sábado, 30 de julio de 2011

*La comunidad mística de ISRAEL: JESÚS y los judíos.*

*La concepción de hombre, la dialéctica de imagen y semejanza, y lo que implica en la vocación del pueblo de Israel, como pueblo peregrino que, por una reversión de su vocación, se transforma o quiere transformarse en realidad, siendo figura.

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

El mismo proceso se observa a la estructura de Israel como comunidad. No es ella una comunidad política, sino mística. En la medida en que se tendido a constituirse en Estado político, es que ha comenzado la frustración de su sentido místico. Comienza con la instauración de la realeza monárquica, prosigue con la fundación de un dominio temporal que alcanza su máximo esplendor en la época de Salomón; sigue luego con los intentos de los hebreos en los diversos cautiverios de restaurar una comunidad política, y concluye en el siglo XX con la instauración del Estado de Israel en 1948-9, que implica desde el punto de vista del sentido de la comunidad de la comunidad la más completa subversión de los valores místicos del pueblo de Israel. Desde este punto de vista interpretamos la existencia del Estado de Israel como un signo de la muerte de su religión.  

Ahora observamos este mismo proceso en la comunidad de Israel. ¿Qué queremos decir cuando subrayamos el carácter místico de la comunidad? Primero, este pueblo tiene validez en tanto que pueblo en la medida de su vínculo con el orden divino, siempre que este vínculo tenga en cuenta la existencia de la palabra profética. El pueblo es pueblo, no en tanto que está organizado por instituciones religiosas. Así, la comunidad de Israel es una comunidad teocrática: su verdadero rey es Dios, su verdadero gobierno es divino, su verdadera cabeza es Yahvé. No hay ninguna cabeza política: Yahvé gobierna la comunidad a través de la inspiración profética o conocimiento profético, que desciende a todos los órdenes de sus instituciones religiosas, sociales, temporales, que nunca son políticas.

Al examinar en sentido inverso la relación de la comunidad y de Dios, el hombre hebreo tiene la psicología del siervo: no está para crear una estructura política en la cual el hombre, libremente, establezca un ámbito cultural-histórico, sino que está para dar testimonio de la servidumbre respecto del Señor Absoluto, que es Dios. En la medida en que no ha cumplido esta vocación de servidumbre, la ha cambiado en una vocación de dominio, y ésta es la raíz de su resentimiento, que le viene de su naturaleza misma de pueblo. No depende de la voluntad, ni de los sentimientos; no depende tampoco de sus valores intelectuales más o menos definidos: depende de las raíces mismas de su estructura social-religiosa. El hombre hebreo es naturalmente siervo, porque se constituye por la unívoca relación entre Dios y la comunidad mística. Dios es el soberano, y su soberanía es metafísica, teológica, que le impide al pueblo-servio, al pueblo hebreo, toda realización en un ámbito libre.

Esto se inscribe en el carácter de la vocación de Abraham, cuando éste acepta salir de su pueblo y de tierra y fundar el pueblo elegido. Lo hace con todas sus consecuencias: es la grandeza y la miseria de Israel. Como todas las cosas, la grandeza implica la realización de un destino, y la miseria significa la subversión de ese destino. De manera que Israel, la comunidad mística, es una comunidad de siervos del Supremo Señor. La psicología del hebreo es la psicología del siervo.

*En la medida en que su psicología ha funcionado, desde el punto de vista teocrático, es decir, en la medida en que se ha aceptado el poder de este Rey que gobierna a través de la inspiración profética, en esa misma medida ha cumplido su *vocación y ha realizado su destino. Pero el intento de transformar la verdadera vocación abrahámica en su contraparte, ha operado en la historia de Israel.  Así como el hebreo ha intentado constituir lo que es una imagen  en una realidad, lo que es el siglo presente en el siglo venidero, y ha decapitado esta instancia superior que le da sentido a la inferior, así en el orden de la comunidad ha eliminado el carácter de comunidad mística para establecer una comunidad política y en ese mismo momento ha dejado de representar su carácter de hombre peregrino, homo Viator.  

La vocación de comunidad mística, por otra parte, la vocación de pueblo siervo respecto d su Señor respecto a su Señor y del principio teocrático que lo gobierna, tiene además una causa final, que está dada por la emersión del Mesías. La servidumbre es el carácter que implica la aceptación del destino mesiánico. Precisamente, al examinar el carácter de las relaciones entre el pueblo siervo y el Mesías, encontramos la verdadera connotación que nos permite señalar cómo la comunidad mística ha transformado en una comunidad política cuando asume una realidad que no es propia del homo Viator, el hombre peregrino.  

Esto nos obliga a decir dos palabras sobre la filiación RACIAL de Nuestro Señor Jesucristo no es judío por la simple razón que carece de padre humano. La raza, que en los pueblos de Antigüedad se determina por la filiación paterna, impide atribuirle a Jesucristo el carácter de judío. Por otra parte, su madre, la Santísima Virgen María, representa en el orden humano una situación totalmente excepcional por el Misterio de la Santísima Concepción Inmaculada.  

La comunidad mística, el pueblo-servio, produce un primer fruto que es la verdadera  servidumbre de la Santísima Virgen, que está más allá de la servidumbre racial. La servidumbre de la Virgen, servidumbre verdaderamente mística, conduce al florecimiento – como lo habían anunciado los Profetas – en la Persona y en la Humanidad del MESÍAS; la que, tomada por así decir de tierra humana de la Santísima Virgen, ha cesado de ser judía o hebrea en el mismo sentido de ser griega, romana, de éste o de aquél tiempo. Por raza humana Jesucristo, es el hombre perfecto, el hombre total, que no es judío, ni griego, ni romano ni guaraní. ES TODO A LA VEZ.

Este Hijo del Hombre, como lo llaman Los Evangelistas, particularmente San Juan Evangelista, tiene una Humanidad perfecta por encima de todas las razas. La tiene porque nace de un término que, representado por la naturaleza humana de la Santísima Virgen, es la verdadera servidumbre mística, que no había sabido realizar la comunidad mística de Israel. Por eso, en el mismo instante en que la Santísima Virgen dice fiat,  hágase, al nuncio angélico GABRIEL, ES EN ESE MOMENTO HA CADUCADO LA COMUNIDAD DE ISRAEL.  

Es verdad que ella es judía porque su padre Joaquín lo es, pero por el Ministerio de la Inmaculada Concepción esta más allá de los judíos. Naturalmente su Hijo, que no tiene paternidad humana, rompe todo vínculo con la estirpe judía, pero asume, sin embargo, el carácter absoluto de la comunidad mística en la servidumbre. De aquí que haya una gradación: la comunidad es una comunidad de siervos que realiza, primariamente, en una perfecta servidumbre, la de la *Santísima Virgen, y que se realiza perfectísimamente en el carácter del Siervo de Dios, que es Jesucristo.

En los problemas de las relaciones de judaísmo y cristianismo hay que tener en cuenta estos fundamentos teológicos y religiosos para saber bien a que atenerse en cuanto al vínculo religioso entre ambas mentalidades. Aquí se aplica el texto célebre de San Ignacio de Antioquía de la Carta a los Magnesios, capítulo X, a propósito de las luchas y posiciones doctrinales entre judaizantes y cristianos en los siglos del cristianismo, que dice lo siguiente: Christianismus enin non in judaismus credidit, sed judaismus in christianismus (pues no es el cristianismo el que debido creer en el judaísmo, sino el judaísmo en el cristianismo). Porque el cristianismo es la insistencia superior a la cual ascienden las instancias que le preceden, y si no lo hacen, perecen. Toda la lucha y controversia entre judaísmo y cristianismo, desde los primeros siglos hasta fines del s. v, SE FUNDA EN ESTE PROBLEMA. Quien quiera más detenimiento en este asunto de carácter histórico, debe leer el importante libro de Marcel Simon, profesor judío de la Universidad de Estrasburgo, titulado Verus Israel. Étude sur les relations entre chretiens et juifs Dans l´Empire Romain, Paris, E. de Bocars, 1948, 475 págs. Y su Ergänzungseft de 1962. Y también en castellano, por la Editorial Labor y Editorial Eudeba. Los testimonios que da sobre las causas de las persecuciones contra los cristianos en los cinco primeros siglos son extremamente y rigorosamente exactas. A  propósito de un tema “Jesús y el judaísmo” en el chat de los hebreos según Mario SAGAN. Conste. ¿Señalar los errores doctrinales en el texto de Comunidad mística de Israel? Si están fundados, haga un listado con herejías, cismas, etc. Se lo agradeceré, porque se juega mi salvación eterna.*

*(Resumen de CARLOS ALBERTO DISANDRO, “Humanismo: Fuentes y Desarrollo histórico”, Fundación Decus, La Plata, 407 págs. p. 113-122).* 

*JESUS y los JUDIOS *

*Cuestión doctrinal, NO PASIONAL*

Del mismo modo que un cirujano opera con gran atención, firmeza y delicadeza, queremos también nosotros trabajar hoy sobre un argumento que parece siempre herir grandemente las sensibilidades: la relación entre los judíos y JESÚS.

Aquel finísimo maestro de exégesis que fue Monseñor STADAFORA, en su libro Cristianesimo e giudaismo (Ed. Krinon, Caltanissetta, 1987, p. 27), denuncia lo escabroso del terma dejando a su vez la palabra a un magnífico protestante, PH. H. MENOUD, quien “en 1952 ofreció, en una síntesis laudable por su objetividad teológica y su elevación de sentimientos, una respuesta a la siguiente: “en 1952 ofreció, en una síntesis laudable por su objetividad teológica y su elevación de sentimientos, una respuesta a la siguiente pregunta: ¿cuándo y por  qué se estableció entre los fieles de CRISTO y los JUDÍOS esta rivalidad que habría de conducir a la SEPARACIÓN y la LUCHA ABIERTA? En el primer capítulo el autor demuestra cómo se concilian en el Nuevo Testamento cosas inconciliables, como el amor a Israel y el ANTIJUDAÍSMO. Esta doble actitud, analizada especialmente sobre los Textos de SAN PEDRO y de SAN JUAN, no tiene nada de contradictorio: la IGLESIA primitiva-apostólica sigue sustancialmente unida a ISRAEL, del cual tiene conciencia de recibir la salvación según la carne por medio de Cristo”.

Por consiguiente, la Iglesia se separó de los judíos de la época con dolor, sólo porque éstos rechazaron creer que la Promesa, la SALVACIÓN, se había realizado en JESÚS, hijo de MARÍA: “el antijudaísmo de la Iglesia no es sentimental, como el que se encuentra en el mundo grecorromano: es DOCTRINA, y no pasión. Tiene su raíz en un conflicto teológico (…) Y esto, no por intransigencia de las personas, sino porque las mismas exigencias de su fe las que les imponen (a los primeros cristianos) la separación y la rivalidad, a pesar de sus deseos de conciliación y de las primeras ilusiones”.  

La tesis de MENOUD constituye un buen punto de partida, que sería óptimo si hubiese dicho todo lo que debía decir. En efecto, creemos que, lamentablemente (y por contraposición con la disponibilidad apostólica) jamás se ha podido encontrar por parte de hebrea ni palabras ni actos destinados a la pacificación.

Si algún jefe judío se hubiese distinguido en esta juiciosa obra, los mismos CRISTIANOS lo habrían indicado en sus objetivas narraciones (en cuanto a su objetividad, basta recordar tantos episodios evangélicos en los cuales los Apóstoles aparecen con un comportamiento mezquino). Dicha indicación sólo tiene lugar en un caso: en los Hechos de los Apósteles, SAN LUCAS recuerda el discurso de GAMALIEL, doctor de la ley y fariseo, discípulo del gran HILLEL, dirigió al Sanhedrín reunido para juzgar a los Apósteles. El autorizado personaje hace reflexionar a sus colegas sobre la inoportunidad de oponerse violentamente a los presuntos a los presuntos “herejes”: vista de la desesperación de otros “sediciosos”, déjese de esa doctrina siga su curso, “porque si proviene de hombres esa empresa o esta obra, se disolverá; mas si proviene de Dios, no podréis disolverla” (HECH. 5, 34-39).

El caso de GAMALIEL fue único. Y demuestra que había judíos dispuestos a combatir deponiendo las armas más pasionales y agitando sólo las de la razón. Pero salvo aquel caso aislado, conviene preguntarse cómo pudo ser que todos los actos realizados por la mayoría de los judíos contra CRISTO fuesen promovidos no por juicios racionales y ponderados, sino desde el principio, y luego siempre, por movimientos irracionales y sentimentales de hastío, de actitud, de malevolencia… sentimientos que se desbordaron tan a menudo en furores incontenibles.

*UN CONTRASTE QUE SALTA A LA VISTA*

Más bien nos parece necesario señalar, mientras la parte judía se nutre de estos sentimientos (incluso homicidas) hacia CRISTO y luego hacia los primeros cristianos, que hasta sus parientes, por otro lado la parte cristiana intenta reiteradamente hacer razonar al adversario, hacerle volver en sí, iluminarlo. * HEBREOS los unos y HEBREOS los otros. No sólo, pero también, JUDIOS y MUCHOS JUDÍOS entre los otros: JESÚS ERA JUDÍO DE PURA ESTIRPE DAVÍDICA, JUDÍOS ERAN SIMEÓN el ZELOTE, TOMÁS LLAMADO DÍDIMO, JUDAS ISCARIOTE E FINALMENTE PABLO, BENJAMINITA Y POR TANTO AGREGADO A LA TRIBU DE JUDÁ. Y muchos fariseos entre los unos, pero sin faltar tampoco entre los otros (PABLO, como es conocido; pero también GAMALIEL, que se convertirá a la buena doctrina, precedido por JOSÉ DE ARIMATEA). Por tanto son bastante comunes los orígenes, tanto de RAZA, como de ESTIRPE, como de STATUS.   

Por parte judía fueron asesinados en primer lugar JESÚS, luego ESTEBAN, luego SANTIAGO EL MAYOR, y luego el MENOR; y quienes momentáneamente no fueron asesinados, como PEDRO, JUAN y PABLO, escaparon a la muerte no por faltar de intención de los perseguidores, sino porque se libraron de sus tentativas. Por parte CRISTIANA el único gesto ofensivo es el famoso corte de la oreja que hizo PEDRO a MALCO; y aún siendo aquél un gesto (desmañado e inadecuado) de legítima defensa de un INOCENTE, este gesto fue recriminado, y sus efectos milagrosamente anulados, precisamente por el Hombre que habría debido resentirse más por las graves acciones que se estaban emprendimiento contra Él. Y también aquí señalamos la objetividad y precisión de las narraciones evangélicas, que no esconden el rebullir de las pasiones incluso en personajes, como el impetuoso PEDRO, por quien el historiador habría debido “tomar partido”. Con toda la benevolencia con la que, hoy como ayer, queremos acercarnos a los hebreos, no podemos ocultar la carencia de DOCUMENTOS JUDÍOS en los que haya tenido lugar algún movimiento de dolor o de lamentación por aquellos hijos pródigos de la Sinagoga (como habrían debido ser considerados los Apósteles), o de maternal consternación, o todavía más (como hemos dicho antes), de apelación a una concordia superior, o algo similar. En nuestra opinión esa carencia debe explicarse, valorarse y (hallada su  causa en la falta de CARIDAD de los judíos) juzgarse con un JUICIO JUSTO.

Por parte CRISTIANA todos los escritos contemporáneos A LA DIFUSIÓN del mensaje evangélico ofrecen continuos testimonios, apasionados y dolientes, pesarosos y vibrantes, en los cuales, no escondiendo la VERDAD de una Salvación realizada en aquella PERSONA y en aquella MUERTE, los APÓSTELES piden a todo ISRAEL, y sobre todo a sus jefes, la disponibilidad al menos a escuchar según razón y juicio. Refiramos aquí solamente algunos ejemplos entre muchos: “para vosotros es la promesa y también para vuestros hijos” (Hech., 2, 39); “a vosotros primero DIOS, habiendo suscitado a su Hijo, le envió, portador de bendición, con que os apartéis cada cual de vuestras maldades” (Hech., 3, 26). (obra totalmente gratuita y misericordiosa); “entonces PEDRO, lleno del Espíritu Santo, les dijo: jefes del pueblo y ancianos de ISRAEL, escuchad” (Hech., 4, 8) (es decir, yo expondré cuidadosamente mi testimonio, y vosotros ponderadlo y consideradlo para juzgar rectamente); “hermanos, la inclinación de mi corazón y mi oración a Dios es a favor de ellos para su salvación; porque doy fe de ellos de que tienen celo de Dios, mas no según ciencia” (Rom. 10, 1-2) (SAN PABLO, que ha vivido el mismo celo injusto, lo pone de manifiesto casi para aligerarles de ese peso, para que las oraciones tengan un camino más despejado). (2) Debemos insistir sobre la consciencia de los jefes de los judíos, príncipes y doctores de la Ley (hoy diríamos maestros en exégesis bíblica), que estudiaban mucho las Escrituras y todo lo contemplaban en ellas. Tenían bien presente el episodio, con todas sus fundamentales implicaciones, de ESAÚ y de JACOB, herederos de ISAAC: cuando ISAAC BENDICE A SUS HIJOS ESAÚ y JACOB, su palabra y su sentencia invierten el orden de la historia, y quien tenía primacía de hecho cede el primado al segundo. Para los hebreos la sangre es fuerte y vinculante, pero saben que la fuerza de la sangre proviene de la solidez fortísima del espíritu.

Estos pasajes, apasionados entre otros muchos, así como no ocultan las lágrimas, tampoco esconden la realidad del error y la crudeza de la resección acaecida. Las múltiples palabras del Apóstol empapan con su difusión a todas las Iglesias cristianas con óptimos sentimientos hacia los hebreos obstinados y perseguidores, al unísono con la conservación de la franqueza de la doctrina, porque la caridad “se goza con la verdad” (I Cor. 13, 6).
Salta a los ojos el abismo  entre las dos actitudes: una de amistad, se podría decir directamente de hermandad; la otra, de sorda hostilidad, desbordante muy a menudo en movimientos pasionales de rabia, cuando no también (lamentablemente) de furia homicida.

*HIJOS DE ABRAHAM ¿EN LA CARNE O EN LA FE?*

SAN JUAN recoge en el capítulo 8 de su Evangelio la discusión sobre la PATERNIDAD de los judíos. Quienes disputaban sabían que la paternidad y la filiación espirituales no sólo son reales, sino que vinculan más que las carnales. Pues bien, JESÚS muestra a los judíos la filiación carnal adoptada por ellos en lugar de aquélla que por la fe les unía a ABRAHAM, a la Paternidad divina y les dice “vosotros tenéis por padre al diablo”(Jn. 8, 44). Hoy todavía hay quien sostiene que fue aquella una apóstrofe insultante de JESÚS.  Al contrario, la de JESÚS es, una vez más, una profecía, una admonición caritativa, tanto que inmediatamente aduce la imprescindible razón: “deseáis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio” (Jo. 8, 44). JESÚS les pone así delante de sus malvadas intenciones, de sus perversos designios, y les muestran cómo ellos mismos han cortado el vínculo de filiación que por medio de la fe les mantenía unidos a ABRAHAM. SANTO TOMÁS, en las lecciones sobre la CARTA a los romanos de  SAN PABLO, observa que más que los hebreos nacidos carnalmente de ABRAHAM, son HEBREOS los Gentiles que han abrazado la fe de ABRAHAM. 
Incluso en esta disputa las palabras de JESÚS son suaves, firmes, equilibradas, ya sea en el sentido de no herir jamás pasionalmente a sus adversarios, ya sea en el sentido opuesto de jamás ofenderse ante sus golpes, deliberada e irracionalmente ofensivos. Digámoslo una vez más: ¿cuándo allegaron piedras JESÚS y sus discípulos para lapidar a sus interlocutores al cazarles en algún fallo? ¿Y cuántas veces, por el contrario, doctores, fariseos y escribas tuvieron piedras entre las manos para lapidar al Maestro?
CRISTO plantea ante los judíos la consecuencias de las malas acciones que concebían y llevaban a cabo: ante todo, la pérdida de la paternidad de Dios. Pone así en evidencia su estado: haberse convertido por falta de fe en hijos del diablo. Ya les había negado el conocimiento de las Escrituras: “ESCUDRIÑAD LAS ESCRITURAS, YA QUE CRÉEIS VOSOTROS POSEER EN ELLAS LA VIDA ETERNA; AHORA BIEN, ELLAS SON LAS QUE DAN TESTIMONIO DE MI. ¿Y NO QUERÉIS VENIR A MÍ PARA TENER VIDA!” (Jn. 5, 39-40).  Pero no sólo les reprocha su ceguera “PASIVA” (por decirlo así, sino que les señala que esas mismas Escrituras tan in-inteligibles para ellos se levantan vivas para juzgarles: “HAY QUIEN OS ACUSA: MOÍSES, EN QUIEN VOSOTROS TENÉIS PUESTA LA CONFIANZA” (Jn. 5, 45). Finalmente, les quita el Reino (siempre en el sentido de enfrentarles a la desnudez que ellos mismos se procuran).

En este punto se hace preciso destacar un hecho importantísimo: CRISTO HACE TODO LO POSIBLE, EN LOS TRES AÑOS DE SU VIDA PÚBLICA (DURANTE LOS CUALES DISPUTA CON LOS ESCRIBAS, DOCTORES Y FARISEOS DE ISRAEL) PARA QUE TOMEN CONCIENCIA DEL ERROR QUE HAN PERPETRADO Y DEL CONSIGUIENTE ESTADO DE DESPOJO ALCANZADO; Y LA IGLESIA NO HACE SINO PERPETUAR HACIA LOS JUDÍOS LA CONDUCTA VERÍDICA Y CARITIVA, FIRME Y AMOROSA AL MISMO TIEMPO, DE SU DIVINO FUNDADOR.

*LOS CUATRO ASPECTOS DEL ERROR JUDÍO. *

MONSEÑOR SPADAFARO, en el libro citado, concreta cuatro causas del error de los judíos, que aquí brevemente compendiamos.   

La primera reside en la expectativa de un CRISTO triunfante y glorioso que, como un nuevo ALEJANDRO, derrotase en una gran batalla a los romanos y devolviese el imperio a los judíos. Todo lo contrario de cuanto ISAÍAS le había predicho: “varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento” (IS. 53, 3).

La segunda causa reside en el hecho de que las judíos le niegan al Mesías, por elevada que sea su dignidad, prerrogativas divinas; por lo cual, cuando JESÚS perdona los pecados a los hombres, ellos le ACUSAN de blasfemar. Para SPADAFORA, LA SINAGOGA NO ATRIBUYE AL MESÍAS EL CÉLEBRE TEXTO DE IS. 9, 5: “CONSEJERO MARAVILLOSO, DIOS FUERTE, PADRE ETERNO, PRÍNCIPE DE LA PAZ”, ESPECIALMENTE EN LO QUE CONCIERNE AL APELATIVO “DIOS FUERTE”. LA PROCLAMACIÓN DE LA DIVINIDAD DEL NIÑO IMPLICA EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS, PODER QUE JESÚS MUESTRA TENER “POR NATURALEZA”, Y NO SÓLO “POR GRACIA”. La Sinagoga también rechaza la atribución al Mesías de la proclamación del salmista: “promulgaré el decreto de YAHVED: DÍJOME: “MI HIJO ERES TÚ, YO MISMO HOY TE HE ENGENDRADO”” (Sal. 2, 7), y del mandato “adorad al Hijo” del mismo salmo (2, 7), con los cuales se afirma al MESÍAS como verdadero Hijo divino de DIOS PADRE (op. Cit.).

La tercera causa reside en negar al Mesías todo poder sobre la Ley: para los judíos “nadie puede abolir, derogar o ampliar la Ley, ni siquiera el Mesías”. Por tanto no puede ser MESÍAS quien abole, deroga y amplía la Ley. También aquí, una lectura parcial, mezquina y desenfocada implica un trágico malentendido. En principio los judíos no andaban descaminados al recordar que ningún hombre es tan grande como para poder alterar la grandeza de la ley. Simplemente, deberían haber recordado que sin duda el Autor de las Escrituras para completarlas y perfeccionarlas; pero para ello deberían haber reconocido la DIVINIDAD DEL HOMBRE-JESÚS que estaba ante ellos, que modificaba el sábado y se hacía Señor del sábado.

Finalmente, la cuarta causa reside en no admitir ser juzgados. Por el contrario, JESÚS les juzga y su juicio es severo, previendo el castigo sobre ellos: “entonces comenzó a reprochar a las ciudades (…) con la tierra de SODOMA se usará menos rigor el día del juicio que contigo” (Mt., 11, 20-24). JESÚS JUZGA, prerrogativa que también había profetizado ISAÍAS (especialmente Is. 42, 1-7).

De este modo ISRAEL se separa de la raíz santa que lo mantenía unido a DIOS por medio de la Ley y de la Fe enseñada por los PATRIARCAS; se aleja principalmente de las Santas Escrituras con un cierto ofuscamiento en su lectura. Esta CEGUERA conduce a la Sinagoga a profesar doctrinas que, aunque las palabras sean DURAS, llamaremos aberrantes y desviantes: aberrantes porque ellas mismas están fuera del CAMINO; desviantes porque conducen a los fieles fuera de ese Camino. A LOS OJOS DE LA MAYORÍA DE LOS JUDÍOS, EL MESÍAS ES TODO ISRAEL, ENTENDIDO COMO NACIÓN SANTA, COMO SI LA PASMOSA POTENCIA PUDIESE ADOPTAR EL ASPECTO DE TODO UN PUEBLO QUE, EN MARCHA REDENTORA, CONQUISTASE EL MUNDO PARA DIOS. No consiguiente los judíos, por su ORGULLO (supervia), ver en las Escrituras al HOMBRE-DIOS JESÚS, EL MISMO ORGULLO LES HACE CONTEMPLAR DESMEDIDAMENTE EN SÍ MISMOS NADA MÁS QUE A SÍ MISMOS.

*TÚ NO  LLEVAS A  CRISTO, SINO QUE CRISTO TE LLEVA TÍ.*

Es habitual oír entre los judíos que no ISRAEL, sino CRISTO, con su doctrina, se ha apartado de la Ley, como si la hubiese corregido o torcido, dando así lugar a una nueva planta que tomará su nombre (diversidad de nombres que, sin embargo, no constituye un cambio, sino un perfeccionamiento doctrinal.

Esta absurda concepción debe corregirse en todo momento, pensando con rectitud tal como enseña la Sagrada Escritura. El Apóstol, en Rom. 11, 18, dice: “no eres tú quien sostiene a la raíz, sino la raíz a ti”. Y SANTO TOMÁS explica (Lectio supra Joannes): “CRISTO será la raíz de JESÉ según la carne, sin embargo con su poder sostuvo a JESÉ y le infundió la gracia” (el principio es el mismo: que la Palabra, el VERBO, es quien mueve el Universo).  

La línea genealógica de la filiación espiritual de DIOS, a través de la fe de ABRAHAM, pasa así en línea recta por los PROFETAS, MOISÉS y DAVID, concluyendo en CRISTO. Pero CRISTO es el verdadero Principio de la fe, y lo anterior a ÉL lo es solamente en línea histórica, no ontológica: ÉL es el germen de todo, antes y después.

JESÉ, padre de DAVID, no sería padre del MESÍAS según la carne y según la fe si no hubiese sido sostenido por el poder del Hijo de Dios, que le había predestinado para esa misión. Y AÚN MÁS: CRISTO no era un hebreo nacido de hebreos, como si Su dignidad dependiese y estuviese causada por la dignidad de ellos, sino que ellos son hebreos en cuanto ordenados a CRISTO, y su dignidad desciende de Su dignidad, su elección de Su elección, su santidad de Su santidad; su filiación adoptiva, finalmente, de ser ÉL el amadísimo HIJO CONSUSTANCIAL al PADRE.  

Es éste un principio combatido y olvidado, pero un principio al cual DIOS permanece minuciosamente FIEL, tanto en las ESCRITURAS inspiradas como en la TRADICIÓN.

¿EXISTE LA RELIGIÓN JUDÍA?

Hemos reflexionado sobre diversos pasajes de los Sagrados Textos donde se prefigura al Mesías. Los Padres y Doctores de la Iglesia concuerdan al considerar que la causa última del alejamiento de los judíos respecto a JESÚS (o mejor, del rechazo de JESÚS POR PARTE DE LOS JUDÍOS) consiste, más que en una ignorancia fingida o vencible que quisieron mantener a pesar de las evidencias, en las pasiones de la envidia y del odio. Contra estas dos pasiones no existen  muchos argumentos convincentes sino en orden a su especie, que es la caridad, y por tanto de la voluntad y no del intelecto.

Para vencer la concupiscencia que mueve al ánimo a la envidia es necesario realizar un acto de humildad y de simplicidad. ¿Recuerdan la viña de NABOT, tan deseada por el rey AJAB (I Rey. 21)? Este malvado soberano siguió el impío consejo de su consorte, instruyó un falso proceso contra el legítimo propietario, le hizo LAPIDAR, y se apropió violentamente del bien anhelado. AJAB no quiso mantenerse en los límites concedidos por DIOS, y forzó el estado de las cosas por deseo de poseer un bien exuberante cuya vista le producida envidia; odió al inocente poseedor del bien deseado, compro falsos testimonios, perjuró, asesinó, robó. Cuando JESÚS afirma que todas las SAGRADAS ESCRITURAS hablan de ÉL se refiere también a episodios como éste, modelo de los acontecimientos que le esperaban.

También este episodio ilumina un aspecto importante: AJAB robó la viña como los jefes judíos robaron a ISRAEL su Mesías. Si aún hoy se habla de una “religión hebraica”, se debe a este acto de latrocinio en virtud del cual toda la viña, que es el pueblo hebreo, se halla en un estado de posesión ilícita. EL PUEBLO HEBREO NO PERTENECE A LA SINAGOGA, SINO A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, PERTENECE A ESE JESÚS DE NAZARET ASESINADO INOCENTE E IMPÍAMENTE, COMO LO FUE NABOT.

Contra la ignorancia sí  puede hacerse algo, pero como ésta, en el caso de la mayor parte de ISRAEL, era fingida, hoy como ayer la razón se ve ofuscada por las PASIONES. ¿Podían los judíos convencerse de la divinidad de CRISTO? El razonable, dulce y siempre muy prudente SANTO TOMÁS, responde que sí, que podían y todavía pueden: “si no hubiese hecho obras que ningún otro hizo nunca…Hizo entre ellos obras que ningún otro había hecho jamás curando enfermos. Y esto bajo tres aspectos: 1) respecto a la grandeza DEL PRODIGIO, PORQUE RESUCITÓ a un muerto después de cuatro días; devolvió la vista a un ciego de nacimiento, lo que “no se había oído decir desde que el mundo es mundo”; 2) respecto al número de las curaciones, porque curaba a todos los enfermos, lo que ningún otro había hecho; 3) porque los otros realizaban prodigios rezando, y demostraban así no actuar por virtud propia; pero CRISTO las realizaba ordenando, pues actuaba por virtud propia. CRISTO les atrajo con la palabra y con prodigios visibles e invisibles; es decir, moviendo y estimulando interiormente sus corazones (…) quienes se resisten a ÉL, pecan. De otro modo, SAN ESTEBAN habría desbarrado al decir: “vosotros siempre chocáis contra el ESPÍRITU SANTO”(Hech. 7, 51)”. (In IOANNIS, CAP. Xv, 24).

Hemos dicho antes que quienes provocaron la resistencia de los judíos fueron el ODIO y la ENVIDIA. ¿Por qué el ODIO? ¿Por qué la ENVIDIA? Porque JESÚS, con su vida y con sus obras, se mostraba ante ellos y ante las multitudes como Señor de todas las cosas. La evidencia de su ingénito y natural señorío divino hacía nacer en quienes mandaban, mangoneaban y usurpaban, la envidia  hacia un hombre ante el cual debían forzosamente postrarse: la viña de NABOT era rica, exuberante, abundante. Pueril e irracionalmente, decidieron ocultarse a sí mismos lo que les cegaba con su luz. Por ello, la suya es una IGNORANCIA FINGIDA, vencible, y no desconocimiento, porque huyeron de lo que les iluminada, entenebrecieron lo que les había deslumbrado.

Despojado de la malacia que nace de las MALAS PASIONES, el problema es simplemente un problema gnoseológico (teoría del conocimiento), planteado en los términos siguientes: el Hombre-Jesús, ¿aportó o no aportó a los estudiosos de los Textos sagrados todos los elementos válidos para proporcionarles la evidencia de su divinidad? Como hemos visto, no sólo los aportó, sino que realizó también el milagro de mover sus almas allí donde no se le resistieron. Si bien muchos hebreos permanecieron cerrados a toda penetración argumental y de palabras, otros hebreos (al principio unos centenares, luego tres mil y cinco mil, y luego miles y miles) abrieron sus inteligencias a la palabra de las Escrituras leídas por JESÚS, y se dejaron penetrar con simplicidad de ánimo (la simplicidad es opuesta a la doblez). Judíos también ellos,  mantuvieron la fe de ABRAHAM, vieron lo que veía su Padre: a CRISTO en JESÚS, hijo de MARÍA. Ellos no se “convirtieron”: mantuvieron la continuidad de la fe, como se le pidió a cada hebreo desde MOISÉS. Y si todo el pueblo hebreo reconociese a CRISTO, si le adorase como al Hijo (como canta ese versículo imperativo de Sal. 2, 12), no haría sino cumplir con los actos ya primeramente realizados por los mejores, más dispuestos y más sabios de sus hijos; los primeros antes entre muchos hebreos, incluso judíos, del pueblo, y fariseos, escribas y doctores de la Ley, que se arrodillaron al paso de JESÚS; entraría (como de hecho lo hará un día, eso lo sabemos con certeza) por la puerta por la cual entraron las primeras ovejas, que provenían de la santa alianza y descendían de la misma FILIACIÓN DE FE.

El pueblo hebreo, por grande que sea, se ve reducido desde hace dos mil años a ser NO-MI-PUEBLO y SIN-MISERICORDIA  (por decirlo escriturísticamente, pero también, en cierto modo, metafísicamente; para esas denominaciones, vid. Os. 1). Pero nótese bien cuánto ama DIOS a este pueblo de hombres “testarudos y duros de cerviz” que, conduciéndolo a través de su misma historia milenaria, casi usándolo como extraordinario pincel, ante sus mismos ojos (velados, pero misericordiosamente no del todo ciegos) dibuja el escenario fiel y verídico del estado en el que actualmente se encuentra.

Como si les dijese: “escucha, NO-MI-PUEBLO: he arrasado tus ciudades, te he mandado al exilio, te he dejado durante dos mil años sin patria, sin profetas, sin príncipes, sin sacerdotes, sin sacrificio y sin templo. Todas esas cosas no las volverás a tener, porque su sagrada misión era figurar ante ti la venida de mi Hijo Jesús: ÉL es el príncipe, el Sacerdote, el Templo, como enseñó y demostró. Te he dejado luego sin paz, o SIN-MISERICORDIA, pero oprimido entre miles de injusticias y decenas de miles de tormentos. Porque la paz está solamente aquí, en mi seno, en mi verdad, sobre el corazón de mi CRISTO. Volverás a Mí porque YO cambiaré tu corazón de piedra en un corazón de carne, y de carne divina. Saldrás de la fosa de la ciudad de JERICÓ, la ciudad de orgullosos idólatras donde te has hundido, a mi ciudad santa, apocalíptica, áurea, la nueva Jerusalén: allí  mi Cruz, rodeada por toda mi Iglesia (también ella en una cruz) te espera con los brazos abiertos porque YO mismo, por medio de las manos bondadosas de mi Iglesia, te he curado, te he vendado, te ha atendido, te he sostenido…YO TE HE SALVADO”.

 (Mt. 5, 37: “Que vuestro modo de hablar sea SÍ, SÍ; NO, NO porque todo lo demás viene del Maligno”. Ubi Veritas et Iustitia, ibi Caritatis. Año VIII, nº 71, Mayo de 1998, p. 1-4. “JESÚS Y LOS JUDÍOS”. “No quieras saber quién lo dice, sino atiende a lo que dice” (KEMPIS, Imitación de Cristo, I, V).

*Editó.: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar Diario Pampero nº 100 Cordubensis Instituto Eremita Urbanus, Córdoba de la Nueva Andalucía, domingo 31 de enero   del Año del Señor de 2010, en la Fiesta de SAN JUAN BOSCO. Sopla el Pampero. Reimpreso y agregado: en el mes junio de 2011. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! GRATIAS AGAMUS DOMINO DEO NOSTRO! gspp.     

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