lunes, 11 de abril de 2011

*El problema del Judaísmo ante el Concilio Vaticano II*

Los judíos rechazan a Cristo, piedra angular establecida por Dios (Mt. 21, 42; Hech. 4, 11; I Pedr. 2, 7).

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

El Salvador llega a ser para ellos piedra de escándalo, ocasión de caída (EIS PTODIN), como lo había predicho SIMEÓN (Lc. 2, 34), a partir del momento en que “tropiezan, rebelándose (apeithountes) a la palabra; tal era ciertamente su destino” (I Pedr. 2, 7). Pues bien, en castigo a su incredulidad (apistia, Rom. 11, 23), y a su desobediencia rebelde (apeitheia, Rom. 11. 30), que ha llegado a ser permanente y, podría decirse, se ha consolidado como una “situación” (cf. I Tim. 1, 13), los judíos llegan a ser casi por antonomasia “los caídos” (Rom. 11,22), “LOS REBELDES” (Rom. 15, 3; Is. 65, 1), y su status recibe el nombre de “caída” (paraptoma, Rom. 11, 11, 12).  
Israel ha rechazado (apotheo, Hech. 13, 46) la Palabra de Dios, juzgándose a sí mismo indigno de la vida eterna, llegando a ser de este modo, “réprobo en materia de fe” (Cf. II Tim. 3, 8). Pues bien, como pena del talión, caerán en un estado de reprobación (ih apavoli, Rom. 11, 55) por parte de Dios, y de amputación del tronco de buen olivo (Rom. 11, 17).  
Oficialmente, Israel ha juzgado como un “escándalo” la Cruz de CRISTO (I Cor. 1, 23); por consiguiente, se ha colocado a sí mismo en la categoría de “lo que van a su perdición” (I Cor. 1, 18).  Ha rechazado oficialmente el Evangelio y se ha convertido de este modo en objeto de la enemistad de Dios (Cf. Rom. 11, 28). Esta cólera de Dios, que es privación de la vida eterna y carga para los incrédulos y rebeldes (Jn. 3, 36); Ef. 5, 6; Col. 3, 6), desde el punto de vista histórico está lista para caer sobre Israel desde el tiempo de SAN PABLO (I Tes. 2, 16); teológicamente, durará en tanto que los  judíos “permanezcan en la incredulidad” (ti apistia, Rom. 11, 23) ya que sólo aquel Jesús al que no quieren aceptar es capaz de salvar de la cólera de Dios (Rom. 5, 9).
Conclusión: los elementos que acabamos de espigar en las Sagradas Escrituras legitiman, según nuestro parecer, la denominación que se acostumbra dar al judaísmo – tomado como religión – de “reprobado por Dios”.
Por su propia falta, Israel ha sido incapaz de responder a su vocación y a su elección; no ha realizado, salvo en una parte insignificante, la misión original que la Providencia le había confiado. Como raza, los judíos habían sido “separados” por Dios para dar un origen carnal al Mesías y para entrar los primeros en la Iglesia, llevando a ella el depósito de la Revelación recibida. El Mesías, nuevo Adán, debía en efecto tener conexión con el primer Adán por vía de generación humana,  a través de David, Jacob, Isaac y Abraham. Una vez alcanzado este fin etnológico con el nacimiento de Jesús de la Virgen María, “de la casa de David” (Lc. 1, 27), el pueblo de Israel volvía a ser igual a todos los demás de la tierra. Le quedaba, por el contrario, realizar el fin religioso de su elección; y es justamente en este punto en el que Israel fallo voluntariamente.
El hecho de que SAN PABLO considere aún a Israel (por lo menos hasta su época) como amado por Dios “con arreglo a la elección… a causa de los Patriarcas (Rom. 11, 28). (F. PRAT (La teología di S,. Paolo, traducción de la 7ª ed. francesa, Turín, 1928, vol. II, pág. 213) comenta: “Colectivamente y como nación, los judíos son a la vez detestados y queridos por Dios: detestados a causa del Evangelio que no quisieron abrazar; y, sin embargo, amados a causa de la elección graciosa de la que una vez fueron objeto, y por ser ellos de la línea de los patriarcas. Si se objeta que la elección teocrática es anulada en todos sus efectos por la incredulidad presente en Israel, PABLO responde que “Dios no se responde de los dones concedidos”. Israel es entonces, desde dos puntos de vista, digno del amor y del odio; ahora sufre los efectos del odio que lo excluye del reino mesiánico; experimentará más tarde los efectos del amor, cuando entre en masa en el seno de la Iglesia”. No anula ni la justicia ni la autenticidad de la cólera de Dios, que llega a servirse de la reprobación de los judíos para facilitar la entrada de los gentiles en la  Iglesia, y de la entrada de los gentiles para abreviar de reprobación de un pueblo que Dios no quiere destruir para siempre”.  
En el fin de los tiempos, la masa de los judíos se salvará: esta afirmación de SAN PABLO forma parte esencial de la esperanza. Pero ya no estamos en el plan providencial de los origines; hemos caído en otro. Dios no se arrepiente de sus dones (cf. Rom. 11, 29), es decir, por Su parte siguen siendo siempre tales; pero para aquellos que los rechazan o no los utilizan en el tiempo conveniente, se transforman en títulos de condenación. 

*MONSEÑOR LUIGI MARIA CARLI*

Palestra del Clero
(15 de febrero de 1965, págs. 185-203)
Cuadernos Fides. Nº 21, Madrid, Revista Sí Sí, no no.  

Edito: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 203.  INSTITUTO  EREMITA URBANUS. Córdoba de la Nueva  Andalucía, 7 de abril del  Año del Señor de 2009. MARTES SANTO. Sopla el Pampero.  ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO!¡VIVA HISPANOAMÉRICA!  gspp.
Reimpreso: 21 de marzo de 2011.  El problema del judaísmo ante el Concilio Vaticano II.

*EL PROBLEMA DEL JUDAÍSMO ANTE EL CONCILIO VATICANO II* MONS. LUIGI MARIA CARLI. Cuadernos Fides nº 21. (2). *

*El Obispo de Segni, Italia, Monseñor LUIGI MARÍA CARLI, se distinguió durante el Concilio Vaticano II por ser uno de los Padres más combativos del Coetus Internationales Patrum. Se trataba de un grupo de tendencia tradicional del que formaban parte, Mons. Proença Sigaud, Mons. Castro Mayer y Mons. M. Lefebvre*

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

1º) En este trabajo expone la doctrina tradicional de la Iglesia sobre la responsabilidad de los judíos en la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Los errores que por Mons. CARLI detenta en los esquemas y borradores conciliares terminaron haciéndose oficiales en la Declaración conciliar Nostra Aetate sobre las religiones no cristianas, y hoy son lugar común. Forman parte de un “meaculpismo” tan injusto con la historia de la Iglesia (que jamás ha sido RACISTA ni ANTISEMITA, considerando el judaísmo como un problema exclusivamente religioso) como ajeno de toda fundamentación doctrinal.*
Por el contrario, de manera más convincente, J. SCHIMID comenta: “El sentido real de este versículo no puede ser que el pueblo judío, en general, vaya a subsistir como viña de Dios (es decir, dejando aparte toda metáfora, como su pueblo elegido), pero recibiendo otros jefes en sustitución de sus jefes actuales, que son contrarios a la voluntad de Dios. Tal interpretación contradiría no solamente la realidad histórica, sino también todo el mensaje de Jesús y la fe del cristianismo primitivo. También el versículo 43 se opone ello. Dado que se habla en él de otro pueblo, al cual le será dado el “reino de Dios” y que dará sus frutos, Él no se dirige solamente a los jefes del judaísmo, en antítesis con el pueblo, sino a todo el pueblo judío (“os digo”). El versículo expresa, pues, en términos precisos y eficaces, la idea central de toda la parábola. Ésta contiene una especie de teología de la historia, que contempla la falta de Israel en toda su extensión a través del tiempo. Pero la generación presente, aquella a la cual habla Jesús, colma la medida de la falta, ya que ella entrega a la muerte al “hijo bien amado”. De este modo se ha agotado la paciencia de Dios. Resulta de ello la condenación de Israel. Será reemplazado por un nuevo Israel espiritual, que Dios suscitará entre los paganos y al cual dará también nuevos “fittavoli”, “nuevos jefes”. (O. cit., pág. 395. Téngase también presente esta profecía amenazante para los judíos: “Así yo os declaro que muchedumbres vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa en el reino de los cielos con Abraham, Isaac, y Jacob, en tanto que los hijos del Reino serán arrojados a las tinieblas exteriores” (Mt. 8, 11).  
SIMÓN-DORADO tiene la misma opinión: “Así pues, la nación judía un castigo, y en primer lugar, como ella se ha comportado indignamente, será privada de la dignidad teocrática; y los paganos ocuparán su lugar”. (Praelectiones biblicae asum scholarum Novum Testamentum, vol. I, Taurini, 6ª ed. 1944, pág. 814).  

2º) San Pedro, hablando el día de Pentecostés a varios millares de judíos, no solamente de Jerusalén sino “de todas las naciones que están bajo el cielo (Hech. 2, 6) – por tanto una especie de representación de todo el judaísmo, tanto de Palestina como de la Diáspora -, no vacila en proclamar: “Israelitas, escuchad estas palabras: vosotros habéis hecho morir por la mano de los impíos…a Jesús de Nazareth. Que toda la raza de Israel sepa pues con certeza que Dios ha constituido como Señor y Cristo a este Jesús al que vosotros habéis crucificado” (Hech. 2, 22-36). En otros términos, el Príncipe de los Apósteles atribuye a todos los oyentes – entre los cuales quizá ninguno figuraba entre los materiales homicidas de Jesús – y por tanto, a todo Israel, la RESPONSABILIDAD DEL DEICIDIO.   
SAN PEDRO usa el mismo lenguaje cuando se dirige al pueblo que acudió en gran número después de la curación milagrosa del cojo: “El Dios de nuestros padres ha glorificado a su servidor Jesús, que vosotros habéis entregado y negado…Vosotros habéis renegado del santo y del justo, y vosotros habéis pedido que se os diese más bien al homicida, y habéis hecho morir al autor de la Vida(Hech. 3, 15). ¿Cuántos entre los oyentes de San Pedro habían efectivamente traicionado, negado, dado muerte a Jesús y reclamado a Barrabas? Esto importa poco para el principio de la responsabilidad colectiva; y, sin embargo, si existieran circunstancias en las que hubiera sido justo y útil distinguir entre un puñado de responsables y una masa de inocentes… ¡en verdad ésta hubiera sido una!  

3º) Los apósteles reprochan al Sanedrín entero y al pueblo de Jerusalén la responsabilidad de la muerte de Jesús: “El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que vosotros habéis dado muerte colgándole del madero” (Hech. 5, 30). ¡Y, sin embargo, bien saben que todos los miembros del Sanedrín no habían manifestado su adhesión!  

4º) San Esteban, dirigiéndose al Sanedrín y al pueblo de Jerusalén (en medio del cual quizá no estaba ninguno de los que habían dado muerte a Jesús), establece una comparación entre los judíos contemporáneos y sus padres, y afirma indistintamente: “Ellos exterminaron a los que precedían la venida del Justo, a quien vosotros habéis entregado ahora y de quien sois los asesinos” (Hech. 7, 52).  

5º) Para San Pablo, “los judíos”, en general, considerados colectivamente y sin tener en cuenta loables excepciones, son aquellos “que han dado muerte al Señor Jesús y a los Profetas, que no agradan a Dios, que son adversarios de todos los hombre impidiéndonos hablar a los paganos para que se salven; de este modo acrecientan ellos sin interrupción hasta el más alto grado la medida de sus pecados; pero la cólera de Dios ha terminado por alcanzarles” (I Tes. 2, 15-16).  Y, sin embargo, el Apóstol se expresa así, hacia el año 50, a propósito de los judíos que persiguen a sus compatriotas convertidos, miembros de la diversas Iglesias de la Judea de las cuales muy probablemente ninguna (o casi ninguna) había participado en el crimen.  

Para concluir, estimo que se puede afirmar legítimamente que todo el pueblo del tiempo de Jesús, entendido en el sentido religioso, es decir, como colectividad que profesa la religión de MOISÉS, fue solidariamente responsable del crimen de deicidio, a pesar de que solamente los jefes, seguidos por una parte de sus fieles, hayan consumado materialmente el crimen.  

Estos jefes, ciertamente, no eran elegidos democráticamente por el sufragio popular, sino que con arreglo a la legislación y la mentalidad entonces en vigor, eran considerados por Dios mismo (cfr. Mt. 23, 2) y por la opinión pública como las autoridades religiosas legítimas, responsables oficiales de todos los actos que ejecutaban en nombre de la religión misma. Pues bien, justamente por estos jefes fue condenado a muerte Jesucristo, Hijo de Dios; y fue condenado legalmente porque se había proclamado Dios (Jn. 10, 33; 19, 7); y, sin embargo, había suministrado pruebas suficientes para ser creído tal (Jn. 15, 24).  

La sentencia condenatoria fue dictada por el Consejo (Jn. 11,49 y ss.), es decir, por la mayor autoridad de la religión judía, invocando la ley de MOISÉS (Jn. 19, 7) y motivando en ella la sentencia como una acción defensiva  de todo el pueblo (Jn. 11, 50) y la religión misma (Mt. 26, 65). Es el sacerdocio de AARÓN,  síntesis y principal expresión de la economía teocrática y hierocrática del Antiguo Testamento, el que condenó al Mesías. Por consiguiente, es legítimo atribuir el deicidio al judaísmo en cuanto comunidad religiosa.  

En ese sentido bien delimitado, y teniendo en cuenta la mentalidad bíblica, el judaísmo de los tiempos posteriores a Nuestro Señor participa también objetivamente en la responsabilidad colectivamente del deicidio, en la medida en que este judaísmo constituye la continuación libre y voluntaria del judaísmo de entonces.  

En ese sentido bien delimitado, y teniendo en cuenta la mentalidad bíblica, el judaísmo de los tiempos posteriores a Nuestro Señor participa también objetivamente en la responsabilidad colectiva del deicidio, en la medida en que este judaísmo constituye la continuación libre y voluntaria del judaísmo de entonces.

Un ejemplo tomado de la Iglesia puede ayudarnos a comprender la realidad. Un Soberano Pontífice y un Concilio ecuménico, aun cuando no sean elegidos por la comunidad católica con sistemas democráticos,  cada vez que toman una decisión solemne con la plenitud de autoridad, hacen corresponsables de esta decisión, ahora y en todos los siglos por venir, a todo el Catolicismo, a toda la comunidad de la Iglesia.  

(Véase, THEODORE H. ROBINSON, “A history of Israel”. 2 vols. Oxford at Claredon Press. Reprinted 1957).

*Próxima lectio: ¿Pueden los judíos ser calificados como “reprobados por Dios”?*

II. ¿PUEDEN LOS JUDIOS SER CALIFICADOS COMO “REPROBADOS POR DIOS”? (III) MONSEÑOR LUIGI MARÍA CARLI. EL PROBLEMA DEL JUDAÍSMO ANTE EL CONCILIO VATICANO II. (IIIra parte).

La respuesta a la segunda pregunta se ve facilitada por la que ha sido dada a la primera. Aquí también la distinción entre “pueblo” en el sentido étnico-político y “pueblo” en el sentido religioso sigue siendo válida y necesaria, al igual que la consideración del principio bíblico de la responsabilidad colectiva. Hay que añadir a ello además que la “reprobación” de la que nos ocupamos aquí no coincide exactamente con aquella de la cual se ocupa la teología dogmática, y que, junto con la “predestinación”, designa la Providencia de Dios, en cuanto a la realización del fin último, es decir, de la vida eterna, por parte de las almas individuales. En efecto, nuestro problema concierne a una colectividad en cuanto tal, es decir, a una persona moral, cuyo fin se verifica y, por consiguiente, debe encontrar en este tiempo una recompensa para sus méritos o un castigo para sus faltas. Como ya había observado SAN AGUSTÍN, no son pueblos, en cuanto tales, los que entran en la eternidad, sino las almas individuales.  

Así pues, hablar de “reprobación” o no de Israel no puede significado otra cosa que afirmar o negar que esta comunidad en cuanto tal ha realizado, o no, el fin terrenal para el cual Dios la había elegido. En todo caso subsiste  plenamente la verdad, fundamental para el cristianismo, de que Dios, “que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad de la verdad” (I Tim. 2, 4), concede también a cada uno de los judíos de buena fe la gracia suficiente para obtener la vida eterna, y que, por consiguiente, ninguno de los judíos debe ser considerado, solamente en cuanto judío, como ya destinado a la condenación eterna.

Existen hoy tres opiniones respecto al punto de saber si el “judaísmo” puede ser considerado como “reprobado por Dios”, en el sentido que acaba de ser definido.

La primera responde afirmativamente: el Israel antiguo, a causa de su incredulidad, ha sido privado por Dios del papel especial que hubiera debido tener en la Historia de la Salvación, y de todos los privilegios en relación con ese papel;
Reemplazado por el Israel nuevo, la Iglesia.

La segunda opinión es negativa: Israel no ha sido repudiado por Dios; su carácter de “pueblo elegido” se mantiene sin interrupción; junto a la Iglesia – separados de nosotros, pero no extraños, a modo de hermanos “mayores” disidentes -, los judíos tuenen una misión particular que cumplir en la Historia de la Salvación.  

La tercera opinión ocupa el medio entre las dos primeras: habiendo perdido la elección y los privilegios originales, sin duda, Israel conserva a pesar de esto, en el plan divino, una situación diferente de la de los otros pueblos no cristianos; situación que se deriva del hecho histórico indestructible de haber sido el “primer amor” del Esposo Divino y de una “cierta misión” (que no se puede precisar más) que ha de cumplir en el mundo, no admitiendo la cual resultaría enigmática toda la historia de los judíos en el curso de los últimos veinte siglos.

Considero como un deber adherirme a la primera opinión, porque me parece la mejor apoyada por la Revelación divina y porque esta reforzada por la exégesis casi unánime de los Padres y de los teólogos.

En un momento dado de su historia, Israel quebrantó el Pacto de Alianza con Dios, y ello no tanto por el hecho de haber transgredido los mandamientos de Dios, es decir, por no haber cumplido las condiciones de Pacto (¡había cometido tantas veces ese pecado, y Dios siempre lo había perdonado!) como por haber rehusado el fin mismo del Pacto, rechazando a Jesús: “pues el Cristo es el fin de la ley” (Rom. 10, 4). Desde ese momento no se trababa ya de las modalidades accidentales del PACTO, sino más bien de su misma sustancia. Automáticamente, la “elección” de Israel, frustrada por completo, quedó sin objeto alguno y los privilegios que iban unidos a ella perdieron su razón suficiente.  

Es sintomático comprobar que lo que Jesús y los Apósteles subrayan con más fuerza en su predicación al acusar a los judíos, no es tanto el pecado históricamente “concreto” de la Crucifixión (ésta constituye el final de todo proceso morboso, el punto de saturación de una situación, pero no lo agota), como el pecado de “incredulidad”: una incredulidad que está siempre en estado endémico en Israel (cfr. Is. 65, 2: “A lo largo de todo el día he tendido las manos hacia una nación díscola y rebelde”,  y Rom. 10, 21), pero que es llevada a la exasperación en tiempo de Jesús, y de los Apósteles (es decir, cuando se mostró inmensamente mayor la misericordia salvadora, cuando fueron más frecuentes y más probatorios los signos milagrosos de la “visita” de Dios), para acabar en cierto modo por institucionalizarse  como una oposición global, oficial, durísima, a Cristo y a su doctrina, a pesar de la gran “señal” de la Resurrección del Mesías.  

La religión mosaica, que por disposición manifestada por Dios, debía desembocar en el cristianismo para encontrar en él su propio fin y su propia perfección, ha rehusado constantemente por el contrario adherirse a Cristo, “reprobando” de este modo la piedra angular puesta por Dios. Por su propia falta (“si yo no hubiera hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, ellos no ha habrían pecado”: Jn. 15, 24) ella ha cristalizado en una situación objetiva de oposición a la voluntad de Dios, y por tanto de desorden. No se trata de una renuncia pura y simple al plan de Dios (lo que ya sería una falta muy grave), sino de una oposición positiva; bajo este aspecto, la relación entre el cristianismo y judaísmo es peor que la relación entre y las otras religiones. Sólo Israel, en efecto, había recibido una elección, una vocación, unos dones, una historia, etc., muy diferentes a los de todos los demás pueblos de la tierra: en el plan de Dios, Israel era enteramente “relativo” a Cristo y al cristianismo. No habiendo realizado verdaderamente, por su propia falta, tal y tan importante “relatividad”, se ha puesto por sí mismo en estado de “reprobación” objetiva. Este estado durará en tanto que el judaísmo – religión – no haya reconocido y aceptado oficial y globalmente a Jesucristo.

Según mi opinión, la Sagrada Escritura justifica esta interpretación y la tradición patrística la confirma. (Una corta investigación filológica no nos parece inútil. A los vocablos del latín bíblico reprobare-reprobatio-reprobus corresponden griego bíblico muchas palabras con significaciones afines y complementarias). 

1º) Ya se ha hecho alusión a la parábola de los viñadores homicidas (Mt. 21, 34-43). Israel, personificado aquí en sus jefes religiosos, es condenado a la pérdida del “reino de Dios” en beneficio de otro pueblo, para castigarle por su incredulidad que culminó en la muerte del Hijo de Dios. Llega, pues, a encontrarse en un estado de privación oficial y positiva del mayor don de Dios; el único, también que justifica la elección y la historia singular de este pueblo. Otros destinatarios menos indignos que la primera le reemplazaran.  

2º) Es sobre todo en SAN PABLO  donde encontramos expuesta la teología de la historia de Israel, en la cual – aunque se rompa el corazón diciéndolo – el Apóstol da sitio e importancia a una verdadera y auténtica “reprobación” del judaísmo. No destruye tal dolorosa realidad la circunstancia de que de trata de una reprobación que no es ni total en cuanto al número de las personas, ni perpetua en cuanto a la duración en el tiempo: “esta ceguera de parte de Israel sólo durará hasta que el complemento de los gentiles haya entrado y entonces Israel se habrá salvado” (Rom. 11, 25, gr. “et sic totus Israel salvabitur”).  

a)      En tiempos de SAN PABLO, las conversiones individuales de los judíos no faltaron (pero después, y hasta ahora, se convirtieron en muy raras); y, sin embargo, él pudo afirmar a propósito de la masa de Judíos: “Lo que busca Israel, eso no lo alcanzó, mientras que la selección lo alcanzó; cuanto a lo demás, se endurecieron; según que esta escrito (Is. 29, 10): “Dioles Dios espíritu de embotamiento, ojos de no ver y orejas de no oír” (Rom. 11, 17). En este texto se encuentran puestos en oposición un número selecto de individuos (e ekloge) y la gran masa de los otros (oi loipoi). Ese número es tan reducido que SAN PABLO lo compara con el puñado de fieles que no quiso doblar las rodillas de BAAL en tiempos de ELÍAS, y lo denomina, con un nombre al que tan frecuentemente recurre ISAÍAS, “residuo” o “germen” (Rom. 9, 27; 11, 5). Ciertamente esto basta para que la fidelidad de Dios a Sus promesas quede a salvo, para que se pueda afirmar que Dios no ha podido desaprobar su “elección”, que Él no ha rechazado totalmente ni para siempre a su pueblo (Rom. 11, 1): tanto más cuanto que este “residuo” formado por los que creen en Cristo constituye el verdadero Israel no son el verdadero Israel de Dios (“Todos los que descienden de Israel no son el verdadero Israel”, Rom. 9. 6 gr.), auténtico depositario de las promesas y de los privilegios, aquel al cual es voluntad de Dios que lleguen a asociarse por la fe también todos los gentiles (“perteneciendo a Cristo seréis, con seguridad, la descendencia de ABRAHAM y los herederos conforme a la promesa”, Gal. 3, 29).  

b)     Pero para todos los demás, para la gran masa del “Israel según la carne” (I Cor. 10, 18), es una quiebra auténtica; se han dejado dominar culpablemente (Hech. 28, 26) por el “endurecimiento”, la “estupidez”, la “ceguera” (Rom. 11, 7-9).  La desgracia es tanto más humillante cuando se trata de gentiles, que han obtenido lo que los judíos habían perdido por su falta: esos mismos paganos a quienes los judíos, por una adhesión mal comprendida a sus privilegios de pueblo elegido, despreciaban orgullosamente: “los paganos, sin buscar la justicia, han obtenido justicia, pero la que viene de a fe. Mientras que Israel, que buscaba una ley que procurase la justicia, no ha alcanzado esa ley” (Rom. 9, 30).  

La lectura de MOISÉS, que hubiera debido iluminarle, se ha convertido para él como un velo de oscuridad ante los ojos, porque se ha endurecido su corazón. ¿Hasta cuándo? Hasta el tiempo en que “se convierta al Señor” (II COR. 3, 14-16), es decir, hasta que se convierta en masa al cristianismo.  
Tal estado de “impenetrabilidad” y de “aversión” respecto a Dios no difiere apenas de una reprobación objetiva.

*Editó: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar Diario Pampero Cordubensis nº 209. Instituto Eremita Urbanus. Córdoba de la Nueva Andalucía, 7 de marzo del Año del Señor de 2009, Sábado de las Temporas de Cuaresma. Primer sábado de mes y también Fiesta de Santo Tomás de Aquino. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! gspp*
Relacionado con Diario Pampero nº 203.

domingo, 10 de abril de 2011

*La Cultura se afirma en los Clásicos* Por Alfonso López Quintás

“Hay en la vida humana muchas desgracias posibles. Una de ellas – no la mayor, tampoco la más pequeña – ES NO SABER LATÍN. Buena tema éste para meditar a la hora de planificar la enseñanza”, señala el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. *

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

Hace un tiempo acudí en Madrid a las oficinas de la sociedad médica SANITAS ,y , al decir que pertenecía a SÁNITAS – acentuando naturalmente la primera “a” -, la gentil señorita de la ventanilla acercó amablemente su carita hacia a mí, para hablarme bajo y no son sonrojarme ante el público con tono materna: “SANITAS señor, se dice sanitas”, y acentuada la “i” con la firmeza de quien está diciendo algo obvio. Yo no pude evitar el sonreírme, y ella muy digna quiso saber la causa de mi extraña reacción. “Me parece gracia – le indiqué – que haya matado durante media  vida a aprender latín y ahora no sepa decir a derechas el nombre de algo tan elemental como salud”.
Cuando uno oye y lee a brillantes periodistas y a sesudos varones de la política y la ciencia decir y escribir, por ejemplo, “contra natura” –sin la “m” al final-, “urbi et orbe” –cambiando la “i” final por la “e”-, “manu militare” – insistiendo en el mismo error-, “mutatis mutandi” –comiéndose la “s” final-…, uno se sonroja y pide al cielo  que si no se estudia, se lo olvide al menos del todo, y no se lo utilice para darles a los escritos o discursos un realce que de hecho viene a convertirse en un auténtico despropósito por el que se despeña el prestigio del que comete tales desafueros.
Puede tal vez alguien pensar – y así ha ocurrido incluso en las esferas dotadas de poder en cuanto a los planes de estudio nacionales – que el latín es una lengua muerta y debe ceder el paso al estudio de lenguas vivas de amplia circulación mundial y más útiles. Esta opinión es sumamente discutible en principio. Dejemos hoy este tema de lado. Es un hecho que la reducción del estudio del latín no se tradujo en un mayor conocimiento de las lenguas modernas. Todo hace sospechar que se trataba de simplificar, a toda costa, en virtud de criterios alicortos. Por vía de orientación, no está demás recordar que las naciones europeas más florecientes en materias científicas y técnicas son las que dedican más atención al estudio de las lenguas clásicas.  
Somos un pueblo latino, y el desconocimiento del latín nos aleja de nuestras raíces. Preocupados por la dificultad que experimentan los extranjeros para aprender su endiablada fonética, los ingleses trataron seriamente en un congreso la cuestión de la conveniencia de simplificarla, sintonizándola con la escritura. Decidieron no alterar el estado actual de cosas, a fin de conservar la cercanía de la lengua a sus fuentes, que, como se sabe, son muy diversas. Los españoles tendremos a simplificar, por principio, sin reparar en las consecuencias de tal recurso facilón. Si la “p” de Psicología no se pronuncia, rápidamente surgen quienes proponen suprimirla de la escritura porque les parece que es un elemento superfluo. No se detienen a pensar que Psicología significa “tratado de la psiqué”, de todo relativo al “alma” humana, y Sicología, en cambio, equivale a “tratado de los higos”. No es precisamente lo mismo. LA “P” de Psicología es uno de los puentes que unen a las generaciones actuales con los antiguos griegos que pusieron las bases, sus fundamentos de nuestro conocimiento del hombre. Si desgajamos nuestro modo de hablar de los orígenes de nuestra cultura – que es todo cuanto el hombre realiza para vincularse a lo real y desarrollar su personalidad -, nuestra vida cultural quedará seriamente perjudicada. Poco tendrán que agradecernos las generaciones que reciban una lengua errática, desarraigada, entregada a los vaivenes y adulteraciones que provoca la falta de identidad PROPIA DE UN APÁTRIDA.
Al no saber latín ni griego, se desconocen las raíces de buen número de palabras castellanas de uso corriente y se empobrece rápidamente el léxico. Si se conocen las fuentes de nuestra lengua, muchas palabras se iluminan al sólo oírlas. Hace días se indicó en un programa de televisión que los españoles somos los más “ichtiófagos” del mundo. Aunque no se haya oído nunca tal palabra, resulta obvia si se sabe como se dice en griego pez y comer.  

¿QUIEREN DE VERDAD LOS RESPONSABLES DE LA EDUCACIÓN QUE FLOREZCA EN ÉSTE LA VERDADERA CULTURA? SUMERJAN A LOS JÓVENES EN ESAS FUENTES DE BUEN PENSAR, DE PRECISA EXPRESIÓN, DE HONDO ANÁLISIS DE LA BELLEZA, DE CERTERA FORMULACIÓN DE LEYES Y PRINCIPIOS QUE SON LOS ESCRITOS GRIEGOS Y LATINOS Y DE LAS CULTURAS INSPIRADAS POR ELLOS.
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La ignorancia del latín y del griego deja a los hispanohablantes desvalidos a la hora de crear neologismos, porque el castellano no cuenta entre sus muchas y excelentes cualidades con la de ser flexible en orden a la creación de nuevos vocablos. Este desvalimiento va a obligar –ya lo está haciendo- a los hispanohablantes a acudir en tropel a las lenguas extranjeras  en busca de préstamos difícilmente integrables en nuestra lengua. La asimilación de elementos extraños realizada por falta de conocimiento de la propia lengua no puede sino dar lugar a un resultado híbrido y a la pérdida consiguiente de identidad.  
En todos los rincones de la cultura – arte, historia, derecho, filosofía, teología…- tropiezan constantemente los hispanos con el latín. No es fácil adivinar cómo puede hacerse una investigación medianamente seria sin contar con cierto conocimiento de la lengua madre. Pero no sólo en la anti-planicie de la cultura se echa de menos este conocimiento. También en la vida diaria se camina a ciegas, en buena medida, cuando se ignora el latín. “Siste Viator”: “Párate caminante”; así comienza una inscripción grabada en la puerta de entrada a la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense. Su mensaje es profundamente emotivo, pero, al estar expresado en latín, permanece mudo para cuantos, debido a planes de estudio poco afortunados, ven reducidos su horizonte cultural. Monumentos, sepulcros, monedas…multitud de elementos de nuestra cultura pierden su  carácter expresivo y elocuente ante quienes se han alejado de sus raíces. Si se va al puente de Alcántara, cerca de Portugal, y no sabe latín, uno no se entera de lo que allí plasmaron en lenguaje bien preciso quienes erigieron una de las obras más impresionantes de la humanidad.
El latín no sólo dio origen al castellano; está incrustado en sus estructuras como algo natural. Un hispanohablante que ignora el latín navega por un mar cuyo fondo desconoce. En cualquier campo que se mueva tendrá que mantenerse a menudo en un plano superficial, y su labor carecerá de la radicalidad que hubiera podido tener. Saber tocar un instrumento musical es algo magnífico, pero el carecer de tal arte no disminuye nuestra talla de hispanos en cuanto tales. El no saber latín afecta, en cambio, a nuestra base cultural, nos des-vincula de nuestro humus nutricio –HUMUS-, que bella palabra latina- y nos desnutre.

Hay en la vida humana muchas desgracias posibles. Una de ellas –no la mayor, tampoco la más pequeña- es no saber latín. Buen tema éste para meditar a la hora de planificar la enseñanza. 

LAS LENGUAS “MUERTAS” están muy vivas
Parece que corren vientos contrarios al aprendizaje del latín y del griego. Tanto peor para la cultura. Pensar y hablar en lengua castellana y desconocer las lenguas de que ésta parte y se nutre significa actuar en el vacío, moverse a ciegas, sin seguridad alguna.
Intentar estudiar literatura española, francesa, italiana… sin saber latín. Se queda uno fuera de los procesos que dieron origen a estas lenguas. Se adentra uno gozoso en la Historia del Arte y se encanta de visitar monumentos; pero pronto, si no sabe latín, encuentra barreras infranqueables cuando quiere hacer algo tan sencillo como inscripciones.

NO ES FÁCIL ADIVINAR CÓMO PUEDE HACERSE UNA INVESTIGACIÓN MEDIANAMENTE SERIA EN CUALQUIER  CAMPO DEL SABER SIN CONTAR CON CIERTO CONOCIMIENTO DE LA LENGUA MADRE.

Encanta a uno profundizar en la Filosofía y en la Historia. ¿Se puede hacer algo serio en estas interesantes materias sin poder leer textos en latín y griego? Se quiere precisar el significado de la palabra “HUMILDAD”. Si se sabe que se deriva del término latino “HUMUS” (TIERRA) has progresado ya mucho en la investigación. De lo contrario. Se hallará uno bastante perplejo.
Para ir lo hondo de las palabras castellanas hay que penetrar en su origen griego o latino. Digo, por ejemplo, entusiasmo, y me sumerjo en la concepción griega del amor, del ascenso a lo divino, es decir, a lo perfecto. Si uno es incapaz de descomponer esta palabra y adivinar su articulación interna, ¿puede captar toda su inmensa riqueza y su correlativa hermosura? Obviamente, no.
Las lenguas clásicas NO ESTÁN MUERTAS; viven directamente en los textos y de forma mediata, en las lenguas ROMANCES. Lo grave es que quienes las desconocen, lo pierden porque no hacen la experiencia de acceder a los mundos que ellas abren. ¡Cuántos jóvenes manifiestan que les encantan las melodías GREGORIANAS, pero no saben latín! No pueden ni barruntar en qué medida se incrementaría su agrado si pudieran captar la profunda armonía que se da en esta forma entre TEXTO y MELODÍA.
No olvidemos que el lenguaje es vehículo viviente de la creatividad.

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*NO ESTÁ DE MÁS RECORDAR QUE LAS NACIONES EUROPEAS MÁS FLORECIENTES EN MATERIAS CIENTÍFICAS Y TECNICAS SON LAS QUE DEDICAN MÁS ATENCIÓN AL ESTUDIO DE LAS LENGUAS CLÁSICAS. *
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Los reformadores de los planes de estudio no debieran olvidar todo esto. Afirman, a veces, que debe darse prevalencia a lo actual sobre lo antiguo, entendido como algo ya pasado. Pero esto supone ignorar cuanto nos dice hoy la filosofía de la historia. Merced a ella sabemos que, para ser creativos en el presente, debemos asumir activamente las posibilidades que cada generación del pasado ha ido entregando a las siguientes. Esa entrega se dice en latín TRADITIO. La TRADICIÓN no es un peso muerto que gravita sobre los hombres del presente; es un motivo impulsor de su actividad creadora. Si no acogemos creadoramente la TRADICIÓN NO PODEMOS CONFIGURAR EL FUTURO.  
¿Quieren de verdad los responsables de la EDUCACIÓN del pueblo que florezca en éste la verdadera CULTURA? Sumerjan a los jóvenes en esas fuentes de buen pensar, de precisa expresión, de hondo análisis de la belleza, de certera formulación de leyes y principios QUE SON LOS ESCRITOS GRIEGOS Y LATINOS DE LOS LLAMADOS TIEMPOS CLÁSICOS Y DE LAS CULTURAS INSPIRADAS POR ELLOS: PATRÍSTICA, EDAD MEDIA ALTA Y BAJA, RENACIMIENTO…
Esta inmersión en los textos clásicos debe hacerse de forma adecuada si se quiere despertar entusiasmo  y no aversión. Leer a SÓFOCLES y a VIRGILIO en los textos originales es un placer cuando uno tiene afición a la buena LITERATURA y lee con soltura el griego y el latín. De lo contrario, supone un tormento. No debe ser impuesto a los estudiantes que sólo desean leer los escritos neo-testamentarios, los SANTOS PADRES y los pensadores MEDIEVALES. Aquí procede otro nivel de exigencia y otra orientación de la enseñanza.  
Estúdiese bien el método adecuado para enseñar latín y griego a los estudiantes de las diferentes disciplinas. Y luego apliquéselo con toda decisión. Será la forma de asentar en tierra firme y buena el árbol del saber. Sin ese asiento, no habrá sino diletantismo superficial.

Por ALFONSO LÓPEZ QUINTAS

*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO Cordubensis. INSTITUTO EMERITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, 4 de abril del Año del 2011. TRADITIO: GRECIA y ROMA. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! ¡Ave maría purísima! GSPP. 

*INMACULADA CONCEPCION archivos*


*REVELACIONES DE NUESTRA SEÑORA DEL BUEN SUCESO A LA VENERABLE MADRE MARIANA DE JESÚS (+1635)*

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

*NUESTRA SEÑORA en ECUADOR CONDENA EN EL SIGLO XVII LA MASONERÍA Y EL MODERNISMO*

En 1885, el cuerpo de la Madre MARIANA fue exhumado, ¡271! años después de su muerte. Lo encontraron incorrupto y entero. “Llevaba el hábito blanco con un velo negro. Su rostro conservaba el color natural, con las mejillas y los labios sonrojados. A TRAVÉS de sus labios entreabiertos, se podía ver la lengua. Los ojos cerrados, pero intactos, así como las pestañas. Las orejas estaban flexibles. El cabello pelirrojo. Todo el cuerpo exhalaba un perfume de lirios”. Los cuerpos de las otras madres fundadoras también se descubrieron incorruptos, y preservados hoy en día en el sepulcro recientemente abierto del Convento de la Inmaculada Concepción de QUITO, ECUADOR.

Madre MARIANA, en su vida mística, tuvo ¡40! Apariciones de NUESTRA SEÑORA DEL BUEN SUCESO. Por haber aceptado ser inmolada para aplacar la Justicia divina por las herejías, impiedades e impurezas que se cometerían en los siglos XX-XXI, tuvo un parecido especial con la figura del santo PADRE  PÍO.

La devoción a MARÍA del BUEN SUCESO ha ido siempre en aumento, especialmente a partir del año 1986, con motivo de la introducción de la Causa de Beatificación de la Sierva de Dios MARIANA FRANCISCA DE JESÚS TORRES y BERRIOCHEA, cofundadora y segunda abadesa del Monasterio de la Inmaculada Concepción.

Para la síntesis de la vida de la Venerable MADRE MARIANA hemos tomado el estudio del DR. FRANCO ADESSA aparecido en la revista CHIESA VIVA de febrero de 2009 y la revista Sí Sí No No, católica antimodernista, Año XX, nº 216-218, verano 2010. Mt 5, 37: “Que vuestro modo de hablar sea SÍ SÍ NO NO porque todo lo demás viene del Maligno”
*Alguno de nuestros doctos lectores se extrañara tal vez de que una revista caracterizada por el análisis teológico se ocupe en reproducir de unas  “supuestas” revelaciones privadas, poco o nada conocidas, acaecidas además hace cuatrocientos años…”
Lo que más nos ha impresionado de estas desconocidas revelaciones es la manera tan explícita con que el Cielo describe a esta religiosa los acontecimientos que iban a marcar el siglo diecinueve y sobre el veinte.
De ahí el título, que no tiene nada sensacionalista más allá de lo sensacional que es la revelación consignada por una religiosa muerta en QUITO, ECUADOR hace 375 años…

*MARIANA TORRES y BERRIOCHA*

Era el año 1563. En la provincia vasca de VIZCAYA, cerca de la frontera con Francia, en una familia aristocrática de España, MARIANA FRANCISCA de JESÚS TORRES y BERRRIOCHOA nació como primera hija de DIEGO TORRES y MARÍA BERRIOCHOA, ambos devotos católicos. MARIANA fue dotada con rara belleza, inteligencia relevante, un dulce carácter y, sobre todo, una fuerte inclinación hacia la virtud. Desde la infancia, MARIANA huyó de los juegos infantiles y juegos de la juventud ocultándose en la iglesia de su bautismo que estaba al lado de su casa. Su virtuosa madre la encontraba a menudo postrada allí ante el sagrario.
Cuando tenía siete años, un fuego que comenzó dentro de la iglesia destruyéndola, dañó su casa y propiedad paterna, precipitando a la familia en la pobreza. Los padres de la niña se vieron obligados a dejar Vizcaya trasladándose con sus tres hijos a Santiago de Galicia.
Un día, postrada a los pies del Sagrario, con su corazón ardiente de unirse a Jesús en la santa Comunión, MARIANA con voz extática exclamó:
“¡Oh, mi amor! ¿Cuándo será el día en que me uniré contigo en la santa Comunión?”. Al momento, oyó una Voz desde el sagrario diciendo: “El día que tú quieras, querida hija, porque tu corazón está preparado”.
Revelando este diálogo secreto a un sacerdote franciscano, y bajo su instrucción para ese gran día. El 8 de diciembre de 1572, a los nueve años de edad, MARIANA recibió por primera vez la Sagrada Comunión. Fue tal el torrente de amor divino en su corazón, que en el primer abrazo que dio a JESÚS, no pudiendo resistirlo, cayó en éxtasis inefable. Vio a Nuestra Madre INMACULADA que le explicó la grandeza del voto a la virginidad. Le enseñó en qué consistía el voto ordenándole que lo hiciese un día, porque su Reina divina le había destinado para ser religiosa de su INMACULADA CONCEPCIÓN.  
Un día vio en el sagrario a las Tres Personas de la Santísima Trinidad y a SAN JOSÉ. ENTONCES PRONUNCIÓ el Solemne voto de CASTIDAD, repitiendo las palabras que NUESTRA SEÑORA le enseñó. Cuando concluyó, el Padre Eterno bendijo la unión de la niña MARIANA con su santo Hijo Unigénito, hecho Niño, quien le pidió caminar por el camino del sacrificio y del amor.
Se reunieron las principales familias de QUITO, y con el Cabildo y demás personas de la ciudad, pidieron con humildes súplicas al Rey de España la fundación en esta colonia del primer monasterio de la Inmaculada Concepción en el Nuevo Mundo. EL Rey FELIPE II, en 1566, promulgó el Edicto Real para la fundación del monasterio de la Inmaculada Concepción de QUITO, dedicado primero al rezo del Oficio divino y en segundo lugar a la EDUCACIÓN RELIGIOSA y FORMACIÓN DE LAS NIÑAS ESPAÑOLAS y  CRIOLLAS de la tierra española. El propio Rey de España envío el grupo de madres fundadoras colocando de ellas a la RVDA MADRE DOÑA MARÍA de JESÚS TABOADA, pariente de la familia real y tía de MARIANA.
En cuanto MARIANA supo de la fundación del nuevo monasterio, entonces entendió las palabras cuando le había invitado a salir de su casa paterna para unirse a Él. La fundadora, Madre MARÍA, decidió aceptar a MARIANA y, pocos días antes de despedirse de sus padres, al recibir la Sagrada Comunión, MARIANA tuvo una visión de JESÚS que le explicó: “Esposa mía, ya es hora de decir adiós para siempre a tu patria, a tu casa paterna, y que Yo, anhelando tu hermosura, te lleve a la mía, donde dentro de fuertes murallas vivirás lejos de la carne y sangre, oculta y olvidada de toda criatura humana, siendo tu herencia y patrimonio, a semejanza mía, la Cruz, los padecimientos. Fuerza y valor no te faltarán; sólo quiero tu voluntad siempre para hacerla mía”.
En 1576, tan pronto como se embarcaron la Madre MARÍA, otras cuatro madres fundadoras y MARIANA para ECUADOR, SOBREVINO EN EL MAR UNA TERRIBLE BORRASCA INIMAGINABLE. Creyendo ser ella la causa de tal desastre, MARIANA se unió con su tía para pedir a Dios misericordia. De pronto, ambas, MADRE MARÍA y MARIANA contemplaron una visión. Desde el mar, surgió una serpiente monstruosa, de siete cabezas, agitando las aguas del mar, y tratando de destruir y hundir la nave. MARIANA se desmayó. Sin embargo, la MADRE MARÍA continuó sus ruegos al cielo y al terminar su oración, de repente, la luz del día hizo una brecha en la oscuridad y la borrasca se calmó. Dios había respondido a su oración. Cuando MARIANA despertó, le contó a su tía que había visto una serpiente más grande que el mar y que una dama de incomparable hermosura apareció vestida de sol, coronada de estrellas, con un NIÑO precioso en sus brazos y en el pecho de la Señora había una CUSTODIA con el Santísimo Sacramento. Tenía en una de sus manos una cruz grande de oro, que terminaba en una lanza aguda en su punta. La Señora, con la ayuda del Santísimo Sacramento y la mano del NIÑO, golpeó con tanta fuerza la cabeza de la serpiente quedó despedazada. Dos años más tarde, la MADRE MARÍA encargó que se hiciese un medallón de tela mostrando la escena de la visión de MARIANA, y desde entonces las Concepcionistas lo lleva en el pecho de su hábito.
Las Hermanas fundadoras llegaron a QUITO el día 30 de diciembre de 1576. El 13 de enero de 1577, se fundó l monasterio entregándose al Reverendo Padre ANTONIO JURADO O. F. M. el gobierno temporal y espiritual de las religiosas, y recibió los votos de obediencia de las Madres Fundadoras.
Todos los habitantes de QUITO se reunieron en esta celebración solemne del primer monasterio de la INMACULADA CONCEPCIÓN.
A los quince años, el 8 de septiembre de 1577, MARIANA entró en Noviciado, comenzando su año de prueba bajo el gobierno de su tía y la dirección de los Frailes Menores. El 4 de octubre de 1579, después de observar dos años de vida religiosa, la práctica de todas las virtudes y seguimiento estricto de la Regla, MARIANA hizo profesión religiosa en las manos de su abadesa, la Madre MARÍA. Al terminar de pronunciar sus votos, cayó en éxtasis. Así, y al mismo tiempo, que la Madre MARÍA aceptara su profesión, MARIANA oyó del Padre Eterno, repitiendo las palabras de su tía: “Si eres fiel en esto, te prometo vida eterna”.  
Luego vio a Nuestro Señor que, con su majestad inefable y dulzura, en ese momento se vino a ella colocando en el dedo de su mano derecha un precioso anillo con cuatro piedras preciosas. En cada piedra estaba escrito uno de los cuatro votos: POBREZA, OBEDIENCIA, CASTIDAD, y CLAUSTRO. Nuestro Señor se dirigió a ella, diciendo: “Esposa mía, deseo para ti una vida de INMOLACIÓN. Tu vida será un martirio constante”.

*APARICIÓN DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD*

En 1582. Un día, después de un incidente particularmente amargo con una hermana, Madre MARIANA fue a los pies de Jesucristo, comunicándole su tormento y suplicándole le diera fortaleza. Mientras hablaba con JESÚS, oyó súbitamente un ruido enorme, y vio que la Iglesia entera se había inmersa en una oscuridad como de polvo y humo.
Mirando hacia arriba, la hermana MARIANA vio el altar mayo iluminado como si fuese de día. De repente el Sagrario se abrió saliendo de él un Santo Cristo, del mismo tamaño que en Gólgota; la Santísima Virgen a sus pies, SAN JUAN y la MAGDALENA derramando lágrimas como perlas. Viendo esto, la humilde virgen se creyó culpable, y se postró en tierra con los brazos extendidos en forma cruz, clamando: “No eres la culpable, levántate y ven; te voy a comunicar un gran secreto”.  
Se levantó y vio a la Santísima VIRGEN: “Mi Señora, le dice, ¿soy yo la culpable?”. A lo que respondió: “¡No eres tú culpable sino el mundo pecador!”.  
En esto el Señor comenzó a agonizar y se escuchó la Voz del Padre Eterno que decía: “¡ESTE CASTIGO SERÁ PARA EL SIGLO XX!”.  
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Vio tres espadas sobre la cabeza del Santo Cristo y en cada una decía: “CASTIGARÉ LA HEREJÍA, LA BLASFEMIA, Y LA IMPUREZA. Madre MARIANA supo, entonces, todo lo que acontecería en el siglo. La Santísima VIRGEN prosiguió: “¿Quieres, hija mía, sacrificarte por el pueblo de ese tiempo?”. A lo que MARIANA respondió: “Mi voluntad está dispuesta”. E inmediatamente las espadas se desprendieron del Santo Cristo, clavándose en el corazón de MARIANA, que cayó como muerta por la violencia del dolor.  

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Ella se presentó ante el Juicio de Dios. Nuestro Señor le presentó dos coronas: una de la gloria inmortal cuya hermosura nadie podría expresar, y la otra de azucenas blancas rodeadas de espinas, y le dijo: Esposa mía escoge cualquier de estas coronas”. Ella tuvo que escoger entre la gloria del Paraíso y la gloria de su regreso a la tierra para aplacar la divina Justicia por las HEREJÍAS, IMPIEDADES e IMPUREZAS que se cometerán en el SIGLO XX.
Conforta por las palabras de la Virgen MARÍA y su promesa de ayudarle en este terrible prueba, la hermana MARIANA respondió: “Mi Señora y Madre, cúmplase en mí la Voluntad Divina. Después de estas palabras, MARIANA escogió, humildemente y con resignación, la corona de azucenas rodeadas de espinas y regresó al mundo a ofrecerse. 

*PRIMERA APARICIÓN DE NUESTRA SEÑORA*
El día 17 de septiembre de 1588, la hermana MARIANA estaba rezando sus habituales devociones a las doce la noche…Un día en su lecho de dolor, de repente oyó  un estruendo terrible en la celda. Abrió los ojos y vio a una horrible serpiente dando vueltas en su celda, arrastrándose frenéticamente por las paredes, como si alguien la persiguiera para sacarla de allí. Las penas del alma de esta virgen aumentaron, la desesperación de su espíritu. Todos los actos heroicos de su vida le parecían crímenes. Sus buenas obras aparecían  como obras de perdición, su propia vocación como engaño e ilusión: su perdición estaba sentenciada. En este triste estado interior, cuando le parecía que por la violencia del sufrimiento su alma se desprendía de su cuerpo para caer como plomo en el infierno, se hizo violencia exclamando: “Estrella del mar, MARÍA INMACULADA, la débil embarcación de mi alma naufraga. Las aguas de la tribulación me ahogan. ¡Sálvame, que perezco!”. En cuanto acabó de pronunciar estas palabras, se vio rodeada de una Luz celestial y una mano cariñosa le acariciaba en la cabeza, mientras oía que le decía: “¿Por qué temes, hija mía? ¿No saber que estoy conmigo en la tribulación?¡Levántate y mírame?”. La humilde religiosa, esforzándose, se levantó de la cama y vio a una SEÑORA llena de majestad y grandeza que respiraba dulzura y amor. Viéndola le preguntó: “¿Quién eres, hermosa señora?” Le contestó: “YO SOY LA MADRE DEL CIELO a quien invocaste. Desaparecerán las oscuridades de tu mente. Viste lo que es el infierno. Sientes que ahora te saco de allí para colocarte en el Purgatorio a fin de que termine de purificar su alma, porque tu Señor y tu Dios te destina para grandes y felices sucesos durante tu vida… (…) Ahora comunico vida a tus nervios, venas y arterias y apartando de aquí a la maldita serpiente”.  
Al decir estas palabras, la enorme serpiente dio un grito horrible de desesperación y se precipitó al Infierno, con tan gran estruendo que produjo un terremoto en la ciudad y en el convento. MARIANA permaneció en ese estado grave de salud hasta principios de septiembre de 1589; en el segundo miércoles de ese mes, a las 9 de la mañana, comenzó su agonía. Ese día, por la mañana, celebraron la Santa Misa en su celda y recibió la Extremaunción. Su agonía continuó hasta el viernes hasta el viernes. A LAS 3 Y MEDIA DE LA TARDE LA HERMANA MARIANA DIO SU ÚLTIMO SUSPIRO. Su entierro se hizo el lunes. A LA MAÑANA siguiente, las hermanas del convento se dirigieron al coro para rezar el Oficio. Cuando llegaron vieron que la MADRE MARIANA estaba allí rezando. En 1592, la Madre MARÍA, Abadesa del convento durante 15 años, cayó gravemente enferma y la hermana MARIANA fue elegida para ocupar su lugar. Poco después de la muerte de la Madre Fundadora (1593), se formó un grupo de hermanas “rebeldes”. Las conspiraciones de estas hermanas pretendían apartar a los Frailes Menores (franciscanos) del gobierno del convento para dar la jurisdicción sobre ella al obispo de QUITO, ECUADOR. El consiguiente deterioro de la vida conventual fue causa de sufrimientos terribles y las calumnias y acusaciones falsas llegaron al punto de enjuiciamiento por parte de las presuntas hermanas culpables.  

*APARICIÓN DE ENERO de 1610: LA ACCIÓN DE LAS SECTAS MASÓNICAS*
El 21 de enero de 1610, la Madre MARIANA estaba rezando cuando, de repente, el coro fue inundado con esplendor celestial. En medio de ese brillo refulgente, SAN GABRIEL, SAN MIGUEL y SAN RAFAEL, que habían precedido a la aparición de la Virgen para iluminar la inteligencia para fortalecer el corazón débil y curar la ceguera de la Madre MARIANA.
Después de que los mensajeros celestiales partieron, la Madre MARIANA quedó postrada en tierra hasta las 2 de la mañana, cuando la Reina Celestial, llevando en sus brazos al Divino Niño, se presentó y se dirigió a ella con estas palabras: “Levántate de la tierra en que yaces, hija predilecta de mi Corazón maternal y Esposa amada de mi Divino Hijo. Tu humilde entendimiento te atrajo a mi Corazón así como el orgullo que reina en esta pobre provincia me aparta de ella; pero como tengo en este monasterio hijas fieles y amorosas, y entre ellas tú, mi predilecta, vengo a confiarte como siempre mis secretos”.   
Después de hablar con ella acerca de las religiosas infieles, que vivirían en el convento durante todo el curso de los siglos, de su tibieza inveterada y sordera a cualquier gracia, inspiración, consejo caritativo y advertencia de los castigos en que incurrirían, NUESTRA SEÑORA le dijo: “Porque te hago saber que, desde el final del siglo XIX hasta un poco más de la mitad del siglo XX, en la hoy Provincia y entonces República del ECUADOR, se levantarán las pasiones y habrá una total corrupción de costumbre por las que SATANÁS REINARÁ EN LAS SECTAS MASÓNICAS y  dañará principalmente a la infancia, a fin de mantener con esto la corrupción general. ¡Ay de los NIÑOS de este tiempo! Difícilmente recibirán el sacramento del Bautismo y el sacramento de la confirmación. El sacramento de la Confesión lo recibirán sólo los que permanecen en escuelas católicas, que el diablo se empeñará por destruir valiéndose de personas autorizadas. Lo mismo sucederá con el sacramento de la Sagrada Comunión.
Mas, ¡Ay, cuánto siendo el manifestarse que habrá muchos y enormes sacrilegios públicos, y también ocultas profanaciones de la Sagrada Eucaristía! ¡Muchas veces, en esta época, los enemigos de Jesucristo, instigados por el demonio, robarán en las ciudades las hostias consagradas, con el único de profanar las especies eucarísticas! Mi Hijo Santísimo será arrojado por pies inmundos (…)
Más en ese tiempo ya te conocerán a ti, y sabrán los favores que te he dispensado.
¡Cuánto amo a los felices moradores de este recinto sagrado! Junto con este conocimiento vendrá también el amor y el culto a mi sagrada Imagen que te ordenó hoy terminantemente: manda a que se haga tal cual me ves y colócala sobre la Sede Abacial para que desde allí yo gobierno y dirija a mis hijas y sostenga éste mi monasterio, pues Satanás, valiéndose de buenos y malos, emprenderán dura batalla para destruirla (…).
Por este tiempo, el sacramento de la Extremaunción será poco considerado, porque faltará en este pobre Patria el espíritu cristiano. Muchas personas morirán sin recibirlo, sea por descuido de las familias, sea por un mal entendido afecto para con sus enfermos; otros, también, por contrariar el espíritu de la Iglesia CATÓLICA empujados por el maldito demonio, privando de esta manera a las almas de innumerables gracias, consuelos y fuerzas para dar el gran salto del tiempo a la eternidad. Con todo, algunas personas morirán sin recibirlo, por justos y secretos castigos de Dios.
En cuanto al sacramento del Matrimonio, que simboliza la unión de Cristo con su Iglesia, será atacado y profano en toda la extensión de la palabra. La MASONERÍA, que entonces reinará, impondrá leyes inicuas con el objeto de extinguir ese sacramento, facilitando a todos el mal vivir, propagándose la generación de hijos mal nacidos por no tener la bendición de la Iglesia. Irá decayendo rápidamente el espíritu cristiano, se apagará la luz preciosa de la fe, hasta llegar a una casi total y general corrupción de las costumbres.
Aumentados así los efectos de la EDUCACIÓN LAICA, disminuirán las vocaciones sacerdotales y religiosas. El sacramento del Orden Sacerdotal será ridiculizado, oprimido y despreciado, porque en este sacramento se oprime y denigra a la Iglesia de Dios y a Dios mismo, ya que Él es representado en sus sacerdotes. El demonio procurará perseguir a los ministros del Señor por todos modos y trabajará con cruel y sutil astucia para desviarlos del espíritu de su vocación y corromperá a muchos de ellos. Estos sacerdotes depravados que escandalizarán al pueblo harán recaer sobre todos los sacerdotes el odio de los malos católicos y de la enemigos de la Iglesia Católica, Apostólica, Romana. Este aparente triunfo de Satanás atraerá sufrimientos enorme a los buenos Pastores de la Iglesia y a la excepte mayoría de los buenos sacerdotes y al Pastor Supremo y Vicario de Cristo en la tierra, que, prisionero en el Vaticano, derramará secretas y amargas lágrimas en presencia de su Dios en presencia de su Dios y  Señor, pidiendo luz, santidad y perfección para todo el clero del Universo, del cual es Rey y Padre.  ADEMÁS, en estos infelices tiempos habrá un lujo desenfrenado, que por ser lazo de pecado, para los demás, conquistará innumerables almas frívolas, las que se perderán. Casi no se encontrará inocencia en los niños, ni pudor en las mujeres y, en esa suprema necesidad de la Iglesia, se callará aquel a quien toda hablar a tiempo.
Nada de esto te preocupe, hija querida. La perfección de la obra corre mi cuenta. GABRIEL, MIGUEL y RAFAEL, con toda la Corte Celestial tomarán a su cargo secretamente la fabricación de mi imagen. Tú deberás llamar a FRANCISCO DEL CASTILLO, que entiende de arte, para darle una sucinta descripción de mis facciones, exactamente como me viste hoy y siempre, pues con esta finalidad me aparecí tantas veces a ti”.
MADRE MARIANA, con la ayuda de la Virgen MARÍA, midió otra vez, con el cordón la altura de NUESTRA SEÑORA DEL BUEN SUCESO.  
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“(…) En cuanto al Sacramento del Matrimonio, que simboliza la unión de Cristo con su Iglesia, será atacado y profanado en toda la extensión de la palabra. La Masonería, que entonces reinará, impondrá leyes inicuas con el objeto de extinguir ese Sacramento, facilitando a todos el mal vivir, propagándose la generación de los hijos mal nacidos por no tener la Bendición de la Iglesia. Ira decayendo rápidamente el espíritu cristiano, se apagará la Luz preciosa de la Fe, hasta llegar a una casi total y general corrupción de costumbres (…).”
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*FEBRERO de 1610: PROFECÍAS SOBRE EL SIGLO XX.*  
El 2 de febrero de 1610, a la una y media de la mañana, la Madre MARIANA estaba rezando cerca de la verja en el coro alto, meditando en la humildad de MARÍA SANTÍSIMA, en el sublime misterio de la Purificación, cuando decidió terminar su oración y retirarse; de repente sintió una alegría mezclada de temor, y de inmediato viose en la presencia de NUESTRA SEÑORA DEL BUEN SUCESO, que la miraba con severidad amable, sin decir una sola palabra. Ante el temor de la Madre MARIANA, NUESTRA SEÑORA dijo: “Criatura tarda y dura de corazón (…) con la hechura de mi imagen no favorezco sólo a ti y a mi convento sino también al pueblo, al pueblo en general, a través de los siglos; y como este convento es una fortaleza, traerá la salvación a muchas almas, sacándolas del abismo del pecado en que se encuentran. Dios será glorificado en ellas. ¡Cuántas conversiones habrá! ¿Y quieres hacerte responsable de tantas almas, haciéndote de tantas almas, haciéndote sorda a mi voz y a mi orden!”
“Bella Señora – respondió Madre MARIANA – muy justa es vuestra reprimenda y la recibo humildemente ante Dios (…).Mas permítame decirle mis temores, y pedir una gracia a vos que como Madre no me la habéis de negar. El temor que os presento es que, como las personas de esta tierra son tan inclinadas a la idolatría aprovecharán esa ocasión para entregarse a aquella práctica. La gracia que os pido es que ocultéis mi nombre, como Soberana y Señora que sois, a fin de que, vos, Bella Señora, seáis glorificada y yo siempre oculta. Dadme otra vez vuestra medida para que yo al menos vuestra altura, ya que sería imposible manifestar vuestras facciones, aunque vuestra Santa Imagen fuese esculpida por almas angélicas”.
Respondió la REINA de los CIELOS:
“Hija querida de mi corazón, me agrada tu humildad, esta ya perdonada tu falta contra la obediencia. Ve cuanto antes a hablar con el Obispo y dile de mi parte lo que te ordené y háblale de la vez pasada. Apresúrate a mandar a esculpir mi Imagen porque el tiempo vuela, y sólo dispone de dos años de vida el actual Obispo gobernante, escogido para consagrar mi imagen con los santos óleos y colocarla en el lugar indicado. Dile, además, que en su última hora estaremos tú y YO  a su cabecera para ayudarle en aquel trance. Si él pregunta, ¿cómo tú te encontrarás allí?, le dirás que para Dios y su Santísima Madre nada es imposible porque son regalos a sus criaturas. Con relación a tu nombre me complazco en el pedido, haré como pediste. Dile de mi parte al Obispo que es voluntad de mi Hijo Santísimo, y mía, que tu nombre se oculte a toda persona, tanto dentro como fuera del claustro, porque en el actual conviene que nadie se dé cuenta de cómo y de dónde vino la idea de hacer la Imagen, porque este conocimiento está reservado al público en general para el Siglo XX.
“EN AQUELLA ÉPOCA LA IGLESIA SE VERÁ COMBATIDA POR LAS HORDAS DE LA SECTA MASÓNICA Y LA POBRE PATRIA ECUATORIANA ESTARÁ AGONIZANTE POR LA CORRUPCIÓN DE LAS COSTUMBRES, EL LUJO DESENFRENADO, LA PRENSA IMPÍA, LA EDUCACIÓN LAICA; CAMPEARÁN LOS VICIOS DE LAS IMPUEREZA, LA BLASFEMIA Y EL SACRILEGIO EN AQUEL TIEMPO DE DEPRAVADA DESOLACIÓN Y CALLANDO QUIEN DEBÍA  HABLAR.  

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“(…) En el siglo XIX vendrá (AL ECUADOR) un presidente de veras cristiano, varón de carácter, a quien DIOS NUESTRO SEÑOR le dará la palma del martirio en la plaza en cuyo sitio está mi convento; él consagrará la República al Divino Corazón de mi amantísimo Hijo y esta consagración sostendrá la religión en los años posteriores que serán aciagos para la Iglesia; en estos años en que el MASONISMO, esa maldita SECTA, se apodere del Gobierno civil, vendrá cruel persecución a todas las Comunidades Religiosas (…). 
GARCÍA MORENO, Gabriel: murió asesinado  (1821-1875), Escritor y político ecuatoriano, presidente el mismo de la República dos veces, de 1861 a 1865 y de 1869 a 1875.
Transformó a su patria, liberándola de las revoluciones continuas y de la deuda pública, y resolvió los asuntos civiles, políticos y religiosos favoreciendo a la Iglesia Católica. En 1873, GARCÍA MORENO hizo una consagración pública del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús. Este acto enfureció a los masones, y la Gran Logia de Alemania ordenó su muerte. Como había vaticinado NUESTRA SEÑORA, el 6 de agosto de 1875, al salir de la catedral, fue golpeado y asesinado.

Véase: INSTITUTO EMERITA URBANUS: “Inmaculada Concepción de la V. VIRGEN MARÍA, 8 de diciembre de 2010. Lic. Gabriel Pautasso.

*LA VISIÓN DE LA FURIA DEL DIABLO*

Por esa época, un día de Corpus Christi de 1623, fervorosa y humilde rezaba Madre MARIANA de JESÚS al pie del Sagrario, mientras en la Iglesia mayor se daba culto público  a Jesús Eucarística. En eso, salió de sus sentidos y conoció, en visión, que aquella región sería muy favorecida con gracias y misericordia por el culto público y solemnísimo que, en los siglos futuros, sería dado al Santísimo Sacramento.
Vio la procesión tan devota que se hacía por las principales calles de la ciudad, con la participación de la comunidades religiosas, de las cuales muchos miembros llevaban en sus cuerpos instrumento de penitencia. Vio la fe y la piedad de los fieles, y la complacencia con que Nuestro Señor Jesucristo paseaba por las calles de la ciudad, en aquellos felices y venideros tiempos. Mas, ¡oh dolor!, también vio la furia que tenía el diablo por todo eso y cómo se empeñaría por derribar por tierra el sólido edificio de la piedad católica, fundada en la fe de los hijos de Dios, valiéndose para conseguir tal intento de los propios hijos de esta patria, que fueron perdiendo los sentimientos de fe legados por sus mayores. Ellos mismos trabajarán para oprimir a la Iglesia en sus congresos, impidiendo el culto público, por haberse pasado ya al bando de Satanás, inscribiéndose en las logias masónicas. Vio esa generación del país, sin fe, constituida por los ojos ingratos de la Iglesia Católica, que la oprimirían sin piedad, dando fin a las piadosas procesiones que atraían las bendiciones de Dios. Y, que ese tiempo sería de llanto y dolor para todos los hijos fieles de la Iglesia, que numéricamente serían pocos, con sus Prelados y Pastores. Y se le mostró la viña de la Iglesia florida y hermosa, en la cual entrando el jabalí pestífero y horrible de la masonería, la dejaría arrasada y en completa ruina.

*“HAS de saber que la justicia divina suele descargar terribles castigos a naciones enteras, no tanto por los pecados del pueblo, cuanto por los de los sacerdotes y personas religiosas, porque éstos y éstas están llamados por la perfección de su estado, a ser la sal de la tierra, los maestros de la verdad y los pararrayos de la ira divina. Al desviarse de su sublime misión se degradan de tal manera que ante los ojos de Dios son quienes aceleran el rigor de los castigos, porque alejándose de Mí no viven sino en la superficie del alma, con esa lejanía indigna de mis ministros, con esa etiqueta y desconfianza, como si fuera un extraño para ellos”. *

*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO CORDUBENSIS – INSTITUTO EMERITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, 13 de abril del Año del Señor de 2011. Fiesta de SAN LEÓN I, Papa, Confesor y Doctor. Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Ave María Purísima! gspp. *