jueves, 8 de octubre de 2009

Encíclica Libertas Praestantissium


Por S.S. León XIII 1878-1903

“LA REVOLUCIÓN es una doctrina que pretende fundar la sociedad sobre la voluntar del hombre en lugar de fundarla sobre la voluntad de Dios”, ALBERTO DE MUN, Discurso en la Cámara de Diputados de Francia, en noviembre de 1878. Fue DE MUN economista, organizador del Catolicismo social, varias veces diputado, propulsor de la legislación social francesa y académica (1841-1914).
“Ella se manifiesta por un sistema social, político y económico nacido del cerebro de los filósofos, sin cuidado de la tradición y caracterizado por la negación de Dios sobre la sociedad pública. ESTO ES LA REVOLUCIÓN, y es allí donde hay que atacarla. ALBERTO DE MUN, del discurso a la Tercera Asamblea General de miembros del Círculo Católico, el 22 de mayo de 1878.
“El resto no es nada, o más bien todo fluye de aquello, de esa REBELIÓN orgullosa de dónde nació el Estado moderno, el Estado que ha tomado el lugar de todo, que se ha hecho dios, y que nosotros rehusamos adorar.
La Contra-Revolución es el principio contrario, es la doctrina que hace reposar la sociedad sobre la ley cristiana”.
Secularizar la sociedad y el Estado, emancipar de toda influencia católica LOS ÓRDENES DE LA VIDA, y, si fuera posible arrancar la fe de todas las almas; restaurar el imperio de Luzbel sobre la ruina del de Cristo, tal es el fin de la Revolución cosmopolita (el Nuevo Orden Mundial o gobierno mundial), que tácita o expresamente, con franqueza o doblez, persiguen la escuela y partidos políticos liberales (y marxistas), que son los instrumentos por los cuales se difunde y desarrollo en el mundo. VÁSQUEZ DE MELLA, La persecución religiosa. Obras Completas. T. V., p. 35. El autor (1861-1928), insigne apologista católico y elocuente orador, mereció ser llamado en España, su patria, “El verbo de la Tradición”.
“Llámese Racionalismo, Socialismo, Revolución o Liberalismo (o mejor Comunismo, agregamos), será siempre por su condición y esencia de la misma, la negación franca o artera, pero radical, de la fe cristiana, y en consecuencia importa evitarlo con diligencia, como importa salvar las almas”. Carta colectiva de los Ilmos. y Rvdmos. Prelados de la provincia eclesiástica de Burgos, España.
“Después de los tres primeros siglos, durante los cuales la Tierra rebosó de sangre de cristianos, se puede decir que jamás atravesó una crisis tan grave como aquella en que entró a fines del siglo XVIII.
“Bajo el efecto de la loca filosofía salida de la herejía de los novadores y de su traición; y por el desatino en masa de los espíritus, estalló la Revolución, cuya extensión fue tal que transformó las bases cristianas de la sociedad, no sólo en Francia, sino poco a poco en todas naciones”. S. S. BENEDICTO XV, A.A.S., 7 de marzo de 1917.
Y ESTO ES LA REVOLUCIÓN: la gran REBELIÓN que, incubada desde muy lejos, nace vigorosa en los últimos tiempos (siglo XVIII hasta hoy). LA REVOLUCIÓN no es sólo el laicismo en las escuelas, ni la disolución en la familia, ni el odio a la autoridad civil, ni la persecución religiosa, ni el trastrueque del mundo del trabajo. Es todo eso; pero es algo más. ES EL AFIRMAR QUE TANTO EL ORDEN SOCIAL COMO EL INDIVIDUAL SE HA N DE ESTABLECER SONRE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y NO SOBRE LOS DERECHOS DE DIOS. ¿SUS ETAPAS? RENACIMIENTO, REFORMA, REVOLUCIÓN FRANCESA, COMUNISMO.

*LIBERTAS PRAESTANTISSIMUN*

*LA LIBERTAD y el Liberalismo *

Sumario

I La libertad del hombre y el uso de esta libertad. Jesucristo, salvador de la libertad humana. La Iglesia, benemérita de la libertad. Sin embargo, hay quienes presentan a la Iglesia como enemigo de la libertad.

II El objeto de esta Encíclica es el estudio del problema de la libertad moral y de las llamadas libertades modernas.

III La libertad natural es exclusiva de los seres racionales. Su fundamento es la espiritualidad del alma humana. La Libertad moral deriva de la libertad natural. El hombre es responsable porque es libre.
La libertad individual consiste en la facultad electiva de medios aptos para un fin, y necesita el conocimiento intelectual previo. Pero la libertad del hombre es imperfecta. Para remediar esta deficiencia, Dios ha provisto al hombre de sus socorros: la ley y la gracia. La ley es necesaria porque el hombre es libre y puede desviarse del recto oren. Consiste en un precepto indicativo y obligatorio de a razón. La gracia es un auxilio sobrenatural dado por Dios a la voluntad del hombre. No debilita la libertad de éste, sino que facilita y garantiza su ejercicio recto.

IV La libertad moral del hombre en la sociedad. La ley humana es la que regula la actividad social del hombre. Dos clases de leyes humanas: hay leyes que son expresión directa de la ley natural; su origen no está en el Estado, sino en la naturaleza. Hay otras leyes que determinan en particular lo que la ley natural establece en general; su fuente inmediata es el Estado.
La libertad social no consiste en hacer el capricho personal, sino en vivir socialmente según los dictados de la ley eterna. Too derecho positivo deriva de la ley eterna – a través de la ley natural – su fuerza legal obligatoria. La libertad social incluye, por consiguiente, la necesidad de obedecer a la ley y de someterse a la autoridad; en última instancia, a Dios. Esta obediencia no suprime la libertad sino que la garantiza y dignifica. Dios es el fin supremo de la libertad.
La Iglesia Católica ha sido siempre defensora de esta concepción exacta de la verdadera libertad social. Pero ha recordado siempre al mismo tiempo la obligación sagrada al poder legítimo, complementada con el precepto eventual de la no obediencia al mandamiento contrario a la ley de Dios.

V Falsa doctrina del liberalismo acerca de la libertad del hombre. La raíz filosófica del liberalismo político es el racionalismo.
El liberalismo radical o de primer grado: autonomía del hombre. Soberanía absoluta de la razón. Moral independiente de Dios. La voluntad libre como raíz última y exclusiva de la sociedad. La mayoría como fuente suprema del derecho.
Este liberalismo es falso en el orden óntico. Suprime toda norma objetiva en el orden moral. Corta de raíz toda estabilidad en el orden social y político.
El liberalismo mitigado o de segundo grado. La libertad debe ajustarse a la recta razón natural, y por tanto a Dios. Pero no está obligada a someterse a una pretendida ley revelada. Por esto no tiene sentido hablar de relaciones entre la Iglesia y el Estado.
Esta teoría es inconsecuente consigo misma y por ello falsa. El hombre debe someterse a todas las leyes que Dios le imponga. No es el hombre el que ha de determinar la naturaleza y la extensión de los derechos de Dios. Ahora bien, Dios ha dado la ley revelada y fundado la Iglesia. Además, la ley natural y la ley revelada no son contrarias, sino de complementarias. Por esto la teoría de la separación es radicalmente falsa.
El liberalismo más mitigado o de tercer grado. El hombre debe obedecer todas las leyes impuestas por Dios. En la esfera pública puede el hombre prescindir o apartarse de la ley revelada. Por esto es necesaria la separación entre la Iglesia y el Estado.
Este sistema es falso también por su inconscecuencia. El Estado está obligada a proporcionar al ciudadano la prosperidad espiritual facilitándole los medios necesarios para ésta. Además la Iglesia y el Estado han de encontrarse necesariamente en ciertas ocasiones. En estos casos de convergencia hay que buscar una solución concorde de mutua convivencia.

VI Las conquistas del liberalismo: las libertades modernas.
Libertad de culto. El hombre, se dice, es totalmente libre en materia religiosa; el Estado no tiene obligación alguna en esta materia. En el orden individual esta tesis es falsa, porque el deber supremo del hombre es dar culto a Dios. En el orden social esta libertad de cultos es también falsa, porque el Estado tiene deberes para con Dios y para con los ciudadanos en este campo. La religión es además fundamental para la libertad de la persona y para el bien del Estado.
Libertad de palabra y libertad de imprenta. Sólo la verdad y el bien tienen el derecho de ser propagados son más peligrosos que muchos delincuentes. En materia opinables el hombre tiene libertad para pensar y para expresar razonablemente lo que le parece.
Libertad de enseñanza. El objeto exclusivo de la enseñanza es y debe ser la verdad. Ahora bien, la verdad es de de dos clases: natural y revelada. La Iglesia es depositaria de la verdad revelada y defensora de la verdad natural. Por eso la Iglesia es la maestra del hombre y tiene derecho a la libertad de magisterio. La libertad para el error es contraria a la naturaleza del hombre.
Libertad de conciencia. Dos sentidos: uno falso, el hombre es absolutamente libre en materia religiosa; otro verdadero, el hombre tiene el derecho de cumplir dentro del Estado la voluntad de Dios.

VII La tolerancia. Los males presentes sólo pueden remediarse con el restablecimiento de los principios sobre la libertad humana expuestos en esta encíclica. La Iglesia, sin embargo, atiende a las circunstancias; por esto, aunque reconoce derechos solamente a la verdad y al bien, no se opone a la tolerancia del mal en determinados supuestos. La única causa legitimadora de esta tolerancia es el bien común. Pero tolerancia no es sinónimo de aprobación.
Dos advertencias: cuanto mayor es el mal que se tolera, tanto más imperfecto es el Estado que lo tolera. Cuando la tolerancia causa males mayores que los bienes que reporta, la tolerancia es ilícita.

VIII La raíz moral del liberalismo es una rebelión interna del hombre frente a Dios. Sin embargo, presenta externamente varias formas determinadas de otras tantas especies de liberalismo.
Liberalismo de primer grado: condenado por su rechazo absoluto de Dios tanto en la vida privada como en la vida pública.
Liberalismo de segundo grado: condenado por su negación de la ley revelada y por defender la separación entre la Iglesia y el Estado en el sentido de que la Iglesia no existe para el Estado.
Liberalismo de tercer grado: condenado por excluir la ley revelada de la vida pública y por defender la separación de la Iglesia y el Estado. Reconoce la existencia de la Iglesia, pero niega el carácter de sociedad perfecta. Tesis ya refutada en la Encíclica Immortale Dei.
Liberalismo de cuarto grado: es inaceptable, dice, la separación entre Iglesia y Estado. Pero la Iglesia debe amoldarse a los tiempos. Si lo que se le exige es ina tolerancia justa, esta forma no está condenada. Si lo que se le exige es una condescendencia o una connivencia, esta forma es inaceptable.

XI Aplicaciones prácticas de carácter general.
Es lícito defender las libertades del liberalismo como derechos naturales. Todo lo más podrán ser toleradas en algunos casos. Es lícito procurar para el Estado una organización política más equilibrada en los casos de opresión gubernativa. Son lícitas todas las formas de gobierno con aptitud para el bien común. Es lícito en general participar en la vida política. Todos deben colaborar en el bien común. Es justo procurar la independencia nacional y la emancipación de todas las tiranías cuando se hace sin lesionar la justicia. Es lícito y recomendable el fomento y desarrollo de las libertades políticas moderadas. (continuará).


Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 314
Instituto Eremita Urbanus

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