domingo, 18 de julio de 2010

*PECADO y VICIO CONTRA LA NATURALEZA: LUJURIA, INMUNDICIA, LASCIVIA, MALICIA, BESTIALIDAD…*


“Dirigió la vista en dirección de Sodoma y Gomorra y de toda la región de la redonda, miró, y he aquí que subía una humareda de la tierra cual la de una fogata”.

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

*¡MALDITO DE DIOS! ¿y por qué? ¿Por qué motivo se expone el hombre al peligro de que Dios lo maldiga? ¡Por una blasfemia, por un mal pensamiento, por una botella de vino, por dos minutos de placer! ¡Perder para siempre a Dios, la propia alma, el cielo, por dos minutos de placer!”*

*SAN JUAN MARÍA VIANNEY (EL SANTO CURA DE ARS 1786-1859, A LOS 73 AÑOS.  SS PÍO XI lo canonizó y lo proclamó patrono de los sacerdotes el 31 de mayo de 1925)*

“En verdad os digo, que en el día del juicio será más tolerable para la tierra de SODOMA y GOMORRA que para aquella ciudad”. (Mat. X,15).

Artículo 11: ¿Es una especie de lujuria el pecado contra la naturaleza?
Objeciones por las que el pecado contra la naturaleza no es una especie de la lujuria.
1.     En la anterior enumeración (a. 10 obj. 2) de las especies de lujuria no se menciona el vicio contra la naturaleza. Luego no es una especie de lujuria.
2.     La lujuria se opone a la virtud, y como tal queda incluida bajo la malicia. Pero el vicio contra la naturaleza no está contenido bajo la malicia, sino bajo la bestialidad, según atestigua el Filósofo (ARISTOTELES) en VII Ethic. Luego el vicio contra la naturaleza no constituye una especie de lujuria.
3.     La lujuria tiene como materia propia actos ordenados a la generación humana, como consta por lo ya dicho (q. 153 a. 2). Pero el vicio contra naturaleza se refiere a actos de los que no puede seguirse la generación. Luego no es una especie de la lujuria. Contra esto: está el pasaje de 2 Cor. 12, 21, donde figura el vicio contra la naturaleza al enumerar otras clases de lujuria: No hicieron penitencia de su inmundicia, de su fornicación y su lascivia; sobre lo cual comenta la Glosa: Inmundicia, es decir, lujuria contra la naturaleza.
4.     Respondo: Como dijimos ya antes (a. 6 y 9, existe una determinada especie de lujuria en la que hay una razón de torpeza que hace que el acto venéreo sea malo. Esto puede darse bajo un doble aspecto. En primer lugar, porque choca contra la recta razón, como sucede en todo vicio de lujuria. En segundo lugar, porque se opone también al mismo orden natural del acto venéreo apropiado a la especie humana, y entonces se llama vicio contra la naturaleza. Esto puede suceder de varios modos.
5.     Primero, si se procura la polución sin coito carnal, por puro placer, lo cual constituye el pecado de inmundicia, al que suele llamarse molicie. En segundo lugar, si se realiza el coito con una cosa de distinta especie, lo cual se llama bestialidad. En tercer lugar, si se realiza el coito con el sexo no debido, sea de varón con varón o de mujer con mujer, como dice el Apóstol en Rom. I, 26-27, y que se llama vicio sodomítico.  En cuarto lugar, cuando no se observa el modo natural de realizar el coito, sea porque se hace con un instrumento no debido o porque se emplean otras formas bestiales y monstruosos antinaturales. 
A LAS OBJECIONES:
1. En la objeción se enumera las especies de lujuria que no se oponen a la naturaleza humana; por eso no se alude al vicio contra la naturaleza.
2. La bestialidad se distingue de la malicia, que se opone a la virtud humana en cuanto a un exceso acerca de la misma materia. Por eso puede incluirse en el mismo género.
3. El lujurioso no busca la generación humana, sino el placer venéreo, que puede experimentarse sin realizar actos de los cuales se sigue la generación. Y esto es lo que se busca en el VICIO CONTRA LA NATURALEZA.

(SANTO TOMÁS DE AQUINO, SUMMA IIa. q. 154)

Génesis, Capítulo XVIII, 20 “Dijo, pues, Yahveh: “El clamor de Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecado gravísimo.
21 “Ea, voy a bajar personalmente, a ver si lo que han hecho responde en todo al clamor que ha llegado hasta mí, y si no, he de saberlo”.
Capítulo XIX, 24. “Entonces Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahveh”.

25 “Dirigió la vista en dirección de Sodoma y Gomorra y de toda la región de la redonda, miró, y he aquí que subía una humareda de la tierra cual la de una fogata”.

Fraternidad Sacerdotal San Pío X - Martínez, 15.7.2010
Distrito América del Sur, El Superior Padre Christian Bouchacourt.
Boletín San Pío X, nº 22, Domingo VIII después de Pentecostés 2010.

*DESDE EL BUNKER, SOPLA EL PAMPERO, gabrielsppautasso@yahoo.com.ar*

viernes, 16 de julio de 2010

LA ARETÉ DE LOS ATLETAS



DATOS EDUCATIVOS: PÍNDARO, El POETA DE LOS JUEGOS

Editó: Lic. Gabriel Pautasso


• Píndaro (522-441ª.JC), de Tebas, idolatrado, aun en vida, por los griegos, solicitado por reyes y ciudades, apellidado de “divino”. Cuando, mas de cien anos después de su muerte, ALEJANDRO MAGNO arrasó Tebas, mandó respetar la casa del poeta. Cultivó todas variedades del lirismo coral, pero solo se conservan sus “epinicios” u odas triunfales. Se dividen en Olímpicas, Piticas, Nemeas e Ístmicas, según celebren victorias atléticas logradas en OLIMPIA, DELFOS, NEMEA, o el ISTMO de Corintio. Cada oda contiene tres elementos: un elogio del vencedor, una narración mítica, y consejos morales y se cantaba o bien en el campo de deportes o al retorno del vencedor a su patria.


Las concepciones religiosas llegan con PINDARO a su máxima elevación y dignidad. El entusiasmo lirico se manifiesta en el por una noble fiereza que le inspira la conciencia de su genio, y por el cual se considera a sí mismo como igual de los reyes, a quienes con noble autoridad. Su estilo audaz, su imaginación brillante, sus abstracciones y genial sutileza, hace difícil su comprensión, como el mismo reconocía altivamente: “MIS FLECHAS IMPETUOSAS TIENEN UNA VOZ QUE PERCIBE EL INTELIGENTE Y NO ENTIENDE EL VULGAR”.

La fama de PINDARO, INMENSA DURANTE SU VIDA, AUN SE AGRANDO DESPUES DE MUERTO. El poeta romano HORACIO, que ni osaba imitarle, le compara  un “TORRENTE ARREBATADOR QUE SE PRECIPITA DE LAS MONTAÑAS”.
  
EL POETA DE LOS JUEGOS: PÍNDARO

Los griegos fueron los primeros en conceder importancia y significación a los juegos, difundidos en todas sus variadas especies por todo el territorio de la HÉLADE: torneos atléticos, carrera a caballo, a pie, en barca, con antorchas, torneos musicales, danzas, a veces, sobre pieles aceitadas para probar increíbles destrezas de equilibrio; juegos de tal variedad que su enumeración sería interminable.

Los grandes juegos – eran cuatro y se celebraban en fechas determinadas – revestían tal importacia que mientras duraban se proclamaba la tregua de los dioses de modo que toda Grecia pudiese enviar sin temor sus delegaciones. (Tregua Sagrada). Allí “jóvenes de gloriosos miembros” (PÍNDARO, Nemeas, Obras Completas, Ed. Garnier, París, s.f. y TUCÍDIDES, La Guerra del Peloponeso, 2 vol. Editorial Iberia.). Esto es de PÍNDARO, el poeta que celebró la areté de los atletas – se esforzaba por lograr un honor deseado en Grecia como ningún otro. Los generales triunfantes hubieran cedido el paso a los vencedores olímpicos. De generales triunfantes a los mariscales de la derrota. Muchos ejemplos. La corona de OLIVOS se colocaba a la altura del premio otorgado a los grandes trágicos: ESQUILO, SÓFOCLES y EURÍPIDES

Se recibía al vencedor con agasajos, procesiones y sacrificios; y los poetas más grandes escribían de buen grado loas en su honor. TUCÍDIDES, el breve y severo TUCÍDIDES, el de “un logro para siempre”, historiador del funesto de la caída del imperio talasocrático de ATENAS, interrumpe en cierta oportunidad su relato histórico para narrar detalladamente la victoria de uno de las personajes en los juegos olímpicos. Si no supiéramos nada más de esto de los griegos, si  ignoráramos del todo su genio artístico y su literatura arquetípica, su magnífico amor por los juegos, bastaría para comprender su modo de vida y su punto de vista. Pueblos miserables, pueblos fatigados no pueden permitirse el lujo de los juegos. Nada parecido a los juegos olímpicos es imaginable en EGIPTO o en BABILONIA o en PERSIA, en suma, de ORIENTE. La vida de los egipcios se despliega minuciosamente ante nuestra vista en las pinturas murales. Si la alegría de los juegos hubiese formado parte de la vida egipcia, de algún modo lo sabríamos. Pero los egipcios no jugaban. “SOLÓN, SOLÓN, vosotros los griegos sois todos unos NIÑOS”. (PLATÓN, Timeo, cap. I, 22, 1963, p. 126), decía un sacerdote egipcio al gran legislador ateniense.
Poseían vigor físico, espíritu y TIEMPO PARA LA ALEGRÍA. El testimonio de los juegos es concluyente. Y cuando GRECIA, la eterna Hélade, murió y su solución del gran enigma fue enterrada con sus estatuas, el juego DESAPARECIÓ del mundo. Los juegos romanos, brutales y sangrientos, ninguna relación guardaban con el espíritu y sentido del juego. Los juegos romanos ocupaban un puesto importante en la vida romana; pero, como se ha señalado frecuentemente los griegos jugaban; los romanos se limitaban a CONTEMPLAR los juegos. PLINIO se pregunta cómo es posible que se divierta un hombre sensato admirando el funesto círculo de las luchas. Éste era el efecto o la causa de la brutalidad de dichas competiciones. Durante los juegos por ANQUISES, Padre de ENEAS, en la ENEIDA de VIRGILIO, padre de OCCIDENTE en la expresión feliz de TEODORO HAECKER, el desafiante arroja a la arena su cesto, reforzado con hierro y plomo y salpicado de sesos y sangre.
Un epigrama romano de tiempos de NERÓN, decía:
“Este vencedor, honrado con la corona de olivo,
  Tuvo antes ojos, cejas, nariz, dientes y orejas”.

Los juegos romanos habían sido heredados de Oriente y no de Grecia. Los juegos murieron cuando Grecia murió y pasaron muchas centurias antes de su resurrección. Gozar de la vida, descubrir una hermosa posada, señalaba el espíritu griego distinguiéndole de toda la historia anterior. La alegría de la vida resplandece en todo lo que nos queda de Grecia. Los griegos eran conscientes, terriblemente conscientes de la incertidumbre de la vida y la inminencia de la muerte. Insisten enfáticamente sobre la brevedad y el fracaso de todos los esfuerzos, el veloz tránsito de Tololo que es alegre, hermoso, y digno de vivenciarse.
Para PÍNDARO, la VIDA NO ES SINO,

“EL SUEÑO DE UNA SOMBRA”.
(PÍNDARO, Pítica, VII. P. 135)

Pero nunca, ni siquiera en sus peores momentos, perdieron su amor por la vida. Siempre fue para ellos el mundo, el cosmos, una hermosa región, y la vida en él un motivo de alegría, de fecundo juego. “EJERCICIO DE PODERES VITALES SOBRE UNA LÍNEA DE ARETÉ, EN UNA VIDA QUE PERMITE SU DESARROLLO”; así  definían antiguamente los griegos LA FELICIDAD. Sólo una poderosa energía vital puede realizar esta concepción. Amaban las narraciones tradicionales, especialmente los LIBROS HOMÉRICOS, esa verdadera revelación natural. “ANTIGUO TESTAMENTO NATURAL COMO LO HA LLAMADO MAGISTRALMENTE EL RUSO BOULGAKOFF AL HELENISMO,  ya que los griegos nos dan testimonio de una gracia divina. HESÍODO nos ha legado esta revelación de las MUSAS en su TEOGONÍA, para él, para todo griego, y también para todo occidental cristiano y para todo americano, descendiente de los indios comechingones de las Sierras PAMPEANAS, el acceso del hombre al mundo divino es obra de un acto de INSPIRACIÓN que revela al hombre su estirpe CELESTE (del Cielo) – su raíz zoológica - , y su capacidad de recibir lo trascendente y lo divino. El umbral  lo franquean las MUSAS, hijas de ZEUS y la MEMORIA, profieren la música, de allí MUSAS, de la interioridad paterna, celebrantes de la armonía divinas y recordadoras de la misma, que el CANTO, a los hombres. Ellas se aparecen al pastor de BEOCIA y entregándole una rama de laurel lo inspiran, cargan su ser con un soplo nuevo y transfigurador que le ordenan cantar himnos de alabanza a “LOS QUE SIEMPRE SON” (DIOSES), señalándole su vocación de poeta y haciéndolo por ende, más humano, porque más divino. De allí que ESQUILO nos deje en LAS SUPLICANTES:
“PADRE, Creador, poderoso Dios,
Artífice supremo que dio forma al hombre con su mano
Antigua es su sabiduría; que obra a través de las cosas guiándolas hacia el puerto seguro, por fin…
Hecho y palabra son una misma cosa
Para ejecutar al punto los fines
Concebidos en el profundo secreto de su espíritu”. 
(ESQUILO, Las suplicantes, pág. 592).

PÍNDARO ES EL ÚLTIMO POETA DE LA ARISTOCRACIA GRIEGA y el poeta más grande después de HOMERO. El ideal aristocrático, aquel de “NOBLEZA y areté” según WERNER JÄEGER, que conformó tan poderosamente el genio griego, se manifiesta ostensiblemente en su canto de alabanza. Era aristócrata por linaje y pos sus convicciones, nació a fines del siglos VI a. JC. Cuando perecía la aristocracia griega. La primera democracia estaba por anunciarse. PÍNDARO era el sustentador de una causa perdida, posición que suscita muchas simpatías románticas. El hombre que lucha por una causa nueva no recibe este tributo: se alza contra la tenaz resistencia que siempre despierta el nacimiento de algo nuevo. Sin embargo, es más envidiable que el hombre que trata de rechazar la marea incipiente; y esta última posición fue la que asumió PÍNDARO. Para juzgarlo es menester considerar cuál era el ideal que produjo el credo aristocrático. Se fundaba sobre una concepción completamente diferente de la que originó la TIRANÍA. Pero el caso de la aristocracia era diferente. En el caso de la aristocracia era diferente. En el credo aristocrático, el poder debía ser ejercido por quienes estuviesen inmunizados contra las contra las tentaciones que acechaban, de un lado, a quienes luchaban por sobrevivir. Los jefes del mundo, los únicos capaces de guiarlo desinteresadamente, debían ser elegidos de una clase elevada sobre el nivel común de generación en generación, no por ambiciones egoístas, sino por el NACIMIENTO; una clase cuya TRADICIÓN y EDUCACIÓN superasen los apetitos egoístas y la servicial MEDIOCRIDAD que sujetaban a otros hombres. Su posición no dependía de la RIQUEZA. La sangre corría con una distinción especial tanto por las venas del NOBLE pobre como por las del rico, y la sucesión no eran un una pura cuestión de DINERO. Así, absolutamente seguros, libres de las ansiedades y preocupaciones personales que a la larga distraen a los hombres, podían ver claramente desde su inmanencia lo que no podían ver los inferiores y dirigir con mano hábil a la estirpe helénica. ARISTOCRACIA no significaba comodidad. Su nivel no era accesible para el hombre ordinario, obligado a luchar por su pan cotidiano. El aristócrata no debía mentir, salvo en el amor, y en la guerra; debía mantener su PALABRA, no tomar ventaja sobre otro, ser engañado antes que engañar. Su valor y cortesía debían ser siempre perfectos; debía mostrar cierta magnificencia en su conducta, la liberalidad que medios le permitieron y debía, fundamentalmente, sentirse orgullosos de vivir de acuerdo con estas severas normas. Los aristócratas se sometían tan orgullosa y voluntariado a la formal disciplina del soldado. Alto era su privilegiado y grande también su responsabilidad. La carga del gobierno sobre ellos; debían dirigir y proteger a quienes carecían  de privilegios. La nobleza del nacimiento debía sustentarse debía sustentarse sobre la nobleza de la conducta. Éste era el credo de la nobleza helénica de los tiempos de HOMERO (siglo IX a. JC). PÍNDARO creía que los grandes usarían su poder en beneficio de los demás. Sus poemas expresan perfectamente y por última vez en la literatura griega la conciencia de sí misma de la antigua aristocracia griega, la convicción de su propio valor moral y religioso. La estatua del discóbolo, el auriga de DELFOS, el joven efebo del friso del PARTENÓN y la poesía de PINDARO, demuestran la culminación y el final de la aristocracia y su gran ideal: PERFECCION FÍSICA QUE EVOCA MISTERIOSAMENTE PERFECCIÓN ESPIRITUAL.
Cada poema de PÍNDARO es tributo a esta conjunción. Los juegos concernían a los aristócratas. Sólo ellos poseían riqueza suficiente y suficiente tiempo libre para someterse a la estricta disciplina del ATLETA, sólo a cambio de una corona de olivo silvestre. En tiempos de PÍNDARO, la burguesía comenzaba a tomar parte en los juegos, pero no había nacido aún el profesionalismo. Casi todos sus poemas eran cantos llamados ODAS en honor del vencedor de uno de los cuatro juegos principales: los PÍTICOS celebrados cerca de DELFOS, los ISTMICOS, en CORINTO, los NEMEOS en ARGÓLIDA y los gloriosos olímpicos de OLIMPIA. ODAS triunfales escritas de un modo singular. No se parecen a ningún otro poema de batallas o de aventuras. Quien no los ha leído esperaría que describiesen la estremecedora  escena de los carros a lo largo, a los ágiles pies corriendo ante la multitud sin aliento, o el esplendor de dos cuerpos jóvenes esforzados en la tensión de la lucha. No se jugaba por un premio despreciable. La victoria significa la gloria vitalicia, para siempre. La excitación del momento junto a la extrema belleza del espectáculo parecerían proporcionar un tema digno de inspiración de cualquier poeta. Pero PÍNDARO despreciaba todo esto. Apenas se refiere al torneo, al certamen, a la lucha en sí, no describe sus incidentes. Nunca estuvo presente en los juegos. Canta al vencedor y desdeña mencionar la victoria. Su atención se fija sobre el joven héroe pero no sobre su HAZAÑA. Ve en él la representación del NOBLE, verdadero IDEAL de la humanidad. Lo ve como una figura mítica, ofreciendo al dios en cuyo honor se celebra el juego, el homenaje de una victoria obtenida por el esfuerzo del cuerpo y del espíritu. PÍNDARO glorificaba a aquel que había levantado en alto las TRADICIONES del pasado heroico sobre las que descansaban las esperanzas del mundo. Todas sus ODAS narran la historia de un antiguo héroe con solemnidad y magnificencia. Recuerden al vencedor del presente los hechos que cumplieron hombres del pasado, para mostrar lo que pueden ser los hombres de edades futuras. PÍNDARO muestra al vencedor presente un MODELO sobre el cual conformarse, haciéndose digno de la augusta compañía del noble muerto. PÍNDARO sabía que su DESTINO y su MISIÓN consistía en emplear sus dotes musicales. Era el maestro designado por la divinidad olímpica para proclamar de gloria de pertértico dorado y para exhortar a todos los hombres noblemente a vivir sus propias vidas a la luz de aquélla gloria. En los poemas que dedicó a HIERÓN EL MAGNIFICO, tirano de Siracusa, Sicilia, le aconsejaba, “LLEGA A SER LO QUE ERES REALMENTE”. (EDITH HAMILTON, El esplendor de Grecia, Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1946. p. 102-118).
Se limita a mostrarle su verdadero yo, a advertirle para que no descienda de ese nivel.
“QUE TU LENGUA SEA VERAZ – DECÍA LA ANTIGUA TRADICION –
ARISTOCRÁTICA EN ARMONÍA CON LA DIVINIDAD,
Y SOPORTA EL YUGO QUE DIOS TE HA IMPUESTO”.
(EDITH HAMILTON, op. Cit., p.109).
Escribía sus poemas a pedido, pero escribirlos era asunto suyo. Estaba completamente seguro de su propia superioridad. Declara que es “UN AGUILA ELEVÁNDOSE HACIA EL SOL”, mientras que otros poetas “GRAZNAN COMO CUERVOS”, o “SE CEBAN EN LO BAJO PARLERAS CORNEJAS”; “UN DARDO DE ALABANZA QUE NO YERRA EL BLANCO”; “UNA ANTORCHA, UNA LLAMA, UNA FIERA SAETA”; “UN CUBILETE DE ORO LLENO DE VINO ESPUMOSO”.  (PÍNDARO, Oda, II, v. III).
“ABRASERÉ LA AMADA CIUDAD CON MI ARDIENTE CANTO.
A TODAS LAS REGIONES DE LA TIERRA LLEGARÁ MI PALABRA,
MÁS RAUDA QUE EL NOBLE CABALLO O LA ALADA NAVE”.  (IDEM, Oda IX).

“En valle dorado de APOLO construiré una residencia de canciones. Ninguna lluvia invernal que penetre hasta lo más lejano del mar en alas de bien, ningún huracán azotado por el temporal, la derribará, sino que el pórtico glorioso proclamará a la luz pura la victoria”. (Idem., Pítica, Oda VI).

PÍNDARO afirma en sus Odas que el PODER de escribirlas proviene de Dios. Es tan imposible adquirirla como es posible a los villanos (habitantes de las villas) la sangre noble. ¿Puede APRENDERSE LA ARETÉ? SOCRATES preguntará esto mismo después, pero ya había formulado la misma interrogación PÍNDARO. Su respuesta decía que no.

“LA GLORIA INNATA HACE PODEROSOS A LOS HOMBRES; PERO AQUEL QUE APRENDE POR LA ENSEÑANZA ES UN SER DÉBIL Y VACILANTE”. (IDEM., V. III).
Los aristócratas no mentían, y su pluma nunca se desvió de la estricta VERDAD al glorificar ningún triunfo, pero no más allá. Como él mismo afirma, no contaría “UNA HISTORIA ADORNADA DE MENTIRAS CONTRA DE LA VERDAD”. (IDEM,  Oda I). Sólo era alabado lo digno de alabanza.

“Creo ahora – dice – que las dulces palabras de HOMERO exaltan la historia de ODISEO hasta más allá de los hechos, y mediante estas falsedades la alada habilidad de HOMERO provoca un misterioso hechizo. Su arte nos engaña…Pero nadie que me haya examinado puede sostener que no hablo con palabras RECTAS”. (IDEM., v. VII).

“Puedo atravesar cordialmente la vida, sin tolerar glorias aparentemente bellas pero falsas”, y en otra Oda:
“FORJA TU LENGUA EN EL YUNQUE DE LA VERDAD Y LO QUE DE ELLA VUELVA, AUNQUE SEA UNA CHISPA SERÁ PONDERABLE”. (IDEM., v. V).

De cualquier modo, de acuerdo con la tradición aristocrática preferían no decir la verdad si era desagradable u ofensiva para el sentimiento delicado.

“CREEDME – escribía – NO CUALQUIER VERDAD ES BUENA PARA MOSTRAR SU ROSTRO DESNUDO”.  
Agrega:
“A LO QUE NO TIENE LA GRACIA DE DIOS, CONVIENE MEJOR EL SILENCIO”. (IDEM., Oda, IX).

PÍNDARO es cauto y cuidadoso. “Permanecer dentro de los límites seguros”, aconsejaba. “Los aristócratas no deben pretender más de lo que tienen sino guardar lo que ya poseen. Los previene solemnemente no sólo contra la ambición sino inclusive la aspiración. Es peligrosa; tienta a los hombres a abandonar los antiguos caminos y preferir los desconocidos. Conténtate, le dice el vencedor de los juegos. No busques nada más. Los PODERES DEL HOMBRE están limitados por su mortalidad. Es locura pensar que pueda trascender a ella”. 

“NO TE ESFUERCES POR LLEGAR A SER DIOS. LAS COSAS DE LOS MORTALES CONVIENEN A LA MORTALIDAD”. (IDEM., Oda V).

“NO DESEES LA VIDA DE LOS INMORTALES, PERO APROVÉCHATE DE QUE TIENES Y LO QUE PUEDES”. “DIOS ME CONCEDA – ruega – PRETENDER AQUELLO QUE ME ES POSIBLE ALCANZAR”. (IDEM., Pítica, IX).

La victoria olímpica es la cumbre de la perfección humana, de eso que siguiendo a WERNER JÄEGER, se llama ARETÉ, LA EXCELENCIA HUMANA, como es también en cierto sentido el esplendor, la dignidad y el alejamiento de todo lo VULGAR de la corte nobiliar de un gran príncipe, como HIERÓN DE SIRACUSA. Una vez alcanzada esta cumbre sólo resta defenderla, conservarla inviolada, reservada para siempre para nobles.
Para PÍNDARO sólo el pasado es seguro, y el breve momento presente. Nada distingue especialmente este punto de vista; no es profundo, ni hondamente melancólico, ni punzante patético. Y concluye:

“BREVE ES EL TIEMPO DE LA ALEGRÍA PARA LOS MORTALES Y BREVE LA ECLOSIÓN DE LA FLOR QUE CAE LUEGO A TIERRA MARCHITA POR UN TORVO HADO.
¡COSAS DE UN DÍA!
LO QUE SOMOS Y LO QUE NO SOMOS.
EL HOMBRE ES EL SUEÑO DE UNA SOMBRA”. (IDEM., Pítica, VIII).

Por último, también para PINDARO van juntas las dos cualidades más importantes que es capaz de poseer el hombre: LA SABIDURÍA (SOPHIA) y LA EXCELENCIA HUMANA (ARETÉ). (WILHELM, NESTLE, Historia del espíritu griego, Editorial Ariel, Barcelona, 1975, p. 90). 

Ni una ni otra pueden conseguirse por aprendizaje o ejercicio, sino que sin innatas en el hombre aristocrático como un don de la divinidad. LA ARETÉ consiste en PÍNDARO en la “KALOKAGATHÍA”, el ideal de esa educación antigua (PAIDEIA) sigue siendo de orden ético: una palabra lo sintetiza una palabra: “KALOKAGATHÍA”, “EL HECHO DE SER UN HOMBRE BELLO y BUENO”. “BUENO”, “KALOS”, es la belleza física. En esta época antigua, el “KALÓSKAGATHÓS”, no cabe la menor duda, es antes que NADA, un DEPORTISTA

KALOKAGATHIA  que conlleva la PIEDAD y es la nobleza del hombre, que se manifiesta en la belleza, la fuerza y el dominio de sí mismo. 

FUENTE: Gabriel S. P. Pautasso, “El concepto de Areté y los juegos de la Sociedad Homérica”. P. 353-363, tomo III, 1er Congreso Internacional de Ciencias del Deporte, Córdoba Argentina Sede científica del Mundial “78”, realizado en el Pabellón Argentina, de la Ciudad Universitaria, Córdoba, mayo de 1978, publicado 1981.

EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar  DIARIO PAMPERO CORDUBENSIS e INSTITUTO EMERITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, junio 2010. SOPLA EL PAMPERO. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Gratias agamus Domino Deo nostro! gspp.

jueves, 15 de julio de 2010

CÓMO LOS MONJES SALVARON LA CIVILIZACIÓN


La labor de los monjes resultó decisiva para el progreso de la civilización occidental, si bien de las primeras prácticas monásticas, difícilmente se trasluce la enorme la enorme influencia que los monasterios llegarían a ejercer en el mundo exterior.

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

Este dato histórico sorprende menos cuando se recuerde cuando se recuerden las palabras de Cristo: “Buscad primero el reino de los cielos, y todo se os dará por añadidura”. Ésta es, sencillamente expresada, la historia de los monjes.

Los primeros indicios de la vida monástica se observan ya en el siglo III. Para entonces, algunas mujeres católicas elegían consagrarse como vírgenes a una vida de oración y sacrificio, dedicada al cuidado de los pobres y enfermos. (Philip Hugues, A History of the Church, vol. 1, Sheed and Ward, Londres, 1948, pp. 138-139). De esta temprana tradición proceden los monjes.

Otra de las Fuentes de la tradición monacal la hallamos en SAN PABLO de Tebas y, (fiesta del 15 enero), más popularmente, en SAN ANTONIO de Egipto (conocido también como SAN ANTONIO DEL DESIERTO), que vivió entre mediados de los siglos III y IV. La hermana de SAN ANTONIO vivía en una casa de vírgenes consagradas. Él se hizo EREMITA y se retiró a los desiertos de Egipto en busca de la perfección espiritual, atrayendo con su ejemplo a millares de personas.

El principal rasgo del eremita era el retiro a las soledades remotas y la renuncia a los bienes terrenales, a favor de una concentración plena en su vida espiritual. Los anacoretas vivían normalmente en solitario, o en grupos de dos o de tres, se refugiaban en cuevas o en simples chozas y se sustentaban con lo que podían producir en sus pequeños campos o realizando tareas como la cestería. La ausencia de autoridad supervisora de su régimen conducía a algunos de ellos a seguir penitencias y prácticas espirituales poco corrientes. Según monseñor PHILIP HUGHES, un reputado historiador de la Iglesia Católica: “Había anacoretas que apenas comían o dormían, otros que permanecían sin moverse semanas enteras o que se hacían enterrar en tumbas y se quedaban allí durante años, recibiendo tan sólo el mínimo alimento necesario a través de las grietas de la construcción”. (Ibídem, p. 140).

Los monjes cenobitas (los que conviven en un monasterio), los más conocidos para la mayoría, surgieron en parte como reacción contra la vida de los eremitas y como reconocimiento de la necesidad humana de vivir en comunidad. Ésta fue la posición de SAN BASILIO MAGNO, quien desempeño un importante papel en el desarrollo de la tradición monacal de Oriente. Pese a todo, la vida del anacoreta nunca llegó a extinguirse por completo; mil años después de SAN PABLO de Tebas, un Eremita fue elegido Papa, y adoptó el nombre de CELESTINO V.
La influencia de la tradición monástica de Oriente llegó a Occidente por distintas vías, como los viajes de SAN ATANASIO y los escritos de SAN JUAN CASIANO, un hombre de Occidente con amplios conocimientos sobre las prácticas del Oriente. La influencia más destacada fue la de SAN BENEDICTO de NURSIA, quien estableció doce pequeños comunidades de monjes en Subiaco (de sub lacum, “bajo del lago”), a sesenta kilómetros de Roma, antes de desplazarse otros setenta y cinco kilómetros al sur, donde fundó Montecassino, el gran monasterio por el que es recordado. Fue en este lugar, en torno de 529, donde compuso la famosa Regla de San Benito, de cuya excelencia da cuenta el hecho de que se adaptase casi universalmente en todo el Occidente europeo en el curso de los siglos posteriores.

La moderación de la Regla de San Benito, así como el orden y la estructura que proporcionaban, propició su difusión por toda Europa. A diferencia de los monasterios irlandeses, conocidos por su extrema austeridad (que no obstante atraían a un significativo número de hombres), los monasterios benedictinos partían de la base de que cuando su régimen pudiera ser más austero durante los períodos de penitencia. El monje benedictino gozaba de unas condiciones materiales comparables a las de un campesino italiano de la época.

Cada casa benedictina era independiente de las demás, y todas se hallaban bajo la dirección de un abad, responsable de sus asuntos y de su buen gobierno. Hasta entonces los monjes habían tenido libertad para deambular de un lugar a otro, pero SAN BENITO concibió un estilo de vida monástica que exigía a los monjes permanecer en el propio monasterio. A comienzos del siglo X se introdujo cierto grado del aspirante en la tradición benedictina, con el establecimiento del monasterio de CLUNY ostentaba la autoridad sobre el resto de los monasterios afiliados a esta venerable casa y designaba a los priores encargados de supervisar la actividad diaria en cada monasterio.

SAN BENITO invalidó asimismo la posición social del aspirante a monje, tanto si con anterioridad había llevado una vida de riqueza como de miseria y servidumbre, pues todos eran iguales en Cristo. El abad benedictino “no hará distinción entre monasterio (…) No se preferirá a un hombre libre frente a otro nacido en esclavitud, a menos que exista alguna otra causa razonable. Pues tanto si estamos sometidos como si somos libres, todos somos uno en Cristo (…) Dios no distingue entre unos y otros”.

El propósito del monje cuando se retiraba del monasterio era el cultivo de una vida espiritual más disciplinada y dedicada al trabajo para alcanzar su salvación en un entorno y bajo un régimen propicio a tal efecto. La labor de los monjes resultó decisiva para la CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL. No era su intención realizar grandes hazañas de la civilización europea, si bien, andando el tiempo, tomaron conciencia de la tarea para la cual parecían haber sido llamados.

La tradición benedictina logró sobrevivir en una época de gran turbulencia, y sus monasterios fueron siempre oasis de orden y de paz. La historia de MONTECASSIANO, la casa madre de la Orden, simboliza a las claras esta pervivencia. Saqueada por los bárbaros germánicos lombardos en 589, destruida por los moros sarracenos en 884, sacudida por un terremoto en 1349, desvalijada por las tropas francesas en 1799, y arrasada por las bombas en la Segunda Guerra Mundial, en 1944, la casa se negó a desaparecer, y sus monjes regresaban para reconstruirla tras cada adversidad. (WILL DURANT, The Age of Faith, MJF Books, Nueva York, p. 519).

Las estadísticas no hacen justicia a los logros de la Orden, aunque es de destacar que en los inicios del siglo XIV la congregación había proporcionado a la Iglesia 24 papas, 200 cardenales, 7.000 arzobispos, 15.000 obispos, y 1.500 canonizados. La orden benedictina llegó a tener en su mayor momento de gloria 37.000 monasterios. Sin embargo, las estadísticas no se limitan a señalar su influencia en el seno de la Iglesia; tal era la exaltación que el ideal monástico producía en la sociedad que en torno al siglo XIV más de veinte emperadores, diez emperatrices, cuarenta y siete reyes y cincuenta reinas ya se había adherido a ella. (G. CYPRIAN ALSTON, The Benedictine Order, Catholic Encyclopedia, 1913).

Muchos de entre los más poderosos de Europa llegaron a cultivar la vida humilde y de disciplina espiritual que la ORDEN propugnada.  Aún los diversos grupos bárbaros germánicos se sintieron atraídos por la vida monástica, personajes tan destacados como CARLOMAGNO de los francos y ROCHIS de los lombardos adoptaron finalmente este estilo de vida. (ALEXANDER CLARENCE FLICK, The Rise of the Medieval Church, Burt Franklin, Nueva York, 1909, p. 216).

FUENTE: THOMAS E. WOODS jr. “Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental”. Prólogo del Cardenal ANTONIO CAÑIZARES, Ciudadelalibros, Madrid, 2007, 1ª edición, 2007, 276 pp.

EDITÓ: *gabrielsppautasso@yahoo.com.ar DIARIO PAMPERO Cordubensis e INSTITUTO EMERITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, 23 de junio del Año del Señor de 2010. Vigilia de SAN JUAN BAUTISTA. Sopla el Pampero, ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIA! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! gspp. Gratias agamus Domino Deo Nostro!*  


¿YA LLEGÓ EL FIN DEL MUNDO?


EL FIN DEL MUNDO: REPERCUSIONES ACTUALES 

*Editó: Lic. Gabriel Pautasso

Por el R. P. JEAN-MICHEL GOMIS
FSSPX. Revista Iesus Christus.
Año XXI, nº 17, enero/febrero 2010. 

 LA BIBLIA y los signos de la Parusía

1. La palabra PARUSÍA, viene del griego “PAROUSÍA”, que significa una “presencia, llegada o visita”. 
2. Designa, en el Nuevo Testamento, la vuelta gloriosa de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO AL FIN DEL MUNDO, PARA JUZGAR A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS. 
•  LA PARUSÍA, VERDAD DE FE

Nuestro SEÑOR JESUCRISTO volverá. Lo anunciaron los ángeles el mismo día de la Ascensión: “Este Jesús que de en medio de vosotros ha sido recogido en el cielo, vendrá de la misma manera que lo habéis visto ir al cielo”. (Hechos. 1, 11). A diferencia de su primera venida, humilde y desconocida, la segunda venida del Verbo Encarnado SERÁ SOLEMNE Y GLORIOSA. Vendrá “en la gloria de su Padre, escoltado por los santos ángeles” (Mc 8, 38), “con todos sus santos” (I Tesalonicenses, 3, 13), “sobre las nubes del cielo con poder y gloria grande” (Mt 24,30) “en llamas de fuego” (II Tesalonicenses, 1, 8) “sobre un trono glorioso” (Mt 19, 28). También se sabe que “aparecerá en el cielo la señal del HIJO DEL HOMBRE(Mt 24, 30), en la que la mayoría de los Padres de la Iglesia ve la Cruz, cuya imagen luminosa se formará en el Cielo.

•   EL TIEMPO DE LA PARUSÍA

Si bien la segunda venida del MESÍAS es dogma de fe, el momento de su realización es mucho menos evidente, para no decir incognoscible. Varios pasajes de la Sagrada Escritura disuaden al que quiera determinarlo: “Mas en cuanto al día aquel y la hora, nadie sabe, ni los ángeles del cielo, sino el Padre solo” (Mt 24, 36). Será un acontecimiento súbito e imprevisible: “Así como el relámpago sale en Oriente y brilla hasta el Poniente, así será la Parusía del HIJO DEL HOMBRE (Mt 24, 37), “el día del Señor vendrá como ladrón” (II Pedro, 3, 10). Por eso NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO invita a todos los hombres, presentes y futuro, a la vigilancia: “Velad, pues, porque no sabéis en que día vendrá vuestro Señor. Comprended bien esto, porque si supiera el amo de casa a qué hora de la noche el ladrón había de venir, velaría ciertamente y no dejaría horadar su casa. Por eso, también vosotros, estad prontos, porque a la hora no pensáis, vendrá el Hijo de Hombre” (Mt. 24, 42-44). El mismo SANTO TOMÁS, doctor común de la Iglesia, no deja lugar a la duda cuando habla del tiempo del tiempo del juicio final: “Como lo dice SAN AGUSTÍN, no se puede determinar el tiempo que falta (antes del juicio), en cuanto al mes, al año, al siglo o al milenio” (Suppl. Cuestión 88, a. 3, ad 2um.)

Por lo tanto, ¿no será superfluo, e incluso contrario a la divina voluntad, discurrir sobre los posibles signos de la PARUSÍA? Podría ser así, si la misma Sagrada Escritura no nos proporcionase ciertas señales, por donde puede conjeturarse de algún modo la mayor o menor proximidad del desenlace final. Consiguientemente, no se nos prohíbe examinar estas señales, pero es preciso tener en cuenta que son muy vagas e inconcretas, y se prestan a grandes confusiones, sobre todo por el carácter evidentemente metafórico y ponderativo de muchas de ellas.
Recogemos, entonces, estas señales, guardándonos mucho de llegar a conclusiones demasiado concretas y simplistas, recordando estas palabras del PADRE ANTONI ROYO MARÍN: “Lo único cierto en esta materia tan difícil y oscura, es que nadie absolutamente sabe nada: es un misterio de Dios” (ANTONIO ROYO MARÍN: “Teología de la Salvación”, segunda edición, p. 566).

•   LAS PRINCIPALES SEÑALES PRECURSORAS DEL FIN DEL MUNDO

1) LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO EN TODO EL MUNDO
Lo anunció el mismo JESUCRISTO al decir a sus Apóstoles cuando dijo: “Será predicado este Evangelio del Reino en todo el mundo testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mt. 24, 14) Y también: “Id por todo el mundo, testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mt. 24, 14). Y también: “Id por el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (MC. 16, 15). Y en otro lugar: “Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea, en Samaria y hasta en los extremos de la tierra”. (Hechos, 1, 8). Lo cual no hay que entenderlo en el sentido de que todas las gentes se convertirán de hecho al cristianismo, sino únicamente que el Evangelio se propagará suficientemente por todas las regiones del mundo, de manera que todos los hombres que quieran, puedan convertirse a él.
Tampoco se puede decir que el fin del mundo vendrá inmediatamente después que el Evangelio haya llegado a los confines de la tierra, sino únicamente que no sobrevendrá antes.

2) LA APOSTASÍA UNIVERSAL DE LA FE CRISTIANA

Lo anunció NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO y lo repitió SAN PABLO: “Se levantarán muchos falsos profetas que engañarán a muchos, y por el excesos de maldad se enfriará la caridad de muchos” (Mt. 24, 12). “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?”  (Lc. 18, 8). “Que nadie en modo alguno os engañe, porque antes (de que ocurría) ha de venir la apostasía y ha de manifestarse el hombre de la inequidad, el hijo de la perdición” (II Tesalonicenses, 2, 3).
Esta apostasía de la fe no será total y absoluta en todo el género humano, ya que la Iglesia no puede perecer. Pero es difícil precisar su verdadero alcance y significación. Algunos teólogos la interpretan en el sentido de que la mayoría de las naciones y  pueblos, en cuanto a sociedades políticas, renunciarán al cristianismo, de forma que los principios, leyes, escuelas, organización familiar y, en general, toda la vida pública serán  contrarias a las normas de la fe.
Al mismo tiempo, la vida individual de la mayor parte de los hombres discurrirá también por cauces contrarios al cristianismo, aunque nunca faltarán del todo almas sinceras que conservarán incontaminado el espíritu cristiano hasta el fin de los siglos. Esta pérdida general de la fe será, a la vez, la preparación y la obra de la venida del Anticristo.

3) LA CONVERSIÓN DE LOS JUDÍOS
En contraste con esta apostasía casi general, habrá de verificarse la conversión de ISRAEL anunciada por SAN PABLO: “No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio (…): el endurecimiento ha venido sobre una parte de ISRAEL hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado; y de esta manera todo ISRAEL será salvo; según está escrito: De Sión vendrá el libertador, Él apartará de JACOB las iniquidades” (Romanos, 11, 25-26). También lo profetizo OSEAS: “Mucho tiempo han de estar los hijos de ISRAEL sin rey; sin príncipe, sin sacrificio (…) Pero después se convertirán los hijos de ISRAEL, y buscarán a Yahvé, su Dios, y a DAVID, su rey; y con temblor acudirán a Yahvé y a su bondad, al fin de los tiempos” (Oseas, 3, 4-5).
¿Cuándo habrá de realizarse esta vuelta de ISRAEL  a la verdadera fe, en qué medida y proporción, con qué manifestaciones externas? He ahí otros tantos misterios que nadie absolutamente podría aclarar.

4) EL ADVEMIENTO DEL ANTICRISTO

La palabra “ANTICRISTO” viene del griego “anticristos” que significa literalmente “EN CONTRA DE CRISTO”) tiene dos acepciones en la Sagrada Escritura. Puede designar cualquier manifestación del espíritu anticristiano, en contra de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO: el pecado, la herejía, la persecución, Etc. En este sentido habla SAN JUAN cuando dice: “Ahora, muchos se han hecho anticristos” (I Jn. 2, 18)). Pero en su sentido propio, la palabra “Anticristo” designa una persona sumamente enemiga de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO y la Iglesia, que aparecerá al fin del mundo.
 Según esta acepción hablan los apóstoles SAN JUAN y SAN PABLO en los siguientes textos:
“Habéis oído que viene el Anticristo (...), Ese es el Anticristo, que niega al Padre y al Hijo” (I Jn. 2, 18-23)
“Respecto a la Parusía de Nuestro Señor Jesucristo (…) nadie os engañe en manera alguna, porque primero debe venir la apostasía y hacerse manifiesto el hombre de inequidad, el hijo de la perdición: el adversario, el que se ensalza sobre todo lo que se llama sagrado, hasta sentarse en el mismo templo, ostentándose como si fuera Dios (…) Y ahora ya sabéis qué  (lo) detiene para que su manifestación sea a su debido tiempo. El misterio de inequidad ya está obrando ciertamente, sólo (hay) el que ahora detiene hasta que parezca de en medio. Y ENTONCES SE HARÁ MANIFIESTO EL INICUO A QUIEN EL SEÑOR JESÚS MATARÁ CON EL ALIENTO DE SU BOCA Y DESTRUIRÁ CON LA MANIFESTACIÓN DE SU PARUSÍA; (aquél inicuo) cuya aparición es obra de Satanás con todo poder y señales, y prodigios de mentira, y con toda seducción de inequidad para los que han de perderse en retribución de no haber aceptado para su salvación el amor de la verdad”. (II Tesalonicenses, 1, 10).

De estas y otras citas, interpretadas a la luz de los comentarios de los Padres y teólogos de la Iglesia, se puede llegar a las siguientes conclusiones:
a) El Anticristo vendrá en los últimos, antes de la Parusía.
b) Será una persona real, no un demonio encarnado o un hombre aparente.
c) Será un individuo (“el hombre de inequidad, el hijo de perdición) y no una colectividad o serie de personas, a pesar de que tendrá muchos seguidores.
d) Seducirá a muchos por su predicación, prodigios y mentiras.
e) Sera matado por el “aliento de la boca” de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. (El “aliento de la boca” simboliza el mandato divino, por el que nuestro Señor Jesucristo concretará la muerte del Anticristo).
f) Su venida se posterga hasta que desaparezca un misterioso obstáculo que la detiene. Fuera de estas conclusiones. No se puede saber nada con certeza respecto al Anticristo y al tiempo de su venida. (Es el famoso “catejón” (del griego “kajejon”, “obstáculo”) cuya naturaleza es todavía desconocida. Los comentadores no saben si es una persona o un objeto. Algunos dicen que este obstáculo es el decreto divino que no permita todavía la aparición del Anticristo, otros hablan de SAN MIGUEL ARCÁNGEL. SANTO TOMÁS DE AQUINO ve el obstáculo en el espíritu cristiano en el seno de la sociedad: vendrá el Anticristo sólo cuando la fe de la Iglesia Católica Romana haya desaparecido. Pero todos los exégetas reconocen la imposibilidad de llegar a una certeza al respecto (Cfr. PRAT: “La teología de San Pablo”, sobre la Segunda Epístola a los Tesalonicenses; LUSSEAU-COLOMB: “Manuel d´Etudes biblioques”, tomo 5; Dictionnaire Theologie Catholique, artículo ANTÉCHRIST”; Biblia PIROT-CLAMER, tomo XII).

LA APARICIÓN DE ELÍAS y ENOC
“Es otra señal misteriosa, que sólo de una manera muy confusa puede apoyarse sobre la Sagrada Escritura”. (Antonio Royo, op. Cit., p. 568). Respecto a ELÍAS, la Sagrada Escritura dice lo siguiente: “He aquí que os enviaré al profeta ELÍAS, antes que venga el día grande y tremendo de Yahvé. Él convertirá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que Yo viniendo hiera la tierra con anatema” (Malaquías, 4, 5-6). Y en otro lugar: “Tú (ELÍAS) estás escrito en los decretos de los tiempos, para aplacar el enojo del Señor, reconciliar el corazón de los padres con los hijos y restablecer las tribus de JACOB”. (Ecli. 48, 10). También, al bajar del monte TABOR el día de la Transfiguración, “Los discípulos le hicieron (a JESÚS) esta pregunta: “¿Por qué, pues, los escribas dicen que ELÍAS debe venir primero?” Él les respondió y dijo: ELÍAS vendrá y restaurara todo”. (Mt., 17, 10-11). 
De ENOC dice la Sagrada Escritura: “ENOC anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó”. (Génesis, 44, 16). Y en el Libro del Eclesiástico: ENOC agradó a dios, y fue transportado al paraíso para predicar a las naciones la penitencia”. (Hebreos, 11, 5). El mismo SAN PABLO dice: “Por la fe, ENOC fue trasladado para que no viese la muerte, y no fue hallado porque Dios lo trasladó”. (Hebreos, 11, 5).
Muchos Santos Padres – entre los que se cuentan SAN JERÓNIMO y SAN AGUSTÍN – aplican a ELÍAS y a ENOC el misterioso episodio de los que lucharán contra el ANTICRISTO y serán muertos, para resucitar después gloriosamente: “Y daré a mis dos testigos que, vestidos de sacos, profeticen durante mil doscientos sesenta días (…) Y cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá, y les quitará la vida (…)” (Apocalipsis, 11, 3-13). 
Pero otros Padres y expositores sagrados dan otras interpretaciones muy diversas, por lo que es forzoso concluir que nada absolutamente se puede afirmar sobre este particular. 

5) GRANDES CALAMIDADES NATURALES y PÚBLICAS

NUESTRO SEÑOR habla de guerras y catástrofes: “Oiréis también de hablar de guerras y rumores de guerra. ¡Mirad que no os turbéis! Esto, en efecto, debe suceder, pero no el fin el fin. Porque se levantará pueblo contra pueblo, reino y reino, y habrá en diversos lugares hambres, y pestes, y terremotos. Todo esto es el comienzo de los dolores”. (Mt. 24, 6-8). 
Alude también a fenómenos en el cielo: “Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días el se oscurecerá, y la luna no dará más su fulgor, los astros caerán del cielo y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre”. (Mt., 24, 29-30).
En otro lugar indica “señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la tierra, ansiedad de las naciones a causa de la confusión por el ruido del mar y la agitación (de sus olas)” (Lc. 21, 25), recordando así las palabras del profeta JOEL: “Haré prodigios en el cielo y en la tierra; sangre y fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que llegue el grande y terrible día de Yahve”. (JOEL, 2, 30-31.)
Pero los Santos Padres y exégetas concuerdan todos en decir que la interpretación de esas palabras está llena de dificultad y misterios. Escuchemos a SANTO TOMAS DE AQUINO: “Cuáles son estas señales, no es fácil saberlo. Porque los signos que leemos en el Evangelio, como dice SAN AGUSTÍN, NO PERTENECEN ÚNICAMENTE AL ADVENIMIENTO DE CRISTO PARA EL JUICIO, SINO TAMBIÉN AL TIEMPO DE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN, Y AL ADVENIMIENTO CON EL CUAL CRISTO VISITA CONTINUAMENTE A SU IGLESIA. De tal modo que, si se advierte cuidadosamente, ninguno de ellos puede encontrarse como perteneciente al futuro advenimiento, como dice Él mismo; porque los signos que en el Evangelio se tocan, como guerras, terrores y cosas semejantes, ya existieron desde el principio del género humano; a no ser que se diga que entonces se agravarán más y más. Pero hasta qué punto su crecimiento anuncie la proximidad de su venida, es cosa del todo incierta”. (Supp. Cuestión 73, a. 1).

¿YA LLEGÓ EL FIN DEL MUNDO?

Tratemos de aplicar lo dicho, en la medida que podamos, a la situación del MUNDO DE HOY. Parece claro que el Evangelio ya se practico en el mundo entero, especialmente con los medios de comunicación actuales, con los que se puede acceder a informarse desde cualquier lugar del orbe.
Tampoco se puede negar que la APOSTASÍA general de la fe cristiana es una realidad, tanto a nivel de las sociedades como a los individuos. Ya no existen países católicos, y pocos son los que siguen profesando la fe católica en su integralidad.
Los mismos hombres de la Iglesia, inspirados por un espíritu neo-modernista, se hicieron colaboradores de una “APOSTASÍA SILENCIOSA”, reconocida por el mismo JUAN PABLO II” (Exhortación apostólica “ECCLESIA IN EUROPA”, 28 de junio de 2003, Nº 9).
En cuanto a los CUATRO OTROS SIGNOS DE LA PARUSÍA, en cambio, no se puede afirmar que ya se cumplieron, aunque parece indiscutible que los tiempos actuales son propicios para la venida del Anticristo. Por lo tanto, aún en nuestros días, se verifica lo que NUESTRO SEÑOR decía a sus Apósteles: “Velad, pues, porque no sabéis ni el día, ni la hora”. (Mt., 25, 13).

¿CÓMO ESPERAR EL FIN DEL MUNDO?

A modo de conclusión, citemos unas palabras de SAN PABLO a los Tesalonicenses. Convencidos falsamente de la inminencia de la PARUSÍA, los habitantes de TESALÓNICA estaban llenos de terror y abatimiento. En lugar de estimularlos al BIEN, el pensamiento del FIN DE MUNDO los turbaba y paralizaba su vida espiritual. Algunos descuidaban su deber de estado, se dejaban llevar por la indiferencia, con la misma apatía con la que el condenado a muerte espera, desconsolado, su degollación. SAN PABLO escribió su segunda epístola a los Tesalonicenses para LUCHAR CONTRA EL ESPÍRITU DESTRUCTOR QUE LLEVA AL DESÁNIMO: “Hemos oído que algunos de vosotros viven en el desorden, sin trabajar, sólo ocupándose de cosas vanas”. “Hermanos, estad firmes y guardad las enseñanzas que habéis recibido”. “El mismo Señor nuestro Jesucristo, (…) consuele vuestros corazones y los confirme en toda obra y palabra buena”. “El Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de DIOS y la paciencia de CRISTO”. “NO OS CANSÉIS DE HACER EL BIEN”. (II TESALONICENSES, cap. 2 y 3).
Hoy en día, sigue existiendo la misma tentación. Al ver que se cumplieron algunos signos de la PARUSÍA, podríamos adoptar una actitud pasiva, desesperada, en esta crisis que sacude la IGLESIA, pensando más o menos conscientemente: “Salvemos lo que podamos. Salvemos nuestras ALMAS, nuestras FAMILIAS. Ya es mucho. Pero no busquemos más. No busquemos restablecer el reino social de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ni la CRISTIANDAD. Tampoco hace falta mantener el contacto con las autoridades romanas imbuidas de modernismo, para tratar de mostrarles los errores que corroen la Iglesia desde el Concilio Vaticano II. No vale la pena, porque ya está predicho: LA SITUACIÓN NO VA A CAMBIAR. ES LA GRAN APOSTESÍA PROFETIZADA POR LA SAGRADA ESCRITURA. SE ACERCA EL FIN DEL MUNDO”.
Pensar de esta manera, sería olvidar que no tenemos todavía ninguna certeza respecto a la inminencia de la PARUSÍA. Sería “cansarnos de hacer el bien”, lo contrario de lo que nos pide SAN PABLO.
A un soldado se le pide que luche por su rey hasta la muerte. Lo mismo, con fervor y ánimo aún mayores, se exige al católico, que la Confirmación fue hecho SOLDADO DE CRISTO DEL REY ETERNO. No es tiempo de bajar los brazos.

Confiemos en la gracia, y cuando seamos presa de la tentación de desánimo al ver la amplitud y dificultad de la obra, recordemos que, por la ayuda divina, DAVID ganó contra GOLIAT, y digamos con SANTA JUANA DE ARCO: “¡LUCHEMOS, Y DIOS NOS DARÁ LA VICTORIA!”. 

*EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.ar ¡SANTA MARIA IN ARA CAELI!