la
Hacienda Real ; revisión de las mercedes otorgadas a los
nobles por Enrique IV; incorporación de los maestrazgos de las Ordenes
Militares a la Corona
al nombrar Gran Maestre a Fernando; establecimiento en Valladolid de la Real Chancillería ,
creando una segunda Chancillería en Granada (1505); constitución de un ejército
permanente que tiene como núcleo las Guardias Reales, las milicias urbanas y la Santa Hermandad.
En materia religiosa se produce la
expulsión de los judíos (1492); la reforma de las órdenes religiosas, labor
realizada por el cardenal
Cisneros; y la creación de la Inquisición en Castilla (1478) gracias a la bula
"Exigit sinceras devotionis affectus" promulgada por Sixto IV
por la que se otorga a los reyes el poder de nombrar dos o tres obispos para desempeñar
el oficio de inquisidores, produciéndose las primeras condenas en Sevilla
durante el año 1481.
La
santa inquisición
En 1492 se producen tres hechos de
gran importancia para España: la conquista de Granada, la conquista de las
Canarias y el descubrimiento de América gracias a Cristóbal Colón.
Los tres episodios se pueden
relacionar con la política exterior desarrollada por Isabel y Fernando,
encaminada a extender los dominios ibéricos para afianzar la corona como una
potencia internacional, enfrentándose a Francia. Bien es cierto que la línea
trazada por Fernando tenía como objetivo la expansión hacia el Mediterráneo
-Italia y Sicilia- pero con estas nuevas aportaciones Castilla se abría al
Atlántico. Gracias a las bulas "Inter Caetera" (mayo de 1493) el papa
Alejandro VI
concedió la soberanía de las tierras descubiertas. Será este mismo pontífice quien otorgue a
Isabel y Fernando el título de Reyes Católicos en 1494 que también disfrutarán
todos sus herederos.
Espada
Reyes Católicos
Dentro de la política exterior
conviene destacar la política de enlaces diseñada por los reyes para sus hijos.
Todos los matrimonios están encaminados a aislar a Francia: Isabel casaría con
el príncipe portugués don Alfonso y al enviudar, con su heredero, don Manuel el
Afortunado; Juan casará con Margarita de
Austria, hija del emperador Maximiliano I
y María de Borgoña; Juana
contraerá matrimonio con Felipe de
Austria, también hijo del emperador; María se casará con su cuñado, el
viudo don Manuel de Portugal; Catalina será la primera esposa de Enrique VIII
de Inglaterra.
Portugal, el Imperio e Inglaterra,
rodeando con sus vástagos al reino francés. El diseño de Fernando no podía ser
más perfecto. La muerte del príncipe Juan en 1497 provocará a doña Isabel una
depresión, quizá por motivos sucesorios.
El fallecimiento de Isabel (1498) y su
hijo Miguel (1500) el testamento deja como heredera y propietaria de la Corona de Castilla a su
hija Juana.
Retrato
de Juana "La loca"
El cadáver de doña Isabel fue llevado
a Granada donde será enterrado, pudiéndose apreciar hoy en día un precioso
mausoleo, realizado por Domenico Fancelli, en la Capilla Real
granadina, acompañada de su esposo Fernando.
Sepulcro
de los reyes católicos en la catedral de Granada
EPITAFIO:
“Mahometice
secte prostratore
Et heretice pervicacie extinctores
Fernandos Aragonum et Helisabetha
castelle
Vir et uxor unanimes
Catholici apellati
Marmoreo claudumtur hoc tumulo”.
“Vencida la
secta mahometana
Extinguida la
obstinación herética
Fernando de
Aragón e Isabel de Castilla
Varón y esposa
Llamados
católicos
Terminan esta
tumba de mármol”.
(traducción a
la cordobesa, es traición al Latín, de
Diario Pampero, mayo de 2006).
* + LOS REYES CATÓLICOS: EL MOMENTO HISTORICO
por Leopoldo Torres Balvas.+
*“Mis arreos son las armas,
“mi descanso es pelear;
“mi cama, las duras peñas;
“mi dormir, siempre velar”. Viejo
romance. *
Con la palabra HISPANIDAD se designa a
todos los pueblos que recibieron la luz de la civilización de ESPAÑA y
PORTUGAL. La HISPANIDAD
es superior a la Geografía ,
puesto que abarca a hombres y mujeres que no están unidos por vínculos
geográficos, y a la raza, al abrazar a personas de distinto color; la HISPANIDAD es el alma y
comunidad de pueblos con idéntico espíritu, que persiste a través de la Historia , a pesar de
estar políticamente divididos, conservando un sentimiento de unidad, de
solidaridad y de lenguaje.
Cuando ESPAÑA fue una, en lo religioso
y en lo político, hizo IMPERIO, no sólo en el sentido territorial, sino también
en el moral de la unidad de destino del género humano. Los españoles fueron a
América llevados por una religión que enseña la igualdad esencial de todos los hombres
y, convencidos de esta verdad, todos sus esfuerzos se dirigieron a elevar el
nivel cultural de los indios y a cristianizarlos como hermanos en CRISTO,
característica la más típica de la civilización de la HISPANIDAD.
Aneja del palacio, los palacios, como
decían, era una torre del recinto, la de la Reina refinada, tienen que poner a contribución y
sin sentimentalismo toda su sagacidad y toda su astucia para defenderse de las
convulsiones internas, últimos estertores del feudalismo, para imponer el
principio de autoridad y hasta para sobrevivir, ya que aquella península es el
centro de las ambiciones expansivas de Francia, de España y del Imperio. De
aquí la actividad diplomática, las combinaciones, las ligas y contraligas. Roma
era la ciudad a donde llegaban las noticias y se trataban los más graves
asuntos de la Cristiandad ,
el lugar donde en contacto los mejores diplomáticos de Europa, escuela de
ingenios, foco de intrigas y de engaños.
SAAVEDRA FAJARDO advierte que ninguna
cosa es mejor y más provechosa a los mortales que la prudente difidencia.
“Custodia y guardia es de la hacienda y de la vida. La conservación propia nos
obliga al recelo. Donde no le hay, no hay prevención, y sin ésta todo está
expuesto al peligro”. Don FERNANDO “conocía el mal trato y poca fe de aquellos
tiempos y con sagacidad se defendía, obrando de suerte que sus émulos y
enemigos quedasen enredados en sus mismas artes”. (1)
Pero las mismas reservas contenidas en
los juicios de MAQUIAVELO y GUICCIARDINI en elogio de la perfección del
pensamiento político del monarca aragonés, puesto tiene la habilidad y el
mérito de lograr la identificación y la coincidencia de sus empresas y de su
provecho con el aumento de la fe cristiana y con la defensa de la Iglesia. Y es que sin
dejar de ser profundamente española, la visión, la visión occidental, católica
y europea de Don FERNANDO no tiene semejanza en ninguno de los gobernantes
contemporáneos. Nos hallamos en los albores del mundo moderno, pero perduran
los resabios de la baja Edad Media. A una visión política reducida, de cortos
horizontes, feudal, sucede otra más amplia, pero circunscrita a los límites del
Estado nacional todavía en formación. La profundidad y la eficacia del
pensamiento político de Don FERNANDO, que tampoco se pierde en la grandiosa
quimera del universalismo teórico medieval, sino que es radicalmente realista y
de una gran modernidad, se encuentra justamente en la superación de este
nacionalismo angosto y recortado, y en la integración de una Europa católica y
políticamente armónica que se enfrente con el gravísimo peligro que una vez más
la amenaza por Oriente.
No se ha subrayado de modo suficiente
la catástrofe que para el mundo de Occidente suponía la expansión turca. Jamás,
desde la expansión islámica del siglo VIII, se había encontrado Europa tan
gravemente amenazada. Al cabo de mil años de existencia había desaparecido el
Imperio bizantino, que durante toda la Edad Media mantuvo a raya al mahometismo y
defendió a Europa de invasiones y peligros. Con él se extinguía un vivero de
helenismo y un foco de cultura de trascendental importancia en algunos momentos
del Medioevo. En su lugar se había establecido un pueblo bárbaro, que llevaba a
todas partes la devastación y la ruina; un pueblo infecundo, que como decía LEOPOLDO
RANKE, caminó por entre los restos de una existencia noble sin advertirlos ni
atenderlos. “Hay un refrán que dice que la hierba no crece donde ha pisado un
caballo osmanlí, y la devastación de los hermosos países del mundo parece
probarlo suficientemente”.
En pocos años dominaron toda la
península balcánica y se asomaron al Adriático y al Jónico, dando vista a
Italia. Fueron inútiles o de eficacia insignificante todas las tentativas de
Cruzada y todos los intentos de los Papas para unir a los Estados cristianos,
eternamente disociados. Ni siquiera la conquista de Otranto, realizada en 1480,
logró la ansiada unión, a pesar de la ferocidad de los turcos, que asesinaron
más de 12.000 cristianos, se llevaron millares de cautivos para convertirlos en
esclavos o en galeotes y aserraron al arzobispo por la mitad.
Solamente España, como advierte con
gran acierto J. M. DOUSSINAGUE, tuvo la sensación auténtica del peligro del
peligro que suponía aquel avance para el mundo cristiano, y así se desprende no
solamente de las crónicas, sino de la documentación.
Tampoco puede sorprendernos que
ESPAÑA, AFECTADO POR UNA LUCHA MULTISECULAR Y LLENO TODAVÍA DE INFIELES,
tuviera una mayor sentido de la previsión para apreciar el peligro turco.
HERNANDO DEL PULGA nos dice que “todos
los días venían nuevas al Rey e a la
Reyna que el turco tenía grand armada por mar e que enviaba a
conquistar el Reyno de Sicilia, e ansimesmo que por tierra continuamente sus
gentes tomaban cristianos, e les facian crueles muertes, lo cual puso tan
grande terror que mandaron en las iglesias de sus reynos todos los dias facer
oración a Dios porque le pliguiese alzar su ira e librar a los cristianos de
las fuerzas e poderío de aquel gran enemigo de la Cristiandad ”. Y del
mismo modo se expresa ANDREAS BERNÁLDEZ con motivo de la toma de Otranto, de
1480: “y allí llegó esta nueva, mediado el mes de septiembre, y fue de grave
dolor y sentimiento para toda la
Cristiandad , así por el daño universal como por el que
recibía aquel reino, y el que se podía seguir a todas las provincias del
Occidente”. (2)
La documentación, muy abundante,
revela todavía más la profunda preocupación del Rey Católico por estos avances.
No se limita a ofrecer al Papa su escuadra por medio del Comendador GONZALO DE
BETETA, alcaide de Soria, sino que hace grandes preparativos navales en la
costa cantábrica y en Cataluña para defender al reino de Nápoles y envía al
obispo de Gerona, JUAN MOLES MARGARIT, para convencer a la República de Venecia de
la necesidad de avenirse con el Rey de Nápoles, sorprendiéndose de que la Señoría no sólo se
entienda con el enemigo de nuestra fe, sino que anime al Rey de Francia, y al
Duque de Lorena, y a toda la Casa
de Anjou contra el Reino de Nápoles y les notifique “hauer llegado a nuestra
noticia esta práctica dellos, la qual no podemos creer que, en Señoría e gente
tan cuerda e tan cristiana, cayese tan gran yerro, como sería; e sería contra
la antigua costumbres de sus predecesores, los quales siempre han entendido con
todas sus fuercas, en exalcar e estender el nombre y la religión cristiana y en
abatir la nefandísima seta de Mahoma”; y advierte que si “la cosa viniese en
mayor estrechura e peligro de lo que oy está, lo que Dios no quiera,
entendemos, non solo poner en esto todo el poder, fuercas y sustancias e
nuestros reynos, más, si menester fuere, nuestra propia persona”. (3)
Pero en este mismo año de1481, el 3 de
mayo, justamente al día siguiente de escribirse la citada carta a MARGARIT,
cuando las naves de Barcelona estaban “en punto para partir”, falleció MOHAMED
II, el terror del mundo cristiano, y cambiaron las circunstancias. Estalla una
guerra entre sus hijos, BAYACETO II y DJEM o ZIZIM, y aunque éste fue vencido
en la batalla de Yenisher, logró refugiarse en Rodas en Rodas (1482), donde el
gran maestre de la Orden
de San Juan le prestó favorable acogida. El sultán, para verse libre de su
hermano, prometió a los caballeros de Rodas y pagar una pensión anual de 45.000
ducados por su custodia. De allí pasó a Auvernia, siempre vigilado por los
caballeros, y por fin logró el Pontífice INOCENCIO VIII llevarle a Roma y
alojarle en el Vaticano (1489), donde permaneció hasta que fue trasladado a
Nápoles por CARLOS VIII de Francia, y allí murió, en 1495.
BAYACETO II se mantuvo en paz con los
cristianos mientras vivió entre ellos su hermano, y don FERNANDO no perdió la
oportunidad. En sus cartas a los reyes de Nápoles, fechadas en 1483, se
manifiesta propicio a firmar la paz con Turquía y les envía los oportunos
poderes, otorgando también a DJEM (GIENGEMIO) a petición del Maestre de Rodas.
(4)
Estos años de tregua y aun
posteriores, porque BAYACETO II fue un monarca de temperamento pacífico, los
aprovecho FERNANDO para realizar sin
graves complicaciones exteriores con los infieles la guerra y la conquista de
Granada y para completar la defensa de sus posesiones mediterráneas contra las
terribles incursiones de los piratas africanos con la toma de Melilla (1497),
Mazalquivir (1505), Cazaza (1506), Peñón de Vélez de la Gomera (1508), Orán (1509),
Bugía y Trípoli (1510), y todavía hubiera ido más allá, a pesar de los
desastres de las islas de los Gelves y de las Querquenas, si las complicaciones
de la guerra de Italia no lo hubiesen impedido. En todo caso, había asegurado
una sólida red de posesiones para asegurar su predominio en el Mediterráneo occidental y para actuar contra los corsarios, que continuamente asolaban las
costas italianas y el litoral español, frecuentemente en combinación con los
moriscos.
Otro motivo de gran preocupación para
los Reyes Católicos fueron los Santos Lugares. ZURITA nos habla de los
preparativos que se hicieron, en 1501, para una nueva cruzada, que malograron
diversas complicaciones políticas, y CRISTÓBAL COLÓN los halaga con la
perspectiva del oro de las Indias para conquistar Jerusalén.
Pero sobre el Rey Católico pesa toda
la tradición de una política sagacísima que ha heredado de sus antecesores
aragoneses, de aquella Casa “de príncipes eminentes en el gobierno, todos a una
mano secretos, políticos, sagaces, belicosos y prudentes; felicidad rara y
envidiable de todos los demás reinos”. (5)
Por instigación de los moros fugitivos
de Granada y de los judíos expulsados y en relación con el levantamiento de los
moros granadinos de 1501, el sultán mameluco de Egipto en Tierra Santa y contra
los peregrinos que se trasladan a aquellos lugares, y para tranquilizarle fue
enviado como embajador PEDRO MÁRTIR DE ANGLERIA. Es una misión de amistad, en
la que se le pide que proteja a los religiosos “y les faga guardar sus preuillejos,
segund que los soldanes pasados los fauorecieron, guardaron y bien trataron, y
aya por bien que puedan reedificar y rreparar los edificios de aquellos santos
lugares; e que así mismo mande bien tratar a los peregrinos cristianos, de
cualesquier naciones, que los van a visitar, e que le sean guardadas las
ordenancas antiguas y mande rrevocar algunas que dis que de nuevo son fechas en
su perjuysio; y especialmente prouea que el trujajam SABITINO que mora en
Ramule, non les faga desagrauio ni desaguisado alguno”.
En cuanto al trato que recibían los
moros residentes en España, motivo del disgusto del sultán, le encargan los
Reyes “que si no vos hablare en como tratamos a los moros de nuestros rreynos,
no hableys palabra de ello, pero si, por ventura. Os dixiere que no han sido
bien tratamos los dichos moros y que desto tiene algund sentimiento, decirle
eys que la verdad es que ningún agravio, ni daño se les ha fecho, ni nos
diéramos lugar a que se les ficiese, por que, segund nuestras leyes, no deuen
ser agrauiados ni maltratados, estando y biuiendo pacíficamente en nuestros
reynos e señoríos e no faziendo subuersiones ni escándalos contra nuestra fe”.
(6)
No olvida el Rey Católico las
excelentes relaciones de amistad, paz y comercio que existieron siempre entre
los sultanes mamelucos y sus antecesores aragoneses. Su propio tío, ALFONSO V
el MAGNÁNIMO, había estipulado un
tratado con el sultán AL-MALIK AL-ASRAG BARSBAY, el día 16 de mayo de 1429, por
el que, entre otros privilegios, se concedía a los cónsules de Aragón el
derecho de intervención arbitral entre sus compatriotas y los súbditos de los
sultanes mamelucos. (7). Los reyes aragoneses protegieron siempre el tráfico
comercial con el Oriente, y el puesto de Barcelona, cuyos intereses mercantiles
pesaron extraordinariamente en la política exterior del reino, fue un centro
importantísimo de distribución de productos, que rivalizó frecuentemente con
las más ricas y prósperas repúblicas italianas. No olvida esto Don FERNANDO, ni
olvida que el único rival que tienen los turcos en el Mediterráneo oriental son
los sultanes mamelucos, que ya entrado en conflicto con ellos por la posesión
de Siria, venciendo KAIB-bey a BAYACETO II. Pero el conflicto es inevitable y
habrá de plantearse con sus sucesores, KANSUH EL-GHURI y SELIM I. ¿Pensaría el
Rey Católico en una “entende” con los mamelucos para destruir o contrapesar el
poderío turco? Todo induce a suponerlo. Los argumentos de PEDRO MÁRTIR
convencieron al sultán, y al Consejo de los beys, celebrado inmediatamente, aprobó
sus decisiones, asegurándose la protección de los cristianos residentes o
peregrinos en los Santos Lugares.
Para tranquilizar al sultán y evitar
posibles disturbios, el embajador divulgaría la noticia de haber concertado una
alianza fraternal. “Diremos que las flotas fondeadas en los puertos de Apulia y
de Calabria estarán prestas con tropas seleccionadas, si surge alguna rebelión
contra vos o estalla la guerra, para volar acá en vuestro auxilio... Por otra
parte, los reyes vecinos vuestros, que codician la Siria , felicísima provincia
nuestra, ¿se atreverán en adelante a declararos la guerra si creen que es
cierta nuestra mutua amistad y temen que vengamos nosotros a socorreros a
socorreros?” (8).
La previsión de Don FERNANDO tampoco
falló en la apreciación de este problema. Depuesto BAYACETO por su hijo SELIM
en el año de 1512, y resueltos con la ferocidad acostumbrada los problemas
dinásticos que caracterizaban el advenimiento de los sultanes otomanos,
mediante el asesinato de sus hermanos y de cinco sobrinos, aprovechó SELIM la
paz con los cristianos para atacar al Shah de los persas, y vencido éste, al
sultán de los mamelucos, cuyos territorios de Egipto y Siria se anexionó. Dueño
ya del Mediterráneo oriental, proyecta una expedición contra Rodas, y muere, en
1520, dejando a su hijo, SOLIMÁN EL MAGNÍFICO, libre de enemigos y rivales en
Oriente, en posesión de un inmenso Imperio y en condiciones de desencadenar con
sus hordas asiáticas una tremenda ofensiva contra el mundo cristiano. CARLOS V,
heredero de Don FERNANDO y continuador de su política, habrá de enfrentarse con
este problema en el Mediterráneo y en la Europa central.
DOUSSINAGUE ha visto con meridiana
claridad la penetración del Rey Católico y la continuidad de su pensamiento
político y estratégico en su nieto, Don CARLOS V. Este “ateniéndose a su título
de Emperador, concebido dentro de la visión fernandina, se afana por unir a los
pueblos europeos en una comunidad de creencias que él está encargado de
sustentar. Pero frente a la guerra contra los infieles, CARLOS I se nos
presenta, sobre todo, como un rey español que ha pasado a dirigir los destinos
del Continente, y que partiendo de las necesidades sentidas en nuestra costa
mediterránea, en Sicilia, Córcega, Baleares, Nápoles, Malta y las plazas
conquistadas en el norte de África, se vé en la precisión de cortar los avances
de los turcos y los moros, como en los tiempos del Rey Católico. Si no puede
dudarse de que su idea imperial, en lo que se refiere a la “paz entre
cristianos”, ha sido heredera de FERNANDO V, es sin duda la española
preocupación de “guerra contra los infieles” la que engendra esta íntima y
secreta aspiración heroica que hace ir al Emperador contra Túnez o Argel o
entrar, en 1532, como triunfador en Viena; que le lleva a ordenar la toma de
Oné, Bona, Susa, Monastir, Sfax, Mahedia (ciudad llamada entonces por los
españoles África), Corón, Castelnovo o Patrás y enviar su escuadra a
enfrentarse, en Prevesa, en 1538, con la de BARBARROJA, no por un simple
apetito de conquistas, sino para poner fin a los constantes ataques turcos a
los países cristianos”. (9)
Lo que maravilla en el Rey Católico es
su profundo sentido de la realidad, su visión objetiva y serena de las
circunstancias del momento, su previsión, su tacto, su energía, su prudencia,
su contención, deteniéndose en el momento preciso, sin abusar del triunfo ni
provocar catástrofes, vacíos o desequilibrios peligrosos. “Ni la ira ni el
placer facían en el alteración”, dice PULGAR en su retrato con rasgos de etopeya.
Su clarividencia política alcanza las cumbres de la genialidad. No aniquila a
Venecia, aunque tuvo ocasión de realizarlo, porque la considera necesaria e insustituible
para el equilibrio de Italia y para la lucha contra el Turco, a pesar de sus
reservas derivadas de sus intereses económicos en Oriente. Es el monarca más
poderoso de la Cristiandad
a sus enemigos. Ocupa Nápoles, que es herencia de la Casa aragonesa, porque lo
considera imprescindible para su plan de defensa del Mediterráneo occidental y
para evitar que caiga en manos de Francia, como irremediablemente hubiera
sucedido de seguir gobernando en aquel reino la incapaz línea bastarda de
ALFONSO V.
En relación con Francia, no se vale de
sus triunfos para anexionarse territorios de difícil asimilación. Se limita a
quedarse con el Rosellón y la
Cerdeña , arrancados a su padre por LUIS XI, y a apartarla de
lugares peligrosos para él, como el reino de Nápoles, pero transige con que
ocupe el Milanesado. En cuanto a la incorporación de Navarra, “consagrada con
la autoridad de la Iglesia
y robustecida con la escasa resistencia nacional, sellada la íntima unidad
espiritual que en los grandes momentos históricos habían mantenido siempre los
reinos peninsulares...y estaba condenada a desaparecer en momentos en que se
asomaba el concepto de las potentes nacionalidades, brote de Renacimientos, y
cuajada la tendencia a las unidades territoriales, lo mismo en España con
FERNANDO e ISABEL que en Francia con LUIS XI...”(10).
La alianza con el Imperio y con
Inglaterra estrecha el cerco de Francia y la reduce en sus ambiciones
expansivas, pero no la ahoga ni la exaspera. MAXILIANO I, fastuoso, versátil,
caprichoso, incierto, implicado en todos los conflictos internacionales de su
tiempo, y del que dice MAQUIAVELO que se despilfarraba a sí mismo, no consiguió
adquirir los territorios perdidos por su suegro, CARLOS EL TEMERARIO, en la
terrible lucha que sostuvo con LUIS XI.
Tampoco ENRIQUE VII ni su sucesor,
ENRIQUE VIII de Inglaterra, lograron hacer efectivos sus derechos a los
dominios de sus antepasados en territorio francés. La diplomacia del Rey
Católico empleó sus mejores esfuerzos en mantener con ambos príncipes una
amistad erizada de dificultades y en eludir compromisos peligrosos.
En cuanto a Portugal, tan vidrioso
siempre en sus relaciones con Castilla, y más en aquellos tiempos, en que
continuaban se suscitaban problemas de límites con motivo de los
descubrimientos, es tan sutil la gestión del Rey Católico y sabe presionar y
ceder tan a tiempo, que de no haberse interpuesto reiteradas y fatales
desgracias familiares, hubiese logrado la unidad ibérica, meta de sus
esfuerzos.
Por eso tienen actualidad aquellas
palabras de GRACÍAN: “conoció y supo estimar su gran poder; tenía tomado el
pulso a sus fuerzas y súpolas emplear; tenía tanteadas prevenir...Pero la
eminencia de este gran político estuvo en hacer siempre la guerra con pólvora
sorda. Esto es, sin el peligroso y no en vano ruido del armar, sin asonadas de
empresa, que avisan a los contrarios, irritan a los neutrales y despiertan a
todos ... No hubo hombre que así conociese la ocasión de una empresa, la sazón
de un negocio, la oportunidad para todo. De suerte que con mucha razón el
prudentísimo FILIPO, su nieto, haciendo cortesía a sus retratos, añadía: “A ÉSTE
LO DEBEMOS TODO”. (11). De su perspicacia político tenemos una prueba
definitiva en sus relaciones con el gobierno de Castilla, resueltas de un modo
tan satisfactoria, gracias también al talento de ISABEL, que con razón pudo
escribir humorísticamente HERNANDO DEL PULGAR en su Crónica: “En tal día el Rey
e la Reina
parieron una hija”. (12).
Creo que se ha subestimado la
actuación política de FERNANDO el CATÓLICO en CASTILLA. Por fortuna para ella,
como mujer y como reina, doña ISABEL no
prescindió jamás del consejo ni de la dirección de su esposo. En todo intervino
decisivamente Don FERNANDO: en los tratos y convenios con BOABDIL, que
facilitaron la conquista del reino granadino; en las negociaciones con
CRISTÓBAL COLÓN, llevadas a feliz término y concluidas con singular
generosidad, a pesar de las exorbitantes y lesivas pretensiones del almirante;
en las capitulaciones con los descubridores y exploradores; en las
disposiciones y pragmáticas que regularon la primitiva colonización de las
Indias; en la organización de las empresas africanas...
La activa participación aragonesa,
tanto del Rey como de los principales personajes de su corte, en el
descubrimiento de América, no ofrece lugar a dudas. A Don FERNANDO se refiere
de un modo personalísimo DIEGO COLÓN en el interrogatorio a que se sometió el
Monarca con motivo de los pleitos colombinos, y sobre él – dice con razón
MANZANO – gravitó todo el peso de laboriosa negociación. Intervención
destacadísima, y en algunos aspectos, decisiva, tuvieron también su camarero,
JUAN DE CABRERA, aragonés, de Zaragoza; LUIS DE SANTÁNGEL, escribano de ración,
nacido en Valencia, del reino aragonés, de Borja, y algunos otros. “En
principio, tan aragonesa como castellana era la empresa, aunque fuese de
carácter privado a través de algunos elementos influyentes de la corte”.
“Como Estado nuevo, como ganancia
conseguida durante el matrimonio, las Indias correspondían a ambos esposos.
FERNANDO tenía en ellas su parte. De esta porción – la mitad – nos habla el
Monarca aragonés en su último testamento, al instituir heredera de sus reinos y
Estados a su hija doña JUANA”. Un texto de las actas de las Cortes aragoneses
de Monzón (1528) nos dice la razón o, mejor aún, el pretexto que movió al Rey
Católico a incorporar al reino castellano la parte que le correspondía en las
Indias: la ayuda prestada por los castellanos para combatir a los franceses,
que atacaban al rey don JUAN II en el Rosellón, cuando Don FERNANDO era todavía
príncipe de Aragón, y a los servicios de tropas castellanas, al mando de
GONZALO DE CÓRDOBA, para la conquista y defensa del reino napolitano. “Pero
esto – agrega MANZANO – no pasa de ser un pretexto, puesto que si fueron
eficaces los auxilios de Castilla para defender los reinos y posesiones
aragoneses, no fueron menores los servicios del rey de Aragón para defender a
la corona de Castilla de los ataques del rey de Portugal, que favorecía a la BELTRANEJA , y para
conquistar el reino de Granada”.
Si Don FERNANDO incorporó las Indias
y, lo que es más extraño todavía - como
ya observó el padre MARIANA -, el reino de Navarra a la corona de Castilla, se
debió a propósitos sutilísimos, que acreditan la inteligencia del Rey y su
clara visión de la realidad y del futuro de España.
A juicio de MANZANO, no puede
presentarse la constitución política del reino aragonés como un modelo en que
las libertades y derechos de los ciudadanos estaban perfectamente garantizados
contra las extralimitaciones y abusos del poder absoluto de los príncipes.
Aragón en esta época es el país, no de las libertades, sino de los privilegios,
y de los privilegios de una sola clase social, la nobleza, clase directora del
reino, que a lo largo de la
Edad Media hizo jirones la dignidad real, arrancando a
monarcas débiles una serie de leyes-pactos autolimitativas de su soberanía. En
cambio, en Castilla, monarquía perfecta, el poder del Rey apenas si encuentra
limitaciones de derecho humano.
“El incorporar a la Corona de Aragón los nuevos
reinos adquiridos (Indias, Navarra) entrañaba un grave peligro, pues era dar
ocasión para que los nuevos vasallos, en más estrecho contacto con los viejos,
pretendieron alcanzar las mismas exenciones y libertades que éstos... Por otra
parte, supuesto que la herencia de ambos esposos iba a recaer en la misma
persona..., pudo muy bien FERNANDO incorporar sin escrúpulo alguno, como lo
hizo, los reinos nuevos a la
Corona de su mujer; con ello conseguía acrecentar el reino
castellano y, al propio tiempo, robustecer su prestigio y su poder, pues en
este reino sí tenía el príncipe las manos libres para hacer y deshacer y, por
tanto, para llevar su política de expansión imperialista hasta las últimas
consecuencias. Con esta forma de actuar conseguía FERNANDO un doble efecto: por
una parte, con la incorporación de los Estados nuevos a Castilla obtenía el
reconocimiento y la adhesión de unos vasallos que se encontraban enriquecidos
con estas donaciones y, por ello, siempre bien a secundar los planes de su
bienhechor, aunque estos planes favoreciesen a veces directamente los intereses
particulares del reino aragonés; de otro lado, con la no incorporación a Aragón
de estos nuevos reinos evitaba FERNANDO el fortalecimiento de las posesiones
nobiliarias. Política altamente inteligente y beneficiosa para la causa general
de la Monarquía
española. Un monarca fuerte en Castilla para contrarrestar con ventaja la
situación precaria en que se encontraba él mismo con respecto a los nobles en
el reino de Aragón”. (13).
He aquí otro aspecto magnífico del Rey
Católico, puesto de relieve por JUAN MANZANO y apenas vislumbrado en su
profundidad por los tratadistas avezados al ditirambo o a la crítica menuda y
localista.
Nada de ello quita mérito ni rebaja la
categoría de la más grande entre todas las reinas de España. Por algo dijo el
mismo GRACIÁN, y su testimonio tiene el más valor por venir de un aragonés:
“FUE RARA Y SINGULAR ENTRE TODAS LA CATÓLICA DOÑA
ISABEL, DE TAN GRANDE CAPACIDAD, QUE AL LADO DE LA DE UN TAN GRANDE REY, PUDO
NO SÓLO DARSE A CONOCER, PERO LUCIR. MOSTROSE PRIMERO EN ESCOGERLE, Y DESPUÉS
EN EL ESTIMARLE. CADA UNO DE LOS DOS ERA PARA HACER UN SIGLO DE ORO Y UN
REINADO FELICÍSIMO, CUANTO MÁS ENTREAMBOS JUNTOS”. (14).
Siguiendo la tradición errabunda de
los monarcas castellanos, ISABEL y FERNANDO no tuvieron Corte ni residencia
fija, ni palacio determinado en el que pasar temporadas de bien ganado
descanso. Desde que comenzaron a reinar, su vida fue incesante peregrinación
por la Península ,
de uno a otro cabo, atentos a los acontecimientos del momento, vigilándolo
todo, interviniendo en todo, desde el detalle más nimio hasta el acontecimiento
de máxima trascendencia.
Tan sólo la tradición señala el lugar
en que nació la reina ISABEL en la villa de MADRIGAL DE LAS ALTAS TORRES
(ÁVILA), dada en arras por JUAN II a su
mujer, pero merece crédito completo, pues el destartalado caserón, cedido en
1525 por CARLOS V a un convento de monjas agustinas.
Cumpliendo su voluntad, el cadáver de
la soberana fue llevado “sin detenimiento alguno”, “como estuviese, a la Ciudad
de Granada”, para ser sepultado “en el monasterio de San Francisco, que es en la Alambra... vestido en
el hábito del bienaventurado pobre de JESU-CRISTO SAN FRANCISCO, en una
sepultura baja, que no tenga bulto alguno, salvo una losa en el suelo, llana,
con sus letras esculpidas en ella. (Palabras del testamento de la Reina , otorgado en Medina
del Campo a 12 de octubre – el Descubrimiento – y 19 de noviembre – cuadro de
JUAN ROSALES. Allí Estuvieron unos años los restos mortales de la reina, grande
en todo, hasta en su desprecio, hasta que, terminada la CAPILLA REAL , fueron
llevados a ésta: su deseo ser sepultada en San Franciscano de la ALAMBRA , la soberana dice
que si Don FERNANDO dispusiese otro lugar para enterramiento de ambos se cumpla
su voluntad.
En la sala del palacio musulmán,
transformada en iglesia del modesto convento franciscano, permanecen aún las
yeserías que la decoraban y los epígrafes, proclamando, en idioma arábigo, que
tan sólo Dios, el que los ismalitas llaman Alláh, es vencedor. Abandonada y
ruinosa esa y las inmediatas estancias monásticas, en camino de seguir la misma
suerte que los palacios de la plaza de Medina del Campo, al repararlas y
excavar su suelo hace un cuarto de siglo, encontré la fosa, sepulcro de la
reina durante diecisiete años. Desde entonces, “una fosa baja, en el suelo,
llana, con sus letras esculpidas en ella”, como quería, recuerda el hecho. En
el ex convento se ha instalado después un Parador de Turismo.
La vida de la Reina Católica se
desarrolló, pues, en gran parte en escenarios hispanomusulmanes y mudéjares,
más ORIENTALES que de Occidente. Frecuente fue su trato con moros, tanto con
los sometidos, habitantes en gran número en las ciudades cristianas, como con
los enemigos vencidos del reino granadino. Reinando en una encrucijada
histórica, al aconsejar en su testamento “NO CESEN EN LA CONQUISTA DE ÁFRICA”,
manifestó su voluntad de proseguir una política de expansión al otro lado del
Estrecho, pronto olvidaba por los Austrias.
Síntesis y corazón de la España medieval, TOLEDO es
la ciudad – ha escrito don MANUEL B. COSSÍO – “que ofrece el conjunto más
acabado y característico de todo lo que ha sido la tierra y la civilización
genuinamente españolas. Es el resumen más perfecto, más brillante y más
sugestivo de la historia patria”.
Repetidas veces estuvo la reina ISABEL
en Toledo; en ella nació su hija doña JUANA EN 1479. Ordenó ensanchar su plaza,
hacer alcantarillas y empedrar sus calles. MELCHOR DE SANTA CRUZ DE DUEÑAS
cuenta que, cuando en presencia de la reina alababan otra ciudad, decía por
Toledo: “Si tan grande, no tan fuerte; si tan fuerte, no tan grande”, y
reconocía el ingenio y la habilidad de los toledanos, y el secular espíritu de
cultura que en ella se respiraba, al afirmar que “Nunca me hallo necia, sino
cuando estoy en Toledo”.
ORIGEN Y SENTIDO DE LA SANTA INQUISICIÓN
MEDIEVAL
Prof. Dr. JUAN CARLOS OSSANDÓN VALDÉS
– Chile.
Todos sabemos que el período histórico
estúpidamente bautizado como Edad Media ¡como si alguna no lo fuera! Ha sido el
más calumniado de la historia. El mismo nombre sólo dice que ese período viene
después del anterior y es antecedente del posterior. Salvo el primero, el de
ADÁN y EVA, y el último, el de Juicio Final, todos pueden ser llamados así...
Por desgracia, esta estupidez se ha
introducido en nuestra Iglesia, que tiene más de un motivo para defender esos
siglos que creyeron en ella, tal vez, como ningún otro. Hace algunos años, uno
de mis hijos me presentó su libro de religión, autorizado por la Conferencia Episcopal
chilena. La historia de la
Iglesia se dividía en tres períodos: antiguo (espléndida foto
del coliseo romano, medieval (mancha gris), moderno (espléndida foto de San
Pedro en Roma). Sin comentarios.
Uno de los organismos medievales más
calumniados es el Tribunal de la Santa Inquisición. Incluso se buscó por todos los
medios que S.S. JUAN PABLO II pidiera perdón por ella. A Dios gracia no lo
hizo. Es que no lo hizo. Es que no había razón alguna para hacerlo ya que su
existencia debería enorgullecer a todo católico y a hacer que se mueran de
envidia los que los que no pudieron dar origen a tan bella institución.
Lo primero que hay que tener, para
entenderla, es que los pueblos jóvenes y vireles han sabido defender sus
instituciones. ISRAEL crea esta instancia (cfr. Deuteronomio, 13, 1-5 y 17,
2-5) : c.13, vers.1-5: Si se alzare en medio de ti un profeta o un soñador que
te anuncia una señal o un prodigio, 2: aunque se cumpliere la señal o el
prodigio de que te habló, diciendo: Vamos tras de otros dioses – dioses que tu
no conoces – y sirvámosles ; 3: no escuches las palabras de ese profeta de ese
profeta o ese soñador, porque te prueba YAVÉ, tu Dios, para saber si amáis a
YAVÉ, vuestro Dios, con todo vuestro corazón y toda vuestra alma. 4: Tras de
YAVÉ, vuestro Dios, habéis de ir; a Él habéis de temer, guardar sus
mandamientos, obedecer su voz, servirle y allegaros a Él. 5: Y ese profeta o
soñador será condenado a muerte por haber aconsejado la rebelión contra YAVÉ,
VUESTRO Dios, que os sacó de Egipto y os libro de la casa de la servidumbre
para apartaros del camino por donde YAVÉ, tu Dios, te ha mandado ir. Así harás
desaparecer la maldad de en medio de ti.
c.17, vers. 2-5: Si en medio de ti, en
alguna de las ciudades que YAVÉ, tu Dios, te da, hubiere hombre o mujer que
hiciere lo que es malo a los ojos de YAVÉ, tu Dios, traspasando su alianza, 3:
yéndose tras otros dioses para servirles y postrarse ante ellos, ante el sol o
la luna o cualquier astro del ejército de los cielos, cosa que yo no he
mandado; 4: cuando la cosa llegue a ti, harás una escrupulosa INVESTIGACIÓN; si
el rumor es verdadero y el hecho cierto, si se cometió tal abominación en
Israel, 5: llevarás a tus puertas al hombre o mujer que tal maldad ha cometido
y los lapidarás hasta que mueran.
Y alaba a las autoridades que la
aplican en defensa de su fe (III Reyes, 18, 30-40; II Crónicas, 15,13; 17,6;
19, 3; 23, 16,17; y un largo etcétera). ¿Qué tiene de raro que la juvenil
Iglesia “bárbara” haya hecho lo mismo? Sin embargo, con esto no se ha dicho
todo. Porque la Iglesia
siempre la indulgencia. Según sus máximos exponentes, convence VERBIS, NON
VERBERIBUS, no con azotes.
¿Qué ocurrió para que esta Iglesia,
que siente HORROR POR LA SANGRE ,
haya creado esta institución?
En el siglo XII apareció una secta que
recibió muchos nombres y que no se limitaba al ámbito religioso sino que
invadió al civil. ¿Cómo? El orden jurídico medieval, nacido de la cultura
bárbara, estaba basado en el juramento de fidelidad. Por lo mismo, el delito
más odiado, insufrible para toda persona bien nacido, era la felonía, la
traición a un juramento. Como dice Santo TOMÁS, todo caballero prefiere morir a
perder el honor, es decir, a no cumplir la palabra dada. Pues bien, ahora
resultaba que el juramento, según esta secta, es ilícito; prestarlo es pecado
mortal. Como si esto fuera poco, rechazaban el matrimonio; porque tener hijos
es una perversidad, ya que mantiene encerrada la materia, reino del mal,
partículas divinas. Amén de otras insensateces, fueron los primeros en
practicar lo que hoy llamamos capitalismo salvaje; lo reseñado basta para
comprender que atrajeron sobre sí las iras de los gobiernos y de la Iglesia.
Mas hay otro aspecto de la cuestión
que ha sido ocultado maliciosamente. La persecución se dirigía a felones,
traidores, herejes, que es todo uno en esta materia. Quien era judío o musulmán
de toda la vida y se presentaba como tal en la sociedad medieval, no tenía nada
que temer. Era un huésped de la ciudad y, como tal, tenía derechos y deberes
que cumplir. Él no era hereje, ni felón, ni traidor. Allí donde eran muchos, se
organizaba un barrio para que pudieran vivir conforme con su ley y creencias
sin ser molestados ni molestar a nadie. Esos barrios, en España, serían
conocidos como morería o judería.
Los gobiernos civiles iniciaron la
persecución y FEDERICO II, el primer rey moderno según algunos historiadores,
llegó al exceso de hacer quemar a los acusados de pertenecer a tal secta. Las
quejas se acumulaban en Roma.
Tal parece que el emperador se
aprovechó de la situación y condenó a sus enemigos políticos. ¿Cómo impedirlo?
Al Papa GREGORIO IX se le ocurrió una idea realmente genial. Ya que se que se
acusaba de herejía a los reos, sólo la Iglesia tenía autoridad para determinar sí era
cierta la acusación. De este modo introdujo una cuña entre el reo y el tribunal
civil.
Esta es la razón de que se llame SANTA
INQUISICIÓN, es decir, INVESTIGACIÓN. Tal como hoy, en muchos países. Hay una
policía de INVESTIGACIONES, encargada de descubrir a los delincuentes, así
también, el Papa creó una instancia idéntica que debía informar al tribunal
civil. Por ello la
Santa Inquisición jamás condenó a nadie, sino que se limitaba
a RELAXARLO AL BRAZO SECULAR, el cual dictaba la sentencia. Lo curioso del caso
es que, al entregar al reo al tribunal civil, pedía clemencia por él.
Pero esta INQUISICIÓN la hacían
teólogos, acostumbrados a perdonar los pecados. Por ello lo primero que hacían,
al llegar a una ciudad, era proclamar un período de gracia. Se explicaban bien
los errores monstruosos que pululaban por la región y se otorgaba perdón
automático a todo el que comprendiese su error y se acusase a sí mismo, como en
la confesión sacramental. Este período de gracia podía durar hasta un mes. Esta
sola providencia ¿cuántas almas salvó? Porque muchos eran herejes por
ignorancia.
Todo el procedimiento inquisitorial
estaba marcado por ese inmenso esfuerzo por salvar al alma extraviada. En
cualquier momento del mismo, el reo podía reconocer su error y evitar su
RELAXICIÓN. En ese momento, la santa inquisición lo condenaba a alguna pena
espiritual, tal como hoy nos condena el confesor a rezar alguna cosa como
penitencia por nuestros pecados.
Muchos avances modernos en
procedimiento penal tienen origen en este curioso tribunal. Es el primero que
supuso la inocencia del acusado hasta el extremo de investigar al acusador
antes que al acusado. Además, sólo tenía en cuenta una acusación si se habían
producido al menos tres y provenían de distintas personas. Más aún, le pedía al
supuesto hereje que hiciera una lista de sus enemigos, los que eran borrados de
entre los acusadores. Creo que ningún tribunal actual se toma tantas molestias
como aquél.
Como los inquisidores venían de otra
ciudad, formaban una comisión de hombres probos, tomados del mismo pueblo, que
tenían la misión de informar sobre la calidad de los acusadores y acusados.
Porque bien sabían estos teólogos que muchas veces la envidia, la maledicencia,
etc., están en el origen de muchas calumnias; que a veces no son más que eso lo
que la gente da por sentado. Y como el reo tenía derecho a apelar ante el obispo,
e, incluso ante el Papa, todo el proceso era puesto por escrito por un notario.
Como si todas estas providencias
fueran pocas, el tribunal nombraba, de oficio, a un abogado defensor del
inculpado cuya misión era, obviamente, demostrar su inocencia.
Lo que hoy no podemos comprender es el
uso de la tortura. Ciertamente fue un error y muchos inquisidores lo
comprendieron. Hay que hacer notar, sin embargo, que era una práctica fomentada
por el derecho romano, redescubierto a fines del siglo XII; por desgracia, los
medievales se dejaron convencer por su autoridad.
Todos los tribunales comenzaron desde
esa época hasta hoy, si hemos de creer a tanta denuncia que, en ese sentido, se
oye por ahí. Ahora bien, el único tribunal de esa época que procuró suavizar en
todo lo posible tal árbitro judicial... fue la Inquisición.
Tomó toda suerte de providencias para
que no dañara en lo más mínimo a la salud del reo, por lo que debía ser
presidida por un médico, limitaba su duración y, lo que es menos aceptado, casi
nunca la uso. Al mostrarnos instrumentos crudelísimos en museos europeos, no se
toma en cuenta que era un tribunal mixto, civil y eclesiástico; por lo que, sin
decirnos nada, nos muestran los que eran usados por el civil como si hubiesen
sido empleados por el eclesiástico.
Hay que reconocer, sí, que hubo males
inquisidores, que cometieron abusos incalificables, como ha ocurrido en todos
los tribunales de ayer y de hoy. Pero lo que no suele decirse que el mismo tribunal,
en más de una ocasión, juzgó a sus inquisidores y los condenó por los abusos
que cometieron. Tales atropellos hablan bien claro de la debilidad humana, más
que de la maldad del tribunal. Ninguna institución puede pasar un test de
inmaculada blancura, y menos una que ha durado varios siglos. Lo cual no nos
autoriza a calumniarla, por cierto.
Permítaseme salir de la época a la que
he dedicado este estudio para ilustrar mejor la gloria de este tribunal.
Durante el Renacimiento europeo, por ejemplo, se desató esa increíble caza de
brujas que perdurará hasta los tiempos modernos. Ésta fue más implacable en los
países reformados que en los que mantuvieron su unión con Roma. Se calcula que
mucho más de medio millón de mujeres pereció en las hogueras encendidas por el
temor que provocaban.
Pero hubo dos países donde tan ominoso
fenómeno no se produjo: ESPAÑA e ITALIA. ¿POR QUÉ? Porque en ellos había una
Santa Inquisición que exigía probar la acusación. Ignoro por qué no se alzado
en ninguna parte una estatua al hombre
que salvó a tantas mujeres de la hoguera. Me refiero a ALONSO DE SALAZAR FRÍAS,
inquisidor español que negó la existencia de las brujas. Como, a su juicio, tal
acusación nacía de la ignorancia, la Inquisición se dedicó a fomentar las artes y las
letras, contribuyendo de modo decisivo al siglo de oro español.
Como puede apreciarse, nada hay que
nos avergüence si conocemos la verdadera historia de tan calumniado tribunal.
PROF. DR. JUAN CARLOS OSSANDÓN VALDÉZ
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar mayo
de 2008
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