jueves, 29 de octubre de 2009

Renuncia tácita al Sumo Pontificado "ab ipso jure admissa"


Homero Johas, distinguido intelectual brasileño. Se ha destacado por sus estudios sobre los problemas de la Iglesia; fue recomendado a " ROMA " por Mons. de Castro Mayer.

La cuestión de la posibilidad de que un Papa que ha incurrido en herejía prosiga con la jurisdicción papal, me parece que, en último análisis, se resuelve por la consideración de dos puntos: la distinción entre jurisdicción ordinaria y extraordinaria y los requisitos, ya de la parte del hombre, ya de la parte de Dios, para que tal jurisdicción exista en una persona que, siendo Papa, incurrió en herejía.

La distinción entre jurisdicción ordinaria y extraordinaria es requerida porque el cargo papal tiene su jurisdicción, que es suprema en la tierra, anexa a él por la Revelación. Así, es ordinaria, delimitada por la Revelación terminada. De modo absoluto, Dios podría hacer otra Revelación, pero es de fe que no lo hará hasta el final de los tiempos. Luego, la posibilidad absoluta de que Dios pudiese conceder una jurisdicción extraordinaria a un hereje deja de existir en presencia de la jurisdicción ordinaria que pertenece a la Iglesia tal como fue instituida por Cristo.
Dios podría gobernar la Iglesia por un animal, como por el milagro que hizo con la mula de Balaam; aún así sería necesario que revelase que tal mula hablaba por acción directa de Dios. En el caso concreto, presente, no existe tal Revelación ni puede existir y, si existiese, el Papa herético dejaría de manifestarse exteriormente como herético, pues Dios no podría enseñar herejías.
Que el Papa herético pierde la jurisdicción ordinaria inherente a su cargo, eso se evidencia por dos consideraciones: de parte del hombre herético y de parte de la propia jurisdicción ordinaria del cargo papal.
El hereje deja de adherir a la fe y a la autoridad del cargo papal, pues todo hereje es también cismático. Luego, necesariamente, él, por su propia voluntad, se separa de la autoridad jurisdiccional inherente a su cargo. Tal separación se sigue pues de la definición de herético, el cual está "subvertido [...] por el propio juicio" (Tito 3, 11). La separación del cargo papal es por lo tanto consecuente a la adhesión renitente de la voluntad papal a la herejía y no a las verdades divinas definidas por la autoridad inherente al cargo papal. La separación es, pues, "a seipso" y no "ab alio". El renuncia "ipso facto" por la adhesión a una doctrina opuesta a la doctrina católica enseñada por la autoridad divina inherente al cargo suyo. Se da, pues, de parte del sujeto de la jurisdicción, la renuncia tácita y necesaria a la jurisdicción papal. El no puede querer simultáneamente dos cosas opuestas aunque explícitamente diga que desea proseguir siendo Papa.
Esto está demostrado por la autoridad de la Iglesia, de Santo Tomás y de San Roberto Belarmino, además de otros teólogos.
La iglesia, en el Canon 188, S 4 "admite" la vacancia "ipso facto" de cualquier cargo de jurisdicción ordinaria por el hecho de que una persona haya adherido públicamente a una doctrina herética. No se desvaloriza ese juicio de la Iglesia diciéndose que es derecho humano y que el papa no está sometido a él, pues él se basa sobre la "incompatibilidad" objetiva entre dos objetos opuestos a los que no puede físicamente adherir al mismo tiempo la voluntad del hereje, la voluntad cismática: a la jurisdicción ordinaria y al rechazo de lo que es impuesto por ella. Por lo tanto, el juicio de la Iglesia ahí, al juzgar "admitida por propio derecho" la renuncia tácita, está haciendo referencia al derecho divino que, por un lado, garantiza la autoridad papal y, por otro, es rechazado por la voluntad cismática del hereje. La incompatibilidad entre la herejía y el cargo de jurisdicción ordinaria antecede al juicio humano de la Iglesia, trasciende a él y existiria incluso si el juicio humano de la Iglesia nada dijese en el Derecho Canónico. Pero, si la Iglesia lo dice, ella confirma la incompatibilidad "ex natura" entre las dos cosas. Pío XII enseñó que el cisma y la herejia "suapte natura" separan de la Iglesia (Mystici Corporis). Por lo tanto, esos pecados separan al papa herético o cismático de la jurisdicción ordinaria pertinente a los cargos de la Iglesia. Y eso, dice la Iglesia en su canon citado, "sin cualquier declaración" explícita, pues la renuncia se sigue de los derechos incompatibles que de por sí manifiestan claramente la voluntad del hereje-cismático. No está pues en cuestión si
el papa está subordinado al derecho humano de la Iglesia, sino si el hecho de que la Iglesia, por su juicio, juzga que existe la renuncia tácita cuando existe la manifestación de voluntad pública, de adhesión a la herejía o al cisma. Es un acto unilateral del papa herético, por lo tanto.
Santo Tomás (2-2, 39, 3) niega la permanencia del poder de jurisdicción ordinaria de los herejes y cismáticos en cuanto al poder que es "ex iniunctione hominis"; la extraordinaria si la Iglesia la concediese "ad actum", y si por parte del propio hereje éste aceptase ejercer este acto jurisdiccional conformando su intención con la de la Iglesia en el ejercicio de ese acto. Sin estas dos condiciones, "nihil actum est".
Así, la argumentación de la permanencia de la jurisdicción papal en el papa que incurrió en herejía peca por dos razones si fuera fundada en el ejemplo del sacerdote herético que absuelve en casos donde la Iglesia le da tal poder y donde ese sacerdote acepta hacer lo que la Iglesia tiene intención de hacer: el papa herético pierde por la adhesión a la herejía la jurisdicción ordinaria del cargo papal y no consta por la Revelación la concesión de una jurisdicción extraordinaria para el papa y ella no puede ser supuesta: la suposición sólo puede ser hecha en sentido opuesto, dada la herejía y el cisma. Y aunque hubiese en la Revelación terminada la concesión de tal jurisdicción extraordinaria, no existiría por parte del papa herético la adhesión volitiva a la autoridad del cargo papal que enseñase que existen en la Revelación dos tipos de jurisdicción pertinentes al cargo papal: la ordinaria y la extraordinaria. Quien rechaza la autoridad divina para determinada materia, la rechaza para todas las materias. El hereje cismático, es hereje-cismático independientemente de la naturaleza de la herejía, del artículo de fe que él niega.
Eso fue visto por San Roberto Belarmino cuando enseñó que un papa manifiestamente herético cesa por sí mismo de ser papa y cabeza de la Iglesia, del mismo modo que cesa de ser cristiano y miembro de la Iglesia y, por esta razón, puede ser juzgado y castigado por la Iglesia (de Romano pontífice 1.2,30).
Los herejes no se mantienen, de ningún modo, en la Iglesia, ni tienen unión alguna con ella. Pío XII enseñó que los que poseen poder en la Iglesia "son sus miembros primarios y principales" [primaria ac principalia membra] y los herejes no son miembros. Hablaba ahí el papa del poder jurisdiccional ordinario (Mystici Corporis). El "cargo de doctor, rey y sacerdote" exige ser miembro de la Iglesia, de modo ordinario, dice el papa.
Pío IX, en la Encíclica " Jam vos omnes" niega que los que están "visiblemente" separados de la unidad de la Iglesia sean de cualquier modo miembros o partes de la Iglesia. Así, quien no es parte de la Iglesia no tiene jurisdicción ordinaria.
Y nadie puede ser regido en la Iglesia Católica por un hereje, vivir "haereticorum ductu" (D. S. 2881). Ahora bien, tal situación en la Iglesia subordinaría a los fieles a la regencia de un hereje. Si debemos "evitar al hombre herético" (Tito 3,10), no podemos ser regidos por él. Si debemos "no recibir" a aquel que no trae la doctrina católica (2 Juan 10-11), no podemos ser gobernados por él; sería "recibirlo" a él. Si ni en las cosas terrenas debemos procurar un juez infiel, ser juzgados "apud infideles", "judicari apud iniquos", sino que debemos buscar los jueces que están dentro de la Iglesia [qui sunt in Ecclesia] (I Cor. 6, 1-6), con mayor razón, en casos espirituales, no podríamos ser gobernados por los que tienen odio a los fieles por causa de las verdades de la fe. "Qué parte [pars] existe entre el fiel y el "infiel", dice la Revelación (2 Cor. 6,14-18). Si el hereje fuese papa exhibiría esa "parte". El infiel debe ser objeto de anatema (Gal. 1,8-9) y no de unión. No se obedece a la autoridad humana, inferior, si está rebelada contra Dios, autoridad superior.
Si la Iglesia está edificada sobre la roca de Pedro, esta roca forma parte de los fundamentos de la Iglesia. Ahora bien, es de fe que el papa herético no es miembro de la Iglesia. Luego, tampoco es parte de la Iglesia, además de no ser miembro.
Cristo ordenó a Pedro que confirmase a "sus hermanos" en la fe. Ahora bien, el papa herético no es hermano en la fe. En el Antiguo Testamento, Dios también vetó a los judíos hacer un rey de otro pueblo [alterius gentis] que no fuese un hermano [qui non sit frater tuus] (Deut. 17,15), que no fuese de la misma tribu [de tribus vestris] (Deut. 1, 13-15).
"El hombre espiritual no puede ser juzgado por el no espiriritual" (1 Cor. 2, 15). Ahora bien, las sectas son obras de la carne (Gal. 5, 20). Luego, los fieles, hombres espirituales, no pueden ser juzgados por el papa que ha incurrido en doctrina sectaria. Si Cristo "aborrece" a los herejes ("Et Ego Odi", Apoc. 2,6), no les concede poder para gobernar a los hijos de Dios.
Por lo tanto, de este modo se concluye que el papa herético dejó "ipso facto", por sí mismo, por renuncia tácita a su cargo, de tener la jurisdicción papal, de ser papa. Y, por lo tanto, que no es el papa herético un papa que deba ser depuesto [deponendus], como pretendieron algunos teólogos refutados por San Roberto Belarmino. Ningún ser humano depone la autoridad suprema; sin embargo, ella puede perder el cargo en razón de su propia voluntad cismática en relación a la autoridad divina inherente a su cargo.
Tal doctrina trae consigo responsabilidad para los Obispos que permanecieron fieles a la doctrina de la Iglesia. A ellos les corresponde ordenar la Iglesia, restablecer el orden jurisdiccional.
Que ninguno alegue la imposibilidad de la vacancia cuando es el hereje quien por su voluntad propia rechaza la jurisdicción ordinaria al cargo papal, causando la vacancia: "ipso facto vacant", enseñó la Iglesia sobre los cargos de jurisdicción ordinaria. La Iglesia "admite" la vacancia.
HOMERO JOHAS


DIME QUIEN TE ALABA...


LA NACIÓN, Jueves 24 de diciembre de 1998

La masonería elogió la encíclica del Papa


Gran Logia: en una declaración, la institución sostiene que está dispuesta a dejar de lado sus diferencias con la Iglesia.
En una declaración que reconoce pocos antecedentes, al acercar a la entidad al pensamiento de la Iglesia, la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones expresó su acuerdo con las líneas fundamentales de la última encíclica papal, "Fe y razón".
El documento que Juan Pablo II dirigió a los fieles en octubre último trata sobre la relación que existe entre los contenidos de la fe católica y la razón.
La declaración de la logia masónica lleva las firmas del gran maestre, Eduardo A. Vaccaro, y del gran secretario, Gerónimo Ojeda Ayzarnazabal.
El pronunciamiento constituye el segundo acercamiento de la institución a la Iglesia Católica, dado que el 26 de agosto último la entidad recibió en su sede al jesuita francés Jean-Ives Calvez, quien disertó sobre la ética en la sociedad, ante unas 300 personas.
Ocuparse del hombre

En el documento sobre la encíclica, la logia sostiene que "el importante documento papal brinda la oportunidad -a la masonería también- de aproximarse a todos aquellos que, individualmente o a través de instituciones, se ocupan del hombre y su destino dentro de la sociedad de fin de siglo".
Añade que "la Iglesia Católica, desde su visión filosófica y trascendente, se encuentra sin duda entre esas fuerzas que trabajan por el bien de la humanidad, y por cierto, sin que pueda existir tampoco la más pequeña duda, la masonería ha estado desde sus orígenes en igual camino".
El pronunciamiento advierte que, "sin embargo, distintas maneras de entender cuestiones esenciales han hecho que en no pocas ocasiones la visión de la masonería fuese opuesta a la sostenida por la Iglesia".
"Ello explica -sostiene- la existencia de un cierto clima de recelo, que los masones estamos dispuestos a dejar para el análisis de la historia, a fin de ocuparnos, en cambio, más entusiastamente en la búsqueda de todo lo que pueda unirnos en pos de un objetivo común y que justifica plenamente el intento: el hombre, su libertad y el respeto de la condición humana."
La organización masónica afirma que "en nuestra inacabable actividad por la búsqueda de la verdad asignamos a la razón un lugar preferencial, y de modo alguno desconocemos la importancia que el sentido de trascendencia tiene en la vida humana y creemos, como lo afirma la encíclica, que la razón es capaz de descubrir dónde está el final del camino".
La masonería reconoció estar dispuesta a dejar de lado diferencias que en otros tiempos tuvo con la Iglesia y que provocaron ciertos recelos. "Sabemos que subsisten aspectos esenciales que no coinciden plenamente entre la masonería y el documento papal; sin embargo, no son pocas las aproximaciones."
El documento señala que "ello nos entusiasma, ya que nuestra labor se orienta principalmente a encontrar lo que nos une, en lugar de profundizar en aquello que nos separa".
Agrega que "ante los umbrales del nuevo siglo hacemos votos para que todos podamos reconciliar las palabras con la realidad y fundar el sentido verdadero de nuestras vidas. Advirtamos que una sociedad que se disgrega sólo se reconstruye formulando en términos nuevos las preguntas que nos llegan desde el fondo mismo de los tiempos".



*Agradecemos al Sr Dr HUGO ENRIQUE CÓRDOBA ALIAGA, colega del Colegio Nacional de Monserrat, su aporte para Instituto Eremita Urbanus.

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis
Instituto Eremita Urbanus

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jueves, 22 de octubre de 2009

Operaciones jesuíticas


¿Volverán los jesuitas a retomar – si es que alguna vez lo abandonaron – el análisis marxista como excluyente patrón para ver y exponer las realidades políticas, culturales y/sociales de nuestras naciones históricas, cuya soberanía se encuentra en incuestionable riesgo?

En enero de 2008, la XXXV Congregación General de la Compañía de Jesús eligió Prepósito General de la orden jesuítica al español ADOLFO NICOLÁS, un teólogo especialista en Semiología, ordenado sacerdote en 1967 en Tokio. Su trayectoria, sus estudios, su orientación ideológica hacen recordar a su antecesor, el también español PEDRO ARRUPE, fundamental propugnador de la aplicación del análisis marxista como principal herramienta intelectual en todos los institutos y en todos los niveles jerárquicos de la orden.
Según las diversas fuentes informativas, este “progresista” no estaba entre los principales candidatos que se postulaban a ocupar el estratégico cargo, por lo que su elección habría “resultado una sorpresa”. El contenido de su primera homilía, pronunciada el 20 de enero de 2008, estuvo destinada – según sus propias – sólo a los miembros plenos de la Congregación General; fue por lo tanto una alocución en la que el nuevo General explica a sus futuros subordinados los lineamientos de su accionar próximo.
Llama poderosamente la atención que NICOLÁS haya tomado como eje de su homilía un pasaje de ISAÍAS, el profeta de la antigua alianza explica el sentido de la servidumbre del hombre respecto de Dios. Dice textualmente el jesuita: “La primera lectura de ISAÍAS creo que nos da a todos nosotros, cristianos, un poco de visión de cuál es nuestra misión en el mundo (…) Dios nos hace servidores; en esto el Señor encuentra satisfacción”. Más adelante, y reafirmando sus conceptos, NICOLÁS afirma que deben “servir a la Iglesia, servir al mundo”.

En este punto debemos preguntarnos a qué Dios se refiere ADOLFO: ¿al Dios gonádico e infecundo del Antiguo Testamento que somete a los siervos a su designio y cólera? ¿O al Dios Trinitario, engendrador del Logos Encarnado, quien en su Evangelio nos invita a dejar de ser siervos para ser ahora amigos de Dios? Además, según la nítida semántica de SAN JUAN EVANGELISTA, servir a DIOS, Trinitario y Teándrico, es incompatible y excluyente con el servicio respecto de este mundo, cuyo arconte oda a CRISTO JESÚS y perseguía a quienes confiesen su Fe inviolable en la Revelación Crística.
Este español “arrupiano” deberá tomar en sus manos las riendas de una orden globalizada y mundanizada que cuenta con 207 universidades, 715 colegios, 27 emisoras de televisión, 279 centros de espiritualidad, 199 revistas, 324 centros sociales y alrededor de 2000 parroquias; vale decir, un verdadero “ejército espiritual. Cultural y político” que OPERARÁ ahora según las órdenes estratégicos de este nuevo “general”.
Y si del orden político de las naciones se trata, resulta altamente significativo el pasaje de su homilía en el que se detiene a reformular ¿semiológicamente? – el concepto de “nación”. Para el nuevo Prepósito General, las “NACIONES” no son ya las constituidas histórica y políticamente, con un afincamiento geográfico definido, cuyo despliegue en la historia es testimonio de la vitalidad heroica, creadora, lírica de los pueblos. Nada de eso. Para NICOLÁS “hoy estamos aquí todas las naciones representadas (…) En efecto, aquí estamos todas las naciones geográficas, pero quizá existen otras naciones, no gográficas sino humanos: los pobres, los marginados, los excluidos (…) Todos los desaventajados, los manipulados, todos éstos, son para nosotros estas “naciones”.
El vínculo íntimo entre el sentido de “servidumbre” y el concepto jesuítico de “nación” configura el eje central de la futura estrategia jesuítica para el entero mundo; estrategia que reasume la “poción por los pobres” de su antecesor ARRUPE y de sus adláteres propugnadores de la teología de la liberación. ¿Esta estrategia tiene por escenario el ámbito europeo? No necesariamente; antes bien, pareciera que la trayectoria, la experiencia pastoral y la ideología que expone NICOLÁS ubica los escenarios principales para el despliegue de las fuerzas de la orden en América Románica y en Asia, fundamentalmente en su frente oriental; tal vez en menor grado en ciertos sectores del continente africano. Vale decir: en las “nuevas naciones” del Tercer Mundo, devastado por el accionar de la plutocracia al servicio del mundialismo sinárquico, del cual la Compañía de Jesús es uno de los “ministerios” más eficaces.

¿Volverán los jesuitas a retomar – si es que alguna vez lo abandonaron – el análisis marxista como excluyente patrón para ver y exponer las realidades políticas, culturales y/sociales de nuestras naciones históricas, cuya soberanía se encuentra en incuestionable riesgo? De ser así podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la geopolítica jesuítica de NICOLÁS será una continuidad, modulada a estos tiempos, de aquella que desplegara ARRUPE, cuyas consecuencias de confusión, enfrentamientos y destrucción debemos volver a examinar para adelantarnos a los acontecimientos por venir. Para ir ganando tiempo, tal vez sea conveniente repasar el estudio de CARLOS A. DISANDRO, “La estrategia de un poder sinárquico. La Compañía de Jesús y la Teología de la violencia”, en LA CONSPIRACIÓN SINÁRQUICA Y EL ESTADO ARGENTINO, Buenos Aires, 1977

Extraído de la REVISTA HOSTERIA órgano del pensar AMERICANO para una cultura humanística y política, AMERICANA. Nº 54, La Plata, Enero de 2009 Contratapa. 40 páginas. Número Especial: El encuentro PERÓN – DISANDRO. Contexto histórico y político.

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 277
Instituto Eremita Urbanus

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domingo, 11 de octubre de 2009

Soy espía y no lo niego

Evidentemente Antonio Hortelano es un criptojudío infiltrado como sacerdote en la Iglesia Católica. Presenta un biotipo propio de un semita, como el mismo se vanagloria, y no de un vasco.
Confiesa brutalmente que su principal conchabo fue ser agente del Mossad israelí. No servía a Cristo y sí a Satanás. Probablemente siga sirviéndolo por eso recomienda al Papa la "integración" del catolicismo con el judaísmo.

La pregunta que desgraciadamente omite el periodista es ¿Tenían conocimiento sus superiores vaticanos que Ud. hacía un doble juego espiando también para el Mossad? ¿Lo hubieran consentido?

La principal actividad de este menesteroso moral en todos sus años de seudosacerdocio es haber fundado en Kibbutz en México.

Parece poco veraz en el diálogo que dice haber mantenido con el Tte.Gral. Videla, quién difícilmente le hubiera permitido que lo increpara insolentemente diciéndole "¡Cómo se atreve a comulgar, General!".

Para que un sujeto de esta calaña se haya mantenido dentro del clero sin ser detectado, indica que ha tenido allí poderosos protectores, tan judíos como él.

El "Odium Christi" que profesa, propio de su raíz judaica, le permitirá una maldad póstuma a través de la edición de sus memorias, que viniendo de donde proceden servirán a los enemigos de la Iglesia.

Antes de eso, el destino de este desgraciado será el Infierno.

De Radio Cristiandad
“Soy espía y no lo niego”, reconoce a sus 90 años sin rubor. Y lo cierto es que, según revela a Crónica, perteneció a los servicios secretos vaticanos, fue miembro del Mosad israelí, quiso ficharlo la CIA y estuvo detenido por el KGB. Parece el retrato de un 007, pero Antonio Hortelano es un religioso redentorista, especialista en Moral y con un extraordinario recorrido evangelizador a sus espaldas. Y una historia de película.

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EL CURA ESPÍA LO CUENTA TODO

Religioso redentorista, especialista en Moral. Trabajó como espía para los principales servicios de inteligencia. Los médicos le han diagnosticado un cáncer terminal de pulmón. Sus memorias. Está escribiendo «El abuelete», un libro donde cuenta, con toda su crudeza, su experiencia como espía del Vaticano y de Israel.

POR JOSÉ MANUEL VIDAL

«Soy espía y no lo niego», reconoce a sus 90 años sin rubor. Y lo cierto es que, según revela a Crónica, perteneció a los servicios secretos vaticanos, fue miembro del Mossad israelí, quiso ficharlo la CIA y estuvo detenido por el KGB. Parece el retrato de un 007, pero Antonio Hortelano es un religioso redentorista, especialista en Moral y con un extraordinario recorrido evangelizador a sus espaldas. Y una historia de película. Porque el cura espía vivió de cerca, directa o indirectamente, todos los grandes acontecimientos de los últimos tiempos y se codeó con los grandes personajes que han pasado o pasarán a la Historia. Desde Golda Meir o Moshe Dayan a Salvador Allende o monseñor Romero. Y, por supuesto, los papas de las últimas décadas.


Pelo blanco, nariz aguileña («de judío», dice con orgullo), encorvado por el peso de los años, el padre Hortelano sigue conservando una mente absolutamente lúcida, una gran capacidad dialéctica y pedagógica y unos ojos azules que las vieron de todos los colores. Hasta la radiografía de su propia muerte, que le diagnosticaron hace unos meses, de improviso. «Como llegaba de México, me llevaron al Carlos III y me hicieron todo tipo de análisis para ver si tenía la gripe A. Cuando terminaron, el médico me dijo: ‘Tengo que darle dos noticias. Una buena y otra mala. La buena es que no tiene la gripe A. La mala, que tiene un cáncer de pulmón en fase terminal’». Pero hasta eso asume con una enorme dignidad. «Me muero. Me quedan unos dos meses de vida. Pero no he querido quimio ni radio. Sólo cuidados paliativos».
-¿Sin miedo a la muerte?
-Ninguno.
-¿Por qué?
-Porque tengo fe y creo en el más allá.
-¿Cómo le gustaría morir?
-Con una sonrisa en los labios.
-¿Y de epitafio?
-La frase de Zubiri: «Pienso, luego existo y existo, no colgado de la nada, sino de Dios».
Son las 10 de la mañana del miércoles 29 de julio. El padre Hortelano nos recibe en su habitación del convento redentorista de la calle Félix Boix de Madrid. Un cuarto pequeño y tan humilde como el de un monje. Una camita a la izquierda, una mesa de escritorio, llena de libros; dos estanterías y una puerta que da a un servicio, también pequeño. Huele a desprendimiento y austeridad. Se sienta en su sillón, se pone su mantita en las rodillas y se prepara para anticiparnos parte de un libro de memorias que ya está casi terminado. Se va a titular El abuelete.
-Un título poco comercial.

-Sí, pero como voy a contar en él cosas duras, prefiero revestirlo de un halo de ternura. Como algo entrañable y familiar.
-Su testamento.
-Mi verdad y una mirada a lo mucho que he vivido.
En general, el padre Hortelano dice no tener mucho de qué arrepentirse.
«A veces, no he tenido demasiadas vivencias religiosas y, en ocasiones, he sido egoísta y muy terco». En cualquier caso, no teme al juicio de Dios en absoluto. «Dios cuenta con eso. Pronto llegaré ante él y le diré: ‘Aquí está Antonio reportándose’». Además, en su vida también hubo infinidad de cosas buenas. «De lo que más orgulloso me siento es de lo que he trabajado por los demás».
Una vida entregada y repleta de penas y tristezas, como corresponde. Al echar la vista atrás, recuerda que nació en el número 80 del paseo de Colón de Irún. «A 500 metros de donde vivíamos estaba Francia». En el seno de una familia acomodada. De las fuerzas vivas del pueblo. «Mi abuelo materno, Antonio, murió a los 96, siendo el farmacéutico más viejo de España». A los 7 años, la familia de Antonio se traslada a Madrid. «Mi padre tenía leucemia y mi madre pensaba que en Madrid sería más fácil atenderlo. Le dieron un tratamiento de rayos X y fue un éxito para aquella época, pues duró hasta principios de 1931».
Y en Madrid vivió, de niño huérfano, la época de la República. «En el instituto, donde fui compañero de Fernando Fernán Gómez, los jóvenes católicos llevábamos una cruz en la solapa y los rojos, un diablo con cuernos y rabo». Después vino la Guerra Civil y en su casa, se celebraban «eucaristías clandestinas con el padre Ibarrola».


El padre Hortelano echa pestes de Rafael Alberti: «Metía a los prisioneros en cabinas de teléfonos con las paredes electrificadas con alta tensión». Y de Santiago Carrillo, que mandó fusilar a su tío. En cambio, alaba «la genialidad estratégica de Franco».


Excelente estudiante, Antonio Hortelano profesa en los redentoristas el 24 de agosto de 1939. Y con sus extraordinarias dotes humanas y religiosas, pronto se convierte en una de las estrellas de la congregación. Alto, delgado y bien parecido, con sus gafas de pasta, parecía intelectual. Y lo era. Brillante, dicen que hablaba muy bien, que predicaba mejor y que daba clases como los ángeles. «Siempre fui muy popular entre los alumnos, porque, en mis clases, nunca leía. Siempre era esquemático, corto y creativo». Y, encima, sabía seis lenguas. Entre ellas, el alemán a la perfección.


ESPÍA DEL VATICANO


En la Curia romana se fijaron en él y entró a formar parte de los servicios secretos vaticanos. «Con misiones especiales y de una forma eventual», dice. Pero la verdad es que el propio cardenal Montini, entonces secretario de Estado del Vaticano y futuro Papa Pablo VI, le encomienda muchas misiones especiales. Un día le llama al Vaticano y le dice:
«Sospechamos que el cardenal Mindszenty de Budapest ha sido drogado y, por eso, ha hablado por radio a la población a favor del comunismo. Queremos mandar orientaciones a los responsables de la Iglesia. Sabemos que es valiente y arrojado y quiero saber si podemos contar con usted para esta misión».
Aceptó de mil amores, a pesar de los riesgos que corría. Viajó con pasaporte italiano a la Hungría comunista y cumplió su misión. Pero cuando va a coger el tren de vuelta a Viena, lo detectan los espías del KGB, lo detienen, lo someten a un interrogatorio de horas y lo acusan de espionaje. Pero, a las 48 horas y «tras tocar los palillos adecuados, me soltaron y pude regresar». Los palillos son el Vaticano e Israel, los dos Estados para los que trabajaba.


-He trabajado incluso más con el Mossad que con el Vaticano.
-¿Por qué con los judíos?
-Se ve claro en mi cara: soy descendiente de judíos.
-¿Se casa bien el sacerdocio católico con el ser un espía judío?
-Perfectamente. Jesús fue judío de raza y de religión. Y nunca se salió del judaísmo. No se puede ser cristiano sin ser judío.
A través de Roma y del Mossad recibió información privilegiada. Mucha y muy abundante. Cuenta, por ejemplo, que el almirante Canaris, jefe del espionaje de Hitler, era «descendiente de judíos sefarditas expulsados de España en 1492, que se refugiaron en Salónica. Se infiltró en los servicios secretos alemanes y le dictó a Franco la estrategia a seguir en el famoso encuentro con Hitler en Hendaya».


Un encuentro del que también tiene información privilegiada. Por el Mossad y porque el traductor que acompañaba a Franco, Antonio Tovar, era amigo íntimo de los Hortelano. Canaris había convencido a Franco de que «sería un desastre para todos que Hitler ganase la guerra, y le aconsejó lo siguiente: ‘Usted dígale amén a todo, pero pídale lo que no tiene. Es decir, cañones de costa para defenderse de los ingleses, petróleo y alimentos. Como es muy orgulloso, no le dirá que no lo tiene, pero no lo obligará a entrar en la guerra’. Y Franco, con esa estrategia, nos salvó de la guerra».


Para hacer frente al comunismo que amenazaba con extenderse por toda Europa y, sobre todo, a Latinoamérica, Hortelano se dedica a «aprender las técnicas subversivas». De la mano del ex agitador francés G. Sauge. A su lado, se infiltra en las juventudes comunistas alemanas y austriacas y vive, en París, la revolución de mayo del 68, donde conoce al que después sería cardenal de París, Jean-Marie Lustiger, el primer purpurado católico de origen judío.
Por sus contactos descubre, asimismo, que, «para conquistar Latinoamérica, los soviéticos iban a aplicar la teoría de Gramsci: ni bombas ni elecciones, sino infiltraciones en la Universidad y en la Iglesia. Y de ahí nace la Teología de la Liberación».
-¿Una teología marxista?
-En la Teología de la Liberación hay gente buena, como el cardenal Pironio o Helder Cámara. Pero otros, como Hugo Assman, son totalmente marxistas y partidarios de la lucha armada.
-¿Y Gustavo Gutiérrez, el llamado padre de esa teología?
-Cambió y ahora somos amigos.
-¿Y Leonardo Boff?
-Es un bluf, que preconizaba el comunismo científico.
Una idea muy extendida entre las bases católicas más comprometidas. Cuenta el Padre Hortelano que una vez se le acercó una monja en Bolivia y le dijo: «Los problemas de Latinoamérica se arreglan con la Biblia en una mano y con la Biblia en la otra». Y el religioso le contestó: «Cómo se nota que no ha estado usted en la guerra, porque la metralleta hay que agarrarla con las dos manos y no queda mano libre alguna para la Biblia». Y, tras la anécdota, concluye: «es encomiable la opción por los pobres de la Teología de la Liberación, pero su pecado ha sido coquetear con el comunismo y la violencia».
Por tenerlo así de claro, lo quiso fichar la CIA. «El jesuita Veeckmans se me acercó para contratarme para la CIA con un importante sueldo. Pensaron que era el candidato ideal para denunciar a los teólogos radicales. Mandé a la CIA por el tubo de desagüe, con lo que me gané muchos enemigos». Eso sí, pasó más de 30 años paseándose por Latinoamérica, uno de los principales teatros de operaciones del cura espía. Y participando en todos los grandes acontecimientos del continente.
Vivió, por ejemplo, todo el proceso que condujo al asesinato de monseñor Romero, obispo de San Salvador. «Había dos candidatos para el arzobispado salvadoreño: Rivera Damas, abierto, y Romero, conservador. Roma eligió al conservador, que pronto se pasó con armas y bagajes a la izquierda». Además, «sus misas se convirtieron en auténticos mítines revolucionarios contra el gobierno militar y por eso lo mataron».


De ahí que Hortelano crea que monseñor Romero «nunca será canonizado». Y añade: «Como tampoco subirán a los altares Ignacio Ellacuría y sus compañeros jesuitas de la UCA. Demasiada política de por medio».
Hortelano estuvo en Chile desde la llegada de Allende al poder hasta su derrocamiento y asesinato. Recuerda que a su toma de posesión «llegaron Castro y los demás dirigentes de la izquierda marxista leninista del continente». El redentorista español, sentado al lado del cardenal Silva Henríquez, carismático arzobispo de Santiago de Chile, le comentó:
-Monseñor, debe de ser muy interesante ser cardenal de Santiago en estos momentos.
-Ojalá, padre Hortelano, no lo fuese tanto. Replicó el purpurado.
El cura español sostiene que «el Chile de Allende se fue convirtiendo en el imán de todos los revolucionarios del continente y, cuando estalló el golpe de Pinochet, mi impresión es que el 70% de los chilenos estaba a favor. Eso sí, creían que los militares iban a poner orden y se irían, pero se instalaron en el poder, tras cometer muchas atrocidades». Estuvo en el estadio «donde había más de 5.000 personas detenidas» y recuerda que, en medio de la atroz dictadura, «la Iglesia fue la voz de los que no la tenían y organizó la Vicaría de la Solidaridad, presidida durante un tiempo por mi alumno el sacerdote Juan de Castro».


Hortelano se relacionaba con todos los bandos. Tanto civiles como eclesiásticos. Fue amigo de Camilo Torres, el cura revolucionario colombiano. Pero también tuvo trato con dictadores como Fujimori o Videla.
«Un día, el entonces presidente de la Junta Militar argentina asistía a una boda que celebraba yo y se acercó a comulgar. En el convite me tocó a su lado y le pregunté a bocajarro»:
-Presidente, ¿cómo se atreve a comulgar?.
-No sea ingenuo, padre Hortelano. Si Rusia ataca con bombas atómicas, Estados Unidos responde con bombas atómicas. Si los montoneros nos atacan con el tiro en la nuca, nosotros les respondemos con el tiro en la nuca. Ustedes, en cambio, dentro de 30 años seguirán soportando a los asesinos de la ETA con el tiro en la nuca.


-¿Qué haría usted para acabar con ETA ?
-Cinco por uno, incluidas mujeres y niños y el embargo de sus bienes.


Como cura que es, el padre Hortelano no está de acuerdo con el cinco por uno de Videla. Pero propone una «receta» cuando menos sorprendente para acabar con la banda terrorista: «Llevaría a todos los presos de ETA a Fuerteventura. Nada de acercamientos. Y si la banda comete atentados materiales, los presos aislados a agua y bananos. Y si mata a alguien, a pan y agua durante cuatro meses».
Hortelano admira a los vascos. Aunque dice que él es un «vasco cósmico», asegura que el pueblo vasco «siempre ha sido un pueblo triunfador, hasta que perdió las guerras carlistas». Pero se muestra muy crítico con los obispos vascos y con la Iglesia católica del País Vasco.
«ETA la fundó la Iglesia. Y, tras tantos años de terrorismo, es lamentable que no haya muerto ni un solo cura. Mientras ETA no mate a un cura, no creo en los curas ni en los obispos ni en la jerarquía vasca».
Lo dice el cura al que el entonces obispo de San Sebastián, Jacinto Argaya, quería que fuese su obispo auxiliar. Y se lo propuso en una reunión secreta que celebraron en el santuario de Loyola.
-Quiero que seas mi auxiliar con derecho a sucesión
-No puedo, Don Jacinto. No sé vasco y, además, no soy sacerdote diocesano.
-Eso no importa. El vasco se aprende. Y eres el único que puede parar la sangría de mis curas, que se están pasando a los abertzales y a ETA.
-Lo siento mucho, monseñor, pero no puedo aceptar. No soy la persona idónea.
Don Jacinto le confiesa, entonces, que «la alternativa es Setién».
Y Hortelano precisa: «Entonces, Setién tenía fama de conservador y daba clases en Salamanca. Pero el conservador Setién les salió abertzale».
-¿Qué tal se lleva con monseñor Setién?
-Fatal, cada vez que me ve me mira con ojos de hiena.


El padre Hortelano aprovecha el caso para criticar la política de nombramientos episcopales de la Iglesia. «Se hacen muy malos nombramientos de obispos. Por eso son tan malos y tan grises los que tenemos. Además, deberían elegirse sólo para nueve años. Lo que no se hace en ese tiempo, ya no se hace».
Profundo conocedor de los entresijos más ocultos de la Santa Sede, Hortelano habla sin pelos en la lengua de los papas.
-¿Su Papa preferido?
-Juan XXIII.
-¿Qué opina de Benedicto XVI?
-Es un profesor de teología sin chispa ni carisma.
-¿Y de Juan Pablo II?
-Teológicamente, era malísimo y, además, relegó a los religiosos.
Pero también reconoce los méritos de Wojtyla. «El Muro de Berlín cayó gracias a Juan Pablo II, aliado con Reagan». Y desvela un secreto de su pontificado. En su intento por acabar con el comunismo,
«el presidente de los EEUU y el Papa se intercambiaban a diario todos los informes más reservados que cada uno de ellos recibía. Todas las mañanas, Reagan mandaba sus informes al Papa y éste le enviaba la información más caliente que recibía de todas las nunciaturas». A juicio del sacerdote-espía, «ése fue un gran error de Juan Pablo II».


SECRETOS VATICANOS


Y sobre todo le reprocha el escándalo del IOR, el Banco del Vaticano y el haber confiado las finanzas de la Iglesia a monseñor Marcinckus.
«Se lo ofreció el arzobispo de Baltimore, pero ya en USA Marcinckus estaba relacionado con la mafia. Por eso, cuando se produjo la quiebra del Banco Ambrosiano, que dejó un agujero en el IOR de más de mil millones de dólares, Marcinckus quiso taparlo negociando la deuda con la mafia. Al final, tras varios muertos, el Vaticano pidió a los religiosos que se hiciesen cargo de la deuda. Aceptaron pero con la condición de quedarse con la gestión de las finanzas vaticanas. El Papa no quiso y, entonces, apareció el Opus Dei que, a través de Rumasa, tapó el agujero de Roma a cambio de la prelatura personal y de la canonización del fundador de la Obra».
Pasadas esas turbulencias y desde su atalaya de hombre de Iglesia, el padre asegura que la institución «necesita cambios estructurales, pero sin dinamitarla». Es decir, «hay que hacer lo mismo que con las viejas catedrales: limpiarlas, pero conservando todo lo demás».
En esta clave se atreve a escribir una «última carta al Papa». En ella le propone «con humildad» una serie de consejos concretos para reformar la Iglesia. Le pide una Iglesia «más equilibrada y más femenina». Con curas casados y mujeres sacerdotes. Con obispos elegidos por un período de 9 años y la supresión del colegio cardenalicio. Porque al Papa lo elegiría «una representación de todo el pueblo de Dios». Y, por último, le pide que «promueva la integración de la Iglesia con el judaísmo».


ROTA, GIBRALTAR Y LAS MEMORIAS


Torrente inagotable de informaciones, el padre Hortelano deja la Iglesia y pasa a asuntos de la actualidad. Y asegura que«Gibraltar, ahora de moda por el viaje de Moratinos, es una bobada, que se solucionaba haciendo esperar ocho horas diarias en la frontera a los llanitos que pasan a España, donde suelen vivir». A su juicio, el problema es la base de Rota.


-¿Por qué?
-Porque Rota es un enorme almacén de bombas nucleares, por si estalla una guerra atómica en Oriente Medio.
-¿Con qué datos asegura eso, padre?
-Con las bases documentales del Vaticano y del Mossad, y con la información privilegiada de muchos servicios secretos.
Posa con paciencia para las fotos, nos estrecha la mano y nos dice, a guisa de despedida: «Como seguramente no os vuelva a ver, que Dios os bendiga». Y se vuelve a su cuarto apoyado en su andador. El cura espía ha testado y su testamento saldrá pronto en forma de libro de memorias. Porque, como le gusta decir, «sólo la verdad nos hace libres». Y para conseguir algo de dinero para la niña de sus ojos: el kibutz que fundó, hace años, en México.
Delmundo.es Visto primero en LA PUERTA ANGOSTA


*Puede ser Juez este tipo?
¿Puede ser profesor en una Facultad de Derecho?


Se trata de Roberto Andrés Gallardo, juez de la Ciudad de Buenos Aires, titular del juzgado N.2 en lo Contencioso Administrativo y profesor de "Teoría Política" en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Este antiguo profesor de la seudouniversidad de la Bonafini, en un acto totalmente obsceno, se proclama admirador de dos homicidas seriales, Uno autor de la muerte de centenares de miles de personas, entre los que se contaban niños y mujeres, y el otro, en una escala mas modesta, sus víctimas se contaron solamente por miles.

¿Se puede ser juez y hacer la apología del crimen exaltando a criminales como Vladimir Ilich Ulianov, alias "Lenin", y Ernesto Guevara de la Serna, alias "Che", alias "El Chancho"? Pues Gallardo impúdica e inmpunemente la hace en un reportaje publicado en "La Política Online" (http://www.lapoliticaonline.com/) de la fecha.

Como dicen que una imagen vale mas que mil palabras, adjunto se remiten tres fotografías publicadas donde Gallardo exhibe su credo bolchevique y su culto por los homicidas seriales.

En una foto se observa a Gallardo con un cuadro con la imagen de Lenin al fondo, otro luciendo un anillo (de pésimo gusto) con la estrella roja y finalmente otra con un cuadro del Che.

¿Qué justicia se puede esperar de este individuo? ¿Qué esperan para echarlo como se merece a este glorificador de homicidas? ¿Acaso que cuelgue la foto de Pol Pot o de Al Capone? ¿O que en la cátedra de Teoría de Estado realice un trabajo práctico sobre el asesinato de los hijos del Zar que perpetró su admirado Lenin?


Un aporte de Fernando José Ares


Editó Gabriel Pautasso
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El capitalismo, como fenómeno cultural

Por el Pbro. Patricio Astorquiza

• NO ES FÁCIL HACER VATICINIOS DE CORTO O MEDIANO PLAZO ACERCA DEL CAPITALISMO. SU COINDENCIA CON EL SOCIALISMO “DEMÓCRATICO” PARECE CADA VEZ MAYOR. ES LÓGICO QUE ASÍ SEA, PORQUE AMBOS PERSIGUEN EL MISMO FIN: LA SOCIEDAD DE BIENESTAR. AMBOS POSEEN UN TALANTE BURGUÉS Y UNA ASPÌRACIÓN A LA BURGUESÍA UNIVERSAL. YA HAN DEJADO DE CREER EN LA FELICIDAD, PERO HAN ENCONTRADO UN NUEVO NOMBRE AL PLACER. AHORA SE LLAMA “CALIDAD DE VIDA”. NO TIENEN, DE MOMENTO, CONTRINCANTE SERIO CONTRA TIENEN LUCHAR. PERO NO ES ÉSTE EL FIN DE LA HISTORIA.*

• EL ESPECTACULAR DERRUMBAMIENTO DE MUCHOS REGÍMENES MARXISTAS, ALREDEDOR DE 1989 PARECE SER, A PRIMERA VISTA, UN TRIUNFO DEL CAPITALISMO; PERO PUEDE SER EL COMIENZO DE SU RUINA PORQUE LO PRIVA DE UNA FALSA MÍSTICA QUE LO RODEABA MIENTRAS EL MARXISMO ERA UN PELIGRO INMINENTE (…).

• MIENTRAS SE SIGUE EN TODA SU VIRULENCIA EL MARXISMO ANTITEÍSTA, PERSEGUIDOR ACTIVO DE LA RELIGIÓN, SE ASOCIABA AL CAPITALISMO CON LA TOLERANCIA Y EL RESPETO HACIA LAS CREENCIAS RELIGIOSAS. AL AMAINAR ESTA AGRESIVIDAD MARXISTA, SALDRÁ CADA VEZ MÁS A LA SUPERFICIE EL EFECTO ANTORRELIGIOSO Y SECULARIZANTE DEL CAPITALISMO, QUIZÁS MÁS DAÑINO A LA LARGA QUE QUE LAS PERSECUCIONES ATEAS DECLARADAS.

Nuestros pensamientos suelen verse reforzados por una implícita ley de contrastes: se esclarecen cuando tienen un contrario al que se les puede oponer. Algo de esto h sucedido con el capitalismo; se ha creído tener una idea clara de él, mientras se le haya podido oponer al socialismo marxista. Ante un marxismo práctico que nacionaliza la propiedad, priva de la libre representación, atropella muchos DERECHOS HUMANOS, limita al máximo el ejercicio de la libertad, el capitalismo aparecía revestido de todas las propiedades contrarias, las tuviese o no. Porque esta misma ley de contrastes suele distorsionar las realidades, haciendo de lo opuesto algo contradictorio; en otras palabras, cuando dos nociones o visiones se oponen en algunos aspectos, se supone que se oponen también en todas las demás.
Uno de los principales argumentos de fondo en la encíclica CENTESIMUS ANNUS podría formularse así: el verdadero enemigo del marxismo es el cristianismo. El espectacular derrumbamiento de muchos regímenes marxistas alrededor de 1989 parece ser, a primera vista, un triunfo del capitalismo; pero puede ser el comienzo de su ruina, porque lo priva de una falsa mística que lo rodeaba mientras el marxismo era un peligro inminente. La verdadera fuerza de Occidente (¿dónde está Occidente?, preguntamos), que podía vencer al marxismo, siempre fue el cristianismo. El capitalismo, como tal, carece de la energía moral para oponerse a una visión agresiva de la vid social, como es el marxismo, o como podrán ser otros sistemas ideológicas todavía por inventar o resucitar del pasado. Una vez superada la primera impresión causada por la caída de los regímenes marxistas, comenzará a hacerse cada vez más notoria la inmensa concordancia entre el capitalismo y el marxismo en los puntos esenciales de la vida; particularmente en el más importante y definitorio que es la relación con Dios.

Esta línea de pensamiento lleva consigo una implicación escondida: el convencimiento de que el capitalismo no es un sistema económico, sino un sistema CULTURAL. O mejor dicho, un sistema CULTURAL revestido de ropajes económicos prestados. Si esta proposición es válida, habría que decir que los años asociados con la gestión y crecimiento del capitalismo coinciden con los años en que se ha intentado más seriamente alterar la cultura cristiana occidental, en sus mismas raíces. En la medida en que este intento haya tenido éxito, se podrá hablar de una “cultura capitalista”, mucho más que de un régimen capitalista, o de una economía capitalista. En este terreno sería fácil quedarse sólo en un juego de palabras. Se podría, por lo mismo, argumentar que desde el punto de vista cristiano, quizás calcen mejor otras calificaciones tales como “CULTURAL RACIONALISTA”, “CULTURAL LIBERAL”, o simplemente “secularismo”. Al porfiar sobre la conveniencia del término “capitalista”, no se pueden desconocer las alternativas, y simplemente se insiste en que el racionalismo, el liberalismo y el secularismo, a la larga, han ido perdiendo su imagen idealizada original y han terminado como era de esperar: en una búsqueda del YO, a través del ÉXITO MATERIAL.

KARL MARX, no era un buen economista, pero sí era un incisivo observador de la sociedad. Captó en el capitalismo su esencia, la carencia de un ALMA: la capacidad, en otras palabras, de vaciar a las personas. El resto del análisis marxista puede ser todo lo inexacto y pomposo, o engorroso que se quiera. Pero le pareció tener al capitalismo dentro de su campo de tiro, y que valía la pena dispararle. Equivoco la puntería y la munición. Pensó incluso que la presa caería por sí sola, que no se sostendría indefinidamente, y en eso probablemente tenía razón. Como lo tenía al pensar que, detrás de una aparente estructuración económica, el capitalismo representaba un conjunto de estructuras, un modo falsificado de ver la vida, la felicidad, la belleza, la justicia, la verdad y la autoridad. En otras palabras, se trata de una CULTURA BURGUESA, que abarca todos los campos de la vida. Insistamos en que MARX yerra notoriamente al desestimar, a su vez, la existencia y prioridad de los valores trascendentes sobre los valores económicos. No pudo derrotar al capitalismo porque él mismo se dejó embaucar por la prioridad de lo económico, que estaba en la base del planteamiento capitalista.

El camuflaje que consiguió engañar a MARX, también consigue hoy día engañar a la mayoría de las personas. Es la insistencia del capitalismo en presentarse como paladín, y en cierto modo creador, de las instituciones económicas libres. Hemos pretendido, además, indicar los aspectos en que la versión capitalista de cada una de ellas deforma uno u otro aspecto de estas instituciones. Para resumir el origen de estas deformaciones, podríamos formular un principio capitalista de fondo que parodia una frase del Evangelio: “BUSCAD EN PRIMER LUGAR EL ÉXITO ECONÓMICO, Y LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA”. La frase no es injusta; lo sería si se pretendiera que la postura capitalista excluye “lo demás” . No lo hace; pero lo difumina suficientemente como para hacerlo palidecer. O mejor dicho, se le remueve al limbo de los “ideales”, una semirrealidad flexible y manipulable, que incluye los ideales políticos, religiosos, estéticos, etc. A TODOS LES FALTARÍA SOLIDEZ Y CONSISTENCIA, COMPARADOS CON LOS CONTUNDENTES RESULTADOS DE LAS ESTADÍSTICAS ECONÓMICAS. Por eso, la defensa del derecho a enriquecerse, y de las instituciones que lo garanticen y promueven, no es considera por el CAPITALISMO o el NEOLIBERISMO como un “ideal”, sino como un principio de lucha. En el fondo, todo ideal ha adquirido para el economicismo un cierto carácter de sentimentalismo y, (como la “Devotio Moderna”, decimos nosotros), de intrínseca debilidad. Los ideales, así concebidos, son tolerado; más aún, son el objeto de una nueva ciencia de la persuasión, que permite manipularlos en dosis adecuadas a través de los medios de comunicación y de la publicidad comercial. Esta actitud es responsable, a la vez, de la peculiar noción de tolerancia, propia de la CULTURA CAPITALISTA.
Cuando se dice que el capitalismo es un fenómeno cultural, se quiere decir que es capaz de crear formas estables y universales de pensar y de sentir. Acabamos de formular, como primer síntoma, la prioridad de lo económico que relativiza y relega a segundo lugar al resto de la realidad. El siguiente síntoma de la mentalidad capitalista es el celo por la propia libertad. Quizás sea interesante anotar que este concepto de libertad, al ser vaciado de finalidad, adquiere un tinte predominantemente negativo; pasa a ser antes que nada una “alergia” a toda intromisión en la conducción autónoma de la propia existencia, entendida como capacidad de determinar por sí mismo los fines y medios de un proyecto de vida. Una cultura fundada sobre una tal mentalidad es como un edificio de altura construido sobre arnas movedizas; podrá caer cualquier día, y para cualquier lado. De momento, el edificio se sostiene con el apoyo del DISFRUTE MATERIAL producido por el BIENESTAR. Así se ha conseguido el binomio básico del capitalismo CULTURAL: el DERECHO A DISFRUTAR, que fundamenta la autodefinición del bien y del mal. Lo que aparece, cara al grueso al grueso público, como una defensa de la libre iniciativa económica, y de la libertad de elecciones económicas, es sólo la máscara de este libertinaje destructor que hunde sus caminos en la yugular misma de la CULTURA del Occidente cristiano.
Nos estamos moviendo en un plan bastante distante del acostumbrado vocerío politizante. Lo lógico, con esos otros parámetros, hubiese sido asociar la “mentalidad capitalista” con la explotación de los muchos por los pocos, siendo estos pocos los poseedores del capital. No hay duda de que, como consecuencia del SUBJETIVISMO CAPITALISTA, se han producido y se producen estos abusos de justicia conmutativa y disfrutativa. Pero no pertenecen necesariamente a la esencia de la CULTURA CAPITALISTA; son corregibles, o susceptibles de paliativos, a nivel estructural. Conviene también hacer notar que algunos autores, economistas generalmente, hablan de la CRISIS DEL CAPITALISMO en términos económicos. Sus opiniones son, desde luego, respetables, pero no vienen demasiado a cuento en un ANÁLISIS CULTURAL. Es difícil que el CAPITALISMO se derrumbe por razones puramente económicas. A nuestro entender, sus muletas económicas son extraídas en gran parte de la espontaneidad humana y, por tanto, se trata de estructuras e instituciones sanas y con gran capacidad de evolución y de adaptación. El problema no son, pues, las muletas económicas, sino la cojera interna del sistema.

*QUISIERAMOS AGREGAR SÓLO UN COMPONENTE ESENCIAL MÁS A LA CULTURA CAPITALISTA.

Se trata de la necesidad del Éxito. Todos los seres humanos, en cualquier sistema cultural, valoramos el ÉXITO de nuestros planes. Pero el capitalismo se sostiene sobre de la base de un éxito alternativo; su esencia es de un sustituto. Nació como fruto de un provocado desengaño con otra forma de vivir. Desde sus inicios, ofreció reemplazar siglos de esfuerzo aparentemente infructuosos en pos de “abstracciones” como el bien, la verdad, la belleza, el cielo, por la concreción de los resultados “prácticos” más bienes de consumo básico; más edificios, más fábricas, más tiendas, más bienes suntuarios; más salud, más entretenimiento. “Todo esto te daré si de hinojos me adorares” (Satanás). Estos productos de desarrollo ya venían por razones de índole técnicas. El truco estaba, y está, en hacerlos aparecer como fruto de un alejamiento de las prioridades religiosas, manteniendo siempre la amenaza de que desaparecerían el día en que la humanidad se oriente, una vez más, hacia la vida contemplativa. Ahora bien, este mismo truco conlleva la necesidad, en la CULTURA CAPITALISTA, de una permanente exhibición de los ÉXITOS obtenidos, y la complacencia provocada y colectiva en esos resultados. Sin el cacareo, el sistema no se sostiene. No se trata de un desarrollo cualquiera, de ese desarrollo sin adjetivos que tiene pensado DIOS. Nos enfrentamos en realidad a una engreída torre de babel.

Pbro. PATRICIO ASTORQUIZA

(Extraído: Diario El Mercurio de Santiago de Chile, Domingo 20 de febrero de 1994, E 11, “El Capitalismo como fenómeno cultural”).


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jueves, 8 de octubre de 2009

Encíclica Libertas Praestantissium


Por S.S. León XIII 1878-1903

“LA REVOLUCIÓN es una doctrina que pretende fundar la sociedad sobre la voluntar del hombre en lugar de fundarla sobre la voluntad de Dios”, ALBERTO DE MUN, Discurso en la Cámara de Diputados de Francia, en noviembre de 1878. Fue DE MUN economista, organizador del Catolicismo social, varias veces diputado, propulsor de la legislación social francesa y académica (1841-1914).
“Ella se manifiesta por un sistema social, político y económico nacido del cerebro de los filósofos, sin cuidado de la tradición y caracterizado por la negación de Dios sobre la sociedad pública. ESTO ES LA REVOLUCIÓN, y es allí donde hay que atacarla. ALBERTO DE MUN, del discurso a la Tercera Asamblea General de miembros del Círculo Católico, el 22 de mayo de 1878.
“El resto no es nada, o más bien todo fluye de aquello, de esa REBELIÓN orgullosa de dónde nació el Estado moderno, el Estado que ha tomado el lugar de todo, que se ha hecho dios, y que nosotros rehusamos adorar.
La Contra-Revolución es el principio contrario, es la doctrina que hace reposar la sociedad sobre la ley cristiana”.
Secularizar la sociedad y el Estado, emancipar de toda influencia católica LOS ÓRDENES DE LA VIDA, y, si fuera posible arrancar la fe de todas las almas; restaurar el imperio de Luzbel sobre la ruina del de Cristo, tal es el fin de la Revolución cosmopolita (el Nuevo Orden Mundial o gobierno mundial), que tácita o expresamente, con franqueza o doblez, persiguen la escuela y partidos políticos liberales (y marxistas), que son los instrumentos por los cuales se difunde y desarrollo en el mundo. VÁSQUEZ DE MELLA, La persecución religiosa. Obras Completas. T. V., p. 35. El autor (1861-1928), insigne apologista católico y elocuente orador, mereció ser llamado en España, su patria, “El verbo de la Tradición”.
“Llámese Racionalismo, Socialismo, Revolución o Liberalismo (o mejor Comunismo, agregamos), será siempre por su condición y esencia de la misma, la negación franca o artera, pero radical, de la fe cristiana, y en consecuencia importa evitarlo con diligencia, como importa salvar las almas”. Carta colectiva de los Ilmos. y Rvdmos. Prelados de la provincia eclesiástica de Burgos, España.
“Después de los tres primeros siglos, durante los cuales la Tierra rebosó de sangre de cristianos, se puede decir que jamás atravesó una crisis tan grave como aquella en que entró a fines del siglo XVIII.
“Bajo el efecto de la loca filosofía salida de la herejía de los novadores y de su traición; y por el desatino en masa de los espíritus, estalló la Revolución, cuya extensión fue tal que transformó las bases cristianas de la sociedad, no sólo en Francia, sino poco a poco en todas naciones”. S. S. BENEDICTO XV, A.A.S., 7 de marzo de 1917.
Y ESTO ES LA REVOLUCIÓN: la gran REBELIÓN que, incubada desde muy lejos, nace vigorosa en los últimos tiempos (siglo XVIII hasta hoy). LA REVOLUCIÓN no es sólo el laicismo en las escuelas, ni la disolución en la familia, ni el odio a la autoridad civil, ni la persecución religiosa, ni el trastrueque del mundo del trabajo. Es todo eso; pero es algo más. ES EL AFIRMAR QUE TANTO EL ORDEN SOCIAL COMO EL INDIVIDUAL SE HA N DE ESTABLECER SONRE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y NO SOBRE LOS DERECHOS DE DIOS. ¿SUS ETAPAS? RENACIMIENTO, REFORMA, REVOLUCIÓN FRANCESA, COMUNISMO.

*LIBERTAS PRAESTANTISSIMUN*

*LA LIBERTAD y el Liberalismo *

Sumario

I La libertad del hombre y el uso de esta libertad. Jesucristo, salvador de la libertad humana. La Iglesia, benemérita de la libertad. Sin embargo, hay quienes presentan a la Iglesia como enemigo de la libertad.

II El objeto de esta Encíclica es el estudio del problema de la libertad moral y de las llamadas libertades modernas.

III La libertad natural es exclusiva de los seres racionales. Su fundamento es la espiritualidad del alma humana. La Libertad moral deriva de la libertad natural. El hombre es responsable porque es libre.
La libertad individual consiste en la facultad electiva de medios aptos para un fin, y necesita el conocimiento intelectual previo. Pero la libertad del hombre es imperfecta. Para remediar esta deficiencia, Dios ha provisto al hombre de sus socorros: la ley y la gracia. La ley es necesaria porque el hombre es libre y puede desviarse del recto oren. Consiste en un precepto indicativo y obligatorio de a razón. La gracia es un auxilio sobrenatural dado por Dios a la voluntad del hombre. No debilita la libertad de éste, sino que facilita y garantiza su ejercicio recto.

IV La libertad moral del hombre en la sociedad. La ley humana es la que regula la actividad social del hombre. Dos clases de leyes humanas: hay leyes que son expresión directa de la ley natural; su origen no está en el Estado, sino en la naturaleza. Hay otras leyes que determinan en particular lo que la ley natural establece en general; su fuente inmediata es el Estado.
La libertad social no consiste en hacer el capricho personal, sino en vivir socialmente según los dictados de la ley eterna. Too derecho positivo deriva de la ley eterna – a través de la ley natural – su fuerza legal obligatoria. La libertad social incluye, por consiguiente, la necesidad de obedecer a la ley y de someterse a la autoridad; en última instancia, a Dios. Esta obediencia no suprime la libertad sino que la garantiza y dignifica. Dios es el fin supremo de la libertad.
La Iglesia Católica ha sido siempre defensora de esta concepción exacta de la verdadera libertad social. Pero ha recordado siempre al mismo tiempo la obligación sagrada al poder legítimo, complementada con el precepto eventual de la no obediencia al mandamiento contrario a la ley de Dios.

V Falsa doctrina del liberalismo acerca de la libertad del hombre. La raíz filosófica del liberalismo político es el racionalismo.
El liberalismo radical o de primer grado: autonomía del hombre. Soberanía absoluta de la razón. Moral independiente de Dios. La voluntad libre como raíz última y exclusiva de la sociedad. La mayoría como fuente suprema del derecho.
Este liberalismo es falso en el orden óntico. Suprime toda norma objetiva en el orden moral. Corta de raíz toda estabilidad en el orden social y político.
El liberalismo mitigado o de segundo grado. La libertad debe ajustarse a la recta razón natural, y por tanto a Dios. Pero no está obligada a someterse a una pretendida ley revelada. Por esto no tiene sentido hablar de relaciones entre la Iglesia y el Estado.
Esta teoría es inconsecuente consigo misma y por ello falsa. El hombre debe someterse a todas las leyes que Dios le imponga. No es el hombre el que ha de determinar la naturaleza y la extensión de los derechos de Dios. Ahora bien, Dios ha dado la ley revelada y fundado la Iglesia. Además, la ley natural y la ley revelada no son contrarias, sino de complementarias. Por esto la teoría de la separación es radicalmente falsa.
El liberalismo más mitigado o de tercer grado. El hombre debe obedecer todas las leyes impuestas por Dios. En la esfera pública puede el hombre prescindir o apartarse de la ley revelada. Por esto es necesaria la separación entre la Iglesia y el Estado.
Este sistema es falso también por su inconscecuencia. El Estado está obligada a proporcionar al ciudadano la prosperidad espiritual facilitándole los medios necesarios para ésta. Además la Iglesia y el Estado han de encontrarse necesariamente en ciertas ocasiones. En estos casos de convergencia hay que buscar una solución concorde de mutua convivencia.

VI Las conquistas del liberalismo: las libertades modernas.
Libertad de culto. El hombre, se dice, es totalmente libre en materia religiosa; el Estado no tiene obligación alguna en esta materia. En el orden individual esta tesis es falsa, porque el deber supremo del hombre es dar culto a Dios. En el orden social esta libertad de cultos es también falsa, porque el Estado tiene deberes para con Dios y para con los ciudadanos en este campo. La religión es además fundamental para la libertad de la persona y para el bien del Estado.
Libertad de palabra y libertad de imprenta. Sólo la verdad y el bien tienen el derecho de ser propagados son más peligrosos que muchos delincuentes. En materia opinables el hombre tiene libertad para pensar y para expresar razonablemente lo que le parece.
Libertad de enseñanza. El objeto exclusivo de la enseñanza es y debe ser la verdad. Ahora bien, la verdad es de de dos clases: natural y revelada. La Iglesia es depositaria de la verdad revelada y defensora de la verdad natural. Por eso la Iglesia es la maestra del hombre y tiene derecho a la libertad de magisterio. La libertad para el error es contraria a la naturaleza del hombre.
Libertad de conciencia. Dos sentidos: uno falso, el hombre es absolutamente libre en materia religiosa; otro verdadero, el hombre tiene el derecho de cumplir dentro del Estado la voluntad de Dios.

VII La tolerancia. Los males presentes sólo pueden remediarse con el restablecimiento de los principios sobre la libertad humana expuestos en esta encíclica. La Iglesia, sin embargo, atiende a las circunstancias; por esto, aunque reconoce derechos solamente a la verdad y al bien, no se opone a la tolerancia del mal en determinados supuestos. La única causa legitimadora de esta tolerancia es el bien común. Pero tolerancia no es sinónimo de aprobación.
Dos advertencias: cuanto mayor es el mal que se tolera, tanto más imperfecto es el Estado que lo tolera. Cuando la tolerancia causa males mayores que los bienes que reporta, la tolerancia es ilícita.

VIII La raíz moral del liberalismo es una rebelión interna del hombre frente a Dios. Sin embargo, presenta externamente varias formas determinadas de otras tantas especies de liberalismo.
Liberalismo de primer grado: condenado por su rechazo absoluto de Dios tanto en la vida privada como en la vida pública.
Liberalismo de segundo grado: condenado por su negación de la ley revelada y por defender la separación entre la Iglesia y el Estado en el sentido de que la Iglesia no existe para el Estado.
Liberalismo de tercer grado: condenado por excluir la ley revelada de la vida pública y por defender la separación de la Iglesia y el Estado. Reconoce la existencia de la Iglesia, pero niega el carácter de sociedad perfecta. Tesis ya refutada en la Encíclica Immortale Dei.
Liberalismo de cuarto grado: es inaceptable, dice, la separación entre Iglesia y Estado. Pero la Iglesia debe amoldarse a los tiempos. Si lo que se le exige es ina tolerancia justa, esta forma no está condenada. Si lo que se le exige es una condescendencia o una connivencia, esta forma es inaceptable.

XI Aplicaciones prácticas de carácter general.
Es lícito defender las libertades del liberalismo como derechos naturales. Todo lo más podrán ser toleradas en algunos casos. Es lícito procurar para el Estado una organización política más equilibrada en los casos de opresión gubernativa. Son lícitas todas las formas de gobierno con aptitud para el bien común. Es lícito en general participar en la vida política. Todos deben colaborar en el bien común. Es justo procurar la independencia nacional y la emancipación de todas las tiranías cuando se hace sin lesionar la justicia. Es lícito y recomendable el fomento y desarrollo de las libertades políticas moderadas. (continuará).


Editó Gabriel Pautasso
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DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 314
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