lunes, 10 de mayo de 2010

*EL MUNDO MODERNO contra EL MUNDO MEDIEVAL*

Lo que damos en llamar “MUNDO MODERNOes un estado de cosas que tiene su origen en un proceso histórico revolucionario de paulatina destrucción de la Civilización Cristiana Medieval. Es necesario tratar de desenterrar las raíces de este proceso e interpretar su sentido. Pero son necesarias algunas precisiones previas.


Editó: Lic. Gabriel Pautasso

1-   PRECISIONES PREVIAS
Se dice al principio que la Revolución Moderna ha sido vista como una “conjuración”. Se ha dicho que la transformación que significa el advenimiento de la modernidad es tan importante y tan honda que sólo pudo ser el efecto de una conspiración de grupos ocultos iniciáticos o, si se quiere, contra-iniciáticos, que tramaron la modificación de la historia en un sentido revolucionario.
Esta acción conspirativa habría sido comenzaba, tal vez, a partir de la decadencia del monacato y de las órdenes medievales, operada desde adentro, y luego trasmitida a lo largo de generaciones sucesivas de conspiradores, hasta llegar a las sectas masónicas y las fuerzas secretas sinárquicas modernas.
Según nuestro modo de ver, en principio, es imposible negar la existencia de una vasta y multisecular conspiración, toda vez que la acción de fuerzas ocultas se encuentra sobradamente comprobada en la propulsión de los más importantes movimientos de los últimos siglos, los cuales, además, presentan una coherencia y una continuidad tales que resultarían inexplicables sin el manipulación sagaz de agentes consciente de sus fines y objetivos.
Empero, nosotros no queremos exagerar demasiado la importancia de las acciones conspirativas. Preferimos más bien insistir en el análisis de los principios y energías espirituales que fueron conformando y definiendo al mundo moderno en los sucesivos movimientos revolucionarios.
Ocurre que el movimiento de la Revolución Moderno tiene una profundidad que está más allá de lo humano. Pensamos que, muchas veces, las conspiraciones no fueron la causa sino el efecto de ciertos cambios radicales que primero se produjeron en el espíritu del hombre, y cuya explicación no es política sino metafísica. Más todavía: quizá sería elementos de “derecha” en la afirmación de las teorías conspirativas como explicación unívoca o principal de la Revolución Moderna, no ha contribuido frecuentemente a encubrir a otros más altos responsables, siempre anónimos, enquistados secularmente en las principales institucionales de Occidente.   
Sólo en la medida que sepamos los principios y energías espirituales que engendraron a la modernidad, podremos divisar con cierta claridad los horizontes que se ciernen sobre el género humano en este siglo XX.
La primera pregunta que surge al estudiar el nacimiento del mundo moderno es de qué modo pudo resquebrajarse la perspectiva cristiana que definía el espíritu del Medioevo. Para ello debemos analizar ciertas cosas que sucedieron en la misma Edad Media.

  1. LA CATÁSTROFE DEL CISMA GRIEGO
Unos de los sucesos más estrepitosos que marcaron el paso de la Alta a la Baja Edad Media fue la descomunal fractura que sufrió la Cristiandad con el llamado cisma griego o greco-ruso. En un momento dado casi todo el cristianismo oriental se escindió de la Iglesia Romana y del Pontificado Romano.
En el plano doctrinario las causas del cisma aparecen centradas en la ardua cuestión del “FILIOQUE” sobre la procesión del Espíritu Santo en la Trinidad.
Según confesaba el Símbolo de Nicea y Constantinopla, el Espíritu Santo procede del Padre. En la liturgia occidental, primero en España y luego en Francia, comenzó a confesarse la procesión del Espíritu Santo del Padre y del Hijo: “Patre Filioque”. La recepción de esta fórmula por Roma provocó la reacción de las Iglesias orientales que culminó en el cisma de 1074.
La disputa doctrinaria o teológica fue conciliada en el Concilio Ecuménica de LYON (1274) y luego en el de Florencia (1238/1485), los cuales definieron que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, mas no como en de dos principios sino como de un solo principio; no por dos espiraciones sino por única espiración. (DENZINGER, 460, 691).
Con el correr del tiempo, a pesar de la conciliación de la cuestión, el cisma no sólo se mantuvo sino que se ahondó cada vez más. Ocurría que, en el, sustrato del mismo, se anidaba también una profunda escisión de mentalidades entre Oriente y Occidente. No exageramos al decir que esto significó para la Cristiandad una verdadera catástrofe.  
SOLOVIEF describe muy bien esta catástrofe y el decurso posterior de las iglesias orientales auto-céfalas, separadas de ROMA. Quedaron como sin rumbo, guiadas por sus propias tendencias, las cuales se caracterizaban por un predominio total de la línea piadoso-contemplativa reacia al racionalismo y al legalismo. Después del cisma, esta tendencia espiritual fijó a las iglesias cismáticas en una especie de quietismo inmovilista que forjó toda una escuela,  - el HESICASMO – cuyo contenido fue causa de ardientes disputas. (WLADIMIR SOLOVIEF, “Rusia y la Iglesia Universal”, Santa Catalina, Buenos Aires, 1936).
En este decurso las iglesias cismáticas se sumieron en el apartamiento de  cualquier posibilidad de acción que pudiera influir efectivamente sobre la realidad concreta de hombres y naciones.
Sin embargo, sería torpe no advertir el desangramiento espiritual que, por otro lado, significó el cisma de Occidente. Si bien que detentador del vínculo legítimo con el Pontificado y de a verdadera ortodoxia en la Fe, al serle amputada, de hecho, la riqueza espiritual y la tradición mística del Oriente, con el correr de los siglos, el cristianismo occidental se fue deslizando insensiblemente hacia formas religiosas cada vez más comprometidas en la acción, el “apostolado” y las obras en detrimento de la contemplación y del culto.
A LARGO PLAZO, esta tendencia unilateral de la mentalidad occidental fue el campo propicio para que el espíritu revolucionario moderno prendiera como una chispa en la paja seca. Y FINALMENTE vino también a derivar en cisma y herejía, y, además, apostasía. Nos referimos a la apostasía en que desembocó el conjunto visible de la Iglesia Romana en el Concilio Vaticano II: allí se sentó el principio activo de la pastoral sobre el dogma; se estableció una doctrina intrahistórica e intra-mundana sobre la naturaleza de la Iglesia en franca ruptura con la Tradición, fundada  en una cosmovisión sobre Dios, el hombre, el mundo y la historia radicalmente heterodoxa.
Y en tren de sacar las últimas consecuencias, recordemos también que del VATICANO II derivan a modo de consecuencia directa de los DOCUMENTOS de MEDELLÍN (1968) y PUEBLA (1978), y toda la temática sociológica del clero subversivo que asuela Hispanoamérica en la actualidad. Tanto deseo de acción y apostolado y tantas ansias para transformar históricamente al mundo acaban por conformar una mentalidad donde la Redención y la vida del espíritu son asumidas como parte de una visión del universo, a veces muy ardiente, pero siempre de un fondo groseramente materialista.  
*Se acepta que la FE es rasgos característica de la época; pero hay junto a ella otro carácter típico de la misma, que es la difundida práctica de la Caridad por medio de la limosna, conforme vemos en la Sagrada Escritura “No basta la fe para salvarse” (se requieren las buenas obras).
Abadías y monasterios disponían permanentemente de una cuota para los desheredados del mundo; e igual función cumplían las cofradías y corporaciones; e igual función cumplían las cofradías de oficios y mercaderes. Se daba de comer, se vestía, se visitaba a los pobres; así, SAN LUIS REY DE FRANCIA tenía en sus ocupaciones la de atender personalmente, todos los días a los leprosos en un lazareto. Existía, además, una Orden de SAN LÁZARO, para socorrer material y espiritualmente a los que padecían esta peste; la existencia de más de 3.000 leproserías de la Orden servían para paliar este mal, uno de los dos males más temidos de la Edad Media; el otro infortunio era considerado la muerte repentina sin confesión.
La existencia de la pobreza y los pobres, realidad connatural a la sociedad (Dijo CRISTO: “POBRES, LOS TENDRÉIS SIEMPRE CON VOSOTROS”), daba a los humildes ocasión de practicar la virtud de la PACIENCIA, y a esperar la bienaventuranza prometida en el Sermón de la Montaña; y a los más acomodados, posibilitaba ejecutar actos de valiosas  VIRTUDES:  justicia, generosidad y caridad (pues justicia es dar al semejante lo que gravemente necesita; generosidad es beneficiar prudentemente a los demás, por desapego al dinero, y Caridad  cuando se hace bien al prójimo, POR AMOR A DIOS, ya que siendo todos HIJOS, no ESCLAVOS, de un mismo Padre y hermanos en CRISTO REDENTOR – que en esto consiste en realidad la igualdad entre los hombre, y no porque esta definido en las declaraciones de derechos humano, ya sea en 1789 o 1948 de la ONU. Cuando en el Cuerpo Místico que formamos uno de los miembros padecen, los demás se COM-PADECEN, como dice el Apóstol. La actividad nuestra, contemporáneos, frente a la POBREZA, es  diametralmente diferente: nos inclinamos a creer que es defecto corregible por los avances de la ciencia, la técnica o la política en base a programas de asistencia o reforma social, etc. Pero no,  POBREZA, en cierto grado, es un HECHO inevitable, perteneciente al orden general de las cosas en el estado de naturaleza humana, es decir, PECADO ORIGINAL.
Busquemos menos soluciones “científicas”, y practiquemos la LIMOSNA, no sea que nos ocurra como al rico EPULÓN que no había ayudado al pobre LÁZARO y no sea la justicia eterna haga se cumpla en nosotros la terrible admonición de CRISTO “porque tuve hambre, y no me distéis de comer… estaba desnudo, y no me vestisteis…Id, malditos, al fuego eterno…Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos pequeñuelos (los pobres) a Mí me lo hicisteis”. Y ya sabemos que la Caridad es la suma de toda justicia, y el precepto de la Ley Nueva, y el Maestro dijo: “CONOCERÁN QUE SOIS MIS DISCÍPULOS EN QUE OS AMÉIS LOS UNOS A LOS OTROS”. LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI! gspp *


  1. LA INFLUENCIA DEL ISLAM SOBRE LA EDAD MEDIA
Faltan aún los historiadores que sepan esclarecer plenamente hasta qué profundidades llegó la influencia del ISLAM sobre la Edad Media. Aún así, no creemos aventurado afirmar que esa influencia fue enorme. Ello nos obliga a varias consideraciones.
En los siglos que abarcan la caída de ROMA y el cierre de los grandes Concilios griegos (fueron nueve) que definieron el Símbolo de la Fe (CREDO), la CRISTIANDAD se perfilaba con toda su potencia incontenible. Es en aquellos siglos cuando, desde las profundidades del mundo semítico, surge el ISLAM alzándose como un elemento de formidable presión y contradicción frente a la Cristiandad.
En el orden de los principios, lo que antes debemos constatar es que existe in “OPPOSITUM PER DIAMETRUM” entre el monoteísmo semítico y el dios trinitario que emerge de las montañas y del desierto, el Dios del Antiguo Testamento, ya no puede ser la sola y exclusiva, ni siquiera la principal acepción divina para los cristianos. Para éstos Dios es Uno y Trino, se ha encontrado y ha redimido al hombre, se ha abajado hasta su creación y ha dejado su presencia real en la Iglesia.
Se debe notar que el ISLAM surge en la historia cuando el judaísmo, como principio religioso del monoteísmo absoluto e incomunicable, parecía en franco retroceso desde la destrucción de JERUSALEM d. año 70 y LA DIÁSPORA. Precisamente en la culminación de las consecuencias de esos acontecimientos, en la caverna del Monte HIRA, MAHOMA experimenta su iluminación religiosa: la vida humana, tan fugaz como el vuelo de un insecto, nada vale frente a la UNIDAD DIVINA.  
El ISLAM se levanta y surge a la historia bajo esa inspiración indivisible, y bien pronto proclamará la TEOLOGÍA DE LA “GUERRA SANTA” cuyo objeto principal, de hecho, habrá de ser la EUROPA CRISTIANA.
Además, el Islam ARRASÓ con el floreciente cristianismo de todo el Norte de África y con frecuencia, las circunstancias creadas en Europa a lo largo del Medioevo con motivo de la permanente presión del ISLAM favorecieron las condiciones propicias para el resurgimiento del  JUDAÍSMO, que dejaba de ser un principio religioso durmiente en el enigma de la diáspora para convertirse en un poder mundano de excepcional magnitud.
Mientras tanto, obligados los cristianos a enfrentarse con el ISLAM, en el fervor de las batallas la temática de la guerra santa se fue transfiriendo inadvertidamente hacia el mundo cristiano donde, con el correr de los siglos, junto a grandes gestas heroicas, también produjo fenómenos de extraña factura como, por ejemplo, la inocultable recepción de elementos espirituales y disciplinarios propios del ISLAM en las reglas de las órdenes religiosas-caballerescas que comenzaron a multiplicarse y crecer en influencia y poder.

  1. LA BAJA EDAD MEDIA
Durante la llamaba Baja Edad Media – siglos XII y XIII -, mientras la Cristiandad alcanzaba en Occidente su apogeo expresivo, comienza a verificarse una TRANSMUTACIÓN ESPIRITUAL bastante difícil de definir. El asunto no es simple y no debe ser simplificado.
Seguramente, una de las mayores paradojas del tiempo es aquella por la cual el apogeo o punto culminante de una vida marca siempre el principio de su decadencia. Forma parte de los misteriosos designios que rigen el orden universal el hecho que cuando algo llega a su plenitud allí mismo inicia su decadencia.
En la Baja Edad Media, la Cristiandad parece alcanzar su plenitud expresiva y al mismo tiempo comienza a detenerse en su ascenso. El hombre medieval se detiene para ver a su alrededor y procura redondear, cerrar, culminar su civilización de un modo glorioso. Las más altas expresiones del gótico, por ejemplo, o, en el orden del pensamiento, la Suma Teológica de SANTO TOMÁS DE AQUINO y la DIVINA COMEDIA de DANTE ALIGHIERI, manifestaciones grandiosas, por su misma grandiosidad, dan la impresión de algo que pugna por considerarse completado, terminado, como la actitud de quien traza una circunferencia hasta cerrar el círculo.
En la Baja Edad Media la Cristiandad parece alcanzar su plenitud expresiva y al de su existencia terrena. El peligro del ISLAM, al menos en su aspecto más dramático, parece conjurado; pero nadie advierte el ambiente espiritual tan enrarecido que ha dejado. Se ha resultado definitivamente la contradicción bárbaro romana dando nacimiento a un feudalismo vigoroso; pero nadie advierte el significado del incipiente de la burguesía como poder. Las Cruzadas, pese a todos sus vaivenes, han dado  clara pauta de la fuerza desbordante del mundo cristiano; pero nadie advierte tampoco el significado del paulatino trasvasamiento del ideal monacal hacia al ideal guerrero…
Es verdad que, por muchas razones, EUROPA podía tenerse por el más civilizado y pujante de los continentes, el más ascendente, el que de pleno derecho estaba llamado a conquistar la tierra. La luminosa plenitud del GÓTICO, el brillo de la ESCOLÁSTICA, la solidez de las instituciones, el bullir de los Burgos, todo tendía a crear en los espíritus un clima de ansiosa expansión europea, como luego se daría efectivamente, aunque ya fuera del Medioevo.
Nótese que, para comprender bien la nueva mentalidad revolucionaria que a poco se iba a formar, es necesario interpretar el sentido profundo de aquella sutil atmósfera de plenitud y complacencia que se respira en la Baja Edad Media. La complacencia, aunque sea implícita, de la plenitud, importa la detención del hombre para contemplar su triunfo y cavilar sobre la expectativa de alguna novedad importa que el triunfo aportará a la vida.
Ahora bien, esta especie de detención expectante y cavilante del espíritu es fatal. Por un lado, el hombre detiene su ascenso porque percibe haber llegado a la plenitud; pero lo que ocurre también es que no atina a ver más alto, y por eso juga haber llegado a lo más alto y detiene su ascenso. Esa detención supone ceder al tiempo, porque el hombre puede detenerse en su ascenso, pero el tiempo no se detiene en su curso; y entonces el hombre se sumerge en la ley de los ciclos y la plenitud deriva la decadencia.
El punto crucial en el trasbordo a la decadencia se produce cuando la detención expectante y cavilante del espíritu ante su propia plenitud se traduce en una actitud de “mirar hacia delante”. El hombre deja de mirar hacia lo alto para mirar hacia delante. Se produce en él una envolvente fascinación por el porvenir, por lo que el porvenir tiene de imprevisible, de nuevo, de desconocido.  La fascinación por el porvenir trae de la mano el deseo de transformaciones. Cuando esto ocurre ya entramos en el “RENACIMIENTO”. Todavía no se ha producido ningún hecho revolucionario en el mundo, pero la Revolución ya ha estallado en las fundas del alma humana. 

  1. EL RENACIMIENTO  
A partir del llamado RENACIMIENTO se inicia lo que propiamente denominamos REVOLUCIÓN MODERNA, REVOLUCIÓN ANTICRISTIANA, o REVOLUCIÓN a secas. Un movimiento progresivo de abolición de la Cristiandad.
El RENACIMIENTO abarca primordialmente los siglos XIV, XV,  y XVI. Fue llamado así aludiendo a un supuesto RENACER de la antigüedad clásica o greco-romana.
FEDERICO NIETZSCHE, que veía en el cristianismo la causa de la corrupción y caída del antiguo mundo greco-romano no es nueva, festejaba al Renacimiento como “una tentativa hecha por todos los medios y con todos los instintos para conducir a la victoria los valores NOBLES.  La disputa en torno a sí el cristianismo destruyó o no y en qué medida, al antiguo orden greco-romano no es nueva y ya la asume con amplitud SAN AGUSTÍN : escribe su extensa obra “Civitas Dei” precisamente para refutar a quienes sostenían que ROMA había caído bajo las hordas bárbaras como castigo del cielo por haber abandonado a sus dioses y abrazado el cristianismo). Pero independientemente de ello, a nuestro modo de ver, carece de todo fundamento describir al período renacentista como si fuera un resurgimiento de los valores antiguos. Del RENACIMIENTO nacieron los principios animantes del MUNDO MODERNO y una nueva perspectiva del tiempo histórico que poco y nada tienen que ver con la mentalidad propia de la antigüedad clásica de Grecia y de Roma.
Es verdad que en el RENACIMIENTO se perfila un clima espiritual cargado de cierto gusto delirante por las expresiones artísticas y filosóficas de la antigüedad clásica. Pero no creemos que ello pueda interpretarse como un regreso a la mentalidad antigua. Por el contrario, era algo exterior y superficial, incapaz de extraer ni rescatar ningún elemento  valioso y profundo de la antigüedad. Más bien parecía la búsqueda de un punto de apoyo para suscitar una contradicción con la mentalidad medieval que agonizaba y se ansiaba ver muerta.
Con el RENACIMIENTO irrumpe en la historia un nuevo tipo humano: EL HOMBRE MODERNO. Es la era de los grandes artistas, de los grandes descubrimientos, de los “siglos de oro”. Surge la noción de “GENIO”, totalmente desconocida para el mundo antiguo.
El artista ya no será más un anónimo constructor de catedrales, ni el científico u ignoto alquimista: es el tiempo de MIGUEL ÁNGEL y de GALILEO, de los reyes y los papas mecenas. Por doquier se siente que el hombre ha comenzado a construir, con su sola fuerza, su gloria y su fama.
Todo nace de nuevo – “re-nace” – pero ya no es uno solo el Creador, sino muchos.

  1. EL REPLIEGUE INTRAHISTÓRICO DEL SER HUMANO
Pero la esencia del RENACIMIENTO no debe buscarse sólo en un clima moral o en una expresión artística. Ambas cosas son manifestaciones laterales de un centro de transformaciones que se instala en lo más hondo del corazón humano. ¿Cómo derivó en el RENACIMIENTO aquel sutil trasbordo del espíritu que señalamos en la Baja Edad Media?
He aquí lo que, desde nuestra óptica, caracteriza con mayor exactitud el inicio de la Modernidad: una suerte de reversión del espíritu, lo que llamamos un REPLIEGUE INTRAHISTÓRICO DEL SER HUMANO sobre sí mismo y sobre el mundo que él se ha lanzado a construir; una internación dentro de su propia existencia.
Se trata de un fenómeno absolutamente universal por cuanto inficiona todas las manifestaciones humanas.
Debemos distinguir dos líneas bien marcadas en la evolución de este fenómeno espiritual. La una se desarrolla en franca ruptura con el dogma de la Iglesia Católica y asume rumbos abiertamente heterodoxos con relación al catolicismo, permanece en la Iglesia visible y crece dentro de ella transformando su rostro y vaciando su espíritu con el correr de los siglos.
La ruptura con el catolicismo y la Iglesia medievales se plantea con suma claridad en el espíritu renacentista. En este sentido es característica la obra de MIGUEL DE MONTAIGNE; él expresó con acabada precisión, y hasta con cierta gracia, ese repliegue o recogimiento del hombre sobre sí mismo, como si quisiera hacer girar todo el universo desde su propio interior. En cierto lugar llega a decir que él desea ocuparse de aquello que hasta ese momento hubiera sido muy mal visto: hablar de sí mismo. (MIGUEL de MONTAIGNE, “Ensayos”). La realidad exterior al hombre, que antes era contemplada con admiración, pasa a ser considerada de un modo trivial, mientras el hombre comienza a tomarse a sí mismo, aun en los aspectos más banales, como algo importante o al menos interesante.
Sin duda el punto de maduración en la manifestación intelectual de esta tendencia al repliegue intrahistórico del ser humano, fue alcanzado por RENÉE DESCARTES. Cuando pronuncia su famoso “COGITO ERGO SUM” significa que ha invertido en todos sus términos el orden del pensamiento y del espíritu humanos con relación al pasado antiguo y medieval. Significa lisa y llanamente, que el universo comienza a ser descubierto, o más aún, construido, y tal vez creado, a partir de la absoluta subjetividad humana.  
Nosotros pensamos que todas las escuelas de pensamiento modernas – el racionalismo de KANT, el idealismo de HEGEL, el marxismo, el existencialismo – pese a sus diferencias aparentemente abismales, están siempre concebidas desde la misma subjetividad humana que se forjó en el RENACIMIENTO y que tan bien expresó DESCARTES.
Pero está demás decir que la REVOLUCIÓN no ha permanecido durante todos estos siglos en el ámbito de la especulación teórica. Apenas el subjetivismo penetró en el clero como tendencia espiritual definida, fueron posibles las condiciones necesarias para que MARTÍN LUTERO proclamara el “EL LIBRE EXÁMEN” de las Sagradas Escrituras. Con ello se arribó a un vértice de ruptura tal con respecto a la mentalidad tradicional que inevitablemente debía trasladarse al plano de los hechos: fue la Reforma Protestante, con su secuela de guerras y revoluciones que quebraron para siempre  la UNIDAD DE EUROPA e hicieron caducar el orden sacro medieval.
A partir de allí, quedó por completo allanado el camino que, con el transcurso de los siglos, conduciría inexorablemente a la formación de las ideologías liberales y socialistas que provocaron el estallido de las grandes revolucionarias modernas: la REVOLUCIÓN FRANCESA DE 1789 y la REVOLUCIÓN RUSA de 1917. El triunfo de ambas operó la abolición prácticamente total del orden político y social de Occidente.
Por encima de sus contradicciones, no cabe duda que los idearios liberales y socialistas, en su diversos grados y matices, conforman una conjunción coherente de postulados y expectativas en donde la comunidad humana es concebida como la perfecta realización de los ideales de libertad completa e igualdad absoluta. Ello cristaliza en la práctica el principio de la autosuficiencia humana del HOMBRE MODERNO y de la autocontemplación humana que guía y dirige la REVOLUCIÓN MODERNA en su trama más profunda.  

  1. EL DESMORONAMIENTO DE LA ESPIRITUALIDAD TRADICIONAL EN LA IGLESIA CATÓLICA.
Decimos que hay otra línea más sutil y profunda en la evolución del fenómeno espiritual moderno, que se desarrolla sin llegar a una ruptura abierta con la doctrina católica. El desarrollo de esta línea fue el que permitió el desmoronamiento  de la ESPIRITUALIDAD TRADICIONAL. LA PIEDAD ANTIGUA y MEDIEVAL fue cediendo paulatinamente paso a lo que se conoce como “DEVOTIO MODERNA”.
A fines del siglo XIV se constituye en los PAÍSES BAJOS (HOLANDA) y el BAJO RIHN la escuela espiritual que ya entonces fue llamada “DEVOTIO MODERNA”. Sus fautores visibles fueron los HERMANOS DE LA VIDA COMÚN y los CANÓNIGOS REGULARES de SAN AGUSTÍN, que seguían una novedosa línea espiritual inspirada en GERARDO GROOT y su discípulo FLORENCIO RADEWINJS.  Personajes tan famosos como TOMÁS DE KEMPIS  (a quien se atribuye la “IMITACIÓN DE CRISTO” y DESIDERIO ERASMO de Rotterdam  estuvieron vinculados a esta casa religiosa. Bajo el impulso de estos religiosos la nueva se extendió rápidamente por los Países Bajas, Alemania, Francia e Italia. En España fue recogida por el abad montserratino GARCÍA CISNEROS. El abad montserratino GARCÍA JIMÉNEZ DE CISNEROS que fue el autor del “Ejercitario de la Vida Espiritual”; en él se inspiró SAN IGNACIO de LOYOLA para elaborar sus conocidos “EJERCICIOS ESPIRITUALES”. (Ver: “Origines y finalidad de Cursillos, Opus Dei y Jesuitas” de OSCAR WAST, Méjico, 1970).
“En el fondo – dice un autor – la “devotio moderna” fue un ramal de aquel movimiento que llamamos HUMANISMO y RENACIMIENTO y que dio relieve a la personalidad humana. Huelga decir que la personalidad toma un relieve ascético en el sentido de conocerse a sí mismo y convertir el alma humana en el centro del consorcio con Dios y campo de batalla contra el maligno. Su principio fundamental es que hay que encontrar a Dios dentro de la propia alma mediante el recogimiento y la meditación”. (MANUEL TRENS, prólogo a la “Imitación de Cristo” – Textos reagrupados de KEMPIS – Barcelona, 1965).
La “Devotio Moderna” funda la vida espiritual en una suerte de interioridad individual que implica un planteo religioso bien diferente al cultivo de la liturgia y la contemplación con fundamento cosmológico que proponía la piedad antigua (Medieval). Paulatinamente, el universo va dejando de ser objeto de la contemplación como reflejo de las energías divinas; la propia interioridad de cada alma pasa a ser el principal objeto de consideración religiosa y la moral individual adquiere desmesurada importancia.
En la “devotio moderna” el hombre ejercita un permanente autoanálisis de su subjetividad como ámbito en el que se verifican las realidades espirituales. En la práctica ello se manifiesta crecimiento de la EMOTIVIDAD, los impulsos sensibles y, en general, todos los elementos del PSIQUISMO inferior que pasan a constituirse en los ejes de la vida espiritual en detrimento de otros factores más sólidos y profundos.
Ciertamente sería insensato concluir que en el ámbito de la “devotio moderna”  absolutamente nadie puede obtener frutos espirituales ni alcanzar grados de SANTIDAD, ya que también deben tenerse en cuenta otros factores inconmensurables como, por ejemplo, el milagro, o las gracias extraordinarias que una persona pueda recibir en su vida. Pero nótese que aquí precisamente es donde resulta ostensible una de las consecuencias más graves de la “devotio moderna”: SU DESARROLLO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS NO SÓLO HA VACIADO DE SUBSTANCIA AL MUNDO CRISTIANO, SINO QUE HA CONVERTIDO A LA SANTIDAD (PARA LA CUAL ESTÁN LLAMADOS PUEBLOS, NACIONES Y CONTINENTES) EN UN FENÓMENO EXTRAORDINARIO Y LIMÍTROFE.  

  1. LA PERSPECTIVA MODERNA DEL TIEMPO HISTÓRICO
En resumen,  la perspectiva del tiempo histórico que ha forjado el mundo moderno es enteramente distinta de la perspectiva antigua y, por cierto, de la cristiana y medieval. Se trata de algo complejo, y a veces, confuso, difícil de estudiar en todas sus variantes. Sin embargo, creemos que bien puede definirse a través a través del concepto de PROGRESO LINEAL, HORIZONTAL y CUANTITATIVO.
Para el hombre moderno la historia comienza a ser vista como un progreso lineal y horizontal en el tiempo, un avance, un camino que está recorriendo hacia objetivos cada vez más ambiciosos. Este progreso requiere el esfuerzo y el dolor humano pero el hombre no puede evitar recorrer este camino ya que al final espera encontrar, justamente, la eliminación del esfuerzo y del dolor.
Es una perspectiva histórica que casi no tiene antecedentes en la antigüedad, si exceptuamos la visión profética del pueblo judío que recorre el camino hacia la tierra prometida. Una consecución lineal, una senda, un tránsito hacia las promesas mesiánicas.
SE PUEDE CONSIDERAR EL MUNDO DESDE DOS PUNTOS DE VISTA SEGÚN QUE SE INSISTA EN SU ASPECTO CÓSMICO O BIEN EN SU ASPECTO HISTÓRICO. PARA LOS ANTIGUOS GRIEGOS EL MUNDO ERA COSMOS, PARA LOS ANTIGUOS HEBREOS ÉL ERA HISTORIA. MIRAR EL MUNDO COMO UN COSMOS ES SER COSMOCÉNTRICO; CONSIDERADO COMO UNA HISTORIA, ESTO ES SER ANTROPOCÉNTRICO”. (NICOLÁS BERDIAEFF, “ESSAI de Métaphysique Eschalologique”, Ed. Montaigne, Paris, 1946).
Se explica entonces por qué el profetismo hebreo siempre asume un sesgo marcado integrado en la historia. (ANDRÉ NEHER, “La esencia del profetismo”, Ed. Sígueme, Salamanca, 1975).
Pero si la perspectiva moderna es comparable, o de algún modo derivara de la profética visión judaica, no cabe duda que lo haría en su sentido más estrictamente carnal y materialista, pues, en la perspectiva moderna la idea de “progreso” tiene rasgos exclusivamente cuantitativos; toda ella está al dominio y al control cada vez mayor cada vez que el hombre haga de los elementos de la Creación para afirmar su autosuficiencia.
Esto es gravísimo porque semejante idea de “progreso” reduce la cosmovisión humana a una sola materia bruta, es decir, implica la clausura del espíritu para la consideración de las cosas invisibles. Como obvia consecuencia el ser humano va perdiendo densidad espiritual, se establece una primacía normal de lo cuantitativo sobre lo cualitativo. El lenguaje se falsifica y se pierde la posibilidad de todo conocimiento simbólico, que es reemplazado por el más crudo racionalismo.
No sabemos si el creciente manipuleo y transmutación de los elementos producirá un desequilibrado catastrófico en el orden universal, como muchos temen, sea por la promoción de ignoradas energías sutiles o por el desencadenamiento de fuerzas groseras. Pero, aunque así no fuera, hay un desequilibrio mucho más hondo y grave: es el que se produce en la naturaleza humana que, volcada a desdibujar en sí al espíritu. Y las consecuencias de ello, sin duda, serían más perversas que el caos de los elementos.  
No son pocos en el mundo quienes ya manifiestan su temor frente a las dichas consecuencias que cada día se perfilan con mayor claridad. Sin embargo, la idea del progreso lineal, horizontal y cuantitativo parece prácticamente imposible de erradicar de la MENTALIDAD del hombre moderno, al menos en las actuales condiciones. Tal idea constituye el motor activo, el principio animante del mundo eterno en todas sus facetas. De tal manera, cualquier intento de crítica es apreciado como un acto de impiedad hacia el género humano.  
Pese a la percepción cada vez más clara que el hombre moderno tiene de la crisis terrible en que se va comprometiendo el mundo, le resulta inconcebible renunciar a su idea de “progreso” como principio animante de su existencia, como perspectiva de la historia, pues en el fondo advierte que si lo hiciera contribuiría a desmoronar el estado de cosas en que se desenvuelve su vida y ello lo hundiría en la inseguridad total. Por esto sigue creyendo en la redención final del mundo por el progreso, y en que el progreso eliminará alguna vez el dolor y el sufrimiento, y en que hará reinar la felicidad completa.

BIBLIOGRAFÍA GENERAL (la ESPECÍFICA indicada en el texto)

*Jesuitas, Iglesia y Marxismo. La Teología de la Liberación desenmascarada 1965-1865. Por RICARDO DE LA CIERVA, Plaza y Janés, 3º ed. Barcelona, 1987.
*“Oscura rebelión en la Iglesia. Jesuitas, teología de la liberación, carmelitas, marianistas y socialistas: la denuncia definitiva”, por RICARDO DE LA CIERVA. Plaza y Janés, Barcelona, 1987.
*“El BREVE que abolió la Compañía de Jesús” por CLEMENTE XIV. Texto, traducción e Introducción de CARLOS A. DISANDRO, La Plata, 1967
*“Historia integral de Occidente” por FLORENCIO HUBEÑAX,  Desde una perspectiva cristina, Educa, Buenos Aires, 207.
*“Historia de las ideas políticas. La regulación del poder Edad Media – Edad Moderna”. Por JUAN MANUEL MEDRANO, Educa, Buenos Aires, 2009.
*“La Tradición y el mundo moderno”, Ediciones Fidelidad, Buenos Aires, 1983 por ALVARO RAMIREZ ARANDIGOYEN.
*“El principio de las cosas”, Ediciones Fidelidad, Buenos Aires, 1985 por ALVARO RAMIREZ ARANDIGOYEN.  
*“Fidelidad a la Santa Iglesia, nº XIV, abril-junio 1981. Director: ALVARO DANIEL RAMÍREZ ARANDIGOYEN. Secretario de redacción: ATILIO C. NEIRA, p. 16-24.
*De nuestro fondo editorial: *1) DP nº 47 Las Confesiones del Cardenal RATSINGER; *2) DP nº 48, Concomitancias judeo-jesuíticas. La calla la Historia; *3) DP nº 165 Hispania España y/o Sefarat en América. Lo que calla la Historia. 4) Manuel II (Diario Pampero. Apuntes Cordobeses. “MANUEL II:EMPERADOR y TEÓLOGO”).
*SAN ATANASIO MAGNO: Obispo, Confesor y Doctor *

La Iglesia, salpicada todavía con la sangre de sus mártires, iba a sufrir más temibles asaltos de la herejía. ARRIO se atreve a despojar de su gloria de HIJO DE DIOS al divino Resucitado para hacer de Él una mera criatura, aunque más dotada de gracias que ninguna otra.
Entonces suscita Dios a ATANASIO, al gran obispo de Alejandría, para que sea el campeón de la ortodoxia frente a la herejía arriana, que, cual reguero de pólvora, estalló en Oriente y Occidente.
En el año 325 ATANASIO fue el adalid de la ilustre asamblea de 318 obispos que, reunidos en Nicea bajo la presidencia del español OSIO de Córdoba, condenaron al impostor ARRIO, proclamando ser JESÚS verdadero Hijo de Dios, igual y consubstancial al PADRE. Murió en el año 373, y fue nombrado Doctor de la Iglesia, Afirmemos con SAN ATANASIO la divinidad de CRISTO RESUCITADO.

*Ilustraciones de la obra “La Cristiandad y su cosmovisión” del RP ALFREDO SÁENZ S.J. Revista Gladius, Buenos Aires, 2ª edición, 2007, 396 pp. Amplia bibliografía…*

DIARIO PAMPERO Cordubensis. INSTITUTO EMERITA URBANUS.

Córdoba de la Nueva Andalucía, a 2 del mes de mayo del Año del Señor de 2010. Fiesta de SAN ATANASIO MAGNO: Obispo, Confesor y Doctor. Autor del Símbolo de la Fe en el Primer Concilio Ecuménico.
Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA!
Gratias agamus Domino Deo Nostro! gspp. *


No hay comentarios: